Hernán, de la Bajada San José al Cefar

El sueño de rugbier de Hernán Lezcano creció con la nariz pegada al tele desde niño y en una cancha que no es de rugby, sino de fútbol; un rectángulo de tierra sin pasto; a un costado, el cementerio San Vicemte; cruzando la calle, la capilla San José. Ahora tiene 15 años, Hernán, una mole de 1,80 metro y 130 kilos, pero contaba 11 cuando a unos cuantos locos se les ocurrió llevar el rugby a su barrio, la Bajada San José. Territorio de narcos y delincuentes, según algunas crónicas periodísticas y la mirada que estigmatiza de la policía; más que eso, tierra de laburantes, de hombres, mujeres y jóvenes que sueñan como Hernán. Esta tierra y la obra solidaria de un grupo de jóvenes vinculados al Apsotolado de los Josefinos que depende del Centro Manresa han parido a un rugbier que hoy juega en Universidad Nacional y entrena desde hace un par de semanas en el Centro de Formación para el Alto Rendimiento (Cefar) de la Unión Cordobesa.

Hernán conoció el rugby una mañana de un sábado de 2011. “Un día mi tía me dijo que daban rugby acá, y apoyo escolar también. Empezaban a las 10.30, vine a esa hora, estaba el profe y me dijeron que llame a mis amigos. Fui, los busqué, empezamos a jugar y cada vez fuimos más”, recuerda.

¿Y qué te dijeron tus amigos?

Me decían que estaba loco, no se querían ensuciar. Les dije que fuéramos a jugar un ratito, a pasar la mañana y que luego jugaríamos al fútbol. Así empezamos y fue muy lindo. No sabía que jugar al rugby fuera tan maravilloso. Es diferente a otros deportes. Es muy bueno porque tiene una entrega que no se ve en otros deportes.

Ese primer día Hernán supo que el rugby era lo suyo. Fue constante, aprendió, se divirtió y encontró un camino en la mano siempre tendida de tipos como Francisco Alegre, el Colo, un ex jugador de Athletic, primera línea hasta que una doble hernia de disco cervical lo alejó definitivamente de las canchas. Además de rugby, los sábados hay desayuno, apoyo escolar y hockey en la Bajada. “El Colo es un amigo y profesor. Estoy muy agradecido a él, a Nacho, a Carlos. Siempre me ayudaron, me dieron ropa, botines, todo lo necesario para jugar”, cuenta Hernán, que nació el 1 de enero de 2000. “Creo que soy el segundo nacimiento argentino del milenio”, asegura.

Este año empezaste a jugar en UNC, ¿qué tal?

Muy lindo, me recibieron muy bien y son muy compañeros. Mi primer viaje como jugador fue con ellos a Villa Dolores y hubo mucho compañerismo.

Y estás en el Cefar…

Es una experiencia muy buena. Me gustaría que mis compañeros de La Bajada también pudieran ir y que tengan la oportunidad que tuve yo.

Ahora que jugás en un club y estás en el Cefar, ¿qué te dicen tus amigos del barrio?

Me preguntan qué se siente jugar al rugby y me siguen diciendo que estoy loco, que me voy a vivir golpeando. Otros me desean mucha suerte y me dicen que aproveche mi físico, mi tamaño.

Hace un par de semanas, los Josefinos le consiguieron una consulta con un nutricionista. “Me dijo que dejara un poco los gustos, que vaya de a poco, que con la actividad física que hago voy a encontrar mi mejor peso”, dice Hernán, que reparte su tiempo entre las clases en el colegio Mariano Fragueiro, IPEM 184, y los entrenamientos en la Nacio. Su mamá, Natalia, lo lleva a todos lados y él le agradece: “Hace todo por mí. Gracias a Dios, tengo la suerte que mi mamá me acompaña en todo”.

¿Qué sueño tenés, Hernán?

Sueño con estar bien, ayudar a mi familia, tener una casa digna, que no nos falte nada. Y llegar a Los Pumas y, más adelante, estudiar lo que me guste.

Rugby Full

 

¿Es el ateo el buen samaritano?

En estos días ha aparecido un artículo en prensa titulado “El buen samaritano es el ateo” sobre un estudio que muestra que los niños y niñas criados en ambientes religiosos son menos proclives a ser generosos.

No tengo manera de contestar al estudio ni de hacer observaciones, pero como cristiana sí de hacer preguntas. Para ello quizá ayude el enfoque que José Laguna proponía en el cuadernillo de Cristianime i Justicia “Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad” donde a través de la parábola del Buen Samaritano analiza nuestra forma de ver y de actuar como cristianos en el sXXI.

Dice Pepe Laguna que en la parábola tanto el sacerdote como el levita “viendo no ven”, es decir, que teniendo claro que ambos vieron al “hombre medio muerto” ninguno se paró a ayudarle porque según su religión quedarían impuros si lo tocaban. Sin embargo, el samaritano “hizo lo que se esperaba de un pecador como él, impurificarse”, es decir, la cosmovisión religiosa fue la causa de la ceguera ante el dolor ajeno. Siendo esto así, quizá no sean tan extrañas las conclusiones del estudio, lo que no quita que sigan siendo inquietantes para los que pensamos que nuestra fe en el sXXI nos lleva a ser más generosos y compasivos.

Bien es cierto que la fe y la religión no tienen por qué ir de la mano y que el estudio se refiere a las religiones en general. Además, el estudio parece referirse a una solidaridad espontánea, esa que responde o no al ver a una persona siendo agredida en el metro, a un chico subsahariano que está siendo detenido por no llevar la documentación requerida o a una persona sin hogar tiritando de frío en las noches de invierno.

