Bruno Cadoré OP: «Hay que Hacer Presente el Evangelio en el Continente Digital»
Entrevista a Bruno Cadoré, Maestro de la Orden de Predicadores (dominicos), publicada en el portal Religión Digital.
Médico pediatra con especialidad en bioética y doctor en Teología Moral, Bruno Cadoré es el 86 sucesor de Santo Domingo de Guzmán como Maestro de la Orden de Predicadores. De visita a España, asegura que la Iglesia debe «hacer presente el Evangelio en el continente digital», pero sin «abandonar la proximidad con las personas». Al estilo de Francisco, que «habla de su fe», desde su vivencia personal de una intensa relación con Cristo.
¿Cómo llevar adelante la predicación en la época de internet, redes sociales? ¿Cómo predicar el Evangelio en este tiempo?
Me parece que hay, al menos, dos caminos; el primero es el de hacer el Evangelio presente en las redes sociales, para que se inculture en esta nueva cultura, en este nuevo continente, como dijo el papa Benedicto. Esto es importante no solamente por las necesidades técnicas sino, también, por la compresión de que estas redes son una cultura nueva; un nuevo tipo de relaciones sociales, un nuevo tipo de expresión. Por ejemplo, no se puede hablar de Evangelio en estas redes solamente mediante palabras escritas, sino también por vídeo; a través de las herramientas que nos ofrecen los nuevos medios. Entonces, hay que buscar cómo hacer el Evangelio presente en este nuevo continente.
Veo que en la Iglesia tenemos muchos equipos, de todo tipo, que buscan estos nuevos medios en sitios, en aplicaciones, mediante entrevistas en Youtube, etc. Este sería el primer camino.
¿Y el segundo camino?
Hay un segundo camino, que es hacer el primero sin olvidar que la transmisión del Evangelio necesita, además, de la relación personal, de la relación con la experiencia humana y la experiencia de fe. Y quiero decir que no es fácil para mí imaginar cómo mostrar que la comunidad cristiana, la comunidad humana de fe, no es solamente una comunidad de opiniones, ni una comunidad de reconocimiento mutuo; es una comunidad en la cual sus miembros viven juntos y comparten sus experiencias de vida.
En la transmisión del Evangelio, un punto muy importante es que es «consolación» en la vida. Y eso no se puede hacer siempre por medio de las redes sociales, se necesita también una relación concreta, de persona a persona. Por eso, pienso que hay que imaginar cómo vamos a desarrollar en la Iglesia la presencia de la predicación en esos medios nuevos, sin abandonar la acogida de las personas y la proximidad: la amistad con las personas. Y la amistad no es, solamente, que tengo cien o mil o diez mil amigos, sino que tengo «un amigo», un amigo personal, con el cual puedo hablar de mi vida sin dificultad y con confianza, y recibir, cuando lo necesito, la fuerza de la consolación.
¿Cuáles son, en su opinión, las claves del pontificado de Francisco? ¿Qué reformas cree que son más importantes para la Iglesia hoy?
¿Cómo encontrar un equilibrio? Me parece que el modo está muy ilustrado en la simplicidad, la amistad y la cercanía del papa Francisco. Eso nos dice algo importante de la predicación: la predicación es ser «testigos» de la amistad de Dios, y Francisco quiere hacer esto; transmitir la cercanía de Dios pero, también, lo hace con una fe que se puede ver inmediatamente. Me parece que la gente está muy impresionada por este hombre que habla de su fe y que vive de su fe, y eso se convierte en un mensaje para la predicadores.
La predicación no es un desafío de las palabras; es un desafío del dar la vida para ser testigo de la cercanía de Dios. Dar la vida en amistad para ser testigo de la amistad de Dios con la gente. Creo que es lo que hace el Papa y es, también, lo que marcan los medios de comunicación y el objeto de la comunicación alrededor del Papa. Es un mensaje importante de cómo no dar un discurso doctrinal, antes de ofrecer palabras de amistad, palabras de comprensión. Me viene a la mente «palabras de escucha» que, aunque sea una paradoja, él lo consigue: sus palabras son palabras de escucha porque son palabras de amistad, y de una amistad a través de la cual se puede percibir su deseo de amistad con Dios.
Todo un reto eclesial
Efectivamente, eso es un desafío para la Iglesia. A veces, la Iglesia parece demasiado una organización, más que un cuerpo de gente, que una comunidad de creyentes que querrían, como comunidad, poner la amistad de Dios en práctica. Para mí la Iglesia como comunidad, no como organización, es un sacramento de la amistad de Dios, y eso sería lo más importante cuando se habla de qué cambios necesitamos hacer en ella. Necesitamos fortalecer esta convicción de que ser creyentes quiere decir pertenecer a una comunidad humana, de amistad, de buscadores de Dios.
Fuente: Religión Digital
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