Convocatoria del Coetus praevius – Rumbo a la CG36

Queridos hermanos,

¡La paz de Cristo!

Finalizadas recientemente las Congregaciones Provinciales y tras la elección de los hermanos electores de cada una de las Conferencias, ha llegado el momento de convocar el Coetus Praevius para la Congregación General 36, de acuerdo con la Fórmula de la Congregación General (FCG), n. 13.

Los miembros designados para formar parte del Coetus Praevius (CP) son los siguientes:

P. General (ex officio)

P. Douglas Marcouiller (UCS, Consejero General), Moderador del CP

P. Paul Béré (AOC, Profesor en el Instituto de Teología de la Compañía en Abidjan)

P. Jorge Cela (ANT, Presidente de CPAL)

P. John Dardis (HIB, Presidente de CEP)

P. Stefan Dartmann (GER, Rector del Colegio Germanico e Ungarico de Roma)

P. David Fernández (MEX, Rector de la Universidad Iberoamericana de México)

P. Thomas Greene (UCS, Rector de la casa de estudio Bellarmino de St. Louis)

P. Timothy Kesicki (CDT, Presidente de JCU)

P. Michael Lewis (SAF, Presidente de JESAM)

P. Antonio Moreno (PHI, Provincial)

P. George Pattery (CCU, Presidente de JCSA)

P. Francis Xavier Perinayagam (MDU, Director de la Escuela de Ingeniería “Loyola” de Chennai)

P. Mark Raper (ASL, Presidente de JCAP)

Deseo aprovechar esta ocasión para recordar a toda la Compañía algunos términos de la FCG, de reciente aprobación (cf. Carta circular 2014/17, con fecha 3 de diciembre de 2014), y que ahora entran en vigor.

1. La fase preparatoria de la Congregación comienza con el trabajo del Coetus Praevius, que se reunirá aquí, en Roma, entre el 31 de agosto y el 13 de septiembre de 2015. De acuerdo con la FCG en su n. 13, el cometido del Coetus consiste en estudiar y organizar los postulados y los temas recibidos de las Congregaciones provinciales y regionales, “para elaborar una síntesis sustancial” (Relationes Praeviae) de las cuestiones y temas que “probablemente han de ser tratados por la futura Congregación General”. La nueva FCG añade además que el Coetus constituirá comisiones con el fin de que preparen materiales para la CG 36.

2. La fase inicial de la Congregación comenzará en octubre y noviembre de 2015, cuando los electores de cada una de las Conferencias se reúnan, presididos por sus respectivos

Congregación General 36 – Convocatoria del Coetus praevius

A TODA LA COMPAÑÍA

Presidentes. Siguiendo lo determinado por la FCG n. 14 § 5, en estas reuniones los Electores de cada Conferencia “discutirán sobre los asuntos recibidos del Coetus Praevius” así como del estado de la Compañía.

Durante esta reunión, los miembros de la CG 36 de cada una de las Conferencias deberán realizar varias elecciones. Han de elegir a un miembro de la Conferencia para el Comité Coordinador de la CG 36; uno más para la Diputación del estado de la Compañía, y un miembro de la Conferencia para cada una de las Comisiones que haya constituido el Coetus Praevius (FCG n. 14, § 6).

Creo importante recordar a todos que, con estas reuniones de Electores de las Conferencias “en este momento comienza la Congregación General” (FCG n. 14, § 1).

3. La fase inicial de la Congregación continuará tras estas reuniones hasta la apertura de la CG 36, el 2 de octubre de 2016. La Comisión Coordinadora, la Diputación del estado de la Compañía y el resto de las Comisiones, se esforzarán por “elaborar documentos verdaderamente útiles y bien fundamentados que constituyan una base firme para el trabajo de la Congregación” (FCG n. 15, § 1, 1º). Los diferentes grupos celebrarán reuniones “presencialmente o a través de los medios modernos de comunicación” (FCG n. 15, § 1, 3º).

Por todo esto, aunque la primera sesión plenaria de la CG 36 no tendrá lugar hasta octubre de 2016, el trabajo, tan importante, de reflexión y discernimiento de nuestra próxima Congregación General, dará comienzo en los próximos meses. Por ello pido a todos los jesuitas y comunidades que no olviden en sus oraciones las intenciones de la CG 36.

