El Papa pide rezar especialmente por la Iglesia a lo largo de este mes

El Papa le ha pedido a su Red Mundial de Oración que ayude a todos los fieles a rezar más intensamente este mes de octubre. Desde Click To Pray  se ha lanzado una campaña especial para responder a su pedido.

Durante estos últimos años y meses, en la Iglesia hemos vivido situaciones difíciles, entre ellas abusos sexuales, de poder y de conciencia por parte de clérigos, personas consagradas y laicos. Sumando divisiones internas. Ciertamente son favorecidas por el mal espíritu: “mortal enemigo de la naturaleza humana” (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 136).

Como vemos, el mal se manifiesta de diversas maneras y la misión de evangelización de la Iglesia se hace más difícil, incluso se va desacreditando. Parte es nuestra responsabilidad al dejarnos llevar por las pasiones que no nos abren a la verdadera vida, entre ellas: la riqueza, la vanidad y el orgullo. Son los escalones por los cuales quiere arrastrarnos el mal, que es un seductor. Trayendo pensamientos e intenciones buenas, poco a poco va llevando a la persona a sus perversas intenciones (discordia, mentira, etc).

 El Papa Francisco nos recordó en su Carta al Pueblo de Dios, del 20 de agosto del 2018, que “si un miembro sufre, todos sufren con él”… “Cuando experimentamos la desolación que nos producen estas llagas eclesiales, con María nos hará bien ‘instar más en la oración’ (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia”.

 Durante este mes de octubre el Santo Padre nos pide a todos los fieles un esfuerzo mayor en nuestra oración personal y comunitaria. Nos invita a rezar el rosario cada día para que la Virgen María ayude a la Iglesia en estos tiempos de crisis, y a rezar al Arcángel San Miguel para que la defienda de los ataques del diablo. Según la tradición espiritual Miguel es el jefe de los ejércitos celestes y protector de la Iglesia (Apocalipsis 12, 7-9).

Propuesta para llevar adelante un Discernimiento Apostólico en Común

El Discernimiento Apostólico en Común (DAC) es una propuesta metodológica que está inspirada en la experiencia que San Ignacio de Loyola vivió con sus primeros compañeros a la hora de decidir la fundación de la Compañía de Jesús.

Por P. Hermann Rodríguez Osorio, SJ

Introducción

El Discernimiento Apostólico en Común (DAC) es una propuesta metodológica que está inspirada en la experiencia que San Ignacio de Loyola vivió con sus primeros compañeros a la hora de decidir la fundación de la Compañía de Jesús. Se trata de un proceso espiritual para buscar lo que más nos conduce al fin para el cual hemos sido creados, o dicho de manera más conocida, para buscar y hallar, la voluntad de Dios con respecto a la misión que Dios nos está invitando a cumplir, tanto a nivel personal, como a nivel comunitario.

Vivimos un momento particular a nivel eclesial y congregacional que hace necesaria la participación del mayor número de hermanas en la búsqueda de la voluntad de Dios respecto a nuestras presencias apostólicas y sobre las opciones comunes que debemos hacer a nivel apostólico, para ser obedientes a los ‘signos de los tiempos’ a través de los cuales el Señor nos va comunicando su proyecto de salvación.

Nuestro/a fundador/a, a través de su propia experiencia espiritual, supo leer los signos de su tiempo y hacer las opciones correspondientes, para estar en sintonía con la voluntad de Dios. Hoy es nuestro deber hacer una lectura orante de estos signos y aprender a ponernos en sintonía con Dios, al estilo de Jesús: “(…) el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace” (Juan 5, 19-20). Para descubrir lo que Dios quiere, tenemos que comenzar por desarrollar una mirada contemplativa de la realidad personal, comunitaria, institucional, para descubrir lo que Dios está haciendo y, por tanto, lo que descubrimos que es la mejor forma de colaborar con esta acción creadora y salvífica de Dios en medio de nuestra realidad.

Presupuestos

Antes de comenzar este proceso, es necesario que todas las hermanas tengan presente lo que podríamos llamar, los ‘presupuestos’ de cualquier Discernimiento Apostólico en Común:

Ambiente explícito de fe: Un proceso de DAC no es una metodología para llegar a decisiones más acertadas según nuestros criterios, sino se trata de buscar juntos la voluntad de Dios. Esto tiene que estar suficientemente claro y explícito desde el principio para todas. Por otra parte, es necesario haber asumido que Dios se ha revelado en los acontecimientos de la historia y que sigue revelándose hoy a los hombres a través de la vida. Esto significa que vamos a contemplar nuestro camino con ojos de fe y que vamos a reconocer en las razones y mociones de las demás hermanas, una palabra de Dios que pide ser escuchada y tenida en cuenta.

Unidad en el fin, diversidad en los medios: Para hacer posible una búsqueda comunitaria de la voluntad de Dios sobre un grupo en una circunstancia determinada, es fundamental partir de un acuerdo inicial en torno al fin último del grupo; de la misma manera que los Ejercicios Espirituales comienzan por el Principio y Fundamento, a partir del cual se debe hacer todo el proceso de búsqueda de la voluntad de Dios sobre la persona que los hace, el DAC debe partir de un acuerdo básico sobre el fin para el cual ha sido creada la comunidad; y no sólo el fin que los miembros descubren a nivel práctico e inmediato, sino el fin último que perciben que Dios persigue al reunirlos alrededor de una misión específica. Solamente desde esta base común es posible llegar a establecer una búsqueda comunitaria en la cual habrá, evidentemente, diferentes opiniones y pareceres en cuanto a los medios que se deben escoger para alcanzar este fin.

Oración: antes, durante y después: El DAC no es un proceso que sustituya la búsqueda personal y el esfuerzo que cada una de las hermanas debe hacer por encontrar lo que Dios quiere para sí mismo y para el grupo; exige una labor ardua a nivel personal, que incluye la oración, la meditación y aún el ayuno y el sacrificio. En este sentido, el DAC aparece más bien como un complemento necesario de la labor personal y no una sustitución de una práctica por otra, como puede haberse entendido en algunos momentos, en los que el acento comunitario hizo desaparecer toda exigencia personal.

Libertad interior: Cada una de las hermanas que participan del DAC, debe haber alcanzado un nivel suficiente de libertad interior para buscar lo que Dios le pide y para poder expresarlo comunitariamente. Este presupuesto corresponde a la indiferencia que Ignacio pide a la persona que quiere hacer una elección en el contexto de los EE. Lo que se busca no es sacar adelante un parecer particular, sino la voluntad de Dios. Los medios concretos que se escojan para alcanzar este fin último, deben tener el mismo peso.

Suficiente información: El DAC no está basado en una comunicación mágica de Dios al grupo que busca, sino que supone la mediación de la búsqueda personal y colectiva. Por esto, es importante que las hermanas que participan en el proceso, cuenten con la información suficiente de la problemática que se está tratando para tomar posición ante las alternativas. Puede recurrirse, en caso necesario, a la ayuda de un perito para lograr el nivel necesario de información.

La decisión final corresponde al superior competente: Desde el comienzo debe quedarle claro a cada una de las hermanas, quién es la persona o la comunidad competente para tomar la decisión final y cómo se va a tomar esta decisión… de manera consensual, de manera deliberativa, de manera consultiva, etc. Esto varía de acuerdo con la materia de la decisión y con el tipo de comunidad que está haciendo el proceso de discernimiento. Este presupuesto es importante tenerlo muy claro desde el comienzo, para que al final no haya ‘desengaños’ o conclusiones sorpresivas. Saber esto desde el comienzo, ayuda a ganar libertad interior a los miembros de la comunidad que se implica en este proceso. Confiamos que el superior competente no está movido por intereses distintos a los del grupo y que también está buscando fundamentalmente la voluntad de Dios.

