P. Luiz Fernando Klein sobre el Paradigma Pedagógico Ignaciano

En el marco de la celebración de los 450 años de la llegada de la Compañía de Jesús al Perú, el pasado miércoles 15 de agosto en la ciudad de Tacna (Perú) se desarrolló la ponencia titulada “Paradigma Pedagógico Ignaciano: Modelo Pedagógico de la Compañía de Jesús” a cargo del P. Luiz Fernando Klein, S.J., Delegado de Educación de la CPAL (Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe).

La misma estuvo coordinada por la directiva del Colegio Cristo Rey para los docentes de varias instituciones educativas de esta localidad ubicada al sur de Perú. Además, es una actividad que coincide con la celebración del mes aniversario por los 25 años del Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI).

El pasado mes de junio, el P. Luiz Fernando Klein S.J. también había orientado una jornada pedagógica realizada en el Colegio de la Inmaculada, en la ciudad de Lima.

Cabe resaltar que el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI) es un proceso, consciente y dinámico, que consta de cinco vivencias, sucesivas y/o simultáneas, donde cada una de ellas contribuye para un aprendizaje basado en valores que resulte en una acción comprometida por parte del estudiante.

La aplicación de este proceso pedagógico no limita al aula sino que conviene ser aplicado en cualquier proceso educativo, formal o no formal, artístico, deportivo, religioso, social, etc. con niños, jóvenes y adultos. Eso enriquece la relación educador – educando; y previne el peligro de contradecir institucionalmente lo que se pretende lograr. Toda la institución educa, el paradigma está al servicio de la gestión total y no solo la del conocimiento.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

De Grietas y Puentes

Una de las grietas más famosas que ha afectado y aún pesa sobre las sociedades occidentales es el conflicto entre ciencia y religión que, en particular, se profundizó en la segunda mitad del siglo XIX.

Las grietas existen desde hace muchos siglos: esclavos y libres, paganos y cristianos, pobres y ricos, creyentes y no creyentes; la lista de los bordes de las numerosas fisuras de las sociedades humanas podría continuar casi al infinito. También podría enumerar los puentes construidos por personas que han trabajado por cerrar heridas y no por agudizar conflictos. Los que buscan superar grietas pasan a la historia como constructores de justicia y de paz. Se trata al final de cuentas de cómo queremos ser recordados: creadores de división o promotores de diálogo.

Una de las grietas más famosas que ha afectado y aún pesa sobre las sociedades occidentales es el conflicto entre ciencia y religión que, en particular, se profundizó en la segunda mitad del siglo XIX. Un ejemplo es el surgimiento del caso Galileo tal como lo conocemos hoy. Desde entonces, extremistas en ambos lados han contribuido a agudizar las tensiones, si bien es cierto que en las últimas décadas parece predominar una actitud dialoguista. Ciertamente, la educación en ambos bordes de la grieta contribuye a facilitar la predisposición al diálogo que ayuda a entender la alteridad y la diversidad sin querer eliminarlas.

Cátedra libre sobre Ciencia, Religión y Educación

En la Universidad Católica de Córdoba (UCC) existe, desde 2017, un espacio para que la comunidad académica pueda tratar temas relacionados al diálogo ciencia-religión. A través de esta propuesta se busca llegar a toda la sociedad cordobesa en sus distintos componentes. El tema adquiere además especial relevancia si se tiene en cuenta que este año se han incorporado la Facultades de Filosofía y de Teología que los jesuitas tenían en San Miguel.

Sin lugar a dudas, el diálogo ciencia-religión no puede restringirse al ámbito de los expertos. Una actividad importante de la cátedra es la jornada para docentes de nivel secundario. La misma se llevó a cabo en la sede Centro de nuestra Universidad el próximo 25 de agosto. Este año la propuesta tuvo como tema de reflexión ‘la vida en el universo’. Entre los disertantes estuvieron Carolina Chavero, astrónoma del Observatorio de Córdoba, y María José Caram, teóloga de nuestra Universidad.

