Tercera Probación: un grupo de diez jesuitas transitan la última etapa de formación

El pasado 2 de febrero,  jesuitas provenientes de distintas nacionalidades¹ comenzaron la experiencia de la Tercera Probación,  en la casa Peter-Hans Kolvenbach SJ,  en Cochabamba, Bolivia.

Se trata de una experiencia de 6 meses para revivir el carisma fundacional de la Compañía de Jesús y del camino recorrido en ella como hermanos o como sacerdotes. La Tercera Probación es la última etapa de formación como jesuitas antes de los Últimos Votos.

Los primeros días de la experiencia se dedicaron a conocer actividades propias de la cultura indígena, obras de la Compañía de Jesús en Cochabamba, junto con la presentación de la Provinicia Boliviana de la mano del P. Provincial Ignacio Suñol SJ.

Indudablemente, los Ejercicios ignacianos ocupan un lugar importante en esta experiencia. Es por eso que desde el 26 de febrero hasta el pasado 28 de marzo, realizaron el mes de Ejercicios Espirituales, guiados por el P. Agustín Rivarola,  jesuita de la Provincia Argentino Uruguaya.  Así lo compartía Emmanuel Sicre Sj:

“Fue un tiempo intenso de oración, silencio y comunicación con Dios, a la vez que de fidelidad a la propuesta de san Ignacio. Cada día, guiados por nuestro instructor P. Agustín Rivarola SJ, recibíamos los puntos para hacer nuestras 4 o 5 horas de oración diaria dependiendo de cada una de las 4 semanas del método ignaciano para meditar, considerar y contemplar el misterio de Dios encarnado y actuante en nuestras vidas y en la realidad del mundo.
Durante los dos descansos que tuvimos en los 30 días pudimos ponernos al tanto de la dramática situación mundial que ha traído la pandemia y así intensificar en nuestra oración y comunión eucarística por todas las personas que están padeciendo todo tipo de sufrimientos. Queremos agradecerles especialmente a quienes nos han acompañado con su oración, sus buenos deseos y pensamientos durante este tiempo tan importante para nuestra formación como jesuitas que esperamos nos ayude a servir mejor a los hermanos y hermanas que el Señor ponga en nuestro camino. En comunión con Cristo crucificado y resucitado un gran abrazo para todos.”

Animamos y acompañamos a nuestros compañeros jesuitas en esta profunda experiencia que continúa hasta el mes de Julio inclusive.

¹México (2), Brasil (2), Colombia, Argentina, Uruguay, Italia, España.

Desde Roma al mundo: la Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco

El Papa Francisco ha impartido una bendición ‘Urbi et Orbi’ extraordinaria para hacer frente a la situación sanitaria actual. En medio de la Plaza de San Pedro vacía y lluviosa, ha recordado que, como los discípulos en su momento, todo el mundo está en la misma barca para luchar contra la pandemia.

“Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”. Con estas palabras, el Papa Francisco ha iniciado su reflexión centrándose en el Evangelio según San Marcos 5, 35. Tras la escucha de la Palabra desde el atrio de la Basílica de San Pedro en el momento extraordinario de oración convocado por él mismo el pasado domingo ante la emergencia sanitaria por coronavirus. El Papa además ha expresado que “nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca – recuerda – “estamos todos”, de hecho, continúa, “al igual que esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos”, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.

Jesús calma la tempestad

Reflexionando sobre el Evangelio de San Marcos, el Papa habla de la “tempestad”: “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades”. Para Francisco, la tempestad también nos muestra “cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad” y pone al descubierto “todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad”. Pero esta tempestad también nos quita el “maquillaje” de los estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar y deje al descubierto “esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”.

No hemos escuchado el grito de nuestro planeta enfermo

El Pontífice también ha elevado una súplica en estos momentos de prueba: “mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor””. El Papa asegura que hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo y codiciosos de ganancias – dice – “nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”. Es en este momento en el que el Papa, dirigiéndose al Señor, asegura que “no nos hemos detenido ante sus llamadas”, tampoco “nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo” ni “hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”. De hecho, dice, “hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.

En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: “Convertíos”

“Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti” dice Francisco. En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: “Convertíos” en la que se nos llama a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. “No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio – asegura el Papa – el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”. También es el tiempo “de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”, puntualiza.

