Los Diversos Rostros de la Pobreza

Reflexión de monseñor Jorge E. Lozano, arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, frente a los datos que constatan una aumento en los porcentajes de la población que vive debajo de la línea de pobreza.

Cuando se dan a conocer los datos numéricos de la pobreza tenemos que cuidarnos de no quedarnos en cifras y porcentajes, sino de conocer las historias concretas de las familias, personas, comunidades. Algunas situaciones tienen un largo arrastre de décadas y generaciones de pobreza y exclusión.

Visitando familias en ranchos de adobe, techos de paja, pisos de tierra, sin acceso al agua, a la salud, la educación… conversando, me cuentan quienes allí habitan que son descendientes de varias generaciones en las mismas condiciones: papás y mamás que repiten situaciones de miseria desde sus abuelos y bisabuelos, o más. Por eso se habla de “pobreza estructural”, que está como arraigada e instalada.

No alcanza con llegar allí con un refuerzo económico. Es necesario un acompañamiento integral que ayude a cada miembro a avanzar un poco más en condiciones de vida digna.

Para poner sólo un ejemplo, 3 de cada 10 menores de 18 años comparten colchón para dormir, y no siempre del mismo sexo ni del mismo núcleo familiar. En muchas provincias, algunos duermen a la intemperie porque no hay lugar en el rancho, y no faltan los niños que, como abrigo, tienen un perro flaco.

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Algo semejante podemos ver en los bolsones de pobreza de los cordones urbanos de las ciudades más pobladas. Casillas de cartón, lona, plástico, chapa, madera…

Estas situaciones no se resuelven en una gestión de gobierno. Se necesitan políticas públicas sostenidas en el tiempo: vivienda, alimentación adecuada y equilibrada, educación, salud, familia, comunidad, trabajo…

¡Cuánto que hay por hacer! Si bien es responsabilidad del Estado en sus diversos niveles, no podemos dejar de asumir como comunidad el papel que nos corresponde. Por un lado el rol profético de señalar estas situaciones de injusticia y falta contra la dignidad humana. También nos urge asumir una actitud proactiva en la caridad y la promoción humana desde cada comunidad cristiana. La práctica de las obras de misericordia “posee un dinamismo inclusivo mediante el cual se extiende en todas las direcciones, sin límites. En este sentido, estamos llamados a darle un rostro nuevo a las obras de misericordia que conocemos de siempre. En efecto, la misericordia se excede; siempre va más allá, es fecunda. Es como la levadura que hace fermentar la masa (cf. Mt 13,33) y como un granito de mostaza que se convierte en un árbol” (cf. Lc 13,19), nos decía Francisco en la Carta Misericordia et misera (Mm19).

A su vez, tenemos que estar atentos a nuevos rostros de la pobreza. “El mundo sigue generando nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas. Por este motivo, la Iglesia debe estar siempre atenta y dispuesta a descubrir nuevas obras de misericordia y realizarlas con generosidad y entusiasmo” (Mm 19). Pensemos por ejemplo en los desplazados y forzados a migrar por razones del hambre, la guerra, los desastres ambientales. Los perseguidos a causa de su fe o raza.

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Y bien cerca de nosotros, en tantos lugares del país, los adictos a los diversos tipos de drogas, las víctimas de la trata para la explotación laboral y sexual, la violencia en el hogar y la escuela, la discriminación a los migrantes.

El Papa no pide que estemos atentos y seamos solidarios. “Pensemos solamente en los niños y niñas que sufren violencias de todo tipo, violencias que les roban la alegría de la vida. Sus rostros tristes y desorientados están impresos en mi mente; piden que les ayudemos a liberarse de las esclavitudes del mundo contemporáneo” (Mm 19).

El tiempo de Cuaresma nos llama a dedicarnos más a la oración. Pidamos “que el Espíritu Santo nos ayude a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean sólo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios” (Mm 19)

Ante los nuevos datos que se conocieron del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), algunos me preguntaban si está en riesgo la paz social. Me acordaba de lo escrito por el Papa… “mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social”. (Mm 21). La paz ya está vulnerada.