La comunidad entera participa de la búsqueda de esta voluntad, pero tiene claro que el superior competente será el que asuma el servicio de la autoridad en el momento en que ésta se requiera. Hay que tener en cuenta cuál es el superior capaz de asumir responsablemente una determinada decisión; por eso, no se puede comenzar un discernimiento sobre un asunto que corresponde al provincial, sin que se tenga previamente su aprobación y se cuente con su participación; del mismo modo que no puede un provincial promover un discernimiento que requiera de la decisión del Superior General, sin contar con él; o un Capítulo General, o el mismo Superior General, tampoco podría comenzar un discernimiento en el que la decisión final no sea de su competencia, como sería el caso de una decisión que deba tomar el Papa.

Para leer el artículo completo

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

 

Desplegar Nuestra Vida

Para crecer y dar frutos necesitamos atravesar por «distintos tiempos».

Por Javier Rojas SJ

Todo tiempo contribuye a nuestro crecimiento y madurez si creemos que la vida es un don precioso que debemos descubrir y desplegar para dar frutos.

Cada vez estoy más convencido de que nuestra manera de vivir depende de la concepción que tenemos de la vida. Para algunas personas es un «accidente», un «descuido» o un «tropiezo» que cometieron otros. Pero para muchas otras personas la vida es un regalo que debemos descubrir y desplegar para que sea fecunda. Es un don de Dios. Para crecer y dar frutos necesitamos atravesar por «distintos tiempos».

Hay momentos en nuestra vida en los que sentimos que «todo nos sonríe» pero también hay situaciones en las que el dolor nos visita. Todo tiempo contribuye a nuestro crecimiento y madurez si creemos que la vida es un don precioso que debemos descubrir y desplegar para dar frutos. Así como la meteorología de cada año determina el grado de madurez de las uvas, su concentración de aromas y su color, de la misma manera los tiempos por los que atravesamos contribuyen a nuestro crecimiento y madurez.

Si pudiéramos aceptar el tiempo por el que estamos atravesando “tal y como está aconteciendo”, dejando de lado el lamento o el reclamo, tendríamos la oportunidad de descubrir lo que este tiempo en particular está haciendo en nosotros. ¿Qué pasaría si el árbol se rehusara a perder sus hojas? ¿Qué pasaría con las uvas si se negaran a la poda? ¿Qué ocurriría si el trigo se resistiera a entregar su espiga? No tendríamos frutos en primavera, no podríamos saborear del buen vino con amigos, ni disfrutar el pan cada mañana en familia. Aprendemos a vivir… viviendo.

Todo lo que vivimos puede ser ocasión para crecer, madurar y ser fecundos. Es verdad que muchas personas atraviesan por tiempos muy duros, pero no es menos verdad que de esas situaciones han surgido seres humanos maravillosos. Los tiempos duros saben forjar personas fuertes. Cuando vivimos desde la perspectiva de que la vida es un regalo, un don, destinada a dar frutos comenzamos a entender que las “pérdidas”, las “podas”, y las “entregas” son parte de un proceso que nos enriquece como personas y que contribuye a la felicidad de los demás.

 

Ser Padres de Nativos Digitales

¿A qué edad podemos comprarle su primer móvil?, ¿con cuántos años podemos desactivar el control parental?, ¿cuántas horas de conexión al día son razonables y cuándo comienza a ser insano?

Por Jorge Luis Rodríguez Oropeza

Después del bilingüismo, tal vez, la mayor preocupación que acusamos los padres en la actualidad sea la de la relación de nuestros pequeños con las nuevas tecnologías.

Nadie, en su sano juicio, se atrevería a permitir que un niño conduzca un vehículo, incluso sería de temerarios entregárselo a un adolescente. Parece que, por consenso comprendemos cuál es la edad para conducir vehículos pero no lo es tal, es la ley quien nos lo impone. Siempre, la ley nos deja más claro en qué consiste el ejercicio de nuestras responsabilidades.

Pero, lo que nos concierne no es un tema de ley. ¿A qué edad podemos comprarle su primer móvil?, ¿con cuántos años podemos desactivar el control parental?, ¿cuántas horas de conexión al día son razonables y cuándo comienza a ser insano?

Nos ha tocado ser padres de unos pequeñajos digitales y tenemos demasiadas respuestas ajenas para estas preguntas que nos surgen de cara a su relación con la tecnología. Cada teórico nos indica cómo hacerlo, unos se centran en la importancia de la tecnología para desarrollar capacidades, otros ponen su foco en los peligros, mientras que otros son partidarios del equilibro. No es un problema de falta de respuestas sino de demasiadas respuestas.

¿Existen los nativos digitales?

En 2001, Marc Prensky acuñó el término nativo digital, queriendo identificar con ello a aquellas personas que habiendo nacido a finales de siglo XX se convertían en los primeros estudiantes universitarios del nuevo milenio, apreciándose en éstos una relación con la tecnología mucho más próxima, de igual manera que es más próxima la lengua materna.

Según este profesor, los nativos digitales dedican apenas 1 de cada 7 horas a la lectura, destinando el resto a videojuegos, conexión a internet, correo electrónico y televisión.

Prensky observó en los nativos digitales tres características fundamentales: se distinguen de tal manera de los profesores (inmigrantes digitales) que el proceso de aprendizaje se ve afectado, deja entrever la probabilidad de que el cerebro de los nativos digitales sea fisiológicamente distinto –como consecuencia de los estímulos digitales que ha recibido- y por último, da cancha al aspecto lúdico digital como poderosa herramienta para facilitar el proceso de aprendizaje.

Lo que el autor no deja claro u otros tantos han malinterpretado es que ser nativo digital no significa que se sea competente en lo digital. Ser nativo digital no supone que se tiene la pericia necesaria para hacer un uso inteligente de la tecnología.

Esto ha motivado a que más de una docena de autores, coordinados por Susana Lluna y Javier Pedreira «Wicho», se hayan juntado para publicar un libro titulado «Los nativos digitales no existen».

Entre otras cosas, el libro nos sirve para desmontar una serie de mitos, tales como que el aprendizaje digital es innato, no se viene al mundo preprogramado para lo digital. El haber nacido en esta época no supone un dominio de las habilidades técnicas sino que, por el contrario, puede facilitar la confrontación de dificultades adicionales. La confianza que nuestros nativos tienen en la tecnología les puede ocasionar mayor dificultad para adoptar un correcto proceder en temas de seguridad.

En resumen, el libro nos viene a recordar que, tanto para padres como para educadores la responsabilidad sobre el uso de la tecnología por parte de nuestros menores sigue siendo nuestra. No vale el «piloto automático» ni el «yo padre, de tecnología lo justo» y dejar que nuestros pequeños salgan airosos como puedan.

Los riesgos

Existan o no los nativos digitales, lo cierto es que el término ya está en boca de todos, y algo nos hace pensar que la etiqueta no es lo más importante.

El refuerzo. Reforzar constantemente la existencia de la diferencia puede potenciar la brecha generacional. Diferencias entre generaciones siempre han existido, solo estamos ante una de ellas.