Al afrontar los grandes desafíos que se presentan a la Iglesia y al mundo de hoy, la esperanza que nos anima ante la Congregación General coincide con aquel deseo fundamental de nuestro padre Ignacio: que conozcamos la voluntad de Dios y la pongamos en práctica con generosidad, con creatividad y con gozo.

Fraternalmente en el Señor,

Adolfo Nicolás, S.J.

Superior General

Hogar de Cristo Uruguay

Cercanos a la Fiesta de San Alberto Hurtado, les traemos un breve informe sobre el Hogar de Cristo en Uruguay, homólogo de la fundación ideada en Chile por el santo jesuita.

Video Institucional del Hogar de Cristo

¿Qué es el Hogar de Cristo?

La Asociación Civil Padre Alberto Hurtado, es una Organización de la Sociedad Civil (OSC) fundada el 18 de agosto del 2003, por un grupo de laicos y religiosos, en la ciudad de Montevideo (Uruguay), inspirada en la espiritualidad de San Alberto Hurtado, sacerdote chileno jesuita (1901-1952), que demostró durante toda su vida una predilección especial por los más pobres y desprotegidos de su pueblo. Su personalidad es clave para comprender una espiritualidad cristiana encarnada en la realidad y con un compromiso sólido y coherente desde una solidaridad bien entendida.

Asociación Civil «Padre Alberto Hurtado», se inspira en la labor de este sacerdote de nacionalidad chilena que nutrido por la espiritualidad de San Ignacio de Loyola (Jesuita), demostró durante toda su vida una predilección especial por los más pobres y desprotegidos de su pueblo. La acción en favor de las personas sin protección de su país lo llevó a generar una gran cantidad de obras y expresiones concretas de solidaridad, el más emblemático y clave es el «Hogar de Cristo» para las personas sin techo, hoy extendido por casi todo Chile y con múltiples posibilidades de servicio. Esta sensibilidad compartida, impulsó la creación  de la Asociación en Uruguay. Queremos ser también signo de la fuerza de la Fe que expresada en obras concretas nos hacen cada día verdaderos hermanos entre nosotros y auténticos hijos del mismo Padre Dios.

Misión

– Acoger con amor y dignidad a los más pobres, anunciando la Buena Noticia, tomando junto con ellos conciencia de nuestra dignidad de hijos de Dios y de ciudadanos, con derechos y responsabilidades.

– Convocar e involucrar a la comunidad en la promoción de una cultura de respeto, justicia, solidaridad e integración, todo ello animado por la espiritualidad de San Alberto Hurtado.

Obras

El Hogar de Cristo en Uruguay cuenta con cuatro obras, en las cuales se prestan servicios que responden a necesidades y momentos de la vida diferentes.

-Hogar Santa María

Este Hogar recibe hasta 12 adultos mayores autoválidos que ya han hecho un proceso relacional en alguno de los refugios de Montevideo u otra institución, y requieren de un ámbito donde vivir. Es como un segundo escalón -siguiente al de los refugios- que procura generar salidas más permanentes a la situación de no tener techo propio. Este servicio no tiene una fuente estatal de financiamiento. Se procura solventar con aportes de los propios hogareños, de la asociación, de donaciones, contándose con la casa que ha sido prestada por la Compañía de Jesús. Un grupo de voluntarios viene trabajando en la organización de la gestión del Hogar. Los hogareños colaboran en las tareas de la casa según sus posibilidades y habilidades. Las necesidades principales hoy en día es lograr un financiamiento regular que permita contar con recursos suficientes, así como realizar algunas labores de mejora y mantenimiento en la casa (baños, techo, otros).

-El Proyecto Ollas

Se trata de un servicio que agrupa a un número significativo de voluntarios y cuenta con la colaboración de Castores (alumnos secundarios del Colegio Seminario). Por una parte está la “Olla fija” que recibe todos los sábados en las locaciones de Primaria del Colegio Seminario a decenas de personas para ofrecerles un almuerzo, y sobre todo una instancia extendida en la mañana de relación humana. Por otra parte, están las “Ollas móviles” que salen en recorrida de calle los martes, jueves y sábado en la noche, ofreciendo un plato de comida a sin techos o a personas que están al borde de serlo; en esas instancias también se pone especial énfasis en la relación personal. El proyecto viene ensayando diversas herramientas tendientes a intensificar lo promocional. Se financia con donaciones dinerarias y en especie.

