Papa Francisco: Un legado de amor y servicio | Homilía del P. Arturo Sosa

Eucaristía en memoria agradecida del Papa Francisco

Iglesia del Gesù – Roma | 24 de abril de 2025

Homilía del Padre General Arturo Sosa

Queridos hermanos, queridas hermanas:

Son muchas las maneras de acercarnos a la vida del Papa Francisco quien calzó las sandalias del pescador, las del Apóstol Pedro, al estilo de Jorge Mario Bergoglio. Un estilo que se fue haciendo y madurando a lo largo de muchos años de formación, servicio y entrega generosa, primero en la vida religiosa y presbiteral de la Compañía de Jesús, luego en el servicio episcopal a la Arquidiócesis de Buenos Aires y la Iglesia latinoamericana. Finalmente, sirviendo a la Iglesia universal como Obispo de Roma que incluye el exigente ministerio petrino de propiciar la unión de todo el Pueblo de Dios al servicio de la misión del Señor Jesucristo.

El Papa Francisco fue un hombre forjado en la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Desde ellos podemos acercarnos al estilo genuino de su vida y su servicio al Pueblo de Dios y a toda la humanidad.

El presupuesto de los Ejercicios Espirituales lo encarnó Francisco en su terca convicción de practicar y llamar al diálogo como instrumento fundamental para establecer relaciones genuinas, superar conflictos y facilitar la reconciliación. El diálogo parte del reconocimiento de las diferencias como punto de partida y “salvar la proposición del prójimo” es el inicio de caminar juntos al encuentro de una solución compartida.

El Principio y Fundamento fue, sin duda, su punto de apoyo. La vida de Francisco estaba cimentada en la roca que es Cristo, no en la arena de las propias ideas o intuiciones. Jesús al centro de su vida garantizaba reconocer a Dios como único absoluto y “curarse en salud” de cualquier idolatría, abundantes y atractivas en los contextos en los que vivió. Cuando confirmó las Preferencias Apostólicas Universales 2019-2029, como misión de la Compañía de Jesús, puso muy en claro que, para que fueran iluminadoras de nuestra vida-misión, había que fundarse en la primera de ellas: mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento. El camino hacia Dios lo muestra solamente quien lo va caminando y al experimentar al Señor actuando en su vida, es capaz de discernir las mociones del Espíritu en medio a la complejidad de la historia.

El Papa Francisco nunca ocultó su propia fragilidad ni cayó en la tentación de fingirse fuerte. La primera semana de los Ejercicios lo llevó no sólo a reconocerse pecador, a confesar sus debilidades, pedir perdón, sino a experimentar la misericordia de Dios y sostenerse en la oración de sus hermanos y hermanas. De la conciencia de sus debilidades surgía esa letanía de “no se olviden de rezar por mí”. Lo decía porque se sentía sostenido por la oración del Pueblo de Dios. Muchas veces repitió su necesidad de acudir al sacramento de la reconciliación y nos recomendó a todos hacerlo frecuentemente. De allí también su insistencia a los ministros ordenados de hacerse espejo del rostro misericordioso de Dios, de evitar juzgar en lugar de acoger con los brazos abiertos a todos, todos, todos.

La experiencia de la segunda semana de los Ejercicios se hace patente en la vida y testimonio del Papa Francisco. Conocía a Jesús a través de la contemplación asidua de los evangelios. Amaba a Jesús, el amigo, el confidente… el de los coloquios ignacianos en los que aprendió a abrirse plenamente y recibir la gracia necesaria para realizar su misión. Su escudo papal lo proclama cuando dice: miserando et eligendo. Como al publicano Mateo, Jorge Mario Bergoglio experimentó la manera personal cómo el Señor fue misericordioso y lo eligió entre sus discípulos. Durante el resto de su vida no dejó de crecer en esa familiaridad con Jesús que lleva a superar las debilidades aumentando su confianza en Él, hasta ponerse totalmente en las manos de Dios.

