Necesitamos su sabiduría

Es el tiempo de las profecías cumplidas: “Mira, todos vienen hacia ti, tus hijos vienen desde lejos”. Es la visión del profeta Isaías en la que vislumbra el día en que Jerusalén resplandecerá y será como un luz en lo alto hacia la que se encaminarán todos los pueblos. Y el relato de Mateo sitúa a los magos de Oriente justamente a la cabeza de esta gran procesión que ya ha comenzado.

En su camino, el relato evangélico, nos recuerda que los magos de Oriente vivirán la posibilidad de quedar enredados en “las tinieblas y oscuridad que cubren la tierra” y que se hace realidad concreta en el palacio de Herodes: la mentira, la manipulación, las intrigas, el poder pervertido, los intereses mezquinos, las falsas apariencias… El camino que hoy recorren los magos de Oriente es nuestro propio camino y nos recuerdan que también nosotros nos toparemos con la oscuridad que nos enredará pero la luz de la estrella no será sofocada.

En ese mismo camino los magos de Oriente vivirán también la posibilidad de quedar deslumbrados ante otras luces y acabarán descubriendo que no orientan sino que obnubilan, ofuscan, confunden. La estrella que vieron aparecer les dará claridad, les orientará, les encaminará hasta Jesús, aquel que es la Luz y que hoy brilla para todos los pueblos.

Necesitamos su sabiduría para olernos aquello en lo que quedamos enredados y para desenmascarar lo que nos deslumbra y desorienta en nuestro propio camino hacia Belén.

Fuente: centroarrupevalencia.org

Pedirle a Dios

A veces nos da reparo pedir a Dios en nuestra oración porque nos da la impresión que estamos siendo egoístas pidiendo solo para nosotros o porque pensamos que Dios ya sabe lo que necesitamos y no hace falta pedir. Pero en la espiritualidad ignaciana la petición es la brújula que marca el rumbo que buscamos en nuestra oración, nos recuerda el «a dónde voy a y a qué voy».

Al pedir nos situamos ante Dios con reverencia, con humildad. Somos conscientes de que no lo tenemos todo en la vida y que nos hacen faltan muchas cosas. Reconocemos que somos limitados y que cometemos fallos por lo que necesitamos la ayuda de Dios para seguir creciendo. Reconocemos que queremos aquello que pedimos, que lo queremos con toda nuestra alma, que lo necesitamos y que nosotros solos no podemos conseguirlo.

Al pedir también estamos afirmando que sabemos quién puede darnos aquello que necesitamos. Pidiendo afirmamos con confianza que solo Dios puede darnos aquello que nuestra alma ansía. Que tenemos fe en el Dios de la vida, en el Señor de nuestra vida.

Confía, alaba, abájate, ten fe, pide… y se te dará.

Fuente: espiritualidadignaciana.org

La escuela Papa Francisco ya tiene sus primeros egresados

La escuela se construyó gracias a donaciones de particulares y un aporte otorgado por el gobierno de la provincia por un monto de 2 millones de pesos, con el cual pudieron finalizar las obras.

Su director contó por #AMediaTarde en cuanto a los egresados: “se inscribieron 35 y llegaron 14 de los cuales 10 están haciendo pasantías”. En este sentido dijo para el 2016 ya hay 140 preinscriptos.

Contó también que en el 2016 abrá cursos de ayudante de cocina y de carpintería de obra fina además de albañilería y electricidad, que se suma a informática.

Wilson Stegmayer, director de la Escuela, se prestó para responder algunas preguntas:

“Albañilería y electricidad son cursos anuales y hoy (por el 3-12) tuvieron su último día de clases los alumnos. La semana que viene van a tener su acto de colación. Van a ser los primeros en recibirse con los cursos de albañil y de electricista domiciliario.”

¿Con cuántos alumnos contaron en este ciclo lectivo 2015?

En un principio se inscribieron 35 alumnos, de los que llegaron 14 hasta el final. De ellos, 10 ya están haciendo pasantías pagas en empresas de construcción.

En total se habían inscripto en su momento 51 e iniciaron el curso 35. Este año se han inscripto cerca de 140. Ha sido muy sorprendente. No esperábamos tener tantos inscriptos. Probablemente se debe a que agregamos nuevos cursos. El año que viene vamos a tener el curso de ayudante de cocina especialmente enfocado en el trabajo en restoranes, empresas de catering y comedores escolares. Un curso de carpintería de obras pymes, porque vemos que las empresas están buscando mucho carpinteros que sepan hacer placares y detalles en madera.

Así que, calculando un promedio de 30 alumnos por curso, vamos a andar en los 120 alumnos el año que viene.

Wilson: los que se inscriben ¿Son del barrio o de la zona?

Este año si, los 140 inscriptos son de Alto Verde.

¿Y ustedes buscan que no sea sólo gente de Alto Verde, sino también de la ciudad de Santa Fe?

Por supuesto. La escuela está abierta para todo aquél que tenga ganas de aprender. Si hay alguien dispuesto a viajar desde algún barrio de Santa Fe obviamente las puertas están abiertas. La enseñanza es gratuita. Los únicos elementos que tiene que traer son un cuaderno y una birome para hacer apuntes. Las herramientas, los materiales, y esas cosas son aportadas por personas que hacen donaciones a la escuela.

Aire de Santa Fe

 

¡Enamórate!

Nada puede importar más que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse de Él
de una manera definitiva y absoluta.
Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación,
y acaba por ir dejando su huella en todo.
Será lo que decida qué es
lo que te saca de la cama en la mañana,
qué haces con tus atardeceres,
en qué empleas tus fines de semana,
lo que lees, lo que conoces,
lo que rompe tu corazón,
y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.
¡Enamórate! ¡Permanece en el amor!
Todo será de otra manera.

