Alumnos de la escuela de oficios de Alto Verde ya construyen obras

Si hay una historia que jesuitasaru.org ha seguido, es la de la Escuela de Oficios Papa Francisco. Desde los inicios de este proyecto, hemos compartido todas las novedades que nos llegaban desde Santa Fe. Y así, hemos sido testigos del esfuerzo y las esperanzas puestas en él, y también de la acción{on de Dios que lo ha ido guiando y acompañando. El año pasado, la escuela tuvo su primera camada de egresados, y este año cuentan con orgullo el desempeño laboral de sus egresados.

Hasta hace un año, Bruno Blanco y Adrián Medina merodeaban sin rumbo las calles de Alto Verde. Con apenas 20 años, no estudiaban, no trabajaban, “no hacíamos nada”, confesaron a El Litoral cubiertos de polvo de ladrillo desde el segundo piso de un edificio en plena construcción.

Es que ahora, gracias a la oportunidad de capacitación que encontraron en la escuela de oficios Papa Francisco, tienen un trabajo fijo. Una subcontratista de Capitel Constructora los incorporó a su planta de personal. Primero hicieron una pasantía rentada, y como quedaron muy conformes con la metodología de trabajo, los dejaron efectivos.

“Aprendimos a trabajar con cañerías para la instalación eléctrica, a colocar cañerías en loza, a hacer canaletas y usar amoladoras”, contó Adrián, que llegó a la escuela porque lo anotó su mamá en busca de una alternativa para su hijo que no había podido finalizar el secundario. “Cuando terminé el curso, hice la pasantía y quedé; en casa están todos contentos, me felicitaron porque nunca había trabajado en una empresa. Ahora tengo un sueldo, es una buena oportunidad”.

Bruno terminó el secundario pero igual no conseguía trabajo. “Hacía changas hasta que un vecino me comentó que abría esta escuela y me anoté. Cambia mucho tener un trabajo fijo, un ingreso, una ocupación. Y es una alegría enorme la que se siente al pasar por un edificio en el que uno trabajó”, contó.

De la calle a la obra

Este año la escuela, que en realidad es un aula radial del Colegio Inmaculada, redobla la apuesta y suma dos nuevos cursos: Carpintería y Ayudante de Cocina .

Wilson Stegmayer, su director, contó que de 35 inscriptos que tuvieron el año pasado, se recibieron 14, de los cuales 9 entraron a una pasantía.

Este año hay 90 inscriptos. Son 90 oportunidades de encontrar un nuevo rumbo y dejar la calle.

La falta de oficios

Desde hace varios años, las empresas constructoras se encuentran con una dificultad: conseguir personas que conozcan el rubro de la construcción y tengan buen desempeño en el arte de los distintos oficios. Este fue uno de los disparadores que encendió la idea de crear una escuela específica. “Venimos observando que en la última década hay una pérdida muy grande de la calidad de la mano de obra y eso genera una preocupación porque aspiramos a que los departamentos tengan una buena calidad. Ante este panorama, los directores de la empresa vieron que había que empezar a formar personas y junto con la UTN, el Colegio Inmaculada y el proyecto de Uno x Uno surgió la escuela de oficios de Alto Verde Papa Francisco”, contó Joaquín Vigo Gasparotti, arquitecto de Capitel.

“Muchos jóvenes recurren a la construcción como una salida laboral fácil pero no saben hacerlo. Nos hemos encontrado con casos que en el trayecto de su casa a la obra le iban diciendo qué era una cuchara, un balde o una pala”, contó la anécdota el Ing. Gustavo Pasarello, responsable del área construcciones de Capitel.

Además, educación

“La construcción recluta a gente de los estratos sociales más bajos. Veíamos que no sólo, no tenían capacitación en oficios sino que en muchos casos tampoco tenían educación; llegan con problemas de drogadicción, alcoholismo, sin cultura del trabajo”, fue el diagnóstico del contador de Capitel Marcos Vigo Lamas. “Estos problemas con los obreros obviamente redundan en baja productividad en la obra”, agregó.

