Francisco: Comprometerse con el Bien Común en Latinoamérica

La Organización Internacional Italo-Latino Americana celebra el 50 aniversario desde su fundación y el Papa Francisco ha aprovechado la ocasión para encontrarse con sus miembros y dirigirles unas palabras. Las compartimos a continuación.

Papa Francisco

Les doy la bienvenida y los saludo en el 50 aniversario de la Organización Italo-Latino Americana. Agradezco al Presidente y al Vicepresidente las palabras que han introducido nuestro encuentro.

En el Convenio de creación de vuestra Organización se expresan las finalidades de la misma, entre ellas: promover el desarrollo y la coordinación, como también individuar las posibilidades de asistencia recíproca y de acción común en los países miembros (cf. Art. 1). Ante este compromiso, deseo destacar tres aspectos que me parecen importantes en el momento actual.

Individuar las Potencialidades

En primer lugar individuar las potencialidades. Los países de América latina son ricos en historia, cultura, recursos naturales; además sus gentes son «buenas» y solidarias con los demás pueblos. Esto se ha comprobado ante las recientes catástrofes naturales, cómo se han ayudado unos a otros, siendo un ejemplo para toda la comunidad internacional. Todos estos valores sociales están ahí pero tienen que ser apreciados para ser potenciados. No obstante estos bienes del continente, la actual crisis económica y social ha golpeado a la población y ha hecho que crezca la pobreza, la desocupación, la desigualdad social, como también que se explote y se abuse nuestra casa común. Y ésto a un nivel que no hubiéramos imaginado 10 años atrás.

Ante esta situación se necesita un análisis que tenga en cuenta la realidad de las personas concretas, la realidad de nuestro pueblo (cf. Enc. Laudato si’, 144). Esto nos ayudará a darnos cuenta de las necesidades reales que existen, como también a apreciar la riqueza que cada persona y pueblo encierra en sí misma.

Coordinar esfuerzos

Si el primer punto era “individuar”, el segundo es coordinar esfuerzos para dar respuestas concretas y hacer frente a los ruegos y necesidades de los hijos e hijas de nuestros Países. Coordinar no es dejar hacer al otro, y al final dar el visto bueno; sino que conlleva mucho tiempo y esfuerzo; es un trabajo escondido y poco valorado, pero necesario. Ante un mundo globalizado y cada vez más complejo, América Latina debe aunar esfuerzos para hacer frente al fenómeno de la emigración; y gran parte de sus causas se podían haber ya afrontado desde hace tiempo, pero nunca es tarde (cf. Discurso al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, 11 enero 2016). La emigración ha existido siempre, pero en los últimos años se ha incrementado de una manera nunca antes vista.

Nuestra gente, impulsada por la necesidad, va en busca de «nuevos oasis», donde puedan encontrar mayor estabilidad y un trabajado que dé mayor dignidad a sus vidas. Pero en esa búsqueda, muchas personas sufren la violación de sus derechos; muchos niños y jóvenes son víctimas de la trata y son explotados, o caen en las redes de la criminalidad y la violencia organizada. La emigración es un drama de división: se dividen las familias, los hijos se separan de sus padres, se alejan de su tierra de origen, hasta los mismos gobiernos y los países se dividen ante esta realidad. Se necesita fomentar una política conjunta de cooperación para abordar este tema. No se trata de buscar culpables y de eludir la responsabilidad, sino que todos estamos llamados a trabajar de manera coordinada y conjunta.

Promover

Y por último, el tercer aspecto, promover. De entre las muchas acciones que se podrían realizar, considero que resalta por su importancia la promoción de una cultura del diálogo. Algunos países están atravesando momentos difíciles a nivel político, social y económico. Los ciudadanos que tienen menos recursos son los primeros en notar la corrupción que existe en las distintas capas sociales y la mala distribución de las riquezas. Sé que muchos países trabajan y luchan para lograr una sociedad más justa, promoviendo una cultura de la legalidad. La promoción del diálogo político es esencial, ya sea entre los distintos miembros de esta Asociación, así como también con países de otros continentes, de modo especial con los de Europa, por los lazos que los unen.

En esta colaboración y diálogo se encuentra la diplomacia como instrumento fundamental y de solidaridad para alcanzar la paz (cf. Discurso al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, 9 enero 2017). El diálogo es esencial; pero no el «diálogo de sordos». Se pide una actitud receptora que acoja sugerencias y comparta inquietudes. Capacidad de escucha. Es un intercambio recíproco de confianza, que sabe que al otro lado está un hermano con la mano tendida para ayudar, que desea el bien de las partes y estrechar vínculos de fraternidad y amistad para avanzar por caminos de justicia y de paz.

Los animo en su compromiso en favor del bien común en nuestro continente americano y que la colaboración entre todos pueda favorecer a la creación de un mundo cada vez más humano y más justo.

Fuente: news.va

 

Francisco a los Jóvenes: “Pídanle a Dios que los desafíe”

El Papa se reunió con miles de jóvenes en Génova, que lo esperaban numerosos y entusiastas en el Santuario de Nuestra Señora de la Guardia, el más importante santuario de la región de Liguria y uno de los más importantes de Italia.

Con la espontaneidad que lo caracteriza y como lo hizo también con la Iglesia de Liguria poco antes y con los trabajadores de la planta industrial siderúrgica Ilva, a primeras horas de la mañana, en su primera etapa en tierra ligur, Francisco respondió a las preguntas de tres jóvenes.

“Para mí es una alegría encontrarlos, les dijo el Papa, es un encuentro que siempre deseo. Ustedes que no quieren respuestas preparadas, quieren el diálogo”. Respondiendo a las preguntas de los jóvenes, Francisco les aseguró que la invitación de Jesús “es siempre una alegría plena, y nadie se las quitará». Alegría, afirmó el Pontífice, que no es lo mismo que divertirse. «Es la alegría que está adentro, que nace del corazón y no es superficial”.