Falta de profundidad. La realidad del planeta es mucho más compleja que el ambiente universitario del primer mundo. Por un lado, la teoría no tiene en cuenta que hay países lo suficientemente pobres como para que no existan nativos digitales y por otro, es ingenuo pensar que pueda haber uniformidad en una generación cuyos miembros viven en contextos con realidades sociales, económicas y políticas muy diferentes. Podemos encontrar más parecidos entre un inmigrante digital y un nativo digital de un país rico, que entre dos nativos de países económicamente diferentes.

Del concepto a la etiqueta. Estudios que se desarrollan con genuina pretensión de aportar conocimiento acaban convirtiéndose en simples generadores de etiquetas o herramientas para hacer segmentaciones de mercado. Esto ha ocurrido con las nociones de millenials, generación X, Y, y Z. De lo que pretendió ser un concepto solo queda la caricatura.

Enfoque

Entonces, ¿cómo enfocar nuestra relación de padres con estos pequeños que tienen una estrecha e ineludible relación con la virtualidad?, ¿cómo ejercer nuestra tutela sin caer en los extremos de la tecnofilia y la tecnofobia?, ¿cómo acompañarlos en el inicio del ejercicio de su ciudadanía digital?

Según nuestro parecer, es más cuestión de enfoque que de método. Tiene que ver más con centrarnos en el horizonte que en una lista de consejos. Esta es la vía que pretendemos explorar en nuestra próxima entrega.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Palabra de CPAL de Octubre de 2018

Compartimos la Palabra de CPAL del mes de octubre, que está dedicada a conocer más a Monseñor Oscar Romero, quien será canonizado el 14 de octubre próximo. 

Por Rafael Moreno SJ

El 22 de agosto pasé por San Salvador y un amigo mío me pidió le comentara un artículo que está escribiendo sobre las distintas interpretaciones que hay con relación a la conversión de Mons. Romero. Ello me provocó que hiciera mi propia reflexión al respecto. Al oírla, mi amigo me insistió que la difundiera con motivo de la canonización del Arzobispo, el próximo 14 de octubre. Esta es la razón por la que comparto mi opinión sobre el camino recorrido por Monseñor hasta llegar a ser San Romero de América. Para ello me baso en el contacto personal que tuve con Monseñor Romero, por haber sido uno de sus colaboradores cercanos mientras fue Arzobispo de San Salvador; me apoyo también en algunos artículos escritos por personas que lo conocieron bien.

 El estado de la cuestión

Todas las personas que han escrito o han sido cercanas a Mons. Romero coinciden que hubo un cambio importante en los últimos años de su vida que, entre otras cosas, fue el que motivó su canonización. Las discrepancias se dan al querer caracterizar el cambio, ubicar el momento en que se dio y tratar de definir qué fue lo que lo causó. En lugar de opinar directamente sobre quién es el que tiene la razón o por qué se dan estas discrepancias voy a tratar de responder las siguientes preguntas que ojalá contribuyan a describir parte del camino que recorrió Monseñor buscando realizar la voluntad de Dios.

 ¿Cómo explicó Mons. Romero su propia transformación?

Tres citas me parecen importantes para responder a esta pregunta.

 La que la menciona en el contexto de la conversión de la Iglesia salvadoreña:

En una carta privada del 28 de octubre de 1977, dice lo siguiente:

“Ciertamente durante muchos años en la Iglesia hemos sido responsables de que muchas personas vieran en la Iglesia una aliada de los poderosos en lo económico y político, contribuyendo así a formar esta sociedad de injusticia en que vivimos. Dios nos está hablando a través de los acontecimientos, de las personas. Nos habló a través del P. Rutilio, del P. Alfonso Navarro, de los campesinos, etc. Nos habla a través de la paz, de la esperanza que sentimos aun en medio de tanta tribulación”

“Yo personalmente quiero ser instrumento fiel y dócil a la acción del Espíritu Santo en estos tiempos; presto al Señor mi voz para ser la voz de los que no la tienen. Ha llegado el momento en que cada uno de los cristianos tenemos que responder al llamado del Señor”.

 La que se refiere directamente a ella

Al Cardenal Baggio le comentó en junio de 1978:

“Lo que sucedió en mi vida sacerdotal, he tratado de explicármelo como una evolución de mí mismo deseo que siempre he tenido de ser fiel a lo que Dios me pide; y si antes di la impresión de ser más ’prudente’ y ‘espiritual’, era porque así creía sinceramente que respondía al Evangelio, pues las circunstancias de mi ministerio no se habían mostrado tan exigentes de una fortaleza pastoral que en conciencia creo que se me pedía en las circunstancias en que asumí el arzobispado”

 La que habla sobre el impacto que le produjo el asesinato del P. Rutilio Grande.

Al P. César Jerez, en abril de 1977 le dio el siguiente testimonio cuando abiertamente le preguntó ¿por qué cambió Ud. Monseñor?:

Uno tiene raíces …Yo nací en una familia muy pobre. Yo he aguantado hambre, se lo que es trabajar desde cipote (niño)…. Cuando me voy al seminario y le entro a mis estudios y me mandan a terminarlos aquí a Roma, paso años y años metido entre libros y me voy olvidando de mis orígenes. Me fui haciendo otro mundo. Después regreso a El Salvador y me dan la responsabilidad de secretario del Obispo de San Miguel. Veintitrés años de párroco allá, También muy sumido entre papeles…Hasta que me mandan a Santiago María y allí si me vuelvo a topar con la miseria. …. Ya sabe, Padre, carbón que ha sido brasa con nada que sople prende. Y no fue poco lo que nos pasó al llegar al Arzobispado, lo del Padre Grande. Usted sabe que mucho lo apreciaba yo. Cuando yo miré a Rutilio muerto, pensé: si lo mataron por hacer lo que hacía, me toca a mí andar por su mismo camino…. Cambié, sí, pero también es que volví de regreso”.

 ¿Cómo percibí yo esa transformación de Mons. Romero?

Tomando en cuenta estos auto-testimonios, mi convivencia con Monseñor y el punto de vista sobre todo de Jon Sobrino, me parece que durante su vida el Obispo Oscar Romero experimentó varios cambios importantes que están inter-relacionados entre sí, aunque no todos ellos se realizaron simultáneamente.

 Ciertamente es falso que alguno de estos cambios haya consistido en el paso de una situación de pecado a la reconciliación con Dios, de estar en contra de los empobrecidos a estar a favor de ellos, de ser anti-marxista a asumir esta corriente de pensamiento.

