La Pedagogía Ignaciana en la Educación Superior Jesuita
El Centro Virtual de Pedagogía Ignaciana presenta la propuesta pedagógica para la educación superior jesuita, a través de un recorrido de las directrices trazadas en discursos de los Padres Generales y en documentos de la Compañía durante las últimas cuatro décadas. Además, se ofrece una selección de referencias sobre el tema y documentos que muestran cómo las universidades asumen el sello pedagógico ignaciano en sus programas de enseñanza, investigación y servicio/vinculación.
- Un modelo educativo-pedagógico transformador
En 1979, el P. Pedro Arrupe, en su charla a los jesuitas de México, “Universidad y educación jesuítica hoy”, resaltaba la necesidad de promover una transformación en las universidades que fermente la formación de los alumnos como “hombres para los demás”, para que sean agentes multiplicadores de cambio; una transformación sustentada en la investigación sobre los problemas humanos y de la realidad social como “apostolado intelectual” al servicio del pobre y por la justicia. Y en todo ello, comunicar “el espíritu que nosotros debemos tener, que es el ignaciano… Lo específico nuestro será aquello que se deriva de la especificidad del carisma ignaciano, traducida en vida académica, en educación, etc.” Así trazaba Arrupe, hace 40 años, las líneas básicas del modelo educativo-pedagógico ignaciano para las universidades jesuitas, al presente recogidas en sus planes estratégicos con variadas propuestas programáticas para su concreción; pero que no pocas divergencias causaron por entonces en la Compañía de Jesús, como lo analizó el P. Peter-Hans Kolvenbach, en 1985, en su discurso “La universidad jesuítica hoy”, dirigido a los rectores reunidos en Frascati-Italia, en el que ratificó y explicó el sentido misional de dichas líneas.
Luego, en 1986, se publica el documento “Características de la educación de la Compañía de Jesús”, que reafirma el modo ignaciano de proceder (inspiración, valores, actitudes, estilo…), en procura de una formación integral con orientación al compromiso por la justicia desde la dimensión de fe que la impregna. Kolvenbach, al promulgar este documento, pidió a las universidades la adaptación de lo aplicable de sus directrices pedagógicas y, en discurso posterior, “Características de nuestra educación” en Georgetown-USA, 1989, aportó variadas pistas para hacerlo, entre ellas el uso de los valores como punto de partida para la reformulación de los planes de estudio, la dinámica Fe-Justicia como foco apostólico en todas las políticas institucionales y la práctica de la pedagogía jesuita.
En 1993, la Compañía publica el documento “Pedagogía Ignaciana: Un planteamiento práctico”. Allí Kolvenbach expresa el objetivo último de la educación jesuita en la fórmula de “las 4 Cs”: la formación de hombres y mujeres conscientes, compasivos, competentes y comprometidos. Como “modo de proceder en la práctica pedagógica” se propone el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI), camino para el conocimiento y transformación de la realidad, personal y social, con cinco momentos en interacción derivados de la estrategia de los Ejercicios Espirituales: contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación. A la luz de este documento, las universidades revisaron sus proyectos educativos e impulsaron acciones para la formación del profesorado en la pedagogía ignaciana.
En su conferencia del 2000, “Servicio de la fe y promoción de la justicia”, Santa Clara-USA, Kolvenbach ahonda en el alcance de esta opción y las características de la universidad ideal del Siglo XXI: describe los rasgos del alumno que se desea formar, el rol del profesor en la enseñanza y la investigación, y el modo de proceder que se debe reflejar en políticas y estrategias fundamentadas en la espiritualidad ignaciana; todo ello para convertirla en “fuerza social” en favor de la justicia. En el 2001, con su discurso “Universidad y carisma ignaciano”, Monte Cucco-Italia, avanzó un paso más en el enriquecimiento de la propuesta educativa-pedagógica universitaria, al esbozar la raíz de su “por qué” en el magis y el “para qué” en cuatro objetivos que constituyen los componentes de la “persona completa” y, por tanto, de la “enseñanza integral”: práctico-profesional, cívico-social, humanista y religioso, elaborando sobre una afirmación del P. Diego de Ledesma recogida en versiones de la Ratio Studiorum. En su último discurso sobre la educación superior jesuita, dirigido en el 2007 “Al Consejo Directivo de la Universidad de Georgetown” , Roma-Italia, profundiza en esos objetivos con sus implicaciones para la enseñanza, la investigación, el servicio y la organización universitaria, acuñando expresiones en latín: utilitas, iustitia, humanitas y fides; formulación, ampliamente divulgada luego como el “Paradigma Ledesma-Kolvenbach”.