La compasión es quizá una de las claves pare leer este comportamiento. Dice José Laguna que el término griego usado por Lucas en el evangelio (esplagchnisthe) significa abrazar visceralmente, con las propias entrañas, los sentimientos o la situación del otro y que no debemos confundir compasión con lástima porque esta última pone distancia.

En el mismo artículo se habla de otro estudio que muestra que la compasión llevaba a las personas no creyentes a ser más generosas y aseguraba que «Los más religiosos, por el contrario, fundamentan menos su generosidad en las emociones y más en otros factores, como el dogma, la identidad de grupo o la reputación».

Estoy segura de que hay otros estudios que demuestran lo contrario, al igual que estoy segura de que uno siente mil contradicciones cuando lee estas conclusiones, y yo la verdad me acuerdo de las palabras que el jesuita Adolfo Chércoles repite una y otra vez. No recemos con los ojos cerrados, sino con los ojos abiertos, porque es en la realidad, en esa que pasa delante de ti y donde el Dios en el que creemos actúa cada día, donde nos la jugamos.

Pastoral SJ

 

Se acerca el Inicio del Año Jubilar de la Misericordia

El logo y el lema del Año Jubilar son una buena síntesis de lo que será este año de la Misericordia.

Con el lema ‘Misericordiosos como el Padre’ se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida. El logo –obra del jesuita Marko I. Rupnik– se presenta como un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua, porque indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención.

El dibujo se destaca el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. El Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona.

interior tapa

El Himno inicia con las palabras “Misericordiosos como el Padre”, que es el lema del Jubileo, inspirado en el Evangelio de San Lucas (6,36). El canto presenta una estructura trinitaria – en sus tres primeras estrofas – y la invocación a la paz en la cuarta y última estrofa. La primera estrofa resalta la sabiduría con la cual, Dios Padre ha creado el mundo, el mismo, que ha guiado a su pueblo a lo largo de la historia, que acoje y perdona a sus hijos. En la segunda estrofa, se alaba a Dios Hijo, “luz de los pueblos”, que ama a las creaturas con un “corazón de carne”. La alusión al Espíritu Santo, lo encontramos en la tercera estrofa, donde se invoca sus “siete santos dones”. Finalmente, en la última estrofa se pide la paz de Dios y la llegada del nuevo cielo y la nueva tierra.

Los autores, de la música, Paul Inwood, y del texto, el jesuita Eugenio Costa, han donado los derechos de autor de esta obra al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización con el fin de facilitar la difusión del Himno en toda la Iglesia.

La grabación ha sido ejecutada por la Capilla Musical Pontificia, bajo la dirección de Mons. Massimo Palombella, y de Radio Vaticana.

Himno de la Misericordia

El Papa Francisco a exalumnos jesuitas: ‘¿Todavía tienen el virus jesuita?’

«El Papa que mueve el mundo» es el lema del XVI Congreso Latinoamericano de ex alumnos Jesuitas, que tiene lugar del 11 al 13 de noviembre en la ciudad de Guayaquil, en Ecuador; con el objetivo de analizar y aplicar el modelo de liderazgo del Papa Francisco, para lograr resultados estratégicos sin distinción de credo ni religión, teniendo como eje fundamental la espiritualidad ignaciana, que es una espiritualidad de la encarnación y de la acción donde cada persona participa en su entorno para generar cambios positivos, creando un mundo más justo y humilde.

Con motivo de este Congreso el Papa Francisco envió un video mensaje que Radio Vaticana ofrece a continuación.

TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE DEL PAPA

«Queridos hermanos: Recibí esta carta del Padre Gilberto Freire; me pide un mensaje para este XVI Congreso Latinoamericano de exalumnos de la Compañía de Jesús que se va a desarrollar en Guayaquil, la querida Guayaquil, del 11 al 13 de noviembre del presente año. Y me mandan algunas preguntas. Yo pensé… hablar a los ex alumnos jesuitas, me da la oportunidad de decir qué es lo que espera, el Papa, la Compañía de Jesús, la Iglesia; de un hombre o de una mujer que estudió en un colegio jesuita o una universidad jesuita.

¿Qué espera? ¿Cómo tiene que ser el perfil? Cuando a mí se me presenta alguien y me dice: “Yo estudié con los jesuitas”, le pregunto: “¿Tenés el virus adentro o no, o ya lo perdiste? Es decir, cuál es el perfil de alguien que se dejó formar por la Compañía de Jesús y qué es lo que tiene que dar al mundo ahora. ¿Cómo tiene que actuar? Y dándole vuelta a la cosa, fui a la fuente, a los Ejercicios y les quiero proponer para inspiración del modo de actuar de ustedes, la Contemplación de la Encarnación: el número 101 de los Ejercicios en adelante. Sí, por ahí alguno de ustedes está pensando: “Uh, este nos viene a hacer una prédica”. Les vengo a decir lo que yo creo que tiene que ser cada uno de ustedes y deseo que lo logren ¡eh!, porque mi intención es acompañarlos en esta celebración y ayudarlos.

El jesuita y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita tiene como su herencia; tiene que estar en tensión, continuamente en tensión. En tensión entre el cielo, la tierra y él. No puede esconder la cabeza, como hace el avestruz, de la realidad de la tierra. No puede hacerse un mundo aislado con una religiosidad “light” frente a la realidad de Dios.