Además, un equipo de docentes del Instituto Jesuita Sagrada Familia presentará el proyecto educativo OTHER (Otros mundos, tierra humanidad y espacio remoto). A través de este espacio, intentamos realizar una tarea de estudio que incluya profesores y alumnos de escuela secundaria; al que consideramos un espacio privilegiado para que las nuevas generaciones se ejerciten en un diálogo abierto que haga posible el abordaje de temas importantes y profundamente humanos desde un enfoque multidisciplinar. El tema de la búsqueda de otros mundos habitados puede resultar una excelente palestra.

Fuente: UCC

Reflexión del Evangelio – Domingo 02 de Septiembre

Evangelio según San Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”. Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos’. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.

Reflexión del Evangelio – Por Maximiliano Koch SJ 

El Evangelio de este domingo fue escrito en un contexto particular y respondía a situaciones históricas complejas. Los cristianos comenzaban a separarse de los judíos abandonando sus tradiciones, sus lugares de culto, su sistema organizativo, sus leyes. Entendían que todo ello era importante, pero que existían cuestiones centrales que quedaban marginadas por la obsesión que despertaban las tradiciones. Recordaban la libertad con que se movía Jesús frente a la Ley y las costumbres a las que no descartaba, pero las ubicaba en un lugar nuevo.

Con esto, los primeros cristianos también se sintieron legitimados para abandonar antiguas tradiciones y abrirse a lo que el Espíritu les invitaba. Y el Espíritu les invitaba, esencialmente, a compartir el pan y el vino, a formar comunidad, a escucharse, a vivir según el mandamiento del Amor, a invitar a otros a unirse a una fiesta y un proyecto común. No abandonaron las leyes: mantuvieron algunas tradiciones judías, crearon otras nuevas, incorporaron algunas venidas de otras tradiciones. Todo era bueno si conducía a amar plenamente (1Tes, 5,21).

Y estas palabras, ¿qué tienen para decirnos a nosotros, cristianos del siglo XXI?

Las normas y costumbres son importantes y necesarias. Son producto de nuestra cultura, de nuestro modo de relacionarnos con las cosas y las personas. Han nacido para ayudarnos a convivir y se ponen a nuestro servicio. Todos, de distinta manera y con distinta intensidad, nos aferramos a ideas, ideologías, leyes o tradiciones. Ellas nos dan seguridad, sentido de pertenencia al grupo, respuestas de cómo vivir y cómo comportarnos. Por ello, cuando sentimos que nuestro sistema de vida está siendo amenazado, fácilmente podemos convertirnos en fariseos y escribas de la Ley, personas que condenan a los transgresores para defender las normas y costumbres. Nos aferramos a ideas y preceptos como si fuesen la última y única respuesta a todo lo existente, poniéndolos por encima de las personas.

Para los cristianos, esto es especialmente grave, porque nuestra ética, nuestras tradiciones y nuestras leyes, paradójicamente, deberían promover nuestra capacidad de amar y perdonar. Ninguna defensa de una idea, ley o tradición debería conducir a eliminar al otro. Después de invitar, dialogar y escuchar, deberíamos amar y servir al prójimo, aunque no comparta nuestro estilo de vida. Porque a nosotros, los cristianos, no se nos debería reconocer por el cumplimiento de normas y costumbres ni mucho menos por su defensa, sino porque nos amamos los unos a los otros, nos deseamos el bien, nos hacemos servidores de las necesidades de los demás (Jn 13,35). Nuestro modelo es Cristo, aquél que amó plenamente a todos y puso al hombre por encima de la Ley y que, como consecuencia, fue condenado a morir en una cruz.

