Celebrar y promover el papel de la mujer en la Compañía de Jesús

Este año significa un hito importante para que la Compañía de Jesús reflexione y se comprometa. En un momento en que la Compañía conmemora el 30º aniversario del Decreto 14 de la Congregación General 34 (1995); que pone de relieve el hecho de que la participación de la mujer es fundamental para la integración entre fe y justicia; y cuando el mundo celebra el 30º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing aprobadas por la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, el lema del presente Día Internacional de la Mujer, “Poner el acelerador a la acción”, adquiere especial hondura en la voz de esas mujeres que han transmitido al caminar de la Compañía esperanza y urgencia.

Las mujeres en la tradición ignaciana

Durante siglos, la tradición ignaciana ha puesto de relieve la sabiduría, la fe y la fuerza de la mujer. La Compañía reconoce especialmente a María, Madre de Jesús, cuyo Magnificat (Lucas 1:46-55) es una muestra de la gracia transformadora de Dios. La mujer ha desempeñado un papel fundamental en la educación, en la formación, en las obras apostólicas y el liderazgo, y ha alumbrado unas ideas que hunden sus raíces en el profundo contacto con el Evangelio. Su presencia ha impreso forma a la Compañía de Jesús, constituyendo un reflejo de la apertura y el amor receptivo de María. Esta historia invita a la Compañía a repensar nuevas estructuras y prácticas para lograr un futuro más inclusivo.

La contribución de la mujer en el seno de la tradición de la Compañía no es algo complementario, es algo fundamental. Su actuación ha sido vital para llevar adelante una misión transformadora profundamente arraigada en la justicia, sea que actúe como educadora, como administradora, como acompañante o líder espiritual, o en funciones de apoyo. Con su historia de fe, de resiliencia, sensibilidad y servicio, reproducen la vida de María: una vida de contemplación, de valentía y de decisivas intervenciones. Una historia que nos exige reconocer la necesidad de su participación en la configuración del futuro de la Iglesia y de la Compañía.

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Sinodalidad y la voz de la mujer

Una Iglesia verdaderamente sinodal requiere que se preste atención a la auténtica voz de la mujer y que se la integre en el discernimiento colectivo. El Padre General Arturo Sosa, SJ, constituyó en 2021 la Comisión que se ocupa del papel y la responsabilidad de la Mujer en la Compañía de Jesús, asegurando así que la voz de la mujer participe de modo más decisivo en la configuración de la misión de la Compañía. Con seis mujeres laicas, una religiosa, un hombre laico y cinco jesuitas, la Comisión ha trabajado en la evaluación de la aplicación del Decreto 14. Una de las actuaciones más importantes de la comisión ha sido realizar la encuesta mundial de 2023, en la que participaron aproximadamente 1.400 colaboradores. Tras la realización de la encuesta, se llevó a cabo una fase cualitativa, que incluyó profundas entrevistas individuales y en grupo con mujeres laicas, hombres laicos, religiosas y jesuitas, así como debates en grupos de discusión. Todos los participantes tenían experiencia previa con la Compañía y sus programas, ya fuera como empleados o como voluntarios. El grupo se reunió en Roma el pasado mes de noviembre para el análisis y la conversación espiritual con vistas a cumplir su mandato, incluido el discernimiento de las recomendaciones. El informe final está casi terminado y será presentado al Padre General en el tercer trimestre de 2025.

Liderazgo de las mujeres en la Compañía de Jesús

La espiritualidad ignaciana se nutre de una interacción dinámica entre la contemplación y la acción. Muchas mujeres han logrado encarnar este equilibrio, poniéndose al frente de numerosas iniciativas en educación, en formación y divulgación. Algunas de sus contribuciones siguen iluminando el camino a un trabajo pastoral innovador y compasivo. Su liderazgo, servicio y propuestas no responde sólo a que procuramos una verdadera inclusión, sino que cataliza una misión transformadora. Mujeres al frente de instituciones de la Compañía han liderado numerosos esfuerzos en pro de la reflexión teológica, en defensa de la justicia social y en la atención pastoral. Desde instituciones académicas hasta movimientos comunitarios de base, su liderazgo demuestra un compromiso con la fe y la justicia que está en el centro de la espiritualidad ignaciana. La capacidad que poseen para dar vida y servir de guía a diversas comunidades ha impulsado numerosas políticas y estructuras al servicio de los marginados.