-Centro Caif

Desde el año 2009, en convenio con el INAU, tenemos a nuestro cargo un Centro Caif (Padre Hurtado), donde estamos llevando adelante una labor educativa con niños pequeños (0 a 3 años). Se cuenta con un equipo educativo, técnico y de apoyo que supera las diez personas. La propuesta tiene un doble programa: I) se recibe una vez a las semana hasta 64 niños de hasta dos años con sus madres, realizando actividades de estimulación oportuna y talleres con los referentes adultos y II) de lunes a viernes en la mañana y en la tarde se trabaja con hasta 54 niños de 2 y 3 años en actividades educativas. Todo ello tiene como soporte la actividad técnica psico-social y la de apoyo al servicio. El Centro está vinculado a la organización Fe y Alegría.

-Centro Juvenil

También en convenio con INAU, en el local contiguo al de nuestro Centro Caif, en mayo de 2012 abrimos un Centro Juvenil que recibe hasta 50 adolescentes y jóvenes de entre 12 y 17 años. Se ha constituido un equipo de educadores, técnicos y personal de apoyo, a lo que se le suman talleristas de concurrencia más puntual. Se trabaja en un abordaje de apoyo al estudio que vienen cursando así como de recreación y formación en general; en definitiva de socialización positiva en sentido amplio. También está vinculado a Fe y Alegría.

San Alberto Hurtado

Alberto Hurtado Cruchaga quiso imitar a Jesús en las cosas sencillas que le ocurrían cada día. Su fortaleza, tesón y las ganas de servir a Dios marcaron su vida.

Nació el 22 de enero de 1901, en Viña del Mar, Chile, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, Alberto Hurtado y Ana Cruchaga vivían en un campo cercano a la localidad de Casablanca. En el fundo Los Perales de Tapihue, Alberto pasó sus primeros años de vida. Pero cuando tenía cuatro años, su padre falleció.

Su madre quedó sola, a cargo de Alberto y de su hermano Miguel. La venta del fundo se hizo necesaria junto con el traslado a Santiago.

Acogidos por sus familiares, Alberto, Miguel y doña Ana, iniciaron una nueva etapa de sus vidas en la capital.

En 1909 ingresó al Colegio San Ignacio, en donde destacó por ser buen compañero, entusiasta y alegre. Fue en este lugar donde comenzó a manifestarse su vocación, esas ganas de ayudar a los otros estando al servicio de Cristo.

Sin embargo, aunque sabía que por sobre todas las cosas quería ser sacerdote, la difícil situación económica de su madre le hacía imposible cumplir su sueño de entrar a la Compañía de Jesús. Por eso, una vez finalizado el colegio entró a estudiar Leyes en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para ayudar a su familia trabajaba en las tardes y en las pocas horas que le quedaban libres se lo dedicaba a la Parroquia Virgen de Andacollo.

Su vocación sacerdotal seguía presente, aunque los años pasaban, él no perdía la esperanza. Finalmente sus rezos fueron escuchados y en 1923 pudo cumplir su sueño e ingresar al noviciado. Luego de varios años de estudios, fue ordenado sacerdote en Bélgica, en 1933.

Volvió a Chile en 1936. De inmediato se puso a trabajar como profesor del Colegio San Ignacio, aquí niños y jóvenes buscaban su compañía y orientación. Su inmenso arrastre entre los jóvenes sobrepaso los límites del colegio. Fue llamado entonces como asesor de la Acción Católica Juvenil. Con sus jóvenes colaboradores recorrió la patria inflamando los corazones juveniles con el deseo de luchar por la gloria de Cristo.

Jesús lo llamaba. En cada lugar el Padre Alberto Hurtado veía la cara de Cristo en los pobres. Había tantos que necesitaban techo, abrigo y comida. Para ellos fundó el Hogar de Cristo en 1944.

Sin tiempo para desfallecer siempre tenía un nuevo proyecto entre sus manos. Una nueva casa de acogida para los niños, talleres de enseñanza, más camas para las hospederías, eran algunas de las miles de ideas que rondaban en su cabeza. Pese a la incomprensión de muchos, siempre encontraba la fuerza para seguir sirviendo a Cristo.