En el mensaje para la Cuaresma Francisco nos enseña: “La palabra es un don. El otro es un don”. Abramos el corazón a la Palabra y a nuestros hermanos.

Fuente: AICA

Arturo Sosa: “El reto es juntar el progreso con mayor Justicia Social”

Entrevista al Superior General de los jesuitas, Arturo Sosa Sj, de origen venezolano (aunque actualmente viviendo en Roma) en ocasión de su visita a Latinoamérica donde estuvo participando del Encuentro ImPACtando, en Perú junto a más de 100 jesuitas, religiosas y colaboradores laicos del continente. En la misma, habla del llamado a trabajar por la reconciliación en realidades concretas de los países en donde está radicada la Compañía de Jesús.

Por María Elena Castillo

Usted dijo que el llamado de los jesuitas es buscar una reconciliación que permita vivir en sociedades justas y en respeto con la naturaleza. ¿Cómo lograrlo?

El anterior general preguntó a las provincias sobre el mayor desafío para la Compañía de Jesús. Y en todas apareció el tema de la reconciliación, porque detrás de eso está la realidad tan dura que vivimos en sociedades realmente heridas: en algunos casos en situación de guerra, en otros con discriminación de tipo racial o religiosa, en otros la desigualdad. América Latina sigue siendo el continente más desigual del mundo, y la mejora económica no garantiza el crecimiento ni la reducción de esa desigualdad.

¿Qué hacer frente a ello?

Somos un granito de arena pero queremos hacerlo desde lo que somos, hombres de fe, y desde allí queremos aportar a la reconciliación, que implica perdón, misericordia y justicia.

¿Borrón y cuenta nueva?

El perdón no está en contradicción con la justicia, que tampoco puede convertirse en venganza sino en una medicina. Si alguien mató a mi hijo, la justicia no es matar al hijo del otro, eso produce guerra, genera mayor violencia y dolor. Tenemos que superarlo mutuamente. Cuando ha habido abuso hay que reconocerlo y dar las acciones respectivas pero también dar el paso hacia la reconciliación. Hay que ver que la sanción ayude a que la sociedad mejore.

¿Cómo esperar la reconciliación con gobernantes como el presidente de Estados Unidos que quiere levantar muros?

La manera en que los gobernantes no hagan locuras es tener una sociedad bien organizada, que ejerce una presión sobre el Estado y hace que se ponga al servicio de la gente, cuando hay democracia real. Eso es lo que quisiéramos fortalecer. Y para poder hacerlo el pueblo necesita crecer políticamente, como sociedad organizada, que tiene como norte el bien común y no intereses particulares. Esa es la verdadera reconciliación.

Usted habla de una reconciliación con la naturaleza…

Todavía hay tanto que aprender en el tema de cómo nos reconciliamos con la naturaleza. Este modelo económico, social, político que prevalece en el mundo está acabando con la vida del planeta Tierra.

Y eso genera cambios climáticos con problemas de inundaciones como aquí en Perú.

Nos solidarizamos con las víctimas pero hay que ver también las causas. Lo que pasó aquí se puede repetir, como puede ocurrir en otra parte del mundo. Pero no debería pasar si se respetara la naturaleza. Ahí tenemos otra gran tarea de reconciliación y eso significa pensar en modos alternativos de producir y de consumir.

Usted es el primer latinoamericano elegido superior de los Jesuitas, al igual que el Papa Francisco. ¿Qué lectura le da?

Significa que la Iglesia Latinoamericana ha hecho un camino importante. El Papa Francisco y yo somos producto de una historia. No es un mérito personal sino de la Iglesia Latinoamericana que se tomó en serio el Concilio Vaticano II y empezó a reflexionar. Aprendimos a leer el Evangelio de otra manera. Hemos hecho un camino y es tan bien recibido porque refleja a una Iglesia que se preocupa por los demás, que está medio de la gente, que sabe hablar el lenguaje de la gente.