 Los cambios que considero más significativos son:

  • Su reencuentro con los pobres que, como El mismo reconoce, sucedió al ser enviado a Santiago María. Sobre todo me parece relevante, la modificación sustancial en su forma de verlos y relacionarse con ellos que asumió siendo Arzobispo de San Salvador: dejó de ser meramente asistencialista a estar afectiva y efectivamente comprometido con ellos, asumiendo sus justas reivindicaciones hasta llegar a ser su voz y dejarse evangelizar por ellos.
  • De ser un obispo indiferente y distante de su clero pasó a ser un Arzobispo cercano a sus sacerdotes e interesado en recibir su apoyo y contar con su compañía.
  • De concebir su misión como un envío para contribuir en la instalación escatológica del Reino de Dios mediante una pastoral sacramental y una evangelización centradas en una perspectiva casi exclusivamente espiritual y ultra-histórica, a encarnar esa misión en el aquí y ahora promoviendo dicho reinado también en la realidad salvadoreña.
  • De ser un predicador al servicio de la fe desencarnada de la realidad, a ser un predicador interesado en explicitar y vivir la dimensión política de la fe cristiana interpretando e iluminando la realidad a la luz del Evangelio y comprometido con la promoción de la justicia.
  • De tener una visión de la Iglesia más bien jerárquica, centrada en su fidelidad al Papa y la comunión con los Obispos, a entenderla como Pueblo de Dios.
  • De estar en contra de la teología de la liberación por considerarla influenciada del marxismo, a apoyarse en ella, junto con la doctrina social de la Iglesia y los documentos del Vaticano II y Medellín, para poder discernir el agravamiento de la situación económica-política de El Salvador, escuchar el llamado de Dios a través de los signos de los tiempos y el clamor de las víctimas, y poder guiar y defender a sus ovejas hasta dar la vida por ellas.
  • De tener serios prejuicios en contra de las personas organizadas opuestas al Gobierno por considerarlas comunistas, ateas, subversivas, violentas, opuestas a la propiedad privada, a ir descubriendo que muchas de ellas eran ex catequistas, celebradoras de la palabra o católicas que estaban siendo injustamente explotadas, reprimidas y que lo que buscaban era conformar una sociedad fraterna que promoviera el bien común, motivadas por el Evangelio. Ello finalmente lo llevó a defender el derecho que tiene el pueblo a organizarse, a exigir sus justas reivindicaciones y a promover en la Arquidiócesis una “pastoral de acompañamiento” para los cristianos comprometidos.
  • De estar opuesto absolutamente a la violencia, viniera de donde viniera, a distinguir distintos tipos de violencia y recordar los criterios que pueden hacerla tolerable, como último recurso en el caso de la legítima defensa, sin llegar con ello a promoverla.

 Un ejemplo que manifiesta claramente el punto de partida señalado en varios de estos cambios es sin duda la carta pastoral El Espíritu Santo en la Iglesia que Mons. Romero escribió el 18 de mayo de 1975 siendo Obispo de Santiago María.

 También puede iluminar la primera impresión que me dio cuando lo conocí en junio de ese mismo año, con motivo de la masacre de Tres Calles, de la Diócesis de Santiago María.

 Ese día habíamos llegado varios sacerdotes para solidarizarnos con las víctimas y sus familiares. En la aldea estaban aún tirados los cuerpos sangrando de cuatro de los asesinados acribillados a balazos, varios de sus parientes lloraban adoloridos, aterrorizados por lo sucedido. Cuando nos disponíamos a concelebrar una Misa por todos ellos, llegó Mons. Romero. Obviamente fue Él quien presidió la Eucaristía pero lo que me molestó fue que nos arrebató el micrófono, prescindió de nosotros durante toda la ceremonia, no nos dejó tomar la palabra y, su homilía fue pronunciada con mucha elocuencia, pero de forma muy abstracta sin manifestar su indignación por tan grave injusticia que acababa de suceder.

Después del martirio de Monseñor, me di cuenta que aunque durante la Misa se opuso a hacer una denuncia pública, le había escrito una carta privada a su “amigo” el Presidente Molina. El texto refleja tanto la sensibilidad de Monseñor ante las víctimas y su intención de hacer una enérgica protesta, como sus prejuicios que le impidieron interpretarlo adecuadamente y pronunciarse sobre el hecho. Transcribo algunos de sus párrafos:

“Me partió el alma al oír el amargo llanto de madre, viudas y niños huérfanos… No menor impresión me causó el semblante de terror y de indignación que reflejaban los numerosos rostros de aquellos compatriotas a quienes saludé exhortándolos a la cordura. ….

“Cumplo con mi deber de expresar a Ud. mi respetuosa pero firme protesta de Obispo de la Diócesis por la forma en que un cuerpo de seguridad se atribuye indebidamente el derecho de matar y maltratar. No intento justificar la conducta de los acribillados. Tampoco estoy de acuerdo con quienes instrumentalizan estos hechos lamentables para sus fines políticos…” “Ruego al Señor Presidente su decisiva intervención a fin de que retorne al cantón Tres Calles la paz de los hogares, perdida ante la amenaza y el temor, y se haga justicia a las víctimas del atropello y se restituya, de alguna manera, a las familias, por la pérdida de quienes eran su sostén”.

 ¿Qué opciones fundamentales del Arzobispo Romero hicieron posible su transformación?:

No creo sea necesario tratar de ordenar cronológicamente los ocho cambios enumerados anteriormente ni intentar jerarquizarlos. Muy probablemente los más determinantes son el primero, tercero y cuarto; estos fueron en parte posibles gracias al segundo; los restantes se derivaron de los cuatro primeros y contribuyeron, a su vez, a que éstos se profundizaran y se consolidaran.

 Lo que sí me parece importante es identificar qué fue lo que hizo posible todos estos cambios.

 Obviamente lo determinante fue la acción amorosa y gratuita de Dios, sin la cual no se explica cómo una persona tan frágil, tímida e insegura como Mons. Romero llegara a ser tan firme, valiente y consecuente en el cumplimiento de su misión. Pero para que esa acción divina germinara tan fructuosamente también Monseñor Romero puso algo de su parte al adoptar durante su vida las siguientes opciones personales que convirtió en principios irrenunciables de acción quien llegó a ser San Romero de América.

 El haber asumido como principio y fundamento definitivo de su vida el buscar y llevar a cabo la voluntad de Dios.

La consecuente y firme decisión de seguir a Jesús, haciéndolo presente como Buen Pastor que conoce, ama, guía, busca, cura y defiende a sus ovejas.

Su propósito de sentir con la Iglesia, que fue su lema que eligió en su consagración episcopal en 1970 y que mantuvo hasta el final. Lo hizo ser fiel al pueblo de Dios no obstante las amenazas a muerte que recibió por defenderlo, al mismo tiempo que lo mantuvo fiel al Papa y vinculado a la Conferencia Episcopal de El Salvador, no obstante las dudas del Vaticano suscitadas por tantas incomprensiones, acusaciones, calumnias, agresiones, hasta traiciones por parte de los demás Obispos salvadoreños, con excepción de uno. En base a ellas, llegaron hasta atreverse a solicitar al Papa que lo destituyera.

El haber asumido su ministerio sacerdotal y episcopal como un servicio al Pueblo de Dios siendo “el Obispo del Sagrado Corazón de Jesús” que promueve la buena nueva del Reino.

 Estoy totalmente convencido que estos principios de acción u opciones personales de Mons. Romero, en parte inspiradas en la espiritualidad ignaciana, fueron la tierra fértil que permitió que la acción divina germinara en dichos cambios que resultaron tan fructuosos.

 Otra anécdota personal que puede ilustrar por qué consideró que estas actitudes fundamentales de Mons. Romero hicieron posible que se desarrollaran y consolidaran dichos cambios fue un comentario que El mismo me hizo un día que se sentía inquieto e inseguro ante la posibilidad de que con todas estas transformaciones hubiera dejado de cumplir la voluntad de Dios, de ser fiel en el seguimiento de Jesús, en el ejercicio del ministerio sacerdotal y estuviera traicionando su lema de sentir con la Iglesia. Le brotaron estas inquietudes ante las reacciones de los demás Obispos, las amenazas en contra de Él, los desaires y rupturas de importantes cafetaleros que habían sido amigos suyos, las acusaciones que le hacían de estar dividiendo la ya polarizada sociedad salvadoreña, el calificativo que le atribuían de ser comunista, parcial, etc.

