Cuando hablamos del pobre nos incluimos. No es el que está debajo, ni fuera, sino que es “el que en la dificultad sigue creyendo, sigue apostando, sigue confiando”. Es el sufre alguna dificultad: económica, de salud, de necesidad afectiva. Es el que sabe lo que significa haber perdido, no haber podido hacer nada. Es el que otros dejan como sobrante. El que sabe que su dignidad no la pierde jamás. Se pierden algunos de no reconocerla.
Sólo pesca, atisba, la sabiduría del pobre aquel que se acerca y se queda a compartir parte del camino con él. No pasa de largo, sino que permanece en el tiempo con él. Con la disposición de aprehender. Hacer propio aquellas riquezas que el pobre tiene para darme. De esas riquezas, de esa sabiduría es de la que hablamos:
– Solo tengo el hoy. El pobre sabe que sólo tiene el hoy para entregarse totalmente a él. No tiene con qué acumular seguridades para mañana.
– Solidaridad es su modo de relacionarse. Se ayudan incomodándose unos con otros. Cada uno aportando desde lo que puede. Cada uno acogiendo al otro como visita esperada. No hay excusas de cosas por hacer, de lugares por evitar o cosas por esconder.
– Aceptación de lo que no está en sus manos. No es conformismo, sino que es realismo de lo que sí se puede y de lo que no. Aceptación de lo que Dios permite, o la naturaleza marca.
– Transparencia para mostrarse tal cual es, sin tener que disimular nada. Ni lo bueno ni, ni lo no tanto. No tiene con qué aparentar. Ni necesita hacerlo, ya que está acostumbrado a ser tenido en cuenta, a ser querido por él mismo y no por lo que posee o por lo que tiene que lograr.
– Fortaleza, manos encallecidas y corazón tierno que se deja afectar por lo que sucede, pero que no se derrumba frente a las dificultades, ni los dolores, ni los problemas.
– Encomendarse es piedad de los sencillos. Es gestos reales de pedir a Dios ayuda, a los santos. Es de callar mucho, y decirle a Dios lo importante.
– Respeto por el que ha transitado más. Quizá justamente por la situación de indigencia sabe que aprende del que ha estado más en su situación. En las enfermedades, en las edades, en la carencias económicas, en las pobrezas personales, etc. Y por ello es que se dispone a aprender de que ha recorrido más camino en su situación.
Todo esto lo encarna Cristo que fue y habló desde lo que su pueblo había vivido. Y al haberse puesto a aprender con su pueblo, es que cuando se manifestó fue comprendido especialmente por los más pobres, por los más sencillos.
Desde Él nos dejamos incomodar por los que sufren algún tipo de pobreza real y concreta.
Cristo pobre y humilde, nos llama a amar y servir