Francisco Culmina la Primera Fase de la Reestructuración de la Curia

Con la idea fija de reformar la Iglesia para asemejarla cada vez más a esa institución ‘pobre y para los pobres’ y alejarla de las estructuras y modos que tanto la han perjudicado y desprestigiado, el Papa Francisco avanza a paso firme dando pasos que la llevarán a estar más cerca de este ideal.

Por Jesús Bastante SJ

El Papa aligera el aparato, lo simplifica y aboga por cambios sobre la base del Evangelio. Basa su reforma en cuatro ejes: Economía, Comunicación, Laicos y Solidaridad. Ni escándalos como los del «Vatileaks II», las visitas de algunos curiales al Papa emérito Benedicto XVI o los posicionamientos públicos en contra de las reformas planteadas por Bergoglio conseguirán parar a Francisco en su misión.

”Ve, Francisco, y repara mi Iglesia, que amenaza ruina». Es el principal desafío interno del Gobierno del Papa Francisco. El hombre que vino del fin del mundo para dirigir la todopoderosa jerarquía eclesiástica romana se puso como primer objetivo dar la vuelta al calcetín de la Curia vaticana. Y a fe que lo está consiguiendo. Con la creación del nuevo dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Bergoglio culmina la primera fase de una profunda reestructuración de Gobierno en la Santa Sede, tres años después de su llegada a Roma. Todo un récord si hablamos de los tiempos de la Iglesia.

Una de las primeras decisiones ejecutivas de Francisco fue la creación del «G-9», un grupo de cardenales, procedentes de todos los rincones del mundo, y coordinados por el hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, con el objeto de reformar una Curia anquilosada y donde el ansia de poder superaba al deseo de servicio.

Simplificar, armonizar y hacer transparente el trabajo de la Curia romana, azotada por los escándalos y causa del creciente desprestigio de la institución, fueron las peticiones del Papa a los miembros de la Comisión, según asegura su secretario, monseñor Marcelo Semerano.

Un trabajo que se ordenó en cuatro pasos, el primeo de los cuales vino precisamente con la creación de este grupo. El segundo paso fue la reforma del Sínodo de los Obispos y la convocatoria de un encuentro para hablar sobre la familia en la que, por primera vez, se escuchaban las opiniones de todos los fieles del mundo, y no sólo la de los líderes eclesiásticos. El tercer paso vino con la reforma económica y el saneamiento del Banco Vaticano. Finalmente, la creación de dos nuevos dicasterios (Laicos, Familia y Vida y el anunciado ayer) que aglutinan varias decenas de organismos que desaparecerán o se reestructurarán, aligerando el peso de la Curia.

Tras tres años de reuniones, los trabajos del G-9 han comenzado a ser operativos. Así, Francisco culmina con la reestructuración curial, que ha llevado a la creación de cuatro grandes bloques organizativos. En primer lugar, el «superministerio» o Secretaría para la Economía, encargada de controlar los gastos de la Curia.

En segundo término, la coordinación de los medios de comunicación, con la creación de la Secretaría para la Comunicación. En tercer lugar, la erección de un nuevo dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, muy en la línea de su exhortación «Amoris Laetitia». Y, finalmente, el ayer anunciado sobre Servicio del Desarrollo Humano Integral, que será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura.

De este modo, Francisco aborda grandes cambios en las cuestiones económicas, uno de los aspectos más polémicos del gobierno vaticano desde hace décadas; afronta el desafío de la evangelización a través de los «nuevos púlpitos», los medios de comunicación y las redes sociales; abre un cauce para un cambio de modelo en la pastoral familiar, el papel de la mujer y de los laicos en la Iglesia, incluso en puestos de mando; y hace a la institución «retornar» al Evangelio de los más pobres y necesitados, con la creación de un dicasterio dedicado a los más alejados. Un anuncio, éste último, que se hace en mitad del Año de la Misericordia y días antes de la canonización de la «santa de los pobres», madre Teresa de Calcuta.

Fuente: CPAL Social

 

Francisco Invita a Dar Testimonio de la Importancia del Diálogo

El pasado, viernes 19 comenzó la 37° edición Meeting de Rimini por la amistad de los pueblos. El evento cuenta, cada año, con sus más de ochocientos mil visitantes en promedio. El Meeting aspira a ser un lugar donde la fe cristiana «grita a todo el mundo la pasión por lo humano que le es propia», a través del encuentro abierto, del diálogo y de la valoración de expresiones humanas y artísticas procedentes de diferentes culturas y tradiciones. El Papa Francisco ha enviado un mensaje a los participantes del encuentro en el que resalta la importancia del diálogo.

“Hay una palabra que no debemos nunca cansarnos de repetir y sobre todo de dar testimonio: diálogo”, dijo el papa Francisco su mensaje. La actividad, organizada por el Movimiento Comunión y Liberación, lleva por lema “Tú eres un bien para mí”, y fue inaugurado por el presidente de Italia, Sergio Matarella.

