La Familia Ignaciana en una Vigilia de Oración Mundial

El domingo 31 de mayo la Iglesia universal celebrará la fiesta de Pentecostés y la familia ignaciana en todo el mundo está invitada compartir una Vigilia de Oración Mundial. 

«Esperamos que esta ‘red de Pentecostés’ nos permita experimentar el extraordinario don de la solidaridad en la misión que es la vida de la Compañía de Jesús y de nuestros colaboradores. Desde cada rincón del mundo, unidos en la oración, podemos experimentar la realidad más profunda del Espíritu Santo que nos reúne, nos sostiene y nos inspira en nuestro servicio a Cristo y a su Iglesia para ‘la vida del mundo’.» Así lo manifestaba James Hanvey SJ en su carta de invitación.

La vigilia digital tendrá lugar en la víspera de Pentecostés, en la tarde/noche del sábado 30 de mayo. No durará más de 30-40 minutos, y tendrá un flujo de testimonios, expresiones artísticas, combinadas con momentos simbólicos e interactivos.

«¿Qué mejor manera de buscar el don y el poder del Espíritu Santo que como una comunidad mundial de oración? 

Con más de 15.000 jesuitas e innumerables colaboradores laicos, la familia ignaciana se extiende por todo el mundo en una hermosa diversidad. Qué apropiado, entonces, que esta familia rece junta para Pentecostés, cuando personas de muchas naciones y lenguas se unieron en la oración.»

La Curia General de Roma transmitirá la vigilia en YouTube, Facebook, y Twitter. El contenido de la vigilia será el mismo cada vez, pero habrá una conversación en vivo y un intercambio de intenciones de oración en los medios sociales durante la vigilia.

Para Argentina y Uruguay, la transimisión será a las 21:00hs

Para más información podes acceder a pentecost.jesuits.global

Un pequeño relato para compartir – Por Juan Berli SJ

Juan Berli SJ fue nombrado el año pasado como Párroco y Administrador parroquial en dos dependencias de la diócesis de Quilmes, Buenos Aires. Junto con otros compañeros jesuitas, llevan adelante la tarea de acompañar a las comunidades de las parroquias Nuestra Señora de las Lágrimas y Nuestra Señora de Luján.

Hoy, nos acerca la historia Jonatan y su familia, que en medio de las dificultades y gracias al apoyo de la comunidad, llegaron al barrio para quedarse.

Un pequeño relato para compartir – Por Juan Berli SJ

Conocimos a Jonatan cuando fue a buscar comida para su familia, al Centro Guadalupe, hace ya dos meses. Llegó a La Matera cuando debió desocupar la casa de su padre. Con Yeni tienen 7 hijos, la mayor de 13 y el menor de 1 año. Fue su primo quien le dijo que podían “mudarse” al terraplén, porque se había desocupado un lugar. 

Con chapas y madera construyó la casa, de único ambiente de 6 x 4 mts. Estaba como colgando del terraplén… pero su principal preocupación eran las lluvias: a sus hijos los desparramaban entre los vecinos para que pudieran dormir. 

Cuando los visitamos nunca nos pidió nada. Estaban inmensamente agradecidos por la comida abundante que traían los soldados del Ejército. 

Gracias a una gran movilización de muchos cevequianos, familiares y amigos, que decidieron hacer donaciones, pudimos comprarle 5 chapas y tirantes. Los puso el mismo día que llegaron, con ayuda de los vecinos. Cuando vino a visitarnos Rafael Velasco, pudimos llegar a su casa. Estaban esperando 10 camiones de tierra para nivelar el “patio”. Nos contó que era auxiliar de panadería y tenía changas dos veces por semana. Y que nunca se había imaginado recibir tanta ayuda.

El viernes pasado le entregamos un horno pizzero pequeño. Caritas nos consiguió el flete. Al llegar a su vivienda Jonatan y Yeni se quedaron paralizados y sin palabras. Literalmente no podían hablar. 

Hoy nos envió fotos con este texto: “estos panes isimos el martes. Estamos vendiendo día por medio grasias a todos ustedes”. 

Tener un emprendimiento propio había sido su sueño desde pequeño. ¡Te damos Gracias Señor! 

Nos sentimos acompañados por todos ustedes.

