MAG+S CHILE

La Red Juvenil Ignaciana de Chile ha organizado un ‘Magis’ previo a la visita del Papa al país, que será en enero de 2018. La experiencia se extenderá durante 6 días, del 13 al 18 de enero. Además de preparar espacios de reflexión, oración, servicio, formación y compartir comunitario desde la espiritualidad ignaciana; los jóvenes que participen del ‘Magis’, se unirán como comunidad a las celebraciones y eventos comunes que presente el cronograma del Papa Francisco en Chile.

Con el lema “La alegría de compartir en la Iglesia camino y misión”, busca entregar a la comunidad de jóvenes un espacio de reflexión y encuentro que lleve a reconocer la invitación de conversión profunda que Jesús hace por medio de la visita de Francisco.

Además de los jóvenes pertenecientes a grupos ignacianos de todo Chile, la invitación a esta experiencia ha sido abierta a la Red Juvenil Ignaciana de Argentina-Uruguay.

¿Qué es el Mag+s?

Inicialmente ‘Magis’ es un concepto propio de la espiritualidad ignaciana que hace referencia a buscar siempre ‘el más’. Además, Magis es el nombre que se le dio a una suerte de experiencias para jóvenes pensadas para profundizar en la espiritualidad ignaciana desde distintas actividades y ámbitos de trabajo y oración. Estas experiencias de dan la semana previa a las Jornadas Mundiales de la Juventud, y en este caso puntual, previo a la visita del Papa a un país.

 

Regresa Pastoral SJ

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El Portal web español que ofrecía diferentes recursos de oración y reflexión de Espiritualidad Ignaciana, sorprendió a todos despidiéndose el año pasado, tras 15 años de vigencia en la red.

En realidad, los contenidos que hasta ese momento habían sido publicados no desaparecieron, sino que quedaron disponibles en la misma plataforma, con la diferencia de que ya no aparecieron contenidos nuevos.

Sin embargo, la historia no terminó ahí. Un nuevo ‘Pastoral SJ’ ha sido inaugurado el día después de Pascua (17 de abril) con un formato, contenidos y propuestas renovados. Rescatando lo evaluado como positivo de la propuesta anterior, pero desde un formato más cercano a las necesidades y tendencias de estos tiempos.

El regreso de Pastoral SJ se había estado anunciado 60 días antes del mismo por distintas redes sociales. Hoy la página está activa y disponible para todos aquellos que quieran navegarla.

Novedades

Durante los próximos meses del nuevo ‘Pastoral SJ’ la idea es la de ir recuperando antiguos materiales, propuestas y espacios que se considera que aún constituyen recursos interesantes pero que por diversos motivos, han ido quedando olvidados. En la sección de recursos se encuentran muchos de los materiales que se usan mucho en pastoral: reseñas de libros (leer) , propuestas de cine-forum con películas y series (ver), oraciones de grupos (profundizar), y una nueva sección dedicada a músicas (oír)… También está la colección de oraciones que habían sido recopiladas para distintas ocasiones (orar).

Los contenidos principales se agruparán ahora bajo tres grandes títulos: ser, creer, vivir. En ellos se intentará hablar de dinámicas personales, de la fe cotidiana y del mundo que nos toca habitar. Manteniendo para todas esas secciones tres formatos: o las reflexiones que son marca de identidad de la web, o entradas más breves tipo blog, o pequeños vídeos que permitan otro lenguaje para la misma intención, que no es otra que compartir el evangelio en nuestro mundo y nuestra cultura.

 

Ejercicios Espirituales Organizados en Colaboración en Montevideo

En Montevideo se han organizado tres tandas de ejercicios espirituales con la Vicaría de la Juventud de la Arquidiócesis. Un ejemplo de trabajo en equipo que nos sirve de antecedente e impulso.

Por Ignacio Rey Nores SJ

En los meses de Agosto y Mayo de este año se llevaron adelante dos tandas de ejercicios espirituales que fueron organizados por la Vicaría de la Juventud de la Arquidiócesis de Montevideo, Uruguay con la colaboración de la Red Juvenil Ignaciana. De las mismas participaron alrededor de 40 jóvenes en cada ocasión.

Ha sido destacable, de un modo especial, la dedicación de las hermanas Nanci FI y Loly Fernández (Hijas de Jesús) y Daniela ACI y Pía Méndez Acosta ACI (Esclavas del Corazón de Jesús), quienes desde el primer momento estuvieron preparando esta tanda junto con el P. Sebastián Pinazzo y el seminarista Luis Ferrés. Luego nos sumamos la Hna. Susana RMI, el P. Mauro Fernández, y yo.

Lo que más disfrutamos fue la experiencia de trabajo en equipo. Cada uno le fue dando su toque personal, tanto en los puntos para los ratos de oración, como en las pláticas, pero también en el modo de estar, permanentemente atentos a facilitar los medios, en la medida de lo posible, para el encuentro con Dios de los jóvenes.

