Papa Francisco: «Que el resucitado sane las heridas de la humanidad desolada»

El papa Francisco presidió este domingo 12 de abril en la basílica de San Pedro la misa del domingo de Resurrección, rezó por el mundo entero e impartió la bendición Urbi et Orbi. 

“Hoy resuena en todo el mundo el anuncio de la Iglesia: “¡Jesucristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado”, dijo en su reflexión. “Es el contagio de la esperanza: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!»”, aseguró.

“No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no ‘pasa por encima’ del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios”, profundizó.

Que el Resucitado “conceda su consolación”

En ese sentido, invitó a mirar al Resucitado, “que no es otro que el crucificado”, para “que sane las heridas de la humanidad desolada”, y mencionó especialmente a los enfermos, a los que han fallecido y a las familias que lloran la muerte de sus seres queridos: “Hoy pienso sobre todo en los que han sido afectados directamente por el coronavirus” y pidió para ellos “que el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas. Que conceda su consolación”. Del mismo modo, recordó al personal sanitario, a las autoridades y a todos los que trabajan en los servicios esenciales.

Lutos, sufrimientos físicos y problemas económicos, enumeró el Pontífice al referirse a la pandemia, y advirtió: “Esta enfermedad no sólo nos está privando de los afectos, sino también de la posibilidad de recurrir en persona al consuelo que brota de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y la Reconciliación”. En ese marco, animó a recordar la antífona de ingreso de la Misa del día de Pascua del Misal Romano: “No temas, he resucitado y aún estoy contigo”.

Por otra parte, Francisco expresó su cercanía con quienes enfrentan un futuro incierto, porque temen perder el trabajo y las consecuencias que esto genera; también con quienes toman decisiones políticas, y los exhortó a que encarnen la búsqueda del bien común de todos los ciudadanos “para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas”.

“Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos”, exhortó.

Una nueva humanidad

Para finalizar su reflexión, el Santo Padre pidió a la humanidad y en especial a la comunidad católica, que actúen en la construcción de una nueva humanidad, fruto de la resurrección de Jesús entre nosotros.
Para ellos, exhortó a no dejar solos a los pobres, a los presos y a los que no tienen hogar. “Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos”.

Fuente: AICA

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