Solidaridad ecológica

Una reflexión que nos invita a creer que el ser humano está en la Tierra, no para poseerla, sino para amarla, cuidarla y respetarla.

 Por Adilia Vianney Estrada.

 ¿Y qué tal si empezamos a tejer relaciones y acciones solidarias por nuestro planeta? Tejer puede tener diversos significados en un mundo tan diverso y plural como en el que vivimos, es una actividad que ha estado presente desde el principio de la historia del hombre y de la mujer, y puede representar creatividad, transformación y unidad entre la sociedad.

 La solidaridad puede ser entendida como la capacidad de salir de uno mismo, de apertura al otro, de respeto, sensibilidad, cercanía, compasión y amor. En este sentido, la solidaridad ecológica significaría creer profundamente que la Tierra no pertenece al ser humano, sino que el ser humano pertenece a la Tierra y, por consiguiente, debe cuidarla, amarla y respetarla. Sin embargo, en los últimos años la Tierra viene pidiendo a gritos un poco de compasión y conversión en los estilos de vida para evitar un sobre-agotamiento que desde hace años se viene manifestando en el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, entre otras señales. Podría decirse que la tierra está llegando al límite de sus posibilidades. Ante esta situación, si nos unimos y tejemos juntos lazos de solidaridad con la Creación, podremos salvarla.

 El libro del Génesis dice que el ser humano fue puesto en el jardín del Edén para que lo cultivase y salvaguardase. Era un lugar para la creatividad, la relación y el compromiso: de esta manera, el Creador continuaba creando a través del ser humano. Con el paso de los años, el ser humano ha olvidado ese compromiso de creación y responsabilidad, y ha llegado al extremo de crearse necesidades artificiales y consumistas llenas de injusticias con la naturaleza y el planeta. Así, se podía leer en los distintos medios de comunicación que, al día 08 de agosto, ya se había consumido todo el “presupuesto” de la naturaleza para el año 2016; a partir de ese día hemos empezado a consumir más de lo que la Tierra puede generar, y estamos viviendo a crédito, un crédito que las próximas generaciones tendrán que pagar…

Por tanto, estamos urgidos a vivir de otra manera. Hay que ser más solidarios con nuestra Hermana Tierra, con nuestro Planeta, hay que globalizar la solidaridad ecológica: es una responsabilidad y una deuda que tenemos con la Creación. Sólo entonces podrá verse que el ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz para construir un mundo más justo y necesario es posible viviendo en solidaridad.

 El Papa Francisco nos dice que necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana (Laudato Si, nº 52). Por eso nos recuerda que sólo hay una crisis, que es socio-ambiental, y que se debe aprender a escuchar tanto el clamor de la Tierra como el clamor de los pobres; sólo así podremos salir de esa crisis. Necesitamos poner en práctica acciones solidarias con el cuidado de la Creación y de los hermanos y hermanas del planeta.

 Ahora más que nunca urge retomar la solidaridad como cuidado de la tierra y de la personas, en especial de los más empobrecidos, urge transformar el corazón de piedra en un corazón de carne, urge transformar y cambiar los modelos depredadores de consumismo e individualismo, por un modelo más asequible a todo el planeta, en donde todos los seres humanos podamos disfrutar de los bienes y maravillas que nos regala la Creación. En definitiva, urge cambiar el modelo de vida que ha impuesto la sociedad capitalista y consumista.

 ¿Te animas a intentarlo?

 Fuente: Entre Paréntesis

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