Mensaje del P. Rafael Velasco SJ para Semana Santa

El mensaje de Semana Santa que el P. Provincial Rafael Velasco SJ envía a toda la comunidad jesuita de la Provincia Argentino Uruguaya.

Queridos Compañeros:

Otra Semana Santa marcada por el COVID. Una sombra que nos acompaña desde hace ya más de un año. Desde su aparición ni nuestras alegrías ni nuestras tristezas son iguales; todo el tiempo miramos por el rabillo del ojo esa presencia amenazante. Ha golpeado a compañeros, a seres queridos, a colaboradores y colaboradoras…ha diezmado proyectos y esperanzas, ha pisoteado y pisotea las expectativas de una normalidad más o menos normal…

La presencia del COVID ha materializado además muchas de las otras “pestes” que azotan a la humanidad (el egoísmo, la injusticia y la exclusión a la hora de acceder a tratamientos y vacunas, por ejemplo). Esta realidad de muerte nos increpa y nos reclama a nosotros, discípulos del Resucitado. Pone a prueba nuestra fe y nuestra esperanza. Y en esta Semana Santa de manera especial.

En la Pascua celebramos que la Vida vence a la Muerte, que en medio de las regiones de muerte, Dios irrumpió poniendo Luz y Vida, haciendo resucitar al que estaba muerto. La Resurrección de Jesús no le ahorró el paso por las zonas de muerte. Así en Jesús como en nuestra experiencia humana, la Vida de Dios surge de las regiones de oscuridad; sólo hay Pascua cuando en la fe se atraviesa el Mar Rojo, o se pasa de algún modo de la Muerte a la
Vida.

Celebramos que el Crucificado ha Resucitado de entre los muertos. Y esa celebración ilumina nuestra vida y nuestra misión. Somos discípulos del Crucificado – Resucitado. Deberíamos, por lo tanto, ser experimentados en reconocerlo vivo en medio de la oscuridad y el dolor de la muerte; como Juan que fue capaz de reconocer en las vendas y el sudario enrollado en el sepulcro un signo de que el Señor está Resucitado. En la aparente ausencia comprende una
Presencia Silenciosa y Luminosa: Vio y creyó (Cfr. Jn. 20, 8).

Que en esta Semana Santa también nosotros veamos y creamos y ayudemos a otros a ver y creer; aún en medio del dolor que siembra la pandemia, aún en medio de las pequeñas o grandes muertes cotidianas. Que aprendamos del pueblo fiel que nos enseña a ver y creer mientras lucha contra viento y marea, mientras carga las cruces más pesadas.
Jesús Resucitado desde el sepulcro de la desesperanza hizo amanecer para nosotros una Esperanza que no tiene fin.

Que allí donde la muerte ha dejado su marca nosotros podamos descubrir la manifestación del Resucitado. Que en palabras laicas de Ítalo Calvino podamos “distinguir en medio del infierno, quién y qué no es infierno, y hacerle espacio y hacer que dure.”¹

Que Dios nos conceda una Santa Semana Santa y una feliz Resurrección.

Fraternalmente,

Rafael Velasco S.J.
Provincial

 

¹Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles.

Los niños y los jóvenes serán los protagonistas en el Vía Crucis del Papa Francisco

El Vía Crucis del Viernes Santo, encabezado por el Papa Francisco, tendrá este año a los protagonistas más jóvenes. De hecho, los niños, chicas y chicos de la parroquia romana de los Santos Mártires de Uganda, el grupo scout Agesci «Foligno I» y los huéspedes de dos casas familiares de Roma, son los autores de los textos y dibujos que comentan las 14 estaciones. Y serán de nuevo ellos quienes lean las meditaciones y acompañen al Papa durante el rito en la Plaza de San Pedro.

Las muchas cruces de los niños del mundo

A menudo se subestima el sufrimiento de los niños. En la introducción del folleto, los niños, dirigiéndose a Jesús, lo subrayan: «Querido Jesús, tú sabes que también nosotros, los niños, tenemos cruces, que no son ni más ligeras ni más pesadas que las de los adultos, sino que son verdaderas cruces, que sentimos pesadas incluso por la noche. Y sólo Tú lo sabes y los tomas en serio. Sólo tú». Las cruces son el miedo a la oscuridad, a la soledad y al abandono, también por la pandemia, la experiencia de los propios límites, de las burlas de los demás, el sentimiento de ser más pobre que los compañeros, la pena por las peleas en la familia de papá y mamá. Pero hay niños en el mundo que también sufren porque «no tienen comida, no tienen educación, son explotados y obligados a ir a la guerra». Tú, Jesús, estás siempre cerca de nosotros y nunca nos abandonas, concluyen los niños, «ayúdanos cada día a llevar nuestras cruces como tú has llevado la tuya».

La acusación de un inocente y la falta de valor

Estación I: Poncio Pilato condena a muerte a Jesús. El pensamiento se dirige a un episodio ocurrido en una clase de primer grado: un niño, Mark, es acusado de robar la merienda de un compañero. Alguien sabe que es inocente, pero no interviene para defenderlo. El narrador se avergüenza de esa falta de valor; actuó como Pilatos y ahora se arrepiente de haber elegido el camino más cómodo. «A veces sólo escuchamos la voz de los que hacen y quieren el mal, mientras que la justicia es un camino cuesta arriba, con obstáculos y dificultades, pero tenemos a Jesús a nuestro lado, dispuesto a apoyarnos y ayudarnos.»

Nuestras acciones pueden perjudicar

Jesús está cargado con la cruz: II estación. El pasaje del evangelista Lucas describe a Jesús siendo burlado y golpeado por los que lo retenían. Entre los niños, las burlas hacia uno de los miembros del grupo no son infrecuentes, hasta el punto de llegar al acoso, como en el caso de Martina, que tiene dificultades para leer en voz alta en clase. «Quizás -leemos- no era nuestra intención burlarnos de ella, sin embargo, ¡cuánto dolor le causamos con esas risas nuestras! (…). La persecución no es un recuerdo lejano de hace dos mil años: a veces ciertas acciones nuestras pueden juzgar, herir y pisotear a un hermano o hermana.»

