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‘A ustedes los llamo amigos’. Ordenaciones sacerdotales y diaconal en Córdoba

Este viernes, en la Iglesia de la Compañía de Jesús de Córdoba, celebraremos la ordenación sacerdotal de Agustín, Christian y Ernesto, tres compañeros jesuitas de nuestra Provincia ARU. En la misma celebración, Joaquín Tabera será ordenado diácono.

Compartimos con ellos sus sensaciones de cara a la ordenación y qué experiencias rescatan como más significativas de los años de formación. Si bien todos destacaron que cada etapa les ha permitido crecer y sentirse desafiados para responder a la vocación con fidelidad, el tiempo de noviciado –que todos ellos realizaron en la misma ciudad de Córdoba-, los ha marcado profundamente.

La celebración convocará a jesuitas de toda la Provincia, familiares y amigos de los ordenandos y se vivirá como una fiesta de toda la familia ignaciana, al servicio de la Iglesia. Para quienes no pudieran asistir presencialmente, tendrán la oportunidad de seguir la transmisión a través del canal de YouTube de Radio María Argentina a través del siguiente enlace t.ly/DvHUY

Christian Marin sj

Compartimos unos días de Ejercicios previos a la ordenación que me dispusieron a ofrecer mi vida, aquietando y serenando el Espíritu y el corazón. Fue una nueva experiencia de encuentro con el Señor al que me dispongo a servir y ofrecerme al Dios que me llama, a quien siento amigo y compañero de camino.

Dentro de los años de formación, el noviciado fue para mí un gran oasis en el camino de la vida, una experiencia profunda de reconciliación y sanación interior que afianzó mi entrega. Me el magisterio me confirmó en la vocación y en el modo de ser Iglesia que me anima: siendo uno más. Asumiendo el ministerio como una función particular dentro del cuerpo de la Iglesia, pueblo de Dios, caminando junto a otros.

Ernesto Miguens

Estos días previos a la ordenación fueron de mucha consolación. Me siento reconfortado por recibir tantas muestras de cariño y por descubrir que son tantos los que se alegran conmigo y ven en la ordenación un signo muy fuerte de lo que es el llamado de Dios a cada persona.

Para muchos la ordenación es una gran noticia entre tantas noticias malas que se publican de nuestra Iglesia; es como una pequeña puerta que se abre para invitar a revivir una fe que ha sido muchas veces olvidada.

He disfrutado enormemente los años de teología en Colombia, pero el tiempo más significativo de la formación fue el primer año del noviciado. Allí me sentí invitado a formar parte de un proyecto propio. Me di cuenta de que hasta ese momento yo había trabajado en proyectos ajenos, y ahora estaba invitado a trabajar con mi Padre, en un proyecto del que somos verdaderos herederos.

 

Agustín Borba

El sentimiento más fuerte que estoy viviendo en este tiempo son la gratitud a Dios por la vida, por el regalo de la vocación y de vivir de este modo el servicio, con compañeros jesuitas. Siento que afirma mi vocación el servicio en el ministerio del presbítero y así servir a la Iglesia. Vivo un profundo agradecimiento por tantas personas con las que he compartido el camino, con quienes me fui formando y aprendiendo. Tanta gente para quienes también es motivo de alegría y consolación por la ordenación y todo lo que implica.

Junto a esta gratitud también se hace presente el vértigo frente a un momento tan importante y de lo que significa el entregar la vida con lo que significa de sacrificio al mismo tiempo que implica plenitud y belleza, de entrega y de sentirnos en manos de Dios.

De las etapas de formación, todas me dejaron experiencias significativas y profundas. En particular, el noviciado fue la etapa del primer amor, de las ilusiones y asumir más concreta el deseo de responder al llamado en profundidad. Con la oportunidad de aprender cada vez más de Jesús, de la Compañía y de la preparación a los votos, deseando que sea para toda la vida. Lo guardo con especial gratitud y es motivo de particular alegría y confirmación de mi vocación.

Joaquín Tabera

Este último tiempo de preparación para la ordenación lo vivo con mucha intensidad y muy confirmado y consolado por la gracia de la consolación que me impulsa y sostiene. Confiado en lo que viene y que es el Señor quien llama y sostiene.

El mes de Ejercicios del noviciado sigue siendo un espacio de riqueza y aprendizaje profundo. Así fui aprendiendo cómo habla el Buen y Mal Espíritu en el corazón y en el discernimiento en la vida cotidiana. Fue un tiempo en el que sentar los cimientos de la vocación y, cada etapa posterior fue consolidando y consolando la respuesta al llamado del Señor.

 

Representa todo lo que descubro del lenguaje de Dios y de cómo es Él quien nos busca. Me permite seguir aprendiendo un modo de orar, de relacionarme con Dios y Él conmigo. Una y otra vez me permite confirmar en la vida diaria y resignificar procesos, ideas, mociones que han echado raíz desde el noviciado.

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