Francisco: El objetivo de la Vida: hacer Pasar la Luz de Dios

Palabras del Santo Padre en la Fiesta de todos los santos 2017. 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y buena fiesta!

La Solemnidad de Todos los Santos es “nuestra” fiesta: no porque nosotros somos buenos, sino porque la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. Los santos no son figuritas perfectas, sino personas atravesadas por Dios. Podemos compararlas con los vitrales de las iglesias, que hacen entrar la luz en diversas tonalidades de color. Los santos son nuestros hermanos y hermanas que han recibido la luz de Dios en su corazón y la han transmitida al mundo, cada uno según su propia “tonalidad”. Pero todos han sido transparentes, han luchado por quitar las manchas y las oscuridades del pecado, de tal modo de hacer pasar la luz afectuosa de Dios. Este es el objetivo de la vida: hacer pasar la luz de Dios; y también el objetivo de nuestra vida.

De hecho, hoy en el Evangelio Jesús se dirige a los suyos, a todos nosotros, diciéndonos “Felices” (Mt 5,3). Es la palabra con la cual inicia su predicación, que es “evangelio”, buena noticia porque es el camino de la felicidad. Quien esta con Jesús es bienaventurado, es feliz. La felicidad no está en el tener algo o en el convertirse en alguien, no, la felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Ustedes creen esto? ¿Más o menos, no? La felicidad verdadera no está en el tener algo o en convertirse en alguien; la felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Creen en esto? ¡Va un poco mejor! Debemos ir adelante, para creer en esto. Entonces, los ingredientes para una vida feliz se llaman bienaventuranzas: son bienaventurados los sencillos, los humildes que hacen lugar a Dios, que saben llorar por los demás y por los propios errores, permanecen humildes, lejos de la justicia, son misericordiosos con todos, custodian la pureza del corazón, trabajan siempre por la paz y permanecen en la alegría, no odian e, incluso cuando sufren, responden al mal con el bien.

Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos clamorosos, no son para súper hombres, sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día. Para nosotros. Así son los santos: respiran como todos el aire contaminado del mal que existe en el mundo, pero en el camino no pierden jamás de vista el recorrido de Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como un mapa de la vida cristiana. Las bienaventuranzas son el mapa de la vida cristiana. Hoy es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada en este mapa: no sólo los santos del calendario, sino tantos hermanos y hermanas “de la puerta de al lado”, que tal vez hemos encontrado y conocido. Hoy es una fiesta de familia, de tantas personas sencillas, escondidas que en realidad ayudan a Dios a llevar adelante el mundo. ¡Y existen tantos hoy! Son tantos. Gracias a estos hermanos y hermanas desconocidos que ayudan a Dios a llevar adelante el mundo, que viven entre nosotros, saludémoslos con un fuerte aplauso: ¡todos!

Sobre todo – dice la primera bienaventuranza – son «los pobres de espíritu» (Mt 5,3). ¿Qué cosa significa? Que no viven para el éxito, el poder y el dinero; saben que quien acumula tesoros para sí no se enriquece ante Dios (Cfr. Lc 12,21). Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida, y el amor al prójimo la única verdadera fuente de ganancia. A veces estamos descontentos por algo que nos falta o preocupados si no somos considerados como quisiéramos; recordémonos que no está aquí nuestra felicidad, sino en el Señor y en el amor: sólo con Él, sólo amando se vive como bienaventurado.

Quisiera finalmente citar otra bienaventuranza, que no se encuentra en el Evangelio, sino al final de la Biblia y habla del conclusión de la vida: «Felices los que mueren en el Señor» (Ap 14,13). Mañana seremos llamados a acompañar con la oración con la oración a nuestros difuntos, para que gocen por siempre del Señor. Recordemos con gratitud a nuestros seres queridos y oremos por ellos.

La Madre de Dios, Reina de los Santos y Puerta del Cielo, interceda por nuestro camino de santidad y por nuestros seres queridos que nos han precedido y han ya partido para la Patria celestial».

Fuente: AICA

El Papa Francisco Invitó a los fieles a Comprometerse a Construir una Colombia Diferente

En este discurso, pronunciado por el Papa Francisco el día siete de Septiembre en la ciudad de Bogotá, Colombia, en el que envió un mensaje a todo el pueblo colombiano y especialmente a los jóvenes.

Queridos hermanos y hermanas, buenos días

Los saludo con gran alegría y les agradezco esta calurosa bienvenida. «Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes» (Lc 10,5-6). Hoy entro a esta casa que es Colombia diciéndoles, ¡La paz con ustedes! Así era la expresión de saludo de todo judío y también de Jesús.