El Papa ha reivindicado la Teología de la Liberación…

Claro. Se etiquetó la Teología de la Liberación cuando la verdad fue una bocanada de aire fresco para la Iglesia. Es una manera de hacer teología desde la experiencia de fe compartida con la gente. La Iglesia Latinoamericana comenzó a reflexionar y eso ha sintonizado con otras partes del mundo.

Pero persiste un sector que considera “curas rojos o izquierdosos” a los que la siguen…

Esas son etiquetas que se han descolorido bastante. Lo que importa es el compromiso con la dignidad humana, la superación de la pobreza, la búsqueda de la justicia social. Lo que importa es ser coherente con lo que pide el Evangelio.

Algunos dicen que eso es hacer política…

El ser humano es un ser social y tiene que relacionarse para resolver los problemas comunes. Eso es la política, pero el tema es cómo se hace política. El Evangelio nos dice “el que quiera tener poder, póngase al servicio” y ha habido una tradición de la Iglesia a animar en la politización y a entrar en política, pero no a utilizar instrumentos de la política para beneficio personal.

Usted es venezolano. ¿Cómo llegar a esa reconciliación en su país, que está tan polarizado?

Allí hay varios elementos. Cuando nosotros, pero sobre todo los que tienen poder político o los que quieren tenerlo, pongan los ojos en las víctimas de la situación. Mientras tengan los ojos puestos en “a mí no me quitan de aquí” o “yo te quiero quitar de allí”, vamos a seguir en lo mismo. Ahora en Venezuela, como siempre los más pobres sufren más. Y eso nos va a obligar a dialogar, pues no hay solución posible mientras que no haya la posibilidad de un gobierno que tenga un programa consensuado y a largo plazo, mientras que Venezuela no supere el rentismo sobre el cual gira la vida económica y social, siempre tendremos conflictos.

Fuente: Portal La República

R. Jaramillo SJ, Arriesgarse a pensar otro modelo para América Latina

El actual presidente de la Conferencia de Provinciales para América Latina, Ricardo Jaramillo SJ habla en esta entrevista sobre los desafíos para el trabajo de la Compañía de Jesús en América Latina, enfocándose en aquellas obras dedicadas a trabajar en pos de la justicia social y con los sectores más vulnerables de la región.

Por Diana Tantaleán C.- Apostolado Social, Provincia del Perú

¿Qué trabajo ha ido realizando la CPAL en lo referente al Cambio Climático y la ecología en la región?

La CPAL tiene, como uno de sus desafíos, el aumentar la conciencia y la práctica amigable con el medioambiente. Pero no podemos hacerlo solos y, para ser sincero, creo que hemos hecho poco en ese sentido.

Una de las maneras en que lo hacemos es a través de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), que también realiza un trabajo de reflexión sobre los fenómenos del cambio climático y cómo enfrentarlo de manera local o regional. La AUSJAL tiene un “grupo de homólogos del medio ambiente”, del cual participa el Sector Social de la CPAL, trabajando en cómo hacer sus campus cada vez más amigables y educativos con el medio ambiente, de manera que los estudiantes puedan reproducir, en su acción profesional y en sus casas, lo que ven en la universidad.

También en los Centros Sociales jesuitas hay trabajos de promoción y cuidado con la tierra, de producción de alimentos y seguridad alimentaria, concretamente en el Programa Comparte, con 14 centros a nivel de Latinoamérica. Ellos trabajan con más de 200 asociaciones de productores en pequeñas parcelas y productores de las periferias urbanas, formando en la consciencia de que otras maneras de producir son posibles, siendo amigables con el ambiente y buscando insertarse de manera escalable en las economías locales, regionales o internacionales.

El equipo del Proyecto Pan Amazónico está, también, muy presente en la Red Eclesial Pan Amazónica (REPAM) que busca concientizar, no solo al interior de la Amazonía, sino de la Iglesia toda, sobre el cuidado de los ríos, de las etnias, de las culturas y de los recursos naturales que viven en ese macro sistema del cual, finalmente, dependemos todos nosotros.