 Padre Moreno -me preguntó- ¿no estaré equivocado, no me habré desviado del camino correcto? Nunca pude contestarle pues en ese momento llegó una persona que interrumpió nuestra conversación. Días después, cuando tuvimos la ocasión para retomarla, yo fui quien le preguntó: Monseñor, ¿qué ha pensado sobre el interrogante que me manifestó? Ya lo resolví -me contestó, muy seguro de lo que decía- me puse a orar y confirmé que Dios me estaba invitando a que escuchara el clamor de su pueblo, no fuera como un mercenario que abandona a sus ovejas amenazadas por el lobo. Luego caí en la cuenta que a Jesús le sucedió lo mismo durante su vida pública: Llegó a ser signo de contradicción y de división por cumplir la voluntad de su Padre. Entonces me dije- continuó Monseñor- si esto le pasó a Jesús que es el Verbo de Dios y la bondad infinita, con mayor razón me puede suceder a mí que soy pecador y limitado.

 Otra reflexión que le confirmaba su conclusión era recordar cómo predicaba Juan Pablo II, cuando era Arzobispo de Cracovia, en apoyo a los obreros polacos.

 Mi hipótesis de que estas cuatro opciones fundamentales de Monseñor fueron las condiciones de posibilidad del origen, desarrollo y consolidación de sus cambios la veo avalada por sus mismos apuntes personales escritos durante sus últimos ejercicios espirituales que hizo en febrero de 1980, un mes antes de que lo asesinaran:

 Al terminar la Contemplación del “Reino de Dios y del seguimiento de Cristo”, después de haber hecho la oblación que sugiere San Ignacio, concluyó: “Así concreto mi consagración al Corazón de Jesús, que fue siempre fuente de inspiración y alegría cristiana en mi vida. Así también pongo bajo la providencia amorosa –del Padre- toda mi vida y acepto con fe en Él mi muerte por más difícil que sea. …. Me basta para estar feliz y confiado, saber con seguridad que en Él está mi vida y mi muerte, que a pesar de mis pecados en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la patria”.

 ¿Cuáles fueron los factores externos que contribuyeron a los cambios de Mons. Romero?

Así como considero que es multidimensional el cambio de Mons. Romero, de la misma forma creo que son múltiples los factores externos que también influyeron en Él para generar su transformación. Entre los que me parecen más importantes destaco:

  • La creciente polarización de la realidad social, económica, política y eclesial de El Salvador agravada durante el tiempo de su arzobispado en San Salvador, en cuanto la consideró “signo de los tiempos” que había que discernir.
  • El nivel de concientización y compromiso social de la mayoría de los sacerdotes, religiosas y comunidades de base que encontró en la Arquidiócesis, que fue para El un gran apoyo, y estímulo.
  • La confianza que el pueblo sufriente depositó en Monseñor Romero y la firme determinación que le transmitió de continuar en la lucha hasta lograr su liberación, que llegó a ser una de sus principales motivaciones y fuentes de inspiración.
  • La oportunidad que le brindó ser mediador en diversos conflictos, para conocer personalmente a dirigentes de las organizaciones político populares y aun político militares lo que le permitió descubrir su motivación y trayectoria cristiana
  • Los documentos del Vaticano II y de la Conferencia de Medellín que le dieron a Él y a la Iglesia una renovada visión e impulso apostólico.

 ¿Qué impacto causó en Mons. Romero el asesinato del Padre Jesuita Rutilio Grande?

No cabe duda que entre todos los factores externos que influyeron en los cambios de Oscar Arnulfo Romero, el que propició la integración de todos ellos y aceleró su fortalecimiento y radicalización fue el asesinato de Rutilio, Párroco de Aguilares, así como las decisiones que Monseñor tomó ante semejante crimen ocurrido tres semanas después de haber sido consagrado Arzobispo.

 Coincido con Jon Sobrino que el ver los cadáveres de los tres recién asesinados encima de unas mesas fue tan determinante para Monseñor porque Rutilio era un amigo en el que confiaba plenamente como persona y como sacerdote. Ello le permitió hacerse a fondo y sin prejuicios la pregunta: ¿por qué mataron a su amigo si era un fiel seguidor de Jesús? Suponemos que se respondió: a Rutilio lo mataron como a Jesús, porque también su vida y su misión habían sido como las de Jesús. Respuesta que lo llevó a caer en la cuenta que en consecuencia la pastoral encarnada y comprometida del Párroco de Aguilares no era una desviación, sino la forma correcta de seguir a Jesús. Conlusión que llevó a Monseñor a tomar una decisión congruente que determinó toda su vida: proseguir la labor de Rutilio, sobre todo el camino de Jesús, combatiendo el pecado estructural que había generado ese y otros crímenes similares y construyendo aquí y ahora el Reino de Dios que es un Reino de justicia, de fraternidad y de paz. Lo que sí consta es que al final de su reflexión, no le quedó más que exclamar ante una religiosa que estaba limpiando en ese momento el rostro ensangrentado de Rutilio:

—Si hoy no cambiamos, no habrá cuándo, ¿verdad, hermana?

 Las tres decisiones que tomó junto con los sacerdotes, religiosas, religiosos, agentes de pastoral de la Arquidiócesis fueron contundentes: el celebrar una misa única dominical en toda la arquidiócesis, el no participar en actos oficiales de Gobierno mientras no se esclareciera y sancionara a los que resultaran culpables de tan horrendo crimen y el que hubieran tres días de reflexión sobre la doctrina social de la Iglesia en todos los colegios católicos de la Arquidiócesis. Estas tres decisiones, por una parte, evidenciaron la gravedad del asesinato, la enérgica protesta del pueblo de Dios y la firme decisión del Arzobispo de continuar la obra de Rutilio. Por otra, produjeron un distanciamiento que llegó a ruptura con el Gobierno de El Salvador, una creciente oposición del Nuncio y de los demás Obispos quienes siguieron participando en eventos oficiales y hasta algunos de ellos continuaron apoyando explícitamente al Gobierno y a los militares y la agresividad de sus antiguos amigos cafetaleros.

Todo ello contribuyó a consolidar, radicalizar, hacer definitiva la decisión tomada ante el cadáver de Rutilio

 CONCLUSIÓN

 Las respuestas a las preguntas planteadas esbozan parte de la trayectoria que recorrió Monseñor hasta llegar a ser San Romero de América, al mismo tiempo pueden explicar por qué hay diversas opiniones sobre la caracterización, la causa, el momento de la “conversión” de Mons. Romero, ya que, desde mi punto de vista, se trata de un cambio:

  • Plurilineal, no unilineal;
  • Obedece a diversos factores, no tiene una sola causa;
  • Es un proceso gradual que, tuvo un momento clave cuyos frutos siguieron incrementándose, consolidándose hasta que fue violentamente truncado por una bala expansiva que penetró el corazón de Monseñor Romero en el momento en que celebraba la Eucaristía en el hospitalito donde vivía.
  • El asesinato de Rutilo fue el factor determinante, iluminador, integrador y catalizador de todo ese proceso.
  • Este es una evolución dialéctica que incluye un salto cualitativo en la forma como entendió y vivió Monseñor su misión: sin negar lo que creía, decía y hacía anteriormente lo encarnó, lo trascendió y radicalizó desde una perspectiva más plena y evangélica;
  • Dicho salto se puede describir como el cambio en la manera de concebir y vivir su cumplimiento de la voluntad de Dios, su seguimiento de Jesús, su forma de sentir con la Iglesia, de ejercer su ministerio sacerdotal. Pasó de promover una instauración espiritualizada, ultra-histórica del Reino de Dios a colaborar en la encarnación, la historización de dicho Reinado que, aunque trascendente, incluye también una manifestación en el aquí y ahora, en el espacio y el tiempo de la historia. Este paso Mons. Romero lo dio apoyado y motivado por sus sacerdotes, lo hizo con y desde la perspectiva de los empobrecidos, de los y las excluidas, de las víctimas de la represión. Todo ello hizo que el pueblo, “su pobrería”, entrara de otra forma en su corazón y en su mente, e hiciera de él un hombre y un creyente nuevo, sin fisuras, un ser humano y un creyente cabal.