Es por eso que la Escuela de Oficios insiste también con inculcar a los jóvenes el amor por el oficio y la importancia de ser responsables en el trabajo que emprendan. “No solo les enseñamos el oficio sino que les damos charlas sobre cómo presentarse a una entrevista, cómo hacer un CV, cómo desenvolverse ante un jefe, etc , porque hay que tener en cuenta que nunca habían estado en relación de dependencia”, explicó el director de la escuela.

Esta formación general la complementan sumada a la experiencia de las obras, donde “la cultura del trabajo está muy arraigada”. Los chicos aprenden a la par de la gente que trabaja hace mucho tiempo: cumplen horarios, fichan, tienen responsabilidades de tareas que se tienen que terminar en un tiempo determinado, hay premios por producción y castigos indirectos, porque si uno no cumple no recibe lo mismo que el mes anterior. “Se mueven en un ambiente de trabajo que tiene reglas claras y pautas”, afirmó Joaquín.

Objetivo logrado

El camino recorrido permite mirar hacia atrás y decir que “se logró el objetivo”. La escuela ya ha largado la primera camada de egresados, algunos están insertados en el mercado laboral, como Bruno y Adrián, y las empresas se muestran conformes con el trabajo que realizan. “Las subcontratistas que trabajan con nosotros nos han llamado muy satisfechos, dicen que se han comportado muy bien y que vieron a chicos muy buenos. Por eso los han tomado después de las pasantías”, dijo Marcos. “Son buenos chicos, tienen valores y amor por el oficio y se han podido insertar en el mercado laboral”, coincidieron los referentes de la empresa constructora.

La escuela de oficios está dando sus frutos. Una experiencia virtuosa para imitar y multiplicar.

La retención de alumnos, una preocupación

El año pasado, la escuela de oficios Papa Francisco registró 35 inscriptos para los cursos de instalador eléctrico y albañilería. Se recibieron 14, 9 hicieron pasantías y 5 quedaron efectivos en distintas empresas de la ciudad. “Tuvimos una deserción importante, de más del 50 %”, dijo Wilson Stegmayer, el director.

Este año, la escuela creció y abrió dos nuevos cursos: carpintería y ayudante de cocina. En total, se anotaron 90 personas. “Mi desvelo es ayudar a la retención de alumnos”, aseveró Stegmayer. Y para esto, el diálogo resulta una herramienta valiosa. “Además de enseñar las técnicas de cada oficio, les damos charlas a cargo de equipos de pastoral y aprovechamos los recreos para hablar con ellos”.

Perseverancia y cómo sobreponerse a los problemas familiares y económicos, son algunos de los temas que eligen para trasladar al aula porque son las principales causas de la deserción. “Apenas consiguen una changa, dejan de estudiar”. Para revertir esto, es posible que este año adelanten las pasantías -que son pagas- a los meses de septiembre y octubre así ven más cerca la posibilidad laboral.

“Encontrábamos chicos que estaban en las adicciones, que nos decían que no sabían qué hacer con sus vidas. Hoy están saliendo de su adicción gracias al trabajo, tienen una ocupación, cobran un sueldo y ganan premios por cada vivienda que terminan”. El proyecto es hoy una realidad que no hace más que cosechar alegrías.

Diario El Litorial 

 

Obras de Misericordia: Vestir al desnudo

Más allá de las pasarelas las últimas tendencias de moda o un asesoramiento sobre que ‘look’ conviene usar para tal o cual ocasión, el vestido no se reduce únicamente a una cuestión superficial. Pastoral SJ, nos trae una reflexión de esta obra de Misericordia que parece quizás una práctica en desuso, y la actualiza, frente a la experiencia actual de la ‘desnudez’.

Se han vuelto a poner de moda los programas de televisión de cambios de estilo. En ellos, personas que quieren un “cambio” se presentan sin recursos, emocionalmente inestables, “desnudos» ante situaciones que no saben gestionar: una imagen para un trabajo, crisis que les han dejado sin medios, etc. Los estilistas les aconsejan, les visten con un nuevo look y a la vez parecen acompañarles en lo que será una nueva etapa de su vida.

La situación es cómica, el estilista comenta con desfachatez su estilo, a la vez que intenta sacarle lo más íntimo y profundo que le lleva a la televisión. Hay mucha superficialidad, emotividad y acogida barata.

