Respondiendo a la invitación de las redes

Existen algunas iniciativas que han surgido en el ambiente ignaciano para responder al mandato propiciado por la Congregación General 35 para mejorar las redes globales en la Compañía de Jesús, pero es importante resaltar dos de ellas:

-En Noviembre de 2008, colaboradores laicos y jesuitas de todos los continentes se encontraron en El Escorial, Madrid, para reflexionar en la manera ignaciana de hacer incidencia. En esta reunión, el grupo identificó unas áreas prioritarias en las que la Compañía debe basar las redes de incidencia. De esta forma es que surge la Red Global de Incidencia IgnacianaGIAN (por sus siglas en inglés).

La segunda respuesta al mandato de la CG35 tuvo lugar en abril de 2012, cuando se sostuvo una reunión internacional en Boston College para buscar la mejor manera de promover las redes de forma global. En esa reunión, los participantes identificaron la necesidad urgente de llevar una transformación mayor cultural y organizacional de la Compañía de Jesús y las redes fueron promovidas como la vía más inteligente para transformar a la Compañía de Jesús en un verdadero cuerpo global, capaz de responder a los principales retos globales del siglo veintiuno.

A un año de la Congregación General 36, las redes globales del Apostolado Social de la Compañía de Jesús se reunirá en Loyola en el encuentro nacional “Networking for Justice” para evaluar el impacto que han tenido las redes, identificar las principales lecciones aprendidas y proponer medidas concretas para mejorar aún más las redes en la Compañía de Jesús.

CPAL SJ

 

Hospitalidad, dignidad y derechos

Claves del marco común de trabajo con refugiados y migrantes de las entidades de acción social de la iglesia en España.

Cáritas, la Comisión Episcopal de Migraciones, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz aprueban el «Marco Común de la Red Intraeclesial frente a la situación actual» para articular una estrategia conjunta de Iglesia ante el reto de las migraciones Hospitalidad, Dignidad y Derechos. Estas son las tres claves del trabajo de la Iglesia con las personas migrantes y refugiadas que articulan el “Marco Común de la Red Intraeclesial frente a la situación actual”, que acaba de ser aprobado.

Con este documento, las entidades promotoras de la citada Red —Cáritas Española, la Comisión Episcopal de Migraciones, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz- pretenden consolidar la estrategia estatal conjunta que vienen impulsando para organizar, a la luz del Jubileo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco en 2016 para conmemorar el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, una respuesta global y coordinada a la realidad de las migraciones en nuestro país, que se ha visto agudizado en los últimos meses con la aparición de nuevos escenarios en el seno de la Unión Europea.

Objetivo

Según se señala en la introducción, “el objetivo de este Marco Común no es otro que el de continuar con nuestra línea de trabajo conjunta, articulada a través de esta Red Intraeclesial desde la voluntad de impulsar una presencia coordinada de Iglesia y de compartir el núcleo de esta reflexión, que luego alimentará los distintos espacios de cada una de nuestras entidades, según su misión y carisma”.

Las entidades pretenden “sostener públicamente un discurso común y una mirada compartida sobre el hecho migratorio en todas sus vertientes, así como la convicción sobre la necesidad de sensibilizar a las propias comunidades cristianas en la defensa de los derechos de las personas migrantes y refugiadas, en el cultivo y desarrollo de una cultura de la acogida del diferente inspirada en la hospitalidad”.

Valoran, además, como una gran oportunidad la corriente de sensibilidad social y comunitaria expresada en múltiples formas hacia las personas en busca de protección internacional. Y señalan, al mismo tiempo, ciertas sombras del actual horizonte político y mediático “al establecer categorías sobre las personas que se encuentran en situación de movilidad, al situar en lugar preferente los derechos de unas personas solicitantes de asilo —que proceden de un determinado conflicto o de un determinado país— ante los de otros solicitantes de asilo y los de otras personas migrantes”.

Cuatro constataciones

En el documento se recogen cuatro constataciones. Primero: la actual situación no es solo una emergencia, sino el resultado de una política orientada exclusivamente al control de flujos. Segundo: estamos ante una situación que no afecta solamente a las personas en busca de protección internacional, sino a la dignidad y a los derechos de todos los migrantes. Tercero: es imprescindible activar en Europa una mirada larga que aborde las causas de las migraciones forzadas. Y cuarto: es urgente transformar el reto en oportunidad, ya que las migraciones son una oportunidad para el desarrollo de los pueblos.

Una mirada que aborda las causas de las migraciones forzadas

Cáritas, la Comisión Episcopal de Migraciones, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús, y Justicia y Paz proponen, junto a la puesta en marcha en Europa de un plan urgente de acogida humanitaria e integración, articular en paralelo medidas que incidan en las causas de los desplazamientos:

–          Asegurar la paz y el desarrollo tanto en los países de origen como de tránsito hacia Europa es una pieza clave de nuestro futuro común.

–          Atajar las causas de la migración involuntaria, como son los conflictos armados, la pobreza y la desigualdad, el cambio climático, la competencia por los recursos naturales, la corrupción y el comercio de armas.

–          Aumentar la Ayuda Oficial al Desarrollo de los países de la UE hasta alcanzar el prometido 0,7 % del PIB. Esta ayuda debe prestar atención prioritaria a los Estados más frágiles y a los países menos desarrollados.

–          Exigir a la ONU su apoyo a aquellas acciones que aseguren la paz en zonas de conflicto.

–          Abordar de raíz las causas de la trata de personas. Esto pasa por considerar a las víctimas de trata no como infractores, sino como víctimas de un delito, y proporcionar respuestas eficaces de apoyo y tratamiento a las víctimas de trata.

Una mirada inclusiva sobre la acogida, la integración y la interculturalidad

La Red Intraeclesial ha acordado trabajar de forma conjunta y coordinada tanto a nivel interno como ante a los poderes públicos, en defensa de unas políticas de acogida e integración que incidan en el cambio de estereotipos y en combatir, a través de una mirada inclusiva, los discursos racistas y xenófobos en nuestra sociedad.

