X Encuentro mundial de las familias: LLevar el alegre anuncio del evangelio a todos

Llevar el alegre anuncio del Evangelio a todos: esa es la invitación que se desprende del mandato misionero entregado a los participantes en la misa con motivo del X Encuentro Mundial de las Familias. Se ha realizado tras la eucaristía en la Plaza de San Pedro presidida por el Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, ante la presencia del Papa Francisco.

Texto del envío misionero a las familias:

Estimadas familias:
Les invito a continuar su camino
escuchando al Padre que les llama:
¡Sean misioneros en los caminos del mundo!
No caminen solos.
Ustedes, jóvenes familias, déjense guiar por los que conocen el camino,
ustedes que van delante, sean compañeros de viaje para los demás.
Ustedes que están perdidos por las dificultades,
no se dejen vencer por la tristeza,
confíen en el Amor que Dios ha puesto en ustedes,
imploren al Espíritu cada día para que lo reavive.

¡Anuncien con alegría la belleza de ser una familia!
Anuncien a los niños y jóvenes la gracia del matrimonio
cristiano. Den esperanza a los que no la tienen.
Actúen como si todo dependiera de ustedes,
sabiendo que todo debe ser confiado a Dios.
Sean los que «cosen» el tejido de la sociedad y de una Iglesia
sinodal, creando relaciones, multiplicando el amor y la vida.
Sean un signo de Cristo vivo,
no tengan miedo de lo que el Señor les pide,
ni ser generoso con Él.
Ábranse a Cristo, escúchenlo en el silencio de la oración.
Acompañen a los más frágiles
Háganse cargo de los que están solos, refugiados, abandonados.
¡Sean la semilla de un mundo más fraternal!
¡Sean familias de gran corazón!
¡Sean el rostro acogedor de la Iglesia!
Y, por favor, recen, ¡recen siempre!
Que María, nuestra Madre, les socorra cuando no haya más vino,
Sean su compañera en el tiempo de silencio y de prueba,
les ayude a caminar junto a su Hijo resucitado. Amén.

Fuente: vaticannews.va

Ser acompañados y acompañar

San Ignacio tiene una preocupación especial por las mediaciones más adecuadas para alcanzar y conectar con los objetivos que se propone en una gran variedad de asuntos y situaciones que entretejen la propia vida. En este breve comentario nos fijaremos en los medios que Ignacio utiliza preferentemente a la hora de dejarse acompañar o acompañar a otros.

El primero es el de la “conversación espiritual” a la que alude de un modo especial en su Autobiografía. En ella nos narra cómo después de lo positivo que le ha resultado el conversar con otros –en los momentos más conflictivos de su conversión durante los meses que vivió en Manresa– busca ahora con más insistencia y como herramienta apostólica fundamental  el  escuchar a otros para acercarles a Dios. Y una vez fundada la Compañía de Jesús, aconsejará a que frecuenten la conversación espiritual bien dejándose ayudar por otros, bien para ayudar ellos a los demás.

La comunicación por escrito fue otra de las mediaciones de ayuda para muchas de las personas a las que fue conociendo. Si se conservan en su Epistolario unas siete mil cartas –otras muchas se han perdido– es fácil pensar que su temática y sus destinatarios tuvieron que ser muy variados, pero dentro de ellas alcanzan una importancia fundamental  aquellas que dedica expresamente  a ayudar espiritualmente a las personas con las que más frecuencia entabla una profunda relación humana y espiritual, destacando en ambas una gran capacidad de consejo unida a una gran capacidad de discernimiento espiritual.

Finalmente, otra fuente de conversación y para un objetivo tan importante como es el del mes de Ejercicios –¡el de buscar y hallar la voluntad de Dios en la propia vida!– es la que desarrolla en sus famosas reglas de discernimiento –tanto de primera como de segunda semana– para que el que los da acompañe al que los hace al hilo de su experiencia, no para suplir esfuerzos, oscuridades, o falsos sentimientos de euforia, sino para que aprenda a descubrir la luz verdadera que ilumine y consolide el deseo de buscar solamente lo que Dios quiera para él.

