Papa Francisco: “La Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe”

El Ángelus del primer domingo de Navidad estuvo marcado por la fiesta de la Sagrada Familia.

El Papa Francisco aseguró que el mensaje que viene de la Sagrada Familia “es ante todo un mensaje de fe” ya que “en la vida familiar de María y José, Dios está realmente en el centro, y lo está en la persona de Jesús”.

“Cuando padres e hijos respiran juntos este clima de fe, poseen una energía que les permite afrontar pruebas también difíciles, como muestra la experiencia de la Santa Familia por ejemplo en el hecho dramático de la huida a Egipto: una dura prueba”.

Francisco señaló que “podemos imaginarnos a esta pequeña familia, en medio de tanta gente, en los grandes patios de aquel tiempo. No resalta a la vista, no se distingue… ¡y sin embargo no pasa inadvertida!”.

“Dos ancianos, Simeón y Ana, movidos por el Espíritu Santo, se acercaron y se pusieron a alabar a Dios por aquel Niño, en el que reconocieron al Mesías, luz de las gentes y salvación de Israel”, dijo, recordando el Evangelio de la liturgia de hoy.

“Es un momento sencillo pero rico en profecía: el encuentro entre dos jóvenes esposos llenos de alegría y de fe por la gracia del Señor; y dos ancianos también llenos de alegría y de fe por la acción del Espíritu Santo”. ¿Quién los hace encontrar? Jesús: el joven y los ancianos”.

El Papa destacó que “Jesús es aquel que acerca las generaciones”, y es “la fuente de aquel amor que une las familias y las personas, acercando cada diferencia, cada aislamiento, cada alejamiento”.La presencia de los abuelos es muy importante, dijo, y “su papel es precioso en las familias y en la sociedad”. De hecho, “la buena relación entre jóvenes y ancianos es decisivo para el camino de la comunidad civil y eclesial”.

La Sagrada Familia “es un icono familia sencillo pero muy luminoso” y esa luz que se irradia “es luz de misericordia y de salvación para el mundo entero, luz de verdad para cada hombre, para la familia humana y para las familias solas”.

Esta luz “nos anima a ofrecer calor humano en aquellas situaciones familiares en las que, por varios motivos, falta la paz, falta la armonía, y falta el perdón”.

Francisco recordó a las familias que pasan por dificultades “por enfermedad, falta de trabajo, la discriminación, la necesidad de emigrar” y pidió rezar  por ellas.

Fuente. Aciprensa

Homilía del Papa Francisco en la Misa de Noche Buena: La Paciencia, la Ternura y la Ceranía de Dios

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló» (Is 9, 1). «Un ángel del Señor se les presentó [a los pastores]: la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2, 9). De este modo, la liturgia de la santa noche de Navidad nos presenta el nacimiento del Salvador como luz que irrumpe y disipa la más densa oscuridad. La presencia del Señor en medio de su pueblo libera del peso de la derrota y de la tristeza de la esclavitud, e instaura el gozo y la alegría.

También nosotros, en esta noche bendita, hemos venido a la casa de Dios atravesando las tinieblas que envuelven la tierra, guiados por la llama de la fe que ilumina nuestros pasos y animados por la esperanza de encontrar la «luz grande». Abriendo nuestro corazón, tenemos también nosotros la posibilidad de contemplar el milagro de ese niño-sol que, viniendo de lo alto, ilumina el horizonte.

El origen de las tinieblas que envuelven al mundo se pierde en la noche de los tiempos. Pensemos en aquel oscuro momento en que fue cometido el primer crimen de la humanidad, cuando la mano de Caín, cegado por la envidia, hirió de muerte a su hermano Abel (cf. Gn 4, 8). También el curso de los siglos ha estado marcado por la violencia, las guerras, el odio, la opresión. Pero Dios, que había puesto sus esperanzas en el hombre hecho a su imagen y semejanza, aguardaba pacientemente. ¡Dios esperaba! Esperó durante tanto tiempo, que quizás en un cierto momento hubiera tenido que renunciar. En cambio, no podía renunciar, no podía negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2, 13). Por eso ha seguido esperando con paciencia ante la corrupción de los hombres y de los pueblos. La paciencia de Dios. Qué difícil comprender esto: la paciencia de Dios con nosotros.