Por otra parte, la constante en este tipo de experiencias, que otro que siempre renueva y conmueve, es la posibilidad de ser testigo del paso de Dios en la vida de los jóvenes que me tocó acompañar a lo largo del fin de semana.

Una vez más, agradezco a Dios esta posibilidad de ofrecer una escucha atenta, fraterna y paternal a la vez, y de hacer algunas devoluciones a la luz de la propia experiencia de este Dios que se compromete con nuestra historia de salvación. En muchas de esas “devoluciones” he tenido la dicha de reconocer y actualizar cómo Dios sigue sanando mis heridas del pasado, y cómo quiere seguir haciéndolo hoy desde esta realidad de ser, en expresión de Henri Nowen, un “sanador herido”.

Aún nos queda por dar una más de estás tandas de ejercicios. La próxima y última será en Noviembre.

Noticias de Provincia

 

Recordando el Magis

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Traemos algunas memorias de los que fue el MAGIS 2016, una experiencia de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de la que participaron jóvenes ignacianos de todo el mundo.

MAGIS 2016: Kick Off – Apertura MAGIS’16

Cerca de 2200 peregrinos ignacianos de todo el mundo se congregaron en el Campus de la Universidad de Lotz –Polonia- para dar inicio a la Experiencia MAGIS’16, un programa de servicio y encuentro ignaciano previo a la Jornada Mundial de la Juventud.

La ceremonia inaugural, con la actuación de una banda local, la animación y las danzas fueron entibiando el encuentro que tuvo un primer día fresco y algo nublado. Declarada oficialmente la apertura de la Experiencia MAGIS’16, se invitó a orar por la paz como primer gesto de comunidad y encuentro, a través de un gesto común del que participaron las banderas de todas las delegaciones presentes.

Esta primera celebración, fue la demostración de que existe un espíritu común que nos guía y nos une, más allá de nuestras procedencias. Que compartimos un espíritu que nos hace salir de nosotros mismos, dejar atrás las comodidades cuando una llamada grande nos inspira y que podemos entendernos a pesar de los idiomas.

A pesar de no poder participar por un problema de salud de último momento, el P. General Adolfo Nicolás sj, se hizo presente a través de un video y un estrecho colaborador en las labores cotidianas de gobierno, el P. Tomasz Kot sj, fue quien trajo a la asistencia el mensaje y el sentir del P. General.

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Experiencias MAGIS

Después de tres días de bienvenida en el Campus Universitario de Lotz –localidad cercana a Cracovia-, se inicia la segunda etapa del Encuentro MAGIS’16. Los peregrinos comienzan la experiencia de inmersión denominada Experiments a lo largo y ancho de Polonia, República Checa, Eslovaquia y Lituania. Esta etapa estará marcada por el diálogo intercultural, el servicio y la oración de cada día.

Experiments –literalmente ‘experimentos’, aunque en español lo denominaríamos ‘experiencias’- están inspiradas en los pilares del estilo de vida de compromiso Ignaciano: espiritualidad, comunidad y servicio. Los 97 grupos, conformados por los más de 2000 jóvenes y 200 acompañantes, fueron enviados desde Lotz al lugar donde convivieron y ofrecieron sus servicios hasta el sábado 23 de Julio. Ese día los grupos peregrinaron hacia el Santuario de la Virgen Negra de Czestochowa, patrona de Polonia, para reencontrarse y compartir lo vivido durante esta semana.

Estas ‘experiencias’ fueron pensadas para poner en práctica el lema del programa MAGIS’16: “Dar sin contar el costo”, frase inspirada en la oración de Ofrecimiento, tomada de los Ejercicios Espirituales. Previamente, cada participante pudo elegir entre varias categorías en las que estaban agrupadas las experiencias (peregrinación, servicio social, arte, ecología, espiritualidad, entre otras…)

De esta forma, las actividades se enfocan en proveer una experiencia de vida compartida, fundada en el servicio inspirado por Dios, para trabajar por otros y ayudar a cada participante a conocerse a sí mismo.

Los grupos se conforman por parejas de distintas nacionalidades y se acompañan con, al menos, un referente local y un jesuita que asisten todo el trayecto.  Más allá de cada actividad particular, el día de cada peregrino se ha estructurado de manera similar, con tiempo para la oración personal, el servicio común, la misa y el compartir en grupos pequeños el examen diario.

Sin duda, se trata del momento más intenso de toda la Experiencia MAGIS’16 y de donde se saca el mayor provecho y las enseñanzas más significativas de uno mismo y de la vida compartida con jóvenes ignacianos que, entre tanta diversidad, compartimos una matriz común en el ‘amar y servir’, dispuestos a ‘Dar, sin contar el costo’.