La experiencia del fracaso

En la estación III, Jesús cae por primera vez, el Señor es acusado de nuestros pecados, aparece golpeado y humillado. La experiencia que acompaña a esta etapa es la de un niño que siempre es bueno en la escuela y que, por una vez, recibe un suspenso: «Pensé que no era nada -dice-, sentí el peso de un fracaso inesperado, estaba solo y nadie me consolaba. Pero ese momento me hizo crecer (…). Hoy sé que todos los días flaqueamos y podemos caer, pero Jesús siempre está ahí para sostener nuestra mano.

El amor de las madres

Estación IV: Jesús se encuentra con su Madre. La lectura elegida es la de las bodas de Caná, con la relación entre el Hijo y su madre en el centro. Es una señal para que los niños piensen en su propia madre y en el amor que les acompaña en todo momento. También concretamente «en el entrenamiento de fútbol, en la clase de inglés y en la catequesis de los domingos por la mañana». La meditación habla de la necesidad de amor de los pequeños y quizá ayude a los padres a ser mejores. «Si tengo un problema, una duda o simplemente malos pensamientos, ella siempre está disponible para escucharme con su sonrisa».

Un gesto de acogida: ver a Jesús en el rostro de la otra persona

5ª estación: El cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz. Hay muchas oportunidades de ayudar a alguien, pero el testimonio que se describe aquí es el gesto de atención que se da a un extranjero de la misma edad. Recién llegado al barrio, observa a los otros niños jugar al fútbol, pero no tiene el valor de presentarse. Un niño del grupo lo vio y fue el primero en acercarse a él e invitarlo a unirse a ellos. Walid ha sido uno de mis mejores amigos desde ese día», dice, «así como el portero de nuestro equipo. Sólo cuando reconocemos a un hermano en una persona «estamos abriendo nuestro corazón a Jesús».

A veces se necesita poco para sentirse menos solo

«En verdad os digo que todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis», las palabras de Jesús tomadas del Evangelio de Mateo nos introducen en la sexta estación: Una mujer enjuga el rostro de Jesús. Incluso los niños, en sus actividades diarias, pasan por momentos difíciles o tristes y necesitan que alguien les consuele. Como después de perder un importante partido de fútbol en el que querían demostrar todas sus habilidades. «Mientras me duchaba estaba triste y desanimado, pero al salir del vestuario me encontré con mi amigo: me había estado esperando con un refresco de naranja en la mano». En su compañía la derrota «se convirtió en un recuerdo menos amargo».

Perder algo pensando en los más necesitados

Jesús cae por segunda vez: séptima estación. La meditación relata la experiencia de un alumno de cuarto grado. Se está preparando la obra de fin de curso y quiere el papel protagonista a toda costa. En su lugar, el profesor eligió a John, un compañero de clase bastante aislado. Tras el enfado inicial, el niño entiende y se alegra. De hecho, desde entonces Giovanni está más integrado en la clase. Comenta: «Mi decepción ha servido para ayudar a otra persona, la elección del profesor ha dado una oportunidad a alguien que realmente la necesitaba».

Ayudar al hermano que se equivocó

Octava estación: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén. En el Evangelio de Lucas leemos que cuando Jesús las vio les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras y por vuestros hijos. Este es el punto de partida para decir que «Corregir a un hermano es un acto difícil pero necesario». Esto lo vivieron dos hermanos que habían mentido a su madre asegurándole que habían hecho los deberes esa tarde, cuando en realidad habían estado jugando todo el tiempo. Al día siguiente, uno de ellos dijo que no se sentía bien y no fue a la escuela. El otro va al colegio, pero cuando llega a casa habla con su hermano: «Nos equivocamos al mentir a mamá y él se equivocó al fingir que le dolía el estómago. Le sugerí que hiciera los deberes de inmediato para poder ayudarle a ponerse al día. Una vez terminado, pasamos el resto de la tarde jugando».

La soledad causada por la pandemia

Jesús cae por tercera vez, estamos en la novena estación. El pasaje evangélico es el del grano de trigo que muere y así produce mucho fruto. La pandemia de Covid-19 entra en escena con todas sus consecuencias incluso en los más pequeños. El sentimiento predominante es la soledad: ya no van a visitar a sus abuelos, la escuela está cerrada, faltan sus amigos y compañeros. «La tristeza de la soledad a veces se hace insoportable», confiesa una joven, «nos sentimos ‘abandonados’ por todos, incapaces de seguir sonriendo. Como Jesús, nos encontramos con que nos derrumbamos en el suelo.

La alegría que da el dar

10ª estación: Jesús es despojado de sus ropas. También aquí es una niña la que narra: tiene una colección de muñecas en su habitación que atesora. Un día se enteró de que la parroquia estaba recogiendo juguetes para los niños refugiados de Kosovo. Elige entre las muñecas algunas de las más antiguas a las que tiene menos cariño y prepara una caja. Luego cuenta: «Por la noche, sin embargo, tuve la sensación de no haber hecho lo suficiente. Antes de ir a dormir la caja estaba llena de muñecos y las estanterías vacías». Deshacerse de lo superfluo, concluye, aligera el alma y dar hace feliz.

Una Navidad vivida al servicio de los pobres

«El día de Navidad con los scouts fuimos a Roma, a las Hermanas Misioneras de la Caridad, para repartir el almuerzo a los necesitados, renunciando al día de fiesta con la familia». No es un sacrificio pequeño el que se describe en la meditación de la 11ª estación: Jesús clavado en la cruz. Pero uno de los chicos confió: «De camino a casa pensé en los rostros de las personas a las que había servido, en sus sonrisas y sus historias… La idea de haber llevado a esas personas un momento de serenidad había hecho que esa Navidad fuera inolvidable». Servir a los demás con amor «es la enseñanza que nos da Jesús en la cruz».

