«Pausa Ignaciana: Dignidad, bienvenido todo lo que hagamos para salvarla» – Por Pablo Walker SJ

Inspirado en la película «Hijos del Hombre», el sacerdote jesuita chileno Pablo Walker SJ, escribió una columna para la web jesuitas.cl: «Pausa Ignaciana: Dignidad, bienvenido todo lo que hagamos para salvarla».

Por Pablo Walker SJ

No están los tiempos para pontificar sobre nada. Sólo sé que desgraciadamente esta escena ya la habíamos visto en el cine: noticieros del mundo entero repitiendo una misma tragedia que sucede en todas partes. Grandes ciudades con avenidas desiertas. Y rostros demacrados apareciendo en el umbral de las puertas de la casa, del hospital, de la oficina. Lívidos, tratando de sobrevivir a la catástrofe.

Escribir esta columna sale a contrapelo. Esto no es película, este miedo es sin música de fondo. Pero podemos recurrir una vez más al arte, y a sus guiños a la fe en un Jesús Vivo, para ayudarnos a desactivar la proximidad de lo inhumano y para buscar el sentido de dignidad en medio de la pandemia y de lo que venga.

Una de aquellas películas sobre distopías me tocó ver estos días: Children of Men (Hijos de los hombres) film del 2006 dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón. Así como Joker del 2019 nos había preparado las retinas para no cerrar los ojos ante la violencia demencial que se desató en nuestras calles, así como nos ayudó a ver detrás de las capuchas las cicatrices de las biografías heridas, Hijos de los hombres nos ayudará a hacer ese ejercicio que hará posible salir vivos de ésta. Aunque esa vida sea para la generación que venga.

En esta obra de Alfonso Cuarón corre el año 2027 y se cumplen dos décadas de que ya no nacen niños(as) en el mundo. Ninguna ciencia ha podido esclarecer la causa. En Londres oleadas de inmigrantes ilegales son acorralados en jaulas para luego llevarlos a ghettos. La clase dirigente vive entre parques y obras de arte. Como resistencia se ha levantado en armas un grupo insurgente que devuelve las balas que les lanzan. Una espiral suicida perfecta…

Entonces sucede un milagro que podría devolver la esperanza: una mujer ha quedado embarazada, llora una criatura recién nacida…el único problema es que es una migrante ilegal. ¿Se recibirá ese milagro con todos los trastornos que trae a los poderosos de turno o se perseverará en el circuito mortal?.

También han sucedido milagros en estos meses de pandemia. No me refiero a que se limpie el aire en Hong Kong, aparezcan jabalíes en Barcelona y delfines en Venecia. Ni siquiera a las “oportunidades humanizadoras” que han aparecido vinculadas a la cuarentena, el volver a la mesa en familia, el teletrabajo en casa, el contar con los vecinos, el priorizar el cuidado de los viejos. El milagro es algo más radical: constatar que el sufrimiento devastador quizá nos podría hermanar a quienes el mercado nos segregó con violencia.

Podría… ¿Qué tendría que suceder? Benito Baranda nos ha advertido ante la ingenuidad de creer que la pandemia “nos hará bien”, pase lo que pase. No es así, estamos ante un cruce de caminos. Humanización y barbarie están a igual distancia. Mientras tanto aumentan los muertos, cesantes, arruinados y quebrados. Y se empobrecen los que ya eran pobres. Quedan exhaustos y expuestos los que en la trinchera dan la cara y cuidan la vida arriesgando la propia. Aquí no hay happy end:  aún cuando las medidas sanitarias acierten, no necesariamente saldremos de ésta mejores personas. Hoy el corona virus está quitándonos vida. Mirar esta pandemia como una oportunidad para otra cosa es frívolo. Esta crisis mundial y la recesión que vendrá será un calvario para millones. Sus frutos posibles no justifican ningún muerto.

Así dicho me tranquilizo y recuerdo que hace poco conmemoramos que Jesús no vino a blindarnos ante la muerte ni a castigarnos con ella, ni a invitarnos a la resignación. Pero que pudo con su vida y muerte abrirnos un camino para resistir la invasión de lo inhumano, justamente cuando la muerte y la pobreza nos acechan.