 

Semana Santa en ARU

La Red Juvenil Ignaciana se prepara para vivir esta Semana Santa en profundidad. Para ello, en cada lugar se está planeando una o varias propuestas, en las que los jóvenes vienen trabajando desde hace un tiempo. Algunas de ellas están dirigidas a las comunidades locales, mientras que otras han abierto la invitación a todos los núcleos de la Red.

Las actividades son de lo más variadas y van desde retiros hasta misiones rurales y urbanas, en las que los jóvenes salen a otras poblaciones para acompañar las celebraciones de la semana.

Pascua Joven

Entre las propuestas de reflexión y profundización en el sentido de cada día, tenemos, en primer lugar, la Pascua Joven en Corrientes. La misma será del 24 al 27 de marzo en la Casa de Ejercicios San Ignacio de Loyola. Esta consiste en una especie de Retiro Ignaciano en el que se invita a los jóvenes a través de diferentes dinámicas, a reflexionar sobre cada uno de los días de la Semana Santa y a prepararse en comunidad para recibir la Resurrección.

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Otra propuesta de Pascua Joven es la que se vive en Córdoba. Ya no como retiro, sino que se combinan espacios de reflexión, servicio, formación y participación activa en la liturgia. Esta propuesta se lleva adelante los días jueves, viernes y sábado santo y culmina con las celebraciones en el templo.

También Mendoza se suma a la oleada de ‘Pascua Joven’ inaugurando este año su propuesta, que consiste en un campamento para jóvenes a partir de los 14 años. En ella se combinarán la participación en las celebraciones y dinámicas grupales y personales de integración, reflexión y compartida. La misma pretende integrar y acompañar a los jóvenes en los días de la Semana Santa.

Los jóvenes del MEj organizan en Resistencia una “Noche Heroica” que se lleva adelante el jueves santo. Es una propuesta de oración para permanecer acompañando a Jesús en esa última noche previa a su misión.

Ejercicios Espirituales

Las propuestas pensadas en Montevideo para esos días, están dirigidas a preparar el corazón y vivir la Pasión del Señor, contemplando su vida en silencio y en el recogimiento interior. El Centro de Espiritualidad Manresa, convoca a una tanda de Ejercicios de ocho días, mientras que, la CVX, y las hermanas esclavas, ponen a disposición una experiencia similar, pero, de cuatro días. La particularidad de los ejercicios organizados por CVX es que, con dicha experiencia finaliza el proceso de bienvenida a las comunidades que un grupo de jóvenes inició en diciembre pasado.

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Jóvenes en Misión

Son muchos también los jóvenes de la Red que eligen vivir su semana santa de misión. En Santa Fe, los jóvenes han abierto la convocatoria para todos los que quieran sumarse a vivir la Semana Santa en Alto Verde. Allí se realiza la visita de casas por la mañana, se acompañan las celebraciones litúrgicas y además, se plantean diferentes actividades para compartir con la gente del barrio.

En Córdoba, el Grupo Misionero Pinceles se instala jueves, viernes, sábado y domingo en el pueblo que vienen misionando desde 2014. Mientras, los grupos de apostolado presentes en Centro Manresa se encargan de llevar adelante el triduo de Semana Santa en los barrios donde realizan la actividad apostólica semanalmente.

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En Buenos Aires, los jóvenes ignacianos también parten en misión, como ya es tradición para el grupo de exalumnos del Salvador, hacia La Rioja.

Quizás una de las novedades más grandes es la misión de Pascua organizada en la parroquia San José de Tacuarembó, que también ha abierto la convocatoria a todos los jóvenes de la Red.

Por su parte, Resistencia ha decidido salir de su Parroquia para sumarse a alguna de las propuestas que se llevan adelante en semana Santa, ya sea de misión, retiro, reflexión o ejercicios espirituales.

Celebraciones Litúrgicas

Además, en los templos y parroquias Jesuitas de todo Argentina y Uruguay, se llevan adelante las tradicionales celebraciones litúrgicas propias de la Semana Santa que preparan, que también cuentan con una amplia participación.

 

 

«Vayan sin miedo para servir»

Por Pedro Dacunda

La semana pasada estuvimos con un grupo de 8 misioneros de Santa Fe en la diócesis de Mercedes, la cual se encuentra en el vecino país uruguayo. Allí se llevó a cabo, la Misión Joven San Francisco Javier.

El objetivo principal de esta misión, en la cual participan jóvenes tanto de Uruguay y Chile como de las diferentes provincias de Argentina, es acercar la palabra de Dios y el evangelio a los pueblos que, por diferentes motivos, no tienen la oportunidad de conocerlo.

En mi caso personal, me toco misionar en Florencio Sánchez. Y fue la comunidad del lugar la que desde el primer día nos albergó de la mejor manera. Siempre pendiente de nuestras necesidades y colaborando afectivamente con gestos simples y cariñosos: un saludo, un abrazo, o una charla. Lo cual nos hizo sentir que éramos parte del pueblo, es decir, nos hicieron sentir como si estuviésemos en casa.