Todos, de distinta manera y con distinta intensidad, nos aferramos a normas o costumbres. Pero todos, a su tiempo y a su manera, deberíamos emprender un camino para que Cristo y otros ocupen nuestro centro existencial. Esto no es fácil, porque vivir no desde la seguridad de la ley sino desde la experiencia del amor supone una la precariedad absoluta, un abandono en el otro, una provisionalidad existencial, una confianza en el dar generoso y no en lo que espero recibir. No es fácil, pero es esencial porque, como dijo San Juan de la Cruz, en el atardecer de la vida, seremos examinados en el amor. Y, más recientemente, Casaldaliga:

“Al final del camino me dirán:
– ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré mi corazón lleno de nombres”.

En el fondo, las palabras de Cristo nos invitan a examinar qué habita en el nuestro corazón, en nuestro centro existencial, en el punto de partida de nuestras relaciones y horizonte de nuestra vida. Nos invitan a ver si en este camino de despojarnos de la seguridad de las normas para abrirnos a la intemperie del amor, hemos avanzado algún paso. Nos invitan a examinar cuántos rostros pueblan nuestra vida y qué valor tienen. Cuando éstos ocupen el lugar que merecen, las leyes y tradiciones nos ayudarán a servirlos.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana

Card. Sturla: Que el Debate por el Aborto Ayude a Encontrar Soluciones

El Arzobispo de Montevideo se refirió a la histórica votación del Proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina

Cuando los principales diarios y semanarios del Uruguay publican artículos sobre la votación del Senado argentino sobre el aborto, el Cardenal Daniel Sturla dedicó su espacio semanal en Radio Oriental para referirse al tema, destacando que en dichos artículos “predomina una cierta desazón por el pronunciamiento del senado argentino, con algunos títulos muy sugestivos”.

En su opinión “como pasa siempre con el tema del aborto, se encrespan las posturas y también se dicen una serie de falacias. Ni que decir cuando se habla de números y de la cantidad de abortos que se manejan; se dan con total desparpajo cifras absolutamente agigantadas”, y agregó que esto también pasó en nuestro país.

El Cardenal subrayó que “el tema de fondo es si lo que existe en el vientre de una mujer que ha concebido es solamente un montón de células, una parte de su cuerpo o -como la ciencia nos demuestra fehacientemente- una nueva vida. Una vida humana con su carga genética propia, una individualidad única e irrepetible y que por tanto tiene el derecho a la vida, que es el primero de los derechos humanos”.

Agregó que es en estos momentos “cuando se levanta el dedo acusador contra la Iglesia que defiende la vida. Y en esto se unen, una cierta izquierda con un liberalismo de tinte jacobino, que no reconoce que detrás de ellos hay poderosísimos intereses económicos, grandes magnates, grandes empresas. Y quizá, como algunos sostienen, la factibilidad o no de préstamos internacionales a los estados que adoptan determinadas políticas de población”.

La Iglesia siempre defenderá la vida

Seguidamente, el Arzobispo de Montevideo sostuvo: “la Iglesia nuevamente ha salido a la defensa de la vida en Argentina, como lo hace y la hará en todos los países, siendo mayoría o minoría. Lo ha hecho públicamente en el marco de la sociedad plural y democrática, comprometida con la defensa de los derechos humanos y proclamando, al mismo tiempo, los deberes que todo cristiano tiene en la vida pública y privada”.

También habló sobre las posibles reacciones ante la postura de la Iglesia. “¿Se blandirá con la resonancia mediática con la que se han manejado los pecados y abusos de los clérigos para tapar la boca de la Iglesia?”, se preguntó. Y agregó: “La Iglesia sufre por esta herida, ha pedido perdón y ha aprendido la lección, en medio de un malestar sin dudas creciente de la opinión pública”. Pero afirmó que, más allá de esto, “la Iglesia no se puede callar, como no se calla hoy en Venezuela o en Nicaragua, ante los atropellos del poder. O como lo hizo para subsistir, de forma clandestina, en los países comunistas del este europeo, donde en algunos de ellos llegó a estar absolutamente prohibida”.