Si el miedo a terminar entubados nos hermana, si el temor o a no tener para nuestro padre un respirador nos hace iguales…aquí puede haber un milagro que nos salve como país. Y paradójicamente es el mismo cambio de mirada exigido en cada grito, en cada rayado, en cada piedrazo y cabildo durante el estallido social. Un milagro de horizontalidad. En esos días gritábamos en la Alameda “¿por qué tiene que sufrirse la represión y la tortura para que se escuche el simple anhelo de igualdad?”. Cinco meses después la venda de nuestros ojos ha caído: ante el miedo a una enfermedad que nos arrebate lo más querido, ante un miedo que no hace diferencias entre ricos y pobres, el privilegio, el apellido, el colegio caro y el barrio seguro se vuelven patéticos e impotentes. Nada nos blinda. Es el momento de la lucidez. Desde esa lucidez nos conectamos con quienes viven la cuarentena hacinados, cesantes, encarcelados, agolpados en un conventillo…y hacemos que esa lucidez se proyecte al futuro en un país distinto.Si ahora descubrimos que la dignidad era una vulnerabilidad compartida y no una marca de auto, si ella nos permite reconocer que nadie se salvará sólo, ¿podremos cambiar nuestro modo de vida para que Chile sea viable? ¿Podremos renunciar a lo que impide relacionarnos como iguales? ¿Revertiremos la segregación social? ¿Asumiremos nuestro destino colectivo priorizando la justicia social?

Recuerdo que el único momento de la película “Hijos del Hombre”, en que los antagonistas dejan de agarrarse a balazos, es cuando escuchan por primera vez lo inaudito…el llanto de una niña recién nacida. Sólo por un minuto dejan de disparar, de reprimir, de escapar, de estar horrorizados. Se miran con complicidad sólo por un minuto. Aquí también nos llegó una recién nacida. Se llamó Dignidad. Bienvenido todo lo que hagamos para salvarla.

 

Fuente: https: jesuitas.cl

Rezamos a un Padre que está en el cielo pero, ¿dónde está hoy el cielo?

Rezamos a un Padre que está en el cielo. Tal afirmación o nos salva y pone en camino, o bien nos lleva a un letargo insospechado. Así de radical. Lo segundo, porque podemos quedarnos sentados mirando al cielo y volvernos cristianos acomodados a la espera de un Dios romántico, que en algún momento decida escucharnos y tomar parte de nuestros deseos. El cielo ha sido siempre la imagen de un lugar en el cual hallamos salvación, pero ¿dónde está hoy el cielo? ¿dónde encontrar a nuestro Padre para experimentar esa sensación de sentirnos salvados, seguros, abrazados?

Es curioso oír diferentes canciones populares que conectan el ‘cielo’ con alguna persona a la que se ama profundamente. Eric Clapton, en su canción Tears in Heaven, canta con un amor paternal enorme a su hijo fallecido: «¿Me tomarías de la mano si te viese en el cielo?/ Más allá de la puerta, hay paz, estoy seguro». Acá la experiencia del cielo hace conectarse al ser humano con aquella persona que lo hace sentirse vivo, pleno, completo. Led Zeppelin en Stairway to Heaven, termina hablando del cielo en estas palabras: «y si escuchas muy atento,/ la melodía vendrá al fin a ti,/ cuando todos sean uno y uno sean todo». Sientes acá cómo el cielo se conecta con una experiencia universal, común a todo ser humano: nuestro hondo deseo de comunión. Esto hace al hablante de la canción, movilizarse e ir en busca de esa ‘escalera’ que le permita alcanzar tan profundo anhelo.

Y, así, muchas otras expresiones humanas en el arte invitan a mirar al cielo no como algo etéreo, separado de nuestra realidad, sino como algo que habita en cada uno de nosotros. El ‘cielo’ se halla en aquellas situaciones y relaciones que hacen a la mujer y al hombre apasionarse por la vida. Es bello ver cómo Dios se manifiesta en este deseo del ser humano, y pone algo tan trascendental y misterioso, al alcance de nuestra cultura y entendimiento. Quizás por esto cuando se nos narra en el libro de los Hechos de los Apostóles, la Ascensión de Jesús al cielo (cf. Hch 1, 6-11), y los discípulos se quedan mirando absortos hacia este, unos hombres vestidos de blanco los reprenden y dicen: «¿Qué hacéis mirando al cielo?» La pregunta los saca de su abstracción, los lleva al amor, de vuelta a Jerusalén; al lugar donde comenzarán a construir la Iglesia. La pregunta los ubica en el lugar donde encontrarán en esta vida el cielo que Dios quiere regalarles.