Sigamos el ejemplo de las personas ejemplares, corrientemente olvidadas

El Papa también nos pide que dirijamos nuestra mirada a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, “ante el miedo – dice – han reaccionado dando la propia vida”. El Papa se refiere a la generosa entrega de personas comunes “corrientemente olvidadas” que no aparecen “en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show” pero, sin lugar a dudas, “están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo”.

La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras

El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. “Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida” nos pide el Papa y “entreguémosle nuestros temores, para que los venza”. Francisco asegura que si hacemos esto, experimentaremos, al igual que los discípulos, que con Él a bordo, no se naufraga”. En este sentido, el Papa nos hace un ejemplo gráfico: “Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”.

Al final de su reflexión, el Papa ha pedido al Señor que bendiga “al mundo”, de salud “a los cuerpos” y consuele “los corazones”. “Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo” ha concluido.

 

Fuente: vaticannews.va

Reflexión del Evangelio – 5° Domingo de Cuaresma

Evangelio según San Juan 11, 1 -45

Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo.»

Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea.»

Los discípulos le dijeron: «Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?»
Jesús les respondió: «¿Acaso no son doce la horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él.»

Después agregó: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo.»

Sus discípulos le dijeron: «Señor, si duerme, se curará.» Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.

Entonces les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo.»

Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»

Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.

Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dio a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas.»

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»

Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»

Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo.»

Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama.» Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»

Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: «¿Dónde lo pusieron?»

Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás.»

Y Jesús lloró.

Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!»

Pero algunos decían: «Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?»

Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: «Quiten la piedra.»

Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto.»

Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?»

Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero le he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»

Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!»

El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario.

Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar.»

Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él.

Reflexión del Evangelio por P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

¡Qué fácil resultan las cosas cuando se quiere! Detrás de todo lo valioso e importante en esta vida, hay historias de amor que no conocemos. Normalmente, vemos los resultados y nos llenamos de admiración al reconocer la inmensidad de las obras de hombres y mujeres a lo largo y ancho de este mundo: Obras de arte, gestas revolucionarias, grandes construcciones, proyectos de desarrollo, acciones a favor de los demás… Detrás de todo ello había trabajando un motor inmóvil, un dinamismo creador, salvador y liberador que no se explica con palabras sino con obras; que no se contenta con los buenos deseos sino que pasa a las acciones; que no sólo opina sobre lo que debe cambiar, sino que transforma la realidad: ¡Este motor del mundo, que mueve sin ser movido, es el amor!

Recordarán ustedes la historia que salió hace unos años en una de las páginas del calendario del Corazón de Jesús que hablaba de una niña que iba caminando por un sendero pedregoso llevando a cuestas a su hermanito. “Me quedé mirándola y le pregunté: –¿Cómo puedes llevar una carga tan pesada? La niña volvió hacia mí sus ojos llenos de sorpresa y me respondió: –No es una carga, señor, es mi hermanito».

Por todas partes, en el texto en el que san Juan nos relata la resurrección de Lázaro, salta a la vista el cariño que Jesús sentía hacia esta familia de Betania: “tu amigo está enfermo”; “Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos: – Vamos otra vez a Judea”; “Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que habían llegado con ella, se conmovió profundamente y se estremeció, y les preguntó: – ¿Dónde lo sepultaron? Le dijeron: – Ven a verlo Señor. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron entonces: – ¡Miren cuánto lo quería!”. “Jesús, otra vez conmovido, se acercó a la tumba. Era una cueva, cuya entrada estaba tapada con una piedra. Jesús dijo: – Quiten la piedra”. Y más adelante, la bella oración que Jesús dice delante de la tumba de su amigo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado. Después de decir esto, gritó: – ¡Lázaro, sal de ahí!”

Sólo desde el amor se explica que el Señor Jesús haya querido ir a Judea donde hacía poco habían tratado de matarlo a pedradas. Sólo desde el amor pudieron los discípulos decir: “Vamos también nosotros, para morir con él”. Sólo desde el amor se explica ese bendito grito de Jesús ante la tumba de su amigo: “¡Lázaro, sal de ahí!” Sólo desde el amor se entiende que “El muerto salió, con las manos y los pies atados con vendas y la cara envuelta en un lienzo”.