Las entidades muestran su convicción de que “las migraciones son una oportunidad para el desarrollo de los pueblos, no solo para las sociedades de origen y tránsito, sino también para nuestras propias sociedades que hoy se configuran ya como espacios de mestizaje, que se enriquecen en la convivencia con los otros”.

El Buen Samaritano, fuente de inspiración

El Marco Común lanza una invitación a encontrar “inspiración en la parábola del Buen Samaritano” y “a superar el miedo para ir al encuentro del otro, del extraño, del extranjero y reconocerlo como ser humano”. “Este encuentro –se recuerda— nos cuestionará, nos hará cambiar los planes y tomar una dirección distinta, como hizo el Buen Samaritano al ver al hombre apaleado al borde del camino. Pero nos llevará también a descubrir riquezas humanas insospechadas, allí donde el miedo nos hacía ver sólo riesgos y peligros”.

En definitiva, con esta iniciativa las organizaciones que integran la Red quieren responder a la pregunta del Papa en su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2016: «¿Cómo hacer de modo que la integración sea una experiencia enriquecedora para ambos, que abra caminos positivos a las comunidades y prevenga el riesgo de la discriminación, del racismo, del nacionalismo extremo o de la xenofobia?».

Jesuitas España

Es que eres TAN jesuita…

MD / The Jesuit Post

No pocos de entre nosotros hemos escuchado más de una vez esta reacción de parte de nuestros familiares y amigos. ¡Claro que no podría ser de otra manera! A decir verdad, a veces nos pesa pero la mayoría de las veces –aunque no lo queramos-, nos llena de orgullo.

Sea como sea, existe una gran cantidad de características que podríamos denominar ‘jesuíticas’ y, ciertamente, no son patrimonio exclusivo de los miembros de la Compañía. Confesémoslo: en prodigar nuestro estilo, ¡sí que somos generosos! Lo compartimos con la gran familia ignaciana, religiosas y laicos que se nos asemejan en más de una particularidad.

Veamos algunas de ellas que nos podrían merecer el apelativo de “TAN jesuita”.

1. Cuando escuchas la palabra “VISITA” no se te viene a la mente un familiar sino… el PROVINCIAL.

2. Cuando en una conversación cotidiana empiezas a usar términos como ‘puntos, Provincia, discernimiento, Ejercicios, examen’… sin necesitar explicarlos.

3. Cuando vives un encuentro, en otra ciudad o país, y te sientes como en tu propio grupo, comunidad, apostolado… y, además, ¡entiendes todos los chistes!

4. Empiezas a comparar las casas de Ejercicios: cuál te gusta más, qué cuarto es tu preferido y te conoces hasta el menú.

5. Sabes que la clave de wifi incluye, SÍ o SÍ, un lugar ignaciano y una fecha de la vida de San Ignacio… ¡LO SABES!

6. No necesitas más explicaciones para simpatizar con alguien que está pasando “una Tercera Semana” y rezar por él/ella.

7. Cuando conoces una comunidad jesuita –y la has visitado muchas veces-, y te vuelves capaz de encontrar los vasos y las tazas en cualquier OTRA comunidad de la Provincia. –¡YA NO HAY VUELTA ATRÁS!-

8. Las siglas pasan a ser lenguaje corriente en tu vocabulario. ¿Ah, decís que no? Bueno, prueba hablar todo un día sin decir: ARU, RJI, ENRE, SJ, EJI, CVX, UCU, UCC,… ¡ahí te quiero ver!

9. Si eres capaz de reconocer que todos los jesuitas tienen dos cosas en común: que no pueden ser más distintos entre sí y que todos volverían a ser jesuitas si pudieran elegir de nuevo.

10. Cuando te das cuenta que todos –o la inmensa mayoría de- tus amigos comparten los mismos grupos, las mismas anécdotas y les pasan las mismas 9 anteriores… ¡Es que te has vuelto TAN jesuita… y lo celebran juntos!

Apuesto a que podrías seguir completando esta lista. ¿Te animas? ¡Ánimo!

 

Las redes son el nuevo nivel de actuación

Por Dani Villanueva SJ

La adaptación a un contexto globalizado está en los genes de los jesuitas. San Ignacio ha promovido una visión universal claramente presente en la contemplación de la Encarnación (EE 102), que se traduce en lo que hasta ahora  es una sensación desconocida de ser enviado en una misión apostólica global, y con una dimensión de disponibilidad y movilidad para la mayor gloria de Dios. Incluso el cuarto voto es en sí una llamada a la universalidad, al servicio del obispado de la Iglesia mundial; y la unión jesuita de mentes y corazones es un medio espiritual que promueve unidad en una misión que dispersa inevitablemente el cuerpo apostólico por todo el mundo… ¿Acaso no estamos listos para las redes?

Empezamos llamándole cooperación interprovincial hace 50 años. Lo curioso desde entonces es que la atención creciente del medio corporal y la universalidad de la misión jesuita, cristalizada en las prioridades apostólicas formuladas en 1970 (repetidas en 2003 y actualizadas en 2008), no han sido igualadas con una actualización de nuestras estructuras. El desarrollo organizacional es de hecho una de las claves apostólicas para el futuro. Nuestras estructuras existentes deben ser renovadas para que podamos responder mejor a los retos globales y a los problemas internacionales de hoy y mañana. Esta, y nada más, es la razón por la que los jesuitas están desarrollando redes: son redes que promueven lo bueno de la misión.

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Desde la década de los setenta hemos estado creando redes: 

espacios colaborativos al servicio de la misión. Algunas operaron por unos años y superaron su utilidad, otras ni siquiera despegaron. Algunas redes simplemente sirvieron de soporte para obras individuales, centralizando e integrando servicios o vínculos comunes entre empresas localizadas en un solo lugar.  Otras, sin embargo, pueden ser consideradas redes organizacionales en las que miembros en distintos lugares coordinan esfuerzos y actúan en conjunto como un solo cuerpo.

Es precisamente este nivel de actuar que está en juego en el nuevo impulso hacia las redes jesuitas, uno en el que las instituciones e individuos se ven a sí mismos como parte de una misión más amplia y que trasciende los límites de su institución o región. Nos han dado una misión que es universal. Para responder como debemos en la actualidad, debemos desarrollar nuevas estructuras y formas de actuar. ¿Las redes pueden ser la respuesta?