Un jesuita chileno, Pepe Aldunate, dijo una vez que: «la eternidad (=cielo) es importante, pero la eternidad se construye en el tiempo y, el tiempo es importante». Como vemos, el cielo nos moviliza e interpela, nos lleva a aquellos lugares, personas y situaciones en las cuales experimentamos el profundo deseo de unirnos con la humanidad; también la humanidad más frágil y necesitada de comunión. Y ahí, en ese deseo de construir el cielo en la tierra y de encontrarnos unos con otros, hallamos a Dios, ahí nuestro Padre, hablándonos con pasión, ternura y amor.

Max Echeverría Burgos, sj

Fuente: pastoral.sj

Las redes globales de incidencia pública ignaciana sobre los efectos de la pandemia

Convocados por el Secretariado de Justicia Social y Ecología, de la Compañía de Jesús, los líderes de las redes internacionales de incidencia pública (GIAN por sus siglas en inglés) sobre derecho a la educación, migraciones,  ecología y justicia en minería se reunieron virtualmente y hablaron, entre otras cuestiones, de los efectos de la pandemia: ¿Cómo está afectando a las migraciones forzosas, la educación, el medio ambiente y la ecología, a las personas y comunidades más vulnerables?

La situación de los migrantes

La compañía de Jesús trabaja en todo el mundo con migrantes forzosos desde hace muchos años. Su situación se ha agravado con la COVID-19. El líder de la red, Javier Cortegoso, que coordina la Red Jesuita a Migrantes en América Latina, denuncia la situación de los centros de detención en diversos lugares del mundo, en los que el hacinamiento y las deplorables condiciones imposibilitan las medidas para evitar el contagio; el aprovechamiento de muchos gobiernos de la situación para continuar las deportaciones de personas migrantes sin garantías respecto a su salud; el abandono de las personas en tránsito y en frontera, la limitación de su acceso a los sistemas de salud, y el incremento en el rechazo y la xenofobia hacia las personas migrantes, a las que en demasiadas ocasiones se acusa falsamente de propagar el virus.

Un motivo de preocupación es la precariedad económica de las personas migrantes debido al confinamiento, puesto que están en la economía informal y deben ganarse el sustento diario. Esto, además, perjudica gravemente a numerosas familias y comunidades de muchos países ya en situación de pobreza, debido al acentuado descenso en las remesas que los migrantes enviaban a sus países de origen.

Repensar la educación

Los niños y niñas migrantes -como también aquellos que viven en pobreza y exclusión, en zonas rurales remotas, las niñas, los niños y niñas indígenas, o aquellos con necesidades especiales- sufren de manera aguda las consecuencias del cierre de colegios en 193 países del mundo.

Aunque las organizaciones que aglutinan la red han tratado de adaptarse a través de la educación virtual y por radio en la etapa de confinamiento, esta alternativa presenta enormes retos, como la carencia de material pedagógico o la brecha digital, que hacen que gran parte de estos niños y niñas queden fuera del sistema.

El coordinador de la Red internacional de Educación, Carlos Fritzen, Considera relevante “repensar” la educación e influir en las políticas públicas para que los gobiernos adopten medidas que protejan a los sectores más vulnerables e inviertan fuertemente en educación.

El deterioro del medio ambiente

Pedro Walpole SJ vive en Filipinas desde hace más de 40 años y desde allí coordina la red sobre Ecología, Ecojesuit. Insiste con vehemencia en que en los próximos años, las temperaturas alcanzarán máximos y que la escasez de agua será un problema cada vez mayor. También en que la continua violación de los límites planetarios, en particular la destrucción de hábitats y la pérdida de biodiversidad por los desastrosos cambios de uso de la tierra desde el Amazonas hasta Australia, ha hecho que la COVID-19 y las futuras pandemias sean inevitables.

Guillermo Otano, coordinador de la Red  Justicia en Minería, denuncia la reducción del espacio y libertades cívicas, el peligro de la situación de confinamiento para los defensores de derechos humanos, el impacto de las medidas de confinamiento en la minería artesanal o las interrupciones en las cadenas de suministro de minerales.

Las acciones de las redes se centrarán, entre otras, en denunciar las vulneraciones de derechos, realizar propuestas y acompañar a las personas y poblaciones más vulnerables.

 

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

La tolerancia religiosa y la unidad de los cristianos en Uruguay

El Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay (C.I.C.U.) es la institución máxima de coordinación de las Iglesias cristianas del país.