 

Escuelas cerradas llenas de vida – Por Leonardo Nardín S.J.

Leonardo Nardín SJ es el Delegado para el Sector Educación de la Compañía de Jesús en Argentina y Uruguay, y nos actualiza sobre la actividad de las Instituciones Educativas en este tiempo de cuarentena, que desde el comienzo y con el pasar de los días se convirtió en tiempo de adaptación, de trabajo en equipo y de reflexión conjunta.

Escuelas cerradas llenas de vida – Por Leonardo Nardín S.J.

Este tiempo extrañísimo e inédito que estamos viviendo ha exigido una reacción casi instantánea para no quedar sepultados. En el caso de los colegios, la respuesta se ha elaborado, al menos en germen, casi en un fin de semana largo, el del 21 al 24 de marzo, cuando después del decreto de cuarentena, directivos y docentes tuvieron que preparar el modo de seguir con la misión de formar porque recibían el martes 25 el requerimiento de alumnos y familias para ver cómo seguir. Ese fin de semana fue corto, con días larguísimos que incluían las noches, las comunicaciones virtuales y la creatividad al extremo. Con lo que había, había que reacomodarse.

Así, los educadores y tantos otros “se animaron a entregar todo lo que poseían para aportar un poco de cura, de calma y alma a la situación” (Francisco, Un plan para resucitar, Vida nueva, 17 de abril 2020). Y la atención a la realidad que exigía adaptaciones a la nueva situación hizo surgir mucha generosidad, siempre dando un paso más (lo propio de la misericordia que no se contenta con el “trabajo a reglamento”). Y fuimos testigos de colegios que se han ingeniado para solucionar problemas de conectividad modificando las exigencias, acercando materiales impresos casa por casa, abriendo espacios de radio y ofreciendo diversidad de posibilidades para aprender. También vimos colegios que volvieron a cocinar, a acercar alimentos, a hacer colectas. Y constatando la angustia que la situación hacía surgir, vimos a maestros, tutores, directivos que se ocuparon de contener, de ofrecer espacios de oración, de reflexión, de llevar respuestas a problemas muy concretos. 

Y aunque se vean las escuelas cerradas, la vida sigue por otros cauces, renovados, y seguramente será como semilla de vida para el después de la pandemia, donde la nueva normalidad será distinta, sin duda, y nos queda la esperanza de que, como dice el Papa Francisco, “toda la vida de servicio y amor que ustedes han entregado en este tiempo volverá a latir de nuevo” (ídem). Y nos queda la esperanza de haber aprendido a mirar mejor y más profundo, a sentir más la humanidad en su fragilidad y en la gran fortaleza de la caridad, en haber experimentado que estamos todos en el mismo barco y en la vulnerabilidad se nos caen las caretas que pueden distanciarnos, y que nos necesitamos (gracias a Dios), y que cuando nos queremos y nos ayudamos ocurren los milagros. Dios quiera que aprendamos a que necesitamos vivir y trabajar juntos y que no nos lleva lejos caminar solos. Dios quiera que el post pandemia “nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. Que no tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio. La civilización del amor se construye cotidianamente, ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo comprometido de todos. Supone, por eso, una comprometida comunidad de hermanos (ídem).

Como red del Sector Educación ARU, nos agrupamos los colegios de la Compañía más los de Fe y Alegría y los centros educativos de Manos Abiertas.

Todos los años solemos encontrarnos como red, y este año nos tocó hacerlo de modo virtual. Faltó el calor de la presencia y las calorías de las meriendas regionales, pero compensó la posibilidad de una asistencia casi masiva que elevó al número a casi 200 participantes. Y fue muy consolador que todo el Encuentro fuera resultado de muchos equipos de trabajo que han aportado armónicamente sus reflexiones y experiencias para ofrecer un espacio de rezar y pensar sobre la identidad y el rol del Directivo. Nos dejó mucho para seguir aportando más a la misión de la Compañía de Jesús en el sector educativo. En este link podrás encontrar más contenido sobre el Encuentro: https://youtu.be/OmKcKtSHtf4

 

Si querés conocer más sobre la Red Argentino Uruguaya de Colegios Ignacianos podés acceder a su canal de Youtube haciendo click aquí: RAUCI Comunicaciones

Carlos Saráchaga: «El diácono en la Iglesia hoy, es llamado a ser presencia y signo de Jesús Servidor»

En el mes de oración universal por los diáconos, compartimos el testimonio de Carlos Saráchaga, diácono permanente que actualmente acompaña el trabajo en la Parroquia del Sagrado Corazón, en Montevideo, Uruguay.