“Ir a misionar, explicó después Francisco, significa “dejarse transformar por el Señor. El ser misioneros nos lleva a aprender a mirar con ‘ojos nuevos’, porque con la misión los ojos se renuevan, aprender a mirar con ojos nuevos nuestra ciudad, nuestra vida y nuestra familia con ojos distintos. Nos abre los ojos y el corazón. La experiencia misionera nos abre los ojos y el corazón. Y así, dejamos de ser ‘turistas’ de la vida para volvernos hombres y mujeres que aman con compromiso en la vida”.

El Papa exhortó a los jóvenes genoveses a “dejar la actitud de turistas y volverse jóvenes con un compromiso serio” porque – aseguró – “tenemos que vivir en misión”.

Francisco explicó asimismo el significado de amar: “significa tener la capacidad de mirar a los ojos de quienes están en situación de degrado y decir: ‘para mí tú eres Jesús’ y éste – aseguró – es el inicio de toda misión. Para misionar – enfatizó el Papa – hay que ser testarudos en la esperanza”.

Para finalizar, enseñó a los jóvenes la oración que compartimos a continuación:

«‘Señor, te pido un favor, hoy desafíame’. Sí, ‘Jesús, por favor, importúname, dame la valentía de poder responder al desafío y a ti’. Me gusta mucho este Jesús que incomoda, que importuna, porque Jesús está vivo, y te mueve desde dentro con el Espíritu Santo. Es estupendo un chico o una chica que se dejan incomodar por Jesús; el chico o la chica que no se deja tapar la boca con facilidad, que aprende a no quedarse con la boca cerrada, que no se conforma con respuestas simplistas, que busca la verdad, busca lo profundo, va adelante, sin miedo. Se atreve a preguntarse sobre la verdad y sobre tantas cosas”.

Entre los participantes, había algunas personas privadas de la libertad, a quienes el Papa les dio una bendición especial. También se acercó a saludar a quienes a pesar del calor seguían el encuentro desde fuera.

Fuente: Valores Religiosos

Rome Reports

Francisco: la Comundidad Cristiana como Reflejo de la Comunión Trinitaria

Palabras del Papa Francisco previas al rezo del Ángelus en el día de la Santísima Trinidad. 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Las Lecturas bíblicas de este domingo, fiesta de la Santísima Trinidad, nos ayudan a entrar en el misterio de la identidad de Dios. La segunda Lectura, presenta las palabras que san Pablo dirige a la comunidad de Corinto: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes»(2 Cor 13,13). Esta “bendición” del Apóstol es fruto de su experiencia personal del amor de Dios, aquel amor que Cristo resucitado le ha revelado, que ha transformado su vida y lo ha “empujado” a llevar el Evangelio a la población. A partir de esta experiencia suya de gracia, Pablo puede exhortar a los cristianos con estas palabras: “alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz”. La comunidad cristiana, aun con todos los límites humanos, puede transformarse en un reflejo de la comunión con la Trinidad, de su bondad y de su belleza. Pero esto – como el mismo Pablo da testimonio – pasa necesariamente a través de la experiencia de la misericordia de Dios, de su perdón.

Es lo que sucede a los judíos en el camino del éxodo. Cuando el pueblo infringió la alianza, Dios se presentó a Moisés en la nube para renovar aquel pacto, proclamando el propio nombre y su significado: “El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6). Este nombre expresa que Dios no está alejado y encerrado en sí mismo sino que es Vida que quiere comunicarse, es apertura, es Amor que rescata al hombre de la infidelidad. Dios es “misericordioso”, “piadoso” y “rico de gracia” porque se ofrece a nosotros para colmar nuestros límites y nuestras faltas, para perdonar nuestros errores, para volvernos a llevar al camino de la justicia y de la verdad. Esta revelación de Dios llegó a su cumplimiento en el Nuevo Testamento gracias a la palabra de Cristo y a su misión de salvación. Jesús nos ha manifestado el rostro de Dios, Uno en la sustancia y Trino en las personas; Dios es todo y sólo Amor, en una relación subsistente que todo crea, redime y santifica: Padre e Hijo y Espíritu Santo.

También Evangelio de hoy “pone en escena” a Nicodemo, el cual, aun ocupando un lugar importante en la comunidad religiosa y civil de ese tiempo, no ha dejado de buscar a Dios. No pensó: “ya llegué” ¡no! No dejó de buscar a Dios. Y ahora ha percibido el eco de su voz en Jesús. En el diálogo nocturno con el Nazareno, Nicodemo comprende finalmente que es ya buscado y esperado por Dios, que es amado personalmente por Él. Dios siempre nos busca antes, nos espera antes, nos ama antes. Es como la flor del almendro, así dice el profeta: florece antes.

En efecto, así le habla Jesús: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”. ¿Qué es la vida eterna? Es el amor desmedido y gratuito del Padre que Jesús ha donado en la cruz, ofreciendo su vida por nuestra salvación. Este amor, con la acción del Espíritu Santo, ha irradiado una luz nueva sobre la tierra y en cada corazón humano que lo acoge; una luz que revela los ángulos oscuros, las durezas que nos impiden llevar los frutos buenos de la caridad y de la misericordia.

 Que la Virgen María nos ayude a entrar siempre más, con todo nosotros mismos, en la Comunión trinitaria, para vivir y dar testimonio del amor que da sentido a nuestra existencia.

Fuente: NEWS.VA

 

Pentecostés: Un Pueblo Nuevo con un Corazón Nuevo

Compartimos las palabras del Papa Francisco en su homilía durante la Misa celebrada durante Fiesta de Pentecostés, en la Plaza de San Pedro.

Hoy concluye el tiempo de Pascua, cincuenta días que, desde la Resurrección de Jesús hasta Pentecostés, están marcados de una manera especial por la presencia del Espíritu Santo. Él es, en efecto, el Don pascual por excelencia. Es el Espíritu creador, que crea siempre cosas nuevas. En las lecturas de hoy se nos muestran dos novedades: en la primera lectura, el Espíritu hace que los discípulos sean un pueblo nuevo; en el Evangelio, crea en los discípulos un corazón nuevo.

Un pueblo nuevo.