La desnudez se presenta de muchas maneras, por supuesto que no podemos olvidar a quienes necesitan de nuestra ayuda para vestir con dignidad. Hay momentos donde el vestido se convierte en una urgencia.

Dice Marko Rupnik sj que “el vestido tiene que ver con la identidad más profunda de la persona. Tan es así que la desnudez es la pérdida de esa identidad y expresa su cercanía a la muerte”. Entonces, lo de vestir al desnudo ya no es solamente dar nuestra ropa pasada de moda a Cáritas, sino que se convierte en la obra de ayudar a recuperar la intimidad y la profundidad de la persona, crear espacios, situaciones, relaciones que colaboren en la rehabilitación del que ha perdido sus rasgos más íntimos.

Vestir al desnudo exige un profundo respeto, pues no se trata de imponer mis gustos o mi visión de la vida. Se trata de acompañar a quien necesita restaurar su humanidad, lo mejor de su modo de proceder y de situarse ante la vida; es ofrecer abrigo al que siente frio para que no bajen sus defensas. Vestir al desnudo no es hacer de estilista que crea algo nuevo, que experimenta con colores, tejidos y peinados, sino ayudar a descubrir o redescubrir el fin para el que ha sido creado, a vivir vidas con sentido y horizonte, a ver lo que Dios nos ha dado para que nuestra vida vaya a más.

Pastoral SJ

 

Cómo me gustaría que fuera la escuela del futuro

Frente a los cambios en la sociedad, los modos de relacionarse, de conducirse, de pensar, la educación debería ser un ámbito que de a las personas herramientas para poder moverse en este mundo cambiante. La capacidad de la educación, en todos los niveles, de adaptarse a las necesidades de los educandos es algo bastante cuestionable.

Tenemos aquí el testimonio de un padre que, a través de la experiencia de su hija, reflexiona sobre el modelo actual de educación y el tipo de educación que le gustaría que la escuela le ofreciera.

Escrito por Javier Gómez Torres

Desde hace unos meses vengo sufriendo en casa, a través de la figura de mi hija de 8 años, el tradicionalismo de una escuela que está lejos de afrontar con decisión aquellos cambios que con tanto ahínco diferentes instituciones y gurús educativos nos dicen que son necesarios realizar para poder formar a los alumnos ante los cambios que están aconteciendo en la sociedad actual.

Mi hija, que es ajena a este debate, solo sabe que en su escuela, aquel lugar en el que se supone deberían alimentar su curiosidad para aprender y fomentar habilidades que son propias de los niños del siglo XXI, recibe el encargo de realizar todos los días una enorme cantidad de deberes que tiene que desarrollar, así como ha empezado a “aprender” que para aprobar una asignatura (porque sí, ya le han dicho que las asignaturas están ahí para aprobarlas), tiene que memorizar muchos conceptos y contenidos que tiene que repetir en un examen, aun cuando muchos de ellos no es capaz de relacionarlos entre diferentes materias y de otros muchos no sabe qué aplicación práctica tienen.

Mi hija de 8 años está memorizado el nombre de 16 países europeos y sus capitales. Una lista, sin aprender nada, solo le piden que memorice. Unido a esto, hace unos días me enviaron un listado, en el que se supone aparecen las 16 habilidades que la Escuela debe desarrollar en los alumnos para que sean hábiles en la sociedad del futuro.

Cabe preguntarse, creo, si antes de pensar en qué habilidades queremos fomentar o desarrollar en nuestros alumnos, no deberíamos pensar en cómo nos gustaría poder trabajar para poder alcanzar esos objetivos.

Así pues, como en esto de la Educación es complicado que nadie pueda decir la última palabra, me he atrevido a crear mi propio listado con las 10 características que me gustaría que tuviera la escuela del futuro.

Les presento este listado, ¿lo modificarías?, ¿eliminarías algún punto?, ¿incluirías algún otro?

1. En mi escuela ideal, se fomenta el aprendizaje práctico, la experimentación, los viajes a museos, lugares históricos, centros de innovación, el trabajo en laboratorios, la investigación en bibliotecas…

2. En esa misma escuela, las aulas están diseñadas para fomentar la interacción de los alumnos. Las sillas y las mesas están así mismo diseñadas para que puedan colocarse casi en cualquier configuración que el docente imagine, así como para ser dejadas de lado en cualquier momento para poder trabajar en cualquiera de las dimensiones del propio aula (el suelo, las paredes…).

