Construyendo Paz y Reconciliación desde las Regiones

El actual presidente de la CPAL, Ricardo Jaramillo SJ, expone la situación de la obras de la Compañía en Colombia en función de las prioridades que, como provincia han elegido para acercarse a los objetivos del Proyecto Apostólico Regional.

Por Carlos Eduardo Correa Jaramillo SJ

Al inicio del año 2015 expresé, como nuevo Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, que era fundamental continuar con el Proyecto Apostólico Regional de Provincia, viviendo en “estado de discernimiento permanente” y avanzando en los proyectos definidos por cada una de las Regiones y por las Obras Transversales, como fruto del proceso de articulación de todos nuestros trabajos apostólicos, que buscaba generar un mayor impacto transformador en la realidad de nuestra sociedad.

Hemos retomado las 4 grandes Prioridades Provinciales que ya habíamos formulado y que recogían, de forma sintética, todo lo que habíamos venido avanzando en el Proyecto Apostólico Regional de Provincia. Estas 4 Prioridades Provinciales estaban profundamente relacionadas y “alineadas” con las Prioridades del Proyecto Apostólico Común de la CPAL y las Prioridades de la Universal Compañía:

  • Espiritualidad Ignaciana, entendida como la experiencia y formación ignaciana comprometida con la realidad.
  • Educación Integral, entendida como las propuestas de formación integral para la civilidad y la construcción de un nuevo país.
  • Desarrollo Socioeconómico, entendido como las propuestas de desarrollo regional integral equitativo y sostenible.
  • Paz y Reconciliación, entendida como las iniciativas de construcción de paz, derechos humanos, reconciliación y perdón.

Con la firme decisión de continuar trabajando y avanzando en estas 4 Prioridades Provinciales, los invité para que trabajáramos con vigor y eficacia en dos “Apuestas” fundamentales para el momento histórico de nuestro país y de nuestra Provincia:

Participación activa en Procesos de Paz, Perdón y Reconciliación

Con respecto a la primera “Apuesta”, les pedí que nos comprometiéramos en la construcción de una Paz Estable y Duradera en nuestro país. Era consciente de que ya teníamos herramientas muy útiles para contribuir con los procesos de reconciliación y perdón en nuestra querida Colombia. Era necesario que le apostáramos a la resolución no violenta de los conflictos y a trabajar por una justicia restaurativa que buscara la transformación de las víctimas, los ofensores y todos los miembros de las diversas comunidades. Sólo desde la grandeza de experimentarnos como hijos de Dios y hermanos entre nosotros, podríamos acompañar los dolores y las luchas de tantos hombres y mujeres que buscan alcanzar una vida nueva, reconciliados en el amor. Para llevar adelante esta “Apuesta”, nos propusimos realizar un Proyecto que llamamos “Construyendo Paz y Reconciliación desde las Regiones”, liderado por el Asistente de Apostolados (con una Gerencia para el Proyecto), con el apoyo de todos los Coordinadores de la Misión Regional; de los Directores de las Obras Transversales y la financiación de PORTICUS.

Fortalecimiento del Cuerpo Apostólico

Con respecto a la segunda “Apuesta”, les solicité que promoviéramos y realizáramos Programas de Formación Integral para las personas que participamos en el trabajo de la Compañía de Jesús en las diferentes Regiones y Obras, donde la vivencia de los Ejercicios Espirituales fuera el eje de dicha formación y donde el profundo conocimiento y vivencia de nuestra Identidad y Misión nos lanzara a ser cualificados evangelizadores. Era muy importante prepararnos con seriedad y hondura para ser capaces de responder a los desafíos y retos de nuestra sociedad; sólo así estaríamos fortaleciendo el Cuerpo Apostólico conformado por jesuitas, laicos y hombres y mujeres de buena voluntad que colaboran con Dios en su Misión, para ser “un fuego que enciende otros fuegos”.

Tenemos que reconocer que hemos ido avanzando poco a poco y que en este proceso nos vamos dando cuenta de que si nos juntamos, aportando las fortalezas de cada obra apostólica, podemos impactar muy positivamente la vida de los habitantes de las Regiones en donde prestamos nuestro servicio apostólico.

Estamos convencidos de que la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC y los comienzos de una negociación de paz con la guerrilla del ELN, son una verdadera oportunidad para que todos los que participamos de la Misión Apostólica de la Compañía de Jesús, en esta Provincia, nos comprometamos para trabajar sin descanso por la construcción de una Colombia en paz, donde el perdón marque la forma de proceder entre los colombianos y la reconciliación nos permita generar comunidades fraternas, que vivan en justicia y equidad.

Es de mucho provecho que llevemos siempre en nuestros corazones y en nuestras mentes la vida de tantos hombres y mujeres que en Colombia han sido víctimas de la guerra o de la injusticia estructural. Conociendo de cerca sus historias y solidarizándonos con sus sufrimientos y angustias, podremos contribuir para que recuperen la esperanza y la alegría. Esto nos llevará a comprometernos seriamente para parar la guerra y para asumir una actitud proactiva en la transformación de las relaciones sociales, políticas, económicas, culturales y ambientales, de tal manera que nadie se sienta excluido de lo mínimo necesario para la vida digna y para que nadie vuelva a ser victimizado y degradado en su condición humana.

Las Obras Apostólicas de la Compañía de Jesús están invitadas a iniciar y a acompañar procesos y dinámicas transformadoras de la sociedad. Por eso, es necesario que todos nosotros respondamos al llamado de Dios para ser “Compañeros en una Misión de Reconciliación y de Justicia”, como nos lo propuso la Congregación General 36. Vale la pena que continuemos siendo muy creativos e innovadores en las propuestas de acción en cada una de las Regiones y en las Obras Transversales.

Busquemos colaborar con Dios en lo que ya está realizando con los colombianos, para que todos tengamos una vida plena y abundante. Nunca desfallezcamos en esta misión; mantengamos el vigor y el ánimo que surgen de la profunda experiencia de ser movidos por Jesucristo para que todos vivamos en su amor, como personas conscientes, competentes, compasivas y comprometidas.

Fuente: Jesuitas Colombia

 

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