El Papa envió su mensaje a través del Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, quien lo remitió al obispo de Rímini, monseñor Francesco Lambiasi.

«Descubriremos que abrirnos a los otros no empobrece nuestra mirada, sino que nos hace más ricos porque nos hace reconocer la verdad del otro, la importancia de su experiencia y lo que existe detrás de lo que dice, incluso cuando se esconde detrás de actitudes y elecciones que no compartimos», subrayó.

El pontífice recordó que «un verdadero encuentro implica la claridad de la propia identidad, pero al mismo tiempo la disponibilidad a ponerse en el lugar del otro para comprender, por debajo de la superficie, lo que agita su corazón, qué cosa busca verdaderamente».

«De este modo puede iniciar ese diálogo que hace avanzar en el camino hacia nuevas síntesis que enriquecen a uno y al otro. Este es el desafío frente al cual se encuentran todos los hombres de buena voluntad», agregó.

El Papa advirtió que «muchos desequilibrios de los cuales con frecuencia nos sentimos testigos impotentes son en realidad una invitación misteriosa a encontrar los fundamentos de la comunión entre los hombres para un nuevo inicio».

Francisco calificó de “valiente” el lema “Tú eres un bien para mí”, de la nueva edición del Meeting de Rimini, al afirmar que “es necesario tener coraje para afirmar esto, cuando tantos aspectos de la realidad que nos rodea nos indica lo opuesto”.

En sentido, el Papa señaló que cuando uno cede a la tentación de “cerrarse en el horizonte pequeño de los propios intereses” los otros se vuelven superfluos “o peor aún, un fastidio, un obstáculo”.

“Desde niños descubrimos la belleza que existe en la relación entre los seres humanos aprendiendo a respetarlos como hermanos, hijo común del Padre que está en los cielos”, indicó, y señaló que es contrario del individualismo, que debilita la capacidad de convivir con los otros.

Asimismo, denunció que las amenazas a la paz y la seguridad de los pueblos, “es una inseguridad existencial la que nos hace tener miedo de los otros”, como ante el cambio de época en la que se vive, y propuso el ejemplo de Jesús, que se refleja en la parábola del hijo pródigo, del publicano Zaqueo y del buen ladrón en la cruz, quienes fueron mirados por Jesús como necesitados del abrazo que salva.

Por último, Francisco invocó para el obispo de Rimini y para los organizadores, participantes y voluntarios del “Meeting para la Amistad entre los Pueblos”, la luz del Espíritu Santo, para que tengan “una fecunda experiencia de fe y de comunión fraterna”, y pidió que recen por él.

Fuente: AICA

El Papa Francisco en Auschwitz y Birkenau

Grito silencioso hecho oración que invoca la paz

Elevando a Dios el corazón lleno de dolor, hecho oración silenciosa, el Papa Francisco peregrinó a los campos de concentración y exterminio de Auschwitz y Birkenau. La mañana del tercer día de su Viaje Apostólico que le llevó a Polonia, para la JMJ de Cracovia 2016, se caracterizó por la intensidad del silencio rezado en los lugares donde el odio y la guerra marcaron e hirieron el alma de la humanidad.

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Firmando el Libro de Honor, el Papa Francisco – tercer Pontífice en peregrinar a Auschwitz, después de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI – escribió en español:

«Señor ten piedad de tu pueblo,

Señor, perdón por tanta crueldad»

Quedaron escritas estas palabras del Papa Bergoglio, que terminó de colmar de emoción la escena generada ante la llegada del pontífice al campo de concentración y verlo pasar bajo la tristemente célebre inscripción «El trabajo hace libres». En Auschwitz murieron más de un millón de personas, la mayoría de ellas judías.

Entre los momentos más destacados de esta visita, podemos contar :

  • El momento en que el Obispo de Roma saludó uno a uno a once sobrevivientes.
  • El momento de oración en el patio donde eran llamados los condenados a muerte, donde San Maximiliano Kolbe se ofreció para salvar a un padre de familia, (que además coincidió además con el día en que se cumplen 75 años de ese gesto). Luego, Francisco bajó a la celda donde el santo mártir fue encerrado para que muriera de hambre y de sed.
  • La oración ante el muro de la muerte, donde se acercó apoyando su mano, después de encender una lámpara de aceite en conmemoración de las víctimas, que dejó como recuerdo de su peregrinación.
  • La peregrinación siguió hasta el cercano campo de Birkenau, donde el Papa Francisco se detuvo ante el Monumento a las víctimas de las naciones fue pasando ante las lápidas que en 23 lenguas dicen: «Por siempre deja que este lugar sea un llanto de desamparo, una advertencia a la humanidad, donde los nazis asesinaron alrededor de 1 millón y medio de hombres, mujeres y niños, en su mayoría judíos de distintos países de Europa».

La visita y homenaje de oración y recogimiento callado en el dolor del Papa Francisco, culminó con el emocionado encuentro con un grupo de Justos de las naciones, tras el canto del salmo 130.