Buscar soluciones

En el último tramo de su alocución, el Cardenal Daniel Sturla reflexionó sobre las connotaciones de la decisión en el país vecino: “¿Se trata entonces de que festejemos el resultado?”. Como respuesta compartió parte de una publicación que realizó el Arzobispo de La Plata, Mons. Víctor Manuel Fernández, sobre lo que dejó el debate del aborto: “Sin embargo, no me atrevería a salir a festejar por el ‘no’ al aborto, porque creo que ni los legisladores ni la sociedad en general pueden irse a dormir tranquilos. Todavía no se ha discutido cómo haremos para acompañar los embarazos no deseados, para ayudar a las mujeres con problemas a no tener que llegar al extremo del aborto, para facilitar la adopción, para prevenir el embarazo adolescente, para fomentar una paternidad responsable, para mejorar el acceso a la salud de las mujeres pobres (son muchas más las que mueren por llegar al parto desnutridas o enfermas que las que mueren por aborto)… Si para algo sirvió este debate, es para reconocer las tareas pendientes”.

Para el final, el Arzobispo de Montevideo argumentó que también en nuestro país, donde el aborto fue despenalizado, “nos planteemos qué estamos haciendo en todas estas causas que tienen que ver con la salud total de la mujer que se encuentra ante la maternidad en condiciones que a veces son muy difíciles”. “Que este debate nos ayude, no a encresparnos nuevamente con el tema, sino a buscar soluciones; soluciones que busquen la defensa de la vida de la madre y del niño por nacer”, concluyó.

Fuente: Iglesia de Montevideo

Mirados desde Dentro del Dolor

Vivimos tiempos en que el Papa Francisco nos invita a compartir el dolor de inocentes asumiendo como él lo hizo en la cruz los pecados que no eran de Él.

Por Tomás Bradley SJ

Esta expresiva imagen está en una capillita de Campaña de esta zona de Tacuarembó, Rincón de la Aldea. Le llamaron Cristo Redentor. Un rostro dolido, sangrante, bien vivo, que mira de frente.

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Los invito a rezar con ella. Rezar en ella con los dolores concretos que conocemos de nuestra gente. Los dolores de nuestra Iglesia sumida en la vergüenza de faltas graves de hijos que han traicionado sus ser “padres”. Vivimos tiempos en que el Papa Francisco nos invita a compartir el dolor de inocentes asumiendo como él lo hizo en la cruz los pecados que no eran de Él: «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. (…)La única manera que tenemos para responder a este mal que viene cobrando tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. Esta conciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común hará posible que reconozcamos nuestros pecados y errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro. (Carta al pueblo de Dios del Papa Francisco del 20 de Agosto de 2018).

Pedimos en los EE en la primera semana, vergüenza y confusión. Esta situación es bien concreta y nos “escracha” contra el pecado real que daña. Se nos está invitando a dar desde nuestra debilidad, desde nuestra miseria. Y digo “nuestra”. No “de” otros. Si así lo viviéramos, no estaríamos entendiendo la lógica de los EE que nos invita a entrar y padecer con. Y desde allí gozar de la misericordia.

Es tentación frente al pecado encerrarse en él, solamente, y quedarse lamiendo la herida de la “fantasía narcisista herida en su orgullo de no ser quién se pretendía”. Puede aparecer en lo personal o en lo comunitario. La defensa y la excusa suelen ser los atajos para esquivarle al pinchazo de ser hermanos en serio. El corazón que ha dejado que Cristo esté en centro, sentirá la vergüenza ajena y la hará propia. Aunque el pecador material no lo haga. Porque la actitud interior del corazón herido de amor se deja alcanzar por la mancha de la suciedad de sus hermanos. Lo deja hacer a Cristo que se embarra con él y ofrece su vida para que Cristo pueda volver a redimir, asumiendo el dolor de la consecuencia del daño.