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Un llamamiento al discernimiento y la colaboración

Mientras la Comisión se acerca a su fin, animamos a hacer una honda reflexión. La inclusión de la mujer no es sólo cuestión de justicia, sino un enriquecimiento para la misión entera de la Compañía. Sus voces, sus perspectivas y su liderazgo son fundamentales para discernir la mejor manera de servir al mundo actual. De cara al futuro, el trabajo de la Comisión de la Mujer subraya la importancia de crear sistemas que empoderen a las mujeres dentro de la Compañía de Jesús. Al reconocer su singular experiencia y el poder transformador que aportan al ministerio, a la educación y a la justicia social, la Compañía de Jesús no hace sino dar pasos hacia la materialización de su vocación a la justicia, la reconciliación y la misión compartida.

Atender la invitación que hace el Espíritu y la llamada al discernimiento continuo

La plena participación de la mujer sigue siendo esencial para la misión de la Compañía, a medida que continúa avanzando en su compromiso con la justicia y con la reconciliación. El trabajo de la Comisión nos recuerda que al hablar de inclusión no tratamos sólo de representación, sino de reconocer el poder transformador de la pluralidad de voces en la configuración de una Iglesia y una sociedad fundamentadas en la fe y la justicia. Es clara la llamada a la acción: escuchar, discernir y responder con valentía.

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Reflexión

Mientras reflexionamos sobre este llamamiento y sobre el papel de la mujer en la Iglesia y en la Compañía, la Comisión os invita a recurrir a las Escrituras como fuente de inspiración y guía. Que los siguientes pasajes nos ayuden a discernir cómo Cristo nos invita a todos y cada uno de nosotros a participar en esta misión compartida, y a que busquemos juntos suficiente sabiduría para reconocer la presencia de Cristo en el itinerario que compartimos, respondiendo con fe, humildad, esperanza y valentía.

Puede cada uno invocar al Señor en oración para que le ayude a hacer examen de sus pensamientos, emociones y acciones en lo que toca al papel de la mujer en el mundo, en la Iglesia y, en concreto, dentro de la Compañía de Jesús, utilizando cualquiera de los siguientes medios, ya sea individualmente y/o en grupo:

1. El Magnificat (Lucas 1:46-55): el canto de María sobre la justicia, la esperanza y la capacidad de decisión.
2. El Sermón de la Montaña (Mateo 5:1-7): una llamada al cambio y a seguir los valores del reino de Dios.
3. El camino a Emaús (Lucas 24:13-35): reconocer la presencia de Cristo en el itinerario de nuestro discernimiento.
4. La mujer samaritana en el pozo (Juan 4:1-42): un encuentro que lleva a la transformación y la misión.
5. Las Bienaventuranzas (Mateo 5:1-12): invitación a una vida de humildad, misericordia y justicia.
6. La curación de la mujer encorvada (Lucas 13:10-17): Jesús reconoce y confirma la dignidad de la mujer.
7. La vocación de los discípulos (Mateo 4:18-22): Dejarlo todo para seguir la misión de Cristo.
8. La gran misión (Mateo 28:16-20): Llamamiento a difundir el Evangelio y hacer discípulos de todas las naciones.
9. La anunciación (Lucas 1:26-38): La aceptación del plan de Dios por parte de María con fe y valentía.
10. La conversión de Saulo (Hechos 9:1-19): transformación radical que conduce a la misión.
11. Envío de los setenta (Lucas 10:1-12): Jesús envía al mundo a los que le siguen, colaborando unos con otros.
12. La parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37): un llamamiento a un amor que actúa, que es inclusivo y hace justicia.