Durante la semana, los días se dividían en dos. Por la mañana, se salía a misionar las casas en los diferentes barrios de la zona. Para quien hace (como yo) una actividad así por primera vez puede sentir timidez o la vergüenza a la hora de presentarse ante personas desconocidas. Pero todo esto quedaba de lado ante la excelente atención y predisposición que tenían los vecinos. Que se mostraban abiertos y confiados en nosotros para regalarnos parte de su tiempo en conversar, contarnos de sus preocupaciones, e incluso invitarnos a pasar a sus hogares, y compartir una oración con nosotros. Aun siendo gente humilde, nunca dejaron de ofrecernos comida o bebidas. Y estas son cosas que sorprenden porque, aun sin tener mucho, nos daban todo para que nosotros nos sintiéramos lo más a gusto posible.

Por la tarde, compartíamos los “talleres”. Para lo cual, se dividía al grupo en tres, y se trabaja de manera diferenciada con los niños, los jóvenes y los adultos. Yo trabaje con los niños, y lo que hacíamos era tomar una parte del evangelio y realizar juegos para luego reflexionar sobre esto. Siempre bien acompañados de risas por parte de la gran cantidad de personas que se acercaban todos los días. Cuando regresábamos al lugar donde dormíamos nunca faltaba la felicidad generada por poder ver la Capilla llena de gente contenta y feliz compartiendo su fe con nosotros.

Una vez terminada la semana, debo decir que quedan en mi memoria todos aquellos que con sus palabras me dejaron una enseñanza o un sentimiento en mi corazón. Porque si bien, supuestamente, somos nosotros quienes vamos a misionar, muchas veces, son las propias personas del pueblo quienes nos misionan a nosotros, y esto es uno de los regalos más grandes que Dios nos puede dar.

Estoy muy agradecido a la RJI de Santa Fe por haberme dado la oportunidad de participar, especialmente a Marcos Mendez, que fue quien me invito desde un principio. Y a los organizadores uruguayos que trabajan todo el año para que esto se haga posible. Ahora, que cada uno de nosotros estamos en nuestros hogares nos toca aplicar todo lo aprendido para poder ser constantes misioneros de la palabra de Dios en nuestra vida cotidiana.

 

Camino Ignaciano 2016

A lo largo del mes de enero, en las provincias de Tucumán, Córdoba y Mendoza, cerca de 120 jóvenes han participado del Camino Ignaciano.

Esta experiencia está comprendida por un Taller de Autoconocimiento y una semana de ejercicios espirituales.

Durante el Taller se dan diferentes propuestas y dinámicas que ayudan a los participantes a ir entrando, de a poco, en una actitud de reflexión. El TAU es también una instancia para compartir experiencias, confrontar y enriquecerse al poner en común los efectos y sentimientos que las actividades propuestas van despertando en los participantes.

Durante los 8 días de ejercicios, el compartir verbal de la vida que se da durante el TAU, se transforma en un acompañarse desde el silencio, favoreciendo así el clima de oración y encuentro con Dios para uno mismo y para el resto.

Además, en cada uno de los puntos del país, el Camino Ignaciano cuenta con un grupo de acompañantes, que, además de prestar un oído y confrontar sobre el proceso que va haciendo cada ejercitante a lo largo del retiro, se encargan de dar los puntos de oración para cada semana del mes de ejercicios.

El Camino Ignaciano constituye una propuesta de red que invita a los jóvenes a hacer un alto al iniciar el año, para sumergirse en la profundidad del misterio de Dios que se hace carne en la historia de cada uno; y encontrarse con otros jóvenes, que en oración y silencio, están en la misma búsqueda y desean caminar tras el mismo Jesús.

 Testimonio de Miranda Bosatta – Camino Ignaciano en Tucumán

El Camino Ignaciano es una experiencia que siempre quise hacer y nunca me animé; hasta que un día visitando a mi comunidad jesuita en Corrientes un cura amigo me dijo: “Del 15 al 25 de Enero, Camino en Tucumán” y me miró con cara de “¿me vas a decir que no?”.

Ahí estuve del 15 de Enero, subiendo el cerro camino a Belén, llena de miedos e incertidumbres. “¿Podré poder pasar ocho días en silencio?”

Pude. Pero no solo estar en silencio, sino también, encontrarme con Dios, conmigo misma, con los otros.

Pude volver a confiar en ese Dios que nos ama siempre, que nos llama, incesantemente, una y mil veces.

 Ese Dios que sale a nuestro encuentro y nos dice “Zaqueo, baja, que hoy vengo a alojarme en tu casa” aunque esté desordenada, te dé vergüenza, no la limpies hace mucho o tenga mil defectos; porque te amo tan inmensamente que no importa. “Hoy me quiero encontrar con vos para comenzar a recorrer juntos un nuevo camino, para amar y servir a los demás.”