CPALSJ

Encuentro Anual de la Red Jesuitas con Migrantes.

¿Qué es la Red de Jesuitas con Migrantes? Son todas las obras jesuitas de América Latina que desde diferentes perspectivas y niveles, y con diferentes recursos trabajan con poblaciones refugiadas y/o migrantes. Se organiza en cuatro subregiones: Caribe, Sur, SJR y CANA. Esta última región está realizando entre el 29 y 30 de octubre su encuentro anual, después de la reunión del equipo coordinador los días 27 y 28, en San Salvador.

Por Roberto Jaramillo y Karina Fonseca.

Entre el 26 y 27 de octubre se reunió en San Salvador el Equipo Coordinador de la Red Jesuitas con Migrantes. ¿Qué es la Red de Jesuitas con Migrantes? Son todas las obras jesuitas de América Latina que desde diferentes perspectivas y niveles, y con diferentes recursos trabajan con poblaciones refugiadas y/o migrantes en América Latina. En ella están, pues, “enredados” equipos del servicio de jesuitas para migrantes (SJM), del servicio de jesuitas para los refugiados (SJR), de universidades, centros de investigación social, parroquias, instituciones educativas como Fe y Alegría, entre otras.

Una de las grandes virtualidades de esta red está en la posibilidad de establecer el diálogo entre personas/obras que se sitúan en muy diversas escalas del problema de la migración, desde el servicio primario y acompañamiento a los migrantes en sus viajes y sufrimientos, pasando por la integración de investigadores, medios de comunicación y sensibilización social, articuladores de instituciones y programas, grupos que tienen por vocación la incidencia política, y la articulación con otras iniciativas y redes no jesuitas, etc.

El equipo coordinador de la RJM está formado por Miguel Yaksic de la región Sur (Chile, Perú, Brasil), Lissant Antoine de la región Caribe, Yolanda Gonzalez de la región CANA (Centro américa-Norte América) y Merlys Mosquera del SJR (Colombia y sus vecinos), Sabina Barone (secretaria ejecutiva de la Campaña por la Hospitalidad), Rafael Moreno y Mauricio García (coordinadores saliente y entrante de la RJM) y el delegado del Sector Social de la CPAL Roberto Jaramillo. Estuvieron también presentes en esta reunión Bill Kelly, delegado social de la Conferencia de Jesuitas de Norte América, Miguel González director del SJM/España, Miriam Artola y Txaro Hernández de Alboan, Javier Cortegozo de Entreculturas y Mauro Verzeletti, sacerdote scalabriniano que trabaja en Centro América. Dos veces por año se reúne este equipo para hacer un balance de las acciones que se realizan en las regiones mencionadas, para revisar el desarrollo de la Campaña por la Hospitalidad y otras acciones comunes, y para revisar el desarrollo del Programa Operativo Anual (POA).

Destacamos algunos elementos o hitos importantes de la realidad migratoria que acompaña el RJM en éste último tiempo:

1ª PREOCUPACIÓN: FRONTERA COLOMBO-VENEZOLANA

1.Desdibujamiento del conflicto armado, continuidad de la violencia criminal, mayor vulnerabilidad de los desplazados. Del 23 de agosto al 15 de septiembre de 2015: 1.970 personas internacional.

2. Se está incrementando el número de personas venezolanas que salen huyendo por la represión política.

2ª PREOCUPACIÓN: CENTRO AMÉRICA – NORTE AMÉRICA (CANA)

1. Creciente violencia en el triángulo del norte de Centro América y México que está generando desplazamiento interno y expulsión de Personas en Necesidad de Protección Internacional (PNPI)

2. Resistencia de los Gobiernos de EE UU y México para reconocer el status de “refugiado”

3. Incremento de la vulnerabilidad de los transmigrantes por México, especialmente en el caso de los niños y mujeres

4. Número alarmante de deportados y retornados con difícil reinserción social y laboral en sus comunidades de origen.

5. Alianza entre los Gobiernos de Centro América y Norte América para frenar la migración.

3ª PREOCUPACIÓN: FRONTERA REPÚBLICA DOMINICANA – HAITÍ

1. Están en proceso de regularización cerca de 210 mil. Quedaron en situación irregular, susceptibles a ser deportados más de 200 mil.

2. Han sido deportados en 2015 alrededor de 41 mil haitianos. Retornaron “voluntariamente” entre 14 y 20 mil.

3. Sigue sin haberse revertido el decreto que despojó a 63 mil descendientes de haitianos de la nacionalidad dominicana.

4. Bahamas quiere hacer lo mismo que República Dominicana en el 2016

BUENAS NOTICIAS Y ESPERANZAS EN AMÉRICA LATINA

1. Se prepara una buena y positiva reforma a la ley migratoria de Chile: reconocimiento del “ius solis”, visas.

2. Visa humanitaria para los haitianos en Brasil.

3. Aplicación de la visa del Mercosur.

4. Con la visa del Mercosur la población de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela deberían tener libre tránsito por todo este territorio y facilidad para obtener visa de residencia temporaria por 2 años con posibilidad de convertirse en permanente.

5. Sin embargo no todos los países involucrados están ya aplicando este acuerdo. En algunos el trámite es muy caro.

CA&NA realiza su XIV Encuentro Anual

Más de 60 colaboradoras y colaboradores que trabajan con personas migrantes, desplazadas y refugiadas en las obras Jesuitas de Centroamérica y Norteamérica se reunieron para el XIV Encuentro Anual de la RJM-CA&NA, los días 29 y 30 de octubre en San Salvador. Este espacio ha permitido por muchos años, motivar el intercambio de experiencias, informar sobre los contextos cambiantes en el trabajo de acompañamiento que llevamos adelante con poblaciones migrantes y definir prioridades para el accionar conjunto.

