El Sínodo aprueba el texto sobre el ‘discernimiento’ para los divorciados en segundas nupcias
Fuente Vatican Insider
Ningún cambio de doctrina, valorización de la familia y de la enseñanza del Evangelio, pero sí un paso hacia una mayor comprensión para los divorciados que se han vuelto a casar. Esto es lo que surge de la relación final aprobada por el Sínodo de los obispos. Dos párrafos, en particular, tocan el tema (debatido y controvertido) de la actitud que hay que tener con los divorciados que se han vuelto a casar y también el de la posibilidad de que, bajo determinadas condiciones y en ciertos casos, puedan acceder a los sacramentos.
El el número 85 se cita como «criterio compresivo» este párrafo de la encíclica «Familiaris consortio» de Juan Pablo II: «Sepan los pastores que, por amor de la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. Hay, efectivamente, una diferencia entre cuantos sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y fueron abandonados de manera completamente injusta, y cuantos por su grave culpa han destruido una segunda unión en vista de la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en consciencia de que el matrimonio anterior, irreparablemente destruido, nunca había sido válido».
Con base en estos criterios, el documento aprobado por el Sínodo afirma: «Es, pues, tarea de los presbíteros acompañar a las personas interesadas sobre la vía del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del obispo. En este proceso, será útil hacer un examen de consciencia, mediante momentos de reflexión y de arrepentimiento. Los divorciados que se han vuelto a casar deberían preguntarse cómo se han comportado hacia sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación; cómo es la situación de la persona abandonada; cuáles consecuencias tiene la nueva relación en el resto de la familia y en la comunidad de los fieles; cuál ejemplo ofrece a los jóvenes que se deben preparar al matrimonio».
Entonces, se ofrecen algunos criterios para «discernir» las diferentes situaciones, en relación con la anterior unión matrimonial, con los hijos, con la comunidad cristiana. Una mayor profundización tiene que ver con la relación con el confesor: «Una sincera reflexión puede reforzar la confianza en la misericordia de Dios que no es negada a nadie. Además, no se puede negar que en algunas circunstancias ‘la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden ser disminuidas o anuladas’, debido a diferentes condicionamientos». Se trata de una cita del Catecismo de la Iglesia católica.
«Como consecuencia -continúa el texto-, el juicio sobre una situación objetiva no debe llevar a un juicio sobre la imputabilidad subjetiva» (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000, 2a). En determinadas circunstancias, las personas encuentran grandes dificultades para actuar de manera diferente. Por ello, aún sosteniendo una norma general, es necesario reconocer que la responsabilidad con respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos. El discernimiento pastoral, incluso teniendo en cuenta de la consciencia rectamente formada de las personas, debe encargarse de estas situaciones. También las consecuencias de los actos cumplidos no son necesariamente las mismas en todos los casos». Los padres sinodales, con base en la doctrina tradicional, recuerdan que además de la situación objetiva en la que viven los divorciados que se han vuelto a casar, hay que tomar en consideración las situaciones subjetivas, que pueden hacer que se reduzca notablemente la responsabilidad.
De esta manera, se lee en el párrafo 86, «el recorrido de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a la toma de consciencia de su situación frente a Dios. El coloquio con el sacerdote, en fuero interior, concurre a la formación de un juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad de una más plena participación en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que piden favorecerla y hacerla crecer». Este discernimiento, se precisa, «no podrá prescindir nunca de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuestas por la Iglesia. Para que esto suceda, hay que garantizar las necesarias condiciones de humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y en el deseo de llegar a una respuesta más perfecta a ella».
Es decir, los padres sinodales entregaron al Papa un texto que contiene una vía de prudente apertura para permitir evaluar las situaciones caso por caso, dejándole, en un eventual documento futuro, las decisiones pertinentes.