#Sínodo: Carta para todo el Pueblo de Dios

Al finalizar la Asamblea 2023 del Sínodo, una comisión ya nombrada ofrecerá una síntesis de la experiencia de los trabajos sinodales.

El Card. Hollerich, Relator General, anunció que se tratará de un texto relativamente breve, de estilo sencillo que estará “al servicio de un proceso que continúa.”

Será un texto de transición, basado en la experiencia de la asamblea, que contendrá los puntos en los que hay consenso y aquellos en los que falta acuerdo.

“No será un documento final, ni el Instrumentum laboris de la próxima asamblea” –en 2024-, aclaró el cardenal, “sólo servirá para acompañar las fases sucesivas del Sínodo sobre la sinodalidad”.

Una mirada sobre los principales miedos que podemos tener frente al proceso sinodal

Todos tenemos miedo al Sínodo

Artículo escrito por Joaquín Tabera SJ

Desde el 2021 cuando el Papa Francisco convocó la preparación del XVI Sínodo Ordinario de los Obispos para tratar el tema de la sinodalidad en la Iglesia se han sucedido muchos movimientos tanto de apoyo como de rechazo. Especialmente la prensa “católica” ha aprovechado estos movimientos para dar cuenta de la falta de unidad en la Iglesia, y a modo de fuego cruzado, acusar a los bandos opuestos ya sea de cismáticos o de herejes. Es decir, han utilizado los miedos de los fieles para hacer política intraeclesial.

La RAE nos define el miedo como la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”, y en su segunda acepción nos dice que es el “recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”. Desde estas definiciones, y desde lo que vemos en la prensa que está suscitando el Sínodo, me parece importante podamos admitir que todos tenemos algún miedo frente a lo que pueda resultar del Sínodo, ya que admitiéndolo e identificándolos podremos poner freno a algunas estrategias de desunión que se están entretejiendo.

A continuación desarrollare brevemente los que considero son los principales miedos que podemos tener frente al proceso sinodal.

  • Miedo a perder el poder:

Dentro de nuestra Iglesia, en tanto institución, hay muchos hermanos que conservan la visión del Reino y de la Iglesia típica de los Apóstoles antes de la resurrección, es decir, consideran que los puestos de mando son puestos de poder y no de autoridad, puestos de privilegio y no de servicio.

Para quienes detentan está imagen de Iglesia, el Sínodo, desde su intento de analizar las estructuras de gobernanza de la Iglesia para hacerlas más evangélicas, se vuelve una amenaza directa a lo que entienden debe ser el Reino y el cómo debe funcionar la Iglesia.

  • Miedo a perder la identidad:

Dentro de nuestra Iglesia hay muchos hermanos que viven su ser católicos desde un fuerte sentido identitario, otorgándoles la Iglesia un sentido de pertenencia fuerte en donde pueden encontrar códigos axiológicos desde los cuales estructurar su vida diaria. Estos hermanos, mayormente pertenecientes a ambientes donde se vive un catolicismo cultural, no siempre han logrado internalizar el elemento relacional de la fe (lo vital de la relación personal-comunitaria con Jesucristo) sino que se han quedado en los elementos, ciertamente virtuosos, de la vivencia externa del catolicismo.

Para quienes viven de este modo su fe, el Sínodo, desde su intento de escuchar lo que el Espíritu Santo le dice a la Iglesia hoy por medio del discernimiento, se vuelve una posible amenaza para con el modo de vivir la catolicidad al que están acostumbrados, diríamos que se vuelve una amenaza a su identidad como católico ya que han entendido su identidad como inalterable, y el Sínodo, desde la posibilidad de entender algunas de estas cuestiones solo como practicas externas no constitutivas, puede atacar su identidad.

  • Miedo a perder la batalla:

Dentro de nuestra Iglesia hay muchos hermanos que viven su ser Iglesia con un fuerte sentimiento de pertenencia a alguna comunidad, a alguna teología o a alguna región. Este sentido de pertenencia, que no es malo en sí mismo, puede desvirtuarse llevando a comprender a los otros modelos de Iglesia como “aquellos que están equivocados” o como “aquellos que no saben hacer Iglesia”, y aquí entran todos los adjetivos que ya estamos acostumbrados a escuchar: Herejes, Cismáticos, Conservadores, Liberales, Progresistas, Tradicionales, Tradicionalistas, Originales, etc.