Porque quise venir hasta aquí como peregrino de paz y de esperanza, y deseo vivir estos momentos de encuentro con alegría, dando gracias a Dios por todo el bien que ha hecho en esta Nación y en cada una de sus vidas.

Y vengo también para aprender; sí, aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad. Porque ustedes saben que el obispo y el cura tienen que aprender de su pueblo, y por eso vengo a aprender, a aprender de ustedes, soy obispo y vengo a aprender.

Han vivido momentos difíciles y oscuros, pero el Señor está cerca de ustedes, en el corazón de cada hijo e hija de este País. El Señor no es selectivo, no excluye a nadie, el Señor abraza a todos; y todos ―escuchen esto― y todos somos importantes y necesarios para Él.

Durante estos días quisiera compartir con ustedes la verdad más importante: que Dios nos ama con amor de Padre y nos anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y El Papa Francisco en Colombia 11 duradera. Dios nos ama con amor de Padre. ¿Lo repetimos juntos? [Repiten: «Dios nos ama con amor de Padre»] Gracias.

Un Mensaje para los Jóvenes

Bueno, yo tenía escrito aquí: «Veo aquí a muchos jóvenes», pero aunque tuviera los ojos vendados, sé que este lío solamente lo pueden hacer los jóvenes. Ustedes jóvenes ―y le voy a hablar a ustedes― han venido de todos los rincones del País: cachacos, costeños, paisas, vallunos, llaneros…, de todos lados. Para mí siempre es motivo de alegría, de gozo encontrarme con los jóvenes.

En este día les digo: por favor mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen viva esa alegría con Jesús, nadie se la puede quitar, ¡nadie! (cf. Jn 16,22). Pero por las dudas, les aconsejo: No se la dejen robar, cuiden la alegría que unifica todo ―¿En qué?― en el saberse amados por el Señor. Porque, como habíamos dicho al principio: Dios nos ama con amor de Padre

Y este es el principio de la alegría. El fuego del amor de Jesús hace desbordante este gozo, y es suficiente para incendiar el mundo entero. ¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que ustedes se propongan! ¡No le tengan miedo al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande yo hoy los invito.

Comprometerse desde la Denuncia y la Comprensión.

Por favor no se metan en el “chiquitaje”, no tengan vuelos rastreros, vuelen alto y sueñen grande. Ustedes, los jóvenes, tienen una sensibilidad especial para reconocer el sufrimiento de los otros ―curioso, ustedes se dan cuenta en seguida―; los voluntariados del mundo entero se nutren de miles de ustedes que son capaces de resignar tiempos propios, comodidades, proyectos centrados en ustedes mismos, para dejarse conmover por las necesidades de los más frágiles y dedicarse a ellos.

Pero también puede suceder que hayan nacido en ambientes donde la muerte, el dolor, la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados, como anestesiados por el dolor. Por eso yo quiero decirles: Dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilice.

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Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono. Los necesitamos, ayúdennos a esto, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono. También ustedes, chicos y chicas, que viven en ambientes complejos, con realidades distintas, con situaciones familiares de lo más diversas, se han habituado a ver que en el mundo no todo es blanco ni tampoco es negro todo; que la vida cotidiana se resuelve en una amplia gama de tonalidades grises, es verdad, y esto los puede exponer a un riesgo, cuidado, al riesgo de caer en una atmósfera de relativismo, dejando de lado esa potencialidad que tienen los jóvenes, la de entender el dolor de los que han sufrido.

Ustedes tienen la capacidad no sólo de juzgar, señalar desaciertos ―porque se dan cuenta enseguida―, sino también esa otra capacidad hermosa y constructiva: la de comprender. Comprender que incluso detrás de un error ―porque hablemos claro, el error es error y no hay que maquillarlo―, y ustedes son capaces de comprender que detrás de un error hay un sinfín de razones, de atenuantes…. ¡Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!

Los Jóvenes tienen mucho para enseñarnos

A ustedes, jóvenes, les es tan fácil encontrarse, les es fácil encontrarse… Y les hago una pregunta: Acá se encontraron todos, ¿desde qué hora están acá? [Responden] ¡Ven que son valientes! A ustedes, les es muy fácil encontrarse (…). Ustedes pueden enseñarnos a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo; la cultura del encuentro es saber que, más allá de nuestras diferencias, somos todos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso País.

Ayúdennos a entrar, a los grandes, en esta cultura del encuentro que ustedes practican tan bien. También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo ustedes no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar nosotros atados a rencores.

Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque ustedes nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y que los mayores se la debemos a ustedes. Y precisamente por esta capacidad de perdonar enfrentan el enorme desafío de ayudarnos a sanar nuestro corazón.