Y no puede vender su conciencia a la mundanidad. O sea, son tensiones, ¿cómo estoy yo frente a Dios?, ¿cómo estoy frente al mundo?, ¿cómo estoy frente al espíritu mundano que se me propone a cada rato? Entonces si ustedes responden a esas tres preguntas, podrán calibrar hasta qué punto la formación que recibieron de la Compañía de Jesús entró o hasta qué punto la tienen guardada en un armario. Hay que sacarla, o sería muy triste si ya ni se acuerdan. Me parece que como sacerdote, como Obispo, como jesuita, es el mejor aporte que les puedo dar a ustedes en este XVI Congreso de la Compañía.

San Ignacio, en la Meditación de la Encarnación nos pone en tensión en tres cosas: Por un lado, nos hace mirar al cielo: las tres Divinas personas. Por otro lado, nos hace mirar la Tierra: la gente, los hombres, los países, las situaciones. Y por otro lado, nos hace mirar una persona: en este caso María la casa de Nazaret, esa persona hoy es cada uno de ustedes. Y dice así:

“Traer la cosa que tengo que contemplar”. ¿Y cuál es la cosa? Cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie, la redondez de todo el mundo llena de hombres. O sea Dios mirando a los hombres y como viendo que todos descendían al infierno, es decir, vivían paganamente, se determina en su eternidad que el Hijo se haga hombre para salvarlos. Después continúa… y ver el lugar, ver la gran capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes. Asimismo, ver también qué hace esta gente. Las unas y las otras. En tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz otros en guerra, unos llorando, otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo; o sea mirar la realidad como es. Esto lo segundo. Y lo tercero, mirar la casa de Nuestra Señora en Nazaret. ¿Y qué hace Dios? ¿Y qué hacen los hombres?

Y Dios decide enviar a su Hijo a salvar. Los hombres reciben la salvación para ser salvados de la ceguedad y las tragedias. Y la Virgen dice que sí. Es curioso como, cuando describe lo que hablan las personas: mirar cómo hablan unos con otros, como juran, blasfeman, como se pelean, como lo que dicen… Y esto es lo que me inspira hablarles. La Iglesia a ustedes ex alumnos jesuitas los quiere en tensión. En tensión entre la fe que profesan, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que envía a su Hijo al mundo, y esa fe en tensión con lo que está pasando hoy en el mundo. Esto es un Congreso americano, ¿qué pasa en Latinoamérica?, ¿cuántos chicos no van a la escuela?, porque no pueden, ¿cuántos chicos no tienen alimentación suficiente?, ¿cuántos chicos no tienen salud?

Tres cosas: atención sanitaria, alimentación, educación. Piensen eso. Piensen las “tragedias humanas”, no quiero decir las palabras “tragedias sociales”… sino humanas, porque cada persona es templo de la trinidad. Piensen en las tragedias humanas que están pasando en Latinoamérica. A mí me impresiona mucha en Buenos Aires, una zona de la orilla del Río. Había 36 restaurantes seguidos. Al que iba a cenar ahí le cortaban la cabeza, le hacían pagar una barbaridad. Estaban normalmente llenos. Terminado eso, había una estación ferroviaria y empezaba enseguida una “villa miseria”, una “chabola”, una “favela”. Y de este lado lo mismo.

Que esa figura les haga ver la tragedia que trae hoy día la falta de justicia, la falta de equidad. Y la gente que estaba comiendo allí, mucha era cristiana, mucha creía en Jesucristo y se profesaba católica, y quizás habrían estudiado en colegios católicos, bueno es un ejemplo. Si vos tenés dentro tuyo el “virus jesuítico”, tenés que mirar qué le decís a Dios cuando ves esta desigualdad, qué le decís a Dios cuando ves la explotación de los chicos del trabajo, la explotación de la gente, qué le decís a Dios cuando ves que no se cuida la tierra y que para sembrar y sembrar se desforesta la tierra, y eso hace daño a la gente; qué le decís a Dios cuando compañías mineras usan el cianuro, el arsénico para extraer el mineral y eso atenta a la salud de tanta gente, de tantos chicos, de tantos adultos.

Esto que San Ignacio nos dice: “Mirar como miraba a Dios la faz de la tierra, mirar a todos los hombre, unos naciendo, otros muriendo, otros llorando otros riendo; la realidad… ¿cómo es tu relación con la realidad?, o de otra manera ¿cómo trascendés de vos mismo?, ¿sos un cerrado en vos mismo?, ¿vos te la imaginás a la Virgen cerrando la puerta para no recibir el llamado de Dios? No podés imaginartela así. Pero si sos cristiano, hacé lo que hizo ella. ¿Cómo mirás a los hombres?, ¿con qué mirada? La mirada de tu comodidad, de tu tranquilidad, del que no quiere problemas, o la mirada de tu bolsillo y ¿cómo mirás a Dios?, ¿cara a cara?, ¿persona a persona?, ¿a quién le hablás? A un “Dios spray”, difuso… o le hablás al Padre que es tu Padre, o le hablás al Hijo que es tu Hijo o le hablás al Espíritu Santo que recibiste en el Bautismo. Bueno así los quiero a ustedes, en tensión. Y la verdad siempre se da en tensión, la verdad no está quieta, no está cristalizada, es tensionante, te lleva a actuar, te lleva a cambiar, te lleva a hacer, te lleva a imitar a Dios creador, redentor, santificador; te lleva a ser humano.

¿Estás en tensión?, o estás tranquilo, cómodo… “y no quiero problemas”.

En este Congreso, les deseo que se hagan esta pregunta… ¿cómo vivo yo como ex alumno de la Compañía de Jesús esto que San Ignacio nos hace ver en el Misterio de la Encarnación?, ¿cómo vivo?, ¿estoy en tensión o no me importa nada?