Vivimos en el siglo de las comunicaciones y los medios han cambiado una barbaridad. Las ofertas se han centuplicado y el esfuerzo por elegir y aplicar aquellas que más puedan ayudar en el ámbito de la fe y de la experiencia espiritual es constante. Por eso, más que nunca, nos necesitamos mutuamente, no sólo para hablarnos superficialmente pasando rápidamente de interlocutor a interlocutor, o tratando de cosas banales, sino para apoyarnos mutuamente en esa escalada hacia arriba hacia la que apunta nuestro horizonte último- Dios-, o esa otra escalada hacia abajo, hacia lo profundo de nosotros mismos, en la que nos encontraremos también con el mismo horizonte.

Subir y bajar, acompañados por la luz que ilumine auténticamente ambos movimientos y con las mediaciones más adecuadas, en este caso con el buen consejo del otro y con su ayuda para discernir el camino o el estilo de vida que Dios quiere en concreto para mí.

Simposio sobre los Ejercicios Espirituales

El Simposio Internacional sobre los Ejercicios Espirituales se cerró el viernes 17 de junio después de una intensa semana de trabajo en la Cueva de Manresa, para reflexionar sobre la actualidad de la propuesta de los Ejercicios y cómo desplegar todas las posibilidades que ofrecen para responder a los retos de hoy.

Más de 80 personas de 27 países de todo el mundo, presentes en el Centro de Espiritualidad de la Cueva de San Ignacio, y más de 200 que siguieron las ponencias online pudieron conocer muchas y diversas iniciativas que ya exploran creativamente lenguajes, formatos, espacios… y que permitan recorrer el camino que hizo Ignacio hace 500 años con fidelidad creativa a su propuesta.

El balance es muy positivo. El Simposio ha reunido a ponentes que han podido trasladar sus reflexiones y propuestas desde el testimonio de experiencias vividas y bien conectadas con la realidad, y a la vez formuladas desde la profundidad y el rigor. Experiencias desde contextos de exclusión social, de migración, de encuentro con culturas y espiritualidades diversas, que han permitido profundizar en el conocimiento de diferentes formas de proponer los Ejercicios y acoger nuevos horizontes posibles.

La última jornada, de hecho, puso de manifiesto especialmente la forma de ofrecer los Ejercicios en la cultura contemporánea a través de los medios audiovisuales y las nuevas tecnologías de la comunicación, en la sensibilidad ecológica y en la incorporación del cuerpo y el movimiento a través de la peregrinación. Las comunicaciones sobre estas cuestiones sirvieron para poner en evidencia una vez más los riesgos y oportunidades de la tecnología. Y para poner de relieve, en la cuestión ecológica, que seguramente éste debe ser un elemento indispensable y central en cualquier modalidad de los Ejercicios y no sólo un adjetivo. La ponencia sobre los Ejercicios en peregrinación hizo hincapié en conceptos como el movimiento, la austeridad o la flexibilidad para adaptarse a las diversas situaciones.

El trabajo en asamblea plenaria permitió hacer una valoración de la semana, reconocer que Manresa es hogar para toda la familia ignaciana llegada desde tantos lugares y compartir el deseo de poder reencontrarnos con una cierta periodicidad para seguir profundizando los temas iniciados. Los participantes valoraban especialmente la equilibrada combinación del ritmo orante y experiencial con la profundidad y el rigor del planteamiento de la semana. La fidelidad a la experiencia fundante de San Ignacio venia del hecho de estar en Manresa y la creatividad y adaptaciones múltiples de la riqueza y diversidad de los participantes de todo el mundo.

El Simposio tuvo como clausura la celebración de la Eucaristía presidida por el jesuita Josep Rambla, iniciador e inspirador de EIDES (Escuela Ignaciana de Espiritualidad), entidad coorganizadora del Simposio junto con el Centro de Espiritualidad de la Cova Sant Ignasi. Cabe destacar también como a lo largo de los días, la diversidad de sensibilidades y expresiones culturales se ha vivido a través de las celebraciones litúrgicas.