¿Cómo vive su compromiso cristiano (bautismal) un diácono permanente?

Para comenzar es bueno tener presente que fue el Concilio Vaticano II, que restituyó el Ministerio del Diaconado Permanente y nos plantea “una nueva eclesiología”, una visión nueva de Iglesia, traducido en IGLESIA PUEBLO DE DIOS, donde “todos los bautizados” formamos parte de ese pueblo, por lo que “todos somos Iglesia”.

Por lo que, los diáconos somos, ministros al servicio de este proyecto de iglesia renovada. El diácono en la Iglesia hoy, es llamado a ser presencia y signo de Jesús Servidor, “el cual no vino a ser servido, sino a servir”.

La espiritualidad específica que encarna el diácono permanente, se vincula directamente con el gesto del lavatorio de los pies, que Jesús realiza en la “última cena” que celebramos el jueves Santo.

El lavatorio de los pies es un gesto donde el Maestro sirve al discípulo. Este “gesto” es una invitación de Jesús a todos los cristianos, y en particular a los diáconos, que nos invita a vivir el servicio al hermano. Jesús lava los pies a los discípulos en la última cena, como signo de lo que debe ser nuestra vida cristiana, servir al hermano.

Este gesto también nos recuerda que Dios nos sirvió y amó primero. Es común pensar que nosotros servimos primero a Dios, pero es El, el que siempre nos precede. Su amor es gratuito. Jesús nos recuerda– “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con los más pequeños de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25, 40).

¿Cuáles son las gracias y los desafíos en la vocación? ¿Qué ministerios y tareas desempeña dentro de su comunidad?

Los diáconos tenemos el don y la tarea de ser “servidores del pueblo de Dios” en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad.

La Lumen Gentium expresa: “Es oficio propio del diácono, administrar el Bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, bendecir el matrimonio, llevar la comunión a los enfermos, proclamar la Palabra de Dios y predicar, presidir el culto, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepulturas”.(LG 29)

Por el Ministerio recibido, estamos insertos en la DIACONÍA DE CRISTO, y estamos llamados para ser intérpretes de las necesidades y deseos de las comunidades cristianas, en definitiva “animadores del servicio, de la diaconía de toda la Iglesia”.

Por nuestra vocación de casados y clérigos, no somos laicos, estamos llamados a ser “ministros de frontera”, con un pie en la Iglesia y el otro en el mundo en que vivimos, comprometidos con las necesidades de la gente, dentro y fuera de la Iglesia, tratando de vivir nuestra vocación en atender a los más necesitados.

Es misión propia, trabajar en la formación y animación de las pequeñas comunidades, en el acompañamiento de los agentes pastorales y la promoción de la vocación laical.

En definitiva, es trabajar por la Iglesia que fundó Jesús. Una Iglesia pobre, sencilla, cercana a las necesidades de la gente, cimentada en la oración, la fraternidad y la comunión. Es lo que hoy nos pide el Papa Francisco, ser “una iglesia en salida” de cercanía, que acoge todas las fragilidades de todos los que la necesitan.

¿Se sorprenden los fieles por su ministerio siendo casado?

Aunque la restauración del diaconado lleva más de 50 años, todavía no se tiene claro la diferencia con el presbítero. Los diáconos tenemos esposa, hijos, nietos, vivimos de nuestro trabajo, y nuestro ministerio se basa en tres patas: la familia, el trabajo y el ministerio. Por lo general nos llaman “padre”, cuando bautizamos, casamos y celebramos, y debemos explicar que somos ministros casados. Hemos recibido la gracia que nos confiere el Sacramento del Orden Sagrado en orden al Diaconado, pero que antes de ser ordenados hemos recibido el Sacramento del Matrimonio, y que dicho sacramento junto con nuestra vida de familia, son lo que mantienen vivo nuestro “ser diaconal”.

¿Cómo lo vive la esposa y los hijos?

