La Encíclica Ecológica y los Jesuitas

Que el Papa Francisco publique una encíclica sobre Ecología no sorprende a ningún jesuita. La Compañía de Jesús, sobre todo a raíz de su última Congregación General (CG35) celebrada en 2008, ha ido tomando conciencia progresivamente de la urgencia de la cuestión ecológica, entendida ésta como una invitación a salvaguardar la Creación.

En la CG 35, la Compañía tomó conciencia de que “El cuidado del medio ambiente afecta a la calidad de nuestra relación con Dios, con los otros seres humanos y con la misma creación. Afecta al centro de nuestra fe en Dios y nuestro amor a Él”. Y particularmente explicitó que el modelo de explotación de las fuentes de energía y otros recursos naturales está afectando particularmente a los pobres: “Para escuchar, una vez más, el llamamiento a promover relaciones justas con la creación, hemos sido movidos por el clamor de los que sufren las consecuencias de la destrucción medioambiental”.

Los tres aspectos ecológicos que preocupan a los jesuitas son:

1-El cuidado de la naturaleza: los jesuitas consideran que porque somos sus “cuidadores” debemos conocerla, quererla y protegerla.

2-La defensa de los más vulnerables: las comunidades más pobres y las generaciones futuras, siendo las poblaciones que menos han contribuido al deterioro del medioambiente son, sin embargo, las más expuestas a los desastres ecológicos y las que más sufren sus efectos.

3-Una propuesta de un nuevo estilo de vida: “el modo de vida consumista de los países que solemos decir desarrollados, así como el de las poblaciones ricas de estos países, no puede alcanzar a todos, porque el planeta no dispone de tantos recursos” y por eso necesitamos una “cultura de la sobriedad compartida”, respetuosa con la creación y solidaria con los vulnerables.

Muchas de estas premisas se pueden encontrar en la Encíclica Laudato si’ que Francisco ha publicado esta mañana. Para el jesuita, experto en ecología, Jaime Tatay, «no podemos buscar en la encíclica nuevos análisis científicos, detalladas recetas económicas o propuestas políticas concretas» que vengan a solucionar los problemas ecológicos globales, pero sí «una denuncia profética de la injusticia social vinculada a la degradación del medio ambiente».

Para Tatay, algunas de las claves de lectura de Laudato Si’ son: en primer lugar, esa denuncia de la «injusticia medioambiental sufrida por aquellos que no han generado los problemas” y, en segundo lugar, «una propuesta para que luchemos contra el despilfarro y adoptemos una vida sobria, honrada y solidaria con los que menos tienen y con toda la creación». Tatay señala como tercera clave una mirada contemplativa que sea capaz de disfrutar de la belleza de la creación y de descubrir un valor intrínseco en todo lo creado, superando la visión utilitarista que domina nuestro mundo. En cuarto lugar, señala «una visión sapiencial capaz de superar la parcelación de las distintas ciencias y la visión reduccionista del hombre como consumidor y de la economía como búsqueda constante del crecimiento». Y por último, considera que la quinta clave de la encíclica es «una llamada al cambio personal e institucional movilizada por la fe, alimentada por la espiritualidad y basada en los principios del destino universal de los bienes, el bien común, la precaución y la solidaridad».

Si quieres ahondar más en la relación entre la Compañía y la ecología puedes consultar el último anuario publicado por la curia de Roma dedicado casi en su integridad a este tema. Ver aquí.

Fuente: jesuitas.es

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