3. En esta escuela soñada, los horarios no existen y las materias no se ofrecen de manera totalmente segmentada. Los contenidos se ofrecen al alumno interconectándolos unos con otros, y los alumnos son animados a investigar y a trabajar conjuntamente en proyectos de investigación que deben presentar a sus compañeros, de manera que todos ellos acaban siendo una parte activa de su propio aprendizaje.

4. En esta escuela, los docentes siguen siendo una parte fundamental. Son al mismo tiempo guías, mediadores y animadores, y disponen de los medios y la formación para adaptar el ritmo de clase a los ritmos individuales de sus alumnos.

5. En esta escuela, no cabe de ninguna manera un comportamiento que no respete la pluralidad de la sociedad en la que nos encontramos, y por supuesto, permanece atenta para responder con rapidez ante cualquier atisbo de violencia entre los alumnos. La educación emocional forma parte de esta escuela desde los primeros días de escolarización y la empatía y el respeto al prójimo son dos de las bases fundamentales en las que se basa este sistema.

6. En esta escuela, se respetan los intereses de los alumnos y se integran en el currículo de aprendizaje. La individualización de los itinerarios de aprendizaje es una asignatura aprobada por esta escuela, que no es capaz ya de imaginar otra manera de enseñar que no sea la de adaptarse a la realidad de las necesidades planteadas por sus alumnos.

7. En esta escuela, los cursos ya no existen. Muy al contrario, se establece un tiempo de escolarización que tiene un itinerario marcado desde el primer año hasta el último, y se permite a los docentes establecer rutas personalizadas para lograr los objetivos que la sociedad demanda. Los alumnos tienen que desarrollar unas capacidades y para lograrlo la escuela tiene que ser capaz de adaptarse a la realidad social, económica y cultural del ambiente en el que se encuentra inmersa.

8. No es extraño en esta escuela que alumnos con más edad trabajen con otros que tienen menos años. La inclusión es una realidad en esta escuela y se fomenta que todos los alumnos tengan la seguridad de ser integrantes de un gran grupo de aprendizaje.

9. Esta escuela está abierta a que diferentes integrantes de la sociedad crucen sus puertas y sean también responsables de la formación de los alumnos. No se busca la integración de teorías de grandes gurús que no conocen su realidad, sino que está abierta al farmacéutico, al policía, al cocinero… a todos aquellos que tienen algo que decir y enseñar y que pueden ser referentes reales para los alumnos.

10. En esta escuela el fin último no es la evaluación. Los alumnos, que como ya he dicho trabajan en diferentes proyectos, son evaluados de manera constante durante todo el proceso. No quiero decir con esto que ya no existen los exámenes, sino que estos son en esta escuela una prueba más, y no la única ni tampoco la más importante.

 EntreParéntesis

Reflexión del Evangelio- Fiesta de Corpus Christi

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»

Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»

Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»

Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Reflexión

Así es el Corazón de Jesús: insaciable en su deseo de darse a sí mismo. Imparable en la entrega. Irreprochable en su amor. El amor más puro, que no tiene otra intención que el bien de aquellos a quienes ama.

Durante aquella tarde, el señor estuvo regalando, a quienes se acercaban a él, todo lo que tenía: su Palabra, su paz, su salud, su atención, sus manos. Él y sus discípulos habían estado todo el día al servicio de miles de desconocidos que se acercaban Jesús. Y llegada la noche, se dan cuenta de que la gente, seguramente, debía tener hambre y que ellos no tenían nada para darles.

Precavidos, le dicen entonces a Jesús que los mande de nuevo a sus casas, así pueden ir a comer todos tranquilos. Los discípulos no tienen mala intención, ni actúan con desprecio, ni desidia. Son, como cada uno de nosotros, seres humanos que reconocen sus limitaciones y se dan cuenta de que hay cosas que no están a su alcance.