En esta vocación juega un rol fundamental la esposa, porque sin su consentimiento y su acompañamiento (el día de la ordenación el obispo le consulta, si esta de acuerdo y si está dispuesta a acompañarlo), no es posible realizar el camino.

En cuanto a mis hijos cada uno desde su lugar me han acompañado en este proceso y misión. Siempre se nos recuerda que no podemos descuidar a nuestra familia, ya que nuestro ministerio, supone tiempo y dedicación.

Toda la familia acompaña en forma generosa, en la medida que dona “tiempos de familia” a este servicio. Nuestra casa se abre a acompañamiento y tiempos de formación.

 ¿Cómo has vivido el proceso hasta llegar a la ordenación?

Como toda decisión, supone una etapa de discernimiento, con mi familia, en el proceso de formación y con mi comunidad CVX, a la que pertenezco.

Convencido que el Espíritu se nos regala en comunidad, fue fundamental en mi discernimiento, el haber sido acompañado por ella.

No todo fue seguridad. Hicimos el proceso juntos con mi señora, preguntas, dudas, para que luego el Señor confirmara mi vocación.

Hoy renuevo mi compromiso de servicio a nuestra comunidad parroquial, intentando discernir en estos tiempos tan especiales, donde el Señor me necesita.

Sábado 30 de Mayo: oración del Rosario con el Papa Francisco

El sábado 30 de mayo, a las 17:30 (hora de Roma), el Papa Francisco presidirá el rezo del Santo Rosario desde la Gruta de Lourdes en los Jardines del Vaticano. La intención del Rosario mundial será: «Unidos en la oración para invocar la intervención de la Virgen por el fin de la pandemia y para confiar toda la humanidad al Señor”. Este momento de oración universal será transmitido por el canal oficial del vaticano.

En el gesto de unirnos en oración a los pies de María, “mujer de escucha, de decisión, de acción”, ofreceremos la difícil situación que hoy afecta al mundo. El Papa invitará a todos a no perder la esperanza, porque María resplandece “siempre en nuestro camino como signo de salvación”.

Los santuarios del mundo se unirán en la oración, será «un momento de oración mundial para aquellos que deseen unirse al Papa Francisco en la víspera del Domingo de Pentecostés».

 

Para más información podes acceder a: vaticannews.va

 

 

Nuestra misión espiritual en tiempos de pandemia – Por Pablo Lamarthée SJ

«Aunque las Iglesias y las Instituciones estén cerradas, los corazones están abiertos.» Así empieza su relato Pablo Lamarthée SJ, Delegado del Sector Espiritualidad de nuestra Provincia. Nos cuenta sobre la principal actividad del sector durante este tiempo de cuarentena y las prioridades que hoy marcan el cronograma y las propuestas: «estamos buscando nuevas formas de llevar a Dios a la gente y acompañarlos espiritualmente.»

Nuestra misión espiritual en tiempos de pandemia

Estos tiempos están siendo bastante propicios para desarrollar la dimensión espiritual. Aunque las Iglesias y las Instituciones estén cerradas, los corazones están abiertos. Desde sus casas, la gente escucha audios con comentarios bíblicos, realiza cursos en línea, vive virtualmente las Eucaristía, se acompaña espiritualmente a la distancia. La vida con menos actividades nos enfrenta a nuestra interioridad y nos obliga a mirar el fondo de nuestra alma. La incerteza, el miedo y la soledad nos hacen buscar más a Dios y querer conectar con su presencia amorosa, pacífica y consoladora.

Por tal motivo, podría decir que nuestra misión espiritual no se detiene, incluso, aumenta. Eso sí, si es que estamos lo suficientemente abiertos como para readaptarnos a las nuevas formas posibles que la realidad nos impone, si es que somos capaces de asumir esta novedad sin prejuicios ni sospechas. Los sacerdotes y muchos agentes pastorales laicos han salido al mundo con mayor visibilidad virtual y la Iglesia ha entrado, de otra manera, en la intimidad de las casas. Incluso podríamos decir que el alcance de nuestras propuestas espirituales está siendo mayor que antes.

El sector espiritual de ARU no está ajeno a esta nueva realidad. Diariamente observamos en las redes sociales cómo nuestros compañeros jesuitas salen de sus comunidades y obras al mundo: con sus homilías, reflexiones, cursos y oraciones. Los Centros de Espiritualidad han tenido también que reinventarse y trabajar con otro modelo: virtual, más dinámico, ligero…; incluso están trabajando conjuntamente sin restricciones de lugares y fronteras. 