En el día de Pentecostés el Espíritu bajó del cielo en forma de «lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas» (Hch 2, 3-4). La Palabra de Dios describe así la acción del Espíritu, que primero se posa sobre cada uno y luego pone a todos en comunicación. A cada uno da un don y a todos reúne en unidad. En otras palabras, el mismo Espíritu crea la diversidad y la unidad y de esta manera plasma un pueblo nuevo, variado y unido: la Iglesia universal. En primer lugar, con imaginación e imprevisibilidad, crea la diversidad; en todas las épocas en efecto hace que florezcan carismas nuevos y variados. A continuación, el mismo Espíritu realiza la unidad: junta, reúne, recompone la armonía: «Reduce por sí mismo a la unidad a quienes son distintos entre sí» (Cirilo de Alejandría, Comentario al Evangelio de Juan, XI, 11). De tal manera que se dé la unidad verdadera, aquella según Dios, que no es uniformidad, sino unidad en la diferencia.

Para que se realice esto es bueno que nos ayudemos a evitar dos tentaciones frecuentes. La primera es buscar la diversidad sin unidad. Esto ocurre cuando buscamos destacarnos, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes, cuando nos encerramos en nuestros particularismos, quizás considerándonos mejores o aquellos que siempre tienen razón. Entonces se escoge la parte, no el todo, el pertenecer a esto o a aquello antes que a la Iglesia; nos convertimos en unos «seguidores» partidistas en lugar de hermanos y hermanas en el mismo Espíritu; cristianos de «derechas o de izquierdas» antes que de Jesús; guardianes inflexibles del pasado o vanguardistas del futuro antes que hijos humildes y agradecidos de la Iglesia. Así se produce una diversidad sin unidad. En cambio, la tentación contraria es la de buscar la unidad sin diversidad. Sin embargo, de esta manera la unidad se convierte en uniformidad, en la obligación de hacer todo juntos y todo igual, pensando todos de la misma manera. Así la unidad acaba siendo una homologación donde ya no hay libertad. Pero dice san Pablo, «donde está el Espíritu del Señor, hay libertad» (2 Co 3,17).

Nuestra oración al Espíritu Santo consiste entonces en pedir la gracia de aceptar su unidad, una mirada que abraza y ama, más allá de las preferencias personales, a su Iglesia, nuestra Iglesia; de trabajar por la unidad entre todos, de desterrar las murmuraciones que siembran cizaña y las envidias que envenenan, porque ser hombres y mujeres de la Iglesia significa ser hombres y mujeres de comunión; significa también pedir un corazón que sienta la Iglesia, madre nuestra y casa nuestra: la casa acogedora y abierta, en la que se comparte la alegría multiforme del Espíritu Santo.

Un corazón nuevo

Y llegamos entonces a la segunda novedad: un corazón nuevo. Jesús Resucitado, en la primera vez que se aparece a los suyos, dice: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20, 22-23). Jesús no los condena, a pesar de que lo habían abandonado y negado durante la Pasión, sino que les da el Espíritu de perdón. El Espíritu es el primer don del Resucitado y se da en primer lugar para perdonar los pecados. Este es el comienzo de la Iglesia, este es el aglutinante que nos mantiene unidos, el cemento que une los ladrillos de la casa: el perdón. Porque el perdón es el don por excelencia, es el amor más grande, el que mantiene unidos a pesar de todo, que evita el colapso, que refuerza y fortalece. El perdón libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se construye la Iglesia.

El Espíritu de perdón, que conduce todo a la armonía, nos empuja a rechazar otras vías: esas precipitadas de quien juzga, las que no tienen salida propia del que cierra todas las puertas, las de sentido único de quien critica a los demás. El Espíritu en cambio nos insta a recorrer la vía de doble sentido del perdón ofrecido y recibido, de la misericordia divina que se hace amor al prójimo, de la caridad que «ha de ser en todo momento lo que nos induzca a obrar o a dejar de obrar, a cambiar las cosas o a dejarlas como están» (Isaac de Stella, Sermón 31). Pidamos la gracia de que, renovándonos con el perdón y corrigiéndonos, hagamos que el rostro de nuestra Madre la Iglesia sea cada vez más hermoso: sólo entonces podremos corregir a los demás en la caridad.

Pidámoslo al Espíritu Santo, fuego de amor que arde en la Iglesia y en nosotros, aunque a menudo lo cubrimos con las cenizas de nuestros pecados: «Ven Espíritu de Dios, Señor que estás en mi corazón y en el corazón de la Iglesia, tú que conduces a la Iglesia, moldeándola en la diversidad. Para vivir, te necesitamos como el agua: desciende una vez más sobre nosotros y enséñanos la unidad, renueva nuestros corazones y enséñanos a amar como tú nos amas, a perdonar como tú nos perdonas. Amén».

Fuente: NEWS.VA

5 rasgos del Pontificado de Francisco

El Pontificado de Francisco tiene sus particularidades, y esto se debe principalmente a que busca que la Iglesia se plantee preguntas y se abra a un mundo que está en constante movimiento y cambio. En este artículo podrás leer algunas de estas características particulares.

Por Antonio Spadaro SJ

Un pontificado de discernimiento y «pensamiento incompleto»

Para el Papa Francisco el mundo está siempre en movimiento: la perspectiva ordinaria, con sus métricas de juicio para clasificar lo que es importante y lo que no es, no funciona.

Ser hombres y mujeres con discernimiento significa para el Papa ser hombres y mujeres de «pensamientos incompletos», de «pensamientos abiertos». Esto significa que el parece no tener un «proyecto», que es un plan teórico y abstracto para aplicarlo a la historia.

Él no tiene una hoja de ruta escrita por adelantado que se refiere a ideas o conceptos. Sino que se refiere siempre a los «tiempos, lugares, personas», como San Ignacio de Loyola requiere, y por lo tanto no abstracciones ideológicas. Esa visión interior no se impone en sí misma a la historia, buscando organizarla de acuerdo con sus propias coordenadas, sino que dialoga con la realidad, se fija a sí misma dentro de la historia de hombres y mujeres, se desarrolla en el tiempo.