Bueno esto es lo que a mí se me ocurre proponerles, les deseo que pasen un buen Congreso. Guayaquil es linda, una ciudad que quiero; que sea fructuoso el Congreso. Fructuoso, concreto para el corazón de cada uno de ustedes, para la gente con la que trabajan ustedes y para Dios con Ustedes; ¿cómo lo meten a Dios en la familia de ustedes? Le pido al Señor que los bendiga, a la Virgen que los cuide y si lo ven al Padre Paquito denle un abrazo de mi parte. Que Dios los bendiga».

(Transcripción: jesuita Guillermo Ortiz y Sofía Lobos – Programas en español de RADIO VATICANA)

Promotio Iustitiae: Renovar el compromiso por una fe que obra la justicia

En el mes de abril de este año 2015, mientras se celebra el cuarenta aniversario de la Congregación General 32 de la Compañía de Jesús, nos hemos reunido en Roma los Coordinadores Sociales de las Conferencias. Hemos dialogado sobre cómo renovar hoy ese empeño por la justicia que brota de la fe. Después hemos plasmado en un documento los contenidos de aquel diálogo: las fuentes espirituales de nuestro compromiso por la justicia, los cambios experimentados en el mundo y en la Compañía, la experiencia sobre cómo promover hoy mejor la solidaridad en la Compañía y algunas recomendaciones para seguir avanzando.

En el mes de abril de este año 2015, mientras celebramos el cuarenta aniversario de aquel decreto 4º y nos acercamos a la Congregación General 36 que tendrá lugar el próximo año, nos hemos reunido en Roma los Coordinadores Sociales de las Conferencias. Hemos dialogado sobre cómo renovar hoy ese empeño por la justicia que brota de la fe. Después hemos plasmado en un documento los contenidos de aquel diálogo: las fuentes espirituales de nuestro compromiso por la justicia, los cambios experimentados en el mundo y en la Compañía, la experiencia sobre cómo promover hoy mejor la solidaridad en la Compañía y algunas recomendaciones para seguir avanzando.

Queremos dirigirlo a nuestros compañeros jesuitas y laicos –ellas y ellos– que comparten misión con nosotros. Pero nos gustaría que también pudiera ayudar a las muchas personas que forman parte de la familia ignaciana. Esperamos que lo puedas disfrutar.

Querido P. Arrupe,

Cuentan que pocos años después de la Congregación General 31, que le eligiera allí por el año 1965, se convenció usted de la necesidad de convocar una nueva. Confiaba que con ella la Compañía pudiera completar el proceso de adaptación que el Concilio Vaticano II había requerido a las congregaciones y órdenes religiosas.

Muchos de los teólogos jesuitas que habían participado en el Concilio fueron elegidos como miembros de la Congregación General 31. En ella se extrajeron las consecuencias que la novedad del Concilio aportaba a la Compañía. Dicen sus intérpretes que representó un gran giro en la Compañía. Pero pasados unos años, a usted aún le parecía insuficiente. Pensaba que había que dar un paso más.

El Concilio había supuesto una verdadera revolución en el interior de la Iglesia. Al profundizar en la fe y ahondar en el misterio de Cristo y de la Trinidad, transformó la comprensión de sí misma y adoptó una nueva actitud ante el mundo. Ya no lo miraba con severidad, sino con misericordia. Lo vio transido de sufrimientos ante los cuales no podía permanecer ajena.

A usted, Padre, le dolía el mundo, lo miraba con la ternura de quienes lo observan con los ojos de Dios. Desde su juventud se había acercado a barriadas habitadas por gente pobre; su vocación médica le acercó al sufrimiento de los enfermos; la catástrofe de la bomba atómica y sus innumerables víctimas le sorprendieron en el centro de la hecatombe en su querido Japón.

De otra parte, había compartido momentos entrañables con jesuitas entregados a la causa de los empobrecidos. Siempre los acompañó y le conmovió su generosidad. Su corazón vibraba con el de ellos. Era usted clarividente al percibir que el mundo se adentraba en una encrucijada histórica, en un proceso de grandes transformaciones que afectarían a todos sus rincones, algo que hoy ya es obvio. En particular, le estremecía saber que la humanidad disponía de los medios para acabar con el hambre, el subdesarrollo y las guerras, pero carecía de la voluntad requerida.

No le cabía a usted duda, la Compañía precisaba una puesta a punto. Decía el P. Kolvenbach en una ocasión que usted se había aventurado por los riscos de las altas cumbres, allí donde el horizonte se ve más nítido. Se convirtió en un gran guía para la Compañía, porque escuchaba la voz del Espíritu y nunca perdió de vista la “nube del Señor”que la orientaba.

Finalmente convocó aquella Congregación General (CG) 32 que comenzó el año 1974. No estuvo exenta de conflictos. Mirada en retrospectiva, fueron debates creativos que abrieron camino a la penetración del Espíritu en el cuerpo de una Compañía dispuesta a acogerlo. A esta Congregación le debemos la reformulación de nuestra misión: “la misión de la Compañía hoy es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta…”. La promoción de la justicia quería contribuir a la llegada del Reino de Dios en la compleja realidad del mundo. Miraba el mundo entero, sin dividirlo, lo miraba con compasión, con el deseo de sanarlo en su conjunto y con la determinación de contribuir a ello.

El decreto 4º de la CG 32 fue como un estallido en el conjunto de la Compañía. En algunos liberó la energía de una generosidad completa, hasta dar la vida. En otros acrecentó el miedo a lo nuevo por desconocido, que pensaban que traicionaba el legado de nuestros primeros compañeros.