Este encuentro ha sido pues la oportunidad de reflexionar y experimentar a fondo el reto y el encargo recogido en la primera preferencia apostólica universal de la Compañía de Jesús, es decir, «Ofrecer los Ejercicios Espirituales en todas las modalidades posibles, abriendo a muchas personas, sobre todo a los jóvenes, la oportunidad de servirse de ellos para entrar o avanzar en el seguimiento de Cristo».

El camino ignaciano: una aventura con Dios y con los demás

Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia.

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.

Proverbios 3,5-6

Por Natalie Baxter Strange

De pie, en la larga cola para facturar en el aeropuerto de Bruselas, yo estaba revisando mis correos electrónicos en mi teléfono. Esas palabras de Proverbios me aparecieron en la reflexión cuaresmal de ese día. ¿Qué mejores palabras para comenzar una peregrinación? Con consuelo de mi corazón; sentí la cercanía del Señor. Confiar en Él con todo mi corazón era lo que deseaba profundamente en los días venideros.

Cuatro meses antes me había llegado otro correo electrónico: una invitación para unirme a una peregrinación en grupo siguiendo las huellas de Ignacio desde Loyola a Manresa. La fecha de llegada a Manresa: 25 de marzo, exactamente 500 años después de su llegada al lugar en 1522. Me emocionó sólo pensar en ello y respondí: “Sí, cuenten conmigo.”

Nuestro grupo de 14 peregrinos y nuestro guía, el Padre Josep Lluís Iriberri, SJ, llegaron a Loyola en un hermoso y cálido día de sol. Las familias españolas disfrutaban de sus paseos domingueros paseando por el parque junto a la Basílica. Todo parecía estar bien en el mundo en ese momento. Para nuestro camino, habíamos viajado desde Estados Unidos, Singapur, Italia, España, Países Bajos y Bélgica, y nuestras edades oscilaban entre los 41 y los 82 años.

Peregrinar es una aventura. Una aventura con Dios y con los demás. Se podría decir que esperar lo inesperado es una buena forma de preparación. Lo inesperado, tanto lo bienvenido como lo no tan bienvenido. Sólo Dios sabía lo que nos depararían nuestros 11 días, individual y colectivamente. Estábamos en sus manos.

El primer día completo lo pasamos visitando los lugares importantes para Ignacio, en Loyola y en Azpeitia, y, en la Capilla de la Conversión, el broche de nuestra primera Misa. Al entrar en dicha Capilla, se percibe una silenciosa reverencia. Con los viejos maderos del suelo y las vigas del techo, uno puede imaginarse a Ignacio recuperándose aquí de su herida de bala de cañón y de sus intervenciones quirúrgicas. En el rincón donde Ignacio permaneció durante meses en su cama, un viejo y algo andrajoso dosel cuelga por encima de una gran estatua dorada de Ignacio mirando al cielo. Cuando nos reunimos en torno al altar para recibir la comunión, cada uno de nosotros ponía una mano en el altar, a Dios ofreciéndose a sí mismo y nuestra peregrinación.

A la mañana siguiente, caminamos las dos primeras horas en silencio, como hacíamos la mayoría de las mañanas. En ese silencio, fui aún más consciente de mi profunda alegría y gratitud a Dios. Mi copa rebosaba, como la cascada junto al camino. Al cruzar los viejos puentes del ferrocarril, el viento me recordaba al Espíritu Santo y amenazaba con llevarse mi sombrero. Los túneles frescos, húmedos y oscuros me invitaban a rezar para que la luz de Cristo brillara en los lugares oscuros, en mí y en otros sitios.

Para cubrir los más de 650 km del Camino Ignaciano en 11 días, combinamos autobuses y nuestros pies hasta alcanzar Manresa. Apreciamos especialmente disponer de un autobús cuando subimos más de 1.000 metros en la espectacular alta montaña hasta Arantzazu, donde se alza un impresionante monasterio franciscano. Arantzazu, centro de devoción mariana, fue el primero de los muchos lugares donde Ignacio se detuvo a rezar a la Virgen, Nuestra Señora, por su profunda devoción a ella.