Esta visión «abierta» le da substancia a lo que él intenta a través de la «reforma», que tiene fuego en el corazón y no en las estructuras.

A veces, el Papa abre discursos sin cerrarlos de inmediato o sacando conclusiones precipitadas, dejando así espacios para el diálogo y debate, incluso entre aquellos que tienen altas responsabilidades eclesiales (cfr. Evangelii Gaudium [EG], n. 32, sobre la conversión del papado, n. 51 sobre la disciplina de los sacramentos, n. 104 sobre el papel de la mujer).

En este viaje el Papa Francisco no cree que debemos esperar de su magisterio «una palabra definitiva o completa sobre cada pregunta que afecte a la Iglesia y al Mundo» (EG 16). De hecho «ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de las realidades sociales o las propuestas de soluciones a los problemas contemporáneos» (EG 184). Por lo tanto «en su diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene las soluciones para cada tema en particular» (EG 241).

Un pontificado de tensión entre espíritu e institución

El papa Francisco escribe en el Evangelii gaudium: «La Iglesia tiene que aceptar esta libertad rebelde de la Palabra, que logra lo que quiere en maneras que sobrepasan nuestros cálculos y maneras de pensar» (EG 22).

Una tensión dialéctica siempre existe en el discurso que el Papa Francisco hace entre el espíritu y la institución: el uno nunca niega al otro, pero el primero debe animar al segundo en una forma eficaz.

Después, más adelante, él afirma que la Iglesia es «un pueblo de peregrinos y evangelizadores, trascendiendo cualquier expresión institucional, sea la que sea» (EG 111).

Es interesante observar esta fructífera tensión más allá: la que existe entre la Iglesia como «pueblo de peregrinos» y la Iglesia como «institución», que refleja las dos definiciones de Iglesia preferidas por el Papa Francisco: «fiel pueblo de Dios en el viaje» (Lumen gentium) y «Santa Madre Iglesia jerárquica» (Ignacio de Loyola).

Esta tensión anima la reflexión de Francisco con respecto a lo que él ha llamado la «conversión del papado» (EG 32).

Un pontificado de fronteras y desafíos

En encuentro de los Jesuitas de La Civiltà Cattolica el Popa Francisco recomendó habitar las fronteras: «deben ir hacia las fronteras y no llevar las fronteras a casa para pintarlas un poco o domesticarlas». Nuestra tarea, por lo tanto, es la de «acompañamiento […] los procesos culturales y sociales, y aquellos que están viviendo transiciones difíciles, incluso encargándose de los conflictos».

Nosotros vemos la realidad mejor desde la periferia que desde el centro. Esta es la razón de su circunnavegación hacia las fronteras del mundo y de la vida humana. Está buscando el «alma». Y el alma no está solo en el «centro», pero en el pulsante y vivo «corazón».

Francisco es como un doctor que busca el comprender si el corazón funciona, observando si y como la sangre fluye por todos lados, y también investigando la circulación periférica.

Su pregunta más radical es: ¿Cómo proclamamos el Evangelio a todo el mundo, cualquiera que sea su condición existencial? Esto es lo que realmente importa.

Un pontificado para una Iglesia, «hospital de campaña»

En el corazón de mi discusión con el Papa Francisco una imagen surgió: una de la Iglesia como ¨un hospital de campaña después de una batalla¨. Es una imagen muy potente, que también contiene dentro de la misma la percepción dramática del mundo en condiciones de guerra con personas que están muriendo y personas que están heridas.

La debilidad de la condición humana es el punto de partida para la misión que debe sobre todo considerar a quién el mensaje de salvación debería ser dirigido. Si la Iglesia tiene ante sí un hombre herido que necesita salvación, no puede y no debe proceder a medir su colesterol o glicemia. Tiene que salvar su vida, debe llevarle a el o ella el mensaje de salvación.

Por esta razón, el Papa en mi entrevista, afirma explícitamente: ¨No podemos detenernos solo en las cuestiones relacionadas con el aborto, matrimonio homosexual y el uso de los métodos anticonceptivos.¨

Siempre me he encontrado pensando sobre un evento en la vida del Papa Francisco con el que siempre me he conectado con la actitud de ¨cura¨, no menos en el sentido médico, al cual él a menudo se refiere: el hecho de que antes de entrar al seminario Bergoglio se enfermó seriamente a la edad de 21. El sufrió una infección pulmonar casi fatal. En un momento de fiebres altas, él abrazó a su madre y le dijo desesperadamente: ¨Dime que me está pasando¨. Yo pienso que de alguna manera esto marcó la gran y profunda sensibilidad humana y espiritual del Papa Francisco.

Una pregunta que el Papa hizo vibrantemente durante nuestra conversación fue: ¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios?. Es una pregunta central, una que él se hace todos los días, incluso antes de preocuparse por las estructuras.

Y la palabra ¨tratar¨ debería quizás ser entendida en el sentido de ¨cura¨ en el contexto de un ¨hospital de campaña.

Esto es ser …. “misericordioso”. Misericordia significa curación.

Un pontificado que tiene impacto geopolítico

La misericordia puede quizás tener valor cultural y político. No es coincidencia que haya muchas personas que juzgan a Francisco también como un espíritu profético que afecta a la política.

¿Cuál es el significado de misericordia como categoría política?

En un síntesis extrema, podemos decir: nunca consideren algo o alguien como definitivamente «perdido» en las relaciones entre las naciones, pueblos y estados. Este es el núcleo de su significado político. Sobre esto Francisco escribió: «Es deseable que incluso el lenguaje de la política y diplomacia nos permita ser inspirados por la piedad, que nunca se de por vencido en nada como perdido».

Precisamente esta fluidez es la razón que nos permite entender por qué el Papa Francisco nunca se esposa a rígidos mecanismos interpretativos para dirigirse a situaciones y crisis internacionales.

La Santa Sede ha establecido o quiere establecer relaciones directas y fluidas con los grandes potencias, sin querer entrar en redes preestablecidas de alianza o influencia.

Esencialmente, la posición deseada por el Papa consiste en no dar males y razones, porque en la raíz, sin embargo hay una pelea por el poder de la supremacía.

