Cómo me gustaría que fuera la escuela del futuro
Frente a los cambios en la sociedad, los modos de relacionarse, de conducirse, de pensar, la educación debería ser un ámbito que de a las personas herramientas para poder moverse en este mundo cambiante. La capacidad de la educación, en todos los niveles, de adaptarse a las necesidades de los educandos es algo bastante cuestionable.
Tenemos aquí el testimonio de un padre que, a través de la experiencia de su hija, reflexiona sobre el modelo actual de educación y el tipo de educación que le gustaría que la escuela le ofreciera.
Escrito por Javier Gómez Torres
Desde hace unos meses vengo sufriendo en casa, a través de la figura de mi hija de 8 años, el tradicionalismo de una escuela que está lejos de afrontar con decisión aquellos cambios que con tanto ahínco diferentes instituciones y gurús educativos nos dicen que son necesarios realizar para poder formar a los alumnos ante los cambios que están aconteciendo en la sociedad actual.
Mi hija, que es ajena a este debate, solo sabe que en su escuela, aquel lugar en el que se supone deberían alimentar su curiosidad para aprender y fomentar habilidades que son propias de los niños del siglo XXI, recibe el encargo de realizar todos los días una enorme cantidad de deberes que tiene que desarrollar, así como ha empezado a “aprender” que para aprobar una asignatura (porque sí, ya le han dicho que las asignaturas están ahí para aprobarlas), tiene que memorizar muchos conceptos y contenidos que tiene que repetir en un examen, aun cuando muchos de ellos no es capaz de relacionarlos entre diferentes materias y de otros muchos no sabe qué aplicación práctica tienen.
Mi hija de 8 años está memorizado el nombre de 16 países europeos y sus capitales. Una lista, sin aprender nada, solo le piden que memorice. Unido a esto, hace unos días me enviaron un listado, en el que se supone aparecen las 16 habilidades que la Escuela debe desarrollar en los alumnos para que sean hábiles en la sociedad del futuro.
Cabe preguntarse, creo, si antes de pensar en qué habilidades queremos fomentar o desarrollar en nuestros alumnos, no deberíamos pensar en cómo nos gustaría poder trabajar para poder alcanzar esos objetivos.
Así pues, como en esto de la Educación es complicado que nadie pueda decir la última palabra, me he atrevido a crear mi propio listado con las 10 características que me gustaría que tuviera la escuela del futuro.
Les presento este listado, ¿lo modificarías?, ¿eliminarías algún punto?, ¿incluirías algún otro?
1. En mi escuela ideal, se fomenta el aprendizaje práctico, la experimentación, los viajes a museos, lugares históricos, centros de innovación, el trabajo en laboratorios, la investigación en bibliotecas…
2. En esa misma escuela, las aulas están diseñadas para fomentar la interacción de los alumnos. Las sillas y las mesas están así mismo diseñadas para que puedan colocarse casi en cualquier configuración que el docente imagine, así como para ser dejadas de lado en cualquier momento para poder trabajar en cualquiera de las dimensiones del propio aula (el suelo, las paredes…).
3. En esta escuela soñada, los horarios no existen y las materias no se ofrecen de manera totalmente segmentada. Los contenidos se ofrecen al alumno interconectándolos unos con otros, y los alumnos son animados a investigar y a trabajar conjuntamente en proyectos de investigación que deben presentar a sus compañeros, de manera que todos ellos acaban siendo una parte activa de su propio aprendizaje.
4. En esta escuela, los docentes siguen siendo una parte fundamental. Son al mismo tiempo guías, mediadores y animadores, y disponen de los medios y la formación para adaptar el ritmo de clase a los ritmos individuales de sus alumnos.
5. En esta escuela, no cabe de ninguna manera un comportamiento que no respete la pluralidad de la sociedad en la que nos encontramos, y por supuesto, permanece atenta para responder con rapidez ante cualquier atisbo de violencia entre los alumnos. La educación emocional forma parte de esta escuela desde los primeros días de escolarización y la empatía y el respeto al prójimo son dos de las bases fundamentales en las que se basa este sistema.
6. En esta escuela, se respetan los intereses de los alumnos y se integran en el currículo de aprendizaje. La individualización de los itinerarios de aprendizaje es una asignatura aprobada por esta escuela, que no es capaz ya de imaginar otra manera de enseñar que no sea la de adaptarse a la realidad de las necesidades planteadas por sus alumnos.
7. En esta escuela, los cursos ya no existen. Muy al contrario, se establece un tiempo de escolarización que tiene un itinerario marcado desde el primer año hasta el último, y se permite a los docentes establecer rutas personalizadas para lograr los objetivos que la sociedad demanda. Los alumnos tienen que desarrollar unas capacidades y para lograrlo la escuela tiene que ser capaz de adaptarse a la realidad social, económica y cultural del ambiente en el que se encuentra inmersa.
8. No es extraño en esta escuela que alumnos con más edad trabajen con otros que tienen menos años. La inclusión es una realidad en esta escuela y se fomenta que todos los alumnos tengan la seguridad de ser integrantes de un gran grupo de aprendizaje.
9. Esta escuela está abierta a que diferentes integrantes de la sociedad crucen sus puertas y sean también responsables de la formación de los alumnos. No se busca la integración de teorías de grandes gurús que no conocen su realidad, sino que está abierta al farmacéutico, al policía, al cocinero… a todos aquellos que tienen algo que decir y enseñar y que pueden ser referentes reales para los alumnos.
10. En esta escuela el fin último no es la evaluación. Los alumnos, que como ya he dicho trabajan en diferentes proyectos, son evaluados de manera constante durante todo el proceso. No quiero decir con esto que ya no existen los exámenes, sino que estos son en esta escuela una prueba más, y no la única ni tampoco la más importante.
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