Jornada Mundial por la Paz: La Buena Política está al Servicio de la Paz

 Compartimos el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial por la Paz 2019, que se celebra el 1° de enero de cada año.

1. “Paz a esta casa”

Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: «Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).

Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana. La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.

Por tanto, este es también mi deseo al comienzo del nuevo año: “Paz a esta casa”.

2. El desafío de una buena política

La paz es como la esperanza de la que habla el poeta Charles Péguy; es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia. Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción.

Dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Como subrayaba el Papa san Pablo VI: «Tomar en serio la política en sus diversos niveles ―local, regional, nacional y mundial― es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad».

En efecto, la función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad.

3. Caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz

El Papa Benedicto XVI recordaba que «todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. […] El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político. […] La acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana». Es un programa con el que pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.

A este respecto, merece la pena recordar las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel testigo del Evangelio:

Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo.

Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. Estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.

4. Los vicios de la política

En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a ella. Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio.

5. La buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro

Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven condenados a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar en un proyecto para el futuro. En cambio, cuando la política se traduce, concretamente, en un estímulo de los jóvenes talentos y de las vocaciones que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre los rostros. Se llega a una confianza dinámica, que significa “yo confío en ti y creo contigo” en la posibilidad de trabajar juntos por el bien común. La política favorece la paz si se realiza, por lo tanto, reconociendo los carismas y las capacidades de cada persona. «¿Hay acaso algo más bello que una mano tendida? Esta ha sido querida por Dios para dar y recibir. Dios no la ha querido para que mate (cf. Gn 4,1ss) o haga sufrir, sino para que cuide y ayude a vivir. Junto con el corazón y la mente, también la mano puede hacerse un instrumento de diálogo».

Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales. Una confianza de ese tipo nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas. En particular, vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad que tanto necesita nuestro mundo globalizado. Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que quiere el bien y la felicidad de la familia humana.

6. No a la guerra ni a la estrategia del miedo

Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza. En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.

Asimismo, nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos. En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados. El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro de la humanidad.

7. Un gran proyecto de paz

Celebramos en estos días los setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue adoptada después del segundo conflicto mundial. Recordamos a este respecto la observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos».

La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:

  • la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;
  • la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;
  • la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.

La política de la paz ―que conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas― puede recurrir siempre al espíritu del Magníficat que María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).

Vaticano, 8 de diciembre de 2018

Francisco

Fuente: Vatican.va

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Breve Resumen del Documento Final del #Synod2018

Un breve resumen sobre el Documento Final del Sínodo de los Obispos “Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento”. Puedes leer el documento completo visitando Escuchando.lat

Jóvenes acogidos, escuchados, acompañados por adultos que sean testigos creíbles del Evangelio.

Jóvenes que se conviertan en protagonistas de la misión de la Iglesia no en fuerza de una estrategia de mercadeo, de un juvenil encomendarse a las redes sociales, de rígidos y descarnados llamados doctrinales, sino porque encuentren en sus vidas testimonios capaces de tocar el corazón: «Los jóvenes necesitan santos que formen otros santos».

El Sínodo de los obispos sobre los jóvenes publicó su documento final, que deberá cambiar la pastoral juvenil de la Iglesia católica, pero a partir de la conversión personal de cada uno de los padres sinodales y “oidores”, como subrayó el Papa Francisco, quien en su discurso final explicó: «Ahora el Espíritu nos da el documento para que trabaje en nuestro corazón, somos nosotros los destinatarios de los documentos, no la gente de afuera».

El documento de 167 párrafos insiste sobre el acompañamiento, la acogida, el discernimiento. Propone extendidamente la imagen de una Iglesia “sinodal”, que se abra más a compartir y que vea a los chicos mismos convertirse en protagonistas de la misión evangelizadora. Y propone a todas las Iglesias que ofrezcan a los jóvenes una experiencia de acompañamiento, un periodo largo para ser vivido lejos de los ambientes acostumbrados, dedicándose al servicio y a la oración.

El texto final del aclara que la Iglesia está «en escucha» de los jóvenes, que «expresan el deseo de ser escuchados, reconocidos, acompañados» (párrafo 7) y el Sínodo «reconoce que no siempre la comunidad eclesial sabe hacer evidente la actitud que el Resucitado tuvo hacia los discípulos de Emaús» y «a veces prevalece la tendencia a ofrecer respuestas preconcebidas y recetas listas, sin dejar que surjan las demandas juveniles en su novedad y apreciar su provocación» (párrafo 8).

Muchos temas se afrontan en el documento, que reconoce las «diversidades de contextos y de culturas» de los padres sinodales, desde la «diferencia entre hombres y mujeres con sus dones peculiares, las sensibilidades específicas y experiencias del mundo» (párrafo 13), hasta el tema de la «colonización cultural» (párrafo 14), desde el papel que la Iglesia desempeña en sus instituciones educativas, acogiendo a «todos los jóvenes, independientemente de sus preferencias religiosas, orígenes culturales y situación pastoral, familiar o social» (párrafo 15), pasando por «la familia, punto de referencia privilegiado» (párrafo 132), la importancia de la maternidad y de la paternidad (133), las potencialidades y peligros del ambiente digital (22-24): un tema sobre el cual, además, en el párrafo 146 el documento subraya que el Sínodo «espera que en la Iglesia sean instituidos en los niveles adecuados Oficinas específicas u organismos para la cultura y la evangelización digital» e hipnotiza también «sistemas de certificación de los sitios católicos, para contrarrestar la difusión de falsas noticias sobre la Iglesia».