También participaron en el Encuentro compañeros/as de la RJM en Suramérica, El Caribe, el SJR LAC, así como representantes de organizaciones hermanas con las que tenemos vinculación a nivel regional. Además, fue la oportunidad para presentar formalmente a Mauricio García, S.J., quien a partir de noviembre ha asumido la coordinación de la RJM de Latinoamérica y el Caribe, en sustitución de Rafa Moreno, S.J.

Finalmente, un recuento de frases que varios participantes mencionaron y que sin duda, permitirán definir con mayor claridad los esfuerzos comunes que se desarrollarán para enfrentar los profundos desafíos la RJM-CA&NA: “toda la migración es forzada, los únicos que no se van a la fuerza son los turistas”, “debemos incrementar la multisectorialidad de la Red y darle mayor consistencia a su estructura” ; “nuestros pueblos demandan educación, salud, trabajo y seguridad para no migrar”; y “la incidencia no se puede hacer sin presencia…la presencia nos da credibilidad”.

Mucho para pensar, pero más aún, mucho para seguir actuando. En la próxima edición compartiremos los acuerdos más relevantes surgidos en el Encuentro y que serán impulsados a partir del 2016.

CPAL Social

Reflexión del Evangelio, Domingo 23 de Noviembre

Por Matías Yunes SJ

El domingo de Cristo Rey nos encuentra en un fin de semana cargado por el debate sobre el poder. Es tiempo de decisión electoral en Argentina, y gracias a nuestro voto podemos otorgar el poder a un candidato para que (¡esperamos!) gobierne al país con honestidad y responsabilidad. Por otro lado, los recientes episodios de ataques terroristas en Europa han hecho poner sobre el tapete de las redes sociales un conflicto de intereses de diversas índoles, donde se hace difícil y complejo sostener cuál es el legítimo poder sobre la vida de otros, y a veces llegando a caer en la solución simplista de “buenos” contra “malos”. La crisis migratoria nos hace detener la mirada sobre las decisiones de aquellos que pueden ejercer el poder sobre políticas internacionales, pero que a su vez, mediante ellas lo ejercen sobre el destino de personas. ¿Quién tiene el verdadero poder? ¿Quién lo ejerce con mayor firmeza? Preguntas que siempre han acompañado a la humanidad y que hasta hoy son difíciles de responder sin una cuota de ambición, resentimiento o extremismo.

Hoy las lecturas nos muestran a Jesucristo revestido de gloria y de poder. Hoy celebramos que hay un Rey que nos gobierna cubierto de majestad. Tanto la primera como la segunda lectura nos hablan desde la apocalíptica, es decir desde la revelación. Daniel en su visión, es testigo de que a un “Hijo de hombre” le es otorgado el dominio, la gloria y el reino y que su reino será eterno. El Apocalipsis dice que ese “Hijo de hombre” es Jesucristo, el Resucitado, el Todopoderoso, Alfa y Omega, dueño del tiempo y de la eternidad, que gracias a su entrega en la Cruz nos ha hecho partícipes de su Reino.

Quizás estas lecturas contrastan con la imagen que nos presenta el Evangelio. Jesús ante Pilato es el cara a cara de dos reyes, pero que desde una primera mirada, podemos decir que uno está en clara situación de desventaja. Jesús no hace alarde de nada de lo que las lecturas anteriores nos decían. No ha hecho nada para merecer una realeza temporal. Al contrario, lo que hace que Cristo sea rey es algo que no se juzga desde los ojos terrenales. Su realeza proviene del don de su Resurrección. Una resurrección que no se da a sí mismo, sino que su Padre se la otorgó. A Jesús le fue dado el poder. No es algo que se apropió para sí como una virtud que tuviese que demostrar o hacer valer ante otros, sino que gracias a su entrega, su completa donación de vida en la cruz, se arriesgó y esperó. Al tercer día el Padre lo resucitó por la acción del Espíritu Santo.

Por eso reconocemos en Cristo el rey de la humildad, la coherencia de vida, la libertad y la verdad. Cuánto nos ayudaría hoy comprender que el poder es algo que recibimos como don. Un don que proviene de una vida entregada y desgastada por los demás. Comprender que ser “rey” es una dignidad que otros depositan sobre nuestros hombros, y que en nuestro tiempo se encuentra por el camino de la pobreza, la sencillez, la humildad y la paz.

Ante nuestro tiempo tenemos la capacidad de responder como verdaderos “reyes” dignos de nuestro ser cristiano. Sacerdotes, profetas y reyes fuimos ungidos en nuestro Bautismo. No pretendamos mostrar al mundo (o a nuestro Facebook) quién tiene el poder hoy en día, sino que vivamos coherentemente con la dignidad que nos ha sido otorgada. La de que en nuestra entrega cotidiana, en la búsqueda de la justicia, la verdad y la paz con humildad, esperamos ser resucitados por el Padre y compartir la realeza de Cristo para siempre.

Algunos puntos débiles y fuertes de la espiritualidad ignaciana en el camino de la conversión ecológica

Este artículo es de octubre a diciembre de 2015 número de la revista jesuita Manresa que se centra en la espiritualidad ignaciana y ecología y cómo éstos se reflejan en Laudato si’, la Encíclica papal sobre la ecología. Pueden tener acceso a la versión llena de este artículo en Ecojesuit.

La ecología, y con ella las cuestiones medioambientales, se ha convertido en un tema relevante para nuestro tiempo. El modelo de desarrollo económico basado en una fuerte industrialización y un fuerte consumismo, vertebran nuestra vida social. Este eje se sostiene sobre otros elementos importantes como son la innovación tecnológica; la publicidad; y la actividad financiera. Es indudable que vivimos momentos de bienestar desconocidos hasta ahora, y que este bienestar llega a una cantidad mayor de personas en todo el mundo.

Pero, y simplificando mucho el análisis, el precio que estamos pagando también es muy grande pues lo que parece cada vez más evidente es que será muy difícil sostener este modelo de desarrollo; sin olvidar que millones de personas siguen sin disfrutar las ventajas del mismo.

