Testimonio de un misionero argentino en Japón

Renzo de Luca es un jesuita que, a sus 21 años (hace 30), fue enviado como misionero al Japón: “estando yo en el Noviciado el P. Pittau vino a Argentina para pedir vocaciones como Provincial de Japón y varios de nosotros nos ofrecimos. Varios años después -1981- la Provincia Argentina asumió el compromiso de enviar misioneros y nosotros renovamos nuestro ofrecimiento.” En un encuentro que tuvo el pasado 29 de Octubre con algunos jóvenes de Centro Manresa, Córdoba, Argentina, contó cómo fue esa experiencia de inculturación en un país tan lejano y diferente del nuestro; y cómo hoy se vive en Japón la misión, el ser religioso, y la lucha por la fe y la justicia.

¿Quién me manda?

Además de haberse ofrecido para viajar junto con otros cuatro compañeros al lejano país oriental, la misión de éstos jóvenes jesuitas al Japón tuvo un impulso particular: “el (actual) Papa Francisco alentaba nuestra misión al decirnos que él también quiso ser misionero en Japón. Nos dijo que nuestra generación iba a poder concretar lo que su generación no había podido. Con el tiempo, pude experimentar muy de cerca lo que significa para la Iglesia y la Compañía de Jesús” cuenta de Luca

La idea de un viaje en misión al Lejano Oriente puede traer para todos aquellos avezados en la lectura de los primeros misioneros la imagen de una persona que con gran ímpetu anuncia a diestra y siniestra el Evangelio. Sin embargo, al contar sobre su desembarco en Japón, de Luca da cuenta de una misión que le ha requerido mucha paciencia, y perseverancia.

Los primeros dos años están dedicados a aprender sobre la lengua y la cultura. Esta tarea le trajo momentos de alegría, pero también de frustración. Según cuenta el misionero argentino, aprender a comunicarse y conducirse en japonés es sumamente complicado: “pasado el año todavía uno sigue sintiéndose un principiante. Es una gran prueba, pero la confianza está puesta en la Compañía y en el Señor que nos envía y Su gracia que nos sostiene.”

Luego de estos dos años de “adaptación” vino el tiempo de los estudios en teología y filosofía: «estudié filosofía y teología allí como una opción de la provincia japonesa de que los misioneros nos formáramos en el Japón, un discernimiento hecho en clave apostólica: por el bien de la misión se optó por esta modalidad”. Esto se debe a que, todo lo aprendido en su formación debía ser luego transmitido en japonés. Además, cuenta que el haber estudiado en esa lengua, le aportó un plus: “eso nos dio un acceso de primera mano a los intereses, modo de vida y de pensar de los japoneses”, explica. Una vez instalado “uno comienza a preguntarse qué es lo que puede aportar y por eso yo me he dedicado a la traducción de documentos originales en latín o portugués”.

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 Al servicio de la Fe y la Justicia.

Entre sus inquietudes sobre la misión en Japón, lo jóvenes preguntaron si tenían allí algunos apostolados o trabajos con los sectores socioeconómicos más bajos, que se encuentran fuera de los centros educativos a su cargo.

“Nosotros tenemos dos centros sociales que trabajan con gente marginada: trabajadores temporales, que son migrantes ilegales, y no entran en el sistema asistencial de Japón. Uno de los servicios que prestamos es la asistencia a los juicios locales a aquellos que no tienen papeles, capaz que están hace 2 o 3 meses y son procesados, de manera sumaria, en cortes locales. Pero claro, todo el proceso se lleva adelante en japonés y es muy difícil para ellos comprender lo que se lee, lo que les hacen firmar y demás. Hace algunos años comenzamos, también, con una escuela para hijos de trabajadores temporales, que no acceden a las escuelas. Para quienes van por 6 meses o 1 año esto no es posible ya que el sistema educativo es para ciudadanos o para residentes temporales. Se viven situaciones de exclusión que no están en los registros que se expresan en marginalización, pero con características diferentes a las que conocemos en nuestro país” explica el misionero argentino.

El trabajo Pastoral

En una sociedad tan diferente, sin duda el ser sacerdote toma características propias. En este momento, los jesuitas en Japón cuentan con dos principales puntos desde los que imprimir una gota de su carisma en la sociedad nipona: los Ejercicios Espirituales y las Parroquias.