 Por ello, el Papa Francisco en la carta de Beatificación de Mons. Romero lo caracteriza como:

  • Obispo, Mártir,
  • Pastor según el corazón de Cristo,
  • Evangelizador y padre de los pobres,
  • Testigo heroico del Reino de Dios, Reino de justicia, fraternidad y paz

 Por ello, en su carta del día de la Beatificación, el Obispo de Roma concluye:

“Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno”.

 Por ello, “el 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, con el propósito de:

 Promover la memoria de las víctimas de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos y la importancia del derecho a la verdad y la justicia;

Rendir tributo a quienes han dedicado su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos de todos y a quienes la han perdido en ese empeño;

Reconocer en particular la importante y valiosa labor y los valores de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, de El Salvador, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los derechos humanos en su país, labor que fue reconocida internacionalmente a través de sus mensajes, en los que denunció violaciones de los derechos humanos de las poblaciones más vulnerables y su dedicación al servicio de la humanidad, en el contexto de conflictos armados, como humanista consagrado a la defensa de los derechos humanos, la protección de vidas humanas y la promoción de la dignidad del ser humano, sus llamamientos constantes al diálogo y su oposición a toda forma de violencia para evitar el enfrentamiento armado, que en definitiva le costaron la vida el 24 de marzo de 1980”.

 Por ello, el 14 de octubre del 2018 será Mons. Romero canonizado: reconocido como un testigo y modelo universal de seguidor de Jesús.

 

 

 

Un Médico de Alma y Cuerpo para Montevideo

El P. Pablo Jourdan, sacerdote desde hace 22 años y médico de profesión, fue designado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis. Compartimos aquí una entrevista realizada por el Multimedio de la Iglesia Católica de Montevideo (ICM).

Serena alegría

En sus ojos, y en sus palabras, se refleja una serena alegría por lo que está viviendo. Cuando se le pregunta por lo que siente desde que se enteró que sería obispo, contesta: “Al pasar los días fui sintiendo un profundo agradecimiento a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por este nuevo llamado; así como también a nuestra madre la Iglesia, que a través del Papa Francisco me pedía este servicio. Desde el día que me lo comunicaron no he dejado de pedir la gracia”.

Es consciente de que el nombramiento implica un servicio y una responsabilidad. Pero también tiene claro que es un llamado de Dios, que para esto ha dejado todo y ha seguido a Cristo.

La familia y la fe

A través de su familia es que el P. Pablo Jourdan conoció la fe. Cuando recuerda su infancia dice: “Toda mi familia es cristiana, católica, practicante, sobre todo mi abuela y mi madre, acompañadas por esposos dóciles que siempre tuvieron una vida práctica cristiana. Además mi padre era paraguayo, un país muy católico; por tanto viví la fe desde muy pequeño”.

Pablo Alfonso Jourdan Alvariza nació en Montevideo el 23 de enero de 1964, a los dos días fue bautizado, “antes de salir del Círculo Católico, a la vieja usanza”, dice el sacerdote. Su familia estaba conformada por su padre (ya fallecido), su madre y cinco hermanos. Tiene dos hermanas, una de ellas religiosa consagrada, actualmente en Turín, y dos hermanos. Además tiene 15 sobrinos. En todo momento insiste en que la fe se vive en familia y que su propia familia vive en la fe.

La vida de sus primeros años, según sus propias palabras, fue normal, natural. Y cuando habla de natural hace referencia a los 15 primeros años que vivió en el medio del campo y en la ciudad Minas. Con el tiempo, el pequeño Pablo se mudó con su familia a un lugar cercano a Mariscala, pero la fe siguió constante. “Cuando vivíamos en el medio del campo íbamos a Misa a los pueblos y en Minas participaba en el Colegio Sagrada Familia”.

Fue en Minas, a través del colegio, donde tuvo una formación religiosa por parte de los hermanos que dirigían la institución. Allí hizo su primera Comunión. No muy lejos de ahí viviría una experiencia que le cambiaría la vida. “Misteriosamente, yendo al Verdún, rezando junto a mis padres a los pies de la Virgen, tuve la experiencia del llamado de Dios al sacerdocio y desde ese momento se quedó en mi corazón. Seguí haciendo mi vida normalmente, pero ya con esa idea”.

María en la vida del P. Pablo

María, la Madre de Jesús, fue una presencia constante en la vida del P. Jourdan, “desde pequeño siempre ha estado metida en nuestra casa”, comenta. Su familia estaba relacionada con los salesianos, y por tanto la figura de María Auxiliadora era parte de los Jourdan. Además su madre se formó con las Hijas de María Auxiliadora.

El futuro obispo recuerda que su abuela siempre rezaba el Rosario y muchas veces los hijos y los nietos se sumaban. También esas idas al Verdún, algo muy habitual entre los minuanos, eran experiencias fuertes, “que hacían sentir a María muy viva”, subraya. A la hora de seguir el camino del sacerdocio, la presencia de la Madre de Dios fue fundamental.

Además, en todas las parroquias donde se desarrolló su ministerio, siempre estuvo la presencia de la Virgen por una cosa u otra. Cuando habla de su experiencia pastoral distingue muy bien entre los 15 años que estuvo en Montevideo, inserto en la vida parroquial —mientras estudiaba y jugaba al fútbol — y el interior, donde la situación es muy distinta. Para el P. Jourdan, en sus destinos pastorales de la diócesis minuana, “la parroquia es más una casa de familia, más cercana a la gente, con más posibilidades de compromiso con todo el pueblo”.

“Se ven los mismos problemas que en todos lados, las mismas dificultades, pero con menos cantidad de gente, entonces se puede dar una respuesta diferente. En cada pueblo y cada ciudad se vive de forma distinta”, afirma.

Entre la Medicina y el fútbol

Otro espacio importante de su vida lo ocupa la Medicina. La profesión nace como un deseo de servir y está muy relacionado con su vida de sacerdote; pastor de alma y cuerpo, se podría decir. Hoy, al recordar esos años de estudio y discernimiento, dice: “Empecé a estudiar Medicina, pero cuando estaba en el tercer año me decidí por el sacerdocio. En ese momento me acompañaba Nicolás Cotugno, que me dijo que siguiera y después, ya como Arzobispo, me motivó a que continuara. Y cuando pasé a la Diócesis de Minas, con Monseñor Víctor Gil, entonces congenié las dos cosas. Mientras estudiaba Medicina, estudiaba la Filosofía desde afuera y cuando terminé la carrera ingresé en el Seminario. Pude terminar las dos cosas”.

¿Y el fútbol? Siempre le gustó. De niño jugaba en el campo, y cuando llegó a la capital, para terminar el bachillerato, enseguida se puso a jugar en Central Español.