Las escuelas de Acompañamiento y las escuelas de Ejercicios Espirituales de nuestros Centros continúan virtualmente, y los Ejercicios en la Vida, que duran todo el año lectivo, siguen siendo la propuesta espiritual estrella. Muchos cursos y talleres han crecido en sus números de inscriptos gracias a la virtualidad de los mismos, lo presencial ha dejado de ser ya un límite. El programa “no estás solo” reunió muchísimos voluntarios para escuchar a las personas que necesitan acompañamiento, y las plataformas digitales a través de internet han pasado a ser nuestras nuevas herramientas para la misión.

Nos sabemos cómo resultará todo esto, tampoco los frutos que traerá, pero lo que viene importando hasta ahora, es que estamos buscando nuevas formas de llevar a Dios a la gente y acompañarlos espiritualmente. De esta manera, los cristianos están dando una vuelta hacia la Iglesia doméstica, redescubriendo la belleza de rezar en casa y “adorar al Padre en espíritu y verdad” (Jn 4,23). Esta pandemia nos está enfrentando con el límite de la vida, y a su vez, nos deja solamente con lo esencial, con lo imprescindible. Nuestra misión permite que nuestra gente encuentre su principio y fundamento, se arraigue en Dios y se sienta acompañada por su misteriosa presencia.

Al igual que San Ignacio, que convirtió su vida gracias al aislamiento forzado de su convalecencia en Loyola, tal vez nosotros también, sin perder la fidelidad al carisma, debamos transformar y repensar nuestra misión espiritual en esta cuarentena. El Espíritu nos dirá por dónde caminar, cómo servir y de qué manera llegar, está en nosotros buscar creativamente esa novedad. 

Pablo Lamarthée

Ignacio Born sobre la Misión San Francisco Javier

Igancio Born es coordinador de la Misión San Francisco Javier, misión que desde el 2001 es organizada por la Red Juvenil Ignaciana y la Universidad Católica de Uruguay. Cada año convoca alrededor de 100 jóvenes de Argentina y Uruguay que están vinculados a la espiritualidad ignaciana. Este verano comenzaron el nuevo ciclo 2020 – 2022, un camino de tres años para acompañar a las comunidades de la diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas.

En una entrevista para la revista Entre Todos, Ignacio comparte cómo se ha vivido la primera etapa de este itinerario y habla de cuáles son las metas que, junto con sus compañeros, se proponen a futuro.

¿Cómo comenzó tu vida de fe y en qué grupo o movimiento estás involucrado en la actualidad?

Mi vida de fe comenzó a los 16 años, cuando era voluntario del Movimiento Castores del Colegio Seminario. La apertura a otras realidades y las fuertes experiencias vividas en el movimiento me hicieron ir conociendo a Jesús de diversas maneras y en diversas personas. Hasta el día de hoy, sigo recibiendo la gracia de poder seguir conociéndolo.

En la actualidad, soy coordinador de los alumnos de 6° año del Colegio San Ignacio-Isasa, junto al movimiento Juventud Misionera Ignaciano (JMI). Junto a otros cinco coordinadores, acompañamos a los jóvenes todos los sábados en las actividades de voluntariado y servicio, y luego en las reuniones de reflexión, sensibilización y formación que preparamos para ellos.

Además, estoy guiando encuentros semanales de confirmación en el Colegio Seminario, para los alumnos de 5° y 6° año.

Este año comenzó la misión Maldonado y Rocha 2020-2022, que está dentro de la Misión San Francisco Javier, en la que estás como coordinador, ¿cómo surgió la idea de esta misión?

La misión Maldonado y Rocha 2020-2022 surge como continuación del trabajo que viene haciendo la Misión San Francisco Javier, organizada cada año por la Universidad Católica del Uruguay (UCU). En ella, realizamos ciclos de misión de tres años, rotando por las distintas diócesis del Uruguay. En 2019 cerramos el ciclo de tres años en la Diócesis de San José (San José-Flores), por lo que este año tocaba comenzar un ciclo nuevo. Aún no habíamos realizado misión en la Diócesis de Maldonado, por lo que nos pareció una buena oportunidad.