 Migrantes

 Toda una sección está dedicada a los migrantes (25-28), y en ella se subraya, entre otras cosas, que «gracias a los diferentes orígenes de los Padres, con respecto al tema de los migrantes el Sínodo ha visto el encuentro de muchas perspectivas, en particular entre países de partida y los países de llegada» y resonó «el grito de alarma de esas Iglesias cuyos miembros se ven obligados a escapar de la guerra y de la persecución y que ven en estas migraciones forzadas una amenaza para su misma existencia. Precisamente el hecho de incluir en su interior todas estas diferentes perspectivas pone a la Iglesia en condición de ejercer un papel profético en relación con la sociedad sobre el tema de las migraciones».

 Abusos

 El documento del Sínodo dedica una sección “ad hoc” a «todos los tipos de abuso», aclarando que «el Sínodo insiste el firme compromiso para la adopción de rigurosas medidas de prevención que impidan que se repitan, a partir de la selección y de la formación de aquellos a quienes serán encomendadas tareas de responsabilidad y de educación» (párrafo 129) y «expresa agradecimiento hacia aquellos que tienen el valor de denunciar el mal sufrido: ayudan a que la Iglesia cobre conciencia sobre lo sucedido y sobre la necesidad de reaccionar con decisión».

Exclusión y marginación

 Diferentes secciones afrontan varias caras de la injusticia social: el mundo del trabajo sigue siendo «un ámbito en el que los jóvenes expresen su creatividad y la capacidad de innovar», pero, «al mismo tiempo experimentamos formas de exclusión y marginación» (párrafo 40). Las diferentes formas de violencia y de las persecuciones que interpelan a la Iglesia (41), desde las situaciones de guerra hasta la criminalidad, pasando por los «diferentes tipos de persecución, hasta la muerte», las dependencias y la «marginación»social (42). El documento arroja luz sobre aspectos positivos como el compromiso y la participación social de los jóvenes, su pasión por el arte, la música y el deporte.

 En el párrafo 53, el documento final subraya que «el Sínodo es consciente de que un número consistente de jóvenes, por las razones más diferentes, no piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para su existencia. Algunos, es más, piden expresamente ser dejados en paz, puesto que sienten su presencia como algo fastidioso e incluso irritante. Tal petición a menudo no nace de un desprecio acrítico e impulsivo, pero cuyas raíces se hunden en razones serias y respetables: los escándalos sexuales y económicos; la poca preparación de los ministros ordenados que no saben interceptar adecuadamente la sensibilidad de los jóvenes; la poca preparación de la homilía y en la presentación de la Palabra de Dios; el papel pasivo encomendado a los jóvenes dentro de la comunidad cristiana; la fatiga de la Iglesia a la hora de dar razón sobre las propias posiciones doctrinales y éticas frente a la sociedad contemporánea», se lee en el texto de los padres sinodales, que subraya el deseo de los jóvenes de ser protagonistas y su deseo de que haya «un mayor reconocimiento y valoración de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia».

 El texto también explica que la Jornada Mundial de la Juventud (que nació «de una profética intuición de san Juan Pablo II, quien sigue siendo un punto de referencia incluso para los jóvenes del tercer milenio»), así como los encuentros nacionales y diocesanos, tienen «un papel importante en la vida de muchos jóvenes, porque ofrecen una experiencia viva de fe y de comunión» (párrafo 16).

 Sexualidad – Afectividad

 En relación con la sexualidad (149-150), «en el actual contexto cultural —escribieron los padres sinodales—, la Iglesia no logra transmitir la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad». Sirve «una búsqueda de modalidades más adecuadas, que se traduzcan concretamente en la elaboración de caminos de formación renovados. Hay que proponer a los jóvenes una antropología de la afectividad y de la sexualidad capaz de dar el justo valor a la persona, en todos los estados de la vida. Se trata de apostar por la escucha empática, el acompañamiento y el discernimiento, en la línea indicada por el reciente Magisterio. Por ello es necesario cuidar la formación de los agentes pastorales para que resulten creíbles, a partir de la maduración de las propias dimensiones afectivas y sexuales».

 En relación con el tema de la «diferencia y armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales», el Sínodo «insiste en que Dios ama a cada persona y lo mismo hace la Iglesia, renovando su compromiso en contra de cualquier discriminación y violencia según una base sexual. Igualmente reafirma la determinante relevancia antropológica de la diferencia y reciprocidad del hombre y la mujer y considera reducto definir la identidad de las personas únicamente a partir de su orientación sexual». En relación con la acogida específica de las personas homosexuales, «ya existen en muchas comunidades caminos de acompañamiento en la fe». El Sínodo «recomienda favorecer tales recorridos. En estos caminos, las personas son ayudadas a leer la propia historia; a seguir con libertad y responsabilidad al propio llamado bautismal; a reconocer el deseo de pertenecer y contribuir en la vida de la comunidad; a discernir mejores formas para realizarlo».