Si nos dejamos mover por esa fuerza misteriosa del amor que bulle allí en nuestro interior, daremos vida a los cadáveres y seremos capaces, también hoy, de asumir nuestra misión estando incluso dispuestos a ‘morir con él’. La Cuaresma es un tiempo para crecer en este amor que mueve montañas. Vivamos esta experiencia del amor que Dios nos regala en la persona de Jesús y pidámosle que seamos capaces de sacar de su tumba a los muertos o por lo menos, sintamos la fuerza para echarnos al hombro a nuestro hermanito.

Fuente: jesuitas.lat

El Colegio Máximo de San José colabora con la situación sanitaria actual

En el contexto de la emergencia sanitaria prevista por el COVID-19, este jueves 26 de marzo el Colegio Máximo de San José firmó un convenio de cooperación con la Municipalidad de San Miguel.

De esta manera, las instalaciones del Máximo estarán dispuestas a recibir pacientes con patologías leves o asintomáticas que requieran internación. Se pusieron a disposición un total de 185 camas en habitaciones individuales, con baño privado, en dos alas diferentes del edificio.

El lugar ya se equipó con una sala de shockroom, contando con tubos de oxígeno y monitores, el Municipio aportará el personal médico y los insumos necesarios.

Por su parte, el Colegio Máximo pondrá a disposición el personal de mantenimiento, cocina y portería, entre otros servicios. En ese mismo predio ya funciona la escuela Municipal de Enfermería, cuyos estudiantes avanzados brindarán apoyo y asistencia al equipo médico y de salud.

Con esta disposición de ambas instituciones, se pretende trabajar en conjunto y colaborar activamente en la realidad que nos atraviesa.

Carnaval de Oruro: Pedagogía audiovisual de un pueblo

Por Emmanuel Sicre SJ

Desentrañar lo que vemos, oímos y sentimos al participar del carnaval y descubrir lo que nos está pasando dentro. He aquí toda la pedagogía audiovisual de “una obra maestra de patrimonio oral e intangible de la humanidad”, como se lo define universalmente.

Cada año se fortalecen los elementos centrales de la cultura, la tradición, las costumbres y la religiosidad andinas de Oruro. Cuando tú llevas a alguien que va por primera vez no hay que explicar demasiado: danzas rituales, comunidad, cuidado mutuo, fe compartida, color, esmero, sincronicidad, música, peregrinar sagrado, alegría. Todo se despierta en esta pedagogía audiovisual para transformarse en una ceremonia que los mayores desean perpetuar por generaciones. Hay un sentido profundo en cada Fraternidad que desfila su manojo de significados, hecho escuela de historia e identidad cultural de los pueblos para ser consagrados de manera festiva. ¡Cómo perderlo! ¡Cómo no compartirlo!

La fiesta es una oportunidad que, en medio de las adversidades -políticas, sociales, económicas, en fin, humanas-, nos sigue rescatando y animando para descubrir lo bello de la vida en el compartir, danzar, cantar, reír y llorar juntos. El carnaval es esfuerzo por generar belleza como comunidad, es movimiento vivo, es llegada con una promesa en el corazón al lugar sagrado donde nos encontramos con Nuestra Señora del Socavón que sigue abrazando la fragilidad de ser caminantes.

La fiesta es una catarsis que nos lleva a la Madre para desahogar en su regazo nuestro interior y expresarle nuestras necesidades personales y comunitarias. Esto es lo que refleja la armonía de las danzas: la uniformidad que no opaca ni homogeneiza, sino que convoca y embellece a todos. El bien y el mal, la tristeza y la alegría, los ángeles y los diablos, peregrinación y carnaval, riqueza y pobreza, nuestras contradicciones, no se oponen en lucha mortal, sino que danzan para demostrar que el amor, la vida y la esperanza siguen resucitando, cada día, en el corazón del pueblo.

Discernir un camino hacia Dios: Mensaje del P. General Arturo Sosa sobre la epidemia del COVID-19

¿Qué parte del camino hacia Dios nos muestra la epidemia del COVID-19?

Nos está mostrando que somos una sola humanidad. Cada uno de los seres humanos, todos los pueblos, cada una de las culturas que enriquecen la diversidad humana… forma parte de la única, variada, rica e interdependiente humanidad…

Nos está mostrando cómo la superación de una crisis es posible cuando nos hacemos conscientes de la importancia de atender el Bien Común y asumir seriamente la propia responsabilidad individual. Sólo podemos vivir como único cuerpo. Separados, cada persona o cada pueblo por su cuenta, es imposible.

