La Visita de Paz de Francisco a Egipto
El testimonio de la visita de Francisco ha generado una gran repercusión, sobre todo en una zona tan riesgosa como necesitada de un mensaje de paz y aliento a los cristianos que habitan el país árabe.
Por María Luisa Caparrós
Venimos de celebrar una eucaristía con dos helicópteros apaches sobrevolándonos la cabeza en un estadio militar en El Cairo, separados de la zona del altar por una valla de dobles concertinas y acordonado por militares con una metralleta que nos miraban fijamente.
En semejante escenario, las palabras de Francisco de que “la omnipotencia de Dios no radica en la fuerza ni en la autoridad sino solamente en la omnipotencia del perdón y del amor y de la vida” han resonado más fuertes que el propio sonido de los helicópteros que en ningún momento de la misa cesaron de revolotearnos por encima.
La valiente visita del Papa Francisco a Egipto tiene lugar en un momento de radical importancia donde las tensiones y los retos que amenazan la región donde nacieron las tres religiones, parecen desbordarse. La comunidad cristiana de Egipto, la más fuerte de todo Oriente Medio, ha sido declarada objetivo de Daesh y ha sufrido recientemente tres atentados terroristas en iglesias durante las celebraciones religiosas (uno en diciembre y dos en Pascua); además los ataques, secuestros y asesinatos a cristianos en el norte del Sinaí han ocasionado un éxodo de familias hacia zonas del sur.
La eucaristía de este sábado con el Papa ha sido la celebración de la resurrección pascual que fue arrebatada por los recientes atentados a dos iglesias durante el domingo de ramos. Ha sido concelebrada con el Patriarca copto católico Ibrahim Isaac Sidrak con la comunidad cristiana egipcia que, pocas veces puede ver su fe expresada en un acto público, en un país donde la religión (en este caso el Islam) está omnipresente en el espacio público.
Dicha comunidad, resistente y resiliente, de tempranas y hondas raíces cristianas, ha recibido este fin de semana un apoyo necesitado y merecido y una invitación a no tener miedo porque “lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” y “cuando se desvanece la esperanza humana comienza a brillar la divina”.
“No tengan miedo de amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente” decía Francisco en un contexto donde de verdad se puede decir que existen los “enemigos” y amenazas a cuestiones muy fundamentales.
“El único extremismo que se permite a los creyentes es el del amor” dijo Francisco, y nos miramos los unos a los otros con una sonrisa de quien está asistiendo a algo grande; grande por el contexto, por el momento, por la verdad, por el desafío,…
Su discurso además, ha estado lleno de frases en árabe muy conocidas y entrañables para el pueblo egipcio como que “Egipto es el regalo del Nilo”, “Egipto es la madre del Universo”, “Viva Egipto”… por lo que resultaba tremendamente cercano y cotidiano, como si Francisco fuera un egipcio de toda la vida.
Pero además de su carácter entrañable y mediático, Francisco ha sido claro, valiente y audaz.
Otro de los momentos clave del fin de semana ha sido la visita al Azar -institución referencia del Islam suní- en el marco de la Conferencia Internacional para la Paz con el Gran Imán el Tayeb y el presidente Sisi.
Francisco ha lanzado mensajes de enorme reconocimiento hacia Egipto por lo que representa para la “historia de la humanidad y para la Tradición de la Iglesia” y ha hecho un gran hincapié en su rol para la construcción del futuro de la región. El Papa ha dicho palabras que han puesto los pelos de punta y arrancado aplausos apabullantes de unos y otros delante de los líderes religiosos y políticos.
Entrelazó su discurso en Al-Azar con dos elementos que resaltaba como constitutivos de Egipto y que al mismo tiempo apuntan horizontes hacia los que caminar: Egipto como tierra de civilización y como tierra de alianza.
Como tierra de civilización, se refirió a cómo “desde la antigüedad, la civilización que surgió en las orillas del Nilo ha sido sinónimo de cultura” “donde la luz del conocimiento ha hecho germinar un patrimonio cultural inestimable, gracias a las iniciativas de los antiguos habitantes” y destacando cómo éstas “son necesarias iniciativas para el futuro”, para construir la paz y resaltó el papel clave de la educación en la construcción de este futuro porque “no habrá paz sin una adecuada educación de las jóvenes generaciones”. Destacó que la educación fue el cimiento y punto de partida indicado para construir la paz y que “la única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro”.
Como tierra de alianzas destacó que en Egipto, “creencias religiosas diferentes se han encontrado y culturas diversas se han mezclado sin confundirse, reconociendo la importancia de aliarse para el bien común”, frente a “la peligrosa paradoja que por una parte tiende a reducir la religión a la esfera privada, y por la otra, confunde la esfera religiosa y la política sin distinguirlas adecuadamente”.
Recordó también que en esta tierra Dios se hizo sentir y reveló su nombre a Moisés y sobre el monte Sinaí reveló a su pueblo y a la humanidad los mandamientos divinos, haciendo mención al mandamiento de Dios «no matarás». En este punto hizo una llamada a los líderes religiosos “a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad”, a “denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos”, a “poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones”.
Finalizó deseando que “Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio.”
La visita del Papa ha dejado esperanza para la comunidad cristiana de Egipto, y abierto canales de diálogo y de paz con las instituciones musulmanas. Además ha supuesto un mayor acercamiento y unidad hacia los coptos ortodoxos, griegos bizantinos, armenios ortodoxos y protestantes aquí presentes.
Y ojalá que este impulso a la construcción de la paz en la región continúe después de esta visita. Si Egipto cayera, sería un absoluto desastre de dimensiones incalculables. Y Egipto sin duda, se encuentra en un fino y frágil equilibrio. Como dicen aquí “vivimos en la palma de la mano de un fantasma” y sin duda, la vía de la “educación humana” a la que apunta Francisco será fundamental para la construcción de la paz y el desvanecimiento de dicho fantasma, junto con muchos otros esfuerzos urgentes tanto por parte de la comunidad internacional como del propio gobierno y la ciudadanía.
Francisco ha dado testimonio de lo que parece imposible es posible. Pues sus palabras y sus gestos parecían imposibles en este contexto. Hace tres días parecía imposible y hoy podemos decir que han sido posibles.
Como dicen en la liturgia copta y Francisco repitió “Al Massih Kam/ Bilhakika kam!”, Cristo ha Resucitado. / Verdaderamente ha Resucitado.
Fuente: Entre Paréntesis