 Promoción de la Justicia

El Sínodo también recuerda (153-154) que «la promoción de la justicia» se relaciona también con la administración «de los bienes de la Iglesia. Los jóvenes se sienten en casa en una Iglesia en la que la economía y las finanzas son vividas en la transparencia y en la coherencia. Se necesitan decisiones valientes en la perspectiva de la sostenibilidad, como indica la encíclica “Laudato si’”, puesto que la falta de respeto del ambiente genera nuevas pobrezas, de las cuales los jóvenes son las primeras víctimas. Los sistemas se cambian también demostrando que es posible una manera diferente de vivir la dimensión económica y financiera. Los jóvenes espolean a la Iglesia para que sea profética en este campo, con las palabras pero, principalmente, mediante decisiones que demuestren que una economía amiga de la persona y del ambiente es posible. Junto con ellos podemos hacerlo». Con respecto a las cuestiones ecológicas, «será importante ofrecer líneas guía para la concreta realización de la “Laudato si’” en las prácticas eclesiales». Muchas de las intervenciones «han subrayado la importancia de ofrecer a los jóvenes una formación al compromiso socio-político y el recurso que la doctrina social de la Iglesia representa al respecto. Los jóvenes en la política deben ser apoyados y animados para que actúen por un cambio real de las estructuras sociales injustas».

 Los padres sinodales llegaron a proponer (161) que todas las Iglesias particulares, las congregaciones religiosas, los movimientos, las asociaciones y otros sujetos eclesiales ofrezcan «a los jóvenes una experiencia de acompañamiento en vista del discernimiento». Una experiencia cuya duración puede variar según los contextos y las oportunidades, que se puede cualificar como «un tiempo destinado a la maduración de la vida cristiana adulta. Debería prever una distancia prolongada de los ambientes y de las relaciones acostumbradas, y ser construida alrededor de por lo menos tres ejes indispensables: una experiencia de vida fraterna compartida con educadores adultos que sea esencial, sobria y respetuosa de la casa común; una propuesta apostólica fuerte y significativa que vivir juntos; una oferta de espiritualidad arraigada en la oración y en la vida sacramental. De esta manera están todos los ingredientes necesarios para que la Iglesia pueda ofrecer a los jóvenes que lo quieran una profunda experiencia de discernimiento vocacional».

Predicar con el testimonio

«Nosotros debemos ser santos —se lee en uno de los párrafos finales del documento (166)— para poder invitar a los jóvenes a volverse santos. Los jóvenes han pedido en voz alta una Iglesia auténtica, luminosa, transparente, alegre: ¡solo una Iglesia de santos puede estar a la altura de tales peticiones! Muchos de ellos la han dejado porque no han encontrado santidad en ella, sino mediocridad, presunción, división y corrupción. Desgraciadamente el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia» en lugar de haber descubierto «la santidad de sus miembros: por ello la Iglesia en su conjunto debe llevar a cabo un decisivo, inmediato y radical cambio de perspectiva. Los jóvenes necesitan santos que formen otros santos, demostrando así que la santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Existe un lenguaje que todos los hombres y mujeres de cualquier tiempo, lugar y cultura pueden comprender, porque es inmediato y luminoso: es el lenguaje de la santidad».

 El documento, precisó durante una rueda de prensa el prefecto del dicasterio vaticano de la Comunicación, Paolo Ruffini, se dirige, como ha indicado el Papa, a los mismos padres sinodales y al Papa, y Francisco no ha decidido, por lo tanto, si forma parte del Magisterio de la Iglesia.

 Los 167 párrafos superaron el quorum que osciló entre 166 y 168 votos. Con 65 “non placet” y 178 “placet” fue aprobado el párrafo más polémico, el 150, que afirma, entre otras cosas, que «existen ya en muchas comunidades cristianas caminos de acompañamiento en la fe para personas homosexuales: el Sínodo recomienda favorecer tales caminos», que ayudan «a cada joven, sin exclusión, a integrar cada vez más la dimensión sexual en la propia personalidad, creciendo en la cualidad de las relaciones y caminando hacia el don de sí». Otro párrafo controvertido, que obtuvo 51 “non placet” y 191 “placet”, es el 121 sobre la «forma sinodal de la Iglesia».

Homilía del Papa en la Misa de Cierre del Sínodo de Jóvenes

El papa Francisco presidió este domingo 28 de octubre en la basílica de San Pedro la misa de clausura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicado al tema de los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. 

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre los tres ejes en los que giraron los trabajos de los padres sinodales en estas tres semanas: escucha, acompañamiento y testimonio. 

Sobre la escucha, Francisco habló del “apostolado del oído: escuchar, antes de hablar”. “¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida!”, exclamó. Escuchar “el grito del que pide ayuda”. 

“Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos”, explicó.