Para quienes viven de este modo su ser Iglesia, el Sínodo, desde ser un espacio de dialogo y discernimiento en común que busca el consenso, se considera un peligro. El dialogar con otro que piensa distinto lleva implícito el reconocer que del otro puedo aprender algo ya que puede tener razón en algo, y eso, para aquellos más encerrados en su sentido de pertenencia, es intolerable. Es cómo que el Sínodo les plantease que deben ceder frente al otro, deben perder la batalla a propósito. Aquí entran aquellos que consideran también que la única postura valida es la que ellos, y sus grupos, plantean, de manera tal que toda otra decisión por parte del Sínodo estará equivocada, sesgada o será ideológica.

  • Miedo a perder certezas.

Dentro de nuestra Iglesia muchos hermanos viven su fe y su eclesiología como un cumulo de certezas incuestionables, dónde todo proceso que abra la puerta a preguntarse por esas certezas ya es tildado de sospechoso.
Para quienes viven de esta manera su fe y su pertenencia eclesial, el Sínodo, por la apertura de escuchar al Señor por medio de la oración y las inspiraciones del Espíritu Santo, es una instancia innecesaria ya que todo ya ha sido dicho y por lo tanto es todo es inamovible.

  • Miedo a perder la divinidad.

Dentro de nuestra Iglesia muchos hermanos consideran que la Iglesia solo debe ocuparse de las cosas de Dios (especialmente hacen hincapié en la liturgia) y que lo “mundano”, lo perteneciente a “las preocupaciones del mundo” deben ser ignoradas.

Para quienes viven de esta manera su pertenencia eclesial y su vivencia de lo sagrado, el Sínodo, desde su apertura a la encarnación por la que no hay nada del Hombre que le sea ajeno a Dios, se vuelve una gran amenaza de mundanización de la Iglesia. Consideran que este proceso es un tirar las perlas a los chanchos.

  • Miedo a perder el tiempo.

Dentro de nuestra Iglesia hay muchos hermanos que consideran que los ritmos del mundo en el que vivimos (aunque no seamos del mundo) cada vez exigen procesos más agiles y dinámicos por parte de la Iglesia para poder dar respuestas reales, eficaces y eficientes a las necesidades que nos plantea la evangelización de nuestros contextos.

Para quienes viven de esta manera las necesidades imperantes del tiempo y la evangelización, el Sínodo, en tanto proceso temporal que durará en total casi cuatro años, puede ser vivido como un proceso frustrante, el cual, si además no llega a plantear cambios estructurales a la Iglesia, podría entenderse que no ha hecho nada y que la sinodalidad ha sido solamente una moda teológica. Otra forma en que se traduce este miedo es el temor a que todo quede igual.

Ante los miedos mencionados anteriormente, que ciertamente podríamos identificar y analizar con mayor profundidad, considero que, si deseamos evitar que estos miedos influyan de manera negativa en nuestra fe y en el proceso sinodal de la Iglesia, podríamos tomar las siguientes medidas y disposiciones:

Hacernos consientes de nuestros miedos: ya sea algunos de los anteriormente mencionados, o algún otro que seguramente no se ha sistematizado, es importante ponerle nombre y enfrentarnos al mismo. San Ignacio nos dice en su 11º regla de discernimiento de primera semana que el mal espíritu mucho aprovecha el miedo para ir agrandando la tentación, y que enfrentándolo este vuelve a su estado normal huyendo y escondiéndose.

Orar por el Sínodo: pedirle a Dios por el Sínodo y especialmente por cada uno de nuestros hermanos reunidos sinodalmente. Este pedir a Dios no es pedirle desde nuestra imagen de Iglesia dejando que el miedo marque la oración, sino pidiéndole que sea en la Iglesia lo que Él quiera que sea. Este pedir tiene que ser un ejercicio de aquella indiferencia trabajada en el Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales.