Fuente: NEWS:VA

“Sean constructores de puentes”

Se ha escrito un libro sobre la Madre Teresa y ya podemos adelantarles algunos datos: entre ellos, el autor del prefacio, que será el Papa Francisco. En él, y a la luz del ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta, el pontífice aprovecha para darle un mensaje a los jóvenes.

«La enfermedad más grave no es la lepra o la tuberculosis, sino la soledad… Esta es la causa de tantos desordenes, divisiones y guerras que hoy nos afligen», lo dice el Papa Francisco en el prefacio al libro “Amamos a quien no es amado” (“Amiamo chi non è amato”), publicado en esta mañana en el diario italiano el Corriere della Sera. El texto recoge dos intervenciones inéditas pronunciadas por Madre Teresa de Calcuta en 1973, en Milán, donde encontró a un grupo de jóvenes y religiosas.

En el prefacio, el Santo Padre se dirige a los jóvenes a quienes encontrará la próxima semana en Polonia con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud: “Sean constructores de puentes para romper la lógica de la división, del rechazo, del miedo de unos contra otros, pónganse al servicio de los pobres…”. El Papa ha resumido su reflexión sobre el texto en cinco palabras: oración, caridad, misericordia, familia y jóvenes.

Hablando de la oración, el Pontífice recuerda que “la Madre Teresa non invita incansablemente a recurrir a la fuente del Amor, Jesús crucificado y resucitado, presente en el sacramento de la Eucaristía, para luego tener la fuerza de socorrerlo en los más pobres entre los pobres, con el corazón lleno de alegría”. La Madre Teresa, señala el Papa, iniciaba su jornada participando a la Santa Misa y la terminaba con la adoración a Jesús Sacramentado, sólo así, podía transformar su trabajo en oración.

“La caridad, la segunda palabra que indica el Papa, significa hacerse próximos a las periferias de los hombres y de las mujeres que encontramos cada día, sentir compasión por los hombres en el cuerpo y en el espíritu – sólo es posible cuando la necesidad y las heridas de los demás son acogidos en el corazón – es hacerse testigos de la caricia de Dios para cada herida humana”. De este modo seremos capaces, agrega el Pontífice, de ofrecer lo que las personas necesitan, es decir, la presencia y cercanía de Dios misericordioso.

Efectivamente, la tercera palabra es misericordia operosa. También se podría decir obras de misericordia corporales y espirituales señala el Obispo de Roma, es decir, hacerse cargo de cada hombre y de todos los hombres, especialmente en este Año Santo de la Misericordia. En este sentido, la Madre Teresa había hecho de las páginas del Evangelio la guía de su vida, el camino hacia la santidad, y también podría serlo para nosotros”.

Familia es la cuarta palabra con la cual el Papa resume el texto. En ella sobre sale la figura y la presencia de la madre, como nos lo recuerda la Madre Teresa: “Las madres son el corazón de la casa y son ellas las que forman la familia, aceptando, amando y cuidando amorosamente a sus hijos… De hecho, muchos sufrimientos de los jóvenes son causados en la vida familiar. Es la madre quien hace de la casa un nido de amor. A veces ser madre puede ser una experiencia verdaderamente ardua, puede ser una cruz; pero está con nosotros la Virgen, la mejor de las madres que siempre nos enseña a tener ternura con nuestros hijos”.

Finalmente, juventud, la quinta palabra. Y es precisamente a ellos, a los jóvenes a quienes se dirige el Papa Francisco, a ellos les pide no perder la esperanza, no dejarse robar el futuro, que está en sus manos. A los jóvenes los invita a permanecer en el Señor y amarlo con todas sus fuerzas, para así ser constructores de puentes para romper la lógica de la división, del rechazo, del miedo de unos contra otros, de ponerse al servicio de los pobres, de afrontar con valentía la vida, que es un don de Dios.

Fuente: News.Va

“Escuchar es la palabra clave” dice Francisco

El papa Francisco explica lo importante de la escucha: tanto de lo que Dios tiene para decir a nuestra vida, como de estar atentos a nuestros hermanos, sus necesidades. El estar atentos para escuchar está relacionado con poder tener un corazón abierto.

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy el evangelista Lucas narra de Jesús, que mientras estaba en camino hacia Jerusalén, entra en un poblado y es recibido en casa de dos hermanas: Marta y María (cfr Lc 10,38-42). Ambas ofrecen acogida al Señor, pero lo hacen en diferentes modos. María se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (cfr v. 39), en cambio Marta está ocupada preparando cosas; y a un cierto punto dice a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude” (v. 40). Y Jesús le responde: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada” (vv. 41 – 42).