¿Qué soluciona con esto? NADA. Ese no es el punto. Sino generar una conciencia de fraternidad que vincula desde la ternura herida que acompaña y muere con. ¿Qué solucionó Cristo en cruz? La petición que hacemos en esa primera semana de los EE, nos confronta a nosotros. No cuestiona la efectividad de la acción del Señor. Por ello hablamos de la teología del “fracaso”. Es en la total inutilidad de nuestra entrega, en la total infecundidad del amor en el Cristo que mira de frente y desde dentro el dolor inocente y culpable desde la cruz (como en la imagen que contemplamos) que puede obrar la misericordia infinita del Padre. Desde dentro. Desde abajo.

La resurrección manifestará eso: los amo como son. En su huidas a Emaús (Lc. 24), en sus encierros por miedo (Jn. 20, 19), en sus añoranzas de tiempos pasados (Jn. 20, 11-18). La fidelidad cristiana se fragua desde la experiencia de la impotencia. No puedo conmigo, ni con los demás. Y se hace grito de plegaria con el salmista: ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! (Salmo 51) Que la oración de súplica nos envuelva en estos tiempos. Que ahondemos. Que huyamos de la opinología y nos dediquemos a pedir perdón desde el compromiso real en el que está cada uno. Más misericordiosos, más humildemente comprometidos.

Fuente: Fundación Jesuitas Uruguay

¿Fronteras?

¿Qué frontera se puede poner a lo humano? Hay que descubrirlo.

Por Fabricio Alaña, S.J.

La palabra frontera es un límite para separar regiones; están hechas por acuerdos humanos en base a guerras, peleas, consensos o en algunos casos por hitos naturales. Los seres humanos a través de sus Estados-Nación necesitan de las fronteras para definir su región, explotar sus recursos y vivir de ellos.

¿Eso es bueno o malo? Es necesario.

¿Eso define lo humano? Describe una cultura.

¿Qué frontera se puede poner a lo humano? Hay que descubrirlo.

Actualmente Ecuador está recibiendo cada día cerca de cuatro mil venezolanos, hombres, mujeres y niños, nos dicen las estadísticas. Ante esto, se quejaba un “ecuatoriano” (carente de memoria y humanidad) en un diario (El Expreso, sábado 11 de agosto de 2018, pág. 4 y 8 Cartas al editor), en los siguientes términos:

“Ante el flujo migratorio de venezolanos a nuestro país es necesario ya, que nuestras autoridades tomen medidas, y una de las más lamentables es cerrar la frontera norte. Despojémonos de sentimentalismos y procedamos… Si no tomamos medidas esto originará al Ecuador fuga de dólares al exterior y más desempleo. Ecuador también tiene problemas económicos”.

El señor que se quejaba en el diario, claramente no es la voz de miles de ecuatorianos que desde sus posibilidades tienden su mano para ayudar a los más necesitados, hace parte de los que en la Biblia se llaman los que murmuraban.

‘‘En la Biblia aparece mucho la palabra “murmurar” cuando un profeta o Jesús hace una acción maravillosa, “dar de comer a cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, con solo cinco panes y dos peces” (Jn 6: 9-10). Entonces Jesús se revelaba como el Pan de Vida y la gente murmuraba (Jn 6:41) como murmuraban contra Moisés, “nos has traído a morir en busca de la tierra prometida, cuando estábamos tan bien en Egipto” (Ex 16:2). Es decir, reconocer que Dios actúa en la vida no es fácil, pero el murmurar, criticar y desear la esclavitud eso es más fácil.