¿Qué efectos ve en la Amazonía por este problema ecológico?

La Amazonía es un lugar paradójico, tiene recursos muy abundantes todavía, pero es muy frágil.

Las comunidades indígenas amazónicas son las más pobres y sufren las consecuencias de la codicia de las empresas, agroindustrias y de la economía de mercado, que la piensan como una gran alacena con mucha agua, madera, minerales, tierra, pero donde –dicen y sostienen ellos- “hay poca gente”. En el fondo, sí se ha entendido que la Amazonia es un bioma con características únicas, pero no les interesa aceptarlo ni mostrarlo de esa manera porque detrás de su percepción hay codicia de recursos naturales y de tierras.

La Amazonía nunca ha salido de los ciclos extractivos. En estos ciclos sucesivos los indígenas se fueron quedando sin tierras y sin espacios de caza ni de producción, muchas veces sin ciclos económicos que les permitan mantener su cultura viva. La más extrema manifestación de todo esto son las comunidades que han perdido su lengua, su religión y sus tradiciones; muchas de ellas, al ser urbanizadas, han tenido que reinventar su identidad política. Lo que no quiere decir que dejen de ser indígenas.

Todas las comunidades asentadas en la Amazonía viven en condiciones muy pobres: tienen mala alimentación, pocas expectativas de vida, bajísimos niveles de enseñanza, precaria atención en salud, malas y escasas vías y formas de comunicación, pobres niveles de participación política.

Otra de las preocupaciones de la Compañía de Jesús es la realidad migratoria y de refugiados que, en los últimos años, ha cobrado relevancia, ¿cómo es el trabajo de los jesuitas en América Latina en el tema de inmigrantes y refugiados?

Este es uno de los trabajos más importantes y se realiza a través de dos redes: el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), fundado por el padre Arrupe, y el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM).

El SJR tiene su base en Colombia, donde atiende a la población desplazada internamente y a quienes solicitan refugio en otros países. Durante muchos años ha sido un actor importante en los flujos producidos por el conflicto guerrillero y paramilitar en Colombia. En los últimos años, con el agravamiento de la situación en Venezuela y la crisis de su relación con Colombia, ha ido aumentando también el flujo de venezolanos refugiados en Colombia o colombianos deportados que requieren atención en su país después de pasar muchos años en Venezuela. También se atiende el flujo hacia los países del sur, pasando fundamentalmente a través de Ecuador.

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El SJM, por su parte, tuvo su inicio hace casi 20 años, trabajando especialmente con migrantes forzados. Este se estableció, fundamentalmente, en tres lugares, que corresponden a los flujos migratorios más grandes: el primero, y el más deshumano de todos, es Centroamérica-Norteamérica (CA-NA), que es el flujo de personas de Guatemala, El Salvador y Honduras, llamado Triángulo Central Centroamericano, hacia Estados Unidos; pero ahora, dada la situación en EEUU, también de personas que buscan mejores situaciones en Costa Rica y Panamá.

Otra de las zonas de trabajo del SJM es la triple frontera Perú-Bolivia-Chile; se trata del flujo principalmente de colombianos y bolivianos que buscan posibilidades de vivir en Chile, atravesando Ecuador y Perú. También se integra a esta zona el Centro Zanmi, en Belo Horizonte (Brasil) que trabaja con haitianos, senegaleses y bolivianos. Esta es una labor más aislada, pero pertenece a la región sur.

La tercera región del SJR es la Caribe, que atiende especialmente los flujos de la población haitiana hacia República Dominicana. Ambos países tienen una frontera definida, pero históricamente permeable; hay miles de haitianos maltratados en República Dominicana en condiciones de vida muy difíciles.

La RJM agrupa, pues, el SJR y los SJMs, y anima sus acciones manteniendo el contacto con los organismos de Iglesia que trabajan la problemática de las migraciones en el Continente, así como con ACNUR o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que son organismos multilaterales.