En sus quehaceres y ocupaciones, Marta corre el riesgo de olvidarse. Y este es el problema: corre el riesgo de olvidar la cosa más importante, es decir la presencia del huésped, que era Jesús en este caso. Se olvida la presencia del huésped. Y el huésped no es simplemente servido, alimentado, cuidado en todos los sentidos. Es necesario sobre todo que sea escuchado. Recuerden bien esta palabra: ¡escuchar! Porque el huésped es acogido como persona, con su historia, su corazón rico de sentimientos y de pensamientos, para que se pueda sentir verdaderamente en familia. Pero si tú recibes a un huésped en tu casa y continúas a hacer las cosas, lo haces sentarse allí, callado él, callado tú, es como si fuera de piedra: el huésped de piedra. ¡No! El huésped es escuchado.

Cierto, la respuesta que Jesús da a María –cuando le dice que una sola cosa es necesaria- encuentra su pleno significado en referencia a la escucha de la palabra de Jesús mismo, aquella palabra que ilumina y sostiene todo lo que somos y que hacemos. Si nosotros vamos a rezar -por ejemplo- delante al Crucifijo y hablamos, hablamos, hablamos y hablamos, y después nos vamos: ¡no escuchamos a Jesús! No dejamos hablar a Él a nuestro corazón. Escuchar: aquella palabra es clave. ¡No olviden! No debemos olvidar que la Palabra de Jesús nos ilumina, nos sostiene y sostiene todo lo que somos y que hacemos. Pero no debemos olvidar que también en la casa de Marta y María, Jesús, antes de ser Señor y Maestro, es peregrino y huésped. Por lo tanto, su respuesta tiene este primer y más inmediato significado: “Marta, Marta, ¿por qué te afanas tanto por el huésped hasta olvidar su presencia? ¡El huésped de piedra! Para acogerlo no son necesarias muchas cosas; más bien, es necesaria una cosa sola: escucharlo -la palabra: escucharlo- demostrarle una actitud fraterna, de modo que se sienta en familia, y no en un alojamiento provisional”.

Así entendida, la hospitalidad, que es una de las obras de misericordia, aparece verdaderamente como una virtud humana y cristiana, una virtud que en el mundo de hoy corre el riesgo de ser descuidada. De hecho, se multiplican las casas de descanso y los hospicios, pero no siempre en estos ambientes se practica una hospitalidad real. Se da vida a varias instituciones que atienden muchas formas de enfermedad, de soledad, de marginación, pero disminuye la probabilidad para quien es extranjero, marginado, excluido de encontrar alguno dispuesto a escucharlo. Porque es extranjero, prófugo, migrante. ¡Escuchen aquella dolorosa historia! Incluso en la propia casa, entre los propios familiares, puede suceder que se encuentren más fácilmente servicios y cuidados de varios tipos que escucha y acogida.

Hoy estamos tan atrapados, con frenesí, por tantos problemas -y algunos de ellos no importantes- que nos falta la capacidad de escucha. Estamos ocupados continuamente y así no tenemos tiempo para escuchar. Yo quisiera preguntarle a ustedes, hacerles una pregunta, cada uno responda en su propio corazón: ¿Tú marido, tienes tiempo para escuchar a tu esposa? ¿Y tú, mujer, tienes tiempo para escuchar a tu esposo? ¿Ustedes padres tienen tiempo, tiempo ‘para perder’, para escuchar a sus hijos o a sus abuelos, los ancianos? –pero, los abuelos siempre dicen las mismas cosas, son aburridos…- ¡Pero necesitan ser escuchados!”. Escuchar. Les pido aprender a escuchar y dedicarles más tiempo. En la capacidad de escucha está la raíz de la paz.

La Virgen María, Madre de la escucha y del servicio premuroso, nos enseñe a ser acogedores y hospitalarios hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas.

 Fuente: News.Va

Francisco invita a preguntarnos ‘¿Quién es mi prójimo?’

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Esta parábola, en su relato sencillo y estimulante, indica un estilo de vida, cuyo centro no somos nosotros mismos, sino los demás, con sus dificultades, que encontramos en nuestro camino y que nos interpelan. Los demás nos interpelan. Y cuando los demás no nos interpelan, algo allí no funciona; algo en aquel corazón no es cristiano.

Jesús usa esta parábola en el diálogo con un Doctor de la Ley, a propósito del dúplice mandamiento que permite entrar en la vida eterna: amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos (vv. 25-28). “Sí – replica aquel Doctor de la Ley – pero dime, ¿quién es mi prójimo?” (v. 29).

También nosotros podemos plantearnos esta pregunta: ¿Quién es mi prójimo? ¿A quién debo amar como a mí mismo? ¿A mis parientes? ¿A mis amigos? ¿A mis compatriotas? ¿A los de mi misma religión?… ¿Quién es mi prójimo?

La Parábola

Y Jesús responde con esta parábola. Un hombre, a lo largo del camino de Jerusalén a Jericó, fue asaltado por unos ladrones, agredido y abandonado. Por aquel camino pasan primero un sacerdote y después un levita, quienes, aun viendo al hombre herido, no se detienen y siguen adelante (vv. 31-32). Después pasa un samaritano, es decir un habitante de la Samaria, y como tal, despreciado por los judíos porque no observaba la verdadera religión. Y, en cambio él, precisamente él, cuando vio a aquel pobre desventurado, “se conmovió”. “Se acercó y vendó sus heridas (…), “lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo” (vv. 33-34). Y al día siguiente, lo encomendó al dueño del albergue, pagó por él y dijo que también habría pagado el resto (Cfr. v. 35).