El P. Adolfo Nicolás, en su conferencia del 2008: “Misión y universidad: ¿Qué futuro queremos?”, Barcelona-España, reflexiona de qué manera las dimensiones del Paradigma Ledesma-Kolvenbach pueden definir el “espíritu universitario”, esto es los valores que permitan inspirar futuros deseados. Posteriormente, en el Encuentro Mundial de Rectores de Universidades Jesuitas, México 2010, discierne sobre el tema “Profundidad, universalidad y ministerio académico: Desafíos a la educación superior jesuita de hoy”: frente al contexto de la globalización, resalta la necesidad de encontrar maneras pedagógicas creativas para fomentar la profundidad de pensamiento y la imaginación transformadora en los estudiantes; del abordaje de temas tocantes a la fe, la justicia y la ecología desde la universalidad; y de la renovación del ministerio académico (apostolado intelectual) entendido como “mediación entre fe y cultura”.
En los distintos discursos del P. Arturo Sosa Abascal al mundo universitario aparecen frecuentes referencias a las realidades y tendencias del entorno (políticas, sociales, culturales, económicas, éticas, ecológicas, tecnológicas, etc.), con sus oportunidades y desafíos, de los cuales deriva implicaciones para la renovación del sentido misional y la pedagogía jesuita hoy. Propone mirar a la universidad como un “proyecto de transformación social para generar vida plena”, con capacidad creativa para anticiparse a su tiempo. En este sentido, ha venido reflexionando sobre estrategias que recomienda acentuar, como las siguientes: a) la promoción de la misión apostólica evangelizadora para la reconciliación (entre los seres humanos, con la creación y con Dios), la justicia social y la sustentabilidad ecológica, en diálogo con las culturas y las religiones; b) la formación de hombres y mujeres con conciencia de ciudadanía universal, comprometidos con la justicia, la reconciliación y el cuido de lo público como bien común; c) la comprensión de la utilitas como la incidencia real de la propuesta educativa jesuita en la transformación de la sociedad; d) el fomento de las experiencias de responsabilidad social, vinculadas al currículo, aplicando la pedagogía ignaciana; e) el reconocimiento de la acción política universitaria, para la defensa de los derechos humanos y la construcción de democracias; f) la profundización del apostolado intelectual para crear ambientes de búsqueda de la verdad y de alternativas a los problemas humanos; g) la incorporación lúcida en la nueva cultura digital; h) el desarrollo de políticas inclusivas que alcancen a los marginados y de una cultura de salvaguarda de las personas vulnerables; i) el fortalecimiento del trabajo en colaboración y en redes. Los discursos del P. Sosa sobre educación universitaria se encuentran en este enlace al CVPI. Se recomienda la lectura de “La universidad fuente de vida reconciliada”, Encuentro Mundial de Universidades encomendadas a la Compañía de Jesús, Loyola-España, 2018; y “La universidad ante los desafíos de la sociedad: Pertinencia del enfoque universitario ignaciano de responsabilidad social universitaria”, Córdoba-Argentina, 2018.
- Referencias sobre la pedagogía ignaciana en la educación superior
Como lecturas generales proponemos: «La Pedagogía Ignaciana y su fuerza impulsora: Los Ejercicios Espirituales» de Luiz Fernando Klein, S.J; “Paradigma Pedagógico Ignaciano” de Luis Granados Ospina S.J.; “Aportes de la Pedagogía Ignaciana a los desafíos del futuro” de Jesús Montero Tirado S.J.; “El Paradigma Universitario Ledesma-Kolvenbach” de Melecio Agúndez SJ; y, también, la publicación “Liderazgo ignaciano: Nuestro modo de proceder”, producida por la Red de Homólogos de Pastoral Universitaria de AUSJAL, en la que se vincula la propuesta formativa de las 4 Cs con el PPI y el discernimiento ignaciano.