Desde Loyola en la región vasca hasta Manresa en Cataluña, el paisaje varía enormemente. Dicho paisaje ha informado y dado forma a mis conversaciones con Dios a lo largo del camino, junto con la gracia, las reflexiones, las escrituras y las oraciones sugeridas para cada día. El salmista escribe: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella” (Salmo 24,1). Me pareció que, dondequiera que yo mirara, el Señor me hablaba: la manzana pequeña y marchita revelaba algo de mi propio corazón; la planta puntiaguda y afilada me recordaba la pasión y muerte de Jesús; la belleza de las flores silvestres y el canto de los pájaros que llenaban el aire me llevaban a alabar a nuestro Señor y Creador.

Rezar con citas del libro de los Ejercicios Espirituales profundizó aún más nuestra experiencia. Después de la peregrinación, cuando revisé mi diario, me di cuenta de que había experimentado la dinámica completa del mes de Ejercicios durante las dos semanas. Algo que no había esperado.

Y además, hubo conversaciones. Conversaciones ricas, significativas y memorables. Ligeras y alegres. Otras dolorosas. Momentos de hilaridad y risas. Momentos de lágrimas. Bendiciones innumerables. Nos habíamos encomendado lo mejor posible a las manos de Dios, y “su amor y su gracia” nos acompañaron en abundancia.

Fuente: jesuits.global/es

Victor Codina SJ sobre las posibilidades del cristianismo

«El cristianismo no ha hecho más que comenzar». Esta frase del sacerdote y teólogo cristiano ortodoxo ruso Alexander Men (1935-1990), último sacerdote asesinado por la KGB soviética, puede desconcertar a quienes recuerdan 2000 años de cristianismo, con numerosos mártires, santos y santas, catedrales, Sumas Teológicas y misiones evangelizadoras.

Alexander Men no se limita a lamentar los pecados y llagas de una Iglesia santa y pecadora, ni dice que el cristianismo todavía no exista, sino que intuye que el cristianismo todavía no ha desarrollado todas sus inmensas potencialidades evangélicas, teológicas y pastorales. Más que mirar con nostalgia un pasado cristiano que ya no existe, hemos de ir adelante para evangelizar el mundo de hoy secularizado, agnóstico y postmoderno.

Intentemos desarrollar y concretar la intuición de Alexander Men:

  • El laicado, que constituye la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, que ha recibido el bautismo y la unción del Espíritu, ha quedado marginado y pasivo en una Iglesia clerical.
  • La mujer no ocupa, en la Iglesia patriarcal y machista de hoy, el lugar que el Señor le ha destinado y que el evangelio anuncia.
  • El Espíritu Santo ha quedado relegado y olvidado en la práctica, con lo cual el cristianismo, sobre todo el cristianismo latino, queda reducido a doctrinas, leyes y ritos, sin una vivencia espiritual ni una verdadera alegría.
  • La identidad cristiana no ha tenido suficientemente en cuenta la presencia salvífica del Espíritu del Señor en todas las religiones y culturas, también en la ciencia y antropología moderna.
  • El magisterio eclesial, la teología y la pastoral no han tomado en serio el que a los pequeños y sencillos han sido revelados los misterios del Reino y que los pobres son un lugar de revelación.
  • El cristianismo se ha abierto tarde y tímidamente a la ecología, que ofrece inmensas perspectivas teológicas, espirituales y prácticas.
  • Una lectura muy literal y fundamentalista de la Escritura, desde el Génesis al Apocalipsis, genera en el Pueblo cristiano una visión del origen y del fin de la vida cósmica y personal que es incompatible con el pensamiento científico y humanista moderno y con el mundo juvenil.

La lista de temas pendientes se puede extender y concretar mucho más: economía, discriminación social, sexual y étnica, refugiados, armamentismo guerra y no violencia, apertura a un ministerio ordenado no célibe, participación de la comunidad eclesial en la elección y formación de sus pastores, etc.

Una sinodalidad eclesial bien comprendida y vivida, puede iniciar procesos y discernimientos que ayuden a que el cristianismo “que no ha hecho más que comenzar”, crezca y dé fruto en el mundo de hoy. Entonces, el cristianismo, hoy todavía incipiente, crecerá y dará mucho fruto, como los sarmientos estrechamente unidos a Jesús, la verdadera vid (Juan 15). Alexander Men tenía razón.