Ayudarnos a sanar nuestro corazón

Escuchen esto que les pido: ayudarnos a sanar nuestro corazón. ¿Lo decimos todos juntos? Es una ayuda que les pido. A contagiarnos la esperanza joven que tienen ustedes, esa esperanza que siempre está dispuesta a darle a los otros una segunda oportunidad. Los ambientes de desazón e incredulidad enferman el alma, ambientes que no encuentran salida a los problemas y boicotean a los que lo intentan, dañan la esperanza que necesita toda comunidad para avanzar.

Que sus ilusiones y proyectos oxigenen Colombia y la llenen de utopías saludables. ¡Jóvenes, sueñen, muévanse, arriesguen, miren la vida con una sonrisa nueva, vayan adelante, no tengan miedo! Sólo así se animarán a descubrir el País que se esconde detrás de las montañas; el que trasciende titulares de diarios y no aparece en la preocupación cotidiana por estar tan lejos.

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Ese País que no se ve y que es parte de este cuerpo social que nos necesita: Ustedes jóvenes son capaces de descubrir la Colombia profunda. Los corazones jóvenes se estimulan ante los desafíos grandes: ¡Cuánta belleza natural para ser contemplada sin necesidad de explotarla! ¡Cuántos jóvenes como ustedes precisan de su mano tendida, de su hombro para vislumbrar un futuro mejor!

Hoy he querido estar estos momentos con ustedes; estoy seguro de que ustedes tienen el potencial necesario para construir, ¡construir!, la nación que siempre hemos soñado. Los jóvenes son la esperanza de Colombia y de la Iglesia; en su caminar y en sus pasos adivinamos los de Jesús, Mensajero de la Paz, Aquél que siempre nos trae noticias buenas.

Bendición a todo el pueblo colombiano

Me dirijo ahora a todos, queridos hermanos y hermanas de este amado País: niños, jóvenes, adultos, ancianos, que quieren ser portadores de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza. Creemos que Jesús, con su amor y misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, ha vencido el pecado y la muerte. Jesús ha vencido el mal, el pecado y la muerte.

Sólo basta salir a su encuentro. Salgan al encuentro de Jesús, los invito al compromiso. Salgan a ese compromiso en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda. Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene, el único que nos alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz. Los abrazo a todos y a cada uno, a los que están aquí, a los enfermos, a los más pobres, a los marginados, a los necesitados, a los ancianos, a los que están en sus casas… a todos; todos están en mi corazón.

Y ruego a Dios que los bendiga. Y, por favor, les pido a ustedes que no se olviden de rezar por mí. Muchas gracias. Antes de irme, si ustedes quieren, les doy la Bendición. Rezamos todos juntos a la Virgen: «Dios te salve María…» [Bendición] Adiós.

Fuente:

Francisco, el Papa Jesuita

Una reflexión para entender al Papa Francisco desde su ‘Ser Jesuita’.

Por Francisco de Roux SJ

La visita del Papa es para el pueblo católico de Colombia una fiesta espiritual para acrecentar la fe y ganar en fraternidad, una oportunidad de unión en la esperanza con quienes, desde otras religiones y caminos, buscan el sentido profundo de la vida y, para todas y todos, un momento único para reconciliarnos más allá de las polarizantes luchas políticas.

Para comprender mejor al Papa hay que tener en cuenta su dimensión jesuita, con lo que tiene de valor y de límite. Tuvo una seria formación espiritual y fue maestro de novicios, con disciplina universitaria fue profesor y rector del centro de estudios de teología y filosofía, y después provincial de los jesuitas de Argentina. Participó en las controversias y búsquedas de sus compañeros después del Concilio. No aceptó el método marxista para analizar problemas sociales, pero siempre estuvo con los pobres y contra el consumismo capitalista y las desigualdades.

Ser jesuita significa reconocer la presencia actuante de Dios en todos los seres humanos y en los acontecimientos del universo. Y tener conciencia de que uno no posee a Dios para llevarlo a la gente que no lo tiene, sino que la tarea es colaborar con Dios, que ya está abriéndose paso en toda mujer y todo hombre, no importan sus creencias, para ayudar a todos a ser mejores seres humanos. Por eso el respeto de Francisco por las personas.

Ser jesuita es estar en continuo discernimiento de lo que nos quiere decir Dios en esta historia, desde la perspectiva de Jesús: desprendido de intereses de riqueza, poder y prestigio; compasivo con los excluidos y las víctimas de las guerras; misericordioso con quien se equivoca, apasionado por la justicia, entregado a la paz y la reconciliación, y llevado por el amor que da la vida por los demás.