A lo largo del camino de la historia, la luz que disipa la oscuridad nos revela que Dios es Padre y que su paciente fidelidad es más fuerte que las tinieblas y que la corrupción. En esto consiste el anuncio de la noche de Navidad. Dios no conoce los arrebatos de ira y la impaciencia; está siempre ahí, como el padre de la parábola del hijo pródigo, esperando atisbar a lo lejos el retorno del hijo perdido. Y todos los días con paciencia. La paciencia de Dios.

La profecía de Isaías anuncia la aparición de una gran luz que disipa la oscuridad. Esa luz nació en Belén y fue recibida por las manos tiernas de María, por el cariño de José, por el asombro de los pastores. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento del Redentor, lo hicieron con estas palabras: «Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2, 12). La «señal» es precisamente la humildad de Dios, la humildad de Dios llevada hasta el extremo; es el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y nuestras limitaciones. El mensaje que todos esperaban, que buscaban en lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios enamorado de nuestra pequeñez.

Esta noche santa, en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque? «Pero si yo busco al Señor» – podríamos responder –. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me busque, quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera?

Y más aún: ¿tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios.

La respuesta del cristiano no puede ser más que aquella que Dios da a nuestra pequeñez. La vida tiene que ser vivida con bondad, con mansedumbre. Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la humildad en cualquier conflicto».

Queridos hermanos y hermanas, en esta noche santa contemplemos el misterio: allí «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9, 1). La vio la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la vieron los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que adoptan actitudes de cerrazón. Miremos al misterio y recemos, pidiendo a la Virgen Madre: «María, muéstranos a Jesús».

10251910_927279703949735_7394324590887682988_n

Fuente: News.va

El cumpleaños del Papa Francisco

La audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro ha sido una pequeña fiesta. Sobre todo para el Papa Francisco, que hoy cumple 78 años y ha recibido las felicitaciones de las personas que acudieron a celebrar este acontecimiento con él.

Por si fuera poco, el cumpleaños del Pontífice no podía haber comenzado de mejor manera: mañana soleada en Roma y temperatura agradable. Hoy, más que nunca, la gente le ha hecho notar su cariño y cercanía por el día de su cumpleaños.

Pope Francis, who's 78th birthday is today, waves as he arrives to lead his general audience at the Vatican

El Papa inició como cada miércoles el recorrido por los viales preparados de la plaza en su papamóvil descubierto. A lo largo del camino, fue recibiendo las felicitaciones de la gente. “¡Felicidades Papa Francisco!” Gritaron algunos. “¡Auguri!” gritaron otros. También se escuchó ella canción del Cumpleaños Feliz en varios idiomas, aunque predominaron el español y el italiano.

Entre los peregrinos, muchos llegados desde América Latina y España, incluidos unos 300 bailadores de tango que se sumaron después a otros 2.400 profesionales para bailar en honor del Pontífice en la misma plaza.

Como es habitual, al Papa le acercaron niños para que les bendijera. También recibió algunos obsequios, como un ramo de flores blancas y amarillas, los colores de la bandera del Vaticano o un globo gigante con la inscripción en inglés “Feliz cumpleaños”.

A faithful holds a balloon as Pope Francis, who's 78th birthday is today, arrives to lead his general audience at the Vatican

El Pontífice, por su parte, no paró de sonreír y de dar las gracias con gestos.

Uno de los momentos más emotivos y divertidos ha sido cuando el Papa se ha parado delante de un grupo de jóvenes seminaristas de los Legionarios de Cristo que tenían preparada una tarta con seis velas. Los miembros de seguridad que acompañaban al Santo Padre cogieron el dulce y se lo acercaron. Él apagó las velas y recibió los aplausos de la gente que tenía alrededor.

Pero la cosa no se quedó ahí. Los jóvenes seminaristas tenían preparado un mate, la bebida preferida el Pontífice y se lo ofrecieron. Francisco acogió con agrado el detalle y lo degustó durante unos segundos.