La contemplación de la Encarnación lleva a Francisco a adquirir la mirada universal desde la que elige participar en la redención del mundo. Esa mirada de la Trinidad es capaz no sólo de ver la complejidad y riqueza de la vida humana sino a lleva a compadecerse de ella. Hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y ancianos de una rica diversidad cultural, que viven las más variadas situaciones, que alternan salud y enfermedad, alegrías y tristezas, guerra y paz… unidos por el sueño de un mundo mejor. Contemplación que lleva al Dios Trino a decidir la encarnación de la segunda persona, que, despojándose de todo privilegio, sufriendo hasta dar la vida, abre el camino hacia Dios-Padre.

La meditación de las dos banderas inspira la identificación con Jesús encarnado en pobreza y humildad. Lo enseña a encontrar al Señor en los márgenes de la sociedad, en los rostros de los migrantes, de los sin techo, de los desempleados o de los que reciben un salario que no llega a fin de mes… Lo enseña a desprenderse del deseo de honores y aceptar la humillación por causa del evangelio.

Elegir el camino de Jesús lleva a encontrarse cara a cara con el misterio de la cruz. Acompañar a Jesús que lava los pies de sus discípulos para darles ejemplo de servicio a los hermanos y hermanas, parte el pan y reparte el vino para significar su entrega hasta la última gota de sangre, carga con el pecado del mundo. Abre sus brazos en la cruz por mí, por cada uno de los seres humanos. Al contemplar a Jesús crucificado, la mirada de Francisco se mueve hacia los crucificados de este mundo y su deseo de acompañar al Señor lo sube a la misma cruz desde la que puede contemplar la magnitud del desafío de transformar el mundo y elige sumar su entrega a la de Jesús.

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De las mujeres que fueron al sepulcro y lo encontraron no sólo abierto sino vacío, aprendió a no buscar entre los muertos al que está vivo; y experimentar la consolación del encuentro con el maestro crucificado, ahora resucitado. Consolación que abre los ojos del corazón a entender lo anunciado por los profetas, a experimentar el fuego del amor incondicional, abrazarlo en la fracción del pan e integrarse a la comunidad de los discípulos, en medio a la cual aparece el Señor para confirmarlos, como nos narra Lucas en la escena evangélica que escuchamos en esta celebración.

El gozo interior de experimentar al crucificado-resucitado elimina el miedo a dar testimonio de lo que ha cambiado su vida para siempre. De allí en adelante, Jorge Mario Bergoglio consagra su existencia a compartir la alegría del evangelio. Elegido al ministerio petrino, Francisco no tiene miedo de nadar contracorriente en defensa de los derechos humanos ni de la lucha por revertir las acciones humanas que maltratan el medio ambiente. Con palabras y gestos invita a acoger los migrantes como hermanos y hermanas, hacerse cercano a los encarcelados y los descartados por la sociedad. Su voz clama constante por la paz y señala como toda guerra es un fracaso de la humanidad. El diálogo es la vía para conseguir construir relaciones justas mientras la violencia destruye puentes entre los pueblos. Mientras se estrechan los espacios de la participación democrática en todo el mundo, Francisco impulsa la Iglesia hacia la sinodalidad, es decir, a ampliar los espacios de participación para convertirse en pueblo que camina hacia la promesa del mundo en el que vivamos fraternalmente.

La experiencia espiritual sintetizada en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, interiorizada en la vida de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, culmina en la sensibilidad para encontrar a Dios en todas las cosas. La contemplación para alcanzar amor abre todos los sentidos a la capacidad de percibir la presencia del Señor en todos los aspectos de la vida personal y social, en la naturaleza y en la historia. Por eso, la palabra, gestos, estilo de vida, reconocimiento de la propia fragilidad… llevan a poner toda la confianza en Dios y sólo en Él.

Nuestro hermano y Papa, Francisco, está ya totalmente en las manos de Dios, dejemos que su testimonio siga inspirando a la Iglesia a compartir la misión redentora de Jesucristo y a la Compañía de Jesús a desear en todo amar y servir.

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EL PAPA FRANCISCO Y EL LEGADO ESPIRITUAL DE LA RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA

A lo largo de su pontificado, el papa Francisco abogó por una Iglesia que escucha, acompaña y, sobre todo, que reza. Un aspecto clave de esta visión fue la revitalización de la Red Mundial de Oración del Papa (RMOP), que él consideraba un movimiento global de servicio eclesial, arraigado en el corazón compasivo de Cristo, más que una simple recopilación de intenciones. El P. Cristóbal Fones, SJ, director internacional de la RMOP, reflexiona sobre el profundo legado espiritual que el papa Francisco ha dejado a través de la Red, caracterizado por una profunda oración personal, un compromiso activo con el sufrimiento del mundo y una llamada a vivir la vida cotidiana como una misión de compasión.