Usted sufrió los excesos, las acusaciones, la incomprensión, la pérdida de la confianza que en su persona habían depositado. Sin embargo, nunca abandonó el timón, ni lo dirigió a otro norte. Estaba convencido de que el Espíritu se había comunicado a la Compañía en aquel momento histórico y quiso serle fiel. Como pedía S. Ignacio al P. General, mostró “la magnanimidad y fortaleza de ánimo… para sufrir las flaquezas de muchos, y para comenzar cosas grandes en servicio de Dios nuestro Señor y perseverar constantemente en ellas cuanto conviene, sin perder ánimo en las contradicciones”.

No se lo agradeceremos nunca lo suficiente. Aquello nos puso en buena compañía, en la de los pobres y en la de tantos amigos que trabajan por un mundo más bello y más justo. Entre ellos hemos descubierto el rostro del Cristo pobre y humilde del Evangelio.

Perdimos muchos compañeros por el camino. De algunas de sus muertes supo usted cuando ya estaba incapacitado para comunicarse. Ya no pudo decirnos lo que sentía. Con certeza, un gran dolor. Posiblemente también una confirmación de la llamada recibida y consolación de que el Cuerpo de la Compañía pudiera acompañar al Cristo del Evangelio, que “padece en la humanidad” (EE 195).

El mundo no es hoy más justo que cuando usted lo conoció. Se ha hecho más pequeño, ya que está más comunicado y vinculado. Continúa atravesado por la injusticia, el hambre, la guerra y la violencia. La misión formulada en aquel famoso decreto 4º se ha hecho más perentoria y actual que nunca. Hoy ya no suscita oposición entre nosotros. Nuestro modo de leer la Escritura, contemplar el Evangelio y comprender la fe está teñido por esta misión, que entendemos que es la de Cristo, en la cual Él nos invita a colaborar.

Los jesuitas somos menos que en el año 1975 y aún disminuiremos más. Nuestra Compañía habla hoy muchas más lenguas y es más multicolor, más variada. Hoy seguiría usted disfrutando del encuentro con sus compañeros jesuitas. Le encantaría su diversidad y compartir con ellos el mismo espíritu de Ignacio, que fue también el suyo, el que le animaba.

Ha sido usted todo un ejemplo de que la tradición ignaciana ayuda a crecer a una persona en humanidad y en familiaridad con Dios. En el mes de abril de este año 2015, mientras celebramos el cuarenta aniversario de aquel decreto 4º y nos acercamos a la Congregación General 36 que tendrá lugar el próximo año, nos hemos reunido en Roma los coordinadores sociales de las Conferencias. Después hemos plasmado en un documento los contenidos de aquel diálogo: las fuentes espirituales de nuestro compromiso por la justicia, los cambios experimentados en el mundo y en la Compañía, la experiencia sobre cómo promover hoy mejor la solidaridad en la Compañía y algunas recomendaciones para seguir avanzando.

Queremos dirigirlo a nuestros compañeros jesuitas y laicos –ellas y ellos– que comparten misión con nosotros. Pero nos gustaría que también pudiera ayudar a las muchas personas que forman parte de la familia ignaciana. Con él queremos también ofrecerle a usted un pequeño homenaje: nuestro empeño por continuar hoy el servicio al Cristo pobre y humilde del Evangelio, en el que comprometió a la Compañía.

Coordinadores Sociales de las Conferencias

 

Miedo a decidir

Definitivamente tengo verdadero pánico a decidir. Y creo que es algo bastante frecuente en nuestro mundo. No sé dónde lo notas tú… Hay gente que se bloquea durante horas con la maleta a medio hacer, incapaces de decidir qué dejan y qué se llevan de viaje. Otros sufren un colapso a la hora de comprar, con dos prendas en la mano a tres pasos del mostrador. Hay quien casi muere al elegir carrera y quien se replantea esa decisión cada vez que los exámenes aprietan un poco…

Yo experimento mi miedo a decidir casi a diario. Lo noto sobre todo cuando me coinciden varios planes y no quiero renunciar a ninguno de los dos. Me imagino en uno de los sitios, luego en el otro… ¡y los dos me parecen imprescindibles! A menudo me produce tal bloqueo que retraso al máximo la decisión, esperando que se hagan compatibles en el último momento o que alguien invente la máquina de la bilocación.

Da igual dónde lo notes exactamente, el miedo a decidir está ahí. El problema es que nos retrata en nuestro temor a renunciar. Porque decidir es básicamente eso: optar por una cosa y renunciar a otras. Y eso nos cuesta mucho. Hay una imagen que me ilumina especialmente en esto: la del árbol y el arbusto. Un arbusto no necesita una verdadera poda; las ramas crecen hacia cualquier lado, pequeñas y abundantes. Sin embargo para que crezca un buen árbol es necesario podar unas ramas y así otras recibirán la savia abundante. Unas ramas se cortan pero gracias a eso, hay otras que crecen fuertes, se robustecen y dan fruto. Tomar decisiones es algo parecido: supone podar y renunciar a cosas para dedicar tiempo y corazón a otras. Pero sólo así crecemos, sólo así damos fruto.

Carlos Gómez- Vírseda

Ser Jesuita.

 

Crónica de la Reunión de Electores de CPAL

Por Rafael Velasco SJ

La reunión de los electores de CPAL se realizó del 2 al 5 de noviembre, en el Centro de espiritualidad Loyola de Santiago de Chile (más conocido como Padre Hurtado). Participamos 34 electores. El clima del encuentro fue de una profunda fraternidad.