Jesús perdona al pecador que se convierte

Duodécima estación: Jesús muere en la cruz. El ejemplo de Jesús perdonando el mal recibido hace reflexionar a los niños sobre el mal presente en el mundo, por ejemplo, sobre las mafias que matan incluso a niños. ¿Cómo es posible perdonar situaciones similares? Escriben: «Jesús, al morir en la cruz, dio la salvación a todos. No ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores que tienen la humildad y el valor de convertirse».

Se llevaron a mi abuelo y nunca lo volví a ver

Todo se ha cumplido, 13ª estación: El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz. Durante este tiempo, muchos niños sufrieron la desaparición repentina de sus abuelos. Uno de ellos cuenta: «Unos hombres que parecían astronautas salieron de la ambulancia, cubiertos con trajes, guantes, máscaras y viseras, y se llevaron a mi abuelo, que llevaba varios días luchando por respirar. Fue la última vez que lo vi». El sufrimiento también proviene de la imposibilidad de estar cerca de su abuelo y de darle ánimos: «Rezaba por él todos los días, para poder acompañarle en su último viaje terrenal».

Gracias, Jesús, porque me enseñaste a amar

Decimocuarta estación, la última: el cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro. La meditación propuesta es la acción de gracias de Sara, de doce años, a Jesús. Quiero darte las gracias, escribe, porque «me has enseñado a superar todo sufrimiento confiándome a ti; a amar a los demás como a mis hermanos; a caer y levantarme de nuevo (…). Hoy, gracias a tu gesto de amor infinito, sé que la muerte no es el fin de todo».

Si no te vuelves como los niños..

En la última oración del Vía Crucis los adultos vuelven a tomar la palabra. Jesús señaló a los niños como ejemplo cuando describió las características necesarias para entrar en el Reino de los Cielos. La primera petición es, pues, la ayuda para poder «ser como ellos, pequeños, necesitados de todo, abiertos a la vida». A continuación, se confían al Señor todos los niños del mundo, para que «crezcan en edad, sabiduría y gracia» y, finalmente, se reza por sus padres y educadores, «para que se sientan siempre unidos a Ti en la entrega de la vida y el amor».

Fratelli Tutti con perspectiva migrante

Alberto Ares SJ es director del Instituto de Estudios sobre Migraciones (IUEM) y adjunto a la coordinación del Servicio Jesuita a Migrantes en España. En esta oportunidad nos presenta un análisis de la encíclica ‘’Fratelli Tutti’’ desde la mirada de la realidad migratoria.

Entre los puntos que reflexiona Ares se encuentran:

  • Somos un familia
  • Fronteras y miedos
  • Derechos sin fronteras
  • Un mundo abierto
  • La hospitalidad que brota del amor
  • Políticas inclusivas y ciudadanía
  • Identidad, comunidad y las dimensiones local y universal
  • Diversidad, amistad social y el encuentro con los últimos
  • Diálogo interreligioso y paz social
  • Espiritualidad, teología y acción pastoral

Podés descargarlo haciendo click aquí: Fratelli Tutti y Migraciones

 

Córdoba Urgencia Alimentaria se hace eco en la Fundación del Papa Francisco

La campaña Córdoba Urgencia Alimentaria, organizada e implementada por seis instituciones de Córdoba en el marco de la pandemia por COVID-19 en junio del 2020, hoy se hace eco en The Papal Foundation.

Esta iniciativa de Cáritas Córdoba, Pastoral Social, Jesuitas, Radio María, Hombre Nuevo y Manos Abiertas nació con el objetivo de mitigar la falta de comida en 25.000 familias, tanto de la ciudad como del interior de la provincia, acercando módulos alimentarios a través de zonas pastorales de la Arquidiócesis de Córdoba. La acción se desplegó en diferentes medios audiovisuales, gráficos y digitales, incluyendo la propia web: www.urgenciaalimentaria.com.ar

A fin de año, el objetivo inicial propuesto se logró gracias al trabajo conjunto de personas y entidades que aportaron dinero, tiempo y tareas voluntarias, y de personalidades del medio artístico y deportivo, que sumaron su mensaje a la comunidad.

Hoy esta enorme satisfacción se multiplica gracias a una donación extraordinaria de la Fundación Papal para contribuir con la campaña Córdoba Urgencia Alimentaria en el año 2021, verdadero reconocimiento y aliento al esfuerzo ya realizado. A su vez, representa esperanzas renovadas para las miles de familias que siguen necesitando un gesto solidario para algo tan básico como llevar un plato lleno a la mesa.

Links de interés:

 

Gaël Giraud SJ, el economista ecológico

Gaël Giraud es un jesuita y economista francés que trabaja en torno a la temática medioambiental y su impacto en los sectores mas desfavorecidos. En los últimos años ha puesto todo su esfuerzo y su saber en buscar la manera de integrar todas estas realidades al mundo que él domina profesionalmente, la economía.

Por Xavier Sartre

Sarh es la tercera ciudad más grande de Chad, en el sur del país, a orillas del río Chari. A este pueblo, que hoy cuenta con cien mil habitantes, donde Gaël Giraud llegó hace 25 años para realizar sus dos años de servicio civil. Enseñó matemática y física en el colegio jesuita Saint-Charles-Lwanga. Para este joven con una brillante carrera universitaria, que se convertiría en investigador del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica), el templo de la investigación científica francesa, esta experiencia fue a la vez un shock y una revelación.

«Allí vi materialmente, ya en aquella época, tanto la escasez de agua en una zona que todavía era de sabana como el rapidísimo avance de la desertización», dice el economista jesuita. «Esto hizo que yo – un parisino que procedía de la élite universitaria francesa – me diera cuenta, al tocarlo con mis propias manos, de que el problema de la desertización, el calentamiento global, la escasez de agua, la erosión del suelo, la biodiversidad, era algo extremadamente tangible».