 Dios que nos conoce, nos rodea, nos invade.

 Nos mira con sus ojos misericordiosos ante todos nuestros errores y nos perdona, siempre.

 Nos hace sentir su mayor amor desde la misericordia de perdonar todos nuestros pecados, aún aquellos que nos hacen sentir bajos, nos causan dolor, nos hacen sentir miserables y pensar: “¿cómo puede ser que lo haya hecho, que no me haya dado cuenta?”.

De eso se trata este camino que nos deja con ganas de recorrerlo por completo, de “Darse Cuenta”:  agarrar nuestra vida, todas nuestras experiencias, sueños, anhelos, errores, quiénes somos y ponerlos a los pies del Señor. Entregárselos en ocho días de oración para que en nuestro encuentro con él, nos ilumine y nos muestre su voluntad en nuestras vidas. Y así, ser felices y desde esta felicidad, construir su Reino con amor y  servicio. Porque si no vinimos a este mundo a hacernos uno con el más necesitado y a jugarnos por el otro, ¿a qué vinimos? Ese es el mayor designio de Dios para con nosotros.

Es una experiencia para sentir y gustar internamente, no hay palabras suficientes que expliquen lo que se vive y se siente en estos días de profundo encuentro con Dios, de animarse que Dios nos está esperando ansioso, que quiere salir a nuestro encuentro y colmarnos con su gozo y su gracia. ¡ÁNIMO!

Testimonio de un peregrino: Ruta ignaciana Gipuzkoa 2015

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El año pasado un grupo de jóvenes adultos decidimos realizar Ruta Ignaciana por Cataluña (momento que también compartimos en este mismo Blog). De esa ruta nació un nuevo grupo de comunidad que hemos mantenido durante este curso. Un año después, gracias a la labor del Centro Loyola y CVX en Donostia, un grupo de 9 personas –mayoritariamente jóvenes adultos- hemos vuelto a realizar parte del Camino Ignaciano, pero esta vez por Gipuzkoa.

Es importante destacar que la ruta ignaciana ha ampliado sus horizontes; ahora tiene tres fases diferentes: Antes, Durante y Después. Sin embargo, sigue teniendo la misma base; compartir en comunidad vida, comidas, sentimientos, problemas, ideas, fe…

En el ‘Antes’, hemos tenido la oportunidad de realizar diferentes encuentros con nuevas realidades de voluntariado de la mano de Caritas. Estos encuentros se han potenciado con una guía para oraciones, textos, reflexiones… que nos ha facilitado el análisis de las luces, sombras, llamadas y sentimientos que hemos ido teniendo a través de estas nuevas experiencias.

En el ‘Durante’ hemos peregrinado realizando la Ruta Ignaciana en Gipuzkoa, donde hemos podido seguir los pasos de Iñigo comenzando por Loyola. Allí, además de revivir su historia, también hemos podido conocer a los Jesuitas que residen en la enfermería de Loyola. Ésta ha sido una experiencia de solidaridad que nos permitió sentir la fragilidad de la vida, aprendiendo a confiar en la voluntad de Dios. Allí vivimos testimonios enriquecedores, personas transmisoras que son Evangelio. En este día aprendimos uno de los pilares fundamentales de Iñigo, el autoconocimiento como elemento fundamental para descubrir a Dios.

Nuestra ruta continuó hacia Zumarraga para visitar la Ermita de la Antigua, punto de paso de Ignacio en su camino hacia Manresa. A través de diferentes momentos hemos trabajado –como comunidad- los temas propuestos en la primera semana de Ejercicios Espirituales; hemos visto que el mundo es injusto, que hay pecado, además de reconocer con sinceridad que somos pecadores… Sintiendo, como no podía ser de otra manera, el perdón incondicional de Dios ante estas realidades. Por otro lado, hemos pedido para tener la valentía de aceptar el amor y el perdón de Dios reconociendo nuestra fragilidad.

En la última etapa, llegamos hasta Arantzazu, donde ante la mirada de la Virgen intentamos hacernos más conscientes de todas las ‘sonrisas’ que vemos en nuestro día a día. Tratando de interiorizar estas sonrisas, reflexionamos sobre las diferentes maneras en las que también nosotros podemos aportarlas, acercándonos a nuevas realidades, mejorando nuestro entorno, trasmitiendo el mensaje de Dios… Nos hemos dado cuenta de cuáles son las claves que permiten ser Iglesia para los demás construyendo Evangelio; debemos buscar protagonismo transformando la realidad a través de pequeños gestos allá donde nos toque movernos.

No podemos olvidar que los paisajes que nos acompañaron durante estas etapas son muy recomendables para cualquiera que quiera disfrutar de una naturaleza extraordinaria.