“Este Consejo expresa la firme voluntad de las Iglesias que lo integran de trabajar unidas en favor de la integridad de la Creación, a todos los niveles y por todos los medios a su alcance, conforme los grandes principios contenidos en las Sagradas Escrituras, así como a apoyar todas las expresiones que realcen el alcance de dichos valores en medio de la sociedad uruguaya”, explica el sitio web de la institución.

Semana de la unidad de los cristianos

Las distintas Iglesias cristianas, reunidas en el Consejo Mundial de Iglesias, celebran todos los años, desde 1908, la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. El objetivo de esta cita anual es el de unirse, por medio de la oración común y el diálogo fraterno, al deseo del mismo Jesús: “Padre, que todos sean uno” (Juan 17,21).

En el mes de junio realizaron un vídeo en donde, entre otras cosas, afirman que “la adversidad mundial nos ha hecho más humildes, más necesitados de Dios y más atentos a la necesidad de quien está a nuestro lado. Es tiempo de estar unidos y servir fraternalmente. Impulsados por el Espíritu de Pentecostés, fortalecidos por el ejemplo de muchos y conscientes de los propios límites, los invitamos a unirnos en oración por la unidad al Padre de todos”.

La actualidad de la unidad de los cristianos en Uruguay

Mons. Arturo Fajardo destaca que “se ha acentuado en el diálogo con mayor fuerza las coas que nos unen, que las cosas que nos separan. Además, se ha insistido en el esfuerzo común de testimoniar el Evangelio de Jesucristo en una sociedad secularizada y en el servicio a los más pobres”. Y añade que es “importante que se ha avanzado en el conocimiento mutuo y el contexto histórico en el que nacieron, para tener claro el tronco común”.

Mons. Daniel Genovesi explica que “la espiritualidad cristiana no es un conjunto de reglas sino una relación con una persona, Jesús. Y a partir de ese vínculo se abre una nueva dimensión que, lejos de suprimir nuestra realidad, la asume, la sana, la eleva y la transforma. Con una mirada nueva hagamos gestos nuevos que nos encaminen a esta unidad. Dios, que habita en nosotros, cuidará de ello”.

Vía Crucis por la unidad y el mensaje de los líderes católicos

Desde el año 2014 se realiza en Montevideo el Via Crucis ecuménico, que en el principio reunía a las iglesias anglicana y católica y que desde hace dos años convoca también a la luterana o alemana. El tradicional Via Crucis comienza en la catedral anglicana y finaliza en la católica, y el recorrido es acompañado por líderes y miembros de las tres comunidades religiosas.

A finales del mes de marzo de 2020, en el contexto de la pandemia por Coronavirus, líderes de diversas denominaciones cristianas y de la religión judía se reunieron para dar un mensaje de esperanza a la población. Lo hicieron a través de un video filmado en Plaza Independencia.

La oración por la patria

Otra de las iniciativas que contribuye a la tolerancia religiosa fue la oración por la patria, que se llevó a cabo en marzo de este año, luego de que asumiera su cargo el actual presidente. El Arzosbispo de Montevideo, Card. Daniel Sturla, fue anfitrión de una ceremonia organizada junto con iglesias cristianas y la colectividad judía en la que se rezó por el país, en el comienzo de un nuevo gobierno.

 

Fuente: icm.org.uy

Nace la Conferencia Eclesial de la Amazonía

El pasado 29 de junio, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), monseñor Miguel Cabrejos Vidarte OFM y el presidente de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), cardenal Cláudio Hummes, anunciaron la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía.

El anuncio fue dado en el día de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, al concluir la Asamblea de Proyecto de Constitución de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, realizada en dos sesiones de manera virtual.

En el comunicado conjunto destacan que “esta asamblea, realizada de manera inédita por canales digitales, ha sido una novedad del Espíritu, y hace parte de este esperanzador kairós que continúa el camino sinodal para abrir nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en la región panamazónica”.

El texto del comunicado subraya la cercanía del papa Francisco a todo el proceso de creación de esta nueva entidad eclesial: “Esta festividad de nuestra Iglesia es también un gesto de agradecimiento por el servicio del Santo Padre, por lo que consideramos que el nacimiento de esta Conferencia Eclesial es un gesto de esperanza aunado al Magisterio del papa Francisco, quien acompañó cercanamente todo este proceso”.

Unidad y diversidad de nuestra Iglesia

La composición de esta Asamblea refleja la unidad en la diversidad de nuestra Iglesia, unidad expresada también por la invaluable presencia y compañía permanente de importantes miembros de la Santa Sede que sienten la cercanía y relación directa con el Sínodo de la Amazonía y con la misión de la Iglesia en este territorio, las cuales sin duda seguirán desde sus respectivas instancias asistiendo estos nuevos caminos, enfatiza el comunicado.

