¿Qué tipo de Persona buscan los Electores?

Comenzaron las ‘murmutatio’

El lunes pasado, los 212 electores comenzaron la denominada «murmuratio», una práctica antigua y una etapa clave del proceso de elección. «La «murmuratio» consiste en cuatro días de reflexión y recopilación de información, cara a cara, de dos en dos. A cada elector se le permite preguntar a cualquier otro información sobre otros miembros de la Compañía que podrían ser aptos para el rol de general», explicó el padre Patrick Mulemi, de Zambia, encargado de prensa de los jesuitas. «Este mecanismo elimina el peligro de crear lobby. Ningún jesuita puede presentar a alguien que le gustaría que fuera su líder, y menos que menos, a sí mismo», agregó.

La práctica de la «murmuratio» fue creada por San Ignacio, que junto a sus compañeros fundó la Compañía de Jesús en 1540. En la constitución de los jesuitas, San Ignacio le encargó a sus hombres el uso de un período de cuatro días para «buscar iluminación de parte de aquellos capaces de dar buena información» sobre «quien, en la Compañía, podría ser el más apto» para el cargo.

Los cuatro días de «murmuratio» culminarán el viernes con la elección del nuevo superior general, que será el número 31° de la Compañía en sus 476 años de historia. En una sesión formal, primero habrá una exhortación, luego una oración y después los delegados se levantarán uno por uno para jurar solemnemente con la Biblia y el crucifijo que elegirán al mejor.

Perfil del Padre General

El Prepósito General “debe ser de los más señalados en toda virtud, y de más méritos en la Compañía y más a la larga conocido por tal” [Co 735]. Más que las excelencias técnicas de una persona, se apunta a las cualidades más profundas de su mente y de su corazón, lo que Ignacio llama “virtudes”. Lo que él quiere para dirigir la Compañía de Jesús no es un mero experto, sino una clase determinada de persona, alguien que pueda dirigirnos sobre todo con su ejemplo, que sea “un espejo y dechado” para todos nosotros. Lo que quiere, sobre todo, es que sea un buen jesuita.

En terminología contemporánea, podríamos expresarlo así: Sobre todo, el P. General tiene que ser una persona de profundidad espiritual, de amistad con Dios en la oración, en la acción y en sus relaciones humanas. Con libertad de corazón, para que lidere con un amor humilde, justo y valiente. Que sea una persona de iniciativa y perseverancia en el bien, mostrando siempre magnanimidad cuando se enfrente al éxito o al fracaso. Con cuidado de su salud y de su apariencia. Que en el espíritu, alma y cuerpo viva el magis con un corazón grande, abierto a Dios y a los demás.

Un retrato así puede parecer tan exigente que no hay forma de encontrar a nadie que se acerque mínimamente a él. El mismo Ignacio parece que fue consciente de este problema. Por eso añadió en el mismo párrafo un criterio último recogiendo tres únicas cualidades imprescindibles: “Y si alguna de las partes arriba dichas faltasen, a lo menos no falte bondad mucha y amor a la Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras”. En otras palabras, lo esencial es el tríptico de un carácter sano, un profundo amor a la Compañía, y un culto bien sentido

Fuentes: gc36.org y lanacion.com.ar

Imagen: gc36.org

 

Primera Homilía del nuevo Padre General

En la mañana  del sábado 15 de octubre, se reunió toda la Congregación General 36 en la Iglesia del Gesú  para celebrar con alegría una eucaristía de acción de gracias con el Padre Arturo Sosa, que, por vez primera como General de la Compañía, tuvo la oportunidad de ofrecer un mensaje espiritual inspirado en la Escritura. Compartimos aquí su primera homilía.

Hace pocos días, en esta misma iglesia del Gesù, donde reposan los restos de San Ignacio y de Pedro Arrupe, el P. Bruno Cadorè nos invitó a tener la audacia de lo improbable como actitud propia de las personas que buscan testimoniar su fe en la compleja actualidad de la humanidad. Nos instaba a dejar atrás el miedo y a remar mar dentro como actitud necesaria para ser al mismo tiempo creativos y fieles durante la Congregación General.

