Hernán, de la Bajada San José al Cefar

El sueño de rugbier de Hernán Lezcano creció con la nariz pegada al tele desde niño y en una cancha que no es de rugby, sino de fútbol; un rectángulo de tierra sin pasto; a un costado, el cementerio San Vicemte; cruzando la calle, la capilla San José. Ahora tiene 15 años, Hernán, una mole de 1,80 metro y 130 kilos, pero contaba 11 cuando a unos cuantos locos se les ocurrió llevar el rugby a su barrio, la Bajada San José. Territorio de narcos y delincuentes, según algunas crónicas periodísticas y la mirada que estigmatiza de la policía; más que eso, tierra de laburantes, de hombres, mujeres y jóvenes que sueñan como Hernán. Esta tierra y la obra solidaria de un grupo de jóvenes vinculados al Apsotolado de los Josefinos que depende del Centro Manresa han parido a un rugbier que hoy juega en Universidad Nacional y entrena desde hace un par de semanas en el Centro de Formación para el Alto Rendimiento (Cefar) de la Unión Cordobesa.

Hernán conoció el rugby una mañana de un sábado de 2011. “Un día mi tía me dijo que daban rugby acá, y apoyo escolar también. Empezaban a las 10.30, vine a esa hora, estaba el profe y me dijeron que llame a mis amigos. Fui, los busqué, empezamos a jugar y cada vez fuimos más”, recuerda.

¿Y qué te dijeron tus amigos?

Me decían que estaba loco, no se querían ensuciar. Les dije que fuéramos a jugar un ratito, a pasar la mañana y que luego jugaríamos al fútbol. Así empezamos y fue muy lindo. No sabía que jugar al rugby fuera tan maravilloso. Es diferente a otros deportes. Es muy bueno porque tiene una entrega que no se ve en otros deportes.

Ese primer día Hernán supo que el rugby era lo suyo. Fue constante, aprendió, se divirtió y encontró un camino en la mano siempre tendida de tipos como Francisco Alegre, el Colo, un ex jugador de Athletic, primera línea hasta que una doble hernia de disco cervical lo alejó definitivamente de las canchas. Además de rugby, los sábados hay desayuno, apoyo escolar y hockey en la Bajada. “El Colo es un amigo y profesor. Estoy muy agradecido a él, a Nacho, a Carlos. Siempre me ayudaron, me dieron ropa, botines, todo lo necesario para jugar”, cuenta Hernán, que nació el 1 de enero de 2000. “Creo que soy el segundo nacimiento argentino del milenio”, asegura.

Este año empezaste a jugar en UNC, ¿qué tal?

Muy lindo, me recibieron muy bien y son muy compañeros. Mi primer viaje como jugador fue con ellos a Villa Dolores y hubo mucho compañerismo.

Y estás en el Cefar…

Es una experiencia muy buena. Me gustaría que mis compañeros de La Bajada también pudieran ir y que tengan la oportunidad que tuve yo.

Ahora que jugás en un club y estás en el Cefar, ¿qué te dicen tus amigos del barrio?

Me preguntan qué se siente jugar al rugby y me siguen diciendo que estoy loco, que me voy a vivir golpeando. Otros me desean mucha suerte y me dicen que aproveche mi físico, mi tamaño.

Hace un par de semanas, los Josefinos le consiguieron una consulta con un nutricionista. “Me dijo que dejara un poco los gustos, que vaya de a poco, que con la actividad física que hago voy a encontrar mi mejor peso”, dice Hernán, que reparte su tiempo entre las clases en el colegio Mariano Fragueiro, IPEM 184, y los entrenamientos en la Nacio. Su mamá, Natalia, lo lleva a todos lados y él le agradece: “Hace todo por mí. Gracias a Dios, tengo la suerte que mi mamá me acompaña en todo”.

¿Qué sueño tenés, Hernán?

Sueño con estar bien, ayudar a mi familia, tener una casa digna, que no nos falte nada. Y llegar a Los Pumas y, más adelante, estudiar lo que me guste.

Rugby Full

 

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