La Misión San Francisco Javier siempre tiene una duración de ocho días en el mes de febrero. Hasta el momento hemos misionado en las diócesis de Melo, Tacuarembó, Florida, Salto, Mercedes y San José.

Año a año nos acompañan varios jesuitas (sacerdotes y estudiantes) y varias religiosas de espiritualidad Ignaciana (Esclavas del Sagrado Corazón, Hijas de Jesús, Sagrado Corazón de Jesús, Jesús María y Cruzadas de Santa María).

¿Cómo es la organización del trabajo en las distintas localidades del interior del país a las que visitan?

Se divide a todos los misioneros que se inscriben en grupos de aproximadamente 15 personas, buscando así poder llegar a la mayor cantidad de localidades de la diócesis. El día a día consiste en la visita a las casas por la mañana, saliendo de a dos o tres misioneros. Además de buscar interiorizarse con la realidad del pueblo y la realidad de la persona que abre la puerta de su casa, durante la visita se extiende la invitación a participar de los talleres que se realizan en la tarde, con propuestas diferenciadas para niños, jóvenes y adultos. En ellos se busca lograr una reflexión y acercar a las personas a la figura de Jesús, además de que puedan crear comunidad.

El día a día también está marcado por la oración ignaciana que los misioneros tienen al comienzo yal final del día, donde rezan y comparten con su grupo las vivencias y sentimientos. La propuesta de todas las mañanas y el cierre del día hacen que uno le haga espacio a Jesús y sea Él quien acompañe y vaya guiando a todo el grupo a lo largo de la semana. Nos gusta decir que vivimos una misión “externa” pero también una misión “interna”. Es una semana de disfrutar de poner en el centro un poquito más a Dios, y desde ahí salir.

¿Quiénes participan de la misión?

De la misión participan jóvenes universitarios de la Red Juvenil Ignaciana de la provincia Argentino-Uruguaya, es decir, jóvenes vinculados a grupos y voluntariados de espiritualidad ignaciana. Además de argentinos y uruguayos, también solemos contar con presencia de misioneros de otros países. En promedio participan de la misión unos 100 jóvenes aproximadamente.

¿Cómo ves la situación actual de esa diócesis en tema de fe? ¿Por qué consideras que es importante misionar allí?

La diócesis de Maldonado vive una situación muy similar a la que hemos identificado en la mayoría de las diócesis del Uruguay, que es la dificultad que tiene la Iglesia de poder estar presente de forma activa. Esto se traduce en que muchos pueblos solo tengan Misa una o dos veces en el mes, lo que conlleva también la dificultad de armar una comunidad de fieles que sea constante y perdurable.

Considero que es importante misionar allí para reavivar el fuego de la fe de estas comunidades. Así lo vivimos nosotros, como un empujón de fe y de alegría para que las personas puedan crear comunidad y vivir activamente su fe una vez que ya no estemos allí. Además, algo lindo que tiene la misión es que celebramos Misa todos los días, y esto es algo a destacar, sobre todo en aquellas localidades que solo tienen una o dos veces al mes. Con las visitas a las casas, los talleres y las Misas buscamos que la comunidad vuelva a enamorarse de ese Jesús que alguna vez conocieron y que por ahí quedo un poco olvidado, o que incluso puedan conocerlo de otra manera como lo conocemos nosotros.

¿Cómo será el plan de trabajo a lo largo de estos dos años en Maldonado y Rocha?

En los próximos dos años seguiremos visitando las localidades que visitamos este año: Maldonado, San Carlos, Pan de Azúcar, Balneario Buenos Aires y Rocha. Nuestro mayor deseo es que aumente la cantidad de misioneros y así poder armar un grupo nuevo en otra localidad, o aumentar nuestra presencia en alguna de las localidades que ya visitamos.

¿Qué frutos esperás de esta misión y qué destacarías de este proceso?

De esta misión en Maldonado y Rocha esperamos que sean cada vez más las personas que se acerquen y nos abran las puertas de sus casas, así nosotros podremos ser un oído para ellas y poder llevarles la palabra de Dios.