Frente a esa realidad, Jesús les dice: ‘Bueno, pero ¿qué tienen?’. El resto de la historia ya la conocemos de memoria…

Sin embargo, ese momento es el punto exacto en el que el Maestro les da vuelta la lógica. En primer lugar, porque hubiera sido muy entendible de parte de Jesús, que después de estar atendiendo a esa gente todo el día, al final hubiera dicho: ‘muy bien, ha sido todo, ya es hora de que vayan a su casa’. Pero no. Para él nunca es suficiente lo que ha hecho por nosotros. En su corazón vibra siempre el deseo de ofrecer un poco más a quienes ama.

Y segundo, porque les dice que, lo que los discípulos tienen y lo que son, está bien. No tienen que intentar tener más o ser mejores, para darle de comer a la gente. Pero, sí tienen que animarse a darlo. Sólo entregándolo a los hermanos es como el pan compartido se multiplica. Y así pasa también con nuestra vida. Y con nuestro amor.

Ojalá que el Jesús Eucaristía, con el que nos encontramos en cada mesa del altar compartida, sea para nosotros, no solo recordatorio eterno del Dios que entrega TODO de sí para estar con nosotros; sino también, invitación a darnos a nosotros mismos y permitirle a Dios que bendiga, reparta y multiplique nuestra vida y nuestro amor.

Fuente: Encontrados.

 

Puentes entre el Zen y el Cristianismo

Gracias a la experiencia que le ha compartido el P. Kadowaki SJ, Ismael Bárcenas hace una reflexión sobre los puntos de encuentro que puede ver entre el Zen y el cristianismo, y cómo puede ayudar a encontrar tiempo de silencio y meditación en medio nuestro modo de vida occidental, rápido, ruidoso e irreflexivo.

Por Ismael Bárcenas SJ

Este sábado me despedí del Padre Kadowaki, jesuita japonés de 90 años, con él tomé un retiro en el santuario de Loyola. Antes de decir adiós nos preguntó si conocíamos parientes del Padre Arrupe, sabía que era de Bilbao y tenía deseo de ir a saludarlos. Se le informó de que no se sabía dónde localizarlos. Kadowaki tomó aire, lentamente soltó la respiración, como si con la exhalación saludara a quien, en 1950, fuera su maestro de novicios y años después General de la Compañía de Jesús.

El Zen es una tradición oriental que tiene que ver con la meditación. Es vasto, profundo y complejo como para intentar explicarlo en pocas líneas. Si acaso, recupero y hago síntesis de lo que aprendí en el retiro que tomé con el P. Kadowaki. El Zen tiene que ver con el arte de entrar a los propios adentros y, desde ahí, percibir el presente y la Presencia de quien nos da la vida. Es muy importante aprender a concentrarnos en la respiración, atender los sentidos y evitar ese monólogo obsesivo de pensamientos que ametralla nuestra mente. Claro, es fundamental el silencio y tener una posición corporal que ayude a la contemplación.

Como occidentales somos muy cerebrales, vivimos planeando futuros o recordando pasados, sin darnos cuenta estamos sumergidos en un sin fin de actividades y pensamientos. Hemos perdido la capacidad de sintonizarnos al hoy, a este instante que llamamos el presente. Vale la pena hacer alto en el camino y evaluar cómo andamos. Para tal motivo, puede ser que ayuden estas preguntas: ¿Cómo ando en mis relaciones con los demás, con la naturaleza, conmigo mismo y con Dios? ¿Tengo paz? ¿Cuánta serenidad me acompaña para enfrentar las adversidades y los momentos agradables de la vida?

Antes de una de las sentadas, o sesiones de 30 minutos de oración, Kadowaki leyó parte del libro del Génesis (cap. 2, 7): “Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo y sopló en su nariz el aliento de vida, así el hombre se convirtió en el viviente”. Luego hizo una reflexión sobre el Señor, título que denota al creador de las plantas, de los animales y de los seres humanos. Dios nos da la vida. Nosotros somos polvo. Nosotros no somos nada. Dios lo es todo. Él nos da el aliento que nos hace vivir. El aliento es la respiración. Cada vez que inhalamos, es Él quien nos da la vida. Cuando inhalamos, nuestro cuerpo se llena de su Espíritu. Cada vez que exhalamos, podría ser nuestra ultima exhalación. El que está muerto es el que ya no respira. Así, en cada respiración recibimos el aliento del Espíritu, se nos da la vida de la Gran vida. A su vez, en cada exhalación algo de nosotros muere. En el ejercicio de respiración, se nos animó a que dejáramos que lo caduco saliera a través de cada exhalación, se recomendó hacer tensión en el cuerpo, como si hiciéramos fuerza para sacar el egoísmo, el orgullo, la soberbia, lo que nos hace ser engreídos y todo lo que no ayuda a que seamos buenas personas. Y, en este juego de Yin – Yang, que al inhalar nos relajáramos, sintiendo el regalo del soplo del Aliento de vida que sana, da paz y sintoniza con Su Presencia.