  • Los niños de la calle, o el grito de los pobres

La permanencia de dos años en una ciudad en la que ni siquiera había electricidad puso a Giraud frente a otra realidad, esta vez humana: los niños de la calle. Transcurrió el primer año como voluntario en el colegio de los jesuitas de Sarh, pero luego decidió pasar el segundo entre los lugareños, en las condiciones materiales de los pobres.

Todas las mañanas va al pozo a por agua y prepara el té en el kanoune, el brasero. Día tras día se encuentra codo con codo con los niños que viven en la calle. No los que piden limosna, como prescriben las “madrasas” o escuelas donde estudian, sino los que ya no tienen familia o se ven obligados a dejarla para no pesar más sobre los hombros – a menudo – de su madre.

Gaël Giraud se instaló entonces en las ruinas del cine Rex, para dormir con ellos. Así nació el centro de Balimba, que hoy se levanta a pocos kilómetros de la ciudad. No son más de 40 los niños que encuentran aquí cobijo, comida y educación. Los más violentos de entre ellos no van a la escuela, sino que reciben una educación in situ, gracias a los maestros que vienen a propósito.

  • La comprensión de que todo está conectado

Esta experiencia «me permitió ver con mis propios ojos lo que significa para los despojados ser víctimas del calentamiento global», explica. «En el fondo, cuando en la encíclica Laudato si’ el Papa dice que el grito de la tierra y el grito de los pobres son un mismo grito, encuentro ahí la experiencia que me hicieron vivir los niños de la calle en el Chad hace ya veinte años», dice el sacerdote.

De vuelta a Francia, Gaël Giraud estudió para ser jesuita y siguió una formación teológica mientras continuaba su trabajo como economista. «Poco a poco, la experiencia que tuve en el Chad y lo que aprendí en el campo de la economía me hicieron ver cómo mi tarea era entender, como economista, el extraordinario impacto del cambio climático en la población».

  • La fe cuestionada y confirmada

La reflexión personal y las obras del padre Gaël Giraud han estado influidas por la fe. «La experiencia de la fe cristiana alimenta en mí la «esperanza contra toda esperanza» que hace que no tenga – o no tenga inmediatamente – el reflejo de esconderme en la negación» de la situación medioambiental y de la catástrofe en curso. Al mismo tiempo, su fe ha crecido.

«Hoy percibo con mucha más fuerza la fragilidad de la creación, así como el hecho de que la creación está puesta en nuestras manos y que tenemos la responsabilidad como sus custodios», explica el jesuita; y así lo escribe el Papa Francisco en la Laudato si’. No somos los dueños de la creación: el único dueño de la creación es Dios». Pero Él mismo «no quiere ser el amo del mundo, sino su servidor». Y éste es el camino que debemos seguir, dice el economista.

  • La Laudato si’, un evento

Gaël Giraud acogió, por lo tanto, la encíclica Laudato si’ con «extraordinaria sorpresa». Este texto, según el economista, es «el acontecimiento eclesial más importante desde el Vaticano II». Muy pronto todo el mundo se dio cuenta de que «era la primera vez que una institución internacional, en el caso concreto la Iglesia católica, se posicionaba de forma tan clara, preparada y correcta y a nivel mundial sobre la cuestión fundamental de la crisis ecológica, que es la de nuestra generación».

Y Gaël Giraud está convencido: «Los cristianos tenemos un papel, una responsabilidad en la resolución de esta gravísima crisis». Para el padre jesuita, una de las causas antropológicas de la situación actual es la concepción, aparecida en los siglos XVI y XVII en Europa, del hombre como dueño y señor de la naturaleza. La antropología cristiana difiere de esta concepción. Tenemos que entender el significado de «dominar la Tierra», como se expresa en el Libro del Génesis, con el significado de «servir al crecimiento de la creación».

Por lo tanto, corresponde a los cristianos, fortalecidos por esta tradición bíblica y espiritual encarnada en particular por San Francisco de Asís, «inventar juntos soluciones a la crisis ecológica». Esto es lo que Gaël se compromete a hacer en la nueva misión que le ha encomendado la Compañía de Jesús: crear y desarrollar un centro de justicia ambiental en la Universidad de Georgetown, en Washington, Estados Unidos.

Fuente: jesuitas.lat

Familiaridad con Dios

Una reflexión de Gloria Andrés para el blog Cristianisme i justicia

Muchas veces no sabemos qué hacer con los santos. Pero si nos acercamos a ellos podemos extraer grandes aprendizajes para nuestra vida personal, por eso la Iglesia los pone como ejemplo. Me gustaría que nos fijáramos en Ignacio de Loyola a través de su autobiografía.

Ignacio comienza su camino espiritual tras un descalabro en su vida: herido en una batalla donde pierde el bando que él defiende, es llevado a la casa natal, de donde había salido para conquistar fama, honor y una manera de vivir. ¿Cuántas veces no hemos experimentado un descalabro en nuestra vida, ya sea enfermedad, desempleo, graves problemas de trabajo, familiares…? ¿Quizás las consecuencias de esta pandemia que lo asola todo no nos han hecho preguntarnos por el sentido de lo que estamos viviendo?

Volvamos a Ignacio. En su casa, durante la larga convalecencia, se aburre e intenta distraerse con lo que tiene a mano y, sorprendido, descubre que existe una vida interior a la que podemos prestar atención y que, si la escuchamos, nos damos cuenta de que hay movimientos y que estos movimientos nos ayudan a comprender mejor el mundo que nos rodea y a nosotros mismos (discernir) y a su vez, también decidir. Este descubrimiento en la persona de Ignacio cristalizará en la necesidad de un cambio de vida.

