Droga y Exclusión

La problemática de las adicciones es padecida por todas las personas afectadas, independientemente de su condición económica o social. Pero si al problema del consumo se suma un contexto de exclusión, la complejidad es mayor. Así lo refleja un estudio realizado por la Familia Grande del Hogar de Cristo, una organización parroquial que acompaña desde el año 2008 a las personas de los barrios más vulnerables con problemas de adicción.

Ana Campoli es referente de la región centro de Hogar de Cristo y nos cuenta sobre la complejidad de la vida cotidiana de quienes consumen en contextos de exclusión y de la imperiosa necesidad de una atención especialmente adaptada.

  • ¿A qué se refieren con atención especialmente adaptada?

Desde la Familia Grande del Hogar de Cristo, acompañamos con un «método» que se comparte y que supone, primero, comprender que lo que acompañamos es, antes que nada, una persona, no alguien que es «adicto», o que sufre violencia. Es alguien que tiene una historia y que dicha historia personal está atravesada por una complejidad de situaciones, de allí que el acompañamiento es «artesanal», uno a uno, o como le decimos: «atención especialmente adaptada». En el Hogar decimos que intentamos ser respuesta ante las necesidades que se presentan y no propuesta que podrían ser prefabricadas, es decir que no tienen que ver con esa comunidad o con esa persona.

  • De acuerdo a la realidad que describen en el video, ¿cómo afectó el actual contexto de pandemia?

Desde los diferentes centros barriales de la Familia Grande del Hogar de Cristo a lo largo de todo el país podemos dar cuenta del agravamiento de la situación de vulnerabilidad que produjo la pandemia. Las redes que colaboraban en el sostenimiento de las situaciones de mayor vulnerabilidad se redujeron (o cerraron) y entonces se multiplicaron las necesidades. Se vio un gran aumento de personas en situación de calle. Y se agravaron las condiciones de riesgo social que se producen a partir de la irrupción producto de la pandemia, porque supone un impacto en las relaciones con el consumo problemático, las violencias intrafamiliares y comunitarias, entre otras situaciones de dolor.

¿Cómo podemos colaborar como sociedad?

Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, presentamos un documento en conjunto con Cáritas y la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia de Argentina. En él compartimos nuestras reflexiones basadas en el cotidiano encuentro con este dolor que asoma cada vez que llegamos a una comunidad, donde encontramos relatos de desgarro, desesperación, impotencia o vivencia de desamparo. Es necesario llamar la atención sobre el agravamiento de la pandemia de las drogas y las adicciones en tiempos de COVID-19.

  • De acuerdo a ese documento, ¿qué es lo que más preocupa?

Por nuestra experiencia en barrios populares vemos que es urgente tomar conciencia de que las drogas y las adicciones es una problemática que se ignora. La sociedad y el Estado están cada vez más fragmentados en sus respuestas, lo cual demuestra que no se comprende la complejidad y gravedad de este flagelo.

Vimos como con las restricciones por la pandemia quedaron huérfanos nuestros barrios. Muchos jóvenes se encuentran sin espacios de contención, ni referentes del mundo adulto o pares con los que interactuar en los clubes, las escuelas e incluso la mayoría de nuestras capillas que quedaron cerradas.

Todos los días comprobamos cómo las adicciones y sus consecuencias van rompiendo los lazos sociales de nuestras comunidades y detonan los valores fundamentales que nos unen como comunidad. Hoy el problema ya no se resuelve con trabajo y vivienda porque no existe la red de apoyo de la comunidad organizada y se vive en el desesperado «sálvese quien pueda».

Nos inquieta la post pandemia y el aumento del HIV, la tuberculosis y otras enfermedades asociadas al consumo de paco y otras drogas dado que no hay controles ni respuesta terapéutica.

También es necesario reconocer y entender los padecimientos mentales de las personas en contexto de exclusión. Lo percibimos antes de la pandemia y, ya atravesándola, hizo saltar por los aires la cuestión de la Salud Mental, tan lejana para recibir atención y no pensada para la realidad de nuestros barrios.

Queremos visibilizar la creciente cantidad de personas en situación de calle, que fueron y siguen siendo vulneradas todos sus derechos. La calle no es un lugar para vivir, ni morir. No hay tiempos de espera, no se pueden dilatar más las respuestas.

Redes sociales

Fuente: ucc.edu.ar

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