Nos está mostrando que no hay diferencia de edad, raza, religión o condición social dentro del único cuerpo que la forma la misma humanidad. Todos y cada uno formamos parte, nadie sobra, ninguno puede prescindir de los demás.

Nos está mostrando que queremos caminar juntos. Todos estamos preocupados, nos ayudamos mutuamente a superar miedos y angustias, cada quien busca la manera de echar una mano, empezando por controlar los propios deseos y aceptar someterse a las medidas y sacrificios que permiten contribuir al bien de todos.

Nos está mostrando la competencia y generosidad de quienes están en primera fila atendiendo a los afectados, buscando remedios o tomando decisiones difíciles para el bien de todos. Nos está mostrando la sensibilidad de tantas personas u organizaciones y la enorme reserva de solidaridad que existe en jóvenes, adultos y mayores en todos los rincones de la sociedad humana.

Nos está mostrando el poder de la fe, los fuertes lazos que unen a los creyentes, el amor de Jesucristo que nos impulsa, nos reconcilia y nos une. Hay tantas personas que rezan juntas en los medios sociales. Quieren profesar su fe. Esa fe que sienten en lo profundo de sus corazones y no pueden reservar para sí mismas.

He ido recibiendo información de las muchas y creativas iniciativas que se ha tomado en las provincias, regiones, comunidades y obras apostólicas de la Compañía de Jesús, así como la disposición a colaborar con otros. Por ello doy gracias al Señor y los animo a seguir buscando los mejores modos de acercarnos a quienes lo necesitan para seguir recorriendo juntos el camino común.

Me uno a la oración de todo el cuerpo de la Compañía de Jesús, de la Iglesia Católica, de todos las Iglesias Cristianas, de otras religiones o creencias y de todos los que con su actitud solidaria buscan y encuentran los modos apropiados de seguir echando una mano.

No sabemos cuan largo es este trecho del camino ni cómo es el trecho que sigue. Pidamos luz para iluminar su recorrido y la gracia necesaria para hacerlo como hermanos y hermanas solidarios con la vida de todo el cuerpo y del planeta en el que vivimos.

¡Dios nos bendiga!

Mensaje del Papa Francisco para la 57° Jornada Mundial de Oración por las vocaciones

Bajo el título: «Las palabras de la vocación», el Vaticano ha publicado este martes el mensaje del Papa Francisco a todos los miembros de la Iglesia católica con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebra el próximo 3 de mayo.

Citando la carta a los sacerdotes publicada el 4 de Agosto del año pasado, retoma cuatro conceptos que considera importante recuperar: dolor, gratitud, ánimo y alabanza. «Considero que hoy, en esta 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, esas palabras se pueden retomar y dirigir a todo el Pueblo de Dios, a la luz de un pasaje evangélico que nos cuenta la singular experiencia de Jesús y Pedro durante una noche de tempestad, en el lago de Tiberíades». Así introduce la explicación sobre la importancia de cada una en el camino vocacional.

  Gratitud

«Navegar en la dirección correcta no es una tarea confiada sólo a nuestros propios esfuerzos, ni depende solamente de las rutas que nosotros escojamos. Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un “yo” aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto. Es el Señor quien nos concede en primer lugar la valentía para subirnos a la barca y nos indica la orilla hacia la que debemos dirigirnos. Toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad.» Retomando nuevamente la Carta a los Sacerdotes concluyó: «La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor; por eso, llegaremos a descubrirla y a abrazarla cuando nuestro corazón se abra a la gratitud y sepa acoger el paso de Dios en nuestra vida.»

Ánimo

«Lo que a menudo nos impide caminar, crecer, escoger el camino que el Señor nos señala son los fantasmas que se agitan en nuestro corazón. [..] Y, poco a poco, crecen en nosotros todos esos argumentos, justificaciones y cálculos que nos hacen perder el impulso, que nos confunden y nos dejan paralizados en el punto de partida: creemos que nos equivocamos, que no estamos a la altura, que simplemente vimos un fantasma que tenemos que ahuyentar.