Pocos minutos después, el vehículo de Francisco acabó el recorrido y paró para que el Papa bajase de él. De nuevo se acercó a este grupo de sacerdotes que le cantaron en ese momento las famosas “Mañanitas” y comenzó a conversar con ellos en español:

“¿De donde son”, les preguntó el Pontífice. “Yo soy de Buenos Aires, argentino”, dijo uno. “Yo español”, explicó otro. “Somos seminaristas en Roma todos. El sábado fueron ordenados 35 sacerdotes compañeros nuestros que están ahí arriba”, le dijeron señalando la zona donde se encontraban. Mientras, tomó de nuevo el mate que le habían ofrecido antes y lo bebió mientras seguía la breve charla.

Uno de los jóvenes llevaba en sus manos una figura de la Virgen y el Papa la bendijo. Pero el seminarista se la quiso regalar y el Pontífice le indicó que mejor se la quedaran ellos y así rezaban por él.

El Papa se despidió contento y caminó hacia el altar desde donde se sitúa para la audiencia. Antes, se paró y habló unos segundos con los periodistas, a los que agradeció sus felicitaciones.

VATICAN-POPE-AUDIENCE

Fuente: Aciprensa.com / Infobae.com

Los 3 pasos del Papa Francisco para vivir bien la Navidad

A la verdadera alegría de Navidad no le basta una «buena comilona», que también es algo bueno, ni el consumismo es la mejor manera de preparar la fiesta, de forma que llegamos con ansia al 24 de diciembre diciendo «me falta esto, me falta aquello. Esta no es la verdadera alegría cristiana».

Pocos días antes de Navidad, el Papa Francisco, en su octava visita a una parroquia romana, lanzaba su llamamiento por una fiesta que tenga más que ver con la alegría cristiana que con la carrera por los regalos.

Tres son los pasos para prepararse de forma digna a la Navidad, dice Bergoglio: «recemos en estos días, demos gracias a Dios y después pensemos ‘¿Dónde puedo ir a llevar alivio al que sufre?’. Ayudar a los demás. Así llegaremos ungidos al Nacimiento de Cristo, el Ungido».

Hay que dar gracias por todas las cosas buenas que la vida nos da y no hacer como «sor Lamentos», sonríe el papa recordando el mote que le dieron las hermanas a una religiosa que él conocía, una de esas personas que «no saben dar gracias a Dios» y «encuentran siempre algo de que lamentarse». El cristiano no puede vivir así, con «la cara amargada, inquieta. Nunca un santo o una santa han tenido cara fúnebre».

Fuente: Aleteia.org

Viaje apostólico a Turquía

El Santo Padre junto al Patriarca Ecuménico Bartolomé I realizaron una bendición ecuménica y la firma de una declaración conjunta al cierre del viaje apostólico de Francisco a Turquía.

Declaración común 

Nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, expresamos nuestra profunda gratitud a Dios por el don de este nuevo encuentro que, en presencia de los miembros del Santo Sínodo, del clero y de los fieles del Patriarcado Ecuménico, nos permite celebrar juntos la fiesta de san Andrés, el primer llamado y hermano del Apóstol Pedro. Nuestro recuerdo de los Apóstoles, que proclamaron la buena nueva del Evangelio al mundo mediante su predicación y el testimonio del martirio, refuerza en nosotros el deseo de seguir caminando juntos, con el fin de superar, en el amor y en la verdad, los obstáculos que nos dividen.

Durante nuestro encuentro en Jerusalén del mayo pasado, en el que recordamos el histórico abrazo de nuestros venerados predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, firmamos una declaración conjunta. Hoy, en la feliz ocasión de este nuevo encuentro fraterno, deseamos reafirmar juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones.

Expresamos nuestra resolución sincera y firme, en obediencia a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, de intensificar nuestros esfuerzos para promover la plena unidad de todos los cristianos, y sobre todo entre católicos y ortodoxos. Además, queremos apoyar el diálogo teológico promovido por la Comisión Mixta Internacional que, instituida hace exactamente treinta y cinco años por el Patriarca Ecuménico Dimitrios y el Papa Juan Pablo II aquí, en el Fanar, está actualmente tratando las cuestiones más difíciles que han marcado la historia de nuestra división, y que requieren un estudio cuidadoso y detallado. Para ello, aseguramos nuestra ferviente oración como Pastores de la Iglesia, pidiendo a nuestros fieles que se unan a nosotros en la común invocación de que «todos sean uno,… para que el mundo crea» (Jn 17,21).