No hay por lo tanto que imaginarse un despliegue por razones morales. Pero la necesidad de ver la imagen con una óptica diferente es requerida. Y por eso es que es tan importante su agilidad construyendo puentes entre las tierras y posiciones lejanas (China, Rusia, Irán…).

Todo esto pone en movimiento una lógica impredecible, precisamente la de una visión poliédrica y multipolar.

… Y ahora nuevamente regresamos al principio: Francisco es un Papa que está viviendo su ministerio como un ministerio de discernimiento, de «pensamiento incompleto»…

Fuente: Teología Hoy 

El Papa reza por Esperanza y Paz para el Mundo en Fátima

Siguiendo la huella de sus predecesores, Francisco visitó Fátima como “peregrino de paz” y allí pidió por la reconciliación y la concordia entre todos los pueblos.

El Papa Francisco pidió para el mundo la concordia entre los pueblos, y le encomendó al Corazón Inmaculado de la Virgen de Fátima las alegrías y dolores de la familia humana, rogando asimismo por la Iglesia de Cristo.

En la víspera de la celebración de los cien años de cuando la Madre de Dios bajó de los cielos, en Cova de Iría, el Obispo de Roma se detuvo en homenaje orante ante la Reina del Rosario, en la Capilla de las Apariciones.

Acompañado por el intenso fervor y devoción de los peregrinos de tantas partes del mundo, que abarrotaron la explanada del Santuario portugués y sus alrededores, el Santo Padre le dirigió una oración a la Virgen de Fátima, «refugio y camino que nos conduce a Dios». Colocó bajo el Manto de María y le consagró el anhelo de seguir el ejemplo de los pastorcitos Francisco y Jacinta, el día antes de canonizarlos, y de los que se entregan al mensaje del Evangelio, para peregrinar por todos los caminos, derrumbar muros, vencer fronteras y llegar a todas las periferias, revelando la justicia y la paz de Dios.

Siguiendo las huellas de sus Predecesores, la del Papa Bergoglio es la sexta peregrinación del Sucesor de Pedro al Santuario mariano de Fátima. La primera, fue la del Beato Pablo VI, en 1967, en el 50 aniversario de las apariciones a los tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta.

Oración de Francisco a la Virgen de Fátima

«Salve Reina,

Bienaventurada Virgen de Fátima,

Señora del Corazón Inmaculado,

refugio y camino que conduce a Dios.

Peregrino de la Luz que procede de tus manos,

doy gracias a Dios Padre que, siempre y en todo lugar, interviene en la historia del hombre;

peregrino de la Paz que tú anuncias en este lugar,

alabo a Cristo, nuestra paz, y le imploro para el mundo la concordia entre todos los pueblos;

peregrino de la Esperanza que el Espíritu anima,

vengo como profeta y mensajero para lavar los pies a todos, entorno a la misma mesa que nos une.

 

¡Salve, Madre de Misericordia,

Señora de la blanca túnica!

 

En este lugar, desde el que hace cien años

manifestaste a todo el mundo los designios de la misericordia de nuestro Dios,

miro tu túnica de luz y, como obispo vestido de blanco,

tengo presente a todos aquellos que,

vestidos con la blancura bautismal,

quieren vivir en Dios

y recitan los misterios de Cristo para obtener la paz.

¡Salve, vida y dulzura,

salve, esperanza nuestra,

Oh Virgen Peregrina, oh Reina Universal!

 

Desde lo más profundo de tu ser,

desde tu Inmaculado Corazón,

mira los gozos del ser humano

cuando peregrina hacia la Patria Celeste.

Desde lo más profundo de tu ser,

desde tu Inmaculado Corazón,

mira los dolores de la familia humana

que gime y llora en este valle de lágrimas.

Desde lo más íntimo de tu ser,

desde tu Inmaculado Corazón,

adórnanos con el fulgor de las joyas de tu corona

y haznos peregrinos como tú fuiste peregrina.

Con tu sonrisa virginal,

acrecienta la alegría de la Iglesia de Cristo.

Con tu mirada de dulzura,

fortalece la esperanza de los hijos de Dios.

Con tus manos orantes que elevas al Señor,

une a todos en una única familia humana.

 

¡Oh clemente, oh piadosa,

Oh dulce Virgen María,

Reina del Rosario de Fátima!

Haz que sigamos el ejemplo de los beatos Francisco y Jacinta,

y de todos los que se entregan al anuncio del Evangelio.

 

Recorreremos, así, todas las rutas,

seremos peregrinos de todos los caminos,

derribaremos todos los muros

y superaremos todas las fronteras,

yendo a todas las periferias,

para revelar allí la justicia y la paz de Dios.

 

Seremos, con la alegría del Evangelio, la Iglesia vestida de blanco,

de un candor blanqueado en la sangre del Cordero

derramada también hoy en todas las guerras que destruyen el mundo en que vivimos.

 

Y así seremos, como tú, imagen de la columna refulgente

que ilumina los caminos del mundo,

manifestando a todos que Dios existe,

que Dios está,

que Dios habita en medio de su pueblo,

ayer, hoy y por toda la eternidad.

 

¡Salve, Madre del Señor,

Virgen María, Reina del Rosario de Fátima!

 

Bendita entre todas las mujeres,

eres la imagen de la Iglesia vestida de luz pascual,

eres el orgullo de nuestro pueblo,

eres el triunfo frente a los ataques del mal.

Profecía del Amor misericordioso del Padre,

Maestra del Anuncio de la Buena Noticia del Hijo,

Signo del Fuego ardiente del Espíritu Santo,

enséñanos, en este valle de alegrías y de dolores,

las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.

Muéstranos la fuerza de tu manto protector.

En tu Corazón Inmaculado,

sé el refugio de los pecadores

y el camino que conduce a Dios.

 

Unido a mis hermanos,

en la Fe, la Esperanza y el Amor,

me entrego a Ti.

Unido a mis hermanos, por ti, me consagro a Dios,

Oh Virgen del Rosario de Fátima.