Todo esto ha sido una experiencia que no puede quedar aquí. Son muchas las preguntas con las que volvemos, muchas realidades que nos han removido y que ahora tenemos en la cabeza y compromisos que tenemos que seguir aclarando. Debemos analizar todo lo vivido y sentido con tiempo para hacer todo esto nuestro e introducirlo en nuestro día a día. Esto no ha hecho más que empezar.

Aún nos queda el momento de ‘Después’. Un momento para que a través de la oración, y con algo de distancia temporal desde esta Ruta Ignaciana, reposemos lo vivido en los encuentros solidarios del ‘Antes’ y en la propia Ruta para discernir a qué somos llamados.

La ruta ha sido todo un éxito. Los objetivos que nos fijábamos a lo largo del año se han cumplido con creces y los participantes hemos vuelto con mucha fuerza. De cualquier forma, seguiremos buscando más respuestas y más preguntas mientras caminamos transmitiendo todas estas claves a los que nos rodeen (al menos, hasta la próxima ruta).

Jesuitas de la Tierra de Loyola y de Javier

 

Camino Ignaciano – Red Juvenil

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El camino Ignaciano es una experiencia para todos aquellos jóvenes de Argentina y Uruguay que quieran dedicar un tiempo durante el verano para encontrarse con Dios y consigo mismo.

La experiencia completa dura diez días. Los primeros tres están ocupados por un Taller de Autoconocimiento. El mismo se compone de actividades grupales e individuales que le permiten a la persona conocerse un poco más a sí misma, en relación con las personas que los rodean, el universo que compone su vida, y con Dios. Durante los tres días, se forman ‘grupos de vida’ estables, que sirven para compartir entre pares, lo que cada uno va viviendo y sintiendo a medida que se suceden las diferentes actividades.

Los días siguientes al TAU son de ejercicios espirituales. El clima de la experiencia cambia. El ambiente se va inundando, del más profundo silencio exterior, a medida que los ejercitantes van haciendo más silencio en su interior. Quienes compartían la experiencia en el grupo de vida, se transforman, ahora, en silenciosos compañeros de camino.

Durante el TAU, las actividades son las mismas para todos los participantes. Sin embargo, durante la semana de EE EE, los ejercitantes se dividen en tres grupos. Un primer grupo de primera semana, que incluye algunos puntos de modos de orar. Un segundo grupo que hace Segunda Semana; y un tercer grupo que realiza las semanas 3 y 4 del mes de ejercicios.

Las temáticas de cada etapa, basadas en el libro de ejercicio de San Ignacio son:

1° semana: Principio y Fundamento. El Pecado. La Misericordia.

2° semana: el Llamado.

3°: Pasión y Muerte de Jesús

4°: Resurrección.

Cada uno de estos grupos cuenta con sus encargados de dar los puntos de oración. Al mismo tiempo, cada ejercitante cuenta con un acompañante espiritual, con quien conversar sobre lo que va despertando la y el silencio en el corazón de la persona oración a lo largo de los días.

Actualmente el Camino Ignaciano se realiza en tres puntos de Argentina: Tucumán, Córdoba y Mendoza.

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Peregrinación a Itatí – Corrientes

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La Peregrinación a Itatí es siempre ocasión de renovar la fe, dar gracias y pedir a la Madre y compartir como comunidad una experiencia de Iglesia muchas veces inexplicable. O así lo experimentan los jóvenes de la Red Juvenil Ignaciana que participaron de la peregrinación el fin de semana pasado, y nos comparten aquí sus testimonios…

Por Nestor Manzur SJ

“¿Qué habrás hecho para peregrinar?” “¿Será que la Virgen se alimenta de tu caminata?” “¿Por qué tanto sacrificio?” “Una madre no te quiere sufriendo”. “No le veo el sentido de caminar tanto” “¿Cómo podes estar feliz con los pies ampollados?” Son algunas de las preguntas y frases que se escuchan cuando vamos a peregrinar.

La peregrinación supera todas las respuestas que podamos dar, porque peregrinar es una muestra de fe, es un signo de fe. Cuantas veces, en los lugares donde hay dolor (un hospital, una cárcel) descubrimos que a pesar de todo hay sonrisas, que hay alegría. La peregrinación es una parábola de esperanza, hay un gozo profundo de saber que hay “alguien” que nos espera y a la vez viene caminando con nosotros. No se peregrina para hacer proselitismo, ni para mostrar a los demás cuan fuerte soy, el peregrino cuando camina está mostrando que hay algo que anima el corazón, que hay una usina de fe en su vida. El peregrino aprende a lo largo de su vida qué cosas llevar en su mochila y que no, y la mochila de nuestra vida de fe no se carga de grandes cosas, sino de cosas sencillas, de gestos sencillos.

