Carnaval de Oruro: Pedagogía audiovisual de un pueblo
Por Emmanuel Sicre SJ
Desentrañar lo que vemos, oímos y sentimos al participar del carnaval y descubrir lo que nos está pasando dentro. He aquí toda la pedagogía audiovisual de “una obra maestra de patrimonio oral e intangible de la humanidad”, como se lo define universalmente.
Cada año se fortalecen los elementos centrales de la cultura, la tradición, las costumbres y la religiosidad andinas de Oruro. Cuando tú llevas a alguien que va por primera vez no hay que explicar demasiado: danzas rituales, comunidad, cuidado mutuo, fe compartida, color, esmero, sincronicidad, música, peregrinar sagrado, alegría. Todo se despierta en esta pedagogía audiovisual para transformarse en una ceremonia que los mayores desean perpetuar por generaciones. Hay un sentido profundo en cada Fraternidad que desfila su manojo de significados, hecho escuela de historia e identidad cultural de los pueblos para ser consagrados de manera festiva. ¡Cómo perderlo! ¡Cómo no compartirlo!
La fiesta es una oportunidad que, en medio de las adversidades -políticas, sociales, económicas, en fin, humanas-, nos sigue rescatando y animando para descubrir lo bello de la vida en el compartir, danzar, cantar, reír y llorar juntos. El carnaval es esfuerzo por generar belleza como comunidad, es movimiento vivo, es llegada con una promesa en el corazón al lugar sagrado donde nos encontramos con Nuestra Señora del Socavón que sigue abrazando la fragilidad de ser caminantes.
La fiesta es una catarsis que nos lleva a la Madre para desahogar en su regazo nuestro interior y expresarle nuestras necesidades personales y comunitarias. Esto es lo que refleja la armonía de las danzas: la uniformidad que no opaca ni homogeneiza, sino que convoca y embellece a todos. El bien y el mal, la tristeza y la alegría, los ángeles y los diablos, peregrinación y carnaval, riqueza y pobreza, nuestras contradicciones, no se oponen en lucha mortal, sino que danzan para demostrar que el amor, la vida y la esperanza siguen resucitando, cada día, en el corazón del pueblo.
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