 

Y cuando al final me veré envuelto por la Luz que nos viene de tus manos,

daré gloria al Señor por los siglos de los siglos.

Amén»

Fuente: News.va

La Visita de Paz de Francisco a Egipto

El testimonio de la visita de Francisco ha generado una gran repercusión, sobre todo en una zona tan riesgosa como necesitada de un mensaje de paz y aliento a los cristianos que habitan el país árabe.

Por María Luisa Caparrós

Venimos de celebrar una eucaristía con dos helicópteros apaches sobrevolándonos la cabeza en un estadio militar en El Cairo, separados de la zona del altar por una valla de dobles concertinas y acordonado por militares con una metralleta que nos miraban fijamente.

En semejante escenario, las palabras de Francisco de que “la omnipotencia de Dios no radica en la fuerza ni en la autoridad sino solamente en la omnipotencia del perdón y del amor y de la vida” han resonado más fuertes que el propio sonido de los helicópteros que en ningún momento de la misa cesaron de revolotearnos por encima.

La valiente visita del Papa Francisco a Egipto tiene lugar en un momento de radical importancia donde las tensiones y los retos que amenazan la región donde nacieron las tres religiones, parecen desbordarse. La comunidad cristiana de Egipto, la más fuerte de todo Oriente Medio, ha sido declarada objetivo de Daesh y ha sufrido recientemente tres atentados terroristas en iglesias durante las celebraciones religiosas (uno en diciembre y dos en Pascua); además los ataques, secuestros y asesinatos a cristianos en el norte del Sinaí han ocasionado un éxodo de familias hacia zonas del sur.

La eucaristía de este sábado con el Papa ha sido la celebración de la resurrección pascual que fue arrebatada por los recientes atentados a dos iglesias durante el domingo de ramos. Ha sido concelebrada con el Patriarca copto católico Ibrahim Isaac Sidrak con la comunidad cristiana egipcia que, pocas veces puede ver su fe expresada en un acto público, en un país donde la religión (en este caso el Islam) está omnipresente en el espacio público.

Dicha comunidad, resistente y resiliente, de tempranas y hondas raíces cristianas, ha recibido este fin de semana un apoyo necesitado y merecido y una invitación a no tener miedo porque “lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” y “cuando se desvanece la esperanza humana comienza a brillar la divina”.

“No tengan miedo de amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente” decía Francisco en un contexto donde de verdad se puede decir que existen los “enemigos” y amenazas a cuestiones muy fundamentales.

“El único extremismo que se permite a los creyentes es el del amor” dijo Francisco, y nos miramos los unos a los otros con una sonrisa de quien está asistiendo a algo grande; grande por el contexto, por el momento, por la verdad, por el desafío,…

Su discurso además, ha estado lleno de frases en árabe muy conocidas y entrañables para el pueblo egipcio como que “Egipto es el regalo del Nilo”, “Egipto es la madre del Universo”, “Viva Egipto”… por lo que resultaba tremendamente cercano y cotidiano, como si Francisco fuera un egipcio de toda la vida.

Pero además de su carácter entrañable y mediático, Francisco ha sido claro, valiente y audaz.

Otro de los momentos clave del fin de semana ha sido la visita al Azar -institución referencia del Islam suní- en el marco de la Conferencia Internacional para la Paz con el Gran Imán el Tayeb y el presidente Sisi.

Francisco ha lanzado mensajes de enorme reconocimiento hacia Egipto por lo que representa para la “historia de la humanidad y para la Tradición de la Iglesia” y ha hecho un gran hincapié en su rol para la construcción del futuro de la región. El Papa ha dicho palabras que han puesto los pelos de punta y arrancado aplausos apabullantes de unos y otros delante de los líderes religiosos y políticos.

Entrelazó su discurso en Al-Azar con dos elementos que resaltaba como constitutivos de Egipto y que al mismo tiempo apuntan horizontes hacia los que caminar: Egipto como tierra de civilización y como tierra de alianza.

Como tierra de civilización, se refirió a cómo “desde la antigüedad, la civilización que surgió en las orillas del Nilo ha sido sinónimo de cultura” “donde la luz del conocimiento ha hecho germinar un patrimonio cultural inestimable, gracias a las iniciativas de los antiguos habitantes” y destacando cómo éstas “son necesarias iniciativas para el futuro”, para construir la paz y resaltó el papel clave de la educación en la construcción de este futuro porque “no habrá paz sin una adecuada educación de las jóvenes generaciones”. Destacó que la educación fue el cimiento y punto de partida indicado para construir la paz y que “la única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro”.

Como tierra de alianzas destacó que en Egipto, “creencias religiosas diferentes se han encontrado y culturas diversas se han mezclado sin confundirse, reconociendo la importancia de aliarse para el bien común”, frente a “la peligrosa paradoja que por una parte tiende a reducir la religión a la esfera privada, y por la otra, confunde la esfera religiosa y la política sin distinguirlas adecuadamente”.

Recordó también que en esta tierra Dios se hizo sentir y reveló su nombre a Moisés y sobre el monte Sinaí reveló a su pueblo y a la humanidad los mandamientos divinos, haciendo mención al mandamiento de Dios «no matarás». En este punto hizo una llamada a los líderes religiosos “a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad”, a “denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos”, a “poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones”.

Finalizó deseando que “Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio.”

La visita del Papa ha dejado esperanza para la comunidad cristiana de Egipto, y abierto canales de diálogo y de paz con las instituciones musulmanas. Además ha supuesto un mayor acercamiento y unidad hacia los coptos ortodoxos, griegos bizantinos, armenios ortodoxos y protestantes aquí presentes.

Y ojalá que este impulso a la construcción de la paz en la región continúe después de esta visita. Si Egipto cayera, sería un absoluto desastre de dimensiones incalculables. Y Egipto sin duda, se encuentra en un fino y frágil equilibrio. Como dicen aquí “vivimos en la palma de la mano de un fantasma” y sin duda, la vía de la “educación humana” a la que apunta Francisco será fundamental para la construcción de la paz y el desvanecimiento de dicho fantasma, junto con muchos otros esfuerzos urgentes tanto por parte de la comunidad internacional como del propio gobierno y la ciudadanía.