Llegados a este punto Jesús se dirige al Doctor de la Ley y le pregunta: “¿Cuál de los tres – el sacerdote, el levita o el samaritano – te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. Y aquel – porque era inteligente – responde naturalmente: “El que tuvo compasión de él” (vv. 36-37).

De este modo Jesús ha cambiado completamente la perspectiva inicial del Doctor de la Ley – ¡y también la nuestra! –: no debo catalogar a los demás para decidir quién es mi prójimo y quién no lo es. Depende de mí ser o no ser prójimo – la decisión es mía –, depende de mí ser o no ser prójimo de la persona que encuentro y que tiene necesidad de ayuda, incluso si es extraña o incluso hostil.

Poner en las obras

Y Jesús concluye: “Ve, y procede tú de la misma manera” (v. 37). ¡Hermosa lección! Y lo repite a cada uno de nosotros: “Ve, y procede tú de la misma manera”, hazte prójimo del hermano y de la hermana que ves en dificultad. “Ve, y procede tú de la misma manera”. Hacer obras buenas, no decir sólo palabras que van al viento. Me viene en mente aquella canción: “Palabras, palabras, palabras”. No. Hacer, hacer. Y mediante las obras buenas, que cumplimos con amor y con alegría hacia el prójimo, nuestra fe brota y da fruto. Preguntémonos – cada uno de nosotros responda en su propio corazón – preguntémonos: ¿Nuestra fe es fecunda? ¿Nuestra fe produce obras buenas? ¿O es más bien estéril, y por tanto está más muerta que viva? ¿Me hago prójimo o simplemente paso de lado? ¿Soy de aquellos que seleccionan a la gente según su propio gusto?

Está bien hacernos estas preguntas y hacérnoslas frecuentemente, porque al final seremos juzgados sobre las obras de misericordia. El Señor podrá decirnos: Pero tú, ¿te acuerdas aquella vez, por el camino de Jerusalén a Jericó? Aquel hombre medio muerto era yo. ¿Te acuerdas? Aquel niño hambriento era yo. ¿Te acuerdas? Aquel emigrante que tantos quieren echar era yo. Aquellos abuelos solos, abandonados en las casas para ancianos, era yo. Aquel enfermo solo en el hospital, al que nadie va a saludar, era yo.

Que la Virgen María nos ayude a caminar por la vía del amor, amor generoso hacia los demás, la vía del buen samaritano. Que nos ayude a vivir el mandamiento principal que Cristo nos ha dejado. Este es el camino para entrar en la vida eterna.

Papa Francisco

Fuente: News.Va

«La paz en Siria es posible»

El Papa Francisco continúa con su preocupación por la paz en el mundo, y refuerza su pedido de oración por el país. Pero no sólo eso: pide que haya un compromiso desde quienes administran el poder político.

En un video-mensaje grabado como parte de una campaña de Cáritas «Siria: la paz es posible», el papa Francisco pidió hoy ese don de la paz para el país asiático y reclamó apoyo a la comunidad internacional para lograr un «gobierno de unidad nacional».

«Queridos hermanos y hermanas: Hoy quiero hablarles de algo que entristece mucho mi corazón: la guerra en Siria, que ya entró en su quinto año«, dijo el pontífice.

«Todo el mundo debe reconocer que no existe una solución militar para Siria: sólo una política. Por lo tanto, la comunidad internacional debe apoyar las conversaciones de paz para construir un gobierno de unidad nacional», aseveró.

«Es una situación de sufrimiento indescriptible, cuya víctima es el pueblo sirio, obligado a sobrevivir bajo las bombas o buscando vías de evacuación a otros países o áreas de Siria, menos desgarradas por la guerra: abandonan sus hogares, todo. También pienso en las comunidades cristianas, a las que mando todo mi apoyo a causa de la discriminación que tienen que soportar», agregó.

El Papa exhortó a “todos los fieles y a todos aquellos que están comprometidos con Cáritas, en la construcción de una sociedad más justa» y advirtió que «mientras que el pueblo sufre, una increíble cantidad de dinero se gasta para proporcionar armas a los combatientes. Y algunos de los países proveedores de estas armas también se encuentran entre los que hablan de paz”.

“¿Cómo se puede creer en quienes con la mano derecha te acarician y te golpean con la izquierda?«, se preguntó.

Francisco animó a “todos, adultos y jóvenes, a vivir con entusiasmo este Año de la Misericordia para vencer a la indiferencia y proclamar con fuerza que: “La paz en Siria es posible. La paz en Siria es posible».