El nacimiento de la Conferencia Eclesial de la Amazonía quiere ser respuesta a las múltiples amenazas que enfrenta América Latina, tales como la pandemia del coronavirus, y las realidades de violencia, exclusión y muerte contra el bioma y los pueblos que la habitan.

“La Conferencia Eclesial de la Amazonía -se lee en el texto- quiere ser una buena noticia y una respuesta oportuna a los gritos de los pobres y de la hermana madre Tierra, así como un cauce eficaz para asumir, desde el territorio, muchas de las propuestas surgidas en la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, celebrada en octubre de 2019, siendo también un nexo que anime a otras redes e iniciativas eclesiales y socio-ambientales a nivel continental e internacional”.

El Cardenal Cláudio Hummes fue nombrado Presidente de la nueva Conferencia Eclesial. David Martínez de Aguirre, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, fue nombrado Vicepresidente.

Asimismo, la Asamblea eligió a monseñor Eugenio Coter, obispo del vicariato apostólico de Pando, en Bolivia, para integrar el comité ejecutivo del nuevo organismo eclesial, en representación de las Conferencias Episcopales del territorio amazónico, del que también harán parte algunas instancias eclesiales regionales que acompañarán la naciente Conferencia Eclesial de la Amazonía de manera orgánica: el Celam, la Repam, la CLAR y Cáritas América Latina y el Caribe.

También formarán parte del comité ejecutivo tres representantes de los pueblos originarios designados:  Patricia Gualinga, del pueblo kichwa-Sarayakú (Ecuador); la hermana Laura Vicuña Pereira, del pueblo Kariri (Brasil); y Delio Siticonatzi, del pueblo Asháninka (Perú).

Tras un profundo discernimiento, la asamblea avaló por unanimidad el nombre del nuevo organismo: Conferencia Eclesial de la Amazonía, lo mismo que el Estatuto que lo regirá, los que serán puestos a disposición del papa Francisco y de las instancias correspondientes en la Santa Sede para su aprobación definitiva.

 

Fuente: aica.org

Reflexión del Evangelio – Domingo 5 de julio

Evangelio según San Mateo 11,25-30.

Jesús dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Reflexión por Hermann Rodríguez Osorio, S.J

Conocí a Carlos Riesgo en Madrid, en una comunidad de Fe y Luz que lleva por nombre Ephetá, que significa: ¡Ábrete! Una comunidad que reúne, alrededor de la Palabra de Dios y de la construcción de la fraternidad, a niños y niñas con alguna deficiencia mental o psíquica, a sus familiares y a sus amigos. Jean Vanier y Marie Hélène Mathieu, fundaron estas comunidades hace ya más de treinta años y se han ido extendiendo a lo largo y ancho del mundo. En Colombia existe ya una comunidad de Fe y Luz que se llama ‘Camino de Betania’ y en muchos países estas comunidades han ido creciendo de modo lento y pausado, como debe ser el proceso de cualquier obra que de verdad quiera llegar a ser grande, como las ceibas de nuestros campos o el grano de mostaza del Evangelio.

Carlos sufre de una parálisis cerebral y tiene muchos problemas para moverse y para hablar; pero sus ojos, vivos como centellas, dicen más de lo que sus difíciles palabras alcanzan a expresar. Un buen día, a propósito de un encuentro al que fuimos un fin de semana junto con otras comunidades llegadas de otras ciudades, me pidieron que estuviera especialmente pendiente de Carlos los tres días que estaríamos reunidos. Él se defiende muy bien y hace prácticamente todo por sí mismo; lo único que necesitaba era apoyo y respaldo por cualquier eventualidad. Yo acepté el reto con mucho gusto.

Ese bendito fin de semana recibí una de las lecciones más importantes de mi vida; en esos tiempos estaba yo haciendo unos estudios de especialización en teología y contaba con un grupo de distinguidos profesores, todos ellos doctores. Sin embargo, el mejor profesor que tuve durante esos años fue Carlos Riesgo, no lo puedo dudar. Él necesitaba apoyo y yo necesité paciencia… mucha paciencia, porque Carlos lo hace todo lentamente, a su ritmo: comer, moverse de un lugar a otro, acomodarse en su silla, arreglarse por las mañanas… Y, dentro de lo que hace lentamente, lo que más me costó trabajo fue su forma de hablar… Desacelerarse un fin de semana completo, para los que vamos por la vida como una moto, no resulta un trabajo fácil.