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

Argentina: Simposio de Teología y Catequesis

Se ofrece este espacio de diálogo abierto y análisis entre la teología y la catequesis a 30 años del Catecismo de la Iglesia Universal.

Del martes 19 al jueves 21 de julio se realizará el Simposio de Teología y Catequesis en la diócesis de Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones.

Los organizadores plantearon algunos objetivos particulares para este evento, se pretende generar un espacio de diálogo fecundo, abierto y creativo entre la teología y la catequesis, brindar un servicio concreto a la formación permanente de agentes pastorales, entre otros.

El Obispo Nicolás Baisi informó que los destinatarios de este Simposio serán los teólogos y catequetas, sacerdotes, religiosos, catequistas y agentes de pastoral. La capacidad presencial será para 120 personas. Sin embargo, se podrá seguir virtualmente por las redes sociales.

Para consultas e inscripciones comunicarse la junta de catequesis diocesana: (03751) 505658 o por mail: juntadecatequesis@diocesisdeiguazu.org

Fuente: vidanuevadigital.com

Productividad vs. Fecundidad

Trinidad Ried, presidenta de la fundación vínculo, presenta un artículo en el que ofrece una mirada del mundo actual desde la oposición entre los conceptos de productividad y fecundidad. Vinculando la primera con la constante búsqueda de generar vínculos, de aspirar a cada vez más y mejores bienes materiales, de esperar puestos de trabajo valorados socialmente, haciendo de estas aspiraciones un fin en sí mismo, lo único por lo que vivimos. «En definitiva, no se trata de despreciar la productividad ni el éxito, que son buenas en sí, siempre que estén alineadas con un porqué que nos llene de sentido, que la abundancia que generen sea para compartirla y que de ella no dependa el valor de nuestras vidas.»

Mientras que la fecundidad aparece cuando «abandonamos nuestros intentos de ser dioses», afirma al autora. No se trata ya de una distinción para quienes tienen  más bienes o capacidades, sino de generar vínculos y espacios dónde ofrecer los dones particulares que cada uno tiene. «Debemos luchar por cambiar nuestro entorno, ciudad y cultura, impulsando modos de relación que generen vida y vida en abundancia para todos. La misión entonces no estará dada tanto por “hacer” cosas, sino por generar vínculos que den frutos de amistad, confianza, reconciliación, paz y justicia.»

Lee la nota completa en la web vidanuevadigital.com

De la profesión al propósito: Discernir tu yo auténtico en la nueva normalidad

Hace quinientos años, San Ignacio de Loyola vivió un acontecimiento que cambiaría el rumbo de su vida… y del mundo. Cuando era un joven soldado en el ejército español, Ignacio soñaba con la fama y la gloria. Pero todo cambió cuando fue repentina y gravemente herido por una bala de cañón en el combate de Pamplona. Mientras estaba en recuperación, Ignacio experimentó una conversión espiritual e inmediatamente decidió hacer un cambio: encontró un nuevo sentido de propósito y se dispuso a establecer la Compañía de Jesús.

Si no fuera por el momento de «bala de cañón» de Ignacio, no tendríamos cientos de colegios, universidades, parroquias u organizaciones jesuitas que sirvan para hacer del mundo un lugar mejor. Las obras jesuitas en todo el mundo vienen celebrando el Año Ignaciano desde el 20 de mayo de 2021: el 500 aniversario del momento de la «bala de cañón» de Ignacio. Las celebraciones concluirán el día de la Fiesta de San Ignacio: 31 de julio de 2022.

Oportunidad de ir «de profesión a propósito»

El Año Ignaciano presenta una oportunidad para la conversión de toda la comunidad de educación superior jesuita. Podemos invitar a nuestros estudiantes a ir de profesión a propósito, a hacer una reflexión más profunda de sus talentos, sus pasiones y las mayores necesidades del mundo, a medida que los acompañamos en el camino para encontrar su vocación.

En este Año Ignaciano, los invitamos a seguir proponiendo programas e iniciativas que promuevan esta «invitación a una reflexión más profunda» como un sello distintivo de la educación superior jesuita.