Expresamos nuestra preocupación común por la situación actual en Irak, Siria y todo el Medio Oriente. Estamos unidos en el deseo de paz y estabilidad, y en la voluntad de promover la resolución de los conflictos mediante el diálogo y la reconciliación. Si bien reconocemos los esfuerzos realizados para ofrecer ayuda a la región, hacemos al mismo tiempo un llamamiento a todos los que tienen responsabilidad en el destino de los pueblos para que intensifiquen su compromiso con las comunidades que sufren, y puedan, incluidas las cristianas, permanecer en su tierra nativa. No podemos resignarnos a un Medio Oriente sin cristianos, que han profesado allí el nombre de Jesús durante dos mil años. Muchos de nuestros hermanos y hermanas están siendo perseguidos y se han visto forzados con violencia a dejar sus hogares. Parece que se haya perdido hasta el valor de la vida humana, y que la persona humana ya no tenga importancia y pueda ser sacrificada a otros intereses. Y, por desgracia, todo esto acaece por la indiferencia de muchos. Como nos recuerda san Pablo: «Si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26). Esta es la ley de la vida cristiana, y en este sentido podemos decir que también hay un ecumenismo del sufrimiento. Así como la sangre de los mártires ha sido siempre la semilla de la fuerza y la fecundidad de la Iglesia, así también el compartir los sufrimientos cotidianos puede ser un instrumento eficaz para la unidad. La terrible situación de los cristianos y de todos los que están sufriendo en el Medio Oriente, no sólo requiere nuestra oración constante, sino también una respuesta adecuada por parte de la comunidad internacional.

Los retos que afronta el mundo en la situación actual, necesitan la solidaridad de todas las personas de buena voluntad, por lo que también reconocemos la importancia de promover un diálogo constructivo con el Islam, basado en el respeto mutuo y la amistad. Inspirado por valores comunes y fortalecido por auténticos sentimientos fraternos, musulmanes y cristianos están llamados a trabajar juntos por el amor a la justicia, la paz y el respeto de la dignidad y los derechos de todas las personas, especialmente en aquellas regiones en las que un tiempo vivieron durante siglos en convivencia pacífica, y ahora sufren juntos trágicamente por los horrores de la guerra. Además, como líderes cristianos, exhortamos a todos los líderes religiosos a proseguir y reforzar el diálogo interreligioso y de hacer todo lo posible para construir una cultura de paz y la solidaridad entre las personas y entre los pueblos. También recordamos a todas las personas que experimentan el sufrimiento de la guerra. En particular, oramos por la paz en Ucrania, un país con una antigua tradición cristiana, y hacemos un llamamiento a todas las partes implicadas a que continúen el camino del diálogo y del respeto al derecho internacional, con el fin de poner fin al conflicto y permitir a todos los ucranianos vivir en armonía.

Tenemos presentes a todos los fieles de nuestras Iglesias en el todo el mundo, a los que saludamos, encomendándoles a Cristo, nuestro Salvador, para que sean testigos incansables del amor de Dios. Elevamos nuestra ferviente oración para que el Señor conceda el don de la paz en el amor y la unidad a toda la familia humana.

«Que el mismo Señor de la paz os conceda la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros» (2 Ts 3,16).

El Fanar, 30 de noviembre de 2014.

Fuente: News.va

Benedicto XVI asistirá a la beatificación de Pablo VI

El Papa emérito asistirá este domingo a la beatificación de Pablo VI.

Ciudad del Vaticano, 17 octubre 2014 (VIS).-El Papa emérito Benedicto XVI asistirá este domingo a la beatificación de Pablo VI en la Plaza de San Pedro, según ha informado el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi S.I. Además del Papa emérito, que fue creado cardenal por el nuevo beato, también participarán en la solemne ceremonia otros dos purpurados también creados cardenales por el pontífice autor de la »Populorum Progressio»; se trata de Paulo Evaristo Arns, arzobispo emérito de Sao Paulo (Brasil) y William Wakefield Baum, Penitenciario Mayor emérito.

Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el cardenal Giovanni Battista Re, Prefecto emerito della Congregación para los Obispo, junto con los padres Pierantonio Lanzoni, delegado episcopal para la promoción de la memoria de Pablo VI en la diócesis de Brescia, ciudad natal del pontífice, y vice postulador de la causa de beatificación, Antonio Marrazzo, C.SS.R., postulador de la causa de beatificación y Davide Milani, portavoz de la diócesis de Milán de la que el cardenal Montini fue arzobispo entre 1954 y 1963, han ilustrado la figura del nuevo beato y su relevancia para la Iglesia contemporánea. Esta tarde, en la Radio Vaticana harán lo propio el cardenal Paul Poupard, Presidente emerito del Pontificio Consejo de la Cultura y el sacerdote Angelo Maffeis, Presidente del Instituto Paolo VI de Brescia; les acompañará Fausto Montini, sobrino de Pablo VI.

Miles de peregrinos asistirán a la beatificación y a los actos relacionados con ella, el primero de los cuales tendrá lugar mañana, sábado 18, en la basílica romana de los Doce Apóstoles, cuando el cardenal Angelo Scola, actual arzobispo de Milán presidirá las Vísperas. El domingo tendrá lugar la misa de beatificación presidida por el Papa Francisco el domingo a las 10,30 en la Plaza de San Pedro y el lunes 20, a las 9,30 en la basílica de San Pablo Extramuros, siempre el cardenal Scola presidirá la misa de acción de gracias para los fieles de las diócesis de Milán y Brescia.

Ver Fuente

Génova en las oraciones del Papa

Al finalizar el Ángelus el Papa dedicó unas palabras a la ciudad italiana de Génova, otra vez víctima de graves inundaciones.

Ciudad del Vaticano, 12 octubre 2014 (VIS).- Al finalizar el Ángelus el Papa dedicó unas palabras a la ciudad italiana de Génova, otra vez víctima de graves inundaciones. »Aseguro mi oración -dijo- por las víctimas y por los que han sufrido graves daños. Que Nuestra Señora de la Guardia sostenga a la querida población de Génova, en los esfuerzos colectivos para superar esta terrible experiencia».

Ver Fuente

 

La vocación y la misión de la familia en la Iglesia

Este será el tema del próximo Sínodo de la familia que se llevará a cabo del 4 al 25 de octubre de 2015.

El papa Francisco ya definió el tema convocante del próximo sínodo ordinario de la familia, por desarrollarse en el Vaticano durante el próximo año: el pontífice y los padres sinodales avanzarán en el debate y la discusión acerca de la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo.

En el inicio de las deliberaciones del lunes 13 por la mañana, se dio a conocer que la decimocuarta Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos versará sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.

Los padres sinodales también fueron informados de la fecha de la próxima cita: comenzará el domingo 4 de octubre del año próximo y culminará el 25 de octubre.

Con la celebración del próximo sínodo, el papa Francisco daría por concluido el período de consultas y se encontrará en condiciones de realizar algún pronunciamiento, o bien adoptar alguna medida pastoral.+

Fuente: AICA

 

“Nuestra esperanza es estar siempre con el Señor”

Francisco dijo que “la esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es un mero deseo, sino la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos.

Texto completo de la catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis nos preguntamos por el destino final del pueblo de Dios. Qué tenemos que esperar. El Apocalipsis nos presenta dos imágenes: la esposa que espera a su Esposo, y esto nos habla del proyecto de comunión con la persona de Jesús que Dios ha trazado a lo largo de la historia, y la otra imagen, la Nueva Jerusalén, que evoca el lugar donde todos los pueblos se reunirán junto a Dios.

La esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es la esperanza un mero deseo, o un optimismo, sino que es la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos.