Las etiquetas dejarlas solo para la ropa: Es importante que nuestro modo de ser Iglesia tienda a la unidad, y en este sentido un buen modo para comenzar a trabajar en esta es el lenguaje, evitando todos aquellos adjetivos que, en una dialéctica casi maniquea, nos dividen entre buenos y malos, conservadores y progresistas, tradicionales y liberales, etc. Es importante que adoptemos, en este proceso y en nuestra vida eclesial, como modo de ser el estar más dispuestos a salvar la proposición del prójimo que a condenarla, sabiendo que cada uno busca lo mejor para la Iglesia.

• Todos los miedos mencionados anteriormente son miedos a perder. El perder algo implica posesión de eso que se pierde, y ninguno de nosotros, desde el recién bautizado hasta el Papa, tenemos la posesión de la Iglesia y la totalidad de la Verdad. Puede sernos importante recordar que la invitación del Señor es a perder la vida para ganarla, y esta invitación se nos hace también como Iglesia.

• Recordar que el Señor resucitado en sus apariciones a los discípulos siempre les dijo “no teman”. El miedo no puede ser nuestro criterio de discernimiento ni pauta de acción, podemos ser críticos, propositivos, cautelosos, o enérgicos frente a las propuestas del Sínodo, pero el miedo no puede ser, si somos seguidores de Jesús, el que marque nuestra agenda.

J. M. Rodríguez Olaizola SJ: Bailar y dialogar con el tiempo, desde la madurez

Bailar con el tiempo es el nuevo libro de José María Rodríguez Olaizola SJ. El jueves 05 de octubre fue el día elegido para su presentación, un diálogo-entrevista guiado por el jesuita Antonio Allende. La conversación llevó a profundizar en algunos de los temas que propone el libro, desde la metáfora del baile como imagen para hablar del vivir y discurrir de la vida.

En el texto encontramos una reflexión muy audaz sobre en qué consiste ese paso de la juventud a la vida adulta y las batallas que seguramente forman parte de casi todas las vidas: por la libertad, por saber vivir historias y no puros presentes desencadenados, por encontrar el amor verdadero, por aceptar los límites…

“¿Qué hace que la gente no quiera madurar hoy?”, el autor lo sintetizó en dos respuestas: los miedos y las renuncias. Reconoció que algunos de los miedos de los que habla el libro han sido grandes miedos personales suyos en el pasado y en otros todavía se reconoce. Son miedos muy humanos: al fracaso, al rechazo, a la soledad … y para sortearlos Olaizola exhorta “¡No dejes que el miedo te paralice!”. Así como propone no fijarse en las renuncias que conlleva madurar, sino en las elecciones en positivo que acarrea.

También se dialogó de la madurez que existe en los ámbitos de la sociedad más pública, y en especial el modo infantil como se tratan hoy públicamente los problemas, sin profundidad ni matiz. Un caldo de cultivo para su idea del auge de “la cultura de la cancelación” que explica así: “Es el tengo derecho a no escuchar aquello que me molesta” y para ello “tú te callas porque lo que vas a decir me pueda herir”.

Para Olaizola madurar tiene que ver, entre otras cosas, con “descubrir donde quieres echar raíz”, aprender a vivir los días grises y educar una mirada no egocéntrica que entienda que el otro es otro, independiente de tu propia realidad.

Con “Bailar con el tiempo”, el autor da continuidad a otra de sus obras donde la temática también se vehiculaba con el baile, “Bailar con la soledad” publicado en 2018. Y, nunca mejor dicho, si Dios quiere, esta trilogía se completará con un tercer volumen, ya en mente del autor, que se titularía “Bailar con Dios”.

Fuente: infosj.es

Sínodo: 3 primeras claves

La participación de toda la Iglesia: la presencia de no obispos enriquece el proceso. Especialmente de las mujeres, con derecho a voz y a voto, sobre todo las religiosas están siendo protagonistas positivas estos días.

La disposición de los participantes: el modo de estar con los otros, mirándose a los ojos, en 35 mesas redondas, ayuda la escucha atenta, el diálogo franco y mejora el proceso de discernimiento comunitario.

Esto impide que las –inevitables- tensiones perjudiquen el discurrir de la Asamblea y que unas pocas personas, amparadas en su jerarquía, acaparen la voz de la Asamblea.