La crisis ecológica siguiendo el proceso de producción, nos habla del agotamiento de los recursos naturales. El petróleo, el gas o los minerales son recursos no renovables por lo que una vez extraídos ya no se pueden recuperar. Con los llamados recursos renovables la situación no es mucho mejor: la deforestación; la contaminación de los acuíferos y la pesca intensiva ha agotado pesquerías tradicionales. Los índices de contaminación atmosférica son una amenaza real y cotidiana para nuestra salud. Con todo, la biodiversidad es la gran perjudicada. Solo el sol parece escapar, por el momento, a nuestra actividad verdaderamente depredadora.

La respuesta cristiana, apuntada ya por San Juan Pablo II y declarada formalmente por el Papa Francisco, es la de “una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea” y esto además porque “ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.” (Laudato si’, n.217)

El objetivo de este artículo es proponer algunas puntos fuertes, y otros no tanto, que se pueden identificar en la espiritualidad ignaciana cuando buscamos la conversión ecológica. Obviamente no son todos, y tampoco se pueden considerar exclusivos de la espiritualidad ignaciana, sino que comparten muchos aspectos de las dificultades de los cristianos en general.

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El individualismo y el riesgo de un antropocentrismo desmesurado

Evidentemente el individualismo no es fruto exclusivo de la espiritualidad ignaciana, pero no podemos obviar que la espiritualidad ignaciana sí puede reforzar actitudes de este tipo. Primero por su propio proceso, ya que es fundamentalmente una experiencia personal – ejercicios de oración mental – que van facilitando una experiencia espiritual que se construye en la interioridad del sujeto: discernimiento, juego de consolaciones y desolaciones… entre otros.

Sólo más adelante, esta experiencia interior se verá contrastada en la experiencia vital del individuo. Pero también aquí la espiritualidad ignaciana no genera primariamente grupo o comunidad, sino personas comprometidas que en un segundo tiempo se vinculan, se socializan. Podríamos decir que la espiritualidad ignaciana no es individualista pero desde luego sí se construye individualmente.

La lógica del tanto cuanto y la difícil relación con lo creado

El PyF? es una pieza clave en la espiritualidad ignaciana y, sin embargo, si se pierde el contexto transcendente en el que está formulado puede tener un sesgo antropocéntrico enorme: “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe privarse de ellas cuanto para ello le impiden.” (EE 23)

Lo que en principio es una admirable invitación a vivir con una sana distancia respecto a las cosas, y a no sentirse atrapado por ellas, puede deslizarnos a una zona más ambigua en la que no se reconoce estatuto propio a lo creado; y en la que el ser humano se convierte en medida de las cosas, pues todo estaría puesto delante de él para su servicio.

Necesitamos leer el PyF? en esa dimensión transcendente para superar un horizonte pragmático y utilitarista. Como dice el Papa Francisco: “Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo.” (Laudato si’, n.11)

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La dinámica de la encarnación: cómo Dios abraza al mundo

Hasta aquí hemos visto algunas de las posibles limitaciones en la espiritualidad ignaciana para este proceso de conversión ecológica. Vamos ahora a destacar algunos de los elementos que sí pueden, y mucho, ayudar en este camino de conversión.

En la contemplación de la encarnación (EE 101) se nos ofrece un modelo de tres tiempos para acercarnos al mundo creado: contemplar, compadecerse y comprometerse con el mundo.

Estamos describiendo una dinámica muy potente también para la conversión ecológica, pues evidentemente necesitamos cambiar nuestra mirada para descubrir valor allí donde ahora sólo vemos utilidad; necesitamos no sólo comprender la complejidad del mundo natural y de las complejas interacciones que lo mantienen en equilibrio (sistemas físicos y químicos), sino que debemos empatizar de tal modo con lo real – especialmente con lo frágil y sufriente – que seamos capaces de comprometernos de una forma responsable.

De la contemplación al compromiso ecológico

La segunda semana de los Ejercicios Espirituales es crucial para fraguar la dimensión apostólica de nuestra fe. Por eso también tiene que jugar un papel importante en esta conversión ecológica. Se trata de pasar de la admiración que provoca la acción fascinante del Dios creador al compromiso, y la radicalidad de vida, que se esperan del discípulo del Señor Jesús. No hay tal conversión si no implica una transformación de nuestros estilos de vida, de nuestras conductas personales.

La espiritualidad ignaciana se configura como una espiritualidad de elección y seguimiento. La contemplación de la vida de Jesucristo, nos ayuda a superar las dificultades que habíamos visto anteriormente. Frente al individualismo se trata ahora de incorporar la experiencia de un discipulado comunitario. Los riesgos medioambientales no son “otros riesgos” sino los “mismos riesgos” de una acción humana carente de horizonte ético. “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza,” dirá el Papa Francisco (Laudato si’, n. 139)

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La fuerza de la elección

Hasta ahora hemos visto dos aspectos de la espiritualidad ignaciana que pueden contribuir muy positivamente a la conversión ecológica: el anclaje de la experiencia espiritual en el agradecimiento a través de la contemplación del misterio de la encarnación; y la dinámica del seguimiento como forma de respuesta al amor primero de Dios.

El tercer y último elemento es la práctica del discernimiento, crucial por los numerosos riesgos que rodean el seguimiento del Señor (el miedo, los prejuicios, la ideologización, la parálisis o la crítica ignorante) especialmente cuando se trata de orientar nuestra conducta en sociedad.

El papel del discernimiento en esta conversión ecológica es muy importante porque como hemos indicado anteriormente, nuestra praxis tiene que ir acompañada de una evaluación serena aportada por los datos de la ciencia, por el conocimiento de acontecimientos y de sus actores, y por una búsqueda infatigable por descubrir a los más perjudicados y los que más sufren en este contexto. El discernimiento juega un papel crítico para evitar que podamos caer en posiciones voluntaristas o ingenuas, que poco tienen que ver con la libertad comprometida del seguidor de Jesús.

CPALSJ

La Federación Internacional Fe y Alegría contará con nuevo coordinador

El P. Carlos Fritzen SJ, será el nuevo coordinador de la Federación Internacional Fe y Alegría a partir del próximo año. El P. Jorge Cela SJ, presidente de la CPAL, lo ha designado para sustituir al P. Ignacio Suñol SJ quien ha estado al frente durante los últimos seis años.

