Ignacio Born sobre la Misión San Francisco Javier

Igancio Born es coordinador de la Misión San Francisco Javier, misión que desde el 2001 es organizada por la Red Juvenil Ignaciana y la Universidad Católica de Uruguay. Cada año convoca alrededor de 100 jóvenes de Argentina y Uruguay que están vinculados a la espiritualidad ignaciana. Este verano comenzaron el nuevo ciclo 2020 – 2022, un camino de tres años para acompañar a las comunidades de la diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas.

En una entrevista para la revista Entre Todos, Ignacio comparte cómo se ha vivido la primera etapa de este itinerario y habla de cuáles son las metas que, junto con sus compañeros, se proponen a futuro.

¿Cómo comenzó tu vida de fe y en qué grupo o movimiento estás involucrado en la actualidad?

Mi vida de fe comenzó a los 16 años, cuando era voluntario del Movimiento Castores del Colegio Seminario. La apertura a otras realidades y las fuertes experiencias vividas en el movimiento me hicieron ir conociendo a Jesús de diversas maneras y en diversas personas. Hasta el día de hoy, sigo recibiendo la gracia de poder seguir conociéndolo.

En la actualidad, soy coordinador de los alumnos de 6° año del Colegio San Ignacio-Isasa, junto al movimiento Juventud Misionera Ignaciano (JMI). Junto a otros cinco coordinadores, acompañamos a los jóvenes todos los sábados en las actividades de voluntariado y servicio, y luego en las reuniones de reflexión, sensibilización y formación que preparamos para ellos.

Además, estoy guiando encuentros semanales de confirmación en el Colegio Seminario, para los alumnos de 5° y 6° año.

Este año comenzó la misión Maldonado y Rocha 2020-2022, que está dentro de la Misión San Francisco Javier, en la que estás como coordinador, ¿cómo surgió la idea de esta misión?

La misión Maldonado y Rocha 2020-2022 surge como continuación del trabajo que viene haciendo la Misión San Francisco Javier, organizada cada año por la Universidad Católica del Uruguay (UCU). En ella, realizamos ciclos de misión de tres años, rotando por las distintas diócesis del Uruguay. En 2019 cerramos el ciclo de tres años en la Diócesis de San José (San José-Flores), por lo que este año tocaba comenzar un ciclo nuevo. Aún no habíamos realizado misión en la Diócesis de Maldonado, por lo que nos pareció una buena oportunidad.

La Misión San Francisco Javier siempre tiene una duración de ocho días en el mes de febrero. Hasta el momento hemos misionado en las diócesis de Melo, Tacuarembó, Florida, Salto, Mercedes y San José.

Año a año nos acompañan varios jesuitas (sacerdotes y estudiantes) y varias religiosas de espiritualidad Ignaciana (Esclavas del Sagrado Corazón, Hijas de Jesús, Sagrado Corazón de Jesús, Jesús María y Cruzadas de Santa María).

¿Cómo es la organización del trabajo en las distintas localidades del interior del país a las que visitan?

Se divide a todos los misioneros que se inscriben en grupos de aproximadamente 15 personas, buscando así poder llegar a la mayor cantidad de localidades de la diócesis. El día a día consiste en la visita a las casas por la mañana, saliendo de a dos o tres misioneros. Además de buscar interiorizarse con la realidad del pueblo y la realidad de la persona que abre la puerta de su casa, durante la visita se extiende la invitación a participar de los talleres que se realizan en la tarde, con propuestas diferenciadas para niños, jóvenes y adultos. En ellos se busca lograr una reflexión y acercar a las personas a la figura de Jesús, además de que puedan crear comunidad.

El día a día también está marcado por la oración ignaciana que los misioneros tienen al comienzo yal final del día, donde rezan y comparten con su grupo las vivencias y sentimientos. La propuesta de todas las mañanas y el cierre del día hacen que uno le haga espacio a Jesús y sea Él quien acompañe y vaya guiando a todo el grupo a lo largo de la semana. Nos gusta decir que vivimos una misión “externa” pero también una misión “interna”. Es una semana de disfrutar de poner en el centro un poquito más a Dios, y desde ahí salir.

¿Quiénes participan de la misión?

De la misión participan jóvenes universitarios de la Red Juvenil Ignaciana de la provincia Argentino-Uruguaya, es decir, jóvenes vinculados a grupos y voluntariados de espiritualidad ignaciana. Además de argentinos y uruguayos, también solemos contar con presencia de misioneros de otros países. En promedio participan de la misión unos 100 jóvenes aproximadamente.

¿Cómo ves la situación actual de esa diócesis en tema de fe? ¿Por qué consideras que es importante misionar allí?

La diócesis de Maldonado vive una situación muy similar a la que hemos identificado en la mayoría de las diócesis del Uruguay, que es la dificultad que tiene la Iglesia de poder estar presente de forma activa. Esto se traduce en que muchos pueblos solo tengan Misa una o dos veces en el mes, lo que conlleva también la dificultad de armar una comunidad de fieles que sea constante y perdurable.

Considero que es importante misionar allí para reavivar el fuego de la fe de estas comunidades. Así lo vivimos nosotros, como un empujón de fe y de alegría para que las personas puedan crear comunidad y vivir activamente su fe una vez que ya no estemos allí. Además, algo lindo que tiene la misión es que celebramos Misa todos los días, y esto es algo a destacar, sobre todo en aquellas localidades que solo tienen una o dos veces al mes. Con las visitas a las casas, los talleres y las Misas buscamos que la comunidad vuelva a enamorarse de ese Jesús que alguna vez conocieron y que por ahí quedo un poco olvidado, o que incluso puedan conocerlo de otra manera como lo conocemos nosotros.

¿Cómo será el plan de trabajo a lo largo de estos dos años en Maldonado y Rocha?

En los próximos dos años seguiremos visitando las localidades que visitamos este año: Maldonado, San Carlos, Pan de Azúcar, Balneario Buenos Aires y Rocha. Nuestro mayor deseo es que aumente la cantidad de misioneros y así poder armar un grupo nuevo en otra localidad, o aumentar nuestra presencia en alguna de las localidades que ya visitamos.

¿Qué frutos esperás de esta misión y qué destacarías de este proceso?

De esta misión en Maldonado y Rocha esperamos que sean cada vez más las personas que se acerquen y nos abran las puertas de sus casas, así nosotros podremos ser un oído para ellas y poder llevarles la palabra de Dios.

Destacaría la oportunidad de poder hacer proceso en un lugar durante tres años. Este año, al ser el primero, tuvimos que conocer donde estábamos, quiénes viven allí, qué hacen, qué presencia tiene la Iglesia Católica en ese lugar, la fe de las personas y cuáles son sus necesidades.

Todo esto de a poco, con paciencia, sabiendo que no se trata de una sola semana, sino intentando de una misión en tres años sucesivos… discerniendo los caminos orientados siempre con la pregunta que nos dejó San Ignacio de Loyola: “¿Adónde vamos y a qué?” y poder responder de la mejor forma a los objetivos y problemas que vamos percibiendo.

En medio de todo esto, Dios nos regala la confianza de que Él fue a ese lugar y empezó a trabajar mucho antes que nosotros. Nos regala poder simplemente soltarnos al encuentro, estar e irnos con la confianza de que Él se ocupa, y que la comunidad va a seguir haciendo proceso junto a Él.

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