Mapas interiores y referencias vitales

Todos tenemos necesidad de referencias para recorrer cualquier ruta y también en la vida. Las referencias pueden ser de lo más variado, pero si no conocemos la zona, en principio, pareciera que lo más “inteligente” es fiarse de los mapas que otros han creado, de las señales externas marcadas o incluso del GPS del móvil que todos llevamos en el bolsillo.

El problema es que cuando nos acostumbramos a esas “ayudas”, dejamos de entrenarnos y se atrofia nuestra capacidad natural para orientarnos en la vida: para oler por dónde avanzar y dónde no conviene entrar; para escuchar los pájaros, un río lejano o el viento que viene; para mirar y ver huellas en la tierra, sequedades, surcos y formas de nubes; para tocar el musgo o el calor de una piedra, el calor del sol a la espalda o el frío húmedo de la corteza de un árbol; para saborear el camino, los desvíos, los aciertos.

Y es posible -no siempre pasa ni a todos-, que llegue un día en que el móvil se queda sin batería, la cobertura no llega o simplemente no podemos leer bien el mapa porque las líneas por las que lo llevamos doblando media vida han desdibujado justo ese tramo en que no sabemos por dónde continuar. Ese día volvemos a encontrarnos a solas con nosotros mismos y con la capacidad de leer nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra experiencia, y la vida que nos rodea. Esa vida que no puede programarse y que escapa a toda lógica.

¿Y si falla el GPS o se desdibuja el mapa?

Todos vamos generando “mapas mentales” hechos de recuerdos, errores, aciertos, hábitos, huidas, alegrías…. que deja huella en nuestro cuerpo también como una memoria animal y espiritual al mismo tiempo. Un mapa interior del que quizá tendríamos que fiarnos más, pero del que intuyo que -sutilmente- hemos ido aprendiendo a sospechar. Hemos “demonizado” como baliza de vida los “me apetece”, “siento que”, “deseo tal cosa”, “me repele tal otra”… No me refiero a los me-apetece-volantes que no nacen de dentro de la piel y nunca se sacian. No. Me refiero a eso que se nos da a conocer por dentro antes de que llegue a la cabeza.

Esta capacidad es también una tarea que nos convierte en inevitables exploradores. No basta con ser peregrinos. Necesitamos de ambos para conectar la propia orientación interior con las referencias de la vida. Esa mezcla entre saber dónde quieres llegar, de dónde partes y, a la vez, no dejar de escucharte a ti mismo ni a la vida que surge al lado. Quizá viviendo así, eso de perderse tome un sentido nuevo y no resulte tan aterrador. Quizá sea verdad eso de que “es siempre el camino el que encuentra al caminante perdido, pero solo si es un caminante adecuado”. Quizá es algo así lo que pudo experimentar el pueblo de Israel en medio del desierto, cuando más perdidos estaban:

Exploradores, no solo peregrinos

“Yahveh iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche” (Ex 13,21).

Porque sólo era una nube entre otras nubes. Un fuego entre otros muchos. Pero además de verlo supieron leerse a sí mismos. Y vivieron.

Fuente: vidanuevadigital.com

 

Mensaje para la II Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores

El domingo 24 de julio de 2022 se celebrará en toda la Iglesia universal la II Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. El tema elegido por el Santo Padre para la ocasión es «En la vejez seguirán dando fruto» (Sal 92,15) y pretende subrayar que los abuelos y los mayores constituyen un valor y un don tanto para la sociedad como para las comunidades eclesiales.

El tema es también una invitación a reconsiderar y valorizar a los abuelos y a los mayores, que con demasiada frecuencia son mantenidos al margen de las familias y de las comunidades civiles y eclesiales. Sus experiencias de vida y de fe pueden ayudar a construir sociedades conscientes de sus raíces y capaces de soñar con un futuro más solidario.

Así mismo, la invitación a escuchar la sabiduría de los años es particularmente significativa en el contexto del camino sinodal que la Iglesia ha emprendido.

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida invita a las parroquias, diócesis, asociaciones y comunidades eclesiales de todo el mundo a encontrar el modo de celebrar la Jornada en su propio contexto pastoral, y para ello pondrá a disposición los instrumentos pastorales adecuados.

Fuente: episcopado.org