La Virgen nos espera con las manos juntas, pero no cerradas, y en ese hueco que hacen sus manos cabe perfectamente un corazón, entonces: ¿Qué esperamos para poner nuestros corazones en sus manos? Vamos a peregrinar, porque la Virgen se ingenió en llamarnos, y seguramente a cada uno de una manera diferente. Vamos a peregrinar con el lema “Guiados por María, construyamos la paz”, no para hacer turismo de aventura, sino porque necesitamos caminar hacia Ella, hacia sus brazos, y al llegar a su casa ofrecerle una vez mas todo lo que somos.

Buena peregrinación para todos, los que caminan, para los que servimos y para los que nos acompañan con su oración.

Por Irupé Ramírez

La mayoría pregunta en serio ‘¿pensas caminar tanto?’ ‘¿Crees que podes llegar?’  ‘Todos vuelven ampollados, yo que vos me quedo.‘ Tantas tentaciones juntas. Y este es el primer desafío, decir sí a tu corazón que te llama a peregrinar.

Todo comienza con el último suspiro cuando decidís inscribirte, el corazón te late fuerte y decis «que loco estoy».

Los días anteriores estas lleno de incertidumbre, de preguntas, llenandote de excusas para no ir.

Vas a la última misa y solo ves chicos ilusionados como vos, en la bendición solo pedís llegar y que no te duela nada, poca petición.

Armas la mochila, saltas un poco, querés gritar y ahí salimos, después de la bendición final, en busca de esa gran sensación.

Los primeros kilómetros son los más lindos, no paras de reír, cantar, aplaudir y hasta pensás ‘que fácil va a ser eso, como no voy a poder’. Llegan las primeras paradas y hasta ayudas a los que se sientes un poco más cansadas.

Las horas avanzan y el cansancio también, empieza a oscurecer y el camino se vuelve más dificultoso, el humor ya no es el mismo y son más pausados el tiempo donde escuchas canciones o ves luces, en ese momento no hay oración que te olvides rezar para poder continuar.

Hay algo que quiero resaltar, algo que me eriza la piel año tras año son las familias independientes que van a darnos comida y bebida gratis en el camino o que te gritan «falta poco peregrino, fuerzas, bendiciones, vos podes» para mi ellos son como Ángeles que Dios nos manda, se siente como caricias en el alma.

Avanzas y hasta que por fin llega el atajo, se acerca la decisión más difícil, tus piernas no responden, el frío se siente más, las zapatillas parecen ladrillos y a veces hasta mojados, sin embargo ahí está la tan nombrada FE.

A pesar de todos los dolores y molestias en tu corazón alguien te dice, «veni te estoy esperando, confía en mi, voy con vos».

Elongas, te abrigas, y entras cegado, sin pensar en nada solo en la recompensa final, en esa meta por la cual viniste.

Lo que más te motiva es pensar porque y por quienes estas caminando.

Las piernas en modo automático, la linterna y las lágrimas son los protagonistas del oscuro atajo, pero la esperanza es lo que más brilla en ese camino, repetís una y otra vez TE NECESITO JESÚS, ves la basílica y nombras tus aciertos y errores, lo bueno y lo malo que hiciste, sos lo más transparente ante Dios y continuas.

De pronto después de tanto dolor y llanto escuchas: ‘lo hiciste peregrino, ¡Mamá María está cerca! ¡Llegaste!’

Subís esas escaleras con las pocas fuerzas que te quedan, llegas y te desplomas dejando todo de lado. Es algo inexplicable lo que lloras, eso al menos me pasa a mi, una sonrisa inmensa llenas de lágrimas agradeciendo a la virgen haber llegado.

Es por esta sensación que peregrino, es algo increíble, venís de una manera y salís de otra, los dolores se hacen mínimos. Para mi esa es la respuesta más convincente de que Dios y la Virgen existen, de que cuando crees no podes más, ellos te demuestran que nunca caminas solo.

 Por Agustina Crosetto

Como es lo usual, cuando uno experimenta algo por primera vez aparecen esos nervios que se te meten en los huesos y te hacen sentir miedo por el cómo será y a la vez esa adrenalina tan palpable que te hace sentir ganas de que suceda ya. Pero ese día fue diferente, me levanté como si fuera un día normal pero con algo particular. Me había levantado con tranquilidad y una esperanza que nunca había experimentado, sabía que aunque estaba al tanto de lo que me esperaba todo iba a salir bien y tenía fe de que iba a llegar.