Y Francisco todos los días hace este discernimiento que le muestra al jesuita la propia fragilidad ante el desafío. Es un pecador. Necesita de la fuerza de Dios y del apoyo de los demás para ser fiel a la tarea. Por eso pide que oremos por él.

Colocado en el corazón de la Iglesia, el jesuita sabe que la Iglesia está al servicio de la comunidad humana. Por eso, Francisco busca el bien común, el de la ética política grande, lejana de rivalidades grupales, que nos exige luchar para que todos tengan las condiciones para vivir en dignidad. E invita a sus compañeros a sentir con la Iglesia en la alegría del Evangelio, no para justificar posiciones discutibles sino para abrir, en ella y con ella, el espacio para el Espíritu.

El día que entró de jesuita, Jorge Mario Bergoglio aceptó unirse para siempre a un grupo de “hombres despojados de sus propios afectos, muertos a sí mismos para vivir para la justicia…”. Y respondió afirmativamente cuando le preguntaron si tenía “el deseo de aborrecer en todo y no en parte cuanto el mundo ama y abraza, y de admitir y desear con todas sus fuerzas posibles cuanto Cristo nuestro Señor ha amado y abrazado”. Y aceptó que “en contra de honores, fama y estimación de mucho nombre en la Tierra deseaba intensamente vestirse de la misma librea de su Señor… hasta pasar injurias, falsos testimonios, afrentas y ser tenido y estimado por loco (no dando ocasión alguna de ello) por desear parecer e imitar en alguna manera a Jesucristo”.

Este es Francisco, quien invitó a sus compañeros jesuitas en noviembre pasado a llegar a las periferias a donde otros no llegan, a tener como propio el consolar al pueblo fiel y ayudar con el discernimiento a que “el enemigo de natura humana” no nos robe la alegría. A estar presentes en los lugares donde hay dolor. A llevar la misericordia a los más pobres, a los pecadores, a los “sobrantes” y crucificados; a buscar la verdad con seriedad, libertad y coraje, y a estar al lado de los que sufren la injusticia y la violencia.

Fuente: Jesuitas Colombia

 

Francisco, el Papa jesuita

La visita del Papa es para el pueblo católico de Colombia una fiesta espiritual para acrecentar la fe y ganar en fraternidad, una oportunidad de unión en la esperanza con quienes, desde otras religiones y caminos, buscan el sentido profundo de la vida y, para todas y todos, un momento único para reconciliarnos más allá de las polarizantes luchas políticas.

Por Francisco de Roux, S.J.

Para comprender mejor al Papa hay que tener en cuenta su dimensión jesuita, con lo que tiene de valor y de límite. Tuvo una seria formación espiritual y fue maestro de novicios, con disciplina universitaria fue profesor y rector del centro de estudios de teología y filosofía, y después provincial de los jesuitas de Argentina. Participó en las controversias y búsquedas de sus compañeros después del Concilio. No aceptó el método marxista para analizar problemas sociales, pero siempre estuvo con los pobres y contra el consumismo capitalista y las desigualdades.

Ser jesuita significa reconocer la presencia actuante de Dios en todos los seres humanos y en los acontecimientos del universo. Y tener conciencia de que uno no posee a Dios para llevarlo a la gente que no lo tiene, sino que la tarea es colaborar con Dios, que ya está abriéndose paso en toda mujer y todo hombre, no importan sus creencias, para ayudar a todos a ser mejores seres humanos. Por eso el respeto de Francisco por las personas.

Ser jesuita es estar en continuo discernimiento de lo que nos quiere decir Dios en esta historia, desde la perspectiva de Jesús: desprendido de intereses de riqueza, poder y prestigio; compasivo con los excluidos y las víctimas de las guerras; misericordioso con quien se equivoca, apasionado por la justicia, entregado a la paz y la reconciliación, y llevado por el amor que da la vida por los demás.

Y Francisco todos los días hace este discernimiento que le muestra al jesuita la propia fragilidad ante el desafío. Es un pecador. Necesita de la fuerza de Dios y del apoyo de los demás para ser fiel a la tarea. Por eso pide que oremos por él.

Colocado en el corazón de la Iglesia, el jesuita sabe que la Iglesia está al servicio de la comunidad humana. Por eso, Francisco busca el bien común, el de la ética política grande, lejana de rivalidades grupales, que nos exige luchar para que todos tengan las condiciones para vivir en dignidad. E invita a sus compañeros a sentir con la Iglesia en la alegría del Evangelio, no para justificar posiciones discutibles sino para abrir, en ella y con ella, el espacio para el Espíritu.

