NOSOTROS

Los jesuitas somos una Orden Religiosa de la Iglesia Católica compuesta por sacerdotes y hermanos que estamos esparcidos por todo el mundo desarrollando actividades espirituales, sociales y educativas para la sociedad en general, con una especial preferencia por las personas menos favorecidas. Aunque se nos conoce como “Jesuitas” nuestra Orden se llama Compañía de Jesús, fue fundada por Ignacio de Loyola, aprobada por el Papa Paulo III en 1540 y confirmada por diversos Papas a lo largo de la historia.

Los Jesuitas somos hombres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden estar, donde se puede tener un efecto multiplicador de mayor bien en la misión de Cristo. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz y resurrección. Somos Compañeros de Jesús “amigos en el Señor”- como gustaba decir San Ignacio- trabajamos en la misión de Cristo, por la construcción del reino y estamos al servicio de la mayor gloria de Dios (AMDG).

SER Y HACER: “CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN”

Los jesuitas encontramos nuestra identidad no solos, sino en compañía: en compañía con el Señor, que llama, y en compañía con otros que comparten esa llamada. Encontrar la vida divina en las profundidades de la realidad es una misión de esperanza confiada a los jesuitas.

Ser y hacer, contemplación y acción, oración y vivir profético, estar totalmente unidos a Cristo y completamente insertos en el mundo con Él como un cuerpo apostólico: todas estas polaridades marcan profundamente la vida de un jesuita y expresan a la vez su esencia y sus posibilidades.

Siguiendo a Jesús, nos sentimos llamados no sólo a llevar ayuda directa a la gente que sufre, sino también a restaurar a las personas en su integridad, reincorporándolas a la comunidad y reconciliándolas con Dios. Ello exige muchas veces un compromiso a largo plazo, ya sea en la educación de los jóvenes, en el acompañamiento espiritual de los Ejercicios, en el trabajo intelectual, en el servicio a los refugiados… Esta es la manera como intentamos ofrecernos totalmente a Dios, para servicio de su Reino, ayudados por la gracia y desplegando todas las competencias humanas que tengamos.