¿Cómo describirías el legado espiritual que el Papa Francisco deja a través de la Red Mundial de Oración del Papa?

Es claro que para el Papa Francisco, como lo repitió muchas veces, “el corazón de la misión de la Iglesia es la oración”. Esta convicción siempre estuvo en el centro de su pontificado. Todo lo que somos y hacemos como discípulos de Jesús tiene su fuente en el encuentro con Él, que nos constituye sus amigos y apóstoles.

Para Francisco, orar no es simplemente decir palabras. Es sobre todo cultivar una relación personal, abierta y sincera de amistad con el Señor. De esas que nos comprometen… Y con toda su persona, representada en su Corazón. Esto quedó bien condensado en su carta Encíclica Dilexit Nos, que nos dejó como su gran testamento espiritual. Y el itinerario espiritual de la Red de Oración (El Camino del Corazón) que nos pidió difundir, nos ayuda a profundizar en este fundamento espiritual.

El Papa Francisco a menudo enfatizó la oración como una forma de acción. ¿Cómo inspiró a la RMOP a ser no solo una red de oración, sino también un movimiento de compromiso compasivo con el sufrimiento del mundo?

Es que la oración verdadera es siempre un acto de amor, de un amor compasivo y comprometido con los dolores de la humanidad. Uno reza por lo que le importa, por lo que le parece valioso. Y mientras más cerca estamos del Corazón de Jesús, más nos importan sus preocupaciones y sufrimientos, más nos vamos haciendo disponibles para colaborar con su misión. Ser cristiano y ser social son parte de la misma experiencia. La proximidad con Cristo nos lleva a los necesitados y nos va haciendo sensibles a nuevas realidades, incluso algunas que nos parecen lejanas o desconocidas.

Por eso las intenciones de oración que nos ofrece el ministerio de Pedro, como Vicario de Cristo entre nosotros, son desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia claves y urgentes. Son un llamado a despertar a realidades que deben ser atendidas como parte de nuestra misión eclesial. Y desde el primer momento, como buen hijo de Ignacio de Loyola, el Papa comprendió que “el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras” (EE 230).

Mirando hacia atrás, ¿cómo reflejaron sus intenciones de oración mensuales sus preocupaciones más profundas por la humanidad y la Iglesia? ¿Hay alguna intención en particular que sientas que capturó el corazón de su pontificado?

Es muy interesante hacer un recorrido de su pontificado a partir de las intenciones de oración. Reflejan sus grandes preocupaciones. Así será seguramente con el próximo Papa también. Es bien impresionante, si se visita por ejemplo la página de El Video del Papa, constatar esa preocupación permanente por lo concreto. Sus intenciones de oración son un modo de recoger su magisterio pastoral.

Y no me cabe duda que una de sus grandes preocupaciones fue la paz. Porque animar la auténtica fraternidad humana era el gran norte de su pontificado y la guerra es la expresión más fuerte de aquello que contradice este propósito. La humanidad enfrenta muchos desafíos, y este es el mayor y más grande de todos. Lo repetía casi en todas las Audiencias Generales y los ángelus, además de ser el centro de su último mensaje, el día de la Pascua del Señor y la bendición solemne Urbi et Orbi, del pasado domingo 20 de abril.

Estaba profundamente comprometido con una Iglesia que escucha y acompaña. ¿Cómo influyó ese ethos en el enfoque de la PWPN hacia el alcance espiritual, especialmente hacia los jóvenes y los marginados?

La sinodalidad para Francisco no era un tema más entre otros… Él no buscaba introducir algo ajeno a la vida de la Iglesia, sino recuperar su misma esencia. Este enfoque nos ha ayudado muchísimo, pues la RMOP es una obra mundial que se basa en la participación de muchas y diversas personas. No somos un movimiento laical, sino un servicio eclesial. Aquí caben todos, todos, todos; como nos repitió con tanta fuerza.