Así que, curado, comienza su camino de búsqueda: sale de Loyola solo y a pie, llega a Manresa donde está solo en una cueva y aún, después de la gran experiencia del Cardener, quiere peregrinar solo a Jerusalén para quedarse allí. Quizá podríamos redescubrir hoy nosotros la necesidad de buscar espacios de soledad donde dejar que Dios nos hable al corazón.

Se embarca hacia Jerusalén porque piensa que es allí donde Dios le llama, pero a pesar de que no le dejan quedarse, no se desanima. Su experiencia de Dios, rogada y discernida, le hace seguir adelante: quiere ofrecer al mundo lo que él ha descubierto, quiere compartir lo que el Señor le ha hecho saber y sale al encuentro de los hermanos, al encuentro de personas que quieran hacer camino con él. Toda experiencia de Dios nos lleva a los hermanos, a la comunidad.

Y es ya viviendo en comunidad cuando, camino de Roma, recibirá la confirmación definitiva de que su intuición de un estilo de vida novedoso será aprobada y confirmada por la Iglesia. Aquel que quería ir a Jerusalén para estar más cerca de Jesús deberá quedarse en Roma, dirigiendo, escribiendo, acompañando… Es en esta aparente aridez de la vida de cada día, en medio de esta vida ajetreada, que Ignacio escribe: «Aún más, había ido siempre creciendo en devoción, es decir, en facilidad de encontrar a Dios y ahora más que nunca en toda la vida. Y siempre y en todo momento que quería encontrar a Dios, lo encontraba» (Au 99).

¿No es quizás este deseo el que alienta en toda persona que busca honradamente la felicidad, la plenitud en su vida, sea de la tradición que sea? A veces buscamos a Dios en manifestaciones excepcionales o en experiencias extraordinarias cuando Dios solo se nos manifiesta a través de la realidad, a menudo la más prosaica y cotidiana, pues no hay otro lugar donde pueda manifestarse.

Asimismo, esta familiaridad con Dios es la que buscamos en los Ejercicios Espirituales. Buscamos esta familiaridad porque es la que nos da vida y también criterio de discernimiento, al igual que Ignacio. Acercarnos familiarmente a Dios para vivir no autocentradamente sino abiertos a otros y al Otro. Siguiendo los pasos de Ignacio se nos invita a vivir descentradamente, poniendo al Cristo y a los demás en el centro de nuestra vida. Solo así seremos capaces de ser testigos del evangelio que estamos llamados a vivir.

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

Imagen de fancycrave1 en Pixabay

Joseph Cassar SJ: El Papa en Irak sembró paz y esperanza

El Papa “ha sembrado semillas de esperanza y paz”: el P. Joseph Cassar SJ, director del Servicio Jesuita a Refugiados en Irak (JRS), comenta la visita del papa Francisco al país de Oriente Medio, los primeros días del mes de Marzo.

“Esta visita fue como un kairos, un momento de valor, que va más allá del tiempo cronológico inmediato que vivimos, y que está totalmente en manos de Dios”, comenta el jesuita maltés desde Sharya, donde el JRS acompaña a los yazidíes desplazados. “Me he acordado de Jesús, yendo de un lado a otro, mirando a la multitud tan necesitada, me atrevo a decir que como ovejas sin pastor, y el Señor se apiada de ellas. Toda la visita ha tenido una dimensión profética, que por su relevancia va más allá de los confines de la ya muy pequeña comunidad cristiana: creo que el Papa Francisco ha sembrado semillas de esperanza y paz en este país en el que en estas cuatro décadas se ha derramado tanto mal, conflictos, atentados, Isis. Tanta maldad, tanta violencia, tanta gente ha sufrido”.

El P. Cassar tuvo la oportunidad de reunirse brevemente con el papa Francisco el domingo al margen de la misa en Erbil, en el Kurdistán iraquí, junto con otros tres jesuitas: monseñor Antoine Audo, obispo caldeo de Alepo, el P. Michael Zammit, Provincial de Próximo Oriente, y el P. Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica y en la comitiva papal de Roma. “Mis dos minutos con el Santo Padre fueron hermosos: estaba muy cansado, casi agotado, pero también muy, muy feliz”. Hace dos años, el P. Cassar se encontró con el Papa en el Vaticano, con motivo de una audiencia concedida a ROACO (Riunione delle Opere di Aiuto alle Chiese Orientali – Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales): “Me había presentado al Papa muy brevemente como jesuita que trabaja en Irak”, cuenta hoy, “y entonces me llamó y me dijo: ‘Reza por mí porque tengo muchas ganas de ir allí’. Y ayer le he escuchado que estaba muy contento de haber hecho esa visita”.

La visita que Francisco hizo al Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, en Najaf, la ciudad santa del islam chiita, fue “un gesto que refleja la visita de San Francisco al Sultán”. El Papa no fue allí a hacer política o diplomacia. Para la comunidad chiita, mayoritaria aquí, esta visita era muy importante para tratar de curar las numerosas heridas que se han infligido a Irak por tantos años de recelo mutuo. El significado de este encuentro va en el sentido de lo que dijo el Papa: la paz de Dios es más fuerte que la violencia y la guerra”. Por ello, el hecho de que el primer ministro Mustafa Al-Kadhimi haya declarado el 6 de marzo Día Nacional de la Tolerancia y la Convivencia en Irak, en recuerdo de la visita del Papa a Al-Sistani y del posterior encuentro interreligioso en Ur, “tiene un enorme significado”.

La acogida al Papa, “tanto por parte de los cristianos como de los creyentes de otras religiones, fue espléndida, todo funcionó muy bien”, afirma el jesuita, que afirma haber encontrado monjas, sacerdotes, laicos que venían de pequeñas aldeas de diferentes partes de Irak, felices de participar en la misa de clausura, incluso después de tres, cuatro horas de viaje. “Había gente que había venido del distrito de Amadiya, en la frontera con Turquía, de Sulaymaniyya, estaba el P. Jens Petzold de la comunidad monástica de Deir Mar Musa en Siria, fundada por Paolo Dall’Oglio SJ, que aún está desparecido, había mucha gente y veía una inmensa alegría en sus rostros. Nuestros colegas yazidíes me dijeron que compartían la alegría de los cristianos, y lo mismo hicieron los colegas musulmanes que compartieron con nosotros la alegría de ver al Santo Padre en Ur, la antigua ciudad de Abraham, o de verlo entrar en Mosul, esta ciudad donde toda la cobardía del Isis hizo una masacre incluso antes de los bombardeos”.