Permítanme hacer esta analogía: En occidente a ratos somos muy dados a hacer altas especulaciones intelectuales sobre el mar. En oriente se sientan, se serenan y, a través de la respiración, se disponen a percibir ese sirimiri (chipichipi, decimos en México). Dios es esa brisa suave que serenamente nos empapa y que está presente en todo lo que ha creado.

Kadowaki es especialista en Sagradas Escrituras. Ha sido profesor en el departamento de Filosofía de la Universidad de Sophia, en Japón. En los últimos años ha intentado armonizar el Zen con la Espiritualidad ignaciana. Tiene un libro muy alabado: el Zen y la Biblia.

Antes de despedirnos, Kadowaki nos expresaba su deseo de venir el próximo año. Tiene mucho interés en compartir sus conocimientos y hallazgos con los jóvenes. Quizá, en este mundo tan hambriento de la experiencia de Dios, estos puentes entre el Zen y el Cristianismo puedan ayudar al hombre de hoy a que, sumergiéndose en el silencio, en una postura corporal serena y atendiendo a la respiración, perciba esa suave brisa que está ahí, esperándonos siempre y regalándonos su Aliento de vida.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Diez claves para la evangelización digital

Internet, y sobre todo, las redes sociales son un medio que se impone y ofrece cada vez más alternativas para la difusión de la Buena Nueva. De ahí la importancia de saber aprovecharla y de establecer una cierta reflexividad acerca de cómo se llevan adelante estas prácticas.

Compartimos aquí 10 claves últiles destacadas durante una jornada celebrada en Madrid por la plataforma iMisión, al respecto de la evangelización digital.

Entre otras conclusiones debatidas por los 250 participantes destaca la “figura relevante del Papa Francisco, como comunicador”, y como opción que debe ser más aprovechada por las instituciones que trabajan en la evangelización. Francisco es una marca de gran eficacia.

La clave de esta comunicación de Francisco está en que “al comunicar emociona, compromete y mueve a la acción, no deja a nadie indiferente”.

Además, el Papa ha recuperado la credibilidad en la Iglesia, y es una figura escuchada y seguida, fruto de que practica lo que dice.

Los católicos, expresa la quinta conclusión, deben “perder el miedo a las redes sociales, crear sinergias entre proyectos de realidades eclesiales que afiancen factores de comunión con la alegría, la autenticidad y la propuesta en positivo”.

La transcendencia de la misión evangelizadora junto a la competitividad y dificultad del ambiente piden la consecución de una formación de calidad y la necesidad de “hacer bien el bien”.

En esa línea, la misión evangelizadora de la Iglesia debe realizar un continuado esfuerzo por escuchar y adaptar su lenguaje, de forma que conecte con las grandes aspiraciones de la audiencia.

Las plazas públicas son hoy digitales, por tanto, el lenguaje será moderno y pegado a la realidad, transparente, accesible.

Es necesaria una formación de calidad y continuada en todos los agentes implicados, con actividades que combinen el debate de ideas con el uso de las herramientas digitales más modernas.

Por último, se reflejó que la evangelización digital supera los continentes geográficos, lo que facilita la relación con otros y afianza una iglesia de propuesta en positivo y no de resistencia.

Fuente: imision.org

 

Rasgos de una teología jesuita

Por Gonzalo Villagran SJ

Rasgos de la teología jesuita

La pregunta por los rasgos propios que identifican lo “ignaciano” y lo “jesuítico” es hoy en día una pregunta muy extendida.