Destacaría la oportunidad de poder hacer proceso en un lugar durante tres años. Este año, al ser el primero, tuvimos que conocer donde estábamos, quiénes viven allí, qué hacen, qué presencia tiene la Iglesia Católica en ese lugar, la fe de las personas y cuáles son sus necesidades.

Todo esto de a poco, con paciencia, sabiendo que no se trata de una sola semana, sino intentando de una misión en tres años sucesivos… discerniendo los caminos orientados siempre con la pregunta que nos dejó San Ignacio de Loyola: “¿Adónde vamos y a qué?” y poder responder de la mejor forma a los objetivos y problemas que vamos percibiendo.

En medio de todo esto, Dios nos regala la confianza de que Él fue a ese lugar y empezó a trabajar mucho antes que nosotros. Nos regala poder simplemente soltarnos al encuentro, estar e irnos con la confianza de que Él se ocupa, y que la comunidad va a seguir haciendo proceso junto a Él.

Papa Francisco: comienza un año especial por el cuidado de la Casa Común

Este domingo 24 de mayo, el Papa Francisco anunció que la Iglesia dedicará un año especial para reflexionar sobre la encíclica Laudato si’ y sobre el cuidado de la creación.

Este año especial empezó ayer y durará hasta el 24 de mayo del próximo año e invitó “a todas las personas de buena voluntad a unirse, para cuidar de nuestra casa común y de nuestros hermanos y hermanas más frágiles”.

El Papa recordó que con la encíclica Laudato si’ se buscó “llamar la atención al grito de la Tierra y de los pobres”. “Ahora, gracias a la iniciativa del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la ‘Semana Laudato si’, que acabamos de celebrar se convertirá en un año especial de aniversario de la Laudato si’, un año especial para reflexionar sobre la encíclica”, sostuvo.

Al finalizar, Francisco compartió la Oración para el año especial dedicado a la Laudato si’

Dios amoroso,

Creador del cielo, de la tierra y de todo lo que hay en ella.

Abre nuestras mentes y toca nuestros corazones, para que podamos ser parte de la creación, tu don.

Sé presente para los necesitados en estos tiempos difíciles, especialmente para los más pobres y más vulnerables.

Ayúdanos a mostrar solidaridad creativa para enfrentar las consecuencias de esta pandemia mundial.

Haznos valientes para abrazar los cambios dirigidos a la búsqueda del bien común.

Ahora más que nunca, que podamos sentir que todos estamos interconectados e interdependientes.

Haz de tal modo que logremos escuchar y responder al grito de la tierra y al grito de los pobres.

Que puedan ser los sufrimientos actuales los dolores de parto de un mundo más fraternal y sostenible.

Bajo la mirada amorosa de María Auxiliadora, te pedimos por Cristo Nuestro Señor.

Amén.+

 

Fuente: aica.org

 

Reflexión del Evangelio – Séptimo Domingo de Pascua

Evangelio según San Mateo 28,16-20.

En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo».
Reflexión por P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Hay personas a las que les cuestan, particularmente, las despedidas. Son momentos muy intensos, en los que se expresan muchos sentimientos que duermen en el fondo del corazón y tienen miedo de salir a la luz y expresarse de una manera directa. Pero, en estos momentos, saltan inesperadamente y sorprenden a unos y a otros… Despedirse es decirse todo y dejar que el otro se diga todo en un abrazo que contiene la promesa de seguir presente a pesar de la ausencia.

Salta a mi memoria, en esta solemnidad de la Ascensión del Señor, la poesía que Gloria Inés Arias de Sánchez escribió para sus hijos, y que lleva por título: «No les dejo mi libertad, sino mis alas». Como ella, el Señor se despide de sus discípulos, ofreciéndoles un abrazo en el que se dice todo y nos regala la promesa de su presencia misteriosa, en medio de la ausencia:

 

“Les dejo a mis hijos no cien cosechas de trigo

sino un rincón en la montaña, con tierra negra y fértil,

un puñado de semillas y unas manos fuertes

labradas en el barro y en el viento.

No les dejo el fuego ya prendido

sino señalado el camino que lleva al bosque

y el atajo a la mina de carbón.

No les dejo el agua servida en los cántaros,

sino un pozo de ladrillo, una laguna cercana,

y unas nubes que a veces llueven.

No les dejo el refugio del domingo en la Iglesia,

sino el vuelo de mil palomas, y el derecho a buscar en el cielo,

en los montes y en los ríos abiertos.