“El cristianismo pertenece a Irak, no es un cuerpo extraño, los cristianos han estado en estas tierras desde antes de que Irak se estableciera como un estado moderno. Los cristianos pertenecen a estas tierras”, subrayó el P. Cassar, y añadió: “Es una gran pena que este país se haya vaciado de la población cristiana. Los que se quedaron lo hicieron por decisión propia o porque no tenían medios, ni contactos para irse. Pienso en todos los que están en el limbo del exilio, en Jordania o Turquía o Líbano: no hay que olvidarlos”

En Qaraqosh, una ciudad de mayoría cristiana devastada por el Isis, la alegría se mezclaba con la incredulidad: “El responsable local del JRS, Fadi Yabbo, me dijo que nunca pensó que el Papa vendría a visitar esta pequeña ciudad. “Abuna, padre”, me dijo, “no tienes idea de lo que esto ha significado para mí y para todo el pueblo, más que Hoshana”, la mayor fiesta de los cristianos de rito sirio-católico, el Domingo de Ramos, que se celebra casi con más vigor que la Pascua de Resurrección, toda la ciudad sale con ramas de olivo a hacer una gran procesión: ayer fue como si Jesús visitara nuestro país, una alegría que no podemos contener y cuyos frutos se percibirán y experimentarán también en el futuro”.

Para el P. Cassar, en particular, los primeros retos que hay que afrontar son los relacionados con la dramática situación de los refugiados. “Durante la misa el Papa dijo que hay sufrimientos visibles e invisibles: aquí -explica el responsable del Servicio Jesuita a Refugiados- hay tanta gente que sigue sufriendo, incluso psicológicamente, por haber sido desplazada, secuestrada, por haber visto a familiares asesinados ante sus ojos, y no sólo durante la presencia del Isis, sino también, por ejemplo, en el atentado contra la catedral de rito sirio que visitó Francisco en Bagdad el primer día de la visita”.

El jesuita maltés, que mañana 9 de marzo cumplirá 60 años de sacerdocio, estuvo cerca, en los últimos meses de su vida en Roma, del P. Pedro Arrupe, prepósito general de la Compañía de Jesús, que fundó el JRS. Desde febrero de 2016, es el director del Servicio Jesuita a Refugiados en Irak. “Somos musulmanes, kurdos, árabes y cristianos: los extranjeros sólo somos cuatro”.

Inmediatamente después de la visita del Papa se encuentra en Sharya, donde el JRS acompaña a los desplazados yazidíes: “Con mi director regional de Beirut, Daniel Corrou, y el Provincial de Próximo Oriente, Michael Zammit, acabamos de discutir con el responsable del programa de salud mental los múltiples desafíos que existen aquí para la población de supervivientes del genocidio yazidí en la zona de Sinjar, en el norte de Irak, en agosto de 2014. Hay adolescentes, niños, mujeres que sobrevivieron a la esclavitud del Isis, encarcelados, golpeados, abusados, incluso entrenados para luchar. También hay quienes lograron escapar a través del nordeste de Siria y hacia el Kurdistán iraquí, y ahora se encuentran en campos de refugiados, o incluso fuera de ellos, en situaciones todavía precarias. Se trata de una situación que ha durado siete años”. El P. Cassar espera poder ayudar también a los refugiados de otros lugares. “Si los yazidíes, que sobrevivieron al genocidio y siguen desplazados, consiguen volver a Sinjar, me gustaría que pudiéramos acompañarlos”. Y de nuevo: “Sigo soñando con que el JRS pueda ir a Mosul para echar una mano en la reconstrucción de la paz. Por muchas razones, relacionadas con los permisos de acceso, hasta ahora no ha sido posible”.

Para el jesuita maltés, el punto central es siempre “preguntarse, mediante el discernimiento: Señor, ¿dónde y en quién quieres que el JRS te sirva?”.

De ahí la esperanza de que las semillas sembradas por el Papa florezcan. “Espero que haya una mayor apertura entre nosotros, espero que podamos emprender iniciativas comunes entre las religiones para responder a las necesidades de los más necesitados en este país, golpeado doblemente en 2020, por la pandemia, con todas las consecuencias económicas, y por el desastre económico provocado por el desplome de los precios del petróleo. La gente está sufriendo, los que no reciben salarios están sufriendo, y los que dependen del trabajo diario precario están sufriendo. Por eso espero que podamos emprender iniciativas conjuntas para ayudar a los más necesitados. Espero que el mensaje del Papa, de que todos somos hermanos, impregne los corazones de las personas de buena voluntad”. El P. Cassar, que subraya que dedica la mitad de su tiempo y su celo apostólico a resolver cuestiones burocráticas, señala que la oficina del gobierno para las organizaciones no gubernamentales de Bagdad ha sustituido en los últimos días su perfil de WhatsApp por el logotipo de la visita del Papa. “Esto también es un gesto de bienvenida y de apertura. El Señor actúa en los corazones de todos, más allá de las fronteras de la Iglesia, y hay personas que tienen el corazón abierto. Espero que esta visita llegue al corazón de muchas personas.”