Francisco invitó a los padres sinodales a pedir también ellos «la gracia de un corazón dócil para escuchar» y se dirigió a los jóvenes: «Me gustaría decirles a los jóvenes, en nombre de todos nosotros, adultos: discúlpennos si a menudo no los hemos escuchado; si, en lugar de abrir el corazón de ustedes, les hemos llenado los oídos».

«Como Iglesia de Jesús deseamos escucharlos con amor, seguros de dos cosas: que su vida es preciosa ante Dios, porque Dios es joven y ama a los jóvenes; y que su vida también es preciosa para nosotros, más aún, es necesaria para seguir adelante», sostuvo.

En segundo lugar, el pontífice habló sobre el acompañamiento en el camino de la fe, es decir, “hacerse prójimos”. 

El Papa explicó que el Señor se implica “en primera persona con un amor de predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su mensaje: así la fe brota en la vida”. 

Ese acompañamiento es esencial para el camino de fe, pues “la fe pasa por la vida. Cuando la fe se concentra exclusivamente en las formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a lo social”.

En opinión del Papa, la cercanía es esencial para la transmisión de la fe.Proximidad: aquí está el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto secundario”. 

“Hacerse prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas. Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los que ‘no son de los nuestros’ y que Dios busca ardientemente”. 

Francisco advirtió también contra la tentación de “lavarse las manos” ante el sufrimiento del prójimo. “Nosotros, en cambio, queremos imitar a Jesús, e igual que él ensuciarnos las manos”.

“Reconozcamos que el Señor se ha ensuciado las manos por cada uno de nosotros, y miremos la cruz y recomencemos desde allí, del recordarnos que Dios se hizo mi prójimo en el pecado y la muerte. Se hizo mi prójimo: todo viene de allí”. 

De esa manera, “cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos en portadores de nueva vida: no en maestros de todos, no en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva”.

El tercer eje es testimoniar. “No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús”. 

“Él nos envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su nombre. Él nos envía a decirles a todos: ‘Dios te pide que te dejes amar por Él’”. 

En vez de ello, “cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos hemos llevado a nosotros mismos, nuestras ‘recetas’, nuestras ‘etiquetas’ en la Iglesia. Cuántas veces, en vez de hacer nuestras las palabras del Señor, hemos hecho pasar nuestras ideas por palabra suya. Cuántas veces la gente siente más el peso de nuestras instituciones que la presencia amiga de Jesús”. 

“Entonces pasamos por una ONG, por una organización paraestatal, no por la comunidad de los salvados que viven la alegría del Señor”. 

El Papa finalizó su homilía afirmando que “la fe es una cuestión de encuentro, no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro testimonio de vida, no nuestros sermones».

Fuente: AICA

 

Lee también 

Carta de los Padre Sinodales a los Jóvenes

Antes de finalizar la misa de clausura de la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Card. Lorenzo Baldisseri, leyó en nombre de los Padres sinodales, una carta dedicada a los jóvenes de todo el mundo.

A continuación, compartimos la traducción del texto integral en español:

Nos dirigimos a ustedes, jóvenes del mundo, como padres sinodales, con una palabra de esperanza, de confianza, de consuelo. En estos días hemos estado reunidos para escuchar la voz de Jesús, “el Cristo eternamente joven” y reconocer en Él sus muchas voces, sus gritos de alegría, los lamentos, los silencios.

Conocemos sus búsquedas interiores, sus alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que los inquietan. Deseamos que ahora puedan escuchar una palabra nuestra: queremos ayudarlos en sus alegrías para que sus esperanzas se transformen en ideales. Estamos seguros que están dispuestos a entregarse, con todas sus ganas de vivir, para que sus sueños se hagan realidad en su existencia y en la historia humana. 

Que nuestras debilidades no los desanimen. Que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder su confianza. La Iglesia es su madre, no los abandona y está dispuesta a acompañarlos por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo.

Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto hasta darle a su Hijo Jesús, se fija en las cosas, en el éxito inmediato, en el placer y aplasta a los más débiles, ustedes deben ayudarle a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia.

Durante un mes, hemos caminado juntos con algunos de ustedes y con muchos otros unidos por la oración y el afecto. Deseamos continuar ahora el camino en cada lugar de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros.

 La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de su entusiasmo. Sean compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida.

Son el presente, sean el futuro más luminoso.

Palabras del P. Juan Bytton SJ en el #Synod2018

El P. Juan Bytton SJ, Capellán de la Pontificia Universidad Católica del Perú, intervino en la sesión del miércoles 17 del Sínodo de Obispos “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, que giró en torno a la tercera parte del documento preparatorio “Líneas de acción”. Compartimos un fragmento de la reflexión del P. Bytton ante el Santo Padre, los Padres Sinodales y auditores presentes:

“Hoy, la Iglesia y los jóvenes tienen un punto de encuentro: la fragilidad. Constatamos en diversas partes del mundo el fracaso de propuestas pastorales que terminan alejando a muchos jóvenes. Sin embargo, sabemos que el problema no es el mensaje, sino el mensajero. Ya no se trata de decir: “Joven, yo Iglesia te digo lo que debes hacer”; Ahora tengamos la valentía de decir: “Iglesia y joven busquemos juntos lo que Dios quiere que hagamos”. Ya no es “yo y tú” ahora es “nosotros”: caminemos juntos, sin miedo y desconfianzas para que la primera palabra que salga de nuestro interior sea: perdón. Las crisis nos llevan a la verdad, y la verdad a la libertad (Cf. Juan 8,32).

