Kolvenbach: Mística y Política
Un resumen de la conferencia “Mística y política de Ignacio de Loyola” (Bolonia, Italia, 1991) del Padre Kolvenbach, quien falleció a fines de noviembre. Fue superior de la Compañía entre 1983 y 2008.
Ignacio, hombre místico y hombre político
Una precisión sobre el término “política”. Puede ser entendida como la concepción del gobierno de los estados y la organización del poder, el arte y la práctica del gobierno en una cierta sociedad por medio de un partido o de un programa. En este sentido “estatal”, la política no es ciertamente competencia del ámbito religioso en el cual se mueve la Iglesia. Pero la política significa también el servicio del bien común, la búsqueda de relaciones armoniosas y de soluciones a los conflictos entre las sociedades. Que el hombre quiera o no, estos hechos y gestos tienen una dimensión socio-política.
Ignacio en la política de su tiempo
El reconocer una estructura de pecado (según la expresión misma de Juan Pablo II) en el interior de la historia humana en la cual, a pesar de todo, Dios crucificado permanece presente, es el origen del realismo político y del optimismo místico de Ignacio.
La superación mística de la política
Es en la célebre contemplación del Reino de Cristo donde Ignacio muestra claramente que la política no basta. Para Ignacio “sola política” significaría solamente esto: penar con Cristo, trabajar como asociado en una empresa, aun siendo evangélica. Contemplando la persona de Cristo y su obra por el reino de su Padre, Ignacio toma conciencia de que la respuesta a la llamada de Cristo no puede ser un simple acuerdo de trabajo para participar en la tarea evangelizadora, sino que implica siempre una consagración mística de todo su propio ser a la persona de Cristo. La política consistirá entonces en el estar, de ahora en adelante, señalado con los rasgos de los misterios de la vida de Cristo.
Mística de servicio
La de Ignacio es una mística de servicio; menos de estar en Cristo que de estar con Cristo en su obra de salvación. Es entonces un doble “estar con” como en la Alianza: un estar con Dios en un movimiento de consagración y un estar con el mundo, la creación, la sociedad humana por medio de un movimiento de comunión. Ignacio verifica poco a poco que sólo puede en verdad “estar con Dios” si consiente “estar con el mundo” y este doble estar con Dios y el mundo se unifica en la decisión de estar con Cristo.
La prioridad del pobre
Precisamente porque ama igualmente a todos los hombres, Dios concede una prioridad a los pobres. Cuando el rico y el pobre son tratados de igual modo, la igualdad en realidad no existe. Podríamos acusar a Dios de hacer acepción de personas, si no concediese una atención privilegiada a los pobres. Podríamos acusar a Ignacio de una política de élite si no concediese, en su acción hacia los que están arriba, una atención privilegiada a los que están abajo. Este aspecto de la actividad de Ignacio muestra claramente el punto de unión entre mística cristocéntrica y política social.
Mística de abajamiento
Ignacio ha aprendido místicamente de su Señor que una salvación ofrecida a todos sin excepción, universalmente, aunque según las palabras mismas de Cristo, la buena nueva sea anunciada a los pobres. Políticamente, Ignacio vive en una concepción del mundo donde la imagen de Evangelio es absolutamente imposible servir a los que están abajo sin entrar en una relación siempre más cristiana con los que están arriba porque, por otra parte, los que están arriba no pueden llamarse cristianos sin imitar al Señor que se hace siervo, siendo la bienaventuranza de los que están abajo.
Contemplativo en la acción
Fue Jerónimo Nadal quien definió a Ignacio como “un contemplativo en la misma acción”. Un santo mundano: “en todo, palabras y acciones era consciente de la presencia de Dios, sensible a esta presencia, que sentía sobrenaturalmente atractiva”. Es cierto que este ideal puede llevar a una política que abusa de lo religioso o una mística manipulada hábilmente por la política; y de hecho, implica un problema concreto en la vida del que es llamado a vivir esta espiritualidad. Por eso, es necesario volver aquí a la orientación cristocéntrica de la espiritualidad de Ignacio. Quien es perfectamente contamplativo en la acción es ciertamente Cristo.
Fuente: Entre Paréntesis
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