Fuente: www.jesuits.global/es

Rezando voy celebra 10 años de trayectoria

Un 9 de marzo de 2011 comenzó a funcionar un proyecto que nacía con tanta ilusión como incertidumbre. Rezando voy quería ser un espacio de oración, de encuentro y de facilitar la mirada creyente a la vida. La acogida, desde el primer momento, fue muy positiva. Y desde aquel primer momento –un Miércoles de Ceniza– el proyecto no ha dejado de crecer. En colaboradores, en propuestas y en ilusión. La idea inicial de cinco oraciones semanales pronto se amplió a otra para el fin de semana. Un año más, y comenzaron las oraciones para niños. Propuestas temáticas –como la del Camino de Santiago – dieron paso a series. Dos renovaciones, cambios en la aplicación. Trabajo en conjunto con otros proyectos similares en diferentes lenguas… Un proyecto así solo puede salir con el apoyo entusiasta de tantos. Muchísimas personas colaborando con su oración, sus voces, su creatividad, ganas, apoyo económico, entusiasmo en difundir la propuesta e ideas para irlo enriqueciendo.

Entre el 9 de marzo de 2011 y el 9 de marzo de 2021, se han creado:  3034 mp3 de la oración diaria, 25 oraciones especiales, 7 series temáticas con 80 oraciones, 212 infantiles. Esto suma 3350 oraciones. Más de 140.000 app descargadas y activas. También el proyecto ha crecido con los tres volúmenes de RezandoVamos. Lo bonito es lo que estos números apuntan. Una red enorme de personas compartiendo pasión por llevar la oración a la vida de tanta gente en tantas situaciones.

Entre los colaboradores, además del equipo, hay 60 voces adultas, 20 infantiles y 100 redactores de oraciones. A estos hay que sumar músicos, informáticos, editores de audio y muchos colaboradores esporádicos que de diferentes formas suman sus talentos al proyecto.

Hace cinco años, al cumplir el primer lustro, se celebró con un bonito encuentro en Valladolid que fue ocasión para que muchos de los colaboradores pudieran coincidir. En aquella ocasión, un rato de oración guiada y un concierto fueron espacio de mucha vida compartida. Esta vez, en el contexto pandémico, toca celebrar (por ahora) a distancia.

El lunes 8, en la víspera, un grupo de colaboradores han tenido un encuentro por Zoom para saludarse y agradecer el proyecto. Este día 9 se está moviendo en redes el recordatorio del aniversario, con el hashtag #rezandovoy10, de manera que sea una celebración compartida, y una acción de gracias a tantos.

El próximo 29 de mayo (habrá que ver cómo están entonces las condiciones sanitarias) la idea es tener la celebración de esta década. Será una celebración abierta, con algún tipo de encuentro presencial y también formato online.

Además, en esa fecha se celebrará el lanzamiento de una nueva App y un nuevo formato para el proyecto, tratando siempre de adaptar, crecer y facilitar la oración.

Fuente: infosj.es

Una nueva comisión para abordar el rol de la mujer en nuestra misión apostólica

El pasado 8 de marzo, el Padre General envió una carta a toda la Compañía anunciando la creación de una comisión para abordar el papel de la mujer y las responsabilidades de las que se hace cargo en la Compañía de Jesús.

Cuando se promulgaron los decretos de la Congregación General 34ª, el año 1995, el documento que más llamó la atención de los periodistas fue el Decreto 14, titulado “Los jesuitas y la situación de la mujer en la Iglesia y en la sociedad”. La máxima autoridad de la Compañía de Jesús reconocía en él la relevancia de este tema: la cuestión del papel de la mujer, que resulta fundamental en el mundo de hoy. Mujeres llevan adelante nuestra misión de integrar la fe y la justicia. A lo largo de los años, en todas partes y también en el seno de las obras de la Compañía, se han ido dando pasos para que las mujeres desempeñen papeles importantes en pie de igualdad con los varones.

Más recientemente, en noviembre de 2019, durante el congreso del quincuagésimo aniversario del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología que se celebró en la Curia General, el padre Arturo Sosa pidió a la Asamblea que reflexionara sobre “el lugar de la mujer en nuestras instituciones y en nuestras prioridades apostólicas”. Las numerosas participantes se tomaron en serio esta petición y, juntas, mantuvieron una larga reunión con el General. Propusieron la formación de una comisión oficial sobre este tema. Tras las pertinentes consultas, el Padre General ha podido elegir a los miembros que integran la comisión, y que anuncia hoy.

La comisión consta de diez miembros: seis mujeres, un hombre laico y tres jesuitas. En su carta a todos los jesuitas, el padre Sosa pide expresamente que se colabore de forma concreta con este equipo, con espíritu de apertura y marcado por “el respeto, la reciprocidad y la igualdad”, retomando así palabras del decreto de la CG 34.

La comisión tiene un mandato de tres años, al término del cual deberá presentar un informe sobre los objetivos que se le asignan. Se pueden resumir así: 1. Evaluar la asimilación del Decreto 14 de la CG 34 en un mundo que ha cambiado desde 1995, y comprobar en qué medida se ha promovido la corresponsabilidad, la colaboración y la inclusión de las mujeres en la planificación apostólica. 2. Evaluar el nivel de participación de las mujeres a todos los niveles en las instituciones y obras de la Compañía. 3. Hacer recomendaciones sobre cómo fortalecer la misión de la Compañía creando espacios que favorezcan la participación de la mujer y el diálogo entre hombres y mujeres en las obras de la Compañía. 4. Formular recomendaciones para la promoción de prácticas eficaces de integración y solidaridad, sin excluir la formación y los cambios estructurales.

Por último el Padre General deja la puerta abierta para que la comisión le vaya indicando, a lo largo de los años de su mandato, injusticias o prácticas inadecuadas que pueden perjudicar los objetivos de respeto mutuo e igualdad entre hombres y mujeres.

El Padre General nos invita, en la conclusión de su carta, a vivir esta llamada a la reciprocidad y a la solidaridad en la oración: “Contemplando a Jesús en la cruz durante este tiempo de Cuaresma, pidamos, a través de Nuestra Señora de la Estrada, la gracia de una verdadera conversión a todos los niveles del cuerpo universal de la Compañía: personal, comunitario e institucional. Tengamos presente la memoria agradecida de todas aquellas mujeres que han sido parte de nuestro camino, especialmente en nuestras instituciones y obras apostólicas”.