Esto marca mucho la obra pontificia. Y no sólo por la diversidad de lenguas y culturas que siempre tenemos delante de los ojos, sino también porque oramos por situaciones mundiales que nos llevan a mirar más allá de nuestros contextos, con un foco particular en los marginados y los jóvenes. Todavía más, son justamente las personas sencillas las más comprometidas en este verdadero apostolado de la oración. Esto hace de la Red una red fundada fundamentalmente en nuestro bautismo común, no en nuestros cargos o funciones, sean ellos dentro o fuera de la comunidad eclesial. En cierto sentido, nuestra misión se aleja bastante de clericalismos y relaciones de subordinación, para ponerse más bien al servicio de todos, especialmente de los más débiles.

Mirando hacia el futuro, ¿qué crees que querría él que esta red se convierta para las generaciones futuras?

Creo que hacia el futuro el querría que el próximo Papa hiciera también suyas estas intenciones y a su vez propusiera las que broten de su corazón. Estoy seguro que para Francisco lo principal sería que mantengamos los ojos fijos en Jesús, para no caer en la tentación de transformarnos en un proyecto de comunicación sobre temáticas interesantes, sino que podamos continuar siendo una verdadera red de personas que se ofrecen junto al Señor cada día y comprenden su propia vida cotidiana como misión, envío, apostolado; como verdadera colaboración en la misión de compasión de Jesús.

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EL PAPA FRANCISCO FALLECE A LOS 88 AÑOS | MENSAJE DEL PADRE GENERAL

El Papa Francisco, primer Papa jesuita, falleció el lunes de Pascua, 21 de abril de 2025. El Padre General Arturo Sosa invita a rezar por el descanso del alma del Papa Francisco y envía una carta a toda la Compañía de Jesús.


A TODA LA COMPAÑÍA

Queridos hermanos:

La Compañía de Jesús participa del dolor de todo el pueblo de Dios, reunido en la Iglesia, junto a otras muchas personas de buena voluntad, por el final de la vida terrena del Papa Francisco. Lo hace profundamente conmovida y con la serenidad que nace de la firme esperanza en la resurrección por la que el Señor Jesús nos abrió la puerta a la plena participación en la Vida de Dios.

Sentimos dolor por la desaparición de quien fue puesto al servicio de la Iglesia Universal ejerciendo el ministerio petrino por más de 12 años. Al mismo tiempo sentimos la partida de nuestro querido hermano en esta mínima Compañía de Jesús, Jorge Mario Bergoglio. En ella hemos compartido el mismo carisma espiritual y un mismo estilo de seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

En medio del desconcierto por su partida, brota espontáneamente de nuestros corazones un profundo sentimiento de agradecimiento a Dios Padre, rico en misericordia, por tanto bien recibido a través del servicio de toda una vida y por el modo como el Papa Francisco supo guiar a la Iglesia durante su pontificado, en comunión y continuidad con sus predecesores en el esfuerzo por poner en práctica el espíritu y orientaciones del Concilio Ecuménico Vaticano II.

El Papa Francisco mantuvo una mirada atenta a cuanto ocurría en el mundo para ofrecer una palabra de esperanza a todos. Sus extraordinarias encíclicas Laudato Si’ y Fratelli tutti revelan no sólo un lúcido análisis de la situación de la humanidad, sino que, a la luz del evangelio, ofrecen vías para la superación de las causas de tanta injusticia y promover la reconciliación. Para el Papa Francisco, el diálogo de unos con otros, entre rivales políticos o entre religiones y culturas, es el camino para seguir proponiendo la paz y la estabilidad social, para crear entornos de comprensión mutua, de cuidado del otro y apoyo solidario. En muchos momentos hemos escuchado su palabra, su reflexión pastoral y hemos admirado su actividad incansable, proponiendo iniciativas o sumándose a las de otros; siempre convencido del valor de la palabra y del encuentro. ¿Cómo no recordar el momento extraordinario de oración convocado por él mismo ante la emergencia del coronavirus en marzo de 2020, en la plaza de San Pedro, vacía? O la permanente preocupación por la paz ante la intolerancia y las guerras que amenazan la convivencia internacional y generan un sufrimiento indecible en los más indefensos. O la sintonía de su corazón con el inmenso flujo de migrantes forzados en todo el mundo, especialmente aquellos obligados a arriesgar sus vidas cruzando el mediterráneo.