El P. Fritzen es licenciado en Filosofía y Teología por el Centro de Estudios superiores de la Compañía de Jesús-CES y Maestro de Ciencias Sociales PUC-SP en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo.

En 1998, se desempeñó en el Apostolado Centro de Pastoral de Santa Fe. Seis años más tarde asumió el papel de Director de la Fundación Nacional de la Fe Alegría, y en 2011, fue director y presidente de la misma institución.

Fue director del Centro de Pastoral de Santa Fe. Actualmente estaba encargado de la Administración de la Provincia BRC (Brasil Centro-Este).

CPAL SJ

 

Seminario centroamericano de Colaboración entre laicos y jesuitas

Por Francisco Iznardo, SJ

El Centro Loyola de San Salvador sirvió para que se reunieran más de noventa personas de las diferentes obras y organizaciones e instituciones amigas para participar en el Seminario anual de Análisis. El tema que convocado fue “La colaboración de los jesuitas y el laicado en la Misión compartida de Fe y Justicia”.

Se inició con una ambientación a cargo de los hermanos mayas que venían desde Guatemala. Qajb’al Q’ij facilitó una ceremonia de agradecimiento y de petición al Corazón del Cielo y de la Tierra, a nuestra Madre y Padre el Dios de Jesús, para que nuestros días pasen tranquilos y saquemos buen fruto del encuentro.

El P. Provincial dio las palabras de Bienvenida y el primer día estuvo dedicado al marco teórico y al trabajo en grupos. Claudio Solís, coordinador de la Comisión de Colaboración, compartió los resultados de una reunión que se celebró el año 2006, sobre la colaboración entre laicos, laicas y jesuitas en América Latina y El Caribe y el P. Juan Hernández Pico ilustró sobre el significado del laicado en la Iglesia y sus orígenes bíblicos.

Después, iniciamos el trabajo en grupos para compartir nuestra experiencia en el trabajo conjunto de laicos y laicas y jesuitas en la Misión compartida. Se culminó el trabajo en grupos con una Plenaria muy rica. El Provincial cerró el día dando una visión de cómo está el trabajo conjunto en la Provincia.

El segundo día comenzó con un resumen preparado por la Comisión de Medios (C-CAM) que hizo reír y reflexionar. Yolanda González y Aracely Medina compartieron su visión sobre los desafíos de la realidad a la Misión compartida Fe y Justicia. Deleitaron a los asistentes con una presentación multimedia y un toque femenino que llegó al corazón. Los testimonios de dos laicas (Rosario Martínez y Evelin Salgado) y dos laicos (Marcelino López y Joksan Flores) sobre su relación con los jesuitas en la Misión y en su vida, fueron momentos emocionantes y muy significativos para entender los lazos afectivos pero sobre todo la importancia de trabajar juntos y juntas por la Misión Fe y Justicia. En la tarde se realizó un paseo “martirial” visitando la UCA y la tumba de Monseñor Romero.

Al día siguiente, el P. Ricardo Falla introdujo en la reflexión sobre cómo se lleva a cabo en las distintas obras y países la dimensión social y se reflexionó con “un café ciudadano” que fue sacando inquietudes, gozos y tristezas, que llevaron a concluir en la Cosecha.

El P. Melo nos ayudó a concretar nuestras reflexiones y esperanzas en acciones concretas al regresar a nuestra cotidianeidad.

El encuentro se llevó a cabo del 22 al 24 de septiembre del presente año.

El ambiente festivo pero intenso ha llenado de confianza en que se puede mejorar la Misión, pero que se va por el camino de la Fe y la Justicia, aprendiendo cada día más de la necesidad y complementariedad de jesuitas y laicado.

¡Ojalá que sepamos transmitirlo en nuestros apostolados y a los nuevos jesuitas y nuevos laicos y laicas que se vayan sumando en nuestro caminar!

CPAL SJ

Vocaciones, ¿Escasez o Negligencia?

Observaciones incompletas sobre los jóvenes que buscan y las instituciones que acogen.

Por Emmanuel Sicre, sj

Dentro del marco desafiante las transformaciones sociales, del desencanto posmoderno, la crisis de las instituciones y de la representatividad, las repercusiones de la secularización, entre otras cuestiones, constatamos que el número de sacerdotes, religiosos, y religiosas ha disminuido en muchos países del mundo. Para atender a esta problemática se ha comenzado a desplegar una serie de estrategias de atracción de todo tipo, que, en más de una ocasión, deja el sabor amargo de un trabajo un poco frustrante.

Es evidente que el contexto de años en que hubo una “hiperinflación” de vocaciones ha cambiado. Si hace 30 años ingresaban, por ejemplo, 40 novicios, hoy de esos quedan supongamos 4 ó 5 que llegaron a perseverar, cantidad que coincide con los que ingresan y permanecen hoy en una institución aproximadamente, y aún hay que esperar un buen tiempo para comprobarlo. Además, quien quiere servir en la Iglesia de manera comprometida encuentra opciones en la actualidad que ya no se reducen solamente al rol del religioso o la religiosa. Los modos son cada vez más diversos. Miles de laicos en el mundo tienen mayores responsabilidades y celo apostólico, que muchos consagrados tanto en el campo social, como educativo, misionero, etc. Queda claro, además, que en una familia numerosa, de las que abundaban antes, que uno se hiciera religioso no era un problema, pero en una familia pequeña como las de ahora, la cuestión se complica. Es cierto también que el mundo secularizado ha golpeado los valores tradicionales de muchas familias llevándolas a desafíos nuevos, y diluyendo la opción religiosa del horizonte. Las propuestas de religiosidades contemporáneas han desdibujado también los contornos de la vocación religiosa o sacerdotal haciéndola algo extraño o estereotipado. Del mismo modo sucede con las idealizaciones de santos inalcanzables que no son atractivas para muchos de los jóvenes de hoy, o que generan un sentimiento de “él sí, pero yo no puedo hacer eso”. No quedan atrás los escándalos de varones y mujeres consagrados de la Iglesia que proyectaron una imagen degenerada de lo que es una persona de Dios, y si hay algo que molesta es descubrir que lo bueno haya devenido en malo. Éstas y otras causas llevan a plantear el tema de la escasez de vocaciones, uno de los puntos más claros de la crisis en la vida religiosa.