La despedida y la bienvenida

Movilizante para el futuro Obispo Auxiliar de Montevideo han sido las palabras de Mons. Jaime Fuentes, Obispo de Minas. “Me dijo que lo que el Papa Francisco viene pregonando lo veía en mi persona; lo que me dejó en paz y es un halago muy importante para dar este paso”. A pesar de esto, la gente de Lavalleja lo tomó con una doble sensación. “Por un lado una alegría muy grande, y me hicieron sentir como que fue una elección de ellos mismos, que estaban 100% de acuerdo con el Papa. Y por otro lado, estaba dolida y hasta lagrimeando porque me venía para Montevideo”, comenta.

Así y todo está contento con su nuevo destino ya que su recibimiento en Montevideo ha sido excelente. “Con el Card. Daniel tuve una acogida muy grande, muy cercana, con todo el apoyo. Nos encontramos ya para dar los primeros pasos y conocer los nuevos desafíos y tareas”, concluye.

Fuente: icm.org.uy

 

Hablar de lo que Nos Une

Necesitamos recuperar el diálogo y la conversación como un instrumento para la paz y la concordia.

Por Javier Rojas SJ

Sobre lo que nos divide hacemos grandes discursos, pero de lo que nos une hacemos silencio.

Hay quienes creen que actualmente no sabemos hacer silencio. En realidad, sí sabemos hacer silencio porque callamos ante muchas situaciones en las que tendríamos que decir alguna palabra. Lo que no sabemos es escuchar. La verdad es que nos cuesta escucharnos a nosotros mismos y por eso es muy difícil escuchar a los demás. Nos hemos acostumbrado a movernos por impulso y a relacionarnos con prejuicios. Si nos cuesta enormemente escuchar, por ejemplo, el cansancio del cuerpo cuanto más nos puede resultar prestar oído a las mociones interiores del Espíritu en nuestro interior y las necesidades que tiene los demás. Para aprender a escuchar hacen falta al menos tres actitudes.

Primero generosidad. En la vida tenemos que ser generosos para escuchar si queremos aprender. Prestar oído para recibir los consejos de los demás y para conocer las historias de vida tan llenas de experiencias que nos enriquecen como personas. También es necesario una actitud de discernimiento. Es sumamente importante tener presente el consejo de san Pablo cuando hablamos con los demás. El apóstol dice «examinen todo y quédense con lo bueno» (1Tes 5, 21). Hay una tendencia muy común en las conversaciones con los demás y es la de quedarnos con lo malo, con lo sospechoso, con lo “extraño”, con los mensajes incompletos, con los chismes, como si fueran lo más importante. Es necesario agudizar el oído para discernir con qué nos vamos a quedar en el corazón. Recuerda que aquello que recibas en tu interior determinarán tus pensamientos, tus sentimientos y tu manera de actuar. Y el tercer elemento fundamental para escuchar a los demás es estar abierto al cuestionamiento. Se requiere de humildad para recibir el punto de vista o perspectiva del otro, sobre todo cuando creemos estar seguro de que la nuestra es la única que existe. El parecer de los demás nos incomoda, a veces, porque cuestiona nuestra visión sobre la vida, y nuestros modos de proceder.

Necesitamos recuperar el diálogo y la conversación como un instrumento para la paz y la concordia. Debemos dejar de lado los prejuicios, dejar de construir historias y fábulas en nuestra mente, para escuchar, sintonizar, empatizar con los sentimientos y emociones que la otra persona está intentando poner en palabras. Hablamos tanto para no decir nada y hacemos silencio cuando hay tanto por comunicar y anunciar. Sobre lo que nos divide hacemos grandes discursos, pero de lo que nos une hacemos silencio.

¿Se llevan bien la Empresa y la Propiedad Privada?

La empresa no puede considerarse únicamente como una “sociedad de capitales”; es, al mismo tiempo, una “sociedad de personas”, capitalistas y trabajadores.

Por Juan Fernández de la Cueva

Acabo de leer un escrito de Guillermo Rovirosa, impulsor y primer militante de la HOAC. Considero muy interesante su tesis: el modelo de empresa capitalista está basado en una falacia que equipara la propiedad privada con el Derecho Natural. Esta afirmación está basada en lo que él llama “consenso universal”, algo así como un tópico que es admitido por todos, pero que no resiste un análisis científico.

La propiedad privada es un derecho que tiene la persona a usar los bienes de la tierra para su desarrollo integral. La persona no puede lograr suficientemente su libertad más que en la medida que tenga un poder soberano y exclusivo sobre un mínimo de bienes.

Ahora bien, en el Derecho Natural, la propiedad privada está subordinada al derecho a la vida y al destino universal de los bienes, especialmente para los pobres. La propiedad privada no es un fin en sí misma: no es para poseer, pues su finalidad está orientada a la realización personal y social del ser humano. Y por eso la DSI insiste en que hay dos situaciones que niegan la propiedad privada:

  • cuando uno no llega a “ser” porque está impedido por el culto al “tener”,
  • cuando uno no llega a realizar su vocación humana al carecer de los bienes indispensables.

La empresa en el capitalismo primitivo se basa en la colaboración de dos grupos necesarios y complementarios denominados capital y trabajo:

  • el primero: inversores que ponen su capital para la fábrica, las máquinas, los conocimientos técnicos… con el objetivo de producir bienes y ganar dinero,
  • el segundo: un gran número de personas que aportan su trabajo ganándose un sueldo con el que vivir dignamente.

Los promotores del capital, llamados capitalistas, eran dueños de los medios de producción de la empresa y de su gestión. El principio legitimador de esta situación se sostenía, como he dicho antes, en el principio axiomático de que el Derecho Natural legitima automáticamente al capital la posesión de toda la empresa.

Pero la empresa no puede confundirse con los medios materiales, ni con la fábrica, ni con las maquinas. La empresa no puede considerarse únicamente como una “sociedad de capitales”; es, al mismo tiempo, una “sociedad de personas”, capitalistas y trabajadores. Tomar una parte por el todo invalida cualquier teoría, y en este caso, produce frutos de injusticias y sufrimientos a la parte del todo excluida.

Los Medios de Producción en la Empresa Moderna Capitalista

En la nueva empresa capitalista de las grandes corporaciones financieras, quien aporta el capital son multitud de inversores. Pero éstos no son dueños de los medios de producción ni de su gestión. Solo son propietarios de sus “acciones”.

¿Cómo se puede decir que son dueños de una empresa si solo están pendientes de la ganancia proporcional a sus “acciones” pero entregan a los gestores la orientación de su inversión, tanto si son bombas o medicinas, si respeta el medio ambiente o destruye el ecosistema?

¿Cómo se puede decir que son dueños de una empresa si entregan a los gestores los procedimientos con los que van a conseguir sus beneficios, renunciando a ver si dichos procedimientos con los trabajadores han sido justos o injustos? Tengamos en cuenta que los trabajadores han dejado de ser la parte fundamental y complementaria de la empresa y son ahora unos recursos (incluso son denominados “recursos humanos”) que se adquieren y se venden a precio de mercado.

A lo que no han renunciado los inversores es al principio axiomático de que la propiedad privada (quien origina el capital) equivale al Derecho Natural y por eso se pueden apropiar de toda la empresa, capital y trabajo. La Iglesia afirma rotundamente que esto es una falacia, aunque esté admitido por un “consenso universal” según Rovirosa.

Doctrina Social de la Iglesia

Lo fundamental en el planteamiento antropológico de la Iglesia es que “la propiedad privada no es un derecho absoluto e intocable: al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la entera creación” (LE 14). Este es el criterio para determinar si la propiedad de los medios de producción es justa y legítima.