Por último, el Papa pidió unir «fuerzas, a todos los niveles, para asegurarnos de que la paz sea posible en la amada Siria» y exclamó: “¡Esto sí que será un grandioso ejemplo de misericordia y amor vivido por el bien de toda la comunidad internacional!».

Cáritas puso a disposición el sitio web syria.caritas.org  para ayudar a los refugiados del país.

Fuente: AICA

 

29 de Junio: Día del Papa, San Pedro y San Pablo

Como cada 29 de junio, la Iglesia Católica celebra este año en todo el mundo el Día del Papa, solemnidad conjunta de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso.

Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos, y en el Santoral, es celebrado como «solemnidad». Esta fecha, coincide la celebración de San Pedro, el primer Papa, y San Pablo, también llamado «el Apóstol», ambos considerados grandes pilares de la Iglesia. El 29 de junio es el aniversario de sus muertes

Ese mismo día se celebra el Día del Pontífice. 

El Mensaje de Francisco

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San Pedro con las llaves del Cielo.

El año pasado en la homilía que dio Francisco I para esta solemnidad, recordó la vida y la muerte de los dos santos y la comparó con la realidad que viven hoy mucho cristianos que son perseguidos.

El papa Francisco condenó las «atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones» que se viven «todavía hoy» en el mundo, durante la bendición.

«La lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles nos habla de la primera comunidad cristiana acosada por la persecución. Una comunidad duramente perseguida por Herodes que ‘hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan’ y ‘decidió detener a Pedro. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel'», recordó el pontífice.

«Sin embargo, no quisiera detenerme en las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones, que desgraciadamente perduran todavía hoy en muchas partes del mundo, a menudo bajo la mirada y el silencio de todos», criticó el Santo Padre en su mensaje durante la celebración eucarística por la solemnidad de San Pedro y San Pablo.

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San Pablo Apóstol

«En cambio, hoy quisiera venerar la valentía de los Apóstoles y de la primera comunidad cristiana, la valentía para llevar adelante la obra de la evangelización, sin miedo a la muerte y al martirio, en el contexto social del imperio pagano; venerar su vida cristiana que para nosotros creyentes de hoy constituye una fuerte llamada a la oración, a la fe y al testimonio», resaltó el Papa al iniciar su homilía.

A un año de esta homilía, la Iglesia se encuentra de nuevo recordando la vida de estos dos santos y celebrando la solemnidad. Es un día importante para poner al Santo Padre Francisco en nuestras oraciones, y en ellas pedir por su salud, su persona, sus intenciones, y también para que tenga un oído y corazón atentos al deseo de Dios para su Iglesia.

Y estamos invitados a poner en oración a toda la Iglesia, para que pueda caminar como un solo cuerpo en la dirección en la que el Espíritu la vaya guiando.

Fuente: LaVozOnline

 

Francisco: “¿Quién es Jesús para la gente de nuestro tiempo?”

El Papa Francisco reflexiona sobre el Evangelio del pasado domingo, e invita a todos a preguntarse quién es Jesús en la vida de cada uno.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de este domingo (Lc 9,18-24) nos llama una vez más a confrontarnos, por así decir, “cara a cara” con Jesús. En uno de sus raros momentos tranquilos, en el cual se encuentra solo con sus discípulos, Él les pregunta a ellos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (v. 18). Y ellos responden: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado» (v. 19). Pues la gente tenía estima por Jesús y lo consideraba un gran profeta, pero aún no eran conscientes de su verdadera identidad, es decir que Él fuera el Mesías, el Hijo de Dios enviado por el Padre para la salvación de todos.

Jesús, entonces, se dirige directamente a los Apóstoles – porque es esto lo que más le interesa – y pregunta: «Pero ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Enseguida, a nombre de todos, Pedro responde: «Tú eres el Mesías de Dios» (v. 20), es decir: Tú eres el Mesías, el Consagrado de Dios, enviado por Él a salvar su pueblo según la Alianza y la promesa. Así Jesús se da cuenta que los Doce, y en particular Pedro, han recibido del Padre el don de la fe; y por esto inicia a hablar con ellos abiertamente – así dice el Evangelio: “abiertamente” – de aquello que le espera en Jerusalén: «El Hijo del hombre – dice – debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día» (v. 22).

Aquellas mismas preguntas hoy son propuestas a cada uno de nosotros: “¿Quién es Jesús para la gente de nuestro tiempo? Pero la otra es más importante: ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros?”. ¿Para mí, para ti, para ti, para ti, para ti…? ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Estamos llamados a hacer de la respuesta de Pedro nuestra respuesta, profesando con alegría que Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra eterna del Padre que se ha hecho hombre para redimir la humanidad, vertiendo sobre ella la abundancia de la misericordia divina. El mundo tiene más que nunca necesidad de Cristo, de su salvación, de su amor misericordioso.