No les dejo la luz azulosa de una lámpara de metal,

sino un sol inmenso y una noche llena de mil luciérnagas.

No les dejo un mapa del mundo, ni siquiera un mapa del pueblo,

sino el firmamento habitado por estrellas,

y unas palmas verdes que miran a occidente.

No les dejo un fusil con doce balas,

sino un corazón, que además del beso sabe gritar.

No les dejo lo que pude encontrar,

sino la ilusión de lo que siempre quise alcanzar.

No les dejo escritas las protestas, sino inscritas las heridas.

No les dejo el amor entre las manos,

sino una luna amarilla, que presencia cómo se hunde

la piel sobre la piel, sobre un campo, sobre un alma clara.

No les dejo mi libertad sino mis alas.

No les dejo mis voces ni mis canciones,

sino una voz viva y fuerte, que nadie nunca puede callar.

Y que ellos escriban, ellos sus versos,

Como los escribe la madrugada cuando se acaba la noche.

Que escriban ellos sus versos; // por algo, no les dejo mi libertad sino mis alas…”

 

“Los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó y les dijo: – Dios me ha dado autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

 

Fuente: jesuitas.lat

#SeamosUno sigue en marcha

La campaña de recaudación de fondos y alimentos que comenzó en el mes de marzo, a pocas semanas del comienzo de la cuarentena obligatoria, continúa con la entrega de cajas y ayudando a los sectores más desfavorecidos. Patricio Alemán SJ, colabora en la logística de la campaña y nos cuenta un poco más sobre este proyecto solidario.

Por Patricio Alemán SJ

Como muchos ya sabrán, desde mediados de marzo, se dio inicio al proyecto Seamos Uno para asistir con cajas de alimentos y elementos de higiene a un 1.000.000 de familias de Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. La idea surgió en conversaciones entre Rodrigo Zarazaga y Gastón Remy, presidente de IDEA. En sólo tres semanas se puso en marcha, con la ayuda empresarial, un gran esfuerzo de captación de fondos, comunicación, logística y auditoría, que nos permite estar al servicio de familias vulnerables en el contexto de la pandemia y cuarentena actual. 

Esta iniciativa impulsada desde el CIAS, está acompañado por la AMIA, por iglesias evangélicas, el Banco de Alimentos, ACNUR y CARITAS. A través de todas estas instituciones se realiza la distribución de cajas. Ya se han repartido más de 250.000, se están preparando otras 150.000, y se han conseguido fondos para producir otras 200.000. 

Personalmente, participar en la logística de distribución me ha permitido tomar contacto con todas las diócesis de la región Buenos Aires, con los y las referentes diocesanos, parroquiales y barriales de CARITAS. Junto a Rodrigo hemos visitado no sólo nuestras parroquias en San Miguel y Quilmes, sino también capillas y parroquias en La Matanza, Lanús, Merlo, Moreno, José C. Paz… Y en todas nos impresiona ver la presencia comprometida de tantos hombres y mujeres, sacerdotes y religiosas en la distribución de las cajas, así como también en la organización de ollas y comedores. En cada barrio y villa, la presencia eclesial es muy fuerte. Y en ninguno de ellos se alcanza a cubrir la necesidad y demanda básica de comida. 

En estos días donde se pide abrir las Iglesias y Templos, conmueve ver que en los barrios y villas las iglesias nunca cerraron. Que las iglesias están más abiertas que nunca. Que han salido al encuentro de quienes más lo necesitan. Que han sacado afuera mesas, ollas, manteles, y que se han puesto a servir. Que tantos laicos, religiosas y religiosos, curas han salido a caminar y embarrarse para llevar el alimento básico y necesario a quienes más lo necesitan. Que se han convertido en auténticos hospitales de campaña para asistir y cuidar a quienes más lo necesitan. 

Sin dudas que este proyecto ha conseguido que todos los actores y sectores que participan (religiosos, sociales, empresariales, particulares, estatales) “seamos uno” literalmente. Que todos nos acerquemos a los sectores marginados y olvidados. Que allí nos encontremos y entendamos que “nadie se salva solo”. Y que desde allí podamos pensar un modo distinto de construir país y el Reino: más humano, más evangélico.