Francisco ha dado testimonio de lo que parece imposible es posible. Pues sus palabras y sus gestos parecían imposibles en este contexto. Hace tres días parecía imposible y hoy podemos decir que han sido posibles.

Como dicen en la liturgia copta y Francisco repitió “Al Massih Kam/ Bilhakika kam!”, Cristo ha Resucitado. / Verdaderamente ha Resucitado.

Fuente: Entre Paréntesis

Por Qué Nuestro Único Futuro Digno Debe Incluir a Todos

Charla TED del Papa Francisco directamente desde la Ciudad del Vaticano.

En un mensaje lleno de fe, dirigido a personas de todas las creencias, tan poderoso como humilde, el líder espiritual de los cristianos nos proporciona la iluminación de análisis sobre el mundo tal como se presenta hoy ante nosotros y nos invita a crear un futuro de igualdad, solidaridad y ternura . En sus palabras, «Ayudémonos mutuamente a recordar que el ‘otro’ no es una estadística o un número», dice. «Todos necesitamos del otro».

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Francisco en Egipto Vuelve a Llamar a Construir la Cultura del Encuentro

El Papa Francisco visitó Egipto, el más poblado de los países árabes. Allí, habló de la necesidad de entrar en diálogo y de construir alianzas desde las distintas religiones para poner fin a los conflictos que aquejan a la región.

«La única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro». Es la llamada al diálogo interreligioso que ha lanzado este viernes el Papa Francisco desde Egipto, «tierra de civilización y alianzas». En un país profundamente dividido por la represión de los últimos cuatro años, el pontífice ha subrayado que «la religión no es un problema sino parte de la solución« y ha instado a abordar el «desafío de civilización tan urgente y emocionante».

«Juntos, desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un ‘no’ alto y claro a toda forma de violencia, de venganza y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios. Juntos afirmamos la incompatibilidad entre la fe y la violencia, entre creer y odiar», ha declarado Francisco durante su intervención en la conferencia de Paz de Al Azhar, la institución más prestigiosa del islam suní.

La visita del pontífice argentino, rodeada de altas medidas de seguridad, la primera al más poblado de los países árabes, se produce tres semanas después de dos ataques contra iglesias coptas ortodoxas que segaron 47 vidas, reivindicados por el autodenominado Estado Islámico (EI). «Es un viaje de unidad y fraternidad. Menos de dos días, pero muy intenso», dijo el Papa a los periodistas que lo acompañaban en el avión que le llevaba a El Cairo, donde aterrizó a las 14.00 horas.

El pontífice también ha advertido sobre «la tentación de endurecerse y encerrarse» y sus síntomas. «Como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad. Ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia», ha resaltado en una alusión a la marea política que recorre los despachos de Occidente.

«Donde hay pobreza arraigan los extremismos»

«Para prevenir los conflictos y construir la paz -ha relatado- es esencial trabajar para eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente, así como evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia. Para ir más a la raíz, es necesario detener la proliferación de armas que, si se siguen produciendo y comercializando, tarde o temprano llegarán a utilizarse. Sólo sacando a la luz las turbias maniobras que alimentan el cáncer de la guerra se pueden prevenir sus causas reales».

En una región atrapada entre regímenes autócratas y el yihadismo, Francisco ha insistido en que los líderes religiosos deben «desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad» y en la necesidad de mejorar la educación de los jóvenes, «conforme a la naturaleza del hombre, un ser abierto y relacional». «Con el fin de contrarrestar realmente la barbarie de quien instiga al odio e incita a la violencia, es necesario acompañar y ayudar a madurar a las nuevas generaciones para que, ante la lógica incendiaria del mal, respondan con el paciente crecimiento del bien: jóvenes que, como árboles plantados, estén enraizados en el terreno de la historia y, creciendo hacia lo Alto y junto a los demás, transformen cada día el aire contaminado de odio en oxígeno de fraternidad«.

Las palabras de Ahmed el TayebUn exhortación a «caminar juntos», deshaciendo prejuicios, que ha centrado el discurso del gran jeque de Al Azhar, Ahmed el Tayeb. «Necesitamos liberar la imagen de las religiones de falsos conceptos, incomprensión, malas prácticas y falsa religiosidad. Estos demonios azuzan los conflictos, propagan el odio e instigan la violencia. No deberíamos pedir cuentas a la religión de los crímenes que cometen un pequeño grupo de sus seguidores», ha señalado el rostro del «islam moderado», muy criticado durante las últimas semanas en Egipto por su incapacidad para reformar el discurso religioso.

«Por ejemplo», ha proseguido, «el islam no es una religión de terrorismo por mucho que un grupo de sus seguidores trate de manipular los textos islámicos y malinterpretarlos desde su ignorancia. Luego, derraman sangre, matan a gente y difunden la destrucción. Por desgracia, tienen a su alcance una fuente de financiación, armamento y entrenamiento. Por eso mismo, el cristianismo no es una religión de terrorismo sólo porque un grupo de sus fieles empuñe la cruz y diezme a la población sin distinción entre hombres, mujeres, niños, combatientes y cautivos».

Al Tayeb también ha extendido este argumento al tercer credo abrahámico. «El judaísmo no es una religión de terrorismo sólo porque un grupo de sus creyentes emplee las enseñanzas de Moisés, Dios les perdone, para ocupar tierras y robar millones a los civiles autóctonos e indefensos del pueblo palestino, que tienen derechos originales sobre esa tierra». «Tampoco es justo decir que la civilización europea es una civilización de terrorismo por las dos guerras mundiales que dejaron 70 millones de muertes. Y lo mismo se aplica a la civilización estadounidense, cuyas bombas atómicas arrasaron Hiroshima y Nagasaki».