Desde las palabras pronunciadas la noche del 13 de marzo de 2013, al saludar a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para festejar al Papa recién electo, encontramos dos dimensiones claves de su ministerio: la importancia de caminar juntos, Obispo y pueblo, en una ruta de fraternidad, de amor, de confianza, de esperanza; y la centralidad de la oración, especialmente la de intercesión.

El caminar juntos se ha concretado de un modo particular en la importancia dada al desarrollo del Sinodo de los Obispos y en la atención dada a la sinodalidad como dimensión constitutiva del ser Iglesia, que en nada disminuye el Primado de Pedro o la responsabilidad episcopal; por el contrario, permite ejercerlo en una manera más participativa por parte de todos los bautizados, del pueblo de Dios en camino, reconociendo la presencia y acción del Señor en la comunidad eclesial a través del Espíritu Santo.

En nuestra memoria ha quedado grabada la invitación a la oración que hizo aquella noche a todos los fieles: recemos juntos, Obispo y pueblo. Les pido que ustedes recen al Señor para que me bendiga. A lo largo de todo su pontificado concluía sus intervenciones, incluido el ángelus dominical, con la misma invitación: por favor, no se olviden de rezar por mí. No se cansó nunca de recordarnos cómo la oración nace de la confianza y la familiaridad con Dios y cómo en ella podemos descubrir el secreto de la vida de los santos (cf. Audiencia General del 28 de septiembre de 2022).

Cuando se dirigió a nosotros, sus hermanos jesuitas, insistió siempre en la prioridad de reservar en nuestra vida-misión el espacio suficiente a la oración y al cuidado de la experiencia espiritual. Basta recordar lo que escribió en la carta del 6 de febrero de 2019 con la que me comunicaba su aprobación y confirmación de las Preferencias Apostólicas Universales: La primera preferencia (mostrar el camino hacia Dios a través de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento) es capital porque supone como condición de base el trato del jesuita con el Señor, la vida personal y comunitaria de oración y discernimiento. Te recomiendo que, en tu servicio de Superior General, insistas sobre esto. Sin esta actitud orante lo otro no funciona. Reafirmaba de esta manera la exhortación que hizo en su encuentro con los miembros de la Congregación General 36ª (24 de octubre de 2016), en el que insistió con fuerza en la recomendación de pedir constantemente la consolación, dejándonos conmover por el Señor clavado en la cruz que nos mueve al servicio a tantos crucificados en el mundo actual.

En esa ocasión nos indicó algo que podemos considerar un elemento esencial de nuestra identidad. Como si respondiera a una pregunta implícita sobre quién es un jesuita, el Papa Francisco se dirigió a los congregados afirmando: el jesuita es un servidor de la alegría del evangelio en cualquier misión en la que se desempeñe. De esta alegría brota nuestra obediencia a la voluntad de Dios, al envío al servicio de la misión de la Iglesia y también nuestros apostolados junto a nuestra disponibilidad al servicio de los pobres. Es esta alegría la que debe caracterizar nuestro modo de proceder para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana.

El llamado a la alegría que proviene del Crucificado-Resucitado y su Evangelio a través del cual se anuncia esta consoladora noticia, ha sido una constante del pontificado del Papa Francisco. No es por casualidad que muchos de sus documentos magisteriales, comenzando por la exhortación apostólica programática de su pontificado, Evangelii Gaudium, tengan desde el mismo título esta referencia a la alegría profunda, para él imprescindible.

Será precisamente a partir de una relación viva y vivificante con el Señor, fundada en la consolación y la alegría, como podremos ser con la acción pastoral, pero sobre todo con el testimonio de una vida enteramente consagrada al servicio de la Iglesia, Esposa de Cristo, levadura evangélica del mundo, en la búsqueda incesante de la gloria de Dios y el bien de las almas (Respuesta del Papa Francisco a la felicitación del P. Adolfo Nicolás por su elección, 16 de marzo de 2013).

