Conectar con el Poder Ilimitado de la Compasión

La experiencia de la compasión, de sentir con el dolor del otro, no sólo como una herramienta para acercarnos a los demás de manera solidaria, sino también de curar el propio interior herido.

 Por Avelina Frías. Co-Directora del Centro de Meditación Shambhala de Madrid.

 Conectar con la misericordia o compasión en la sociedad de la información del siglo XXI parece una hazaña difícil de realizar cuando minuto a minuto estamos siendo seducidos por la distracción de la tecnología, la ansiedad, la confusión y el miedo.

 Sin embargo, a través de este artículo quiero ofrecer una reflexión personal sobre la necesidad e importancia que tiene para nuestro futuro como sociedad que cada ser humano conecte con el poder ilimitado de transformación que la compasión ofrece. Un poder que permanece oculto en nuestro corazón, a la espera de que lo despertemos para conectar con nuestra humanidad y divinidad.

 Mientras escribo este texto, pienso en todo el tiempo en el estuve perdida tratando de buscar ese poder externo que transformara las circunstancias difíciles de mi vida. El resultado era siempre más frustración y desilusión al no resolverlos u obtener solo un alivio a corto plazo. A través de la práctica de la meditación pude conectar y observar esos mecanismos que me mantenían atrapada en el sufrimiento, lo cual me llevó a relacionarme de otra manera conmigo misma y con la idea de la compasión. He comprendido que la auténtica compasión tiene una sola lógica, la de la experiencia misma de abrirnos a la vida sintiendo y experimentando las heridas de los otros en uno mismo. Esa lógica, que para el mundo occidental puede parecer ilógica, me ha ido abriendo paso al camino de la valentía y la amabilidad hacia mi misma, como primer paso a la compasión. Esto ya es en sí mismo un acto transformador viviendo en medio de una sociedad que no es nada compasiva y que por el contrario, premia la cobardía y la agresión.

 Gracias a esa lógica descubrí que la compasión tiene también una sola convicción; la de vivir la verdad, en cualquiera de las formas o aspectos de nuestra vida en la que ésta se manifieste; expresando sin juicios lo que percibimos y sentimos en cada momento. Solo a través de esta convicción mi corazón se he hecho auténtico y libre del engaño del ego, el cual se entretiene enredando mi percepción de la vida en la ilusión del mimo o apego a la idea de mi misma y en la creencia de que estoy separada de los otros.

 La compasión no es algo que se pueda aprender en un e-book, en facebook o en la universidad, es una virtud que te conecta con tu corazón y, por lo tanto, no se puede actuar o fingir, sólo se puede sentir. Desafortunadamente nuestra sociedad científica y materialista nos ha ido alejando de los caminos a través de los cuales conectamos con esta enseñanza a través de la experiencia. Así que, después de una exhaustiva búsqueda e investigación externa que derivó en teorías sin éxito, tuve que volver sobre mis pasos para simplemente dejarme sentir. Y sólo a través de ese sentir me he permitido conocer la auténtica realidad de un mundo de cambios y movimiento, y así he sido tocada por el flujo de vida en lo más profundo de mi ser. He sentido la tristeza y el sufrimiento al que me sometía por querer que las cosas fueran para siempre y a mi manera. Pero sin duda lo más inquietante de todo fue descubrir que también podía sentir el sufrimiento del otro.

 Conectar con esa experiencia una y otra vez me ha hecho sentirme completamente humana, agradecida de estar viva y de ser quien soy en cada momento. A través de ese sencillo acto de sentir al otro he podido conectar con el amor, la verdadera fuente de poder que ha hecho posible mi propia transformación, que no es otra cosa que una experiencia de conexión con la vida inexpresable.

 Así que, gracias a esto hoy puedo reconocer que detrás del velo del concepto dogmático que nuestra sociedad ha construido alrededor de la compasión o la misericordia, he encontrado un tesoro oculto, la herencia de la humanidad; la verdadera tecnología humana capaz de conectarnos de forma auténtica con nuestra realidad, nuestra vulnerabilidad.

 Esta poderosa tecnología de transformación la poseemos todos y cada uno de los seres humanos. Gracias a ella, la sociedad ha sido capaz de trascender todas las dificultades de nuestra condición humana durante siglos. El poder de nuestra bondad fundamental siempre ha estado ahí, esperando a ser reconocido en nuestro corazón para conectarnos de verdad con la compasión y para transformar nuestro mundo.

 Sakyong Mimpha Rimpoche, maestro de la tradición Budista Shambhala, habla en sus enseñanzas que en este poder que emerge de nuestra bondad fundamental está la esencia de la iluminación, y el corazón latente de la sociedad iluminada, que no es otra cosa que la manifestación de una buena sociedad humana en la que aspiro a vivir.

 Fuente: EntreParéntesis

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