El día que entró de jesuita, Jorge Mario Bergoglio aceptó unirse para siempre a un grupo de “hombres despojados de sus propios afectos, muertos a sí mismos para vivir para la justicia…”. Y respondió afirmativamente cuando le preguntaron si tenía “el deseo de aborrecer en todo y no en parte cuanto el mundo ama y abraza, y de admitir y desear con todas sus fuerzas posibles cuanto Cristo nuestro Señor ha amado y abrazado”. Y aceptó que “en contra de honores, fama y estimación de mucho nombre en la Tierra deseaba intensamente vestirse de la misma librea de su Señor… hasta pasar injurias, falsos testimonios, afrentas y ser tenido y estimado por loco (no dando ocasión alguna de ello) por desear parecer e imitar en alguna manera a Jesucristo”.

Este es Francisco, quien invitó a sus compañeros jesuitas en noviembre pasado a llegar a las periferias a donde otros no llegan, a tener como propio el consolar al pueblo fiel y ayudar con el discernimiento a que “el enemigo de natura humana” no nos robe la alegría. A estar presentes en los lugares donde hay dolor. A llevar la misericordia a los más pobres, a los pecadores, a los “sobrantes” y crucificados; a buscar la verdad con seriedad, libertad y coraje, y a estar al lado de los que sufren la injusticia y la violencia.

Fuente: Jesuitas Colombia 

Primeras Impresiones de la Visita de Francisco

Algo de lo que la visita de Francisco ha ido dejando en las distintas localidades de Colombia por las que estuvo recorriendo.

José Leonardo Rincón, S.J.

Apenas ha pasado poco más de un día de la visita de Francisco y el positivo “efecto” que produce se siente a flor de piel. Su buonomía trasciende el carácter mediático de personaje “superstar”. La diferencia es evidente: en tanto a las estrellas hay que rodearlas de todo tipo de atenciones, algunas de las cuales han resultado estrambóticas en cuanto a seguridad, transporte, hospedaje y alimentación, por Francisco las cosas serían aún más sencillas y descomplicadas. Este es un primer logro de su visita, comenzando a hacer balance de la misma.

Su invitación a ser una Iglesia en salida, a no balconear, a no instalarse disfrutando los aires acondicionados de las oficinas, a oler a oveja, no se han quedado en meras exhortaciones pastorales teóricas sino que él las vive a plenitud: no espera a que vayan a saludarlo y rendirle tributo de admiración, él rompe el protocolo y se acerca a la gente, particularmente y de manera conmovedora a los más débiles, esto es, a los niños, a las victimas laceradas por la guerra, a los jóvenes que vivieron la tragedia de la droga y la delincuencia, a los invidentes y a quienes poseen el síndrome de Down, a las mujeres marginadas, a los ancianos y enfermos… su teología del pueblo no es producto de cómodas reflexiones de escritorio sino de su encarnada opción por los pobres.

Francisco sabe comunicar su mensaje, es decir, con sabiduría y sencillez logra llegar a todos. Su discurso no es abstruso y complejo, pues su palabra hace cercana y comprensible La Palabra. Apela a la Sagrada Escritura como es apenas obvio, pero no ha tenido reparo en citar en dos ocasiones a Garcia Márquez. Sus intervenciones son cortas y sustanciosas como nos lo enseñaran: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Todas sus intervenciones dejan una enseñanza, una lección, un llamado, un cordial jalón de orejas. Cada intervención, cada discurso, cada homilia, cada improvisación, deja el dulce sabor que sólo un buen maestro a ejemplo del Maestro, sabe hacer: no se dejen robar la alegría y la esperanza, vuelen alto no rastrero, miren a los ojos al débil, superen los rencores mezquinos, la vulnerabilidad es parte de la esencia humana… son, entre muchas, frases que impactan, cuestionan y ponen a pensar.

Su visita es oficial como jefe de estado, pero su esencia es eminentemente pastoral. Es política, porque se condicionó a que los acuerdos de paz estuviesen “blindados”, pero es pastoral porque la paz es un don de Dios y una tarea para todos los pueblos que deben buscar la justicia y la equidad para alcanzarla. Toca temas candentes como pobreza y exclusión, injusticia y corrupción, odios y polarización… pero ¿Quién dijo que el anuncio del Evangelio debe sustraerse de hablar de reconciliación, perdón, equidad, amor, justicia, honestidad? Ya lo hemos dicho, su visita no es diplomática ni de cortesía, tiene una finalidad muy clara: que demos ese primer paso para lograr salir adelante.

Hoy dejo por aquí porque vale la pena no perderse ninguna de sus intervenciones. En una semana concluimos el balance. Por lo pronto, todo ha sido ganancia y el resultado se ve alentador y promisorio. ¡Demos el primer paso!