«Si abrimos la puerta a las acusaciones, como lo hacemos contra el islam, ninguna religión, civilización o historia resultaría inocente del cargo de violencia y terrorismo», ha remachado Al Tayeb, quien ha agradecido al Papa su «apoyo a la verdad y la defensa del islam» contra tales imputaciones. «Estemos todos juntos contra las políticas de hegemonía y las teorías del ‘choque de civilizaciones’, ‘el fin de la Historia’, ‘las llamadas al ateísmo’, la ‘mentalidad maquiavélica’ y la ‘modernidad irreligiosa'», ha concluido.

Fuente: El Mundo

Francisco: «El Trabajo es Sagrado, Da Dignidad a una Familia»

Cercanos a la fiesta del día del Trabajador, compartimos este texto de una audiencia del Papa Francisco en la que habla de la importancia del empleo tanto a nivel social como personal.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber reflexionado sobre el valor de la fiesta en la vida de la familia, hoy nos detenemos sobre el elemento complementario, que es el trabajo. Ambos forman parte del designio creador de Dios. La fiesta y el trabajo.

El trabajo, se dice comúnmente, es necesario para mantener a la familia, para crecer a los hijos, para asegurar a los seres queridos una vida digna. De una persona seria, honesta, lo más bello que se puede decir: ‘es un trabajador’, es uno que trabaja, es uno que en la comunidad no vive a expensas de los otros. Hay tantos argentinos hoy que he visto y diré como decimos nosotros ‘no vive de arriba’.

Y de hecho, el trabajo, en sus mil formas, a partir de aquel hogareño, cuida también el bien común. Y ¿dónde se aprende este estilo de vida laborioso? Primero que nada se aprende en familia. La familia educa al trabajo con el ejemplo de los padres: el papá y la mamá que trabajan por el bien de la familia y de la sociedad.

En el Evangelio, la Sagrada Familia de Nazaret aparece como una familia de trabajadores, y Jesús mismo es llamado ‘hijo del carpintero’ (Mt 13, 55) o incluso ‘el carpintero’ (Mc 6, 3). Y san Pablo no dejará de advertir a los cristianos: ‘el que no quiera trabajar, que no coma’ (2 Ts 3,10). Es una bella receta para adelgazar esta: no trabajas, no comes.

El apóstol se refiere explícitamente al falso espiritualismo de algunos que, de hecho, viven a expensas de sus hermanos y hermanas ‘sin hacer nada’ (2 Ts 3, 11). El compromiso del trabajo y la vida del espíritu, en la concepción cristiana, no están en absoluto en oposición entre ellas. ¡Es importante entender bien esto! Oración y trabajo pueden y deben estar juntos en armonía, como enseña san Benito. La falta de trabajo daña también al espíritu, como la falta de oración daña también la actividad práctica.

Trabajar – repito, en mil modos – es propio de la persona humana. Exprime su dignidad de ser creada a imagen de Dios. Por eso se dice que el trabajo es sagrado, el trabajo es sagrado. Y por eso la gestión de la ocupación es una gran responsabilidad humana y social, que no puede ser dejada en las manos de pocos o descargado sobre un ‘mercado’ divinizado. Causar una pérdida en puestos de trabajo significa causar un grave daño social.

Yo me entristezco cuando veo que no hay trabajo, que hay gente sin trabajo, que no encuentra trabajo y que no tiene la dignidad de llevar el pan a casa y me alegro tanto cuando veo que los gobernantes ponen tanto esfuerzo, trabajo, para encontrar puestos de trabajo, para buscar que todos tengan un trabajo. El trabajo es sagrado, el trabajo da dignidad a una familia y debemos rezar para que no falte el trabajo a ninguna familia.

Por lo tanto, también el trabajo, como la fiesta, forma parte del designio de Dios Creador. En el libro del Génesis, el tema de la tierra como casa-jardín, confiada al cuidado y al trabajo del hombre (2,8.15), es anticipado con un pasaje muy conmovedor: ‘Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo’. (2, 4b-6a). No es romanticismo, es revelación de Dios; y nosotros tenemos la responsabilidad de comprenderla y asimilarla hasta el final. La Encíclica Laudato si’, que propone una ecología integral, contiene también este mensaje: la belleza de la tierra y la dignidad del trabajo están hechas para estar unidas. La tierra se convierte en bella cuando es trabajada por el hombre, van juntas.

Cuando el trabajo se separa de la alianza de Dios con el hombre y la mujer, cuando se separa de sus cualidades espirituales, cuando es rehén sólo de la lógica de la ganancia y desprecia los afectos de la vida, la degradación del alma contamina todo: también el aire, el agua, la hierba, la comida… La vida civil se corrompe y el hábitat se descompone. Y las consecuencias golpean sobre todo a los más pobres y a las familias más pobres. La moderna organización del trabajo muestra a veces una peligrosa tendencia a considerar la familia un gravamen, un peso, una pasividad para la productividad del trabajo. Pero preguntémonos: ¿cuál productividad? ¿Y para quién? La llamada ‘ciudad inteligente’ es indudablemente rica de servicios y de organizaciones: pero, por ejemplo, es frecuentemente hostil a los niños y a los ancianos.

A veces quien proyecta está interesado a la gestión de fuerza–trabajo individual, para ensamblar y utilizar o descartar según la conveniencia económica. La familia es un gran lugar de prueba. Cuando la organización del trabajo la tiene como rehén, o incluso le obstaculiza el camino, entonces estamos seguros de que la sociedad humana ha comenzado a trabajar ¡en contra de sí misma!

Las familias cristianas reciben de esta coyuntura un gran desafío y una gran misión. Ellas ponen en juego los fundamentos de la creación de Dios: la identidad y el vínculo del hombre y de la mujer, la generación de los hijos, el trabajo que hace doméstica la tierra y habitable el mundo. La pérdida de estos fundamentos es un asunto muy serio, y en la casa común ¡hay ya demasiadas grietas! La tarea no es fácil. A veces puede parecer a las asociaciones de las familias que son como David frente a Goliat… pero ¡sabemos cómo terminó ese desafío! Se necesitan fe y astucia. Que Dios nos conceda acoger con alegría y esperanza su llamada, en este momento difícil de nuestra historia. La llamada al trabajo para dar dignidad a sí mismo y a la propia familia. Gracias.

Fuente: Oleada Joven