Nosotros deseamos, anhelamos, la venida de Nuestro Señor Jesucristo, y Él se hace cada día más cercano a nosotros para llevarnos finalmente a la plenitud de su comunión y su paz. Por ello, la Iglesia tiene la misión de mantener encendida la lámpara de esa esperanza, como signo seguro de la salvación. Debemos preguntarnos si de verdad somos testigos luminosos y creíbles de esa esperanza, si nuestras vidas, nuestras comunidades, manifiestan la presencia del Señor y esta espera ardiente de su venida; sino, corremos el riesgo de agotar el aceite de nuestra fe y perder la alegría.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Costa Rica, Argentina y otros países latinoamericanos.

Que María Santísima, Madre de la esperanza, nos enseñe a gustar ya desde ahora del amor de Cristo que un día se nos manifestará en plenitud. Muchas gracias.

Ver Fuente

 

Mensaje por el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila

El Papa Francisco escribe un mensaje al obispo de Ávila por la celebración litúrgica de su memoria.

 

A Monseñor Jesús García Burillo

Obispo de Ávila

Ávila

Querido Hermano:

El 28 de marzo de 1515 nació en Ávila una niña que con el tiempo sería conocida como santa Teresa de Jesús. Al acercarse el quinto centenario de su nacimiento, vuelvo la mirada a esa ciudad para dar gracias a Dios por el don de esta gran mujer y animar a los fieles de la querida diócesis abulense y a todos los españoles a conocer la historia de esa insigne fundadora, así como a leer sus libros, que, junto con sus hijas en los numerosos Carmelos esparcidos por el mundo, nos siguen diciendo quién y cómo fue la Madre Teresa y qué puede enseñarnos a los hombres y mujeres de hoy.

En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los hombres.  ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor tras las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera recordar cuatro que me hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo.

Teresa de Jesús invita a sus monjas a «andar alegres sirviendo» (Camino 18,5). La verdadera santidad es alegría, porque «un santo triste es un triste santo». Los santos, antes que héroes esforzados, son fruto de la gracia de Dios a los hombres. Cada santo nos manifiesta un rasgo del multiforme rostro de Dios. En santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo «soberana Majestad, eterna Sabiduría» (Poesía 2), se revela cercano y compañero, que tiene sus delicias en conversar con los hombres: Dios se alegra con nosotros. Y, de sentir su amor, le nacía a la Santa una alegría contagiosa que no podía disimular y que transmitía a su alrededor. Esta alegría es un camino que hay que andar toda la vida. No es instantánea, superficial, bullanguera. Hay que procurarla ya «a los principios» (Vida 13,l). Expresa el gozo interior del alma, es humilde y «modesta» (cf.  Fundaciones 12,l). No se alcanza por el atajo fácil que evita la renuncia, el sufrimiento o la cruz, sino que se encuentra padeciendo trabajos y dolores (cf. Vida 6,2; 30,8), mirando al Crucificado y buscando al Resucitado (cf. Camino 26,4). De ahí que la alegría de santa Teresa no sea egoísta ni autorreferencial. Como la del cielo, consiste en «alegrarse que se alegren todos» (Camino 30,5), poniéndose al servicio de los demás con amor desinteresado. Al igual que a uno de sus monasterios en dificultades, la Santa nos dice también hoy a nosotros, especialmente a los jóvenes: «¡No dejen de andar alegres!» (Carta 284,4). ¡El Evangelio no es una bolsa de plomo que se arrastra pesadamente, sino una fuente de gozo que llena de Dios el corazón y lo impulsa a servir a los hermanos!