 Ciertamente, la audacia que necesitamos para ser servidores de la misión de Cristo Jesús sólo puede brotar de la fe. Por eso nuestra mirada se dirige en primer lugar a Dios, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo, como nos recuerda el texto del Evangelio que acabamos de escuchar. Y como nos recuerda la Formula Instituti en el n.1: “Procure (el jesuita), mientras viviere, tener ante los ojos siempre primero a Dios, y luego el modo de ser de su Instituto”. Más aún, queremos poner todo nuestro corazón en sintonía con el Padre Misericordioso, con el Dios que es solo Amor, el Principio y Fundamento nuestro. El corazón de cada uno de nosotros y también el corazón del cuerpo de la Compañía.

 Si nuestra fe es como la de María, madre de Jesús y madre de la Compañía de Jesús, nuestra audacia puede ir aún más allá y buscar no solo lo improbable, sino lo imposible, porqué para Dios nada es imposible, como proclama el arcángel Gabriel en la escena de la Anunciación (Lc 1,37). Es la misma fe de Santa Teresa de Ávila o Santa Teresa de Jesús, cuya memoria celebramos hoy. Ella también, sin miedo, confió en el Señor para emprender lo improbable y lo imposible.

 Pidamos, pues, al Señor esta fe, para que podamos hacer nuestras, como Compañía de Jesús, las palabras de María al responder a la extraordinaria llamada recibida: he aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra. Como Ignacio y los primeros compañeros, como tantos hermanos nuestros que han militado y militan bajo el estandarte de la cruz, sirviendo sólo al Señor y a su Iglesia, queremos también nosotros contribuir a cuanto hoy parece imposible: una humanidad reconciliada en la justicia, que vive en paz en una casa común bien cuidada, donde hay lugar para todos porque nos reconocemos hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo y único Padre.

Por eso nos afirmamos en la convicción que tenía San Ignacio al escribir las Constituciones: Porque la Compañía no ha sido instituida con medios humanos no puede conservarse ni aumentar con ellos, sino con la mano omnipotente de Cristo Dios y Señor Nuestro, es necesario en Él solo poner la esperanza.

 Con la esperanza puesta en Dios y sólo en Él, la Congregación General continuará con sus deliberaciones y contribuirá a la responsabilidad del buen gobierno, conservación y aumento de todo este cuerpo (Cons. 719).

 Conservar y desarrollar el cuerpo de la Compañía está estrechamente relacionado con la profundidad de la vida espiritual de cada uno de sus miembros y de las comunidades en las que compartimos la vida y misión con los compañeros. Al mismo tiempo es necesaria una extraordinaria profundidad intelectual para pensar creativamente los diversos modos con los que nuestro servicio a la misión de Cristo Jesús puede ser más eficaz, conforme a la tensión creativa del magis ignaciano. Pensar para entender en profundidad el momento de la historia humana que vivimos y contribuir a la búsqueda de alternativas para superar la pobreza, la desigualdad, la opresión. Pensar para no dejar de proponer las preguntas pertinentes a la teología y profundizar la comprensión de la fe, que pedimos al Señor aumente en nosotros.

No estamos solos. Como compañeros de Jesús queremos también nosotros seguir el camino de la encarnación, hacernos semejantes a los seres humanos que sufren las consecuencias de la injusticia. La Compañía de Jesús podrá desarrollarse en colaboración con otros, sólo si se vuelve mínima Compañía colaboradora. Atención a las trampas del lenguaje. Queremos aumentar la colaboración, no solo buscar a otros para que colaboren con nosotros, con nuestras obras, porque no queremos perder el prestigio de la posición de quien tiene última palabra. Queremos colaborar generosamente con otros, dentro y fuera de la Iglesia, con la conciencia que surge de la experiencia de Dios, de estar llamados a la misión de Cristo, que no nos pertenece en exclusividad, sino que compartimos con muchos hombres y mujeres consagrados al servicio de los demás.