Su obra se multiplicó con su trabajo en la Ación Católica, en la Acción Sindical de Chile y en la Revista Mensaje. Pese a la cantidad de tareas impuestas, nunca dejó de realizar Dirección Espiritual. Con su mejor sonrisa recibía y escuchaba a sus «patroncitos».

Tenía 51 años cuando le diagnosticaron cáncer. Pese a los fuertes dolores de su enfermedad, siguió trabajando por Cristo desde su pieza en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Hasta el final se mantuvo alegre y contento, siempre dando una palabra de esperanza y apoyo a quien lo visitaba.

El 18 de agosto de 1952 el Padre Alberto Hurtado Cruchaga dejó este mundo, partiendo al encuentro con Cristo. Su esfuerzo, su lucha, su alegría y su intenso amor por Jesús dieron frutos. El 16 de octubre de 1994, Su Santidad Juan Pablo II beatificó al Padre Hurtado. Fue canonizado el 23 de octubre de 2005 por el Papa Benedicto XVI.

En la mención dedicada a la vida del padre Hurtado durante la Misa de canonización de cinco nuevos santos, el Papa hizo notar como “el programa de vida de San Alberto Hurtado” fue la síntesis de: “Amarás a Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”.

A quiénes amar – San Alberto Hurtado

Por San Alberto Hurtado Sj

A todos mis hermanos de humanidad. Sufrir con sus fracasos, con sus miserias, con la opresión de que son víctima. Alegrarme de sus alegrías. Comenzar por traer de nuevo a mi espíritu todos aquellos a quienes he encontrado en mi camino: Aquellos de quienes he recibido la vida, quienes me han dado la luz y el pan. Aquellos con los cuales he compartido techo y pan. Los que he conocido en mi barrio, en mi colegio, en la Universidad, en el cuartel, en mis años de estudio, en mi apostolado… Aquellos a quienes he combatido, a quienes he causado dolor, amargura, daño… A todos aquellos a quienes he socorrido, ayudado, sacado de un apuro… Los que me han contrastado, me han despreciado, me han hecho daño. Aquellos que he visto en los conventillos, en los ranchos, debajo de los puentes. Todos esos cuya desgracia he podido adivinar, vislumbrar su inquietud. Todos esos niños pálidos, de caritas hundidas… Esos tísicos de San José, los leprosos de Fontilles… Todos los jóvenes que he encontrado en un círculo de estudios… Aquellos que me han enseñado con los libros que han escrito, con la palabra que me han dirigido. Todos los de mi ciudad, los de mi país, los que he encontrado en Europa, en América… Todos los del mundo: son mis hermanos.

Encerrarlos en mi corazón, todos a la vez. Cada uno en su sitio, porque, naturalmente, hay sitios diferentes en el corazón del hombre. Ser plenamente consciente de mi inmenso tesoro, y con un ofrecimiento vigoroso y generoso, ofrecerlos a Dios. Hacer en Cristo la unidad de mis amores. Todo esto en mí como una ofrenda, como un don que revienta el pecho; un movimiento de Cristo en mi interior que despierta y aviva mi caridad; un movimiento de la humanidad, por mí, hacia Cristo. ¡Eso es ser sacerdote!

Mi alma jamás se había sentido más rica, jamás había sido arrastrada por un viento tan fuerte, y que partía de lo más profundo de ella misma; jamás había reunido en sí misma tantos valores para elevarse con ellos hacia el Padre.

Atacar, no tanto los efectos, cuanto sus causas.

¿Qué sacamos con gemir y lamentarnos? Luchar contra el mal cuerpo a cuerpo. Meditar y volver a meditar el evangelio del camino de Jericó (cf. Lc 10,30-32). El agonizante del camino, es el desgraciado que encuentro cada día, pero es también el proletariado oprimido, el rico materializado, el hombre sin grandeza, el poderoso sin horizonte, toda la humanidad de nuestro tiempo, en todos sus sectores.