Recordamos con el corazón agradecido la discreta y constante atención del Papa Francisco a la Compañía de Jesús, a nuestra vida y nuestro apostolado. Muchos de ustedes pudieron encontrarse con él en diversos países del mundo porque siempre tenía tiempo para el compartir franco y fraterno con los jesuitas que vivían y trabajaban en los lugares que visitaba.

Acompañamos con nuestro corazón y nuestra oración al Papa Francisco en su encuentro definitivo con Dios, amor incondicional y misericordia infinita, cuyo rostro nos mostró con su vida y magisterio. Confiados en que el Señor acoge en el banquete del cielo a su Siervo fiel, movidos por su ejemplo, renovamos nuestro deseo y nuestro compromiso de seguir a Jesús pobre y humilde y de servir a su Iglesia.

Arturo Sosa, SJ

Superior General

Roma, 21 de abril de 2025

Lunes de Pascua

Papa Francisco (1936-2025)

El Card. Kevin Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia lo anunció con tristeza esta mañana desde la Casa Santa Marta.

 

 

«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre.

Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.

Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

EL PADRE SOSA SJ REAFIRMA LA MISIÓN JESUITA EN UN MUNDO CAMBIANTE

El Padre General Arturo Sosa reafirmó la misión de la Compañía de Jesús, destacando las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) como áreas que guían la participación de los jesuitas en el mundo, mientras continuamos en nuestra misión de reconciliación y justicia.

En una conferencia de prensa organizada el 10 de abril en la sede de la Associazione della Stampa Estera in Italia (una asociación de periodistas de medios de comunicación extranjeros que trabajan en Roma), el P. Sosa dijo que la Compañía de Jesús, partiendo de una visión universal que reconoce la diversidad cultural como una riqueza de la humanidad, se compromete a mostrar el camino hacia Dios a los demás a través de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento, caminando con los excluidos, acompañando a los jóvenes y cuidando de nuestra casa común.

El P. Sosa situó estas PAU como el compromiso de la Compañía de Jesús frente a las preocupantes tendencias que han caracterizado las últimas décadas: el populismo, la polarización, las postverdad y el proteccionismo que cierra las puertas de las naciones poderosas a los migrantes y al libre intercambio de bienes.

En un rápido repaso de la situación actual del mundo, señaló que la democratización de las nuevas naciones está en peligro, e incluso los propios sistemas democráticos más antiguos se están debilitando. Además, el multilateralismo como base del sistema internacional está dando paso a una dominación de las grandes potencias que puede dar lugar a un mundo bipolar que deja poco espacio para que prosperen muchas naciones y pueblos. Es más, estas tendencias se están convirtiendo en amenazas crecientes para millones de personas que intentan superar la pobreza, en particular las que emigran y se encuentran con obstáculos y rechazo dondequiera que vayan.

Dirigiendo su atención a la Iglesia, el P. Sosa subrayó que el papa Francisco, durante los últimos 12 años, en continuidad con sus predecesores, ha estado trabajando en la implementación del Concilio Vaticano II. Dijo que el proceso sinodal que involucró a toda la Iglesia y a otras iglesias es una clara indicación de esta intención. El Padre General también señaló otras áreas de interés del pontificado del Papa Francisco: el compromiso con el desarrollo humano integral (Fratelli tutti), la atención al clamor de los pobres y el cuidado de nuestra casa común (Laudato si’), los continuos esfuerzos para la protección de los menores y las personas vulnerables, y las reformas en la Curia Vaticana, entre otros.

En cuanto a la Compañía de Jesús, señaló que se han iniciado procesos de planificación apostólica para reimaginar la forma en que los jesuitas pueden contribuir a la misión de la Iglesia, teniendo en cuenta los recursos que tenemos, quiénes somos y las herramientas a nuestra disposición. Proporcionando algunas estadísticas, dijo que hay 13.768 jesuitas en el mundo: 9.987 de los cuales son sacerdotes, 718 hermanos, 2.439 escolásticos en estudios y 624 novicios. Estos hombres están presentes en 72 provincias y regiones jesuitas de 110 países de todos los continentes, y se dedican a diferentes tipos de ministerios, como la educación, la promoción del diálogo y la reconciliación, la defensa de la justicia social y el trabajo por un mundo más sostenible y equitativo.

