Laudato Si. Tecnología + Avaricia = Desastre (3 de 4)

La relación entre tecnología y el concepto de progreso imperante. Un análisis a la luz de la Encíclica Laudato Si.

Por Thomas Reese

Francisco comienza su examinación de la tecnología reconociendo en el Capítulo 3 de su Encíclica que nosotros somos los beneficiarios de dos siglos de avances tecnológicos. “La tecnología ha remediado innumerables males que solían dañar y limitar a los seres humanos,” escribe. Sin embargo, señala que el poder que viene de la tecnología puede ser utilizado por aquellos con conocimiento y recursos económicos para dominar a la humanidad y al mundo entero.

“Necesitamos pensar en las bombas nucleares que fueron lanzadas a mitad del siglo veinte,” explica, “o la matriz de tecnología que han empleado el Nazismo, el Comunismo y otros regímenes totalitarios para matar millones de personas, por no hablar del creciente arsenal de armas mortífero disponible para la guerra moderna”.

Citando a Romano Guardini, señala que hay una tendencia de creer que cada incremento en poder significa “un incremento del ‘progreso’ en sí mismo” pero en realidad “el hombre contemporáneo no ha sido entrenado para utilizar el poder bien.” el Papa Francisco explica que “nuestro inmenso desarrollo tecnológico no ha estado acompañado por un desarrollo en responsabilidad, valores humanos y conciencia”.

Francisco es especialmente crítico de un paradigma tecnocrático indiferenciado y unidimensional donde el mundo (incluyendo a los seres humanos y los objetos materiales) es visto como algo sin forma, completamente abierto a la manipulación. El objetivo es extraer todo lo posible de las cosas mientras la realidad es ignorada.

Esto lleva a economistas, financieros, y expertos en tecnología a aceptar la idea de un crecimiento ilimitado “basado en la mentira de que hay un suministro infinito de los bienes de la tierra, y esto lleva al planeta a que sea exprimido hasta secarlo más allá de cualquier límite”.

En resumen, Francisco no piensa que los productos tecnológicos sean neutrales. Más bien, “ellos crean un marco que termina condicionando los estilos de vida y moldea las posibilidades sociales junto a los lineamientos dictados por el interés de ciertos grupos poderosos”.

El Papa guarda sus palabras más fuertes para los intereses económicos que “aceptan cada avance en tecnología con el fin de lucro, sin preocuparse por su impacto potencialmente negativo en los seres humanos.”

En Laudato Si, esta es la causa de nuestra crisis económica y medioambiental actual. Lo que se necesita es una visión más amplia donde “la tecnología está dirigida principalmente a la resolución de los problemas concretos de las personas, verdaderamente ayudándolos a vivir con más dignidad y menos sufrimiento.” La tecnología debe servir a la humanidad, no al mercado.

“Nadie está sugiriendo un retorno a la Era de Piedra”, afirma, “pero necesitamos ir más despacio y ver la realidad de una manera diferente, apropiarnos del progreso positivo y sostenible que ha sido realizado, sino también recuperar los valores y los grandes objetivos barridos por nuestros delirios de grandeza sin límites”.

“Una vez que el ser humano se declare independiente de la realidad y se comporte con absoluto dominio, los fundamentos mismos de nuestra vida comienza a desmoronarse,” Francisco cree. En lugar de ser un cooperador con Dios en la obra de la creación, citando a Juan Pablo II, dice, “el hombre se coloca a sí mismo en el lugar de Dios y con ello termina provocando una rebelión de la parte de la naturaleza”.

Para Francisco, “la actual crisis ecológica es una señal pequeña de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad.” La humanidad “no puede presumir de sanar nuestra relación con la naturaleza y el medio ambiente sin curar todas las relaciones humanas fundamentales” incluyendo nuestras relaciones con otros y con Dios.

En los últimos Capítulos del Laudato Si’ él expondrá su respuesta a la crisis medio ambiental, pero incluso en el Capítulo 3, nos muestra su apoyo a una economía que favorece a la diversidad productiva y a los pequeños productores.

Sin embargo, el Papa reconoce que los pequeños agricultores y productores están amenazados por las economías de escala y por la dificultad que ellos enfrentan en la vinculación con los mercados regionales y globales porque la infraestructura de ventas y de transporte está orientada a los grandes negocios.

Pide el apoyo a los gobiernos para tales productores pequeños. “Para garantizar la libertad económica de la que todos puedan beneficiarse de manera efectiva”. Encuentra a los llamados por “la libertad económica” ser falsos cuando “las condiciones reales real le impiden a muchas personas acceso real a la misma”.

Las palabras de Francisco acerca de la dominación tecnológica, del enfoque unilateral sobre los beneficios, y sobre el relativismo práctico son proféticas y desafiantes. Ellas van en contra de muchas presuposiciones culturales estadounidenses. El Papa Francisco no cree que la tecnología y el mercado suministrarán mágicamente la solución a los asuntos sociales y ambientales, en lugar de ser parte del problema.

Por otro lado, cree que la tecnología puede y debe ser utilizada para mejorar la suerte de la humanidad y que los empresarios están llamados a una vocación noble, que está en servicio del bien común.

Fuente: Teología Hoy

 

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