Características del Joven Ignaciano
En este artículo desarrollamos seis dimensiones desde las que los jóvenes ignacianos están invitados a pensar su Fe y la realización del Proyecto de Dios para sus vidas. Los puntos que presentamos a continuación no son sólo una propuesta de reflexión para los jóvenes, sino también un recurso para quienes los acompañan. Este acompañamiento tiene como objetivo principal colaborar con el encuentro personal con Jesucristo, y ayudar a conocer y asumir la propia vocación, como respuesta a la experiencia del amor de Dios.
1) Dimensión Fe-Misión:
Haciéndose consciente de la acción de Dios en el mundo, el joven que hace la experiencia ignaciana, se entiende como parte de un proyecto mayor que engloba a toda la creación. Dentro de este proyecto, quiere descubrir su lugar para colaborar con Dios. El dónde y cómo de esta colaboración nace como fruto del discernimiento, que es un proceso en el cual se predispone a escuchar la voz de Dios en su vida, para poder elegir su vocación. Es un proceso que se hace desde la libertad, y es un llamado que se vive dentro de una comunidad, implicándose con la vida de otros.
2) Dimensión Fe-Afectividad:
Se trata de integrar todas los ‘amores’ de su vida para ponerlos en torno a un amor que es Principio y Fundamento: el Amor de Dios. Este amor está cimentado en una experiencia de encuentro personal con Jesús, que se ha profundizado en el camino ignaciano. Es la experiencia de un amor que acaba por ‘afectarlo todo’. Y esto se refleja en el modo de vivir la relación con los demás, en cómo se gestionan y entienden sus afectos y su sexualidad.
3) Dimensión Fe-Razón:
La fe del joven ignaciano no es puramente sentimental. Las elecciones que se dan a través del discernimiento implican incorporar las razones y las consecuencias de un determinado modo de seguimiento, al mismo tiempo que buscan la confirmación del Espíritu. Así el joven encuentra y da razones de su fe y su práctica religiosa, e intenta hacer que su vida sea coherente con aquello que cree. Pone así su potencial y sus competencias intelectuales al servicio de Dios.
4) Dimensión Fe-Justicia:
El joven ignaciano, así como busca reconocer la acción de Dios en el mundo, también se da cuenta de aquellas realidades injustas y las estructuras que las promueven. Sabiéndose parte del proyecto del Reino, se compromete con palabras y obras para servir a sus hermanos, especialmente aquellos más humildes y desfavorecidos, entendiendo que en ellos se sirve a Cristo mismo. Al mismo tiempo, busca encarnar los valores de justicia que Jesús anunció en las bienaventuranzas; y se preocupa por la participación social y política desde la vocación a la que se siente llamado.
5) Dimensión Fe-Comunidad:
La experiencia de Fe del joven ignaciano no puede quedarse en una vivencia individual, sino que encuentra un valor especial en poder compartirla con otros y en ser parte de una familia universal en Cristo. Reconoce a la comunidad y a la Iglesia como un lugar donde Dios se hace presente y actúa. Se siente parte responsable de la misión de la Iglesia y sabe aprovechar la riqueza de los sacramentos y la Palabra vivida y compartida con los demás.
6) Dimensión Fe-Cultura:
El joven ignaciano está inserto en su contexto social y cultural con todas sus particularidades, y en gran medida está constituido por él. Dentro de este contexto, busca crecer en diálogo y servicio a los demás, más allá de las diferencias culturales, religiosas e ideológicas. De este modo, intenta contribuir a transformar su entorno hacia una convivencia más fraterna y solidaria. Reconociendo y respetando las diferencias sociales y culturales, busca expresar su mensaje de fe adaptándolo a las diferentes culturas en las que vive y se relaciona.
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