Muchas personas experimentan un vacío a su alrededor y dentro de sí – tal vez, algunas veces, también nosotros –; otras viven en la inquietud y en la inseguridad a causa de la precariedad y de los conflictos. Todos tenemos necesidad de respuestas adecuadas a nuestras interrogantes, a nuestras preguntas concretas. En Cristo, solo en Él, es posible encontrar la paz verdadera y el cumplimiento de toda humana aspiración. Jesús conoce el corazón del hombre como ningún otro. Por esto lo puede sanar, dándole vida y consolación.

Después de haber concluido el diálogo con los Apóstoles, Jesús se dirige a todos diciendo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga» (v. 23). No se trata de una cruz ornamental, o ideológica, sino es la cruz de la vida, es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor – por los padres, por los hijos, por la familia, por los amigos, también por los enemigos –, la cruz de la disponibilidad a ser solidario con los pobres, a comprometerse por la justicia y la paz. En el asumir esta actitud, estas cruces, siempre se pierde algo.

No debemos olvidar jamás que «el que pierda su vida – por Cristo – la salvará» (v. 24). Es perder, para ganar. Y recordemos a tonos nuestros hermanos que todavía hoy ponen en práctica estas palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, sus fatigas e incluso su propia vida para no negar su fe a Cristo. Jesús, mediante su Santo Espíritu, nos dará la fuerza de ir adelante en el camino de la fe y del testimonio: hacer aquello en lo cual creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este camino siempre está cerca de nosotros y nos precede la Virgen: dejémonos tomar de la mano por ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles.

Fuente: News.Va

 

Francisco invita a poner el Amor y la Misericordia en la vida

Alrededor de 70.000 jóvenes participaron en la misa celebrada por el Papa Francisco en el V Domingo de Pascua con motivo del Jubileo de los chicos y chicas. En el mensaje que el Pontífice preparó para ellos, los animó a impregnar su presente, construir sus sueños y su futuro desde el amor y la misericordia, puestos en obras concretos.

Queridos chicos y chicas:

Qué gran responsabilidad nos confía hoy el Señor. Nos dice que la gente conocerá a los discípulos de Jesús por cómo se aman entre ellos. En otras palabras, el amor es el documento de identidad del cristiano, es el único “documento” válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús. El único documento válido. Si este documento caduca y no se renueva continuamente, dejamos de ser testigos del Maestro. Entonces os pregunto: ¿Quieren acoger la invitación de Jesús para ser sus discípulos? ¿Quieren ser sus amigos fieles? El amigo verdadero de Jesús se distingue principalmente por el amor concreto, no el amor en las nubes: no. El amor concreto que resplandece en su vida. El amor es siempre concreto, ¿eh? Ese que no es concreto y habla del amor, es una telenovela, un culebrón. El amor es siempre concreto, ¿eh? ¿Quieren vivir este amor que Él nos entrega? Entonces, frecuentemos su escuela, que es una escuela de vida para aprender a amar. Y esto es un trabajo de todos los días: aprender a amar.

Ante todo, amar es bello, es el camino para ser felices. Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo. Por ejemplo, pensemos cuando recibimos un regalo: nos hace felices, pero para preparar ese regalo las personas generosas han dedicado tiempo y dedicación y, de ese modo, regalándonos algo, nos han dado también algo de ellas mismas, algo de lo que han sabido privarse. Pensemos también en el regalo que vuestros padres y animadores os han hecho, al dejaros venir a Roma para este Jubileo dedicado a vosotros. Han programado, organizado, preparado todo para vosotros, y esto les daba alegría, aun cuando hayan renunciado a un viaje para ellos. Ésta es la concreción del amor. En efecto, amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales.

Dios nos ama y nos enseña a amar

Miremos al Señor, que es insuperable en generosidad. Recibimos de él muchos dones, y cada día tendríamos que darle gracias. Quisiera preguntaros: ¿Dan gracias al Señor todos los días? Aun cuando nos olvidemos, Él se acuerda de hacernos cada día un regalo especial. No es un regalo material para tener entre las manos y usar, sino un don más grande para la vida. Nos regala su amistad fiel, siempre es amigo el Señor, que no la retirará jamás. Además, si tú lo decepcionas y te alejas de Él, Jesús sigue amándote y estando contigo, creyendo en ti más de lo que tú crees en ti mismo.

Ésta es la concreción del amor que nos enseña a Jesús. Y esto es muy importante. Porque la amenaza principal, que impide crecer bien, es cuando no importas a nadie, cuando te sientes marginado, es triste esto. En cambio, el Señor está siempre junto a ti y está contento de estar contigo. Como hizo con sus discípulos jóvenes, te mira a los ojos y te llama para seguirlo, para «remar mar a dentro» y «echar las redes» confiando en su palabra; es decir, poner en juego tus talentos en la vida, junto a él, sin miedo. Jesús te espera pacientemente, atiente una respuesta, aguarda tu “sí”.