Fuente: Jesuitas Colombia

Mensaje Conjunto en la Jornada de Oración por la Creación

El Papa y el Patriarca ecuménico de Constantinopla firman juntos el mensaje en ocasión de la Jornada de Oración por la Salvaguardia de la Creación. Recuerdan que los primeros que pagan la devastación del medio ambiente son «los pueblos más vulnerables» y los que viven en la pobreza «en cada rincón del planeta». Llamado a los potentes: «No puede haber una solución a la crisis ecológica si la respuesta no es concertada y colectiva»

La tierra nos fue encomendada por el Creador como un don maravilloso. Pero el «escenario decadente» que marca la historia del mundo se ha manifestado también en nuestro «insaciable deseo de manipular y controlar los recursos limitados del planeta», cediendo a la avidez por las «ganancias sin límites» prometidos por el mercado. Así nos hemos alejado del «propósito original de la Creación», y los primeros que pagan la factura de esta traición del plan de Dios son «los que viven en pobreza en cada rincón del planeta». Por ello es necesario rezar a Dios para agradecerle por el don de la Creación, pero también para pedirle que sostenga el compromiso por el cuidado y la protección de la Creación. Y también es necesario que los que tienen responsabilidades políticas, económicas y sociales escuchen «el grito de la tierra» y la súplica de los millones que imploran «la curación de nuestra Creación herida».

No es un simple manifiesto «verde», sino un verdadero grito de oración el mensaje que el Papa Francisco y el Patriarca de Constantinopla Bartolomé suscribieron juntos para pedir a «todos los hombres de buena voluntad» que dediquen tiempo a rezar por el medio ambiente el viernes primero de septiembre, Jornada Mundial de Oración por la Salvaguardia de la Creación. El texto, que lleva la fecha del primero de septiembre, fue anticipado hoy en una traducción italiana de la que se ocupó la agencia AsiaNews. El Sucesor de Pedro y el Sucesor de Andrés invitan a reconocer que las historias del mundo se entrelazan con el misterio de la Creación y con el misterio de la naturaleza humana, herida por el pecado original. Y, al mismo tiempo, y propio por este motivo, sugieren también una mirada crítica y original sobre el modelo de desarrollo triunfante y sobre las responsabilidades de quienes tienen el poder.

Un don traicionado

Las Sagradas Escrituras, subrayan el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé en las primeras páginas del mensaje, revelan que desde el principio Dios quiso que la humanidad cooperara con la preservación y con la protección de la Creación. «Al comienzo, como se lee en el Génesis, “aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo” (Génesis, 2, 5). La tierra nos fue encomendada como un don sublime y una herencia, para la cual el género humano fue llamado a compartir hasta que, “al final”, todas las cosas del cielo y de la tierra sean restauradas en Cristo».

Pero, a pesar de este plan bueno, la historia del mundo ha hecho que surgiera un contexto diferente, marcado por «un escenario moralmente decadente», en el que la actitud de los hombres hacia la Creación ha obscurecido progresivamente la vocación de los hombres de ser «cooperadores de Dios». La pulsión de interferir en el «delicado y equilibrado ecosistema del mundo», el insaciable deseo «de manipular y controlar los recursos limitados del planeta», y la avidez por las «ganancias sin límites del mercado» nos han alejado «del objetivo original de la Creación». Ahora, prosiguen Bartolomé y Francisco, «ya no respetamos la naturaleza como un don compartido. En cambio, la consideramos una posesión privada». No nos ponemos de acuerdo con la naturaleza para sostenerla y, por el contrario, la dominamos «para afirmar nuestras construcciones».

Pagan los pobres

Las consecuencias de este proceso de alejamiento, se lee en el mensaje suscrito por el Papa Bergoglio y el Patriarca ecuménico, son «trágicas y duraderas». «El ambiente humano y el ambiente natural se deterioran juntos, y este deterioro del planeta pesa sobre los pueblos más vulnerables». El impacto del cambio climático «golpea principalmente a los que viven en la pobreza en cada rincón del planeta. Nuestro deber de usar los bienes de la tierra de manera responsable —escribieron el Papa y el Patriarca—implica el reconocimiento y el respeto por todos los pueblos y todas las criaturas vivas. La llamada urgente es el desafío para cuidar la Creación son una invitación a toda la humanidad para que lleve a cabo un verdadero desarrollo sostenible e integral».