Encontramos en el Nuevo Testamento el adjetivo griego ἀσθένεια – “asténeia” que significa frágil, débil. Lo dice el Señor: “El Espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mc 14,37). Y San Pablo nos muestra cómo hacer de la fragilidad una profunda experiencia de conversión. A los romanos les dice: “No critiquen al débil en la fe, al contrario, acójanlo” (Rom 14,1). Una Iglesia en salida es una iglesia capaz de reconocerse frágil y, al salir, se encuentra con aquellos jóvenes que en algún momento se alejaron de ella. Hoy, ese camino está lleno de crucificados y marginados.

La actitud de conversión no pone en riesgo la doctrina, al contrario, la alimenta, la vuelve más cercana y comprensible, pues las preguntas y las dudas también son Palabra de Dios (Cf. Mt 25,37; Mc 8, 29; Lc 1,34; Jn 6,68)”.

‘De las “communities” a las comunidades’: 53º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

El papa Francisco dio a conocer el tema elegido para la 53º Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales, que se celebra en 2019: “Somos miembros los unos de los otros” (Ef 4,25). De las “communities” a las comunidades.

 El tema subraya la importancia de restituir a la comunicación una perspectiva amplia, fundada sobre la persona; y pone el acento en el valor de la interacción, entendida siempre como diálogo y oportunidad de encuentro con los demás.

De este modo, invita a una reflexión sobre el estado actual y sobre la naturaleza de las relaciones en Internet, para recomenzar desde la idea de comunidad como red entre las personas en su totalidad.

 Algunas de las tendencias predominantes en el llamado “social web” nos sitúan ante una pregunta fundamental: ¿hasta qué punto se puede hablar de verdadera comunidad frente a las lógicas que caracterizan algunas “communities” en las redes sociales?

 La metáfora de la red como comunidad solidaria implica la construcción de un “nosotros” basado en la escucha del otro, en el diálogo y, por consiguiente, en el uso responsable del lenguaje.

 Ya en su primer Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en 2014, el Santo Padre hizo un llamamiento para que Internet fuese “un lugar rico en humanidad: no una red de cables, sino de personas humanas”.

 

“Disciernan Juntos lo que el Señor pide a su Iglesia”

El miércoles 3 de octubre el Papa Francisco celebró la Santa Misa en la plaza de San Pedro con la que inauguró la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado al tema de Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional; en la que dio una cálida bienvenida a los dos obispos de China Continental que «por primera vez pueden participar en un Sínodo”; manifestando además su profundo deseo de que “este nuevo encuentro eclesial pueda ser capaz de ensanchar horizontes, dilatar el corazón y transformar aquellas estructuras que hoy nos paralizan, nos separan y nos alejan de nuestros jóvenes, dejándolos a la intemperie y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida (cfr. Exhortación a los Apóstoles Evangelii Gaudium, 49)».

 Por la tarde, en torno a las 16:30 hora local de Roma, tuvo lugar en el Aula del Sínodo del Vaticano, la oración inicial y saludo del Papa con la que se abre oficialmente este encuentro sinodal que durará hasta el 28 de octubre.

 Los jóvenes animan a las Iglesias del mundo

El Pontífice inició su discurso agradeciendo la presencia de los jóvenes “cuya fuerza emana positividad y entusiasmo, capaz de invadir y animar no sólo esta sala, sino a toda la Iglesia y al mundo entero”; a la vez que mostró su gratitud con todas las personas “que a lo largo de dos años de preparación -aquí en la Iglesia de Roma y en todas las Iglesias del mundo- han trabajado con dedicación y pasión para llevarnos a este momento”.

Diálogo libre también en las Redes Sociales

Asimismo, el Papa dedicó un pensamiento especial a los jóvenes que participan en el Sínodo conectados a través de las Redes Sociales y las nuevas formas de tecnología que permiten, de un modo u otro, “expresar sus voces”, ya que – dijo Francisco- “vale la pena sentirse parte de la Iglesia o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como hogar, como familia, que a pesar de las debilidades y dificultades humanas, es capaz de resplandecer y transmitir el mensaje eterno de Cristo”.

Por otra parte, el Obispo de Roma destacó que el Sínodo que estamos viviendo “es un tiempo para compartir”,por ello invitó a todos a hablar con valentía y parresía, es decir, integrando libertad, verdad y caridad; porque- dijo- “sólo el diálogo puede hacernos crecer como Iglesia, puesto que la crítica honesta y transparente es constructiva y ayuda, mientras que la charla inútil, los rumores, las inferencias o los prejuicios no lo son”.

Valentía para hablar y humildad para escuchar

Igualmente el Santo Padre señaló que la valentía para hablar debe ir acompañada de la humildad de escuchar:

 “El Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, sobre todo entre los que participan en él. Y el primer resultado de este diálogo es que cada uno se abre a lo nuevo, a cambiar de opinión gracias a lo que ha escuchado de los demás”, añadió Francisco subrayando que sentirnos libres para acoger y comprender a los demás, y así cambiar nuestras creencias y posiciones; “es un signo de gran madurez humana y espiritual”.