El Señor sabe que una opción fundamental de vida —como la de casarse o consagrarse de manera especial a su servicio— requiere valentía. Él conoce las preguntas, las dudas y las dificultades que agitan la barca de nuestro corazón, y por eso nos asegura: No tengas miedo, ¡yo estoy contigo!.»

Dolor o Fatiga

«Quisiera traducir de otro modo la palabra dolor para referirme a la fatiga. Toda vocación implica un compromiso. El Señor nos llama porque quiere que seamos como Pedro, capaces de “caminar sobre las aguas”, es decir, que tomemos las riendas de nuestra vida para ponerla al servicio del Evangelio, en los modos concretos y cotidianos que Él nos muestra, y especialmente en las distintas formas de vocación laical, presbiteral y de vida consagrada. Pero nosotros somos como el Apóstol: tenemos deseo y empuje, aunque, al mismo tiempo, estamos marcados por debilidades y temores. Si dejamos que nos abrume la idea de la responsabilidad que nos espera —en la vida matrimonial o en el ministerio sacerdotal— o las adversidades que se presentarán, entonces apartaremos la mirada de Jesús rápidamente y, como Pedro, correremos el riesgo de hundirnos. Al contrario, a pesar de nuestras fragilidades y carencias, la fe nos permite caminar al encuentro del Señor resucitado y también vencer las tempestades. En efecto, Él nos tiende la mano cuando el cansancio o el miedo amenazan con hundirnos, y nos da el impulso necesario para vivir nuestra vocación con alegría y entusiasmo.»

Alabanza

«Esta es la última palabra de la vocación, y quiere ser también una invitación a cultivar la actitud interior de la Bienaventurada Virgen María. Ella, agradecida por la mirada que Dios le dirigió, abandonó con fe sus miedos y su turbación, abrazó con valentía la llamada e hizo de su vida un eterno canto de alabanza al Señor.»

Para finalizar, manifestó su deseo de que la Iglesia trabaje, día a día, en este camino al servicio de las vocaciones, para que todas las personas puedan descubrir con gratuidad la llamada de Dios para su vida, encontrar la valentía para decirle «sí», vencer la fatiga y ofrecer la vida como una alabanza a Dios.

 

Fuente: vatican.va

Comunicado del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres: «Es hora de crecer en la solidaridad»

Llamando a actuar frente a la epidemia del coronavirus, el grupo argentino de Curas en la Opción por los Pobres ha publicado un mensaje en el que llaman a la unidad y la solidaridad

Decretado el confinamiento en Argentina, como en muchos otros países del mundo, para evitar el contagio, el comunicado analiza que esta nueva situación «nos obliga a repensar muchas cosas a nivel personal y también como sociedad». Primero, llamando a cumplir con las reglas por responsabilidad, para proteger a los «más vulnerables al contagio y a la acción del virus». Segundo, porque la cuarentena está poniendo al descubierto la desigualdad social: el duro confinamiento de quienes «por las condiciones precarias de su vida cotidiana, no tienen la posibilidad de cumplir efectivamente con las medidas decretadas».

El mensaje muestra una mirada creyente, pero constructiva y racional, expresando que «hay que rezar, sí, pero no pidiendo o invocando milagros caídos del cielo. Hay que rezar por los enfermos y los que los cuidan, por los profesionales que los atienden, por los investigadores que buscan una cura, por las autoridades que deben guiarnos en este momento, para que usen todas sus capacidades ordenadas al bien de todos.».

Comunicado completo:

ES HORA DE CRECER EN LA SOLIDARIDAD

«Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo»
(Gálatas 6,2)

Vivimos horas difíciles en la Argentina y el mundo. La crisis de salud ocasionada por el coronavirus, que además ocasiona una crisis económica de alcance mundial, pero que afecta a cada país de manera diferente, nos obliga a repensar muchas cosas a nivel personal y también como sociedad.

Las instituciones y autoridades sanitarias de todos los niveles han urgido a tomar medidas de «aislamiento social» como lo más efectivo para desacelerar el avance de la enfermedad y poder tratar más efectivamente a los que son más vulnerables al contagio y a la acción del virus. En nuestro país, como en muchos otros, se ha decretado una cuarentena por lo menos hasta el fin de mes.