En el fondo de esta preocupación está probablemente el reto de ser capaces de transmitir el carisma ignaciano y jesuítico a obras e instituciones donde el número de jesuitas es cada vez menor.

Impulsores de la teología jesuita

Esta pregunta me lleva a reflexionar sobre cuáles serían los rasgos de una teología jesuita a partir del estilo común de los teólogos jesuitas de la historia.

Esta misma pregunta se hacía recientemente el teólogo jesuita francés Michel Fédou. Fédou estudiaba el pensamiento de algunos de los principales teólogos jesuitas de la historia como: Pedro Canisio, Luis de Molina, Roberto Berlamino, Francisco Suárez.

Rasgos comunes en medio de una gran heterogeneidad

Fédou concluye, tras su repaso, que lo primero que tenemos que reconocer es la enorme heterogeneidad de la teología de este conjunto de autores. Ello es debido a que, siguiendo la propia espiritualidad ignaciana, se esfuerzan en “ver a Dios en todas las cosas” incluidos los problemas de su tiempo y lugar. Por ello elaboran teologías que quieren responder al contexto que es la suyo.

Sin embargo, más allá de su heterogeneidad, sí es posible identificar unos rasgos comunes en las teologías jesuitas, lo que intentaremos hacer ahora inspirándonos parcialmente en el comentario de Fédou:

En primer lugar, una teología jesuita debe ser una teología que parta del corazón del mundo. Debe estar atenta a la situación de la humanidad y a sus problemas, y debe dejarse cuestionar por las afirmaciones de las ciencias. Esta actitud humanista brota de la conciencia de “ver a Dios en todas las cosas”.

En segundo lugar, hay una preocupación común en los teólogos jesuitas que brota de la vida de San Ignacio y de las Constituciones de la Compañía y que pone en el centro el “ayudar a las almas”. El objetivo de su reflexión teológica es siempre buscar respuestas a los problemas y preguntas de sus contemporáneos. Esto hace que se privilegien disciplinas y orientaciones con relación con la práctica como la teología moral.

En tercer lugar, podemos identificar en los teólogos jesuitas una común inspiración de fondo en la experiencia de los Ejercicios Espirituales que marcan la espiritualidad ignaciana. Esto se muestra en la teología de estos autores en varios elementos como puede ser la enorme importancia que dan a la libertad humana, o un claro cristocentrismo fruto de la petición de los Ejercicios de “conocimiento interno de nuestro Señor que por mí se ha hecho hombre”.

Finalmente, en los teólogos jesuitas se da una aplicación a su quehacer teológico de las “reglas para sentir con la Iglesia” de los Ejercicios. Esto no implica limitarse a una defensa de la posición de la Iglesia y puede incluir el tener una posición crítica, pero sí supone entender el quehacer teológico como concreción del servicio a la Iglesia, a la que experimentan como “madre” en la fe y “esposa de Cristo” según el texto ignaciano.

Ese papel de la Iglesia se concreta en la figura del Sumo Pontífice, a quien los jesuitas hacen el cuarto voto de obediencia y que es una mediación privilegiada de la presencia de Cristo en su Iglesia a quien la Compañía de Jesús quiere servir.

Punto de partida: experiencia de los Ejercicios

Al hacer teología jesuita en nuestras instituciones, y al ponerla en diálogo con otras disciplinas, estos rasgos – amor al mundo, ayudar a las almas, la experiencia de los Ejercicios y el servicio a la Iglesia – deben ser los que nos den nuestro estilo e identidad, los cuatro se recogen en la experiencia de los Ejercicios Espirituales.

 Fuente: loyolaandnews.es

Encuentro de delegados de Historia Jesuita en Latinoamérica

Del domingo 17 al viernes 22 de abril Lima fue sede del III Encuentro de delegados de historia, memoria y patrimonio jesuita en Latinoamérica. Este encuentro contó con la presencia de jesuitas y laicos de diversos países, que se reunieron para definir lineamientos y protocolos de protección al patrimonio material e inmaterial de la Compañía de Jesús.