Cada vez que Carlos quería decirme algo, comenzaba a articular difícilmente las palabras, tratando de hacer una frase comprensible. Y yo, con el acelere de siempre, trataba de adivinar lo que quería decir, sin dejar que él terminara. Tan pronto yo lo interrumpía con una frase que no era la que él estaba tratando de armar, hacía un gesto con la mano y comenzaba de nuevo su tortuoso esfuerzo por expresarse. De nuevo, el hábil sabelotodo, que quiere apurar el paso y ganar tiempo, se me salía con otra frase que tampoco lograba adivinar el trabalenguas. Y vuelva a empezar… Hasta que, poco a poco, fui aprendiendo que cuando yo me quedaba callado y esperaba a que Carlos terminara de decir lo que quería decir, a la velocidad que él iba, entonces, ¡oh milagro!, entendía que lo que quería era un vaso con agua o que le alcanzara fruta…

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido”. Este grito de júbilo de Jesús debió nacer después de haberse encontrado con alguna de estas personas que la sociedad desprecia o considera inútiles. Son ellos los depositarios de los secretos del Reino de Dios. Por eso, gracias a Carlos, el Señor me gritó: ¡Ephetá! para enseñarme a escuchar a los demás sin interrumpirlos; para aprender a callar y a respetar el ritmo de los sencillos… No se si he logrado vivir todo esto, pero siento la responsabilidad de alabar con Jesús la ocurrencia de Dios de revelarle los misterios del Reino a los más pequeños, ocultándolos de los sabios y entendidos. Por eso, tenemos que pedir todos los días que el Señor quiera abrir nuestros oídos para saber escuchar sus mensajes y dejarnos evangelizar por los más pobres de nuestra sociedad. “Sí, Padre, porque así lo has querido”.

Fuente: jesuitas.lat

UCA: Aportes para pensar la economía argentina más allá de la pandemia

La Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó el informe “La economía post Covid-19: Aportes para pensar la economía argentina más allá de la pandemia”.

Este trabajo es una propuesta que tiene como objetivo, explican sus autores, “movilizar opiniones, análisis y discusiones”.

“Es un aporte que simplemente intenta llamar la atención acerca de la importancia que tiene para el destino de la Argentina trabajar ya en los enormes desafíos que no son exclusivamente el control de la pandemia”, sostienen.

“Fuimos alcanzados por el virus cuando la situación de base de nuestra economía era definitivamente frágil. Y hablar de economía implica hablar de sociedad, de familias, de personas. Para que la población de un país viva en condiciones de bienestar, la economía debe estar sana”, indican.

“Debe tenerse en cuenta la no linealidad en la relación de la extensión de la cuarentena y la caída del PBI. A medida que se extiende la cuarentena el impacto se potencia mediante la mayor dificultad en recuperar la tendencia previa. Así, el costo económico de cada semana adicional no es constante, sino creciente”, afirman.

El empleo, otras de las variables de análisis

En este estudio también se analiza el empleo, por categoría ocupacional y por regiones, estimando el empleo afectado por la cuarentena, tanto en la fase 1, como en la entrada en vigencia de la fase 4 en el interior y la fase 3 en el AMBA. Este análisis se centra en el empleo formal público y privado con apertura por sectores productivos, por tratase de la mejor estadística existente.

La estimación respecto al empleo indica que a fines de la fase 1, el 25,7% del empleo privado formal estaba realizando sus tareas habituales, bajo diversas formas de trabajo, mientras que en la fase 3 en AMBA y fase 4 en Interior, se alcanzaría un 41,5% del empleo formal ocupado.

Es claro que el área AMBA y la actividad de algunos servicios claves en las grandes ciudades (hoteles, restaurantes, grandes comercios, galerías, y buena parte de autónomos y monotributistas), como así también una gran mayoría de trabajadores informales son los más afectados y ven postergado por ahora su regreso a la actividad.

Entre las condiciones necesarias para el despegue de la economía, se necesita consensuar  -aseguran-  los objetivos de un proyecto de país a largo plazo. Esto implica aprender a dialogar y a ceder. Buscar la estabilidad macroeconómica, crecer en competitividad, mejorar la infraestructura y reducir la pobreza pueden ser algunos de estos objetivos de largo plazo.

“La apertura a otros mercados nos incentiva a innovar y nos permite acceder al conocimiento desarrollado por otras sociedades para así potenciar nuestra investigación local”, añaden.