Estar aislados en nuestros hogares las 24 horas del día es algo a lo que no estamos acostumbrados. Son, al menos, ocho horas más de convivencia obligada a las que cada familia deberá darle uso y sentido. Puede ser una oportunidad para estrechar los lazos familiares, y ésa es la mejor manera de manejarlo. Pero también puede ser la ocasión de ahondar otra pandemia que es la violencia familiar y de género: hay que estar atentos.

Hay muchos habitantes de nuestra patria que no podrán cumplir con este asilamiento. Para empezar: el personal sanitario, los proveedores de bienes y servicios indispensables para la vida cotidiana, autoridades, etc. Pero muchos más son los que, por las condiciones precarias de su vida cotidiana, no tienen la posibilidad de cumplir efectivamente con las medidas decretadas.

Es una situación en la que la presencia o ausencia del Estado, que debe velar por el bien común, aparecen en todas sus consecuencias. El empobrecimiento y el empeoramiento en estos últimos años de las condiciones habitacionales de la población más vulnerable y el deterioro de la salud pública, hace a los más pobres todavía más vulnerables. Hay que confiar que las autoridades sabrán atender estos «puntos débiles» de la cuarentena.

Las medidas adoptadas por el gobierno nacional, acompañado por los estados provinciales (y con el consenso de la oposición) parecen ser las apropiadas y deben ser acompañadas por nosotros con responsabilidad y solidaridad con los demás. Nos hablan también de la importancia de la presencia del Estado, en particular de la Salud Pública, tan castigada en los últimos años. No es hora, aunque habrá que hacerlo en algún momento, de llamar a los culpables a asumir su cuota de culpa. Es hora de unirnos para actuar proactiva y positivamente para disminuir los riesgos, para hacernos responsables unos de otros y para crecer en la solidaridad, cumpliendo con las medidas implementadas. Es también hora de hacer cumplir las leyes a los egoístas e irresponsables que sólo piensan en sí mismos: es muy triste ver cómo, quienes tienen posibilidades económicas o sociales, no se hacen cargo de la situación que atraviesa nuestra sociedad y ponen en peligro a todos.

No hay que ser alarmistas ni, mucho menos, apocalípticos. No hay que hacerse eco de falsas noticias y hay que recurrir a la información oficial. Las redes sociales están infectadas de estas «fake news» y de oraciones apocalípticas que generan una paranoia colectiva. No les hagan caso. Hay que rezar, sí, pero no pidiendo o invocando milagros caídos del cielo. Hay que rezar por los enfermos y los que los cuidan, por los profesionales que los atienden, por los investigadores que buscan una cura, por las autoridades que deben guiarnos en este momento, para que usen todas sus capacidades ordenadas al bien de todos.

Como curas nos ponemos a disposición de ustedes para acompañar a nuestro pueblo desde lo que podemos y lo que nos permiten las circunstancias.

Que el Buen Dios nos bendiga a todos y nos ilumine para hacer frente a este momento con solidaridad, caridad y justicia.

Secretariado del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres.
20 de marzo de 2020

Fuente: religiondigital.org

Reflexión del Evangelio – 4° Domingo de Cuaresma

Evangelio según San Juan 9, 1-41

Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”.

“Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”.

Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé”, que significa “Enviado”. El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.

Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: “¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?”.

Unos opinaban: “Es el mismo”. “No, respondían otros, es uno que se le parece”. El decía: “Soy realmente yo”.

Ellos le dijeron: “¿Cómo se te han abierto los ojos?”.

El respondió: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: ‘Ve a lavarte a Siloé’. Yo fui, me lavé y vi”.

Ellos le preguntaron: “¿Dónde está?”. El respondió: “No lo sé”.

El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: “Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo”.

Algunos fariseos decían: “Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?”. Y se produjo una división entre ellos.

Entonces dijeron nuevamente al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?”. El hombre respondió: “Es un profeta”.

Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: “¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?”.

Sus padres respondieron: “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta”. Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron: “Tiene bastante edad, pregúntenle a él”.

Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: “Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”.

“Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo”.

Ellos le preguntaron: “¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?”.

El les respondió: “Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?”.

Ellos lo injuriaron y le dijeron: “¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este”.

El hombre les respondió: “Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada”.

Ellos le respondieron: “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?”. Y lo echaron.

Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: “¿Crees en el Hijo del hombre?”.

El respondió: “¿Quién es, Señor, para que crea en él?”.

Jesús le dijo: “Tú lo has visto: es el que te está hablando”.