En nuestro camino hacia una mayor colaboración, con la gracia de Dios, vamos a encontrar siempre nuevos compañeros que hagan crecer el número, siempre mínimo por grande que sea, de colaboradores con los otros, invitados a formar parte de este cuerpo. No hay ninguna duda acerca de la necesidad de aumentar nuestra oración y nuestro trabajo por las vocaciones a la Compañía y de continuar con el complejo empeño de ofrecerles una formación que haga de ellos verdaderos jesuitas, miembros de este cuerpo multicultural llamado a testimoniar la riqueza de la interculturalidad como rostro de la humanidad, creada a imagen y semejanza de Dios.

 Apliquémonos, pues, el día de hoy, las palabras del apóstol Pablo: el Dios de la perseverancia y de la consolación os conceda tener unos con otros los mismos sentimientos a ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo ánimo y una sola voz deis gloria a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Fuente: gc36.org

¿Quién es el Hermano Jesuita?

Los hermanos jesuitas de Latinoamérica se reunieron en Bogotá, Colombia del 6 al 12 de julio. Aprovecharon la oportunidad para compartir experiencias y reflexionar sobre la propia vocación, y cómo, a través de ella pueden servir más y mejor en sus países.

Además, durante el encuentro, los Hermanos SJ filmaron un vídeo en el que cuentan cómo viven su vocación. En él, los diferentes participantes responden, dando cuenta de su experiencia personal a preguntas como ¿Quién es el hermano jesuita? ¿Cuál ha sido el mejor momento para compartir su vocación con otros? Y ¿Cuál sería la invitación a un joven (que se pregunta a sí mismo por esta vocación?.

Te invitamos a verlo y escuchar qué respondieron.

Orlando Torres SJ: Secretario de la Congregación

En el día de ayer, los electores votaron para elegir el Secretario y los dos Subsecretarios de la Congregación.

 P. Luis Orlando Torres, de Puerto Rico, perteneciente a la Provincia Centro y Sur de los Estados Unidos (UCS), ha sido elegido secretario de la Congregación. En la actualidad es superior de la comunidad en el Colegio Internacional del Gesù.

El primer subsecretario de la Congregación será el P. Agnelo Mascarenhas, de la Provincia de Goa; actualmente es el Secretario Adjunto de la Compañía de Jesús.

El segundo subsecretario será el P. Patxi (Francisco Javier) Alvarez, de la Provincia de España, en la actualidad es el Secretario para la Justicia Social y la Ecología en la Curia General

La principal tarea del Secretario y los subsecretarios es preparar las actas diarias y presentar los informes a la congregación para ser aprobados. Para obtener más información sobre el Secretario de la Congregación y su papel, haga click aquí.

Fuente; cg36.org

¿Qué Hacen estos Días los Electores de la CG36?

Te contamos qué actividades ocupan la jornada de los jesuitas reunidos en Roma. 

En unos días los miembros de la Congregación General elegirán al XXXI Superior General de la Compañía de Jesús. Hasta entonces, el trabajo de la Congregación se dividirá en dos fases. La primera fase será una discusión del estado actual de la Compañía en el mundo. Los electores ya recibieron de antemano el informe De Statu Societatis (título en latín que significa: “sobre el estado de la Compañía”), que había sido trabajado en los meses previos a la sesión plenaria por un comité ex profeso. Los Electores tendrán la oportunidad de debatir sobre este documento en pequeños grupos de 10 personas cada uno.

Después de la discusión sobre el informe De Statu, la conversación se centrará en diversos temas que van completando el análisis: La situación del mundo actual, situación de la Iglesia hoy, y fidelidad al carisma de la Compañía. También hablarán sobre la promoción de vocaciones, la formación de los jesuitas, la misión universal en una compañía global, vida en comunidad y el enfoque de liderazgo desde el servicio. Otros temas también objeto de conversación serán la colaboración el trabajo en red, solidaridad y comunión en el cuerpo de la Compañía. Las discusiones culminarán con la consideración de los retos a afrontar en los próximos 10 años. 

Estas conversaciones ayudarán a los miembros de la Congregación a tener una idea más clara del perfil del Superior General que la Compañía necesita. Al final de esta primera fase, la Congregación pasará a la etapa de las denominadas murmuratio (murmuraciones). En unos días presentaremos en detalle esta original tradición jesuita que ya es la inmediata preparación para la elección del General.