La conversación espiritual: cuando en círculos menores, los 35 grupos comparten lo vivido al finalizar cada módulo como lenta apropiación de un modo de ser Iglesia al que el clericalismo no está aún acostumbrado.

#Sinodo | Card. Hollerich SJ: «No temer a las tensiones»

El Card. Relator General del Sínodo inició la segunda semana de trabajos del Sínodo convocando al desafío de la fraternidad y apertura de las puertas de la Iglesia a todas las personas, al modo de Jesús, dando testimonio del amor de Dios por el mundo aún frente a grupos “que podrían irritarnos porque su forma de ser podría parecer una amenaza a nuestra identidad”.

Al retomar las actividades, el tema en que se centrarán los ‘círculos menores’ por la dinámica de la conversación espiritual, se centra en la comunión y cómo ser más plenamente signo e instrumento de unión con Dios y unidad del género humano.

Las reflexiones teológicas del P. Radcliffe op, la prof. Anna Rowlands y el testimonio de 4 experiencias eclesiales en torno al tema central, el Card. Hollerich subrayó que esta 2ª semana los participantes deberán confrontarse «con preguntas precisas y concretas», fortalecidos por el «clima de colaboración» construido, en el que «empezaron a pasar del ‘yo’ al ‘nosotros’

25° Aniversario del Centro de Espiritualidad Ignaciana de Argentina (CEIA)

En consonancia con la frase ignaciana “Traer a la memoria tanto bien recibido” (EE 234), el pasado miércoles 27 de septiembre tuvo lugar en el Salón de Actos del Colegio del Salvador (Callao 542) el festejo del 25° Aniversario del Centro de Espiritualidad Ignaciana de Argentina (CEIA).

La invitación fue abierta a tantos amigas y amigos que han participado y colaborado en Ejercicios Espirituales, cursos y diversas propuestas coordinadas desde el CEIA. Cerca de ciento cincuenta personas pudieron acercarse a este momento ideal para sentirse familia en el CEIA, conocer y recordar su historia y celebrarla.

El evento se inició con una eucaristía presidida por el Padre Provincial Rafael Velasco sj. Luego continuó con testimonios de religiosos y laicos, testigos del camino recorrido durante estos 5 lustros de actividad compartida comunitariamente, todos agradecidos de esta espiritualidad ignaciana, que tanto bien hace al ayudar a ver a Dios en todas las cosas. 

Incluyó asimismo un reconocimiento especial a Marita De Lorenzi y Susana Viñas, que hace 10 años fueron convocadas a formar parte de este equipo, y siguen participando en él, voluntariamente y con el mismo compromiso de siempre.

La ceremonia finalizó con un brindis y un ágape donde se respiraba fraternidad en esta bendición de Dios que ha sido y seguirá siendo el CEIA.

Elena Yeyati, colaboradora.

Mirá las fotos de la celebración en nuestra galería de imágenes

¿Qué tiene de particular el sínodo sobre la sinodalidad?

¿Qué es exactamente un sínodo?

Un sínodo es una reunión – tradicionalmente de obispos – para ayudar a la Iglesia a avanzar en una dirección común. La palabra “sínodo” procede del griego syn-hodos, que significa “el mismo camino”. Los sínodos eran habituales en los primeros siglos del cristianismo, y daban a los obispos la oportunidad de reunirse y debatir cuestiones de importancia para la vida de la Iglesia. En 1965, el Papa Pablo VI instituyó el Sínodo de los Obispos a nivel universal de la Iglesia. Quería encontrar un modo de continuar el intercambio fraternal y colegial que se había ensayado en el Concilio Vaticano II. Desde entonces, se organizan sínodos cada dos o tres años, que reúnen a obispos, expertos y delegados diversos para tratar temas como la Eucaristía, la Palabra de Dios, el Próximo Oriente, la nueva evangelización, la familia, los jóvenes, y la Amazonia.

¿Qué tiene de particular este sínodo sobre la sinodalidad?

A diferencia de los sínodos anteriores, el objetivo de éste no es abordar un tema en particular, sino permitirnos llegar a ser lo que Dios nos llama a ser como Iglesia, todos juntos, ¡en la realidad del mundo de hoy!