 “ Vale la pena sentirse parte de la Iglesia o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como hogar, como familia, que a pesar de las debilidades y dificultades humanas, es capaz de resplandecer y transmitir el mensaje eterno de Cristo ”

 El Papa también reflexionó sobre el Sínodo como un “ejercicio eclesial de discernimiento”.

 “La apertura en el hablar y la apertura en la escucha son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”, dijo el Sucesor de Pedro, asegurando que el discernimiento “no es un eslogan publicitario, no es una técnica organizativa, ni una moda de este pontificado, sino una actitud interior enraizada en un acto de fe”. 

Discernir en el corazón reflexionando en silencio. Al respecto, Francisco resaltó que el discernimiento es el método y al mismo tiempo el objetivo que nos fijamos: “se basa en la convicción de que Dios actúa en la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que me hablan. Por eso estamos llamados a escuchar lo que el Espíritu nos sugiere, de maneras y en direcciones que a menudo son impredecibles”.

 “ El discernimiento no es un eslogan publicitario, no es una técnica organizativa, ni una moda de este pontificado, sino una actitud interior enraizada en un acto de fe ”

 En este contexto, teniendo en cuenta que el ejercicio de discernir necesita de “espacio y de tiempo”, el Papa dispuso que durante los debates, en el Pleno y en los Grupos, cada cinco intervenciones se guarden algunos minutos de silencio “para que todos puedan prestar atención a las resonancias que las cosas que escuchan provocan en sus corazones, profundizar y captar lo que más les llama la atención. Esta atención a la interioridad es la clave para realizar el camino del reconocimiento, la interpretación y la elección”, añadió.

 Una Iglesia en camino que escucha

En referencia “a ser signo de una Iglesia en camino que escucha”, el Pontífice recuerda que la actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que se intercambiarán en el trabajo sinodal.

 “ Cada cinco intervenciones se guardarán algunos minutos de silencio para que todos puedan prestar atención a las resonancias que las cosas que escuchan provocan en sus corazones ”

 “El camino de preparación para este momento ha puesto de relieve una Iglesia que está obligada a escuchar también a los jóvenes, que a menudo sienten que la Iglesia no comprende su originalidad y, por tanto, no los acepta por lo que realmente son, y a veces incluso los rechaza. Este Sínodo tiene la oportunidad, la tarea y el deber de ser un signo de la Iglesia que escucha realmente, que se deja interpelar por las peticiones de aquellos que salen a su encuentro, aunque no siempre tenga una respuesta preparada”.

 “Una Iglesia que no escucha está cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, sobre todo para los jóvenes, que inevitablemente se alejarán en lugar de acercarse”, afirmó.

Salgamos de los prejuicios y estereotipos

Asimismo, el Papa indicó que un primer paso en la dirección de la escucha es “liberar nuestras mentes y nuestros corazones de prejuicios y estereotipos”.

 “ Este Sínodo tiene la oportunidad, la tarea y el deber de ser un signo de la Iglesia que escucha realmente, que se deja interpelar por las peticiones de quienes salen a su encuentro, aunque no siempre tenga una respuesta preparada ”

 “Los jóvenes están tentados de considerar a los adultos anticuados; los adultos están tentados de sentir que los jóvenes no tienen experiencia de saber cómo son y, sobre todo, de cómo deben ser y comportarse. Esto puede ser un obstáculo importante para el diálogo y los encuentros intergeneracionales”, advirtió el Obispo de Roma, explicando que “descuidar el tesoro de experiencias que cada generación hereda y transmite a la otra, es un acto de autodestrucción”.

 Por lo tanto, es necesario- observó Francisco- por una parte, superar decididamente la plaga del clericalismo.

 “ Una Iglesia que no escucha está cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, sobre todo para los jóvenes, que inevitablemente se alejarán en lugar de acercarse ”

 “De hecho, escuchar y salir de los estereotipos es también un poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, el cual es una perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia», dijo el Pontífice, poniendo en guardia también sobre el peligro del virus de la autosuficiencia, que afecta a algunos jóvenes llevándolos a tomasr decisiones precipitadas, ya que- expresó Francisco- “la acumulación de la experiencia humana a lo largo de la historia es el tesoro más preciado y fiable que las generaciones heredan unas de otras. Sin olvidar nunca la revelación divina, que ilumina y da sentido a la historia y a nuestra existencia”.

 “ Los jóvenes están tentados de considerar a los adultos anticuados; los adultos están tentados de sentir que los jóvenes no tienen experiencia de saber cómo son y, sobre todo, de cómo deben ser y comportarse. Esto puede ser un obstáculo importante para el diálogo y los encuentros intergeneracionales ”

 Un futuro lleno de esperanza sin excluir a nadie

El Papa concluyó invitando «a intentar transitar el futuro y a sacar de este Sínodo no sólo un documento -generalmente leído por unos pocos y criticado por muchos-, sino sobre todo propuestas pastorales concretas, capaces de cumplir la tarea del propio Sínodo, es decir, la de hacer brotar los sueños, de suscitar profecías y visiones, hacer florecer la esperanza, cerrar heridas, y despertar un amanecer de esperanza que devuelva la fuerza a las manos e inspire a los jóvenes -a todos los jóvenes, sin excluir a nadie- la visión de un futuro lleno de la alegría del Evangelio».