Tomar en primer lugar la miseria del pueblo. Es la menos merecida, la más tenaz, la que más oprime, la más fatal. Y el pueblo no tiene a nadie para que lo preserve, para que lo saque de su estado. Algunos se compadecen de él, otros lamentan sus males, pero, ¿quién se consagra en cuerpo y alma a atacar las causas profundas de sus males? De aquí la ineficacia de la filantropía, de la mera asistencia, que es un parche a la herida, pero no el remedio profundo. La miseria del pueblo es de cuerpo y alma a la vez.

Lo primero, amarlos: Amar el bien que se encuentra en ellos, su simplicidad, su rudeza, su audacia, su fuerza, su franqueza, sus cualidades de luchador, sus cualidades humanas, su alegría, la misión que realizan ante sus familias… Amarlos hasta no poder soportar sus desgracias… Prevenir las causas de sus desastres, alejar de sus hogares el alcoholismo, las enfermedades venéreas, la tuberculosis. Mi misión no puede ser solamente consolarlos con hermosas palabras y dejarlos en su miseria, mientras yo almuerzo tranquilamente, y mientras nada me falta. Su dolor debe hacerme mal: la falta de higiene de sus casas, su alimentación deficiente, la falta de educación de sus hijos, la tragedia de sus hijas: que todo lo que los disminuye, que me desgarre a mí también.

Amarlos para hacerlos vivir, para que la vida humana se desarrolle en ellos, para que se abra su inteligencia y no queden retrasados. Que los errores anclados en su corazón me pinchen continuamente. Que las mentiras o las ilusiones con que los embriagan, me atormenten; que los periódicos materialistas con que los ilustran, me irriten; que sus prejuicios me estimulen a mostrarles la verdad.

Y esto no es más que la traducción de la palabra «amor». Los he puesto en mi corazón para que vivan como hombres en la luz, y la luz no es sino Cristo, verdadera luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9). Toda luz de la razón natural es luz de Cristo; todo conocimiento, toda ciencia humana. Cristo es la ciencia suprema.

Pero Cristo les trae otra luz, una luz que orienta sus vidas hacia lo esencial, que les ofrece una respuesta a sus preguntas más angustiosas. ¿Por qué viven? ¿A qué destino han sido llamados? Sabemos que hay un gran llamamiento de Dios sobre cada uno de ellos, para hacerlos felices en la visión de Él mismo, cara a cara (1Cor 13,12). Sabemos que han sido llamados a ensanchar su mirada hasta saciarse del mismo Dios. Y este llamamiento es para cada uno de ellos, para los más miserables, para los más ignorantes, para los más descuidados, para los más depravados de entre ellos. La luz de Cristo brilla entre las tinieblas para todos ellos (cf. Jn 1,5). Necesitan de esta luz. Sin esta luz serán profundamente desgraciados.

Amarlos apasionadamente en Cristo, para que la semejanza divina progrese en ellos, para que se rectifiquen en su interior, para que tengan horror de destruirse o de disminuirse, para que tengan respeto de su propia grandeza y de la grandeza de toda creatura humana, para que respeten el derecho y la verdad, para que todo su ser espiritual se desarrolle en Dios, para que encuentren a Cristo como la coronación de su actividad y de su amor, para que el sufrimiento de Cristo les sea útil, para que su sufrimiento complete el sufrimiento de Cristo (cf. Col 1,24).

Si los amamos, sabremos lo que tendremos que hacer por ellos. ¿Responderán ellos? Sí, en parte. Dios quiere sobre todo mi esfuerzo, y nada se pierde de lo que se hace en el amor

 

Ignacio de Loyola y la Colaboración

Por Jorge Cela SJ – Presidente CPAL

A Ignacio de Loyola siempre lo relacionamos con La Compañía de Jesús. Sin embargo, vivió dos terceras partes de su vida como laico. Y todavía lo era cuando comenzó a compartir la experiencia de los Ejercicios Espirituales con sus compañeros y no pensaba aún en el sacerdocio ni en una orden religiosa.

Comenzamos el mes de julio con el Curso de Formadores para la Colaboración en la Misión y lo terminamos con la fiesta de Ignacio de Loyola, por eso el mes parece unir estos temas.