Ya no se trata sólo de un Sínodo de Obispos de un mes, como los anteriores, sino de un proceso sinodal de tres años para todo el pueblo de Dios. Todos están invitados y nadie debe ser excluido. Los laicos han participado desde el principio del Sínodo. Y ahora, por primera vez en la historia, algunos participantes laicos también tienen derecho a voto.

En segundo lugar, este Sínodo pretende ofrecer a toda la Iglesia una experiencia vivida de la sinodalidad. Se trata de recoger los frutos de lo que el Espíritu Santo nos dice aquí y ahora para llegar a ser una Iglesia más sinodal en el mundo de hoy.

Por último, el objetivo del Sínodo no es sólo hablar de la sinodalidad, sino ponerla en práctica ahora mismo, en cada diócesis, parroquia y país de todo el mundo. Nos llama a todos a renovar nuestra manera de ser y de trabajar juntos para avanzar.

Pero, ¿qué es la sinodalidad?

Básicamente, la sinodalidad consiste en un camino común. Se trata de escucharnos unos a otros, para oír lo que Dios nos dice. Es darse cuenta de que el Espíritu Santo puede expresarse a través de cualquiera para ayudarnos a avanzar juntos en nuestro camino como pueblo de Dios.

“Caminar juntos” está en el corazón de lo que es la Iglesia, como pueblo de Dios que peregrina en medio del mundo. En tiempos de la Iglesia primitiva, San Juan Crisóstomo decía que para él “Iglesia” y “sínodo” eran sinónimos, ya que la Iglesia consiste en este caminar juntos. En este sentido, la sinodalidad es una forma de renovar la Iglesia desde sus raíces más profundas, para que podamos estar más unidos entre nosotros y cumplir mejor nuestra misión en el mundo. En concreto, la sinodalidad es una forma de ser y de trabajar más cercana a las bases y más colaborativa. Pone de relieve el hecho de que todos tenemos algo valioso que aportar al Cuerpo de Cristo. De este modo, una “Iglesia sinodal” es una Iglesia de la escucha: “Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo.” (Papa Francisco)

En definitiva, esto nos llamará naturalmente a cambiar nuestras formas de hacer las cosas, para que seamos cada vez más lo que verdaderamente somos como Iglesia, y para que caminemos juntos en medio de toda la familia humana, guiados por el Espíritu Santo.

Fuente: www.jesuits.global/es

Actividades previas al Sínodo de Obipos

Vigilia ecuménica precede el inicio del Sínodo

La Plaza de San Pedro convocó cristianos de todas las denominaciones a invocar la asistencia del Espíritu, el pasado sábado 30, como centro de distintas iniciativas de oración y relfexión.

‘Together’ fue el título elegido para esta celebración presidida por Papa Francisco, el Patriarca Bartolomé I y el arzobispo de Caterbury junto a líderes eclesiales.

La ceremonia organizada por la Comunidad de Taizé fue la ocasión de invocar al Espíritu Santo para que preceda el inicio del Sínodo en torno a cuatro dones: la unidad y el camino sinodal, el otro, el don de la paz y el don de la Creación.

La plaza de San Pedro estuvo ambientada como jardín florido en este Tiempo de la Creación, dedicado por el Papa a la reflexión por el cuidado de la casa común, en vísperas de la publicación de su nueva carta ‘Laudate Deum’, continuación de ‘Laudato Si’.

La preparación de la vigilia fue un auténtico ejercicio sinodal con el deseo de implicar a más de 50 interlocutores eclesiales, en conjunto con Dicasterios romanos.

Participantes del Sínodo en retiro espiritual

El 30 de septiembre, tras participar de la vigilia ecuménica ‘Together’ en la Plaza de San Pedro, los participantes de la XVI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos iniciaron 4 días de retiro en Sacrofano.

Bajo la orientación de la Madre Ignazia Angelini y el P. Timothy Radcliffe, los participantes compartieron cada día meditaciones, oración personal, conversación espiritual y la eucaristía hasta el martes 3, víspera de la apertura del Sínodo ‘por una Iglesia sinodal’.

