La AUSJAL es la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina, una red integrada por un conjunto de 30 universidades jesuitas. En el mes de mayo, la Secretaría Ejecutiva publicó un informe que presenta los mayores desafíos del trabajo universitario en este tiempo de pandemia.
El informe
Describir la experiencia de las instituciones de AUSJAL ante la pandemia por el COVID19 implica, sin lugar a dudas, encontrarse con una amplia variedad de respuestas, tan ricas en sus expresiones como diversas son las 30 universidades que integran la Asociación, no solamente por su distribución regional en 14 países.
Algunas de ellas cuentan con una comunidad estudiantil de más de 25,000 jóvenes; en otras, este número no supera los 250. Varias tienen una experiencia institucional de larga data, pero también las hay de creación reciente. Desde la perspectiva económica, unas son más robustas; otras, en cambio, funcionan con recursos muy limitados. Algunas optan por desarrollar su misión preferencialmente entre los sectores sociales económicamente más desfavorecidos, como son algunas comunidades rurales e indígenas. En algunos casos, la institución es reconocida por sus ingenierías y, en otros, por sus facultades de teología, de humanidades o de ciencias jurídicas. Así, la lista de criterios diferenciadores puede crecer significativamente.
Sin embargo, si algo ha puesto en evidencia la pandemia que estamos viviendo, es que el espíritu del trabajo colaborativo en red, así como la vocación de compromiso y transformación social de AUSJAL, se manifiesta de forma natural en el sentir y en el modo de proceder de sus universidades y de las personas que dan vida y hacen vida en ellas. Así se confirma lo que recientemente apuntaba el Padre General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, S.J., en su mensaje ante el COVID-19: esta crisis nos ha mostrado que “somos parte de una sola humanidad”.
Inicialmente, como ocurrió a otros sectores, la crisis tomó a las universidades por sorpresa, especialmente por la abrupta suspensión de clases y de actividades presenciales en general, con la consecuencia inmediata de tener que migrar a un sistema de educación totalmente en línea, además de organizar la gestión administrativa bajo la misma lógica. En lo inmediato, cada universidad tuvo que adaptar sus instrumentos y metodologías, proceso especialmente complicado para aquellas que ya habían iniciado su periodo académico o que no contaban con plataformas adecuadas y suficientes para llevar adelante este proceso. Con la experiencia del trabajo colaborativo, en poco tiempo las universidades de AUSJAL empezaron a interactuar para compartir problemas comunes, definir estrategias para solucionarlos y tratar adelantarse al futuro, aún incierto.
¿Qué retos comunes han compartido las instituciones de AUSJAL y cómo se ha dado el intercambio para enfrentar la situación?
Es primordial señalar que el modelo de trabajo en redes y grupos de trabajo, permitió aprovechar estos espacios de colaboración para fortalecer las sinergias que harán frente a los efectos de la contingencia global. El respaldo del Consejo Directivo de AUSJAL a las iniciativas, a través de su Presidencia y Secretaría Ejecutiva, abrió la puerta para que los rectores, con naturalidad, plantearan sus dudas y necesidades frente a situaciones concretas, derivadas de la situación de pandemia y encontraron eco y luces entre sus pares. La misión común que convoca a una respuesta integral, centrada en la cura personalis, refleja un sello identitario manifiesto en los temas que generan preocupación en las universidades.
La Secretaría Ejecutiva convocó a las instituciones asociadas a compartir las iniciativas que se estaban desarrollando para enfrentar esta situación adversa y que pudieran ser de utilidad e inspirar a otras universidades, no sólo de AUSJAL. Gran respuesta se obtuvo de la mayoría de las asociadas y estas experiencias e iniciativas se han dispuesto con acceso abierto a quien lo necesite.
Así mismo, la apertura al cambio, la disponibilidad y el compromiso con la comunidad universitaria, tanto de docentes como del personal administrativo, ha sido muy notable, quizá más de lo que se hubiera esperado en una crisis como esta.
Reflexión y acción ante la pandemia.
Alimentados con un espíritu esperanzador para no detener la academia, ni la dinámica universitaria en general, algunas instituciones necesitaron adaptar sus equipos y procesos a la modalidad virtual o en línea, pero ninguna dejó de funcionar.
