¿Por Qué Decimos “Persona en Situación de Calle”?

Cambios en el lenguaje para promover un trato digno de los más desfavorecidos, primero en los medios de comunicación y luego, en la vida cotidiana.

Por Ximena Torres Cautivo

Hablar de “personas en situación de calle” en vez de “vagabundos”, “mendigos”, “pobres”, “indigentes”, “paupérrimos”, “desposeídos”, “miserables”, “menesterosos” y un largo etcétera de sinónimos para muchos es un eufemismo absurdo.

No es tal: revisando el libro “Pobreza: 200 años en la prensa escrita”, publicado con ocasión del Bicentenario, por la alianza Comunicación y Pobreza, que integraba entonces a Hogar de Cristo, Universidad Diego Portales, Avina y Fundación para la Superación de la Pobreza, uno descubre lo profundamente ofensivo, estigmatizador, despectivo, paternalista, que era el trato que le daban -y en muchos casos les siguen dando- los medios de comunicación a los más vulnerables.

La iniciativa tenía el propósito de elevar el estándar con que los medios, en particular la televisión, se refiere y trata a las personas en situación de pobreza. Se trataba de dejar, por ejemplo, los pianitos sensibleros que suenan de fondo cuando aparece un poblador damnificado por una catástrofe natural; de terminar con la abusiva costumbre de intentar que el entrevistado desvalido llore en pantalla con sus desgracias; de acabar con el trato paternalista y compasivo para “los abuelitos” y de la clasista distinción entre poblador y vecino con nombre y apellido, dependiendo de la cota del barrio; de no irrumpir más en el dormitorio, la cocina y los espacios más íntimos de los que tienen menos; de buscar siempre “el mono” más truculento y dramático en lugar de dignificar al que sufre todas las vulneraciones de sus derechos, incluida esta.

Algo hemos cambiado en 7 años. Con ocasión de los devastadores incendios forestales del verano en el centro y sur del país, el periodista de TVN Gonzalo Ramírez dio una lección de sentido común, sensibilidad y respeto, cuando en un despacho en vivo evitó que su camarógrafo mostrara el reencuentro de varios vecinos del pueblo de Santa Olga con sus casas reducidas a cenizas. No cayó en la tentación del morbo-eleva-rating, no “cosificó” a los damnificados, no se degradó él mismo, invadiendo de manera abusiva la intimidad de los otros.

Fuente: Hogar de Cristo Chile 

Foto: BioBioChile

 

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