Esa imagen de Ignacio apóstol laico, sin tener en su horizonte la perspectiva de una orden religiosa, formando otros colaboradores laicos para la misión de Cristo, nos es poco familiar. Y no es sólo porque aún no había llegado a ser sacerdote y religioso. Ya de General de la Compañía envía a los jesuitas a formar personas “idóneas para ser apóstoles, y generalmente, aquellas que siendo ayudadas, podrán luego ayudar a otros para gloria de Dios”. Por eso, nos dice el P. Rambla, “tiene la convicción de que el seglar llega a lugares y alcanza resultados no asequibles al sacerdote o a los religiosos. De aquí el interés de atender especialmente a los seglares que manifiestan capacidades y disposiciones para ser verdaderos multiplicadores de la actividad apostólica eclesial”.

Sin duda así fue en la Compañía antes de la supresión. Pensemos cómo hubiera sido posible la labor de las reducciones con un sacerdote y un hermano jesuita solamente en cada reducción, si no hubieran tenido un ejército de colaboradores en la misión educativa, organizativa, evangelizadora.

Esto nos hace conscientes que existe una sola historia de salvación, la historia de la humanidad, en la que Dios nos salva. No son dos historias, sino una sola, que se construye con el aporte de todo el pueblo que avanza en la historia buscando su salvación. Esta conciencia ayudó a los padres reunidos en el Concilio Vaticano II a proponer una acción no eclesiocéntrica, y por lo tanto, no clerical. A recuperar el valor del sacerdocio bautismal que nos hace a todos y todas colaboradores en esta acción salvífica en la historia.

Por eso el Padre Kolvenbach nos invitaba a que “cuando recemos juntos por las vocaciones a la Compañía, recemos especialmente para que Dios prepare y llame a este servicio a jóvenes que formen parte de la Iglesia de los laicos” y no sólo de la Compañía de Jesús.

Y así, al pensar en la formación para la misión de la Compañía, no podemos pensar sólo en la formación de jesuitas, sino en toda la variedad de colaboradores en la misión de Cristo según la espiritualidad y carisma de Ignacio de Loyola. Esta perspectiva debe entrar en nuestra planificación y presupuestos.

Y cuando pensamos y oramos por el cuerpo de la Compañía deberíamos ampliar nuestra visión y situarlo en ese cuerpo más amplio de colaboradores en la misión según la espiritualidad ignaciana, que se constituye como un nuevo sujeto apostólico que no se confunde con el cuerpo de la Compañía, pero que es indispensable para concebir y realizar nuestra misión.

Fuente: www.cpalsj.org

Reflexión del Evangelio, Domingo 9/08

 Por Emmanuel Sicre, sj

«El que coma de este pan vivirá para siempre»

Desde hace 2 domingos venimos leyendo el capítulo 6 del evangelio de Juan que nos trae el discurso del Pan de Vida, como se lo conoce tradicionalmente. En la lógica de la liturgia, es decir, desde la pedagogía de la Iglesia para cuidar la vida espiritual de sus hijos, nos encontramos en el tiempo ordinario. No porque sea de baja calidad, sino porque es el tiempo habitual de la vida cristiana donde cada uno de los creyentes en Jesús caminamos con lo que nos toca hacer, vivir, soportar, compartir… en fin, con nuestra vida real.

Este discurso del Pan de Vida nos viene al pelo para que recordemos dónde es que encontramos las fuerzas necesarias para nuestro discernimiento en la vida corriente. ¿No resulta difícil acaso sostener la fe en medio de las dificultades que nos tocan vivir? ¿Cómo hago para seguir creyendo cuando me siento abatido, triste, angustiado, desolado? ¿Cómo hacer que la experiencia de encuentro Dios no se apague en el corazón en medio del frenesí de actividades? ¿Cómo percibir el proyecto del Padre que Jesús quiere comunicarnos cuando la realidad se ve tan dura? ¿Cómo amar al que me cuesta?

Jesús nos explica que la comunión con él nos dará la vida plena. Porque él es el pan de Vida que saciará el hambre y la sed. Pero ¿qué es estar en comunión con él? Muchos piensan que estar en comunión con el Dios de Jesús es cumplir con ir a misa todos los días o “estar en gracia”, confesados y moralmente “limpios” para comulgar, pero ¿no resulta esto un “cepo eucarístico”? ¿No sería al revés? Y por eso cuando no se cumplen estas condiciones “murmuran”, chismosean, juzgan, denigran: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre.” Decían de Jesús como tratando de bajarle los humos. ¡Cuántas veces somos jueces de los demás!