“Los Ejercicios Espirituales tienen ‘gancho’” nos cuenta. “Curiosamente lo aprovechan y lo ven como un oasis. Los japonenes tienen muy pocos días de vacaciones y la posibilidad de vivir un día de silencio y en paz, les atrae incluso a grupos no católicos o no cristianos que se interesan aún con la dificultad que implica adaptarlos. Valoran mucho la posibilidad de tomarse el tiempo para, como dicen ellos, pensar y ‘rever lo que estoy haciendo’: es una especie de lujo que se permiten.

En cuando a las parroquias, tenemos varias. La iglesia de San Ignacio, en Tokio, es más grande aún que la catedral . En ella se agrupan gran cantidad de extranjeros (filipinos, peruanos, mejicanos…) y trabajadores temporales. Tienen una práctica sacramental activa, más activa que la de Argentina incluso, siendo una minoría. Al ver que se hace algún bien, enseguida se disponen a colaborar y lo hacen con gusto”.

Sin embargo, aclara De Luca que, debido a la falta y envejecimiento de jesuitas, han tenido que dejar de colaborar con la diócesis en varias parroquias de las que antes se hacían cargo.

En general se trata de un trabajo misionero austero, y muy diferente del que tenemos por estas latitudes. Así lo describe Renzo: “es austero porque no se ven los resultados inmediatos. Muchas veces no sabes qué está pasando por dentro de quienes asisten a nuestros colegios pero también se viven otras cosas que en Argentina no podría verse con facilidad: la gente valora que uno aprecie su tierra, su idioma; que dedique su tiempo a los demás; que trabaje en favor de una causa justa”

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La Falta de Religiosidad.

Renzo de Luca se explaya sobre esta cuestión porque lo considera una particularidad que puede traer aparejadas algunas carencias.

“El mayor impacto es la ausencia de religión. Sin embargo, se percibe un sustrato religioso –o más bien, de trascendencia-, que por momentos aflora. En casos extremos, como el del último Tsunami (2011), se vio claramente en gestos y actitudes que tienen una base, no diría religiosa, pero sí ciertamente espiritual o moral. Y yo veo como un gran desafío de nuestra misión el llegar a ese sustrato, que está por debajo de lo evidente y cotidiano; y al que habitualmente no se llega por las preocupaciones o intereses que ahogan todo eso. Para el japonés medio, ‘estar ocupado’ es una expresión de normalidad que lo excusa de una cantidad de cosas habituales y, entre ellas, del tema religioso.”

Uno de los presentes comparó la situación de Japón con la de Uruguay, país que también ha rechazado la dimensión religiosa en la constitución de la nación, y los efectos que a su, parecer tiene en la población. A partir de esa analogía el misionero pudo realizar una reflexión: “en Japón sigue siendo muy alta la tasa de suicidios, especialmente entre los jóvenes (se hablan de 30000 a 40000 al año) y mucho de los casos están relacionados con una frustración de vida –laboral, por ejemplo. Aquí son clave dos elementos: la falta de fe, de esperanza; y, la connotación cultural que históricamente se mantiene en Japón del suicidio relacionado con la defensa del honor personal y el orgullo propio.”

El Papa Francisco

Como no podía ser de otra forma, la percepción que la sociedad japonesa tiene del pontífice argentino, es tema de conversación y fuente de curiosidad que, ha despertado un interés particular entre los nipones: “hay un interés, se percibe un perfil de líder diferente al de los políticos y tiene una repercusión destacada, siempre en la escala de la minoría que representa el catolicismo frente a otros credos en Japón.”

Para finalizar, de Luca citó al Padre Arrupe, quien también estuvo de misionero en Japón, y con ella, el modo de encarar la misión en la nación nipona: “Hay una frase del P. Arrupe, también misionero en Japón, que decía: “hubo un tiempo en que yo también pensé en que iba a cambiar el Japón”. Un poco lacónico y un poco idealista y todos nosotros soñamos que mientras yo estoy en Japón se den conversiones en masa y demás, eso no hay q perderlo: mantener esa esperanza pero no dejarse llevar por la sola expectativa humana.”

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