La Santa transitó también el camino de la oración, que definió bellamente como un «tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabernos nos ama» (Vida 8,5). Cuando los tiempos son «recios», son necesarios «amigos fuertes de Dios» para sostener a los flojos (Vida 15,5). Rezar no es una forma de huir, tampoco de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más se trata al Señor, «amigo verdadero» y «compañero» fiel de viaje, con quien «todo se puede sufrir», pues siempre «ayuda, da esfuerzo y nunca falta» (Vida 22,6). Para orar «no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho» (Moradas IV,1,7), en volver los ojos para mirar a quien no deja de mirarnos amorosamente y sufrirnos pacientemente (cf. Camino 26,3-4). Por muchos caminos puede Dios conducir las almas hacia sí, pero la oración es el «camino seguro» (Vida 213). Dejarla es perderse (cf. Vida 19,6). Estos consejos de la Santa son de perenne actualidad. ¡Vayan adelante, pues, por el camino de la oración, con determinación, sin detenerse, hasta el fin! Esto vale singularmente para todos los miembros de la vida consagrada. En una cultura de lo provisorio, vivan la fidelidad del «para siempre, siempre, siempre» (Vida 1,5); en un mundo sin esperanza, muestren la fecundidad de un «corazón enamorado» (Poesía 5); y en una sociedad con tantos ídolos, sean testigos de que «solo Dios basta» (Poesía 9).

Este camino no podemos hacerlo solos, sino juntos. Para la santa reformadora la senda de la oración discurre por la vía de la fraternidad en el seno de la Iglesia madre. Esta fue su respuesta providencial, nacida de la inspiración divina y de su intuición femenina, a los problemas de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo: fundar pequeñas comunidades de mujeres que, a imitación del «colegio apostólico», siguieran a Cristo viviendo sencillamente el Evangelio y sosteniendo a toda la Iglesia con una vida hecha plegaria. «Para esto os junto El aquí, hermanas» (Camino 2,5) y tal fue la promesa: «que Cristo andaría con nosotras» (Vida 32,11). ¡Que linda definición de la fraternidad en la Iglesia: andar juntos con Cristo como hermanos! Para ello no recomienda Teresa de Jesús muchas cosas, simplemente tres: amarse mucho unos a otros, desasirse de todo y verdadera humildad, que «aunque la digo a la postre es la base principal y las abraza todas» (Camino 4,4). ¡Cómo desearía, en estos tiempos, unas comunidades cristianas más fraternas donde se haga este camino: andar en la verdad de la humildad que nos libera de nosotros mismos para amar más y mejor a los demás, especialmente a los más pobres! ¡Nada hay más hermoso que vivir y morir como hijos de esta Iglesia madre!

Precisamente porque es madre de puertas abiertas, la Iglesia siempre está en camino hacia los hombres para llevarles aquel «agua viva» (cf. Jn 4,10) que riega el huerto de su corazón sediento. La santa escritora y maestra de oración fue al mismo tiempo fundadora y misionera por los caminos de España. Su experiencia mística no la separo del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Al contrario, le dio nuevo impulso y coraje para la acción y los deberes de cada día, porque también «entre los pucheros anda el Señor» (Fundaciones5,8). Ella vivió las dificultades de su tiempo -tan complicado- sin ceder a la tentación del lamento amargo, sino más bien aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un paso más en el camino. Y es que, «para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo» (Fundaciones 4,6). Hoy Teresa nos dice: Reza más para comprender bien lo que pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La oración vence el pesimismo y genera buenas iniciativas (cf. Moradas VII, 4,6). ¡Éste es el realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de ensueños, el realismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso! Algunas veces la Santa abrevia sus sabrosas cartas diciendo: «Estamos de camino» (Carta 469,7.9), como expresión de la urgencia por continuar hasta el fin con la tarea comenzada. Cuando arde el mundo, no se puede perder el tiempo en negocios de poca importancia. ¡Ojalá contagie a todos esta santa prisa por salir a recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano y el Espíritu en el corazón!

«¡Ya es tiempo de caminar! » (Ana de San Bartolomé, Últimas acciones de la vida de santa Teresa). Estas palabras de santa Teresa de Ávila a punto de morir son la síntesis de su vida y se convierten para nosotros, especialmente para la familia carmelitana, sus paisanos abulenses y todos los españoles, en una preciosa herencia a conservar y enriquecer.

Querido Hermano, con mi saludo cordial, a todos les digo: ¡Ya es tiempo de caminar, andando por los caminos de la alegría, de la oración, de la fraternidad, del tiempo vivido como gracia! Recorramos los caminos de la vida de la mano de santa Teresa. Sus huellas nos conducen siempre a Jesús.

Les pido, por favor, que recen por mí, pues lo necesito. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Fraternalmente,