Con este encuentro comenzaron oficialmente los trabajos de la CG 36 para nuestra Conferencia. Durante estos cuatro días compartimos nuestras expectativas respecto de la CG 36. Reflexionamos acerca de las llamadas que la Compañía siente de parte de Dios hoy y también acerca del documento preparado por el Coetus Previus, que reúne los postulados que las provincias enviaron con sus propuestas e inquietudes de cara a la Congregación. En ese documento se distinguen dos grandes temas: La necesidad de renovación espiritual de nuestra misión y estilo de vida, y  la convicción de que hay que revisar nuestras estructuras de gobierno. Hubo espacio, también, para compartir los sentires respecto del perfil del futuro General.

Impresiones Personales

Hubo una profunda coincidencia en la necesidad de conversión espiritual, personal, apostólica y comunitaria; que implique volver a la fuente de nuestra fe; a un Dios que se hace pobre y para los pobres. Y a responder a esta experiencia con nuestro estilo de vida comunitaria y apostólica. Para hacerlo más cercano a los pobres, afectiva y efectivamente. Claramente, nuestro estilo de vida es clave para nuestra misión, puesto que allí se juega la capacidad de ser “signo” de algo diferente en este mundo.

A su vez, coincidimos en que necesitamos algo que movilice a la Compañía desde la base; como, en su momento lo hizo la CGXXXII. Ésta movilizó a la Compañía tocando el nervio fundamental de la opción evangélica por los pobres, la urgencia de volver al estilo de Jesús pobre y humilde y nuestra llamada a ponernos al servicio de los pobres, con los pobres y desde los pobres, movilizando nuestras obras y alentando nuestras opciones apostólicas y vitales.

Otro punto en común fue: el Papa Francisco como fuente de inspiración para la Compañía y la encíclica “Laudato si” como un documento que marca caminos importantes a seguir. No sentimos la necesidad de desarrollar como Compañía, una suerte de magisterio respecto del problema ecológico ya que la Encíclica lo aborda en profundidad. En todo caso, deberíamos expresar nuestra “recepción” de ese documento y cuál será nuestro compromiso con el medio ambiente, los desplazados, las víctimas de este mundo herido por la desigualdad y cómo vamos a dejar que esos clamores cuestionen nuestro estilo de vida comunitario y nuestras opciones apostólicas.

Al mismo tiempo, consideramos que la Congregación General debe hablarle a los jesuitas, al corazón de la Compañía. No debemos caer en la tentación de pretender decir una palabra al mundo como si fuéramos la ONU.

A lo largo de días de socializar deseos y experiencias; de orar y reflexionar en comunidad, compartimos la convicción de que el Señor se nos sigue revelando allí donde dijo que lo encontraríamos: en los pobres, las víctimas del odio y la violencia, en los desplazados, los migrantes. Esos rostros son signos de un Dios, que, en esos pobres, nos sigue esperando para anunciarnos el Evangelio. Ellos son nuestros maestros también, en cuanto a nuestro estilo de vida comunitario y fraterno. Los pobres son el signo de Dios en nuestro tiempo. Son los cristos crucificados ante lo que debemos preguntarnos: ¿qué hicimos por Cristo? ¿Qué hacemos por Cristo? ¿Qué debemos hacer por Cristo?

Al comienzo mencioné la coincidencia en la necesidad de una conversión profunda. ¿En qué sentido? En ponernos en espíritu de Primera Semana delante del Señor: para que él nos muestra nuestro pecado, el desorden de nuestras operaciones y lo mundano en nosotros para aborrecerlo. Y así poder abrirnos al Señor pobre y humilde que nos invita a anunciarlo en este mundo.

Dos aspectos en los que pueden manifestarse algo de lo mundano en nosotros:

-Por un lado, en esa pretensión de decirle una palabra al mundo sobre todos los temas; o en asumir acríticamente los criterios del management y la gestión, dejando de lado lo propiamente nuestro, que es el liderazgo apostólico, el discernimiento, la cercanía con Dios para decidir de acuerdo a Su Corazón y su proyecto para nosotros.

-Por otro algo en las estructuras de gestión, que no terminan de dar cuenta del sentir de la Compañía y que en vez de facilitar el gobierno, lo complican.

-Pero lo más importante es dar la espalda a los pobres, ponerlos sólo como una opción más, vivir alejados de ellos física y espiritualmente.

Hemos compartido los electores la necesidad de un estilo de gobierno más simple, que vuelva a las fuentes; con una gran necesidad de “volver a las provincias”. Vemos que los desafíos se presentan en la realidad concreta de las provincias, y por lo tanto, es allí donde se afrontan. Desde allí se asume lo regional y universal.

Nos parece necesario revisar nuestro modo de gobierno para evitar quedar enredados en una red de estructuras y un estilo de gestión que acabe por apartarnos de lo fundamental: la llamada del Señor a estar cerca.

Finalmente elegimos cuatro electores para integrar las cuatro comisiones preparatorias de la CG 36. Se votó a Jorge Cela para la Comisión Coordinadora; a Arturo Susa para la Comisión del Estado de la Compañía; a Rafael Velasco para la Comisión de Renovación Espiritual de Nuestra Vida y Misión; y a Miguel Cruzado para la Comisión sobre Gobierno de la Compañía.

Estos compañeros se reunirán con los elegidos en las otras conferencias de provinciales para ir perfilando el armado de la CG y algunos textos que servirán para la reflexión y discernimiento.

Al plantearnos las tareas para este tiempo que viene, coincidimos en que este año previo debe ser un tiempo de preparación espiritual de toda la Compañía; de lo contrario la Congregación será sólo una cosa de los “electores” y poco más. Para eso se propuso articular algunos medios, con el fin de ayudar a orar personal y comunitariamente por la CG36.

Recemos, entonces, por la CG para que de verdad signifique una renovación profunda de nuestra vida y misión.