El P. Sosa también abordó otros temas candentes durante la sesión de preguntas abiertas con los miembros de la prensa. Sobre el tema de la protección, expresó el dolor y la cercanía de la Compañía de Jesús con las víctimas que han sufrido abusos sexuales a manos de jesuitas. Señaló que toda la Compañía de Jesús participa activamente en iniciativas para fomentar una cultura de protección. Este esfuerzo comenzó con una auditoría exhaustiva de cada Provincia/Región, seguida de estrategias destinadas a romper el silencio y establecer protocolos eficaces para abordar los casos de abuso. El esfuerzo también incluye la creación de canales específicos para escuchar a las víctimas, proporcionar espacios para la curación y fomentar la educación continua en materia de protección para los jesuitas y sus colaboradores.

Revista Manresa: las Constituciones de la Compañía de Jesús

Con este número de la Revista Manresa invitamos al lector/a de la revista a re-visitar las Constituciones de la Compañía de Jesús. Texto jurídico pero, sobre todo, espiritual, en la medida que de él salen estímulos para vivir la vida consagrada a los miembros de la Compañía de Jesús, de las congregaciones que en ellas se inspiran y de la vida consagrada, en general. No cabe duda de que los textos clásicos -y el de las Constituciones lo es- tienen una vigencia que no caduca

Para ello, con la ayuda inestimable de algunos compañeros jesuitas, especialistas en la materia, a quienes agradecemos vivamente su aportación, proponemos el siguiente itinerario. En primer lugar, Josep M.ª Rambla nos propone una aproximación a la Fórmula del Instituto, documento fundacional y verdadero germen de las Constituciones, situándonos en la óptica de una lectura efectuada desde nuestro hoy.

Le sigue Luís María García Domínguez, quien nos habla del Examen, una pieza que, sin pertenecer propiamente a las Constituciones, sí nos ofrece la idea que la Compañía tiene de sí misma y cómo se presenta a quien llama a sus puertas para convertirse en miembro de ella. A continuación, José Carlos Coupeau nos presenta las Constituciones como un itinerario vital propuesto al jesuita, basándose en las categorías de adelantamiento y aprovechamiento.

Por su parte, en su lectura de las Constituciones, Elías Royón se centra en la categoría de cuerpo (cuerpo de la Compañía), lo cual permite dar una respuesta a la pregunta por nuestra identidad (nuestro ser), condición sine qua non para afrontar nuestro hacer. Agustín Rivarola, espoleado por la inquietante pregunta “¿Por qué las Constituciones no nos cambian?” sugiere caminos para hacer que las Constituciones puedan seguir siendo fuente de inspiración, no solo para los especialistas, sino para el “jesuita medio” (Kolvenbach).

Siendo las Constituciones un texto que se resiste a convertirse en venerable “pieza de museo”, han ido experimentando sus relecturas. Una de las más autorizadas es la de las Normas complementarias, promulgada por la Congregación General 34: de ellas nos hace una detallada presentación Jesús Sariego, bajo el leitmotiv de la “encarnación del deseo”: un ideal que no se encarne nada tendría que ver con la espiritualidad ignaciana. Finalmente, Josep Giménez Meliá nos presenta sucintamente la figura y el magisterio de Jerónimo Nadal como difusor de las Constituciones entre los jesuitas de la primera hora, incidiendo en aspectos de su magisterio que todavía pueden ser relevantes para nuestro aquí y ahora

Se añaden a este cuerpo de artículos las habituales colaboraciones de Semblanzas de estudiosos y promotores de la espiritualidad ignaciana, en este número presentamos la del Padre Yves de Montcheuil a cargo del jesuita francés Dominique Salin. En el apartado de Ayudas para dar Ejercicios, Darío Mollá y Pedro Mendoza continúan con las iniciadas en el número anterior sobre Los Ejercicios Espirituales a sacerdotes y el discernimiento, respectivamente. Acabamos con la sección de Recensiones. Agradecemos la fidelidad y constancia de nuestros lectores, verdadero estímulo para quienes pertenecemos al consejo de redacción, a ofrecer los frutos de una reflexión actualizada sobre la espiritualidad de Ignacio de Loyola en una revista que ya está vislumbrando (este año) la significativa efeméride de su centenario.

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