Con recomendación especial para su estudio presentamos la versión digital ampliada del libro: “Pedagogía ignaciana y currículo. Implicaciones en la formación de los jóvenes en la educación superior”, resultado del trabajo colaborativo de la Red de Homólogos de Educación de AUSJAL, coordinado por Javier Loredo Enríquez. Esta versión incluye el contenido de la edición impresa (publicada en 2018 por la Universidad Iberoamericana Puebla con la Iberoamericana México, la Iberoamericana León y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) y más una introducción que da cuenta del propósito de la obra, la estrategia seguida y la estructura de los distintos apartados. En este documento el lector encontrará valiosas pistas para concretar y transparentar la pedagogía ignaciana en los procesos formativos y de construcción del conocimiento.
- Documentos que muestran cómo las universidades AUSJAL asumen la pedagogía ignaciana
La mayoría de las universidades, hoy día, tienen planes estratégicos que dan cuenta de su identidad y la visión de su proyecto académico en la docencia, la investigación, el servicio/vinculación y la gestión; presentamos dos ejemplos de reciente formulación: “Universidad Iberoamericana México-Tijuana” y “Universidad Católica del Uruguay”. En casos, se tienen documentos que explicitan el modelo educativo/formativo/pedagógico; ejemplos: “Universidad Centroamericana El Salvador”, “Pontificia Universidad Católica de Ecuador” y “Universidad Alberto Hurtado”. Hay también universidades que vienen desarrollando interesantes propuestas pedagógicas para profundizar la integración curricular vinculada a la práctica/servicio de los estudiantes; ejemplo bien documentado es la experiencia del “Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente”. Además, en todas se han elaborado propuestas para la formación de los estudiantes en la dimensión espiritual; un ejemplo es la del Centro Ignaciano de la “Universidad Iberoamericana México”. Y cabe destacar el esfuerzo que se realiza desde la AUSJAL, para contribuir a la formación integral de los estudiantes con el “Programa de Liderazgo Universitario Latinoamericano (PLIUL)”.
Otra línea común, asumida con mayor o menor grado de sistematicidad en todas las universidades, es la formación del personal en la identidad y la propuesta pedagógica institucional, complementada con la oferta pastoral en espiritualidad ignaciana. Un ejemplo de programa consolidado es “Cardoner, Sentido Javeriano” de la Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. Otro ejemplo con una programación estructurada, que incluye la formación de iniciación y diplomados en diversas especialidades académicas, es el de la “Universidad Centroamericana”.
Para cerrar este Boletín, algunos comentarios. Los documentos institucionales producidos por AUSJAL y las universidades de la red, publicados en sus páginas web, dan cuenta de un significativo proceso de búsqueda y elaboración de propuestas que explicitan el sentido de su misión y las características que las distinguen como instituciones jesuitas. Pero, la generación de una cultura con el sello de la espiritualidad y la pedagogía ignaciana, en todos los procesos académicos y en la organización, sigue siendo un horizonte y reto que las obliga a profundizar mucho más en la concreción de sus propuestas.
Por otra parte, hay nuevos desafíos trazados por el P. Arturo Sosa, que necesitan ser asimilados y traducidos en la enseñanza, la investigación y el servicio/vinculación, para potenciar la acción reconciliadora y transformadora de las universidades en la sociedad. En algunas planificaciones recientes se plantea como prioridad la generación de un modelo educativo y una cultura de innovación; en casos se habla de la innovación como una línea estratégica de trabajo. Importante, en estas búsquedas, es que no se pierdan de vista y se adapten, con fidelidad creativa y criterios claros de pertinencia social, las directrices fundamentales del modelo educativo-pedagógico ignaciano para la educación superior jesuita. En tal sentido, invitamos a reflexionar sobre los planteamientos de David Fernández-Dávalos S.J., en su conferencia “La calidad académica como pertinencia social”.
Fuente: Pedagogía Ignaciana
Mi admiración por San Ignacio no se acaba . Hace 400 años los problemas actuales fueron vislumbrados por él y respondió con el voto de obediencia al Papa .y hoy vemos una Compañía viva , actual y fiel asus fuentes Encuentro el “sentire cum eclesiae “ como la fuente de su juventud y su adaptación l mundo de hoy . La historia confirma la visión de Ignacio y su constancia por hacer del mundo a través de sus hijos un lugar donde todos podemos tener una vida en la justicia y que ñ amor.
Yo experimenté los primeros intentos para acercar a sus Universidades a los de menos recursos. Las licenciaturas abiertas costaban 50 % menos que las presenciales.yo fui afortunada con esta opción hace 35 años y veo con gratitud que la Comoañia de Jesús sigue fiel a sus orígenes