El Señor y el corazón de los potentes

Frente al escenario descrito los dos pastores cristianos, unidos también «por el común cuidado de la Creación de Dios, y reconociendo la tierra como un bien compartido», invitan con fervor a todos los hombres de buena voluntad «a dedicar un tiempo de oración por el ambiente el primero de septiembre». Una oración para agradecer al Creador amoroso» por el «noble don de la Creación» y también para pedirle que apoye un renovado compromiso por el cuidado y la preservación de la Creación: «después de todo, sabemos que trabajamos en vano si el Señor no está a nuestro lado».

A Dios, Bartolomé y el Papa Francisco piden cambiar la manera con la que los hombres se relacionan con el mundo. Y la oración que dirigen a Dios, para que toque los corazones de los hombres, está implícitamente relacionada con el llamado que el Papa Francisco y Bartolomé, en su mensaje, dirigen a los que tienen el poder: «Apelamos con urgencia a todos los que están en posición de responsabilidad de tipo social y económica, o política y cultural», escribieron los dos pastores, «para que escuchen el grito de la tierra y presten atención a las necesidades de los marginados, pero, sobre todo, para que respondan a la súplica de millones de sostener un común compromiso del mundo por la cura de nuestra Creación herida». «Estamos convencidos —añadieron— de que no puede haber una solución sincera y duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si la respuesta no es concertada y colectiva, si la responsabilidad no es compartida y confiable, si no da prioridad a la solidaridad y al servicio».

Fuente: Vatican Insider 

 

El Papa Nombró un nuevo Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe

El papa Francisco nombró nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe al español Luis Francisco Ladaria Ferrer, quien hasta el momento era secretario de la Congregación.

Monseñor Ladaria sustituye al cardenal Gerhard Ludwig Müller. En un comunicado, la Santa Sede explicó que el pontífice “ha dado las gracias al cardenal Gerhard Ludwig Müller al concluir su mandato de cinco años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de presidente de la Pontificia Comisión ‘Ecclesia Dei’, de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional”.

Deja así su cargo el cardenal Müller, de 70 años, pasando el dicasterio al número dos del mismo, Luis Ladaria Ferrer, (nacido en Mallorca, el 19 de abril de 1944), arzobispo jesuita español y profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana.

El papa Juan Pablo II le nombró en 1992 miembro de la Comisión Teológica Internacional y en 1995 consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En marzo de 2004 fue nombrado secretario general de la Comisión Teológica Internacional.

El 9 de julio de 2008 es nombrado por el papa Benedicto XVI secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe asignándole la sede titular de Tibica con dignidad arzobispal. Es un miembro del equipo de la Santa Sede encargado del diálogo con la Hermandad Sacerdotal San Pío X, que inició en el 2009.

Fuente: AICA

 

Papa Francisco: “Los Católicos Tenemos un Papel Crítico en la Lucha contra el Cambio Climático”

El Papa avaló la campaña del Movimiento Católico Mundial por el Clima, iniciada a 2 años de haberse publicado la encíclica Laudato Si y alentó a todos los católicos a comprometerse con el cuidado de la Casa Común.

Tras el segundo aniversario de la histórica encíclica, el Papa Francisco avaló la campaña del Compromiso Laudato Si’ del Movimiento Católico Mundial por el Clima. A través de este Compromiso, el MCMC espera movilizar a al menos a un millón de católicos para que se lleven la Laudato Si’en acciones concretas en favor del cuidado del planeta.

La campaña del Compromiso Laudato Si’también recibió el apoyo de líderes de alto nivel alrededor del mundo como los Cardenales Turkson, Tagle, Ribat, Cupich y Marx. También ha contado con el apoyo de importantes líderes ambientales, entre ellos el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres; la ex Jefa de Clima de la ONU, Christiana Figueres, y May Boeve, Directora Ejecutiva de 350.org. El apoyo del Papa Francisco, sumado a los de otros líderes católicos y ambientales, demuestra el compromiso con la justicia ambiental de los más altos niveles de la Iglesia.

Tomás Insua, Director Ejecutivo del Movimiento Católico Mundial por el Clima, dijo: “Estamos agradecidos e inspirados por el aval del Papa Francisco al Compromiso Laudato Si’. Con 1.200 millones de católicos en todo el mundo, tenemos un papel crítico que desempeñar en la lucha contra el cambio climático y la crisis ecológica más amplia. El Papa Francisco ya ha cambiado la discusión sobre el cambio climático y esta promesa nos invita a poner en acción las enseñanzas de la Iglesia y responder a la llamada urgente a una acción política fuerte y un cambio de estilo de vida hecha en Laudato Si’”.

La semana pasada, los obispos filipinos que participaron en la asamblea plenaria bianual de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas del 8 al 10 de julio, apoyaron el Compromiso. Esto como respuesta al lanzamiento mundial del Compromiso que tuvo lugar el 17 de junio en Manila. De hecho, ya en diversas diócesis del país asiático se han reunido miles de Compromisos.