 

 

3 Errores en los que podemos caer tras los atentados de París

Los atentados terroristas del pasado viernes 13 de noviembre fueron cometidos por tres comandos yihadistas, que actuaron de manera coordinada. Su objetivo era, directamente, sembrar el caos y la muerte en las calles de París. E, indirectamente, impulsar el horror que desde hace tiempo muestra el grupo terrorista Daesh. Es claro que se hace necesaria una respuesta, pero conviene advertir que dejarnos dominar por el terror nos puede conducir al error.

Concretamente, quiero señalar tres posibles errores concatenados, como los tres comandos del terror, en este caso referidos a cómo abordamos la cuestión de los refugiados.

ERROR NÚMERO 1:

EN ORIGEN Cuando hemos sido golpeados tan brutal y directamente, los europeos podemos pensar que esto solo nos pasa a nosotros, o que se trata de un acto muy excepcional. Pero, desgraciadamente, no es así. Según datos del Global Terrorism Index 2015, publicado hace apenas unos días, el año pasado hubo más 32.000 muertes por terrorismo en todo el mundo, el 78% de las cuales se concentraron en cinco países: Iraq, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria. Sólo en este país hubo 232 ataques terroristas que causaron unos 1.700 muertos. Pues bien: no podemos olvidar que los refugiados sirios huyen de la misma barbarie que estos días estamos sintiendo tan cerca. Si nuestra rutina nos hace olvidar la brutalidad de Boko Haram secuestrando niñas en Nigeria o de Al Shabab matando universitarios en Kenia, que al menos los atentados de París nos hagan un poco más cercanos a quienes sufren las bombas de Daesh en Siria, Líbano o Egipto. Sería un error olvidar el horror que empuja a las personas a huir de un país en guerra.

ERROR NÚMERO 2:

EN TRÁNSITO Durante las horas y los días que siguieron a los ataques terroristas del viernes hubo muchas informaciones inexactas, bastantes desmentidos, varios datos no contrastados e incluso algunos bulos. Una de las historias, aún no esclarecidas pero que ha recibido gran atención (quizá interesada), se refiere a la aparición en las inmediaciones del campo de fútbol de Saint Denis de un pasaporte sirio, supuestamente perteneciente a un refugiado que entró por Grecia. Ha bastado este dato, aún confuso, para que algunas voces hayan levantado alarmas, señalando que los yihadistas supuestamente entran en Europa camuflados de refugiados y reclamando un cierre de fronteras que bloquee la acogida a las personas que, huyendo de la guerra, solicitan protección internacional. Parece que el pasaporte en cuestión es falso, pero en todo caso bastaría uno entre 700.000 para poner en cuestión todo un sistema de asilo y refugio. Craso error, de nuevo motivado por el terror.

ERROR NÚMERO 3:

EN DESTINO Si algo muestran los atentados de esta semana es que vivimos una confrontación entre civilización y barbarie. La civilización es, o quiere ser, un espacio de acogida e integración, de convivencia y de respeto, de pluralidad y de igualdad, de justicia y de paz. La barbarie pretende construir una sociedad totalitaria, homogénea, oprimida. Pues bien, en la medida en que nos dejamos llevar por el prejuicio y la discriminación, caemos del lado de la barbarie. Y ese es otro error, explícitamente buscado por el terror. Por ello, como ha declarado la portavoz de ACNUR, Melissa Fleming, “los refugiados no deben ser convertidos en chivos expiatorios ni en víctimas secundarias de esos trágicos eventos”. Una sociedad civilizada, por el contrario, debe apostar por la acogida y la integración plena de las personas refugiadas en su seno. He a los terroristas. Y es que, si el horror nubla nuestros ojos, podemos errar en la mirada y en la acción.

Ante el terror, ¿muros o derechos?

Todos nos hemos sentido conmovidos por los brutales atentados de París del pasado viernes. Y los pasados en Líbano, y antes en Bali, en Afganistán, en Londres, en Irak… Pero si algo hemos aprendido en estos años es que el dolor y la rabia por las víctimas no pueden justificar medidas contrarias a los derechos humanos, que además se han demostrado claramente ineficaces. En ese sentido, resulta absolutamente inaceptable, y contrario al derecho internacional, las medidas anunciadas por algunos países de restringir el acceso de personas refugiadas tras los atentados de París.

Parece que algunos dirigentes que llevan meses regateando en sus obligaciones con los refugiados y retrasando posibles soluciones han encontrado una excusa, más que un motivo real, para cerrar sus fronteras y no cumplir con sus obligaciones internacionales. Además, para justificar estas medidas nos encontramos con numerosos discursos de líderes políticos y sociales que fomentan actitudes racistas y xenófobas contra la población migrante, refugiada o de otras creencias religiosas. Estos mensajes no solo son peligrosos para nuestra convivencia, además son falsos.

Vincular a las personas refugiadas que llegan a Europa con actos terroristas es además de injusto, irresponsable e irreal, particularmente cruel dado que miles de ellas precisamente huyen de esos grupos terroristas. De hecho, la inmensa mayoría de los actos terroristas los sufren población de países de mayoría musulmana. Así, para muchos de los que llegan a Europa, los actos terroristas no son una sorpresa que les sobresalta, sino que ha sido su rutina durante meses, o incluso años. Confiamos en que la sociedad europea no se deje manipular y rechace estos mensajes xenófobos y mantenga la actitud general de solidaridad y acogida hacia las personas refugiadas que ha mantenido en los últimos meses.

Ahora que parece que la tendencia tras los atentados es levantar muros en todas las fronteras de Europa en aras de una presunta seguridad, conviene señalar que la principal medida para salvar vidas de las personas que huyen los conflictos puede ser también una herramienta eficaz contra el terrorismo.