Jesús nos enseña algo más profundo, más hondo, más arriesgado que el cumplimiento, asociado a comer del maná que comían los padres en el desierto que no les trajo la vida, sino la muerte. El pan que ofrece Jesús es algo mayor que el cumplimiento de las leyes. Lo que nos propone Jesús es que nos unamos a él de una manera nueva.

Él quiere que nos dejemos instruir por Dios como decían los Profetas.

Él desea que oigamos al Padre y recibamos su enseñanza yendo hacia él que es el rosto visible de Dios.

Él nos pide que creamos en él para que seamos saciados, que lo digiramos, que lo consumamos, que hagamos de nuestro cuerpo un sagrario de su vida.

Entonces, cuando sintamos desde adentro esa atracción por la vida y los signos de Jesús nos nacerán las acciones, los gestos y las palabras oportunas, en especial, con el hermano solo y desamparado.

Comulgar el Pan de la Vida trae fuerza, ánimo, confianza, arrojo, amor, nunca juicio, autoexigencia, crítica, desprecio, aduanas, narcisismo espiritual.

Comulgar el Pan de Vida nos alimenta el Cristo interior que abre a los demás, a las relaciones sanas, solidarias.

Comulgar el Pan de la Vida es recibir el cielo en nuestras entrañas para que el mundo sea cada vez más parecido al proyecto de amor del Padre, que nos comunicó Jesús.

Dejémonos atraer entonces por un Dios así de nutritivo. Solo así seremos resucitados.

 

Oportunidades para los más pequeños – Fe y Alegría

«Y la misma gente les iba diciendo, a medida que iban recorriendo las casas, que además de conocer a Jesús, ellos necesitaban aprender a leer y escribir».

Fe y Alegría Argentina es una ONG Jesuita Internacional dedicada a la educación y la promoción social para aquellas personas y familias que viven en la marginalidad. Trabajan movidos por la fe en que la educación es una poderosa herramienta para transformar vidas. En Argentina estamos desde 1996 en las provincias de Salta, Jujuy, Chaco, Corrientes y Buenos Aires.

En este Día del Niño te invitamos a ver este vídeo sobre la historia de esta fundación que trabaja para dar oportunidades a los más pobres y pequeños, desde su más tierna infancia.

Ver Video

Encuentro Nacional de CVX

Los días 15 y 16 de Agosto, se celebrará en Corriente el Encuentro Nacional de CVX, donde se congregarán miembros de las Comunidades de Vida de todo el país.

Mensaje a los asistentes

Lo primero, recordar que esta vez, el encuentro nacional no es en Asamblea para discernir comunitariamente prioridades, sin embargo, es importante preparar el corazón en comunidad para compartir la vida.

¿Cómo hacerlo?

• Recogiendo, en la oración de estas semanas, los regalos de la espiritualidad ignaciana en nuestra historia y nuestro presente y el modo particular en que jóvenes y familia son para cada uno y nuestras comunidades, fronteras de misión.

• Releyendo algunos documentos importantes: el documento final de nuestra Asamblea Nacional 2015, El lenguaje de la sabiduría para las fronteras, Desafíos para la misión CVX, Carta No. 2 del presidente a la comunidad mundial CVX 2015.

Como planteamos en la invitación al Encuentro, esperamos que sea un tiempo para profundizar en nuestra identidad y para dar nuevos pasos en el camino que estamos haciendo como CVX argentina, LA y mundial.

Oración, lectura, reflexión, todas compartidas con la comunidad y, por último, llevar algo propio de su región para compartir.

Carta No. 2 del presidente a la comunidad mundial CVX. 2015

(Fragmento)

«Pero, ¿no les da la impresión de que falta algo muy importante? Pues sí, esta “rosa de los vientos” o “rueda” no tiene razón de ser o existir sin el viento que es la fuente de vida para su movimiento. Toda su hermosa identidad no vale de nada sin ese soplo que le da vida. Ese viento es para la CVX el Espíritu de Dios que mediante toda la comunidad y los diversos contextos, y en todo el mundo donde estamos, se nos revela y nos llama a servir en esta misión. Somos instrumento de ese viento de vida, y nos sostenemos en la “misión de Dios”. ¡Qué bella experiencia sabernos en las manos de Dios, de su Espíritu, y tras el itinerario de Cristo, de esta manera!