Queridos chicos y chicas, a vuestra edad surge en vosotros de una manera nueva el deseo de encariñaros y de recibir afecto. Si van a la escuela del Señor, les enseñará a hacer más hermosos también el afecto y la ternura. Les pondrá en el corazón una intención buena, esa de amar sin poseer: querer bien sin poseer; de querer a las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres. ¡Porque el amor es libre! ¡No hay amor que no sea libre! Aquella libertad que el Señor nos deja cuando nos ama: Él, siempre cerca nuestro.

En efecto, siempre existe la tentación de contaminar el afecto con la pretensión instintiva de tomar, de “poseer” aquello que gusta. Y esto es egoísmo. Y también, la cultura consumista refuerza esta tendencia. Pero cualquier cosa, cuando se exprime demasiado, se desgasta, se estropea; después se queda uno decepcionado con el vacío dentro. Si escuchan la voz del Señor, os revelará el secreto de la ternura: interesarse por otra persona, quiere decir respetarla, protegerla, esperarla. Y esta es la concreción de la ternura y del amor.

Saber decir ‘No’

En estos años de juventud percibís también un gran deseo de libertad. Muchos les dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera. Pero en esto se necesita saber decir no. Si tú no sabes decir que no, no eres libre. El libre es aquel que sabe decir “si” y sabe decir “no”. La libertad no es poder hacer siempre lo que se quiere: esto nos vuelve cerrados, distantes y nos impide ser amigos abiertos y sinceros; no es verdad que cuando estoy bien todo vaya bien. No, no es verdad. En cambio, la libertad es el don de poder elegir el bien: esto es libertad.

Es libre quien elige el bien, quien busca aquello que agrada a Dios, también… es fatigoso, no es fácil. Pero yo creo que vosotros jóvenes no tenéis miedo del cansancio, ¿no? Sois estupendos. Pero sólo con decisiones valientes y fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la pena dar la vida. Elegís con coraje y fuertes. No os contentéis con la mediocridad, con “ir tirando”, estando cómodos y sentados; no confiéis en quien os distrae de la verdadera riqueza, que sois vosotros, cuando os digan que la vida es bonita sólo si se tienen muchas cosas; desconfiad de quien os quiera hacer creer que sois valiosos cuando os hacéis pasar por fuertes, como los héroes de las películas, o cuando lleváis vestidos a la última moda. Vuestra felicidad no tiene precio y no se negocia; no es un “app” que se descarga en el teléfono móvil: ni siquiera la versión más reciente podrá ayudaros a ser libres y grandes en el amor. La libertad es otra cosa.

Porque el amor es el don libre de quien tiene el corazón abierto; el amor es una responsabilidad, pero bella que dura toda la vida; ¡es el compromiso cotidiano de quien sabe realizar grandes sueños! ¡Es un problema los jóvenes que no saben soñar, que no osan de soñar! Si un joven a su edad, no es capaz de soñar, ya se ha jubilado: no sirve… El amor se alimenta de confianza, de respeto y de perdón. El amor no surge porque hablemos de él, sino cuando se vive; no es una poesía bonita para aprender de memoria, sino una opción de vida que se ha de poner en práctica. ¿Cómo podemos crecer en el amor? El secreto está en el Señor: Jesús se nos da a sí mismo en la Santa Misa, nos ofrece el perdón y la paz en la Confesión. Allí aprendemos a acoger su amor, hacerlo nuestro, y a difundirlo en el mundo.

Y cuando amar parece algo arduo, cuando es difícil decir no a lo que es falso, mirad la cruz del Señor, abrazadla y no dejad su mano, que os lleva hacia lo alto y os levanta cuando caéis. Y… en la vida, siempre se cae, porque somos pecadores, somos débiles. Pero está la mano de Jesús que nos levanta, que nos alza. ¡Jesús nos quiere en pie! Aquella bonita parábola que Jesús decía a los paralíticos: ¡levántense! Dios nos ha creado para estar en pie. Hay una canción muy bonita que cantan los alpinistas cuando suben arriba. La canción dice así: “En el arte de subir, lo importante no es no caer, ¡sino no continuar caído!” Tener el coraje de alzarse, de dejarse alzar de la mano de Jesús. Y esta mano muchas veces viene de la mano de un amigo, de la mano de los padres, de la mano de aquellos que nos acompañan en la vida. También Jesús mismo está ahí.

Sé que son capaces de gestos grandes de amistad y bondad. Están llamados a construir así el futuro: junto con los otros y por los otros, pero jamás contra alguien. No se construye “en contra”: esto se llama destrucción”. Harán cosas maravillosas si se preparan bien ya desde ahora, viviendo plenamente vuestra edad, tan rica de dones, y no temiendo al cansancio. Hagan como los campeones del mundo del deporte, que logran metas altas entrenándose con humildad y todos los días. Que su programa cotidiano sea las obras de misericordia: Entrenen con entusiasmo en ellas para ser campeones de vida, ¡campeones de amor! Así serán conocidos como discípulos de Jesús. Así tendrán la carta de identidad de los cristianos. Y les aseguro: su alegría será plena.

Papa Francisco

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