Especial mención merece la versión de que los medios de producción están vinculados al derecho de quienes trabajan. Porque la actividad humana es lo que hace que los bienes naturales fructifiquen para el bien de las personas, ricos y pobres. Por eso la encíclica Quadragésimo anno nº 65 propone un nuevo contrato social en el que los trabajadores participen de la gestión y los beneficios de la empresa.

Los medios de producción no pueden ser poseídos contra el trabajo.

Fuente: Entre Paréntesis

Reflexión del Evangelio – Domingo 23 de Septiembre

Evangelio según San Marcos 9, 30-37

Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquel que me ha enviado”.

 Reflexión del Evangelio – Por Fabio Solti SJ 

El evangelio de hoy nos propone varias cosas.

Vamos a hacer foco en una:

Me llama la atención la escuela de Jesús. Él los lleva a la montaña les dice algo y nadie parece haber percibido de qué está hablando Jesús. Esto último por el hecho de su conversación posterior “ser el más importante”.

Recién cuando llegan a casa Jesús los re-cuestiona para ilustrar lo que es verdadero y relevante.

Este evangelio me recuerda una historia:

 Era el año 2006 y con dos amigos queríamos subir por primer vez un cerro de 5000 metros: El Cocodrilo, que queda enfrente del cerro más famoso en Mendoza, Aconcagua.

La empresa era ardua. Nos “creíamos entrenados” por otros senderos, habíamos estudiado las posibles dificultades y nos encaminamos para “nuestro” objetivo.

Resulta que, ya aclimatados, comenzamos a subir el famoso cerro, más el camino comenzó a complicarse a medida que avanzábamos. Perdimos el sendero, pero ilusionados con “ser los primeros”, sin escuchar lo que la realidad nos iba diciendo, seguimos adelante pensando que podíamos conquistar la cumbre.

La cuestión, es que, cuando pensamos que “ya era nuestro” empezamos a escalar una “última” pared y se nos presentó, finalmente, un vertiginoso precipicio.

Uno de nosotros comenzó a hiperventilar, y quedó como paralizado por la situación. Se nos había complicado el objetivo: el amigo sólo repetía “ayudame Tatita Dios”.

 Con mi otro compañero de ruta fuimos intentando ayudar a nuestro amigo, uno le colocaba las manos en las “regletas” de la roca y otro le iba colocando los pies en los lugares correspondientes de la pared para poder descenderlo y también nosotros.

 Ese día no entendimos nada.

 Pero “una vez en casa” pudimos volver a la experiencia y sacar una conclusión.

¿Qué tiene esto que ver con este evangelio?

Ese día creo que los tres entendimos que significa esa palabra tan usada pero tan poco practicada: humildad.

En esa falsa cumbre caímos en la cuenta de que pasaron tres cosas:

  •  Uno de nosotros encontró un límite.
  • Pidió ayuda.
  • Y se dejó llevar.

Creo que la humildad tiene que ver con esto: Reconocer el límite, pedir ayuda y dejarse llevar. Como nos pasó en ese cerro y que entendimos tiempo después.

 Cuando andamos por la vida creyendo que todo lo podemos, detrás de un exitismo vacuo y mundano (ser los primeros, los mejores, los más importantes y voces similares), nos encerramos en nosotros mismos. Terminamos curvados mirándonos el ombligo.

 La humildad (el que quiera ser el primera que se haga el último…) nos abre a la posibilidad de la fraternidad. Reconozco el límite (el pan que no tengo) pido ayuda (a aquel que tiene ese don) y me dejo ayudar por otro (y de paso dejo al otro abrirse al misterio de compartir lo que tiene y puede). En ese compartir lo que tengo y puedo, producto de la diferencia entre nosotros, vamos construyendo un mundo mas humano, mas alegre, mas pleno. Un mundo servicial.

 Vamos construyendo el Reino, nos hacemos pequeños, nos abrimos al acoger.

 Vamos hoy a pedir a Dios poder ser cada día mas humildes, sin perder el tiempo en aquello que no importa ni es verdadero, para abrirnos a la posibilidad de la fraternidad.

Que ojalá lo podamos hacer con los “más pequeños”, los “descartados” de la sociedad. Esta actitud, como dice San Ignacio, nos hace amigos del Rey Eternal, pues lo descubrimos en esa realidad (El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado).

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe

Encuentro de Rectores FLACSI 2018: “Sirviendo a Nuestra Misión en el Mundo Actual”

 Resumen del Encuentro de Rectores FLACSI que, del 3 al 7 de septiembre, se llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

 Del 3 al 7 de septiembre los Rectores de Colegios Jesuitas y Delegados de Educación de los 19 países latinoamericanos y del Caribe que forman parte de FLACSI, participaron del VI Encuentro de Homólogos organizado por FLACSI en el Colegio del Salvador de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

 El encuentro que llevó el lema “Sirviendo a nuestra Misión en el mundo actual”, estuvo enfocado en profundizar en 4 temas que se establecieron como prioritarios para la Red Global de Escuelas Jesuitas, tras la conclusión del Congreso Mundial de Delegados de Educación del la Compañía de Jesús JESEDU-Rio 2017.

 La apertura y bienvenida del evento estuvo a cargo del Presidente de FLACSI, P. Saul Cuautle, S.J., mientras que la eucaristía inicial fue presidida por el Provincial de la Provincia Argentino/Uruguaya, P. Alejandro Tilve, S.J.

Dentro de los temas que se trabajaron durante los cuatro días de encuentro, se destacan la “experiencia de Dios: comunicando la Espiritualidad Ignaciana a las jóvenes generaciones”; “tradición e innovación: definiendo los mejores medios para servir a nuestra misión actual”; “cuidar nuestro hogar común: reconciliación con Dios, la Humanidad y la Creación”; y, “trabajo en red: un cuerpo universal con una misión universal”.

En un clima de oración, reflexión y discernimiento comunitario, muchos participantes presentaron experiencias significativas para mostrar cómo pueden abordarse los temas de la agenda global en nuestros colegios. También se dieron sendos espacios de discusión grupal orientados a generar propuestas de acción conjunta que nos permitan seguir caminando juntos en este horizonte compartido de servicio a la Misión.

Entre los participantes, destacó además la presencia del Delegado de Educación de la Conferencia de Provinciales para América Latina – CPAL, P. Luiz Fernando Klein, SJ y el Coordinador Juventud y Vocaciones de la CPAL, el P. Marcelo Amaro, SJ; de la Fundación Manos Abiertas, el P. Ángel Rossi, SJ; de la comunidad virtual Educate Magis, su facilitadora, Sta. Ciara Beuster; de Estados Unidos nos acompañaron los representantes de la Jesuit Schools Network – JSN, P. Bill Muller, SJ y Sra. Catharine Steffens; y de la Federación Internacional de Fe y Alegría participó su Secretario Ejecutivo, P. Marco Tulio Gómez, SJ.

 Posterior al Encuentro, el sábado 8 se realizó la XX Reunión de la Asamblea General de FLACSI, que contó con la participación de los Delegados de Educación de las Provincias de Latinoamérica, invitados de otras Redes Educativas e instancias Directivas de FLACSI.

 Desde FLACSI agradecemos la hospitalidad y cariño con que nos recibieron todas las personas que forman parte del Colegio del Salvador. Su permanente apoyo y acogida fue central para el desarrollo del encuentro. De igual forma agradecemos de manera muy especial a la Provincia Argentino/Uruguaya por la iniciativa de recibir este gran evento.

 Fuente: FLACSI.NET