Invitamos a toda la comunidad mundial a sentirnos unidos por esta imagen, siempre perfectible, pero la que esperamos que todos puedan utilizar como referencia, y a la que invitamos que todos contribuyamos para hacer realidad como verdadero Cuerpo. Un pedido muy importante: ¡No se sientan demasiado abrumados por tantas cosas dentro de esta imagen! Una tentación es que nos parezca tanto, que podríamos terminar congelados o inmóviles, y volviendo a lo que ya estábamos haciendo sin tomar en cuenta esta “rosa” o “rueda”. Somos una comunidad de miles de mujeres y hombres comprometidos con esta misión en todo el mundo, así que esta caminata la iremos compartiendo según los dones y capacidades de esta gran diversidad de miembros. Además, este es un camino que lleva 450 años (de hecho, más de 2000), y delante de nosotros hay siglos para seguir caminando, así que iremos paulatinamente, cada quien haciendo lo que le toca según los distintos tiempos, lugares y personas. Y además, ¿qué creen? ¡Dios lleva toda la iniciativa!, así que nosotros haremos lo que podamos con nuestras limitaciones, pero también con todo el corazón y convicción; y Él hará maravillas con nuestras fragilidades al servicio del reino

Comienza el Año Jubilar del Camino Ignaciano

En Manresa, el inicio del Año Jubilar tuvo lugar el mismo día de San Ignacio, el viernes 31 de julio a las ocho de la tarde, con una Eucaristía solemne presidida por el Abad de Montserrat, Josep María Soler, y concelebrada por el delegado de los Jesuitas en Cataluña, Llorenç Puig, el arcipreste de Manresa, mosén Juan Antonio Castillo, el rector de la Seu, mosén Antoni Boqueras, el Superior de la Cueva de San Ignacio, padre Lluís Magriñà y el director de la Obra Apostólica Camino Ignaciano, padre José Luis Iriberri.

Antes de la Eucaristía se procedió a la apertura de la puerta jubilar. Se trata de la puerta de forja y piedra del año 1625, que dio acceso a la Cueva de San Ignacio desde ese año y hasta principios del siglo XX, momento en que se sustituyó. Ahora, con la reciente remodelación del espacio de la Cueva, la puerta se ha restaurado y se ha ubicado en el espacio de acogida que el visitante encuentra antes de llegar a la Cueva. Quedará abierta durante todo el año y los peregrinos la podrán cruzar como signo jubilar, de empezar una vida de gozo y reconciliación. Se trata de un gesto sencillo pero dotado de un profundo simbolismo dentro de la tradición de los jubileos, ya que al cruzar la puerta el peregrino se reconcilia consigo mismo, con Dios y con los demás. Por ello es especialmente significativo que se trate de una puerta que durante casi tres siglos fue el acceso al lugar santo de la Coveta, donde Ignacio oraba durante su estancia en Manresa.

El inicio del Año Jubilar llega precisamente cuando la Cueva estrena un nuevo aspecto tras las obras de remodelación que se han hecho con el objetivo de devolverla a la austeridad original, recuperando la atmósfera de roca y piedra, y respetando los elementos que la tradición histórica y artística ha ido aportando a la Cueva.

En torno a la festividad de San Ignacio hubo otras actividades organizadas por la Cueva de San Ignacio, el ayuntamiento de Manresa y entidades de la ciudad. Entre ellas, el sábado 25 de julio, tuvo lugar en el Museo Comarcal la representación de una obra teatral escrita por Xavier Melloni, jesuita de la comunidad de Manresa y durante estos días se celebraron visitas, actividades y Eucaristías en diversos lugares ignacianos.

Fuente: OMPress

El Camino Ignaciano es una propuesta de peregrinación que rememora el itinerario que Ignacio de Loyola recorrió en 1522 desde su casa natal en Loyola, en Guipúzcoa, hasta Manresa, con el objetivo de llegar a Tierra Santa. Esta ruta de 700 kilómetros, que están impulsando ahora diversas instituciones públicas y privadas, se ofrece a todos los peregrinos de nuestro tiempo que quieran vivir una experiencia de crecimiento personal.

Fuente: CPAL SJ