El señor que se quejaba/murmuraba en la carta al editor del diario, tiene toda la razón, en el Ecuador también hay problemas económicos y sociales. Pero cerrando la frontera a los humanos/hermanos que vienen de otros países, no solo Venezuela, es no reconocer su naturaleza humana y la interdependencia de los pueblos para buscar soluciones reales y eficaces a los problemas de quienes llamamos cristianamente nuestros hermanos. La solución a veces es más simple de lo que pensamos, pero no queremos porque nuestro egoísmo es más grande de lo que creemos. Al parecer la memoria se ha borrado de quienes tienen este tipo de pensamientos, y se ha olvidado que nuestro país ha pasado por diferentes crisis que también han obligado a muchas de nuestras familias ecuatorianas a migrar en búsqueda de mejores oportunidades principalmente a España y Estados Unidos. Lo más reciente, cuando sufrimos el terremoto del 2016, no hubiéramos podido salir adelante sin la ayuda internacional.

Hoy los problemas locales son globales y todos nos debemos sentir responsables por el futuro de la humanidad. ¿Acaso la “casa común” se va a poder cuidar solo desde un país?

Quienes trabajamos con jóvenes tratamos de ampliar horizontes. El mundo es nuestra casa, la humanidad diversa y rica en sus expresiones culturales refleja una sola condición humana, las necesidades son comunes. Educamos para humanizar y al humanizar transformamos vidas, buscamos la felicidad. La mentalidad internacional es la clave para formar ciudadanos del mundo, no presos de un sistema o región. Las fronteras reales, compañeros, no existen; las mentales sí, y son las que destruyen la creatividad.

“Así como no puedes meter a un huracán en una caja, tampoco lo puedes hacer con la realidad. Los límites de la realidad son inmensos y movibles. Las fronteras solo están en tu mente, como las fronteras que deseamos que veamos cuando vamos en un avión. Eso es fragmentar la realidad y la realidad es global, es unidad” (Tony de Mello, sj, Autoliberación Interior, pág 126). Por algo, ya lo decían los antiguos, “nihil humanum alieno a me puto”. Nada de lo humano me es ajeno (Terencio). Y si me digo cristiano, ¿qué es para mí lo humano?

Fuente: Para ti Joven

 

Repensando la Política

Los días 7 y 8 de setiembre pasados, se desarrolló, en la localidad de Tanti (Córdoba) la 5ta edición de las jornadas ‘Repensando la política’ organizadas por la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas), que preside Mons. Jorge Lugones SJ. Se trata de un espacio que tiene el objetivo de contribuir a la formación y al trabajo en red de dirigentes con capacidad de generar y promover políticas públicas, priorizando el desarrollo integral y la erradicación de la pobreza.

En sintonía con la propuesta del Papa Francisco, se propone que la iglesia y la dirigencia política se aproximen desde una Cultura del Encuentro para intentar construir desde la pluralidad de pensamiento, en diálogo desde las propias particularidades.

La presente edición se congregó en torno a la propuesta “Hacia una Política del Encuentro” y se celebraron paneles, el primer día, en torno a la cultura del encuentro, el malestar social y la economía con rostro humano y el día sábado, se trataron los aportes de la Doctrina Social a nueva política y el desafío de la equidad del siglo XXI.

Una democracia con pobres no está funcionando bien”, advirtió Mons. Lugones en su discurso de inauguración frente a de autoridades provinciales, religiosas, de organizaciones sociales y dirigentes políticos de distintos puntos del país. Acompañado por el arzobispo de Córdoba, Mons. Ñáñez y el intendente de Tanti, Luis Azar, el prelado consideró “urgente e imprescindible rehabilitar la dignidad de la política, devolverle el crédito de todos” para enfrentar lo que definió como “un sistema económico global profundamente injusto”.

En este sentido, monseñor Lugones recordó al papa Francisco postulando que “la política no debe postrarse ante la economía” y convocó al diálogo y al encuentro para “reemplazar el paradigma tecnocrático que gobierna al mundo, por un nuevo modelo con rostro humano”.