Fuente: gc36.org

Las Cualidades del Padre General Hoy

Más allá de que todos los electores son diferentes, en sus modos de ser, en sus historias y en cómo sus contextos han ido moldeando la vivencia de la vocación, hay ciertas características que se consideran necesarias para quien ocupe el cargo más alto en el gobierno de la Compañía de Jesús.

A las puertas de la sesión plenaria de la Congregación General 36 que elegirá a un nuevo Padre General de la Compañía de Jesús, es interesante recordar lo que del perfil del Prepósito General se dice en las Constituciones. El jesuita Inglés Nick Austin ha publicado recientemente un artículo en la revista Manresa analizando dicho retrato que el mismo San Ignacio hace del Padre General ideal.

¿Qué dicen las Constituciones?

El retrato es innegablemente desafiante, pues el Prepósito General “debe ser de los más señalados en toda virtud, y de más méritos en la Compañía y más a la larga conocido por tal” [Co 735]. Más que las excelencias técnicas de una persona, se apunta a las cualidades más profundas de su mente y de su corazón, lo que Ignacio llama “virtudes”. Lo que él quiere para dirigir la Compañía de Jesús no es un mero experto, sino una clase determinada de persona, alguien que pueda dirigirnos sobre todo con su ejemplo, que sea “un espejo y dechado” para todos nosotros. Lo que quiere, sobre todo, es que sea un buen jesuita.

En terminología contemporánea, podríamos expresarlo así: Sobre todo, el P. General tiene que ser una persona de profundidad espiritual, de amistad con Dios en la oración, en la acción y en sus relaciones humanas. Con libertad de corazón, para que lidere con un amor humilde, justo y valiente. Que sea una persona de iniciativa y perseverancia en el bien, mostrando siempre magnanimidad cuando se enfrente al éxito o al fracaso. Con cuidado de su salud y de su apariencia. Que en el espíritu, alma y cuerpo viva el magis con un corazón grande, abierto a Dios y a los demás.

Un retrato así puede parecer tan exigente que no hay forma de encontrar a nadie que se acerque mínimamente a él. El mismo Ignacio parece que fue consciente de este problema. Por eso añadió en el mismo párrafo un criterio último recogiendo tres únicas cualidades imprescindibles: “Y si alguna de las partes arriba dichas faltasen, a lo menos no falte bondad mucha y amor a la Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras”. En otras palabras, lo esencial es el tríptico de un carácter sano, un profundo amor a la Compañía, y un culto buen sentido. Ante la innegable sensación de que todos nosotros nos quedamos cortos; a las puertas de esta Congregación General confiamos, sobre todo, en la gracia de Dios.

Fuente: gc36.org

 

La Historia detrás del Nombre ‘Jesuitas’

¿Por qué a los miembros de la Compañía de Jesús le llaman jesuitas? ¿Siempre fue así? ¿De dónde viene ese nombre? ¿Qué significa?  Esta nota te dará la respuesta a estas preguntas y muchos otros datos que seguramente no conocías…

¿»Compañeros de Jesús” o “jesuitas»?

La palabra “jesuita” no fue inventada ni usada por Ignacio, ni por la Compañía. No se encuentra ni en las Constituciones, ni en ningún documento oficial, desde la aprobación de la orden por Paulo III, en 1540, hasta 1975.

Entre insulto y alabanza

A los “compañeros de Jesús” se les empezó a llamar “jesuitas” en Austria y Alemania.

En diciembre de 1544, Pedro Canisio en carta desde Colonia a Pedro Fabro, uno de los primeros compañeros de San Ignacio, le cuenta: …en cuanto a nosotros te puedo decir que nos llaman jesuitas. Al año siguiente vuelve sobre el tema: Nosotros seguimos llevando adelante los trabajos de nuestro instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos que incluso nos llaman “jesuitas”.

Con el paso del tiempo la palabra “jesuita” había adquirido un sentido muy distinto del que le daba Ludolfo de Sajonia, el Cartujano, en su “Vita Christi” que apareció en Alemania en 1350, 190 años antes del nacimiento y aprobación de la Compañía. Allí se decía: Así como los que, por la gracia bautismal, por Cristo somos llamados cristianos, así en la gloria seremos llamados, por el mismo Jesús, jesuitas, es decir, salvados por Él. En esta primera edición, al menos encontrada hasta ahora, el término “jesuita” es particularmente positivo y estimulante. Antes de la invención de la imprenta la obra había tenido gran difusión. Su primera impresión es la de Estrasburgo en 1474. Le siguieron 400 ediciones, muchas en los siglos XV y XVI, en diversas lenguas europeas. San Ignacio leyó, en su convalecencia de Loyola la traducción de Fray Ambrosio Montesinos, y conocía esta palabra. Probablemente en París no le pasó desapercibido el sentido peyorativo que se le daba.

En el “Confesionale” de Gottschalk Roremund (Amberes 1519) se propone, incluso, esta pregunta: ¿Has omitido enseñar la palabra de Dios por temor a que se burlen de ti y te llamen fariseo, jesuita, hipócrita, beguino?

El significado de jesuita como fariseo e hipócrita es ya muy despreciable; pero aún es más ofensivo el de “beguino”, vocablo de origen flamenco, que conlleva el sentido de hereje y depravado.

Por otra parte, con el auge de la devoción al nombre de Jesús en la Italia de los siglos XIV y XV, el pueblo dio el nombre de “jesuitas” a los “Clérigos Apostólicos de San Girolamo”, fundados en 1360 por el Beato Giovanni Colombini, porque iniciaban y concluían sus predicaciones con la frase “Alabado sea Jesucristo”, nombre que se convirtió en “jesuato”, sin ningún sentido peyorativo. San Bernardino de Siena en 1427 fue acusado de herejía por la forma en que propagaba la devoción al nombre de Jesús. El humanista Poggio Bracciolini lo denunció por su “jesuitismo”. El Papa Martín V, sin embargo le autorizó y exhortó a seguir en la predicación de esta devoción, enarbolando, como antes, el estandarte con el gran monograma JHS.

“Jesuita” como identificación de la Compañía

La evolución semántica de la palabra “jesuita” es un hecho normal. La evolución semántica de las palabras, habitualmente, es un reflejo del comportamiento humano; pero esa evolución después de la fundación de la Compañía parece querida, por:

1) Usar el término “jesuita” sólo y exclusivamente para designar a los miembros de la Compañía de Jesús.

2) Atribuir a los jesuitas fechorías de todo género.

3) Convertir el término “jesuita” en sinónimo de astuto e hipócrita, y así difamante. Protagonistas de esta tendencia fueron, sobre todo, la Alemania protestante, la Francia galicana y jansenista y la de la Ilustración, y un poco Inglaterra. De ahí se extendió el antijesuitismo a toda Europa y  consiguió la supresión de la Compañía. Con la supresión se atenuó un poco ese antijesuitismo, pero se reavivó y, con el correr de los tiempos se difuminó algo, pero todavía los diccionarios siguen repitiendo: “jesuita” miembro de la Compañía de Jesús, y persona astuta, intrigante e hipócrita.

Mientras el antijesuitismo seguía dándole un sentido difamante a “jesuita”, los católicos encontraban que la palabra, por su brevedad y por su significado etimológico, era muy idónea para sustituir las largas expresiones compañero de Jesús, o miembro de la Compañía de Jesús. Y en ese sentido exclusivo de miembro de la Compañía de Jesús se extendió de forma notablemente rápida.

Ese significado parece sancionado por el concilio de Trento. No lo usa en sus decretos, pero sí en sus actas. Al P. Diego Laínez se le llama General de los Jesuitas. La popularidad que el vocablo “jesuita” adquirió en el mundo católico no ha sido ni promovida ni deplorada por la Compañía.

Ha reconocido que para el pueblo católico no era más que un sinónimo de Societatis Jesu y Compañero de Jesús, y merecía un respeto. De hecho es de uso corriente en el lenguaje de la orden y de sus miembros que se refieren a sí mismos como “jesuitas”. Sólo ha sido usada oficialmente, 435 años después de la fundación de la Compañía, en la Congregación General XXXII (1975), en uno de sus decretos (2, 1): ¿Qué significa ser jesuita? Reconocer que uno es pecador y, sin embargo, llamado a ser compañero de Jesús, como lo fue Ignacio….

Fuente: Revista Jesuitas España

Marcos Aleman SJ: “Hacia una intemperie de nuestra vida comunitaria”

Este mes de Septiembre, la CPAL sugiere como artículo de lectura para nutrir la vida espiritual, un texto del jesuita argentino Marcos Aleman SJ. Si bien el mismo está encuadrado dentro del contexto de la vida religiosa, desde la Conferencia, han considerado que esta misma reflexión se puede realizar en las comunidades cristianas de grupos parroquiales, movimientos…

Leer artículo completo 

“Hace un tiempo cuando alguien ingresaba a la vida religiosa, o incluso al recordar aquel día, medio en serio, medio en broma se lo indicaba como el día que ‘dejé el mundo’, o ‘el día en que salí del mundo’.

Salíamos del mundo para entrar en la vida religiosa, todo en una sola decisión.

¿Cuánta carga había o hay detrás de ese imaginario? ¿En qué lugar de privilegio o supuesta perfección nos ubica? ¿En qué lugar deja a los que quedan ‘afuera’?

Y si a este imaginario todavía le agregamos el hecho de tomar la vida consagrada como un estado de mayor perfección, como un signo de lo escatológico, entonces el riesgo es mucho mayor: nos instalamos como si ya hubiéramos llegado y nos olvidamos que antes que nada la vocación cristiana, sea cual sea, tiene sobre todo un fuerte perfil de peregrinos, de ‘caminar hacia’. Esa tensión que refleja toda la teología paulina entre el ‘ya’ y el ‘todavía no’ del Reino”.

“Parto de este imaginario para así poder plantearnos y descubrir qué lugar le estamos dando hoy a nuestra vida comunitaria, y qué la caracteriza, teniendo en cuenta que como religiosos/as la vida comunitaria no es un agregado a nuestra vocación sino que es parte constitutiva de la misma”.

Fuente: CPALSJ

 

Hacia la CG36: Ruta Espiritual Ignaciana II

Seguimos la invitación de los representantes de América Latina a la Congregación General 36 de compartir un camino de preparación espiritual, que propicie “un clima de oración y discernimiento en nuestras comunidades y obras, para responder al Señor y servirle con hondura… en colaboración, en medio de los retos y oportunidades de nuestra historia”. En esta segunda propuesta, animados por la mirada misericordiosa de Dios, nos adentramos en aquello que necesita conversión en nuestras vidas, en nuestra misión y estilo de vida.

1er Momento

Nos hacemos conscientes de la presencia de Dios en nosotros, entre nosotros, en nuestra vida y tarea compartida. Dejemos que la mirada misericordiosa del Señor, manifestada en Jesús, nos inunde.

Ante esa mirada compasiva, pedimos: “Señor, una palabra tuya bastará para sanarnos”.

2do Momento

“Seguir a Cristo cargado con su Cruz significa abrirnos con Él a todo tipo de sed que aflija hoy a la humanidad. Cristo mismo es alimento, la respuesta a toda hambre y a toda sed. Él es el pan de vida que, al saciar a los hambrientos, los congrega y los une. Él es el agua de vida, el agua viva de la que habló a la mujer samaritana,… Al salir a su encuentro, Jesús se abrió a la diferencia y a nuevos horizontes. Su ministerio trascendió las fronteras. Invitó a sus discípulos a ser conscientes de la acción de Dios en lugares y en personas que ellos se inclinaban a evitar…Como agua que da vida a todo el que está sediento, Jesús se mostraba interesado por todas las zonas áridas del mundo; y, así, en cualquiera de esas zonas áridas, Él puede ser aceptado, ya que todos los sedientos pueden llegar a comprender lo que significa el agua viva. Esta imagen del agua viva puede dar vida a todos los jesuitas en tanto que servidores de Cristo en su misión, porque, habiendo gustado ellos mismos de esta agua, estaremos ansiosos de ofrecerla a todos los sedientos y de llegar así a gentes situadas más allá de las fronteras –donde quizás el agua no haya brotado todavía– para llevar una nueva cultura de diálogo a un mundo rico, diverso y polifacético.” (CG 35, D 2; n 12)