Uno de los retos ha sido la capacitación de los docentes para dictar sus cátedras en esta modalidad, en virtud de que la docencia en línea también debe suponer una experiencia que trascienda la simple transmisión de contenidos. Sin embargo, en algunos casos, un porcentaje importante de los docentes tenía escasa o nula experiencia en pedagogía virtual. Así, las redes de Educación y EDUTIC de AUSJAL ya se están preguntando por las características de un modelo pedagógico asistido por medios digitales con sello ignaciano. Por ejemplo, ante la imposibilidad de atender las necesidades de formación en TIC de todos los docentes a la vez, varias instituciones han propuesto esquemas de atención (tipo semáforo) para categorizar a los docentes según su experiencia en el uso de medios digitales y priorizar el apoyo en su formación.
No se puede dejar de mencionar la rápida respuesta del Programa de Inmersión Dual Virtual (PIDV) que ha atendido a 363 estudiantes (de seis universidades de AUSJAL y tres de AJCU, nuestra contraparte en EEUU), quienes han participado en webinars, sesiones y clases de idiomas. Por su parte, los miembros de la Red de Cooperación Académica y Relaciones Interinstitucionales (CARI) intercambiaron estrategias para dar atención a los estudiantes y docentes que se encontraban, y algunos que todavía están, en una experiencia de movilidad académica presencial: ¿cómo atenderlos?, ¿cómo facilitar su retorno?, ¿cómo potenciar las alternativas de internacionalización en casa y el intercambio virtual luego de la superación de la contingencia inmediata?
Encontramos también acciones que atienden a las necesidades de personas en situación de vulnerabilidad. Por ejemplo, la identificación de estudiantes con acceso limitado a dispositivos electrónicos y la creación de programas de apoyo. Y, también en este caminar junto a los excluidos, se han organizado para adquirir alimentos e insumos sanitarios para apoyar a comunidades desfavorecidas en medio de la pandemia, o bien, para contribuir en el diseño, producción o adquisición de materiales para el personal sanitario: caretas protectoras, mascarillas, respiradores e, incluso, dispositivos para evitar que el personal médico y de enfermería tenga que tocar con las manos las perillas de las puertas en los centros de atención médica.
Las instituciones de AUSJAL también han dirigido sus miradas al bienestar físico, psicológico y espiritual, no sólo de sus estudiantes, sino de la comunidad universitaria en general y, en algunos casos, ampliado a las familias de los colaboradores en este contexto de pandemia. Las redes de Pastoral y de Responsabilidad Social Universitaria han hecho acopio de recursos útiles en ese aspecto para ponerlos a disposición de todas las universidades de la Red. La temática ha despertado enormemente la creatividad en las instituciones y considera situaciones que no se advierten con facilidad. Así se diseñaron, por ejemplo, la “Guía de ejercicios para el cuello, para los que trabajan con computadoras” o los “Ejercicios para corregir malas posturas”, causadas por el trabajo en condiciones o lugares inadecuados; recomendaciones acerca de “Cómo trabajar con los niños en casa”, “Ejercicios Espirituales en línea”, guías sobre administración del tiempo en situaciones de confinamiento para evitar el estrés físico y mental y, a su vez, aumentar el rendimiento académico y laboral. Resaltan también en este contexto los videos sobre producción de música en aislamiento y espacios para participar en juegos de mesa en entornos virtuales.
El análisis del impacto social y económico de los efectos de la pandemia ha llamado la atención de las redes de Derechos Humanos y de Desigualdad y Pobreza, para comprenderlos, pero también para prever las soluciones que se demandarán en el futuro y las situaciones injustas que esta crisis está incrementando.
De cara al futuro
En resumen, el intercambio ha hecho que se vislumbre una preocupación generalizada acerca del reto de construir un modelo de educación en línea, o bien mixto (que combine presencialidad y virtualidad), de calidad y coherente con los elementos de la pedagogía ignaciana. También, cómo apoyar a estudiantes y docentes con limitado acceso a los medios digitales y su aprovechamiento. Indudablemente esto se deberá atender en medio de la incertidumbre sobre la sostenibilidad de las instituciones bajo este esquema de funcionamiento y en un contexto de crisis económica generalizada.
Las redes y grupos de trabajo de AUSJAL se conciben como parte de una comunidad más amplia, integrada por otras redes jesuitas que también están articulándose a nivel global. Por ello, AUSJAL representa para sus Asociadas una gran ventana de oportunidad en cuanto a la posibilidad de pensar y ejecutar soluciones en red ante la pandemia y en articulación con la misión y visión de cada institución. Finalmente, este modelo en red nos ha enseñado que las diferencias no limitan la colaboración, sino que ayudan a fortalecer los lazos y a nutrir los proyectos con distintas perspectivas, con lo que somos y con lo que hacemos.
Fuente: jesuitas.lat