Mensaje del Papa Francisco en la Jornada Mundial de las Vocaciones

El Papa Francisco envió un mensaje a toda la Iglesia para la Jornada Mundial de las Vocaciones e invitó a cada uno a preguntarse por la voluntad de Dios para su vida.

Queridos hermanos y hermanas:

El próximo mes de octubre se celebrará la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que estará dedicada a los jóvenes, en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación. En dicha ocasión tendremos la oportunidad de profundizar sobre cómo la llamada a la alegría que Dios nos dirige es el centro de nuestra vida y cómo esto es el «proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todo tiempo» (Sínodo de los Obispos, XV Asamblea General Ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, introducción).

Esta es la buena noticia, que la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos anuncia nuevamente con fuerza: no vivimos inmersos en la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos desordenados, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina.

También en estos tiempos inquietos en que vivimos, el misterio de la Encarnación nos recuerda que Dios siempre nos sale al encuentro y es el Dios-con-nosotros, que pasa por los caminos a veces polvorientos de nuestra vida y, conociendo nuestra ardiente nostalgia de amor y felicidad, nos llama a la alegría. En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad.

Estos tres aspectos —escucha, discernimiento y vida— encuadran también el comienzo de la misión de Jesús, quien, después de los días de oración y de lucha en el desierto, va a su sinagoga de Nazaret, y allí se pone a la escucha de la Palabra, discierne el contenido de la misión que el Padre le ha confiado y anuncia que ha venido a realizarla «hoy» (cf. Lc 4,16-21).

Escuchar

La llamada del Señor —cabe decir— no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana. Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón.

Es necesario entonces prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu.

Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros.

También Jesús fue llamado y enviado; para ello tuvo que, en silencio, escuchar y leer la Palabra en la sinagoga y así, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, pudo descubrir plenamente su significado, referido a su propia persona y a la historia del pueblo de Israel.

Esta actitud es hoy cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas. Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior, que no nos permite detenernos, saborear el gusto de la contemplación, reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros.

Como sabemos, el Reino de Dios llega sin hacer ruido y sin llamar la atención (cf. Lc 17,21), y sólo podemos percibir sus signos cuando, al igual que el profeta Elías, sabemos entrar en las profundidades de nuestro espíritu, dejando que se abra al imperceptible soplo de la brisa divina (cf. 1 R 19,11-13).

Discernir

Jesús, leyendo en la sinagoga de Nazaret el pasaje del profeta Isaías, discierne el contenido de la misión para la que fue enviado y lo anuncia a los que esperaban al Mesías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).

Del mismo modo, cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual, un «proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida» (Sínodo de los Obispos, XV Asamblea General Ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, II, 2).

Descubrimos, en particular, que la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética. Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios. Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia.

También hoy tenemos mucha necesidad del discernimiento y de la profecía; de superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales él nos llama. Todo cristiano debería desarrollar la capacidad de «leer desde dentro» la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión.

Vivir

Por último, Jesús anuncia la novedad del momento presente, que entusiasmará a muchos y endurecerá a otros: el tiempo se ha cumplido y el Mesías anunciado por Isaías es él, ungido para liberar a los prisioneros, devolver la vista a los ciegos y proclamar el amor misericordioso de Dios a toda criatura. Precisamente «hoy —afirma Jesús— se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4,20).

La alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección. ¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora.

Este «hoy» proclamado por Jesús nos da la seguridad de que Dios, en efecto, sigue «bajando» para salvar a esta humanidad nuestra y hacernos partícipes de su misión. El Señor nos sigue llamando a vivir con él y a seguirlo en una relación de especial cercanía, directamente a su servicio. Y si nos hace entender que nos llama a consagrarnos totalmente a su Reino, no debemos tener miedo. Es hermoso —y es una gracia inmensa— estar consagrados a Dios y al servicio de los hermanos, totalmente y para siempre.

El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso «aquí estoy», ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da.

María Santísima, la joven muchacha de periferia que escuchó, acogió y vivió la Palabra de Dios hecha carne, nos proteja y nos acompañe siempre en nuestro camino.

Francisco

 

Nueva Exhortación Apostólica de Francisco: ‘Gaudete et Exsultate’

El Papa Francisco presentó ‘Gaudete et Exsultate’, texto que aborda el tema de la santidad en la vida cotidiana.

‘Gaudete et Exsultate’ (“Alegraos y regocijaos”) es el título de la reciente Exhortación Apostólica firmada por el Papa Francisco en el quinto aniversario de su Pontificado. Se trata del tercer texto de este tipo después de Evangelii Gaudium (2013) y Amoris Laetitia (2016), dirigido a los fieles católicos.