Los responsables del informen consideran que “la mejor manera de reducir la pobreza es crear empleos formales, para ello es necesario invertir, y toda inversión necesita ser financiada. De allí la importancia del sistema financiero y el mercado de capitales”.

El estudio fue elaborado por:

Alicia Caballero, decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA;

Federico Cuba, docente de Economía Pública de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA;

Ernesto O’Connor, director de la maestría en Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA,

Andrés Roberts, director de la Licenciatura en Economía de la UCA.

 

Podés acceder al informe haciendo click aquí: Aportes para pensar la economía argentina más allá de la pandemia.  

Mensaje del papa Francisco a los miembros de la Asociación de Prensa Católica

El pasado martes, el Papa Francisco envió un mensaje a los miembros de la Asociación de Prensa Católica (Catholic Press Association) en ocasión de la Conferencia de Medios Católicos que tuvo lugar desde el 30 de junio hasta el día de ayer. “Juntos mientras estamos separados” fue el tema de la convocatoria.

En este año, en el que la Conferencia se celebra por primera vez de forma virtual, el Santo Padre señala que el lema de este año “expresa elocuentemente el sentido de unión que, paradójicamente, ha surgido de la experiencia de distanciamiento social impuesta por la pandemia”.

Francisco recordó que, en su mensaje del año pasado para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, reflexionó sobre cómo la comunicación nos permite ser, “como dice San Pablo, ‘miembros unos de otros’, llamados a vivir en comunión dentro de una red de relaciones en continua expansión”.

Así, la pandemia permitió percibir más plenamente dicha verdad: “De hecho, la experiencia de estos meses pasados nos ha demostrado que la misión de los medios de comunicación es esencial para acercar a las personas, acortar las distancias, proveer la información necesaria y abrir las mentes y los corazones a la verdad”, explicó el pontífice.

En esta línea, el Santo Padre señala que se necesitan “medios de comunicación capaces de construir puentes, defender la vida y abatir los muros, visibles e invisibles, que impiden el diálogo sincero y la comunicación verdadera entre personas y comunidades”.

Y continúa: “Necesitamos medios de comunicación que puedan ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a distinguir el bien del mal; a desarrollar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos; y a comprender la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto a nuestra casa común”.

Igualmente, Francisco subrayó que son necesarios “hombres y mujeres con sólidos valores que protejan la comunicación de todo lo que puede distorsionarla o desviarla hacia otros propósitos”.

Por otro lado, el obispo de Roma apuntó que “un verdadero comunicador se dedica completamente al bien de los demás en todos los niveles, desde la vida de cada persona a la vida de toda la familia humana. No podemos comunicar verdaderamente si no nos involucramos personalmente, si no podemos testimoniar personalmente la verdad del mensaje que transmitimos”.

Finalmente, invita a contemplar a los demás y a las situaciones “con los ojos del espíritu”: “Que cuando nuestro mundo hable apresuradamente con adjetivos y adverbios, los comunicadores cristianos hablen con sustantivos que reconozcan y presenten la silenciosa reivindicación de la verdad y promuevan la dignidad humana” y que “donde el mundo ve conflictos y divisiones, puedan ustedes mirar a los pobres y a quienes sufren, y dar voz a las súplicas de nuestros hermanos y hermanas necesitados de misericordia y comprensión”.

Fuente: aica.org

Se presentó la quinta edición de la revista Aurora

La Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina presentó la quinta edición de la revista Aurora, voces jesuitas sobre la pandemia. Hace un poco más de dos meses que nació este proyecto, que recopila las contribuciones de más de setenta compañeros y compañeras de este cuerpo apostólico.

El P. Roberto Jaramillo SJ, presentó esta nueva publicación: «Cada uno de los doce participantes en esta edición desarrolla sus pensamientos (reflexión…) con “el ojo de la intención” -diría San Ignacio- puesto en el camino (…ando); el camino recorrido y el que falta por recorrer, el conocido (con sus aciertos y errores) y el largo que intentamos vislumbrar para ir preparados y unidos. Como resalta Paul Palacios: “La resistencia no es sólo aguantar sino construir algo nuevo”, y en consecuencia pregunta: ¿Qué es ese “algo nuevo” que se está construyendo?.»

Para descargar la revista haz clic aquí: Revista Aurora

Sobre Colaboración – Entre Jerarquías y Redarquías

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de julio.