Por la Comisión sobre el Papel y las Responsabilidades de las Mujeres en la Compañía de Jesús | @jesuits.global

 

“MISIONEROS DE LA ESPERANZA”, tema del Día Mundial del Migrante

Se ha anunciado el tema elegido por el Papa Francisco para el 111° aniversario, que este año no se celebrará como de costumbre el último domingo de septiembre, sino los días 4 y 5 de octubre con ocasión del Jubileo del Mundo Migrante y Misionero

 

“Migrantes, misioneros de la esperanza” es el tema elegido por el Papa Francisco para la 111 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que este año no se celebrará como de costumbre el último domingo de septiembre, sino que se celebrará el 4 y 5 de octubre, con ocasión del Jubileo de los Migrantes y del Mundo Misionero.

 

El anuncio lo hace una nota del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI), encargado de la organización de la Jornada, que subraya que “a la luz del Jubileo, el tema pone de relieve el coraje y la tenacidad de los migrantes y refugiados, que dan testimonio cada día de su esperanza en el futuro a pesar de las dificultades. Es la esperanza de alcanzar la felicidad incluso más allá de las fronteras, la esperanza que les lleva a confiarse totalmente a Dios”.

 

«Los migrantes y refugiados se convierten en ‘misioneros de la esperanza’ en las comunidades donde son acogidos – afirma el DSDHI -, contribuyendo a menudo a revitalizar su fe y a promover el diálogo interreligioso basado en valores comunes. Recuerdan a la Iglesia el objetivo último de la peregrinación terrena, es decir, alcanzar la futura Patria».

 

@ Vatican News | t.ly/Cbpye

Evangelio del Domingo «CADA ÁRBOL SE CONOCE POR SU FRUTO»

Seguimos, un domingo más, meditando el «sermón del llano» del evangelio de Lucas. Son muchas las reflexiones que podemos hacer a partir del texto de este domingo. Voy a tomar como motivo de mi comentario los versículos 43 y 44 de este capítulo 6º de Lucas, versículos que nos hablan del fruto como criterio de discernimiento y autenticidad de una experiencia espiritual.

Una vez más, como a lo largo de todo el evangelio, Jesús acude a la naturaleza como explicación del «lenguaje» de Dios sobre la vida humana y de la dinámica del Reino. Esto mismo es ya una invitación que se nos hace en el evangelio: la contemplación del obrar de Dios en la naturaleza como fuente de sabiduría. El punto de partida es sencillo y evidente: un árbol bueno da frutos buenos, y si los frutos son malos cabe poner en cuestión que el árbol sea bueno. El criterio son los frutos y no otros criterios que, muchas veces y con superficialidad, podemos utilizar en nuestros juicios y valoraciones: el aspecto exterior, el tamaño… Ya en el Antiguo Testamento los profetas hablaban de la decepción del Señor cuando la viña que había encomendado a sus amigos en vez de dar uvas daba agrazones (Isaías 5,2).

¿Cuáles son los frutos que espera Jesús de sus discípulos si, de verdad, se identifican con Él y siguen sus enseñanzas? Aquellos mismos frutos que produjo la vida de Jesús. Me atrevo a señalar alguno de esos frutos que nos identifican como seguidores de Jesús en nuestro mundo: la misericordia, la compasión, la justicia. Nuestro árbol es capaz de dar esos frutos en la medida en que está enraizado, como Jesús, en la fidelidad al Padre y en la medida en que la savia que alimenta al árbol es la oración que nos abre a la gracia.

Vivimos hoy en una época en que hay una oferta muy variada de propuestas de espiritualidad. Más o menos valiosas. Ciertamente no todas son evangélicas. En el evangelio de este domingo encontramos un claro criterio de discernimiento  sobre la calidad evangélica de esta o aquella espiritualidad. Y no sólo un criterio de valoración global, sino también un criterio de valoración y discernimiento sobre actividades concretas. ¿Nuestras experiencias espirituales, del tipo que sean, nos transforman el corazón en claves evangélicas de servicio, entrega, compasión, justicia? No es sólo ni principalmente si me siento bien o si me quedo a gusto…

Al final, es aquello que tan hermosamente escribió San Pablo en su primera carta a los Corintios: «Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor de nada me sirve» (1ª Cor 13,3). Amor concreto, amor comprometido, amor humilde, amor que no se queda en palabras sino que da fruto.

(Lucas 6, 39-45) Domingo 8º Tiempo ordinario – Ciclo C

Darío Mollá sj

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