Las introducciones del primer día se hicieron en torno a Jesús, piedra angular (Slm 118) y el día lunes, M. Agelini reflexionó sobre el ‘Benedictus’, invocación inicial de los Laudes.

“Bendecir, -señaló- es la actitud sinodal básica desde que existe el pueblo de Dios: «porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición» (1 Pe 3,9)…, tal actitud presupone un acontecimiento en la vida del individuo, que amplía lo estrecho y se abre a lo mucho, del individuo se refracta, pasa contagiando a toda la asamblea: «Glorifiquen conmigo al Señor,  alabemos su Nombre todos juntos». (Sal 33,4).

Por último, la religiosa desafió a los integrantes del Sínodo con una pregunta: “¿Sabrán los pasos del camino sinodal registrarse en la longitud de onda de la bendición matutina?”

 

Primera misa del Cardenal Rossi en Roma

El nuevo cardenal celebró junto a coterráneos en Na. Sra. de los Dolores, la iglesia de los argentinos en Roma. Su homilía se centró en el caminar juntos, Santa Teresita del Niño Jesús y la peregrinación a Luján que ha tenido lugar este fin de semana.

Paciencia del Señor

A la luz del pasaje del evangelio de este domingo, el cardenal Rossi resaltó la mirada misericordiosa del padre ante la llegada del hijo que había dicho que no iba, pero también recordó la actitud del otro, “que se la jugó de buenito y no fue”. Una mirada misericordiosa del padre que “nos hace mucho bien”, enfatizó, destacando “la paciencia del Señor que siempre espera”.

Con relación a la experiencia de Santa Teresita, que “lloraba sus pecados porque todo ‘no voy’ es un ‘no quiero’ a la misericordia del Señor”, el cardenal Rossi afirmó la necesidad de “ir a él sin miedo, como somos, con nuestras debilidades, con nuestras fragilidades”.

Finalmente, recordó la importancia de Lujan, el lugar donde más argentinos pasan por año, que van a buscar la mirada de la Madre. Por ello pidió unirse “a la oración de nuestro pueblo que ha peregrinado a Luján”, pidiendo su presencia mariana “en tantos lugares donde necesitamos el cobijo maternal de la Virgen”.

Nuevos Cardenales: Consistorio Público Ordinario en Roma

El Papa Francisco designará este sábado a 21 nuevos cardenales, entre ellos, a los argentinos Ángel Rossi SJ (Arz. de Córdoba), Víctor M. Fernández (al frente del Dicasterio de la fe) y el capuchino Luis Dri.

Mons. Rossi SJ revela que siente la ilusión de vivir esta misión con actitudes de escucha, diálogo y discernimiento.

Victor Fernández “es un hombre de gran capacidad espiritual e intelectual”, una figura que hará mucho bien, de acuerdo con Rossi. Por su parte, Luis Dri será creado Cardenal como “figura emblemática”, asegura el arzobispo. El sacramento de la Reconciliación lo ha apasionado en toda su historia de servicio a la Iglesia

Entre los nuevos cardenales también se encuentra otro jesuita, Mons. Stephen Chow Sau-yan SJ, obispo de Honk Kong.

El nuevo Cardenal subrayó las diversas procedencias de los integrantes del Colegio Cardenalicio «Lo importante es tener voces más diversas… creo que la Iglesia se está enriqueciendo con voces diferentes»

El prelado jesuita reconoce el importante papel de la Iglesia de Hong Kong como iglesia puente entre Oriente y Occidente, “Y también lo es la Iglesia, entre la Iglesia en China y la Iglesia universal.”

A propósito del próximo consistorio, el Papa Francisco señaló que «la inserción de los nuevos cardenales en la diócesis de Roma, manifiesta el vínculo inseparable entre la Sede de Pedro y las Iglesias locales esparcidas por todo el mundo», y añadió «de donde vienen expresa la universalidad de la Iglesia, que sigue proclamando el amor misericordioso de Dios a todos los pueblos de la tierra.»

  • La ceremonia en la Plaza de San Pedro iniciará a las 10 am hora local (05 AM, en Arg/Uru).
  • La transmisión en directo se podrá seguir a través del streaming de Vatican News https://www.vaticannews.va/es.html