Una vez que arranque a caminar me sentía bastante optimista al respecto y así fue, hasta pasar San Cosme, lo que era un poco más de la mitad del camino, en  donde hicimos la segunda parada del día.  En ese momento ya empezaba a sentir dolor en todo el cuerpo y mucho cansancio y el optimismo con el que había comenzado se fue poco a poco escabullendo hasta prácticamente desaparecer. Una vez que con mi grupo retomamos el camino sentía que no podía mas, incluso la mayoría se fue adelantando y yo iba quedando cada vez más atrás, a este punto ya me había rendido y estaba decidida a terminar todo ahí, a no seguir, hasta que por fin frene del todo con otras tres chicas del grupo. Una de ellas llama a un conocido y le pide que por favor nos buque y nos lleve hasta Itatí y éste accedió. Mientras esperábamos a que llegue el auto, como ya había descansado bastante empecé a tener ganas de seguir otra vez y le pregunte a las chicas si no querían seguir caminando hasta que por fin llegue el móvil y ellas me contestaron que no, porque estaban muy cansadas y les dolía mucho el cuerpo y entonces me resigne ya que no estaba por continuar sola todo el trayecto. Aun esperando el auto y habiendo perdido cualquier tipo de esperanza veo la bandera de Nazareno, la iglesia a la cual pertenezco, en ese momento sabia que la virgencita me estaba dando una señal y quería que continuara, entonces les dije a la chicas que yo iba a seguir caminando con mi comunidad. Y así lo hice.

Con la esperanza renovada retome el camino hacia nuestra madre, a la cual sentía en cada paso que daba, acompañando y diciéndome “no estás sola, yo voy con vos”. Y así, poco a poco fui avanzando en el  camino, hubo momentos en los que ya no sentía de la cintura para abajo pero seguía porque sabía que María me estaba esperando. Hasta que, dos paradas más de por medio, por fin llegamos al tan esperado y temido atajo que son los últimos 7 kilómetros, pero que a mí parecer fueron 42. Estaba consciente de que una vez que entras ahí lo único que podes hacer es ir para adelante hasta llegar, y no había llegado tan lejos como para dar marcha atrás. Respire profundo y decidida entré al atajo.

Al entrar al atajo estaba bastante animada al pensar que faltaba tan poco para llegar, pero cuanto más me adentraba en el atajo más lejos me parecía el objetivo y por si el cansancio no bastaba se largo la lluvia con todo. El camino se puso barroso y una chica de la comunidad tuvo la idea de rezar los misterios del rosario para alivianar la carga, y eso hicimos. Fue un buen momento, más allá de la lluvia y del barro que te hacia resbalar a cada paso que dabas, cuando comenzamos a rezar todos juntos como comunidad los dolores desaparecieron, casi como que el cuerpo se anestesió para darnos un descanso y poder tomar fuerzas. Una vez terminada nuestras oraciones seguimos nuestro camino hacia adelante y al no haber luz y caminar ya cada uno como podía nos fuimos alejando. Llegó un momento en que seguí sola y comencé a ver luces y escuchar música y ahí se me lleno el cuerpo de felicidad, al creer que ya iba a llegar a destino pero cuando más cerca estaba me di cuenta que no era el final si no la mitad del atajo. En ese momento me desplomé.

Me sentía frustrada, adolorida, con frío. A ese punto lo único que quería hacer era estar sentada en la basílica diciendo “viste mamá, yo te prometí que iba a llegar y acá estoy”. Cuando creí que no iba a salir de ahí pasó un amigo  y me dijo: “vamos Agus, ya llegamos” y me arrastra con él.

Ni bien empecé a caminar hacia la segunda mitad del atajo las lágrimas empezaron a salir, eran un sinfín de lágrimas que brotaban y brotaban de mí y parecían nunca acabarse. Ya ni siquiera sabía por qué lloraba, si era por cansancio, dolor, ganas de estar en mi cama, ganas de terminar ya todo. Y no sé que hubiera sido si mi amigo no estaba ahí para darme el apoyo que me brindo en ese momento.

Cuando por fin terminó el atajo ya solo faltaban unas cuantas cuadras para llegar a la basílica, en las cuales las lágrimas tampoco me tuvieron piedad y continuaron saliendo, incluso hasta el momento más soñado: cuando por fin llegue a los brazos de María.

Entrada ya a la iglesia, me senté y nuevamente las lágrimas comenzaron a brotar. Pero ya no eran de sufrimiento, sino de alegría y satisfacción.

Si me hubieran dicho que en un día iba a pasar por tantas emociones juntas en tan solo segundos a tal punto de que se mezclaran, no se los hubiera creído nunca. Fueron muchos los momentos en los que me replantee seguir, fueron muchos los momentos en que dude de mi misma, pero yo sabía que más allá del dolor físico que uno pudiera sentir, la satisfacción y la felicidad que iba a sentir al llegar iba a ser la comprobación de que con FE uno todo lo puede, y estoy dispuesta a repetir esta experiencia única todos los años que quedan por venir.

A los futuros peregrinos les digo que emprendan el camino con fe, pero no cualquiera, sino la fe que mueve montañas, la fe que te hace sentir indestructible porque sabes que Dios y María te están acompañando en cada paso, y de caer te vas a caer pero sabes que vas a poder seguir por que ellos están ahí, para recordarte que no estás solo, que ellos te protegen y al final vas a ver que vale la pena tanto esfuerzo.