¿Será que ya no hay más gente que se pregunte por la vida religiosa o el sacerdocio? ¿Será que no sabemos acogerlas? ¿Será que Dios ya no manda más “operarios a la mies”? ¿Acaso estamos confundidos en la estrategia de atracción? Y si logramos atraer, ¿por qué no perseveran?

Dos niveles para pensar. Por un lado, los que andan en búsqueda de ser sacerdotes o religiosos, religiosas. Y, por otro, aquellas instituciones tales como seminarios, congregaciones, sociedades apostólicas, institutos de vida consagrada que acogen. En fin, las dos caras de la moneda.

QUIENES BUSCAN

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Respecto de los jóvenes que se plantean la vocación es claro que la pregunta existe. Aquellos que buscan qué hacer de su vida y que, de alguna manera u otra, han tenido una experiencia positiva con algún sacerdote o religiosa cuyo estilo de vida desean imitar, se preguntan si eso no es también para él o ella. “Maestro, ¿dónde vives?” (Jn 1,38), ha dicho más de uno. Quizá no con la determinación de llevarlo a cabo, pero sí como posibilidad. Este cuestionamiento está directamente conectado con lo profundo de las aspiraciones del ser humano encarnadas en Jesucristo: el amor, la paz, el altruismo, la solidaridad, la justicia, la oración, la entrega en el servicio. Deseos que emergen con mayor fuerza en un espíritu joven (no hablo de edad) y entusiasmado con la vida. A su vez, estas notas se linkean con la dedicación a una vida espiritual intensa y fecunda tal como se encarna en aquellas personas de Dios que alguna vez todos conocimos. Y claro, el testimonio atrae. A decir verdad es lo único que sirve para atraer a quien sea hacia Dios. Esto es lo que hizo Jesús dando testimonio de su Padre: “sólo hablo lo que el Padre me ha enseñado” (Jn 8,28).

A su vez, resulta que muchos de los que se plantean la vida sacerdotal o religiosa encuentran una respuesta a sus carencias psicológicas y afectivas. Pero es cierto también, que a otros tantos les funciona en dirección opuesta, alejándolos, porque piensan que nunca podrían llegar al ideal que se han diseñado de la vida sacerdotal o religiosa, y “desoyen” el llamado por creerse incapaces de responder. Quizá dicho ideal sea una defensa a plantearse más comprometidamente la respuesta positiva, y terminan como el joven rico que “oyendo esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Lc 18,23). O quizá tienen que seguir buscando qué modo de servir es aquel que mejor le calza con eso que el Espíritu les inspira en su vida.

A aquellos que tienen un deseo de reorientarse, ordenarse y “volver al camino” después de una vida “licenciosa”, este tipo de opción les viene al pelo para poder lograrlo. Y lo desean con buena intención. En efecto, las instituciones de formación muestran estructuras más o menos sólidas que representan el ideal de aquello que nunca se podría lograr “afuera”. A esto se suma que las agresiones culturales a nuestra sensibilidad hacen de nosotros personas cada vez más débiles y alienadas. Por lo cual, la opción de una vida así viene a ser una especie de “refugio” ante las adversidades. Cuestión que tiene en parte su verdad, pero no es todo.

Si llegan a ingresar a la formación religiosa comienzan a darse cuenta de que no es cielo, sino también tierra. Esto es obvio, pero desde afuera no se ve porque hay un velo que encubre el polo negativo con una especie de “angelización”. Lo cierto es que la formación en la vida sacerdotal y religiosa convive con los conflictos, problemas y derroteros propios de toda realidad. No se es “mejor” o “peor” por estar “adentro”. He aquí una cuestión clave. La vida religiosa no nos hace mejores que los demás, no nos desinfla nuestro ego irrespetuoso, no nos salva de nuestra miseria. Esto es tarea de Dios. Sólo cuando el religioso o la religiosa se dan cuenta de que optaron por esto no para ser poderosos, famosos, queridos y superiores, sino para dar respuestas más allá de las fragilidades, a algo que los mueve con fuerza arrolladora por dentro en pos de servir, entregarse y amar olvidándose de sí, es que se queda y resiste con alegría las contingencias del camino que toda vida tiene. (Aunque también están los que se quedan porque “afuera” no podrían subsistir y se acostumbraron quizá a vivir de la vida religiosa porque les resulta cómodo).

En cierto sentido, no es muy distinto lo que sufre una pareja que se prepara para estar toda la vida juntos, a lo que padece un religioso que busca entregarse también toda la vida al servicio de Dios en los hermanos. Es el ser humano que opta, y Dios que acompaña, sostiene, alienta, fortalece, guía, enseña, trabaja por cada uno de nosotros.

QUIENES ACOGEN

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Los responsables de recibir las inquietudes de miles de jóvenes que se plantean seriamente la vocación a la vida sacerdotal o religiosa, se encuentran con un desafío enorme. ¿Cómo ser instrumento de libertad y no de manipulación? ¿Cómo atraer sin convencer? ¿Cómo allanar el camino a Dios y no ser obstáculo en la vida del otro? ¿Cómo no anteponer la necesidad de vocaciones al bien de quien busca? ¿Cómo acompañar y no conducir? ¿Cómo decir no a tiempo?

Asumir la vida de otra persona en búsqueda es una responsabilidad que requiere siempre mucha delicadeza y confianza en el Dios de Jesús. Algunos le huyen, otros se desbordan, y hay quienes son más equilibrados. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, vemos en quien busca a un persona que se experimenta atraída por algo que es muy valioso para el acompañante. A decir verdad, es hermoso darse cuenta de que Dios llama a alguien a la misma tarea que yo bajo la misma inspiración. Es bello sentir que Dios sigue trabajando para que haya consagrados y consagradas a él en este estilo de vida. A los religiosos nos conmueve saber que no estamos solos en este camino tan apasionante y lleno de desafíos. Pero no resulta fácil acoger.