En este trabajo participan, fundamentalmente, muchos laicos generosísimos; hombres y mujeres que dedican tiempo y esfuerzo para defender a los migrantes, hacer incidencia en los países y parlamentos, y en la atención directa en los albergues.

¿Qué opinión le merecen las políticas de desconfianza y barreras hacia los migrantes que se están dando en diversos países de AL?

Estoy absolutamente convencido de lo que dice el Papa: no hay que construir muros sino puentes. La actitud de construir muros, de separar e impedirle a la gente movilizarse, va contra los derechos humanos y es una política suicida, recordemos que es en la riqueza de la diversidad donde podemos crecer juntos. No hay nadie sensato que defienda la segregación o exclusión por razones de nacionalidad, lengua, costumbres o religión, no es ético ni moralmente justificable.

En estos últimos tiempos el problema del refugio, la migración y la deportación ha crecido y nos desafía cada vez más. Nos desafía a intentar respuestas en red, no solo de jesuitas sino red con otros, aprender y apoyar esfuerzos que hacen los gobiernos, las municipalidades y otras iglesias.

Todas estas medidas responden a un proteccionismo económico, el problema es cuando ese tipo de protección se convierte en agresión a los derechos humanos de los migrantes o de los refugiados.

Hay una urgencia en repensar el modelo económico de nuestros países, de hacer alianzas entre nosotros y ser menos dependientes de las grandes economías mundiales. (…)

Hay que arriesgarse a pensar un modelo económico para AL, no dar respuestas individuales que no permitan hacer bloque. Ese es el desafío: cómo pensar nuestras economías a partir de una posibilidad de no injerencia de los mercados del norte. Se debe dejar de pensar que “el sueño es vivir como en el extranjero”, con el modelo del consumismo, del neoliberalismo y la cultura del descarte. El sueño es comer bien, vivir bien, es poder producir y consumir aquí, es estimular mercados regionales y locales.

La economía de mercado que vivimos ha colocado un precio a todo lo que nos rodea, incluso a las personas, y en los últimos tiempos estamos viendo sus consecuencias con los escándalos de corrupción, ¿cree que esto se puede revertir?

Creo que el problema de la corrupción y los escándalos que han surgido, y que apenas está iniciando, solo puede encontrar solución si hay un pacto político y social, si hay un resurgir de los resortes más íntimos de la dignidad de las personas, de los pueblos, de las organizaciones, de las empresas y las familias.

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Mucha gente justifica la corrupción diciendo: “si todo el mundo recibe, ¿por qué yo no voy a recibir?” Ahí está el problema, en la conciencia personal, en la destrucción de la dignidad. Cuando los principios se venden, se desbarata la posibilidad de la armonía social y el respeto, la dignidad se va por el caño. La única salida de este espiral de degradación es recuperar la dignidad desde los valores más básicos del ser humano, la honestidad.

La corrupción es problema de fiscales, investigación y controles, pero es fundamentalmente un problema ético espiritual. Ahí la Iglesia toda, y los jesuitas desde el trabajo en red que hacemos, tenemos la responsabilidad de crear conciencia, de reforzar los resortes espirituales para que la gente diga “no”, que un hermano le pueda decir a su hermano “no”, que un hijo le pueda decir a su padre “no me vendo”, que un cura le pueda decir a su superior “no se hace”. No se trata de crear bandos, sino de rescatar a otros, desde la propia dignidad, para que sean dignos también.

Solo si se reconstruye el ser humano desde dentro, y esa persona es capaz de tomar opciones y decisiones éticamente responsables, donde la conciencia no se vende, será posible construir otra América, otros pueblos, otra Iglesia.

Fuente: CPAL SJ

Los jóvenes: Riqueza Necesitada de Transformación

El papa Francisco ha llamado a un nuevo sínodo en 2018, que esta vez tendrá como tema de discusión, reflexión y oración a la juventud (o juventudes) Con el objetivo de ayudar a toda la Iglesia a prepararse para dicha cita, compartimos este texto que compila algunos dichos del Pontífice sobre los jóvenes.