En esta oportunidad, el Papa se refiere al llamado de todos los bautizados a la santidad, asumiendo la vida como misión en Cristo Jesús. Advirtiendo sobre las tentaciones más actuales y rescatando aspectos cotidianos que reflejan el auténtico testimonio de santidad cotidiana, camino de la paz.

En poco más de 170 párrafos, Francisco alienta a centrar la vida en Dios, a vivir con alegría sin perder el realismo, anunciando con audacia el evangelio, en contacto permanente con otros y con Dios por medio del servicio y la oración.

 

Francisco: Permitamos que esta Pascua nos lave el alma

Compartimos un resumen de la catequesis del Papa Francisco para este miércoles Santo. En ella, habló del significado de la Pascua y las invitaciones que esta nos hace como cristianos.

Por Griselda Mutual

¡Cristo resucitó! Un llamado a la misión

El Papa aludió luego al canto de la Secuencia en la mañana de Pascua, anuncio solemne de la Resurrección del Señor, que dice así: «Cristo, nuestra esperanza, resucitó y nos espera en Galilea». Y tras recordar que en distintos países del este europeo se saluda en los días pascuales con esa  “conmovida exultación” de la resurrección de Cristo, precisó que dichas palabras contienen no sólo un anuncio de alegría y esperanza, sino también una llamada a la responsabilidad y a la misión:

«El anuncio de alegría y esperanza– dijo en español –  que culmina el triduo, nos recuerda que las cosas viejas han pasado y todo ha sido renovado en Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra glorificación. Este anuncio es también una llamada a la responsabilidad en la misión, pues renueva en todos los bautizados el sentido de nuestra nueva condición, y nos invita a despojarnos del hombre viejo para vivir como hombres resucitados, que hacen del mundo un espacio nuevo donde ser, gracias a Cristo y con Él, instrumentos de consuelo y esperanza para aquellos que sufren todavía hoy la humillación y la soledad».

Jesús el único que nos justifica y nos hace renacer

Sucesivamente, retomando las palabras del Apóstol Pablo que resumen el evento Pascual, «Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado» recordó que nuestro Señor es el único que nos justifica y nos hace renacer, y que para ello, “no se debe pagar nada”, porque la justificación “es gratuita”.

También trajo a la memoria que, en los primeros tiempos, en el día de pascua se bautizaba a la gente, y anunció que por ese motivo, en la noche del sábado bautizará a ocho adultos en la Basílica Vaticana.

La memoria del bautismo durante el Triduo Pascual, «advenimiento fundamental» que renueva en los bautizados a su condición nueva, nos lleva, como dice san Pablo, «a resucitar con Cristo y buscar los bienes del cielo», por ello, dijo el Papa “mirar hacia lo alto» y «ensanchar los horizontes”, porque “ésta es nuestra fue», «nuestra justificación».

El cristiano que se deja lavar por Cristo, inicia una vida nueva

En este punto de la catequesis que impartió en italiano, el Santo Padre manifestó tener que decir una cosa “dolorosa y triste”: existen cristianos falsos.  Son lo que dicen “Jesús resucitó”, “fui justificado por Jesús”, pero que viven una vida corrupta.

“Un cristiano, repito, es pecador, todos lo somos, yo lo soy, pero tenemos la seguridad que cuando pedimos perdón, el Señor nos perdona. El corrupto finge ser una persona honrada, pero al final, en su corazón, hay putrefacción”, expresó, y recordó a los presentes a los así llamados “cristianos mafiosos”, que llevan la muerte en el alma y también a los demás.  Cristianos que, según Francisco, “terminarán mal”, por lo que invitó a rezar por ellos, para que el Señor toque sus almas.

Lavémonos los ojos del alma

Ya en el final de la catequesis, el Santo Padre compartió con los presentes una costumbre de su país y de varios países: “cuando el día de Pascua se oyen las campanas, las mamás, las abuelas, llevan a los niños a lavarse los ojos con agua, con el agua de la vida, como signo para poder ver las cosas de Jesús, las cosas nuevas”.

“Dejémonos, en esta Pascua, lavarnos el alma, lavarnos los ojos alma, para ver las cosas bellas y hacer cosas bellas. ¡Esto es maravilloso”. “Es un signo de cómo ver a Jesús Resucitado”.

En los saludos a los fieles recordó, como es habitual, a los enfermos, los recién casados, los jóvenes y los ancianos, y les invitó a reflexionar sobre el precio de sangre pagado por el Señor para la salvación. A los peregrinos de lengua española en particular, llamó a disponerse a vivir bien el Triduo Santo para que, con la ayuda de la Virgen María, entremos de lleno en el misterio de Cristo muerto y resucitado por nosotros y así dejemos que él trasforme nuestra vida.

“Antes de terminar – añadió – quiero desearles a todos los presentes, a sus familias y comunidades una profunda vivencia del Triduo Pascual, y a todos una feliz y Santa Pascua. Y también un pedido. Les quiero pedir una cosa: Que cada uno de ustedes, así como hacen tanto barullo lindo, tengan el coraje de ir a confesarse en estos días. Hagan una buena confesión. Gracias”.

Fuente: News.Va