“Siguiendo este camino, los jesuitas confirmamos hoy todo lo que fue declarado en las tres últimas Congregaciones Generales sobre la misión de la Compañía. El servicio de la fe y la promoción de la justicia, indisolublemente unidos, siguen estando en el corazón de nuestra misión. Esta opción cambió el rostro de la Compañía. La hacemos nuestra una vez más y recordamos con gratitud a nuestros mártires y a los pobres que nos han nutrido evangélicamente en nuestra propia identidad de seguidores de Jesús: “Nuestro servicio, especialmente el de los pobres, ha hecho más honda nuestra vida de fe; tanto individual como corporativamente”. Como seguidores de Cristo hoy, salimos también al encuentro de personas diferentes de nosotros en cultura y religión, conscientes de que el diálogo con ellas es también parte integrante de nuestro servicio de la misión de Cristo. En cualquier misión que realizamos, buscamos sólo estar donde Él nos envía. La gracia que recibimos como jesuitas es estar y caminar con Él, mirando al mundo con sus ojos, amándolo con su corazón y penetrando en sus profundidades con su compasión ilimitada”. (CG 35, D 2, nº 15)

Aportes para la oración

– Ante la mirada de Jesús, repasemos de qué sentimos hambre y sed en nuestras comunidades y obras; ¿cómo reflejar mejor Su presencia en el testimonio cotidiano de mi compromiso, mi modo de ser y estar con otros? ¿Qué espacios o situaciones son las que reclaman Agua viva para florecer?

– ¿Nos dejamos cuestionar y confrontar por los sedientos de este mundo: por los pobres, en una cercanía afectiva y efectiva? ¿nos dejamos nutrir por los pobres en nuestra identidad de seguidores de Cristo pobre y de servidores de su Reino anunciado a los pobres?

– Dejar que el Señor nos inspire y nos conduzca en esta oración

3er Momento: Coloquio ante Cristo Crucificado

Delante de los crucificados de hoy y del Señor que de Creador se hace hombre, de vida Eterna se entrega en la muerte temporal, y así por nuestros pecados… ¿Qué hemos hecho… Qué hacemos… Qué hemos de hacer… por Cristo?

Se propone que cada grupo o comunidad pueda compartir las mociones en común y ‘sacar provecho’ de la oración compartida, en un ofrecimiento formulado con las inspiraciones de cada uno y presentado como oración final.

 

Primera Sesión en el Aula y Dimisión de Adolfo Nicolás SJ

En el trascurso de la mañana el P. Nicolás ha presentado la dimisión y ha pedido su aceptación a la Congregación, a lo que ésta ha respondido afirmativamente. El padre Grummer, a partir de ese momento, se ha hecho cargo de la responsabilidad de la Compañía como Vicario General.

En la fiesta de San Francisco de Borja, patrón de la Curia General, el P. James Grummer ha invitado a la asamblea a ponerse en pie para invocar el Espíritu Santo cantando el Veni Creator. Inmediatamente ha invitado al P. General a tomar la palabra. Éste ha anunciado que confiaba la animación de la Congregación al P. Grummer y que lo elegía como Vicario General de la Compañía para el período que habría de preceder a la elección de un nuevo General. En este momento el P. Adolfo Nicolás ha preferido abandonar la tribuna y pasar a sentarse entre los demás miembros de la Congregación. Se ha retomado la oración.

El P. Grummer ha presentado el equipo de secretarios que tomarán nota de las intervenciones orales durante la Congregación. A continuación se han presentado los intérpretes, precisando cada uno las lenguas con las que trabaja. Se han descrito las responsabilidades del equipo técnico. Tras ello la asamblea se consideraba dispuesta a comenzar oficialmente el trabajo, cuya primera etapa consistía en constatar que todos los convocados estaban presentes, que la Congregación se consideraba “completa”.

Fuente: gc36.org