Reflexión del Evangelio – Domingo 12 de Agosto
Evangelio según San Juan 6, 41-51
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: ‘Yo he bajado del cielo?’”. Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: ‘Todos serán instruidos por Dios’. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Reflexión del Evangelio – Por Oscar Freites SJ
Desde hace tres domingos venimos leyendo juntos el capitulo sexto del evangelio según san Juan, y aún nos quedan otros dos domingos más para seguir gustando de sus enseñanzas. Al parecer en medio de estos versículos hay algo bien importante para nosotros, algo que nos tiene que quedar bien claro, una enseñanza que no podemos pasar por alto.
Recordemos, en primer lugar, los pasos que hemos venido dando durante estos domingos. La historia comenzó a orillas del mar de Galilea, para luego trasladarse a una montaña en donde Jesús y los discípulos dieron de comer a una multitud a partir de la sencilla ofrenda de cinco panes y dos peces. De allí, a Cafarnaúm, al otro lado del lago, en donde nuevamente la multitud hambrienta rodeó a Jesús. En esta ocasión Jesús no anduvo con vueltas; apenas la multitud salió a su encuentro no dudó en decirles: “Ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse”… Parece como sí les dijera: “Ustedes me buscan porque yo hice caso a sus necesidades, a sus pedidos. Pero… ¿realmente desean encontrarse conmigo?, ¿Saben quién soy?… Yo soy el Pan vivo, bajado del cielo.”
Este tremendo cruce de verdades dejó un poco molestos a todos los que allí estaban, quienes de inmediato comenzaron a murmurar. ¿Quién se cree éste para decirnos esas cosas?, ¿Qué sabe de nosotros?, ¿Cómo viene a meterse así en nuestras vidas?, ¿Quién se cree que es? Y la murmuración comenzó a cumplir sus efectos: dividir, alejar, oscurecer la verdad, distanciar. En medio de la murmuración es muy difícil creer en las verdades que se nos están diciendo. En medio de la murmuración, todos aquellos comenzaron a distanciarse de Jesús.
Pero Jesús les va a insistir: “En verdad, en verdad les digo: Yo soy el pan de la vida, crean en mí”. Desde su verdad, Jesús quiere que nos hagamos cargo de nuestra verdad. ¿Por qué buscamos a Jesús?, ¿Por qué queremos estar junto a Él? La verdad de Jesús viene a sacudir profundamente nuestras falsas verdades, nuestros engaños y mentiras; nuestras murmuraciones y descalificaciones.
En verdad, en verdad les digo: crean en mi, pues, Yo soy el Pan en medio de sus hambres, soy el Camino en medio de sus extravíos, soy la Verdad en medio de sus engaños, soy la Vida en medio de sus muertes…
La insistencia de Jesús es constante (en verdad, en verdad les digo), quiere que nos acerquemos a su verdad, a su realidad. Quiere que comencemos a relacionarnos con él desde su verdad, desde lo que realmente es, y no desde lo que nosotros imaginamos o proyectamos que es. Gratuidad, donación, misericordia, entrega, compañía, pequeñez, amor, vida; son algunas palabras que nos pueden acercar a esa verdad.
Quizás estás semanas en donde vamos meditando este capítulo 6 de San Juan, son bien importantes para dejar que Jesús nos diga quién es él, cuál es su misión y qué espera de nosotros. Y esa no es una tarea fácil, no es algo que podamos pasar por alto; porque también supone que nos preguntemos seriamente quiénes somos nosotros, cuál es nuestra misión y qué esperamos de Jesús.
Pidámosle a Jesús, Pan de Vida, que nos ayude en este camino de sincerar nuestras búsquedas, para poder acercarnos verdaderamente a la realidad de Jesús en nuestras vidas.
Fuente: Red Juvenil Ignaciana
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