La gama de instituciones que reciben a quienes buscan es enorme. De las más rígidas a las más laxas. De las que no permiten un paso en falso, a las que ceden a cualquier cosa. De las que “psicologizan” a todos, hasta las que hacen daño a la psicología de las personas por negligentes. De las que admiten sólo a los mejores, a las que autorizan desesperadamente a quien toque el timbre. De las que domestican en serie, a las que hacen de sus comunidades un circo. En medio de estos extremos caricaturizados, se encuentran las que pretenden hacer las cosas bien, siguiendo la tradición propia de su carisma y encontrándole la vuelta a las contingencias actuales con valentía.

La complejidad de la acogida de las vocaciones es seria. Requiere paciencia, formación y mucho espíritu de discernimiento. Pero más allá de las actitudes personales que cada uno asuma como parte del testimonio, es necesaria una respuesta más o menos planificada, progresiva y actualizada. No se puede recibir a alguien bajo unas condiciones que luego cambian completamente con quien trae unas nuevas. Es decir, el desconcierto de algunos religiosos ya formados se traslada a tal punto a la vida de los jóvenes que hacen desistir hasta al más perseverante. Es comprensible, en este sentido, que muchos sacerdotes, religiosas o religiosos que se formaron bajo el “esquema de perfección”, y aún perseveran, intenten dar de aquello que recibieron y las actualizaciones que hacen no alcancen a dar respuestas a los modos en que aparecen los temas humanos de quienes quieren ser religiosos. Sucede entonces que los parámetros, las normas y juicios con los que se rigen dentro de las instituciones ya no forman tanto como antes, sino todo lo contrario: deforman. Es el caso de quien impone reglas automáticamente (quizá sin mala intención) porque no sabe cómo acercarse con paciencia al conflicto humano de quien busca y no está libre de equivocaciones. Cuesta entrever qué hacer, pero al parecer el esquema de “ley pareja no es rigurosa” ya no funciona. De a poco se percibe cada vez con más y más fuerza que cada persona necesita de su propio método, de su propio proceso que ni ella misma conoce y hay que descubrir juntos, como yendo tras de la vida, como ayudándole a nacer. Ésta pareciera ser la tarea de quien recibe una vocación. Una especie de mayéutica.

Podríamos pensar con algún grado de acierto que las instituciones con mayor testimonio de arrojo y valentía son las que más vocaciones reciben. Esto es relativo si el testimonio está fundado sólo en la voluntad de sus miembros, o en el color del hábito. En este sentido muchas congregaciones se esfuerzan por mostrar lo sacrificado de nuestra vida como un polo de atracción que se aprovecha de psicologías a veces enflaquecidas y que andan buscando soportes que no pueden encontrar en sí mismas. Esto configura un problema cuando la cuestión del acompañamiento de la persona no está previendo su autonomía y la convierte en codependiente en vez de interdependiente.

¿ESCASEZ O NEGLIGENCIA?

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Pareciera que la balanza se inclina más hacia la negligencia que hacia la escasez. Si en verdad confiamos en que Dios envía corazones generosos para las necesidades de la Iglesia que Él quiere, y experimentamos que no hay vocaciones sacerdotales ni religiosas, entonces necesitamos discernir qué nos está diciendo Dios a la luz de los signos de los tiempos. No ser negligentes sería discernir por dónde nos está llevando el Espíritu de Dios con un corazón libre, preguntarse si lo que hacemos como religiosos es lo que necesita la Iglesia hoy, arriesgarse a transformar modelos mentales e institucionales caducos, y confiar en que Dios está guiándonos en la historia.

No se trata de no equivocarse, sino de que nuestro testimonio provoque en quien busca la pregunta fundamental: “¿será que Dios me está llamando para estar con Él?” O también en nosotros los religiosos (con una mano en el corazón): ¿la vida que llevamos es digna de ser imitada? Y, luego, discernir juntos de cara a Dios: quien busca y quien acoge, como dos peregrinos del Espíritu. Buscadores que se ayudan mutuamente y se retroalimentan en la búsqueda de Dios, desafiando las trampas del mal espíritu, sanando las heridas de la historia, reconstruyendo la autenticidad negada para el servicio de los demás.

Quizá el testimonio que conmueve a los jóvenes sea aquel que es real, que da cuentas de una vida interior honda, o de una alegría contagiosa, o de una dedicación auténtica, o de una libertad cuestionante, o de una cruz llevada con Cristo. Aquel testimonio que se revela en la vida de los tantos y tantas que están con Jesús y que quieren permanecer con él, aunque sean frágiles. Aquel testimonio de los discípulos en Tiberíades que “estaban juntos” y deciden seguir a Pedro cuando dice “voy a pescar” porque tienen ganas de compartir la vida y los trabajos en la misma barca: “también nosotros vamos contigo”, le dijeron. Sólo así podremos ser testigos de la bendición abundante del Resucitado que nos invita a compartir la mesa y la vida. (Ver: Jn 21, 3)

Los y las jóvenes que están dispuestos a entregar su vida no se la van a dar a cualquiera que les ofrezca finalmente un castillo de arena, un hábito que vestir, unas reglas que cumplir, o unas experiencias de supermercado y una historia gloriosa, no alcanza; si no a aquellos que les enseñen a seguir a Jesús con libertad, generosidad y arrojo, porque lo ven encarnado en su ser y en el del cuerpo al que pertenecen, porque buscan que Dios se haga presente en sus vidas tal y como son, porque desean con todo el corazón servir a los demás sin heroísmos de hojarasca, porque saben sufrir con los que sufren, llorar con los que lloran, llevar sus cruces con amor, y alegrarse de esos momentos de Reino que suceden a diario en este mundo herido, pero profundamente amado por Dios.

Por eso, más allá de la estrategia, tendríamos que dejar que el Resucitado le pregunte 3 veces a nuestras estructuras institucionales, a nuestras formas de tratarnos de siempre, a nuestro celo apostólico diario, al nervio de nuestros corazones, a nuestros votos y promesas, a nuestro sacerdocio, a nuestra promoción vocacional: “¿me amas más que a éstos?” (Jn 21, 15).