Entonces él exclamó: “Creo, Señor”, y se postró ante él.

Después Jesús agregó: “He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven”.

Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?”.

Jesús les respondió: “Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: ‘Vemos’, su pecado permanece”

 

Reflexión del Evangelio por P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

El diagnóstico que nos acaban de dar es fatal; la enfermedad apareció de repente y no hubo tiempo de prevenirla. Fue un accidente horrible; nadie esperaba que muriera tan joven. En el cruce de balas lo hirieron y quedó parapléjico; le espera una vida entera de sufrimiento. Un joven de 18 años sufre un infarto y después de una semana en coma, muere. La ecografía dice que el niño va a nacer con una deficiencia grave; será una carga pesada de llevar para toda la familia. Noticias como estas no se las desea uno a nadie. Pero llegan muchas veces. Y siempre, sin avisar. El dolor en este mundo es muy grande y toca, más tarde o más temprano, a nuestra puerta, y entra sin pedir permiso.

Cuando le pasan cosas malas a la gente buena” es el título de un libro escrito por un rabino norteamericano que vio nacer a uno de sus hijos con una penosa enfermedad, que lo acompañó hasta su muerte, a los catorce años; murió sin saber por qué él y sus padres, habían tenido que sufrir tanto. Desde luego, este libro no logra explicar del todo el origen del mal en el mundo, pero sí nos ayuda a entender algunas de las situaciones que viven aquellas personas que han sufrido injustamente. Es un buen intento por descubrir el sentido que tiene el dolor del inocente.

Los discípulos, viendo al ciego de nacimiento, le preguntan a Jesús: “¿Por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado?”. Esta pregunta aparece siempre ante el dolor y el sufrimiento del inocente. Buscamos la culpa en alguien. Buscamos alguna explicación, algún sentido al dolor, porque no nos cabe en la cabeza que no haya una causa que lo explique. Pero siempre, las explicaciones y los razonamientos que hacemos se quedan cortos. El sufrimiento desborda nuestros intentos por entenderlo y explicarlo. Eso ha pasado muchas veces en medio de tragedias que no tienen explicación y sucesos que dejan al descubierto nuestra propia contingencia.

La respuesta que da Jesús puede decirnos algo, aunque hay que reconocer que el misterio sigue allí, sin aclararse plenamente: “Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer. Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo”. ¿Qué culpa puede tener el niño al nacer? ¿Por qué iba a cargar el niño con el pecado de sus padres? Sin embargo, esta es la explicación que le damos muchas veces, al dolor. Necesitamos un chivo expiatorio y lo buscamos en otros o en nosotros mismos. Tratamos de descubrir el origen del mal en algún comportamiento nuestro.

El dolor y el sufrimiento no se pueden explicar. Tal vez lo peor que podemos hacer es buscar culpables o culparnos a nosotros mismos. El dolor es una pregunta que nos lanza la vida y que nos abre a lo que Dios puede hacer en nosotros y, a través nuestro, en los demás. El Señor nos invita a ser una luz para aquellos que transitan por el camino del dolor, como lo fue él para aquel ciego que recuperó la vista después de bañarse en el estanque de Siloé. “Después de haber dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y se lo untó al ciego en los ojos. Luego le dijo: – Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa ‘enviado’)”.

Fuente: jesuitas.lat

Entrevista al P. Provincial de los Jesuitas de Argentina y Uruguay, Rafael Velasco SJ

Entrevistado por Paula Torres, para el canal de televisión bonaerense Orbe 21, el P. Provincial Rafael Velasco SJ habló de la misión que lleva adelante la Compañía de Jesús en Argentina y Uruguay, particularmente del trabajo que se realiza en algunas de sus obras. 

«Actualmente contamos con 160 jesuitas que trabajan en diversas ciudades de Argentina y Uruguay. Nuestra misión es la del servicio de la fe inseparablemente unido a la promoción de la justicia social. Es decir, anunciar el evangelio a través de los ejercicios espirituales junto con el servicio a los más necesitados. Lo que se intenta es tratar de transformar este mundo en un lugar más justo. Desde ese lugar podemos entender las obras de la Compañía de Jesús, que son bastante diversas: algunas atienden directamente la situación social, por ejemplo la obra de San José ayuda a personas en situación de calle y se ocupan de brindar espacios de capacitación y formación.