El miércoles 20 de abril se llevó a cabo una sesión pública en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, para reflexionar sobre los temas de políticas de fomento a la investigación, preservación del patrimonio, identidad cultural y patrimonio histórico jesuita en el Perú. Esta sesión contó con la presencia de Ramón Mujica, Director de la Biblioteca Nacional del Perú; Alberto Martorell, Presidente de ICOMOS-Perú; Ricardo Kusonoki, Curador asociado de Arte Colonial de MALI, entre otras personas asociados a la historia y cultura en el país.

También expusieron el P. Bartomeu Malia SJ, reconocido investigador de la lingüística y cultura guaraníes, Bernardo Gantier SJ, Presidente de la Comisión Arquidiocesana de Arte Sacro de Sucre y responsable del Museo de la Catedral, y Alfonso Alfaro SJ, Director del Instituto de Investigación de arte de México.

Fuente: CPAL SJ

 

Miserando Atque IV

Santa Teresa: Transparencia de la Misericordia

Seguimos publicando textos que englobamos dentro de la serie “Miserando Atque”, y que nos ayudan a reflexionar en torno al Jubileo de la Misericordia que estamos viviendo desde distintos personajes y perspectivas.

Por Lola Jara Flores, cm

Santa Teresa considera toda su vida como un milagro de la misericordia divina y así lo constatamos cuando leemos que titula el libro de su vida: “De las misericordias de Dios” (Cta 415, 1). En el Libro Vida manifiesta que escribe para que se vea la gran misericordia de Dios y la ingratitud de ella (Cfr. Vida 8, 4). Por eso, se atreve a decir: “mientras mayor mal, más resplandece el gran bien de vuestras misericordias. ¡Y con cuánta razón las puedo yo para siempre cantar!” (Vida, 14, 10-11; cf. 19, 5; 7, 22).

Cada página de este libro es un canto a la misericordia que experimenta honda y profusamente en su relación de estrecha amistad con Dios: “Por cierto que es grande la misericordia de Dios. ¿Qué amigo hallaremos tan sufrido? (Meditación de los Cantares 2, 21); y porque sabe que sin la conciencia convencida de la misericordia divina no se puede mantener el ánimo ni “la determinada determinación” para seguir radicalmente a Jesús: “Suplícoos yo, Dios mío, sea así y las cante yo sin fin, ya que habéis tenido por bien de hacerlas tan grandísimas conmigo, que espantan los que las ven y a mí me saca de mí muchas veces, para poderos mejor alabar a Vos. Que estando en mí, sin Vos, no podría, Señor mío, nada” (Vida 14,10-11; cf. 7 M1, 1).

Ante la clarividente visión de su propia debilidad y limitación se le presenta la misericordia divina como un mar de consolación en el que ella se sumerge para salir renovada, liberada, con la mente y el corazón ensanchados. Al mismo tiempo, la llena de asombro: “Y ¿quién, Señor de mi alma, no se ha de espantar de misericordia tan grande y tan crecida merced a quién te ha traicionado con traición tan fea y abominable? ¡Que no sé cómo no se me parte el corazón cuando escribo esto! ¡Porque soy ruin!” (Vida 19, 6). “Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios y se ha regalado mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia” (Vida 4, 10)

Santa Teresa es como una esponja de la Misericordia divina. Y como recipiente preparado para acogerla comprueba que Dios «nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias» (Vida, 19, 15). Su propia experiencia nos da la clave para abrirnos al don de Dios: “Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer, y no se acuerda de nuestra ingratitud…. Miren lo que ha hecho conmigo, que primero me cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme, no nos cansemos nosotros de recibir. (Vida, 19, 15), que tenemos capacidad infinita. Porque el alma se dilata o ensancha en la medida que recibe (4M 3, 9; CV 28, 12)”.

La experiencia de verse inundada por la misericordia sin tasa del Señor la conduce a estar cerca del prójimo, con amor desinteresado, libre de egoísmo, practicado con obras y no sólo con sentimientos: “obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma” (5M3, 11). Amor sacrificado, como el de Jesús, verdadero “capitán del amor” (C 6,9), acogiendo y perdonando de corazón cómo se siente amada y perdonada (Cf. 1M1, 3, cf. 5 M 4,10). “No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió. Porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vio señales de grande amor, y alégrase se le ofrezca en qué le mostrar alguno” (CV 36, 12).

Fuente: Entre Paréntesis