Por Hernán Quezada

Hace unos días el Papa Francisco convocó a un nuevo sínodo, esta vez con el tema: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Para ello se elaboró un documento de preparación al sínodo que plantea: “Cómo acompañar a los jóvenes para que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y también pedir a los mismos jóvenes que nos ayuden a identificar las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia”.

Francisco, creo yo, ha acertado en su análisis tratando de dar con una clave para responder a los grandes desafíos del mundo: Las juventudes. Es en los jóvenes en quienes nos jugamos muchas posibilidades, no por menos ha decidido sean también el tema de su oración este mes.

No sólo en el terreno de lo político son los jóvenes un actor estratégico, sino en los distintos ámbitos sociales y eclesiales resultan los jóvenes aliados estratégicos que hay que conocer, acompañar, incluir y escuchar.

Durante la visita del Papa Francisco a México en febrero del 2016 el tema de los jóvenes fue un tema central. En varias de sus intervenciones nos llamó a mirarlos y a ellos mirarse a sí mismos con una mirada nueva, esperanzada, digna, constructora y desafiante.

¿Cuál es el contexto en que viven los jóvenes?

El Papa Francisco en su homilía de Ciudad Juárez en 2016 dijo:

“Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza sino que encima sufren estas formas de violencia. Es Injusticia que se radicaliza en los jóvenes, ellos, «carne de cañón», son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas”.

“Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos sus jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse, generando en muchos casos situaciones de pobreza. Y esta pobreza es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia.”

Cultura del descarte

Los jóvenes han nacido ya en esta cultura que el Papa ha llamado cultura del descarte, cultura de explotación de recursos y personas, y se resisten internamente a ella, pero no saben qué hacer.

“Frente a esta cultura, ellos no se perciben así mismos como una categoría desfavorecida o un grupo social que se debe proteger y, en consecuencia, como destinatarios pasivos de programas pastorales o de opciones políticas.”

“No pocos jóvenes quieren ser parte de acciones, quieren ser protagonistas, sin embargo si ellos no perciben fortalecida su identidad, no se sienten estimulados y sienten que no encuentran su espacio, son muy proclives a la renuncia o al cansancio para desear, soñar y proyectar, abandonan rápido los proyectos”. señala el texto pre-sinodal.

Los jóvenes enfrentan un mundo que cambia.

La rapidez de los procesos de cambio y de transformación es la nota principal que caracteriza a las sociedades y a las culturas contemporáneas (cfr. Laudato si’, 18). Como nunca se experimenta la fluidez del contexto, es un desafío programar a largo plazo.

La realidad, las cosas, los proyectos, parecen caducar a gran velocidad. Los jóvenes respiran incertidumbre en un contexto socioeconómico cada vez más precario. La desigualdad y la corrupción son notas constantes que suenan en torno a los jóvenes y constituyen esta liquidez en la que se encuentran.

En medio de tanta “liquidez”, los jóvenes se han quedado sin referentes sólidos, los cambios rápidos han llegado a instituciones sólidas como la familia y la Iglesia dejando a los jóvenes en la incertidumbre que provoca esta “liquidez”, parecen urgidos de asirse a algo que les de sostén e identidad, certezas.

Los jóvenes: una riqueza que debe ser transformada en esperanza

Si, para el Papa Francisco la solución a los grandes problemas está en los jóvenes, sólo desde ellos y con ellos será posible el futuro. Los jóvenes son la riqueza de nuestra sociedad pero está riqueza tiene que ser transformada en esperanza.

No se puede vivir sin esperanza, afirmará el Papa en Morelia en su discurso a los jóvenes. Para nuestra sociedad e iglesia los jóvenes son la riqueza, y deben ser transformados en esperanza, así pues, sin cuidar de la transformación, no hay futuro, de ese tamaño es la importancia de mirar, escuchar, atender y caminar con los jóvenes.

Esperanza que requiere de certezas

También afirmará el Papa en la memorable reunión con jóvenes en Morelia : “La esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido¨ Y ahí tenemos otro desafío, garantizar que la juventud tenga la certeza que no todo está perdido.