El Servicio Jesuita a Migrantes, recibe a los migrantes forzados y los ayuda con su documentación, con la convalidación de títulos, brinda además atención psicológica y pastoral y en algunas ocasiones ofrecen refugio para familias que no tienen a donde ir.

En San José del Boquerón hay una parroquia que trabaja con los campesinos y apoya el vínculo de ellos con sus tierras ancestrales, lucha con otros poderosos que quieren apropiarse de esas tierras. Esto indica que la Compañía de Jesús no solo acompaña sino también defiende y pone la institución en favor de los más necesitados.

También contamos con parroquias vinculadas a los sectores más pobres, donde no sólo se ofrece el servicio de la fe, sino también la atención a personas con problemas de adicciones, comedores, merenderos, apoyo escolar y trabajos de acompañamiento a la comunidad por diferentes problemas sociales. Se trata de una red de obras que tienen esta primera mirada de estar en el territorio, de estar cerca de la gente, viviendo en ese lugar acompañándolos.

Luego hay otras obras que tiene como misión la reflexión y hacer incidencia en favor de esos sectores más desfavorecidos, un ejemplo es el CIAS, Centro de Investigación y Acción Social, que tiene una escuela de formación de políticos jóvenes, y cuenta con un centro de investigación sobre la realidad social, con una palabra bastante lúcida sobre cuales son los problemas sociales actuales, ofreciendo diagnósticos y soluciones de esos problemas; algo muy importante es que está en contacto con gente que tiene la capacidad de tomar algunas decisiones, entonces intenta darle un formato académico a esa realidad, para mostrar la importancia de acompañar la realidad de los pobres, las universidades también hacen un gran trabajo.

Por otro lado, los sectores de educación popular como Fe y Alegría, que tiene la finalidad de ofrecer educación en los lugares donde justamente no llega la educación, además hay otras escuelas parroquiales tratando de promover a través de la educación. Hay como un trabajo en conjunto de las obras de la Compañía no solo para asistir, sino también para promover y para ayudar a para que los que tienen que tomar las decisiones, tengan en cuenta las necesidades, sobre todo como mira y entiende la realidad el que está en un sector más postergado. La pobreza no se trata solo de falta de recursos, tiene que ver con un modo de ver la vida, y uno tiene que reconocer, si quiere acercarse para ayudar, cual es la ayuda concreta que se necesita.

Hay un modo de hacer las cosas que la Compañía de Jesus tiene que no es el sentido del iluminado que viene a dar la luz sobre los pobres, sino que es un trabajo conjunto. Por eso es importante en nuestras comunidades la cercanía, estar cerca de la gente y a partir de ahí acompañar sus procesos.

Quilmes ahora es una nueva zona de trabajo, en realidad es el Partido de Solano, ahí estamos acompañando en dos parroquias, y abriendo una comunidad con cuatro compañeros jesuitas. Es una zona con muchos desafíos sociales culturales económicos y religiosos. Nosotros nos sumamos a acompañar un proceso viene haciendo la diócesis de Quilmes de hace mucho tiempo, un trabajo de cercanía con el pueblo de Dios, de acompañamiento a las comunidades eclesiales de base. En una zona muy necesitada del Gran Buenos Aires.

También, Fundación Protagonizar es una fundación que comenzó hace 20 años y se ocupa de dar créditos para micro emprendimientos. El lema es: protagonizar cree en vos, creé en vos.  Esta es una idea tomada de un economista Bengalí, que luego un jesuita tomo una idea y con un grupo de laicos armó este pequeño banco, que está en este momento en varios lugares del Gran Buenos Aires y ahora tiene Una sede aquí en Capital, trabajando junto con la SJM y abierto a todos los migrantes con la finalidad de ayudar a promover económicamente y socialmente a las familias que están en serias dificultades. Todo esto es un trabajo hermoso que hacen muchos jesuitas y laicos que han trabajado y trabajan actualmente desinteresadamente y siguen haciéndolo. Una de las cuestiones en nuestro ADN jeusítico, es que estemos donde estemos, uno tiene que creerse de verdad que es embajador de los pobres, que está en nombre de Cristo pobre. Es decir, aunque la universidad trabaje con determinados sectores sociales, se debe trabajar para que la conciencia social se forme de una manera que los profesionales que salen de nuestras casas de estudios tengan un sentido social.