Por P. Roberto Jaramillo Bernal, S.J – Presidente CPAL

En medio de la pandemia resalta y adquiere más sentido la necesidad de ser colaboradores. Tal vez la urgencia de la colaboración nos ayude a destrabar las dificultades conceptuales que tenemos para definir lo que debería ser la colaboración en la Compañía de Jesús. En esta materia estoy convencido de que hemos avanzado a tanteos y golpes; y sé que los golpes más fuertes se los han llevado generalmente los colaboradores laicos y laicas, más que los colaboradores jesuitas. Hay gente que ha salido herida, y sabemos que la recuperación toma tiempo, y que puede darse o no darse. 

Hay mucho terreno a explorar (entre ensayos, errores y aciertos) y muchos desafíos institucionales que es necesario enfrentar con lucidez y generosidad. Uno de ellos tiene que ver con la forma como se estructura la Compañía de Jesús y en ella el ejercicio de la autoridad, y con los alcances prácticos en términos de responsabilidades de sus múltiples y diversos colaboradores y colaboradoras. 

La distinción entre colaboradores jesuitas y otros colaboradores (laicos o laicas, y otros) es no sólo necesaria sino conveniente para unos y para otros. No es lo mismo ser miembro de la Compañía de Jesús y vivir las exigencias por las que se optó al ser parte y ser recibido por ella, que ser colaborador no jesuita en la Compañía de Jesús, y optar por el proyecto apostólico que en ella se construye entre todos. 

La Compañía de Jesús es jerárquica por constitución. Su cabeza es Cristo Jesús del cual somos compañeros, y su vicario: el Papa. Y el máximo cuerpo de autoridad en la Compañía (que está al servicio de Cristo y su vicario) es ella reunida en Congregación: los pocos profesos que permanecen en Roma, en tiempos de Ignacio, y hoy los delegados de las provincias para una CG. La Congregación General ejerce ese poder legislando y dando orientaciones; y luego de reunida, delega todo su poder en el P. General con vistas a la misión, y éste, a su vez, lo delega con mesura en aquellos que nombra superiores mayores (provinciales, superiores regionales y presidentes de conferencia), quienes a su vez, nombran superiores locales. 

Su organización jerárquica no significa que el PODER sea el de mandar arbitrariamente, sino que quien ejerce el poder no ha de ejercerlo sino por delegación y en función de la misión (la de Dios) que se recibe del Cristo a través del Romano Pontífice. Para discernir esa misión se reúne la Congregación General; para discernirla se nombra un Superior General; para discernirla se nombran superiores mayores; para discernirla se nombran superiores locales; para discernirla esos superiores buscan y nombran colaboradores; los más variados: unos jesuitas, otros no, unos directores otros no, etc.

Y es ese ejercicio de la autoridad (que no debe ser otra cosa que el ejercicio del discernimiento) lo que garantiza que la Compañía de Jesús (la orden de religiosos jesuitas) pueda ser eso: «de Jesús». Es, en parte, lo que le ha permitido sobrevivir durante 450 años de historia. Porque el Espíritu permanece, a pesar de nuestras mezquindades y defectos. Por eso, pedirle a la Compañía de Jesús que deje de ser jerárquica (en ese sentido) es desnaturalizarla.

En el Cuerpo Apostólico de la Compañía de Jesús participamos todos los colaboradores y colaboradoras que acogemos su misión como propia. Pero eso no quiere decir que la Compañía de Jesús tenga que dejar de ser jerárquica; y ¡mal haría, quien sea encargado, en omitirse y disolver la autoridad encomendada en un asambleísmo amplio o pequeño!

Ahora bien, es verdad que la Compañía de Jesús en la regencia de sus obras, donde tiene multitud de colaboradores diferentes (unos jesuitas y otros no jesuitas) sin los cuales no podría hacer todo lo que tiene que hacer, tiene que integrar de la mejor manera posible, en su responsabilidad de discernimiento, la presencia y la palabra de esa multiplicidad de colaboradores no jesuitas. Y ha de hacerlo no porque los necesite como si faltara «personal», sino en virtud de sus capacidades y de su estatuto propio como colaboradores no jesuitas (sean laicos, religiosos, sacerdotes, hombres o mujeres, etc., incluso no creyentes) de la «missio Dei«, misión de todos. Pero para propiciar eso no hay que pedirle a la Compañía de Jesús que deje de ser lo que es y abandone su modo jerárquico de ejercer el discernimiento y la autoridad.

En eso consiste el desafío de la colaboración no solo en los niveles de la ejecución sino también en los niveles de decisión.