El apoyo del Papa da mayor fuerza al gran momento que está teniendo la acción climática católica: el Pontífice pidió a Angela Merkel mantener el acuerdo de París durante la cumbre del G20, varias organizaciones católicas recientemente desinvirtieron de combustibles fósiles, el MCMC se unió a otros grupos cristianos pidiendo a los gobiernos que tomen medidas audaces y Tomás Insua, director ejecutivo del Movimiento Católico Mundial por el Clima, se unió a otros líderes científicos, políticos y religiosos para publicar una carta en la revista Nature que impulsa al G20 a reconocer la urgencia de la crisis climática. Después de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunciara su retirada del Acuerdo de París, la Iglesia Católica y otras denominaciones cristianas no sólo esperan acción política, sino también acciones audaces como individuos y organizaciones.

El Compromiso, que llama a aquellos que firmen a responder al llamado de Laudato Si’rezando por y con la creación, viviendo con sencillez y abogando por el cuidado de nuestra casa común, es solamente una de las acciones principales que el MCMC ha planeado. Entre el 1 septiembre y el 4 de octubre, también se unirán a otras denominaciones cristianas en todo el mundo para celebrar la Tiempo para la Creación con jornadas de oración simbólica y fuertes llamados a la acción climática local.

Fuente: CPAL Social

Intenciones de Oración del Papa 2017

Compartimos las intenciones de oración que el Papa Francisco propone para toda la Iglesia, mes a mes, respondiendo a diferentes realidades que necesitan especialmente de la presencia de Dios.

 A partir de 2017, el Papa presentará sólo una intención de oración por mes, en lugar de dos como en años anteriores. Sin embargo, se puede añadir una segunda intención de oración cada mes en relación con acontecimientos o necesidades urgentes, como el alivio de desastres.

Agosto

Por los Artistas.

Por los artistas de nuestro tiempo, para que, a través de las obras de su creatividad nos ayuden a todos a descubrir la belleza de la creación.

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Julio

Por los alejados de la Fe cristiana. 

Por nuestros hermanos que se han alejado de la fe, para que, a través de nuestra oración y el testimonio evangélico puedan redescubrir la cercanía del Señor misericordioso y la belleza de la vida cristiana.

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Junio

Eliminar el comercio de armas. 

Por los responsables de las naciones, para que se comprometan con decisión a poner fin al comercio de armas, que causa tantas víctimas inocentes.

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Mayo

Por los Cristianos de África, testigos de paz. 

Por los cristianos de África, para que den un testimonio profético de reconciliación, de justicia y paz, imitando a Jesús Misericordioso.

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Abril

Por los jóvenes.

Por los jóvenes, para que sepan responder con generosidad a su propia vocación; considerando seriamente también la posibilidad  de consagrarse al Señor en el sacerdocio o la vida consagrada.

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Marzo

Por los cristianos perseguidos.

Por los cristianos perseguidos, para que experimenten el apoyo de toda la Iglesia, por medio de la oración y la ayuda material.

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Febrero

Acoger a los necesitados.

Por aquellos que están agobiados, especialmente los pobres, los refugiados y los marginados, para que encuentren acogida y apoyo en nuestras comunidades.

Intención Urgente: por los  niños en peligro por la interrupción del embarazo y por las personas en el fin de su vida. 

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Enero

Los cristianos al servicio de los desafíos de la humanidad.

Por todos los cristianos, para que, fieles a las enseñanzas del Señor, aporten con la oración y la caridad fraterna, a restablecer la plena comunión eclesial, colaborando para responder a los desafíos actuales de la humanidad

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¿Por qué Engancha el Papa Francisco?

Sin duda, el Papa Francisco se ha consolidado como un líder a nivel mundial para creyentes y no creyentes, despertando adhesiones y polémicas.

Se ha estrenado en Ciudad del Vaticano un documental que da las claves del éxito del liderazgo del Papa Francisco. En el mismo, distintas figuras reconocidas por su éxito en distintos ámbitos, católicos y no, que hablan de los elementos que hacen del Pontificado de Francisco un modo de liderazgo exitoso. Entre ellos están Andrea Bocelli, Gari Gasparof, Valeria Mazza, Mike Piazza, Jean Todd, y David Putnam.

El documental dura 45 minutos, en los que se evalúa la popularidad del Vaticano, y de la mano del Papa Francisco, de quien se considera que ha dejado su impronta particular en el modo de ver las cosas. Fue rodado en Venezuela, Suiza, España, Inglaterra e Italia.