Los miembros de la comisión:
• Andrade, Donna – Fairfield, EE.UU.
• Assouad, Victor SJ – Consejero General, Roma
• Duffy, Michael – University of San Francisco, EE.UU.
• Jayme Lao, Maria Elissa (Melissa) – Ateneo de Manila, Filipinas
• Joseph, Victor Edwin SJ -Vidyajyoti – Delhi, India
• Muñoz, Maria del Carmen – CINEP, Colombia
• Sujita, Mary SND – Bihar, India
• Vanneste, Cecilia – Ignatian Apostolic Network, Flanders, Bélgica
• Waiyaki, Catherine – CLC/CVX, Kenya
• Yi, Simon Kuen-Sang SJ – Jesuit Centre for Migrant Workers, Gimpo, Corea del Sur

 

Fuente: jesuits.global

«¡Ámense!: El mandamiento ‘insistente’ de Jesús»

Juan José Bernal Guillén SJ, estudiante jesuita de la Provincia del Paraguay, quien actualmente se encuentra cursando sus estudios en la ciudad de Córdoba, nos comparte su testimonio en clave de memoria agradecida por lo vivido interiormente en la misión del verano 2021.

Durante los Ejercicios Espirituales (EE. EE.) de este verano, una pregunta resuena con fuerza en mi corazón: ¿Por qué Jesús, estando próximo a su muerte, pide a sus discípulos con insistencia que se amen unos a otros?  ¿Cuál es el misterio de este mandamiento nuevo? Silenciosamente, esta invitación enciende en mí un deseo que me habla de compasión. Compasión al estilo de Jesús. Compasión en la cruz, como signo contradictorio de muerte y de vida. Cruz que me llama a la esperanza de la resurrección. Resurrección que me impulsa a consolar a otros desde el amor recibido.

Con estas mociones interiores, inicio -días después- la semana de servicio en el Pequeño Cottolengo de Gral. Lagos (Rosario, Santa Fe). En esta misión, soy testigo de la encarnación de aquel misterio del amor. Misterio reiterado por el Señor a los suyos poco antes de su pasión. La consigna del viaje interior es consolar a los ‘cristos’ sufrientes y hallados en profunda soledad. Es así que la misión en Lagos me coloca, cara a cara, ante la impotencia y el dolor humanos. Me enseña a saber estar ante ellos. Me regala la gracia de la creatividad y del compartir con los residentes del lugar.

En el Cottolengo, mis días transcurren en medio de una silenciosa quietud. Las miradas, los gestos y las mímicas son el centro de la comunicación y del ‘diálogo’. No faltan las sonrisas y los dibujos coloridos que alegran el corazón y transmiten cercanía.  No obstante, es en esa quietud en donde la impotencia y la esperanza se disputan por conquistar mi corazón. Cuando el desánimo parece ganar la batalla, la vida misma de los residentes se impone como signo de esperanza y como certeza de un Jesús resucitado.

 

La experiencia también me habla de profunda compañía. ¡No estoy solo en la misión! Hay otras personas que caminan conmigo. En este sentido, la Compañía me regala un compañero: Vidal SJ. No hay mucho tiempo para detenernos a hablar. ¡El trabajo es arduo! Sin embargo, la presencia silenciosa de ambos nos invita a hacer lectura de las mociones del corazón, reflejadas en las miradas -en las nuestras y en las de nuestros amigos y amigas-.

Vidal y yo nos ocupamos de acompañar, a diario, el trabajo de los orientadores del lugar. Visitamos los hogares. Ayudamos con el paseo de los residentes por los jardines. Jugamos con ellos. Pasamos largos ratos bajo los árboles, contemplando la quietud de sus cuerpos y oyendo el grito de sus corazones. Ignacio, en sus EE. EE., nos dice que “no el mucho saber harta y satisface al ánima, más el sentir y gustar de las cosas internamente”.[1] Nuestros nuevos amigos nos enseñan, con su modo de ser, sentir y actuar, el sentido de aquella moción ignaciana. Tal vez no expresen mucho con las palabras, pero sí con sus inocentes y profundas miradas, de corazón a corazón.

 

El día a día tiene lo suyo. Y como tal, el cansancio no se deja estar. Sin embargo, es momento propicio para acoger aquella invitación del Señor reiterada en los Ejercicios: volver a poner la mirada en él. La oración se torna un escenario clave para pasar por el corazón de Dios todo lo que transita interiormente. Volver a él se traduce en descubrirlo en aquellos hermanos míos que me hablan de vida. Significa salir de mí e ir junto a ellos. Asimismo, el verbo ‘volver’ es conexo con el verbo ‘confiar’. ¿Confiar? ¡Sí! Confiar en que Jesús resucitó en la vida de los residentes. Pero, el volver y el confiar no son disposiciones unilaterales. Son gracias que Dios me va concediendo en comunión con otros. En este sentido, la gratitud por los compañeros de misión, tiene cabida especial en mi corazón: orientadores, auxiliares, enfermeros, voluntarios, religiosos orionitas…

Hoy, después de un mes de haber vivido esta experiencia, la pregunta inicial sigue latiendo en mi interior: ¿Por qué insistes con el pedido de amarnos unos a otros? No sé si tenga respuesta para tal cuestionamiento. De lo que tengo certeza, es que esta experiencia del amor de Jesús por la humanidad me mueve al cambio. Cambio en mi modo de pararme ante el dolor humano. Cambio de la palabra por la mirada. Cambio de mis pretensiones personales por aquellas que siento que vienen de Dios y que me hablan de entrega. Cambio que pone de manifiesto lo más genuino de mi ser: el deseo de amar y servir.

[1] Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, Santander, Ed. Sal Terrae, 1991, p. 1, [2]

 

Juan José Bernal Guillén SJ