Frente a una concurrida audiencia, llamó a todos a protagonizar “una verdadera revolución cultural, abandonando el relativismo, el egoísmo, el individualismo y comenzar a pensar como miembros responsables de nuestra comunidad, mirando a los seres humanos y su entorno. Esto implica, por ejemplo, que cada vez que pensemos en nuestros derechos, pensemos también en nuestros deberes”.

478 años de la Fundación de la Compañía

Compartimos con ustedes la Palabra de la CPAL de este mes, en que se celebran los 478 años de la Fundación de la Compañía en España.

Por José Francisco Magaña Aviña, SJ

El día 27 de este mes celebraremos los 478 años de la fundación de la Compañía. Este recuerdo es motivo de agradecimiento e invitación para profundizar en nuestra vocación en el contexto actual latinoamericano.

Aún antes de la fundación de la Compañía San Ignacio tuvo muy claro que lo central era “ayudar a las almas”, es decir, servir a las personas; por eso en el Examen -guión para el intercambio de deseos entre quien que quiere ser jesuita y la Compañía- dice:

“El fin de esta Compañía es no solamente atender a la salvación y perfección de las ánimas proprias con la gracia divina, más con la misma intensamente procurar de ayudar a la salvación y perfección de las de los prójimos” (Const. 3)

La pasión por servir al pueblo desde un principio puso en riesgo a la seguridad de los jesuitas; su seguridad física, de honor, pero también de posibles equivocaciones; hay como un eco de la pasión de San Pablo dicho de una manera que casi parecería sinsentido pero que expresa hasta donde llega su amor por el pueblo y por Jesús:

“Por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera yo mismo ser un proscrito, separado del Mesías” (Rom 9,3).

Para cuidarnos “de nosotros mismos”, de nuestras propias trampas ante la realidad, San Ignacio nos puso el discernimiento cotidiano, el examen, las dos banderas, la contemplación para alcanzar amor. Son ayudas para no perdernos en nuestras propias ambigüedades al encontramos en el servicio. De esos riesgos nos tenemos que cuidar personalmente y también como comunidades y Cuerpo Apostólico.

Pero además están los otros riesgos que vienen con nuestra misión. En la CG 36 hacíamos un especial recuerdo y oración por nuestros hermanos en situaciones de guerra (expresado en el mensaje Testigos de amor y reconciliación). En América Latina el Cuerpo apostólico también se enfrenta a esos peligros al servir como “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia” en situaciones como las de Honduras, Venezuela, Nicaragua, así como en nuestros demás países ante diferentes expresiones de violencia e injusticia. Como CPAL estamos articulándonos para responder de una manera más solidaria y eficaz ante esas situaciones.

La muerte violenta de nuestro hermano el P. Carlos Riudavets Montes, SJ, que servía en la Amazonia Peruana, es una dolorosa afirmación de la misión de la Compañía expresada más arriba. En la homilía del sepelio del P. Carlos, el P, Juan Carlos Morante, Provincial del Perú -volviendo a la experiencia de la Storta, en la que Ignacio escuchó que Cristo en Cruz le decía “quiero que tú nos sirvas”-afirmaba que:

“Nuestro servicio a Cristo y a la Iglesia, bajo la bandera de la cruz, es el foco central de nuestro carisma y misión. Nuestro hermano Carlos recibió la gracia de compartir el amor de Cristo a los pobres y marginados de la sociedad y, en el momento final de su vida, le tocó cargar más de cerca la cruz de su Señor. Por eso también, ha recibido la gracia de compartir más plenamente la gloria de su resurrección. Que su ejemplo y su testimonio nos reconforten y nos animen a seguir entregando nuestras pequeñas vidas en el servicio de nuestros hermanos”.

Salvación propia, gracia divina y servicio a los demás siempre han ido juntas. Ahora la CG 36 nos invita a vivirlas en discernimiento, colaboración y trabajo en red para servir mejor. Este es el reto que tenemos como Cuerpo Apostólico en América Latina.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica