Motivando a los Millenials

¿Quiénes son los Millenials? ¿Qué los caracteriza? ¿Cómo trabajar con ellos y no fracasar en el intento?

Escrito por Saunier Ortiz

Debemos a un conocido artículo de la revista Time del año 2013 (Millenials: The Me Me Me Generation) la más conocida y tópica descripción de la generación de los nacidos aproximadamente entre 1984 y 2000, la denominada Millenial. De él entresaco este provocador párrafo:

“La revolución social de los millenials es la más inquietante y excitante desde la de los baby boomers, no porque pretendan tomar el control de lo establecido, sino porque están creciendo sin ninguno. La revolución industrial hizo a los individuos más poderosos: podían trasladarse a una ciudad, montar un negocio, entender y formar organizaciones. La revolución de la información ha dado un poder aún mayor a los individuos al dotarles de una capacidad tecnológica con la que competir contra mega-organizaciones: hackers vs. corporaciones, blogueros vs. prensa, terroristas vs. estados nacionales, youtubers vs. estudios, creadores de apps vs. industrias completas. Los millenials no nos necesitan. Por eso les tememos.“

¿Es así? ¿Por qué? ¿Qué rasgos atribuyen los expertos a las personas de esta generación para que asusten? Centrándonos tan solo en las que tienen que ver con el ámbito laboral, salvando las distancias culturales entre unos países y otros, y sin entrar en valoraciones, podemos destacar estos que los distinguen de las anteriores:

  • Gozan de una mayor conciencia (justificada o no) de su valía personal. Se consideran aptos para tomar la iniciativa y liderar proyectos.
  • Consideran que merecen y tienen el derecho a proponer y hacer. Y lo reclaman.
  • Valoran la comunicación directa de forma especial y desconfían de las pautas, los usos y las jerarquías.
  • Tienen una especial dificultad para reconocer lo que desconocen y aceptar sus errores.
  • Sienten una mayor urgencia en publicitar sus logros y en ser reconocidos.

Los expertos en el análisis social sostienen que la excesiva autoestima de los millenials, aunque pueda ser beneficiosa para intentar ser emprendedores o conseguir un puesto de trabajo, está siendo un obstáculo a la hora de desempeñarlo o mantener el impulso inicial. El entorno no permite un desarrollo profesional sin baches; la consideración ajena (en especial la de los mandos) no acompaña frecuentemente la buena imagen personal; y el desempeño de la propia tarea está plagado de incidencias y tareas rutinarias no siempre agradables o dignas de interés. Los datos muestran que los niveles de satisfacción laboral de los millenials son inferiores a los de anteriores generaciones. Y, donde es posible, la movilidad es bastante superior.

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Una generación diferente

Por otra parte, debido a las condiciones productivas y económicas, muchos millenials viven a caballo entre las consideradas hasta ahora señas de identidad de la juventud y la adultez. Generación twixter, se les ha llamado, que no ha alcanzado la meta de sus ancestros: tener una casa y formar una familia con hijos a los veintitantos.

Esta diferente manera de comportarse debería ser un estímulo a la innovación. Veamos algunos datos significativos que impelen a hacerse un replanteamiento:

Son la primera generación cuyas relaciones interpersonales y cuya construcción de la propia identidad está fuertemente mediada por la tecnología. A partir de ahora, habrá que contar con estos rasgos a la hora de relacionarse en el trabajo porque la influencia tecnológica no va a disminuir.

Guste o no guste, su deseo de logro, su ejercicio de la crítica, la insatisfacción que les producen ciertas soluciones tradicionales y su necesidad de protagonismo van a ser factores a tomar cuidadosamente en consideración a la hora de coordinar, delegar y comunicar. Será necesaria una renovada inculturación de las estrategias de liderazgo porque son personas con otras perspectivas e intereses.

Que son una generación bien preparada intelectualmente es algo reconocido, aunque quizá lo sea menos que están considerados por los expertos más hábiles que las anteriores a la hora de detectar qué se quiere en el mercado y que se mueve socialmente. Están asimismo dispuestos a asumir responsabilidades y riesgos.

Su fidelidad a personas, proyectos y organizaciones no puede darse por lograda definitivamente. No son adeptos, son followers, con capacidad demostrada de migrar y elegir otra cosa si deja de interesarles lo que se les propone.

Por último, aunque pueda parecer paradójico, demandan feedback permanente. Y a diferencia con sus antecesores, prefieren alcanzar objetivos trabajando en red y no de forma solitaria. Una de sus metas, por encima incluso del ascenso personal, es compartir objetivos y tareas con personas afines.

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 ¿Cómo motivar a los millenials?

  1. No basta reclutar, hay que formar, acompañar y evaluar de forma permanente y sencilla. El empleo de un portfolio profesional (digital) donde el profesional establezca metas consensuadas con sus líderes. El papel directivo debe basarse en estrategias de alineamiento, pero desarrollarse con el estilo de un coach. Se trata de involucrar, no de mandar; de promover la participación creativa más que la gestión de lo organizado y pensado por otros.
  2. Conviene no perder el tiempo tratando de ajustar sus grandes expectativas a la realidad. hay que sustituirlo por el diálogo fluido y la escucha para contar con su punto de vista y con sus comentarios.
  3. Merece la pena comprender y emplear los medios de comunicación y expresión que usan, especialmente en las redes sociales.
  4. Hay que aprovechar sus virtudes innatas. Como señalan los que saben, a diferencia con las generaciones del hacer-hacer-hacer, los millenials piensan varios pasos por delante de la primera acción. Bien guiados, coordinados y evaluados, pueden ser un motor de cambio permanente y el cambio estratégico.
  5. Es necesario valorar y aprovechar su tendencia a publicitar sus logros para mejorar la imagen de todo el colectivo.
  6. Por último, la comunicación abierta, efectiva y frecuente es un requisito indispensable para mantener el compromiso con el fin de la organización. Tratándose de personas que valoran el trabajo colaborativo y la búsqueda de intereses mutuos por encima de las jerarquías, las estrategias e instrumentos tecnológicos de trabajo compartido y a distancia, que igualan roles y permiten una mayor flexibilidad laboral, pueden ser de gran ayuda.

En definitiva, personas de tiempos nuevos requieren motivaciones y liderazgos nuevos.

Fuente: Entre Paréntesis

María de Itatí: “Mirá Nuestra Orfandad, Curá Nuestro Dolor”

La ciudad de Itatí, reconocida por el Santuario Mariano que congrega a miles de devotos de la Virgen, ha sido protagonista de una serie de conflictos relacionados con la problemática del narcotráfico, la corrupción y la falta de compromiso de las autoridades con el bien común de la población. Esta situación ha generado, también, denuncias cruzadas dentro de la Iglesia, siendo cuestionado su proceder (para ampliar información). El Jesuita Humberto González, oriundo de la ciudad se ha expresado en repetidas ocasiones y a través de diferentes medios al respecto. Compartimos aquí su última publicación.

Por Humberto González SJ

Sabíamos que sacar a la luz el problema del narcotráfico en Itatí no iba a ser gratis: dudas, acusaciones, profundo dolor y rótulos innecesarios fueron parte del precio de que se conociera lo que hace mucho se sabía y nadie pudo enfrentar hasta ahora.

Un Juez de Capital Federal interviniendo, fuerzas de seguridad nacional tomando el pueblo, periodistas instalados, y autoridades detenidas, pareció ser el signo de una invasión. En el medio, el interés comercial de algunos que se enojaron porque con esto nadie más va a venir a compra ¿Y la verdad? El tiempo parece ser el encargado de mostrarnos dónde está

Este viernes 24 de marzo se vivieron reacciones contradictorias en coincidencia con el día de reflexión nacional sobre la memoria, la verdad y la justicia. Una marcha convocada para pedir por la libertad del intendente Terán encolumnó el reclamo por los “detenidos injustamente”. Jamás sabremos si fueron pocos o muchos los que participaron, pero fue la primera reacción numerosa a los hechos del 14 de marzo y concluyeron frente a la Basílica.

En las horas previas, durante y después, la denominada “batalla 2.0” tuvo su expresión en las redes sociales con acusaciones mutuas y defensas que intercambiaron denuncias de que hubo gente obligada a participar, proclamas del pueblo, vergüenza y dignidad…

Se habló de injusticia, mientras otros mostraban que ciertos “referentes comunicacionales” que se presentaban como periodistas independientes no eran más que voceros pagos. Y en definitiva todo esto no hizo sino manifestarnos un Itatí dividido por hechos, acontecimientos y personas. El viejo adagio “divide y reinarás” parece querer adueñarse de esta realidad. Entonces sólo queda aconsejar a la distancia la paciencia para aguardar.

Esperar a que la justicia hable, a que las pruebas digan, a que las sentencias señalen. No se puede adelantar, sólo acompañar a los que sufren en este tiempo la humillación de sus seres queridos, y a quienes han sufrido en estos años las nefastas consecuencias de nuestro pueblo estafado por el narcotráfico reconocido por todos.

Que la justicia hable. Que se acabe el narcotráfico de una vez, y que esto nos sirva de lección y aprendamos a cuidarnos del dinero fácil, del silencio cómplice, del poder corrupto y de la división estéril (que apoyada en la ignorancia) nos enfrenta y puede matarnos.

La mirada siempre terminará en Ella, la Dueña del pueblo, la que sabe y se hace cargo de sus hijos, incluso los delincuentes. A Ella en este tiempo le pedimos que se haga cargo.  Le decimos con las palabras del Paí Julian: “Mirá nuestra orfandad… curá nuestro dolor”

Fuente: ciberfogon

Arturo Sosa SJ: El Horizonte de la Misión para América Latina

El Padre General de los Jesuitas, Arturo Sosa SJ, estuvo presente en ImPACtando, un encuentro en el que los jesuitas de América Latina y el Caribe, se han reunido para evaluar su misión, el desarrollo del Proyecto Apostólico Común (PAC) y re-lanzarlo tras haber revisado la puesta en acción de sus prioridades durante los años anteriores.

El Padre General en el discurso de apertura del encuentro, introdujo ideas que hacen al horizonte universal de la Compañía de Jesús.

Esta reunión se propone revisar lo andado en la misión para América Latina y el Caribe y establecer los pasos a dar en los próximos años. Mi intención es poner el horizonte universal en el que se mueve la misión en América Latina y el Caribe a partir del discernimiento de la Compañía de Jesús reunida en la 36ª Congregación General en octubre de 2016.

Las ideas que comparto a continuación no son nuevas, forman parte del largo proceso que sobre estos temas viene haciendo la Compañía.

Muchas de estas ideas las he compartido en reuniones en la Curia General y en la conferencia de Asia Meridional el mes pasado.

I. La misión en el corazón y el corazón de la misión.

1. La CG 36 vuelve a insistir en la razón de ser de la Compañía de Jesús y la Iglesia: somos llamados a estar con Cristo y ser enviados en misión.

  • Vida-Misión o Misión-Vida son, por tanto, las dos caras de la misma moneda de nuestra vocación cristiana y jesuita.
  • La misión es la reconciliación1 que nos lleva a la conversión para tener una vida coherente con ella.
  • Una misión que no es nuestra sino del Señor en la cual muchos participan.

2.  La reconciliación es el corazón de la misión de la Compañía de Jesús.

  • Así lo ha entendido la Congregación General 36ª continuando la reflexión de la Compañía a partir del Concilio Vaticano II y todo el camino recorrido como lo van expresando las Congregaciones Generales 31ª a 36ª.
  • Habría evocar, aunque sea en grandes trazos, como el Concilio Vaticano II vinculo la misión evangelizadora de la Iglesia a la atención de las condiciones sociales, económicas y políticas de la humanidad en el cambio de época que se vislumbraba.
  • Para ello la Iglesia tenía que: 1) Volver a sus raíces espirituales y recobrar su rostro de pueblo de Dios, servidora de la humanidad; y 2) Revisar sus relaciones internas, abriendo paso a la responsabilidad laical –pueblo de Dios- en la tarea evangelizadora acompañada por los Pastores al servicio de la misión
  • Los Obispos latinoamericanos reunidos en Medellín trazaron el mapa de la ruta a seguir en el continente. Ruta que se ha seguido con no pocas tensiones, resistencias, conflictos, avances y retrocesos.
  • La Compañía de Jesús se vinculó a ese proceso con el audaz liderazgo del P. Pedro Arrupe, elegido Superior General poco antes de finalizar el Concilio Vaticano II. El impulso a la renovación de la Compañía fue constante y tampoco faltaron las resistencias ni los conflictos.
  • La formulación de la misión de la Compañía de Jesús como la de un cuerpo frágil (pecadores-perdonados-llamados) al servicio de la fe y la promoción de la justicia culminó un largo proceso y orientó el camino a seguir en las próximas décadas.
  • Organizativamente dimos un primer paso al organizar las obras apostólicas en sectores apostólicos en cada Provincia que se fueron también relacionando con otras Provincias de la Región.
  • Nos atrevimos a dar algunos pasos de interprovincialidad.
  • Luego descubrimos que se trataba de dimensiones apostólicas. Lo social o la espiritualidad o la educación no se restringen a unas obras o sectores son, más bien, características de todos los apostolados de la Compañía.
  • Nos ha costado bastante entender cómo cada obra apostólica es un instrumento de la misión y cómo los sectores apostólicos no son compartimientos estancos sino, más bien, dimensiones transversales características del modo nuestro de proceder y presentes en todos los sectores apostólicos y en cada una de las obras.

3. Al reflexionar sobre la misión, la CG 36ª, dirige su mirada a la crisis que vive la humanidad actual.

  • El mundo vive una sola crisis que envuelve el modelo económico, las relaciones sociales y el deterioro del medio ambiente.
  • Se han establecido relaciones entre los seres humanos que llevan al abuso de las personas y de los bienes

4. La misión a la que somos enviados tiene la fe como fuente de la que nacen acciones al servicio de la promoción de la justicia a través del diálogo con las culturas y las religiones. El servicio de la fe se actúa en el ministerio de la reconciliación de los seres humanos entre sí y con la naturaleza creada que lleva a la reconciliación con Dios en Cristo.

5. Se nos invita a ser mensajeros de la esperanza conscientes de las muchas dificultades que viven los pueblos, especialmente los más pobres. Inspirados en nuestra fe somos enviados al:

  • Ministerio de la reconciliación por el cual ayudamos a sanar un mundo herido.
  • Curar las heridas personales, promover nuevos modos de producir bienes y consumirlos garantizando el respeto a la naturaleza, orientar las relaciones sociales hacia la justicia de modo que todos encuentren las condiciones para una vida digna y libre.
  • La reconciliación comienza con entender dónde estamos parados y discernir nuestra contribución más efectiva (magis).por eso es apostolado intelectual que permita comprender y ayudar a comprender las situaciones en las que viven los seres humanos para contribuir a la transformación de nuestras culturas y sociedades a la luz del evangelio. Por eso lo llamamos “apostolado”. Se trata de un trabajo intelectual consistente capaz de ser vehículo de la Buena Noticia.

6. Es una invitación a integrar una vida coherente con la vocación elegida y la disponibilidad a la misión en colaboración con otros.

  • Una vida coherente con la vocación elegida supone:
  • Un proceso permanente de conversión para ganar libertad interior, superar los afectos desordenados y adquirir la indiferencia ignaciana.
  • Formar parte activa de una comunidad de vida, es decir desarrollar la dimensión humana de la fraternidad que nos hace hermanos y hermanas.
  • Cercanía afectiva y efectiva a los pobres. Los pobres nos retan a volver una y otra vez a lo esencial del evangelio. Hacernos amigos de los pobres, oírlos, aprender de su sabiduría, inspira una misión que busca un mundo justo donde todos caben y encuentran condiciones para una vida digna.
  • Sólida formación intelectual para comprender el mundo que vivimos y contribuir eficientemente en su transformación desde cualquiera de las actividades o ministerios al que podamos ser enviados. En fin, una vida de unión con Cristo que nos permite ir adquiriendo el estilo de vida de Jesús.

Fuente:imapctandosj.org

Síntesis del debate de las Prioridades 5 y 6 del PAC

Compartimos un resumen de las conclusiones de la discusiones que se llevaron adelante en el encuentro ‘ImPACtando’ que se llevó a cabo el mes pasado, sobre las dos ultimas prioridades del Proyecto Apostólico Común (PAC) para todo América Latina y su puesta en práctica desde el año 2000.

Prioridad 5: Espiritualidad Encarnada y Apostólica

Esta prioridad tuvo un balance positivo dentro de la discusión. En general, se considera que en todas las obras de la Compañía de Jesús y el Caribe se experimenta una incidencia fecunda de la Espiritualidad Ignaciana.

Al mismo tiempo, los ejercicios espirtuales han sido protagonistas de experiencias sumamente diversas e interesantes, dado que de ellos han participado personas de otras religiones, con buenos resultados, al tiempo que la espiritualidad se ha enriquecido gracias a los contextos en los que está inmersa.

Al mismo tiempo, se enumeran una suerte de desafíos en los que trabajar los próximos años:

  1. Financiamiento de EE.EE de 8 días para que alcance a personas empobrecidas y excluidas; hacer esta experiencia asequible a todos.
  2. Hoy tenemos nuevas fronteras, nuevos medios (redes sociales), nuevos públicos y nuevos lenguajes.
  3. Nuestro modo de proceder tiene que estar más acorde con la espiritualidad y que adoptemos el discernimiento y la colaboración como principio de gobierno.
  4. Profundizar la encarnación de la espiritualidad en las obras y cultivar más la creatividad. Abrirnos a los nuevos aprendizajes.
  5. Adecuar los EE.EE a las personas, lugares y edades. Por ejemplo con la población joven.
  6. Colaborar en la formación del clero. Entrar en diálogo con otras espiritualidades.
  7. Seguir cultivando el carácter transversal de la espiritualidad ignaciana, transmitirla en todas las dimensiones de las obras.
  8. Formación de acompañantes espirituales (jesuitas y colaboradores).
  9. Socializar mejor las experiencias que ya tenemos.

Prioridad 6: Fortalecimiento del Cuerpo Apostólico y Colaboración en la Misión

Esta prioridad define como idea central para pensar y planear su desempeño: “adecuar las estructuras, estilos de gobierno y de gestión para la misión en colaboración con otros.”

En general, los debates que se dan son incipientes y no cuentan con grandes antecedentes. Sin embargo, se plantean una suerte de desafíos para pensar en la colaboración:

  1. Conciencia de diversidad de personas colaborando en la misma misión: trabajar en la terminología e identidad (¿compañeros y no colaboradores? ¿cuerpo apostólico y no sujeto apostólico?), diversas identidades, compromisos vitales diferentes y respuesta diversa a la llamada.
  2. Colaboración no es solo trabajo, sino formar comunidad de vida (modelos comunitarios, cuidar la confusión con lo laboral y sus implicaciones, atención a la responsabilidad por el cuidado de la vejez y situaciones familiares de todo el Cuerpo).
  3. Ausencias: en otras congregaciones ignacianas, colaboración en obras de otros(as), colaboradores no ignacianos o no cristianos.
  4. Propuesta: difundir curso de las Antillas (Cuba).

Para saber más sobre ImPACtando,  podes consultar su página web: impactandosj.org

ImPACtando: Conciencia y Solidaridad Latinoamericana

Conciencia y Solidaridad Latinoamericana es la cuarta prioridad del Proyecto Apostólico Común (PAC) que los jesuitas de América Latina y el Caribe estuvieron evaluando para re-lanzarse a la misión en sus lugares con criterios transversales a todas las obras y comunes para el continente entero.

Entre las conclusiones de la Prioridad 4 del Proyecto Apostólico Común (PAC), existe una percepción general: “vamos por buen camino, lentos pero en movimiento”, para seguir fomentando la integración en la misión común de las Provincias de América Latina y el Caribe.

La formación de los Centros Interprovinciales de Formación (CIF) es estratégica para dar una nueva visión y conciencia de una vocación que supere los límites provinciales. Los participantes destacan que el paso por los CIF es una buena estructura para ir formando un espíritu latinoamericano, porque enfatiza la sensibilidad de pertenecer y compartir una visión universal, y a la vez, hace énfasis en la riqueza de la diversidad cultural.

Sobre el trabajo en red y proyectos comunes, se compartieron algunas reflexiones y aprendizajes que ayudan a identificar elementos que pueden impulsar la integración:

  • Los proyectos concretos comunes entre provincias (Fronterizos, Panamazónico, Proyecto Caribe…) nos unen.
  • Una condición de posibilidad para que funcione el trabajo en red o un proyecto común es que el centro esté en atender un problema o desafío común sentido. De lo contrario, es visto como una carga. Esto implica que debe hacerse énfasis en buscar una mirada latinoamericana, una visión y análisis común de América Latina, para identificar lo que nos integra.
  • Potenciar el trabajo intersectorial es clave, y los proyectos comunes o en red lo refuerzan. Ahora bien, esta relación intersectorial debe comenzar dentro de cada provincia.
  • La tarea de dinamizar las redes necesita de personas y recursos. El Programa Comparte es una experiencia positiva de esto.

“El mayor desafío es abrirnos a la vocación universal del jesuita, a la conciencia del cuerpo universal -Compañía de Jesús-, que encamina a tener una sensibilidad afectiva y de disponibilidad a la misión común. Es necesario romper la barrera de la apropiación y de nuestras zonas de confort (mi obra, mi sector, mi provincia) con audacia y generosidad”.

Para ello, se aportan algunas luces, como: promover el discernimiento comunitario para pensar la misión en común: la integración, el encuentro y el intercambio de los laicos y laicas en la misión. El rol de los provinciales en impulsar este desafío, es clave: que se converse más sobre las redes y proyectos comunes, sobre la realidad latinoamericana; profundizar en la identidad latinoamericana; buscar formas de hacer más horizontales: negociación, coordinación, convencimiento y motivación.

Fuente: impactandosj.org

Los Fe de los Mártires, según Scorsese

Tres aspectos de una misma Fe para observar en la Película Silencio de Martin Scorsese y que pueden resumirse en uno: una fe que da sentido.

Los santos inocentes son los protagonistas silenciosos y sangrantes de buena parte de la historia de la humanidad. En términos cristianos, esto remite a la matanza de niños pequeños acaecida en tiempos de nacimiento de Jesús (recogida en el capítulo 2 del evangelio según Mateo).

Una nueva ocasión nos la brinda la última película de Martin Scorsese, Silencio, que está a punto de estrenarse a nivel mundial. Basada en la novela de Shûsaku Endô, trata de la tremenda persecución sufrida por las comunidades cristianas en el Japón del siglo XVII.

En este contexto, ofrecemos a continuación algunas reflexiones sobre la vida y la fe, agrupadas en una triple distinción: una fe por la que matar, una fe por la que morir, una fe por la que vivir.

Una fe por la que matar

Mucho se ha hablado de las guerras de religión, de las Cruzadas y de otras violencias asociadas al cristianismo. Desgraciadamente, a lo largo de la historia, muchas veces se ha entendido que la fe es algo que justifica la muerte de otros. Por supuesto, este engaño y esta depravación no son exclusivos de la fe cristiana. En la película de Scorsese, la brutalidad de los budistas japoneses es de una crueldad espeluznante. En nuestros días, el yihadismo islámico está a la orden del día. También las ideologías “laicas” han practicado esta convicción con una fe que les lleva a matar: pensemos en Hitler, en Stalin o en Pol Pot. O, más cerca de nosotros en el tiempo y el espacio, las miles de muertes cotidianas intentando cruzar fronteras: la fe en el Estado-nación o la fe en el bienestar económico también matan. Por ejemplo, este 2016 ha batido el récord de muertes en el Mediterráneo, más de 5000. Como dijo el papa Francisco en su documento programático de 2013, “hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esta economía mata” (Evangelii Gaudium, n. 53).

Una fe por la que morir

La película de Scorsese muestra bien, y de manera dramática, la firmeza y la fortaleza de las comunidades cristianas ante la persecución del imperio japonés. Comunidades pobres, perseguidas, clandestinas, humilladas, torturadas, martirizadas. Su vida y su sufrimiento plasman con bastante nitidez que la fe cristiana tiene gran resonancia con la no-violencia activa. Y que ambas están emparentadas con palabras y realidades como aguante, fidelidad, sostén, consistencia… En hebreo, la palabra emounah (fe, firmeza) tiene la misma raíz que amén (el “sí” litúrgico). Como decía Gandhi, la no-violencia no es para los débiles, sino para los fuertes. Hay que tener mucha fe y mucha fuerza para dejarse matar. Así lo muestran los cristianos japoneses del siglo XVII. Y así lo muestran numerosos cristianos de hoy, que siguen sufriendo persecución y martirio. El día 26 de diciembre de 2016, el papa Francisco afirmó con claridad que “la persecución que sufren los cristianos es mayor e igual de cruel que la que se vivió en los primeros siglos de la cristiandad”. Pensemos, por ejemplo, en los cristianos de Alepo (Siria), los de Belén (Palestina) o los de Pakistán. Son, sin duda, santos inocentes.

Una fe por la que vivir

Uno de los núcleos más dramáticos de la película Silencio, de Scorsese, es el discernimiento que deben hacer los misioneros jesuitas. ¿Deben mantenerse fieles a la fe, interna y externamente, aun a costa de que eso suponga la tortura y el asesinato de los campesinos cristianos japoneses? ¿O deben pisar el fumie, de modo que la propia incoherencia externa sea una fuente de vida y salvación? Dicho de otra manera: ¿deben apostar por una “fe por la que morir” o, más bien, redescubrir una “fe por la que vivir”? Más allá de la situación concreta, difícil y delicada, que aborda la película, la cuestión es que, con frecuencia, hay santos inocentes que sobreviven con el peso de la violencia y que, a veces, se intenta justificar esa violencia con argumentos religiosos. Pues no: hay cruces que no son cristianas.

La fe cristiana es una fe para vivir en plenitud. Dios es el Dios de la Vida y de los vivos. El Amor es el principio y el fin del plan de Dios para la humanidad. Ojalá que la vida de tantos santos inocentes nos ayuden a redescubrirlo, a vivirlo, a compartirlo.

Fuente: Entre Paréntesis

El Silencio de Scorsese No Pisa al Más Pobre

A la luz de la película ‘Silencio’ de Martín Scorsese sobre la Fe, el valor de las palabras, los símbolos, y el lugar de los excluídos.

Por Fernando Vidal

Negarnos a pisar al más pobre o su imagen aunque sea lo más útil, lo más pragmático, lo que impone el poder, lo que más interesa, lo que nos prolongue la vida. De mucho de eso va la película Silencio de Martin Scorsese. Pueden quitarnos vida pero nadie puede obligarnos a hacer el mal.

Al discurrir tan en el fondo, la película tiene muchos alcances, pero quisiera resaltar uno que se me repetía: debemos negarnos a pisar a las víctimas, aunque solo sea a su imagen o un símbolo de éstas.

La película Silencio no va del sentido del honor que no quiere mancillar la propia ideología, religión o patria. No es una película sobre el honor ni el idealismo ni morir por las ideas. Se trata de la misma vida, habla de las Cazas de Brujas que se repiten en la historia.

En la película, Scorsese nos sitúa en la persecución del Estado japonés contra los cristianos, las torturas, ejecuciones y represión por todos los medios imaginables. Para demostrar que la persona era cristiana se le ponía ante él una imagen de Cristo crucificado y se le exigía que la pisara o escupiera sobre ella. Ese momento de pisar la imagen del crucificado es el centro de Silencio y se repite en distintos momentos.

Pero se pone a los sacerdotes ante un dilema aún mayor: si pisa la imagen del crucificado, podrá salvar la vida de numerosos fieles que en ese momento están siendo torturados ante él. Sin duda el primer impulso es pisar la imagen del crucificado. Y así lo afirma el protagonista. ¿Qué importa un símbolo? Ya lo dice el Inquisidor: es sólo una formalidad, es sólo un icono, es sólo un símbolo, una imagen. Solo son palabras, meras palabras. Ninguna bandera merece un solo muerto. Silencio está exquisitamente realizada y uno no puede sino sentir compasión por los presos, torturados y amenazados de muerte. Y hasta por la propia vida. ¿Cómo no va a pisar lo que parece ser sólo una imagen? Salvarles lo excusa todo. ¿Sí?

A la vez sentí un choque: identificado con ellos, no quería pisar ni la imagen del crucificado. Rechazaba la idea de pisar a un excluido, a una víctima. Quizás me hubiera resignado a pisar la imagen de un Rey, una Bandera, un Partido, un Papa, mi propia imagen o incluso la de los míos. Pero no la de un crucificado, un ejecutado, un inocente condenado, un pobre, un excluido. Si la piso seguirán siendo pisados siempre. A veces se debe cortar la cadena de la violencia con la paz de la propia renuncia, haciendo silencio incluso a uno mismo.

No tenía razón el Inquisidor: no era solo un símbolo ni un principio ni una formalidad ni solo una idea. Hay ocasiones en que las palabras son hechos. Hay veces en que lo que nos queda es ser personas de palabra o personas de silencio. Estoy pensando en Jesús ante Pilato: un hombre de silencio, un hombre de palabra, una Palabra de Silencio.

Una vida sin sentido

Los inquisidores pedían a los presos que fueran pragmáticos y decidieran desde la lógica de la utilidad. Y lo útil era seguir vivos a cualquier precio. Y eso hacía que las palabras y los símbolos no valieran nada. Pero un hombre sin palabra no vale tampoco nada. Quienes negaron una y otra vez al crucificado se convirtieron no sólo en hombres sin palabra sino en hombres sin vida. Una vida sin Palabra es una vida sin sentido.

Se fue formando en mí una convicción conforme transcurría la película: no debemos pisar a los crucificados, a las víctimas, a los excluidos, a los pobres. Ni siquiera sus imágenes, que frecuentemente es lo único que queda de ellos. Hoy no nos amenazan de muerte para que los pisemos, pero ¿cuántas veces pisamos su memoria o les usamos para demostrar que somos más fuertes, más ricos, más útiles, más santos, más poderosos, más carismáticos? Quien usa la imagen del pobre para ganar en carisma o popularidad, pisa su imagen y le pisa a él. ¿Qué pobres o símbolos de ellos pisamos hoy para mantenernos en nuestro estatus?

Los símbolos son cruciales porque hablan del valor de las cosas. El valor de las palabras son el corazón de la condición humana. Si no sabemos qué decir, cómo resolver el dilema sin pisotear al más débil, siempre nos queda el no-poder del Silencio.

Fuente: Entre Paréntesis

Curas Villeros: Declaración sobre la Inmigración

El tema de la inmigración está en boga. Incialmente debido a medidas y declaraciones que se sucedieron en el contexto internacional. Ahora en Argentina también, la situación de los migrantes se ha endurecido debido a recientes medidas políticas. Los ‘Curas Villeros’ se pronuncian al respecto en la declaración que compartimos aquí.

En un contexto internacional donde hay un creciente deseo de levantar muros en lugar de tender puentes entre los pueblos, en un escenario local de declaraciones racistas y xenófobas de gran parte del arco político, replicadas hasta el hartazgo por los medios masivos de comunicación, surge un decreto de necesidad y urgencia que endurece las leyes de migración y de ciudadanía, salteando la discusión legislativa, espacio apropiado para el tratamiento de un tema tan delicado.

Los sacerdotes que vivimos en las villas, barriadas y asentamientos de GBA y CABA (Gran Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires) estamos muy preocupados por las consecuencias discriminatorias de la medida implementada desde el gobierno nacional, y por su consecuente incentivación del racismo y la xenofobia en nuestro pueblo.

Rechazamos la estigmatización del migrante, identificándolo con el delito, responsabilizándolo del problema de la droga, la inseguridad y de todos los aspectos negativos de la sociedad. El problema no es la inmigración, el problema es el delito.

Advierte el Papa Francisco que “ningún pueblo es criminal o narcotraficante o violento. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”.

¿Cómo llamar “igualdad de oportunidades” a una medida que deporta a un extranjero sin condena, por el hecho de ser acusado de resistir a la autoridad, vender en la vía pública, ejercer la prostitución o ser protagonista de un accidente automovilístico grave? Entendemos que aunque el objetivo de la norma fuera el de dar celeridad a la deportación de narcotraficantes y delincuentes, en la práctica la medida lleva a una persecución de todos los inmigrantes, que ya no podrán ni sonreír delante de un policía por miedo a ser deportados.

¿Cómo hablar de “igualdad de oportunidades” cuando como sociedad escuchamos a diario el llanto de las niñas y niños, hijos de los migrantes, que en las escuelas sufren la discriminación y la violencia cotidiana; cuando vemos el modo en que muchos migrantes son explotados a causa de su situación aceptando trabajos indignos?

Como sacerdotes católicos afirmamos que los posicionamientos discriminatorios son profundamente anticristianos.

Como vecinos de las villas, barriadas y asentamientos en que vivimos somos testigos diarios del sufrimiento causado por la xenofobia y el racismo. Estamos convencidos de que la explotación que a menudo sufren los migrantes es causada por los muros invisibles de la discriminación, que nos separan de ellos como de los otros, insensibilizándonos e instalándonos en la defensa imaginaria de un miedo que sólo se justifica en el prejuicio.

La Dirección Nacional de Política Criminal en Materia de Justicia y Legislación Penal publicó en 2016 el “Sistema Nacional de Estadística sobre ejecución de la Pena” (SNEEP) 2015. En el informe se indica que solo el 6% de los privados de su libertad son extranjeros. Es casi la misma proporción que la de extranjeros en la población general. Es decir, de los casi 2.000.000 de extranjeros que habitan nuestra patria, solo el 0,2 están privados de su libertad. ¿De dónde nace entonces la identificación del inmigrante con el delito? ¿Cuál era la urgencia que instaló el tema en la agenda política y mediática?

Vemos en este momento el inmenso riesgo de profundizar la fragmentación de nuestra patria, aniquilando nuestro sueño nacional de pueblo, y dejándonos con los horizontes fragmentados de grupos divididos y autorreferenciales. Esperamos que nuestros dirigentes, del espacio político que sean, nos ayuden a mirar más lejos, a vislumbrar el horizonte de Nación que como pueblo nos merecemos, superando la búsqueda cortoplacista del impacto mediático y el rédito político.

Entendemos el dolor y la impotencia de quienes sufrieron algún hecho de inseguridad, pero queremos afirmar que una cosa es ser delincuente y otra muy distinta es ser inmigrante, y que la relación entre ambas situaciones solo se origina en posicionamientos públicos, políticos y mediáticos nacionales e internacionales que calan hondo en el pueblo, conduciéndolo a la división y el racismo.

Estamos convencidos de que debemos recibir a los migrantes como recibiríamos al mismo Jesús. Que en lugar de los posicionamientos discriminatorios, xenófobos y racistas, nuestro pueblo tiene reservas morales que nos invitan a la solidaridad y a la hospitalidad. Por eso preferimos una legislación que no se enfoque tanto en castigos sino en tratar de dirigir todo el potencial de los migrantes para el bien común de nuestra Nación.

Creemos necesario señalar que los narcotraficantes, los delincuentes de la trata de personas, los terroristas y criminales, no ingresan por los controles migratorios. La droga no ingresa por los controles oficiales, y si lo hace, es con la complicidad de funcionarios que lo permiten. El endurecimiento de las medidas migratorias no es contra los delincuentes, sino contra la familia trabajadora.

Aproximaciones al tema desde la Sagrada Escritura, el Magisterio y la Historia Argentina

La Biblia está llena de migraciones. A Abram, el padre de la fe, le toca vivir un momento muy difícil migrando al país de Negue.

El pueblo de Israel estuvo esclavo en Egipto, y migró por el desierto rumbo a la tierra prometida, que estaba ocupada, viviendo la situación traumática de tener que instalarse precariamente en los alrededores de la ciudad. Luego, cuando el pueblo estuvo cómodamente establecido y había perdido la memoria de sus sufrimientos pasados, Dios le recuerda su deber de solidaridad. “También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto”. Era necesario que Dios lo recordara porque la comodidad adormece el corazón, y el satisfecho deja de percibir el dolor de su hermano.

En el Antiguo Testamento los inmigrantes constituyen, junto con los huérfanos y las viudas, la trilogía típica del mundo de los marginados. Una y otra vez, se recuerda el deber para con ellos. En la actualidad, no están en una situación muy distinta.

En sus normas de conducta, Israel tiene clara la prohibición de oprimir, de explotar, atropellar, defraudar el derecho del migrante: «No oprimirás al extranjero»; «No lo molestarás»; «No lo explotarás»; «No defraudarás el derecho del emigrante»; «Maldito quien defrauda de sus derechos al emigrante». Porque es muy fácil aprovecharse del inmigrante, incluso hoy pareciera que queremos y buscamos su trabajo (en la albañilería, los talleres textiles, las quintas, etc.) pero a ellos no los queremos.

Ya en el Nuevo Testamento María y José sufren la discriminación del migrante y son rechazados en Belén, llegando incluso a improvisar el lugar de nacimiento del niño Jesús en un establo.

Jesús, el Señor, eleva al extranjero a signo de la acogida de su Reino y se identifica personalmente con el inmigrante: «Fui extranjero y me acogisteis» (Mt. 25,35). La tradición espiritual de la Iglesia recoge la identificación, y la regla de San Benito sentencia: “El huésped es Cristo”.

San Pablo proclamará que la unidad es más profunda que la división: «Ya no hay judío ni griego, ni hombre ni mujer, ni esclavo ni libre porque todos sois uno en Cristo» (Gal. 3,28).

El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, en su decreto Erga Migrantis Caritas Christi del 2004, denuncia que la globalización es del capital pero no del hombre.

El tema aparece con mucha fuerza en el Papa Francisco, quien una y otra vez llama a la hospitalidad que nace de la fe y a la memoria familiar adormecida por la comodidad: “en la experiencia dolorosa de estos hermanos y hermanas volvemos a ver la del niño Jesús, que en el momento del nacimiento no encontró alojamiento y vio la luz en la gruta de Belén”; “las personas de este continente no le tememos a los extranjeros porque muchos de nosotros fuimos extranjeros. Lo digo como hijo de inmigrantes, consciente de que muchos de ustedes también descienden de inmigrantes”. “Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota e incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades.”

En nuestro país desde hace más de un siglo que el porcentaje de inmigrantes se ha ido reduciendo poco a poco. En 1917 el 30% de los habitantes era extranjero. Hoy apenas el 4% por ciento lo es. Sin embargo nos presentan una realidad ficticia donde estamos “invadidos de extranjeros”.

Desde el punto de vista cultural e histórico, nunca hemos considerado “extranjero” a un boliviano, a un peruano, a un uruguayo o a los latinoamericanos en general.

¿Cómo considerar extranjero a un boliviano si el primer Presidente de nuestro territorio fue Cornelio Saavedra, nacido en Potosí, titular de la Primera Junta en 1810?

¿Cómo considerar extranjero a un peruano, si Ignacio Álvarez Thomas, nacido en Arequipa, fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, cargo equivalente a Presidente de la Nación?

¿Cómo considerar extranjero a un paraguayo, si fue Asunción la fundadora de Buenos Aires?

¿Cómo despreciar a los inmigrantes si históricamente muchos argentinos han debido emigrar por motivos políticos, laborales y de otra índole?

¿No fue José de San Martín el Libertador de Sudamérica?

En nuestra declaración del año 2007 sobre la urbanización de los barrios obreros habíamos señalado que: “Valoramos la cultura que se da en la villa, surgida del encuentro de los valores más nobles y propios del interior del país o de los países vecinos, con la realidad urbana. La cultura villera no es otra cosa que la rica cultura popular de nuestros pueblos latinoamericanos. Es el cristianismo popular que nace de la primera evangelización; el pueblo siempre lo vivió como propio, con autonomía, y siempre desde su vida de cada día. Es un cristianismo no eclesiástico, ni tampoco secularista, sino con auténticos valores evangélicos”.

Ya señalábamos el aporte de los migrantes. Ellos no se llevan nada. Llegan con sus manos llenas de experiencias, vivencias, historias y culturas que no hacen más que enriquecernos como personas y como sociedad. Incluso los jóvenes que vienen a estudiar nos aportan también sus conocimientos y mantienen nuestra amistad e influencia social y cultural. Los migrantes aportan una fuerza económica insustituible y dignificadora: el trabajo. La construcción de nuestras casas, la ropa que usamos, las frutas y verduras que consumimos, incluso el cuidado de nuestros enfermos y de nuestros mayores… todo está relacionado al trabajo de inmigrantes que nos ofrecen su cuidado y dedicación.

Que la Virgen de Guadalupe, patrona de toda América, nos enseñe el camino de la inclusión y la hospitalidad. Que no sea el miedo el que nos conduzca, sino el amor a todas las personas que pisan nuestro suelo argentino.

Fuente: Arg21 Noticias

Criterios de Discernimiento para Pensar la Teología del Pueblo

Cómo construir una Iglesia ‘pobre y para los pobres’, que funcione como un cuerpo integrado desde la propuesta del Papa Francisco y la Teología del Pueblo.

Por Félix Palazzi

Una opción teológica y pastoral de inspiración latinoamericana

A lo largo de sus discursos, el Papa Francisco viene teologizando su acción pastoral desde criterios que provienen de la “Teología del Pueblo” o también conocida como “Teología de la cultura”. (…)

La teología del pueblo se inspira en el llamado que hicieron los obispos argentinos en 1969 con la publicación del “Documento de San Miguel”. En él encontramos algunos de los criterios de discernimiento y las líneas de acción pastoral que el Papa viene promoviendo en fidelidad al Concilio Vaticano II (1962-65) y a las Asambleas Generales de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas, especialmente las reunidas en Medellín (1968), Puebla (1979) y Aparecida (2007). En esta última el entonces Cardenal Bergoglio hizo sendas reflexiones sobre el sentido liberador de la “evangelización de la cultura”.

Francisco viene proponiendo un nuevo modo de ser de Iglesia que asuma su talante profético en la vida pública.(…) En fin, si apostamos por «una Iglesia pobre y para los pobres» con todas sus «consecuencias en la vida de fe de todos» (EG 198). Lo que el Papa propone no es una mera aplicación radical de la doctrina social de la Iglesia, como muchos analistas suelen entender al no estar familiarizados con la opción teológica y pastoral latinoamericana de fondo que inspira al magisterio de Francisco.

Ser ciudadanos en el seno de un pueblo

En el discurso de Apertura de la Congregación Provincial XIV de los Jesuitas en 1974, Bergoglio manifiesta «la convicción de que es necesario superar contradicciones estériles intraeclesiásticas para poder enrolarnos en una real estrategia apostólica que visualice al enemigo y una nuestras fuerzas frente a él». Argentina vivía entre conflictos sociales y divisiones al interno de la Iglesia Católica. Una parte importante del clero y la vida religiosa apoyaba al peronismo. En medio de esta situación, el padre Bergoglio, quien era para ese entonces provincial superior de los jesuitas en Argentina, pide «recordar los infecundos enfrentamientos con la Jerarquía, los conflictos desgastantes entre ‘alas’ (por ejemplo, ‘progresista’ o ‘reaccionaria’) dentro de la Iglesia. Terminamos dando más importancia a las partes que al todo».

A raíz de esta experiencia de divisiones y fracturas sociopolíticas y eclesiásticas, nace un nuevo ideal, el de construir un proyecto de nación y de Iglesia. Bergoglio se propuso fomentar una unidad mayor a la coyuntural entendiendo que el bien común, que es «el todo», es más importante que cada postura y opción individual, a las que se refiere como «las partes». Al absolutizar la visión individual de la realidad, se anula el diálogo y toda posibilidad de alcanzar al bien común. El tema de construir esta unidad mayor, o bien común, aparece como central en la teología que inspira a Bergoglio.

Sin embargo, como solía decir Lucio Gera, padre de la Teología del Pueblo, es necesario el cambio de algunas «mentalidades» que impiden alcanzar este fin. ¿Qué criterios debemos tomar en cuenta, entonces, para lograr el bien y el desarrollo integral del pueblo? (…)

Hacia mediados de la década del 70, el padre Bergoglio comienza a formalizar algunos criterios que ayuden a discernir la participación en la vida pública. Propone los siguientes: «la unidad es superior al conflicto, el todo es superior a la parte, y el tiempo es superior al espacio». Casi 40 años después, en el 2010, los retomará como Cardenal en la Conferencia que diera con motivo del Bicentenario de la Independencia, y ahí agregará un cuarto criterio de discernimiento: «la realidad sobre la idea». (…) Hagamos una breve reflexión en torno a estos criterios de discernimiento que propone Francisco.

El primero es: ‘el tiempo es superior al espacio’. Lo más importante en cualquier praxis pastoral, o sociopolítica, es iniciar procesos porque «uno de los pecados que a veces hay en la actividad socio-política es privilegiar los espacios de poder sobre los tiempos de los procesos» (2010). Para muchos agentes pastorales, académicos y políticos, es más importante la cantidad que la calidad, el poder que el servicio, la estructura y los proyectos que la relación real y próxima al otro. La consecuencia es clara: «somos una sociedad fragmentada que ha cortado sus lazos comunitarios» (Cf. La nación por construir, 2005). De ahí la necesidad de superar el individualismo feroz que domina en los países más desarrollados y construir la fraternidad entre los pueblos, pasando de la creciente globalización de la indiferencia a otro modelo que privilegie el encuentro antes que la ocupación de los espacios ¬—políticos y religiosos— y la obtención de ganancias —económicos— como fines en sí mismos.

El segundo criterio es: ‘la unidad es superior al conflicto’. Esto significa que para que se logre el bien común hay que «meterse en el conflicto, sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de una cadena, en un proceso» (2010). El fin de esto ha de ser la unidad mayor y así la superación de las divisiones y los conflictos coyunturales que podamos estar atravesando. Construir la unidad significa recuperar tres elementos: la memoria de las raíces, la captación de la realidad presente y el coraje del futuro. El reto está en construir «una unidad plurifacética. Alejada de lo hegemónico, tanto de un proyecto globalizante, que uniformiza y elimina la diversidad, como de un relativismo atomizador y despersonalizante» (2005).

El tercer criterio, y quizás el más interesante frente a la creciente cultura de la indiferencia, es: ‘la realidad sobre la idea’. Como él nos explica: «la realidad es, mientras que la idea se elabora». Pero, se pregunta: «entre realidad e idea: ¿qué está primero? La realidad. Ella es superior a la idea» (2010). Aquí hace eco del método teológico latinoamericano al reconocer la necesidad de «ver» primero aquello que se muestra y es evidente ante nuestra mirada, lo que no puede ocultarse porque es un «hecho». Entre otros, podemos mencionar al consumismo derrochador y a la inequidad social que afectan a las grandes mayorías de la humanidad (Laudato Si, 48.49.90.109). Si nos quedamos en «lo ideal» podemos vivir la falsa ilusión de valorar positivamente el actual proceso de globalización, pero al «ver la realidad» que nos rodea descubrimos que nos estamos deshumanizando, que estamos perdiendo «toda referencia a lo común y con todo intento por fortalecer los lazos sociales» (LS 116).

El cuarto y último criterio es: ‘el todo es superior a la parte’. Esto significa que «un ciudadano que conserva su peculiaridad personal, su idea personal, está unido a una comunidad, como sucede con la figura del poliedro. Por ello, la característica fundamental del ser ciudadano es la projimidad» (2010). Con esta expresión, el entonces Cardenal Bergoglio proponía un estilo de vida evangélico que permitiría superar el individualismo atroz que nos distingue como sociedad moderna, pero que, a la vez, frustra a tantos que viven sumergidos bajo la cultura de la indiferencia y la indolencia, donde cada uno vela por sus propios proyectos e intereses, mientras considera al otro como uno más del montón, de la masa, con quien no logra edificar una conexión real, una relación prolongada o un mundo de vida compartido.

(…)

Las consecuencias para la institución eclesiástica son claras. Necesita una conversión pastoral o cambio de mentalidad como decía Lucio Gera. Lo que vio suceder en los procesos sociopolíticos, ahora lo ve en la Iglesia. Por eso, su palabra sigue vigente, llamando a superar «la lucha por el poder que sirve a intereses individuales y sectoriales; de posicionamientos y ocupación de espacios, más que de conducción de procesos» (2010).

Fuente: Teología Hoy

¿Estamos solos en el Universo?

Entrevista a José Gabriel Funes SJ, exdirector del Observatorio Astronómico Vaticano y actual investigador en la Universidad Católica de Córdoba. Su proyecto de investigación multidisciplinar tiene como objetivo estudiar las implicancias antropológicas y religiosas del potencial descubrimiento de vidas extraterrestres.

¿Qué significa este descubrimiento para la humanidad en general?

Uno de los primeros hexoplanetas fue descubierto en 1995, desde entonces hasta ahora se han ido descubriendo nuevos planetas que giran alrededor de otras estrellas. La cuestión es poder encontrar planetas semejantes a la Tierra y que, además, estén en una zona habitable. Eso significa que se puede esperar que haya vida.

Lo que nos dice este hallazgo es que el número de planetas semejante a la Tierra es más común de lo que pensamos. Lo que queda por saber, que puede tardar de 5 a 10 años, es si los componentes químicos son semejantes a los de la Tierra. Entonces la pregunta que todos se hacen, y por eso la noticia importa y tiene repercusión, es si estamos solos en el universo.

Ya viene de los griegos, no es nuevo. Pero con este descubrimiento la idea de vida extraterrestre se reaviva y nos desafía en distintos aspectos. ¿Es la vida un fenómeno común en el Universo o es algo tan raro que posiblemente seamos los únicos en nuestra galaxia? ¿Es la vida un fenómeno más frecuente? No lo sabemos. No sabemos si hay otro tipo de vida y si esa vida evoluciona en vida inteligente. El único caso que conocemos es la vida en nuestro planeta Tierra.

¿Cómo influye en el trabajo de investigación que usted dirige?

En el marco de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), dirijo un proyecto de investigación que se llama O.T.H.E.R. Son las siglas de Otros mundos, Tierra, Humanidad, Espacio y Remoto. Conformamos un grupo multidisciplinar, de investigadores de la UCC y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), al cual llamo ‘laboratorio de ideas’ porque abordamos esta antigua pregunta desde distintas perspectivas. Estudiamos los aspectos astronómicos, biológicos y antropológicos de la evolución de la vida, la inteligencia y también sobre la espiritualidad.

Este tipo de descubrimiento no cambia mucho para nuestro proyecto pero nos anima a seguir adelante. En realidad nos dice que vamos entendiendo mejor el número de planetas semejantes a la Tierra. La gran pregunta es si hay vida y el origen de la vida. Una astrónoma reconocida, Sara Seager, dice que la próxima revolución copernicana va a ser el descubrimiento de vida extraterrestre. Algunos científicos piensan que aunque sea una bacteria lo que encuentren en otro planeta ya sería un cambio. Cambiaría nuestra forma de pensar. Nosotros vivimos en una sociedad globalizada. Cualquier noticia es conocida enseguida por todos. Tenemos una conciencia global, el ser humano ya no es solo un cordobés, un argentino, un latinoamericano sino que es un ser humano, es un proceso de siglos que ahora lo vivimos como algo cotidiano. Si nosotros descubrieramos vida en el universo ya no seríamos terrestres, tendríamos una perspectiva cósmica de nuestra existencia por lo que algunos sugieren que esto ocasionaría un cambio importante en nuestra modo de pensar. Esto es lo que queremos reflexionar.

Lo importante es acercarnos a esto pero desde distintas perspectivas, que no sea sólo lo astronómico porque hay más temas que merecen ser tratados, poniendo el acento en la dimensión espiritual de esta búsqueda. También apuntamos a la dimensión social. Una parte interesante de nuestro proyecto tiene que ver con enseñar la importancia del trabajo multidisciplinar, lo que esperamos pueda servir como extensión universitaria y que pueda llegar a los colegios. Nuestro trabajo es un ejemplo de un caso de estudio multidisciplinario que demuestra que hay temas que no se pueden abordar desde una sola perspectiva. Es lo que queremos transmitir en la formación de los jóvenes. Queremos que nuestra investigación sea un aporte a la sociedad y que no quede en ciencia ficción.

 

Fuente: Prensa UCC