Pedro Arrupe SJ.

¡Lo Doy Todo!

“Bueno…¡un momento! Esto de darlo todo es muy serio. Yo quiero seguir a Jesús, y la palabra radicalidad está a menudo en mis planteamientos. Quiero ser generoso. En algún momento he considerado que esto de ser religioso podría ir conmigo”.

Este podría ser un razonamiento-tipo de muchos jóvenes que, delante de la llamada que el Señor hace en su vida, no se permiten dar el paso final porque… ¡hay tanto que perder! Se asume que la vida de oración compromete, que si te tomas en serio la relación con Jesús, hasta se le podría ocurrir la “brillante” idea de llamarte a opciones de vida que te harían ser considerado loco a los ojos de los demás.

Es entonces cuando salen a escena los miedos: ¿cómo sé yo que viene de Dios? U otro clásico que desactiva de cuajo nuestra capacidad de generosidad: “no me veo con fuerzas…yo no puedo”. Y es verdad: por ti sólo no puedes. Pero es que basándote en tus fuerzas tampoco podrás ser un buen padre de familia, sacerdote, catequista, jesuita…

Pasar del yo quiero al yo me siento llamado. Superar el miedo a los límites de tus propias fuerzas para hacer una auténtica ofrenda de ti mismo y decirle a Dios: “Señor, contigo no me puedo perder”. Así es: de los límites de tu propia capacidad pasamos a la fuerza de la apuesta por amor que Dios hace en ti. ¿La aceptas?

Enric Puiggròs SJ,

Fuente: serjesuita.es

 

Múltiples rostros de la esclavitud…

En el mensaje del Papa Francisco en torno a la Jornada Mundial de la Paz, nos invita a abrir la ventana y ver las diferentes injusticias que habitan en el mundo afectando a muchos de nuestros hermanos. Nos invita a tender puntes de fraternidad con hombres y mujeres que sufren la esclavitud del siglo 21 y nos exhorta a  hacernos cargos del papel que a cada uno le toca en la sociedad en la que vivimos. 

Compartimos algunos fragmentos del mensaje de Francisco, para leer la nota completa ingresa aquí.

Desde tiempos inmemoriales, las diferentes sociedades humanas conocen el fenómeno del sometimiento del hombre por parte del hombre. Ha habido períodos en la historia humana en que la institución de la esclavitud estaba generalmente aceptada y regulada por el derecho.

Hoy, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable.

Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud.

Me refiero a tantos trabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como, aunque de manera ilegal, en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.

Pienso también en las condiciones de vida de muchos emigrantes que, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente. En aquellos que, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas.

Pienso en los que se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos, y en aquellos que, con el fin de permanecer dentro de la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles, sobre todo cuando las legislaciones nacionales crean o permiten una dependencia estructural del trabajador emigrado con respecto al empleador, como por ejemplo cuando se condiciona la legalidad de la estancia al contrato de trabajo… Sí, pienso en el «trabajo esclavo».

Pienso en las personas obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay muchos menores, y en los esclavos y esclavas sexuales; en las mujeres obligadas a casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las entregadas en sucesión, a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento.

No puedo dejar de pensar en los niños y adultos que son víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o venta de drogas, o paraformas encubiertas de adopción internacional.

Pienso finalmente en todos los secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas, puestos a su servicio como combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados.

Camino a la Fraternidad…

En su tarea de «anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad», la Iglesia se esfuerza constantemente en las acciones de carácter caritativo partiendo de la verdad sobre el hombre. Tiene la misión de mostrar a todos el camino de la conversión, que lleve a cambiar el modo de ver al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a un hermano y a una hermana en la humanidad; reconocer su dignidad intrínseca en la verdad y libertad…

En esta perspectiva, deseo invitar a cada uno, según su puesto y responsabilidades, a realizar gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento. Preguntémonos, tanto comunitaria como personalmente, cómo nos sentimos interpelados cuando encontramos o tratamos en la vida cotidiana con víctimas de la trata de personas, o cuando tenemos que elegir productos que con probabilidad podrían haber sido realizados mediante la explotación de otras personas.

Algunos hacen la vista gorda, ya sea por indiferencia, o porque se desentienden de las preocupaciones diarias, o por razones económicas. Otros, sin embargo, optan por hacer algo positivo, participando en asociaciones civiles o haciendo pequeños gestos cotidianos –que son tan valiosos–, como decir una palabra, un saludo, un «buenos días» o una sonrisa, que no nos cuestan nada, pero que pueden dar esperanza, abrir caminos, cambiar la vida de una persona que vive en la invisibilidad, e incluso cambiar nuestras vidas en relación con esta realidad.

Debemos reconocer que estamos frente a un fenómeno mundial que sobrepasa las competencias de una sola comunidad o nación. Para derrotarlo, se necesita una movilización de una dimensión comparable a la del mismo fenómeno.

Por esta razón, hago un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea, para que no sean cómplices de este mal, para que no aparten los ojos del sufrimiento de sus hermanos y hermanas en humanidad, privados de libertad y dignidad, sino que tengan el valor de tocar la carne sufriente de Cristo, que se hace visible a través de los numerosos rostros de los que él mismo llama «mis hermanos más pequeños» (Mt 25,40.45).

Sabemos que Dios nos pedirá a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano? (cf. Gn 4,9-10). La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les dé esperanza y los haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestras manos.

Papa Francisco.