Si se habilitan vías legales y seguras para que se pueda solicitar asilo en los países de tránsito en el recorrido a Europa, se permitirá una mejor identificación y se minimizarían los riesgos, y sobre todo se desmontará gran parte del negocio de las mafias que trafican con personas ahora que sabemos que son otra de las vías de financiación de los grupos terroristas.

Es precisamente en estos momentos de consternación cuando con mayor fuerza hay que reclamar a los Estados que las respuestas ante esta situación se basen en el respeto de los derechos humanos y no se afecten vidas de población civil inocente.

Haber sufrido dentro de las fronteras europeas la barbarie terrorista nos debería reafirmar en nuestra solidaridad con los que la llevan sufriendo de forma constante y con los valores de derechos humanos. Si empezamos a cuestionarlos y a aplicar restricciones al derecho de asilo, el terror podrá decir que se ha anotado una victoria.

Por: Estrella Galán (secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado – CEAR)

Fuente: Europa Press1

 

Las universidades jesuitas como agentes de cambio

Ser agentes de transformación social es una de las preocupaciones que comparten las instituciones educativas de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal), señaló José Morales Orozco, SJ, rector del ITESO durante la celebración del Día Ausjal.

Morales Orozco retomó la invitación que Peter Hans Kolvenbach, SJ, (Padre General de la Compañía de Jesús de 1983 a 2006), hizo al afirmar que las universidades de la Compañía de Jesús deben ser fieles al sustantivo universidad y al adjetivo jesuita.

El Rector enfatizó, durante la actividad efectuada el pasado martes 27 de octubre en el Auditorio A, que las universidades de Ausjal están inmersas en un contexto particular, donde existen inequidad, corrupción, impunidad, crimen organizado y violencia.

Arturo Reynoso, jefe del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, señaló que las universidades de Ausjal deben identificar los procesos culturales, políticos y sociales que dieron origen a situaciones de violencia, por ejemplo.

“La violencia en el país no empezó hace cinco años, ni hace diez años, ni hace 20 años”, señaló Reynoso, quien agregó que es un efecto de las personas que se quieren formar que estas sean “integrales, tienen que ser capaces de preguntarse más allá, no quedarnos solamente con la foto de la realidad”.

Tras remarcar que el ser jesuitas es lo que distingue a las instituciones educativas de Ausjal de otras universidades, Morales Orozco recalcó que en la asociación también existe una preocupación constante de calidad académica y de pertinencia social.

“Una calidad académica que esté enfocada siempre a la transformación social, que tenga impacto social”, sentenció.

¿Qué implica ser una universidad jesuita en América Latina?, preguntó Juan Carlos Núñez, titular de la Dirección de Integración Comunitaria, quien fungió como moderador de la discusión entre ambos jesuitas.

“El padre (Ignacio) Ellacuría, SJ decía que cada universidad debe ser un proyecto social, y una red de universidades debe ser también un proyecto social, tenemos que estar muy atentos al contexto concreto en el que estamos situados para ser agentes de transformación social”, dijo Morales Orozco.

El también ex presidente de Ausjal, señaló que existe una red dentro de la asociación que trabaja en los ámbitos de la desigualdad, la pobreza y el medio ambiente en las universidades jesuitas.

Retos de las universidades jesuitas

El Rector del ITESO indicó que el reto de las instituciones educativas confiadas a la Compañía de Jesús es interconectar las redes de universidades jesuitas de América Latina, Europa, África, India, Asia-Oriental.

“Hay problemas globales que tienen que ser abordados globalmente, como decía el Padre General (Adolfo Nicolás). Uno de ellos es la injusticia, la pobreza es otra de ellas, el diálogo con las culturas y finalmente el problema ecológico. Esos tienen que ser abordados mundialmente por las universidades jesuitas”.

¿Hasta dónde podemos incidir, qué tanto hemos logrado en esta misión de las universidades jesuitas?, cuestionó Núñez.

Uno de los grandes retos que tienen las universidades es medir el impacto de sus acciones en relación con la incidencia en políticas públicas, respondió Morales.

El Rector señaló que las instituciones de educación básica, media superior y superior son medios de la Compañía de Jesús a través de los cuales puede realizar su misión.

“Para nosotros el ITESO no es sólo una universidad, sino es una obra apostólica de la Compañía de Jesús, y estamos convencidos que a través de ella podemos vivir nuestra misión como jesuitas”, concluyó el Rector.

CPAL SJ

 

Postgrado en Acompañamiento Psicoespiritual en Chile.

Únicos programas de esta naturaleza disponibles en Latinoamérica. El proceso de postulación se cierra el 15 de enero de 2016.

La Universidad Alberto Hurtado (UAH) de Santiago ha abierto el proceso de postulación para la sexta versión de sus programas de magíster y diplomado en acompañamiento psicoespiritual, orientados a entregar herramientas psicológicas y espirituales a agentes pastorales que acompañan diversas situaciones de vida (formación a la vida religiosa, acompañamiento de adolescentes en colegios, atención pastoral de enfermos y encarcelados, experiencias de retiros, etc.). Se trata de los únicos programas de esta naturaleza disponibles en Latinoamérica.

El proceso de postulación se cierra el 15 de enero de 2016.

Contacto: cvenegas@uahurtado.cl; www.uahurtado.cl (postgrados).

Como principal novedad, el magíster ha comenzado un trabajo colaborativo con el Centre for Child Protection de la Universidad Gregoriana de Roma. A través de éste, los alumnos de la UAH son parte de un curso online internacional destinado a prevenir el abuso de menores.

Jesuitas Chile