Les dirá el Papa Francisco a los jóvenes: “Ustedes son la riqueza de México”, pero “se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos expuestos continuamente a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas. Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno posibilidades de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los derechos que terminan impulsándolos a situaciones límites.”

Resistencia que requiere de certezas

Llamará luego resistirse a las mentiras que se imponen como verdades a las y los jóvenes en México:

“…es mentira que la única forma que tienen de vivir los jóvenes aquí es la pobreza y en la marginación; en la marginación de oportunidades, en la marginación de espacios, en la marginación de la capacitación y educación, en la marginación de la esperanza.”

El camino para vencer la mentira, la desesperanza, la amenaza a la juventud, según Francisco, es caminar de la mano de Jesucristo, esto es vivir a fondo, creer que vale la pena dar lo mejor de sí, ser fermento, ser sal y luz en medio de sus amigos, de sus barrios, de su comunidad, en medio de la familia.

Quedamos pues llamados a un sínodo, un sínodo que surge de la certeza de Francisco de que debemos mirar hacia la juventud, y en las y los jóvenes encontraremos la posibilidad de renovar la mirada. Una renovación urgente para nuestra iglesia y nuestras sociedades, pues ahí reside mucho de la esperanza de transformar la realidad.

Fuente: Entre Paréntesis

Regresa Pastoral SJ

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El Portal web español que ofrecía diferentes recursos de oración y reflexión de Espiritualidad Ignaciana, sorprendió a todos despidiéndose el año pasado, tras 15 años de vigencia en la red.

En realidad, los contenidos que hasta ese momento habían sido publicados no desaparecieron, sino que quedaron disponibles en la misma plataforma, con la diferencia de que ya no aparecieron contenidos nuevos.

Sin embargo, la historia no terminó ahí. Un nuevo ‘Pastoral SJ’ ha sido inaugurado el día después de Pascua (17 de abril) con un formato, contenidos y propuestas renovados. Rescatando lo evaluado como positivo de la propuesta anterior, pero desde un formato más cercano a las necesidades y tendencias de estos tiempos.

El regreso de Pastoral SJ se había estado anunciado 60 días antes del mismo por distintas redes sociales. Hoy la página está activa y disponible para todos aquellos que quieran navegarla.

Novedades

Durante los próximos meses del nuevo ‘Pastoral SJ’ la idea es la de ir recuperando antiguos materiales, propuestas y espacios que se considera que aún constituyen recursos interesantes pero que por diversos motivos, han ido quedando olvidados. En la sección de recursos se encuentran muchos de los materiales que se usan mucho en pastoral: reseñas de libros (leer) , propuestas de cine-forum con películas y series (ver), oraciones de grupos (profundizar), y una nueva sección dedicada a músicas (oír)… También está la colección de oraciones que habían sido recopiladas para distintas ocasiones (orar).

Los contenidos principales se agruparán ahora bajo tres grandes títulos: ser, creer, vivir. En ellos se intentará hablar de dinámicas personales, de la fe cotidiana y del mundo que nos toca habitar. Manteniendo para todas esas secciones tres formatos: o las reflexiones que son marca de identidad de la web, o entradas más breves tipo blog, o pequeños vídeos que permitan otro lenguaje para la misma intención, que no es otra que compartir el evangelio en nuestro mundo y nuestra cultura.

 

Harvard: los Secretos para una Vida Feliz

Sin duda la cuestión de la Felicidad es fundamental para la vida de las personas. Esta vez, la universidad de Harvard toma la palabra para hablar sobre un estudio que viene desarrollando desde hacer 30 años.

Por Anahad O’Connor

¿Qué se necesita para vivir una vida feliz?

Las encuestas demuestran que la mayoría de los adultos jóvenes creen que obtener fama y riqueza es esencial para una vida feliz. Pero un estudio de Harvard que se desarrolló durante mucho tiempo sugiere que uno de los indicadores más importantes sobre si envejeces bien y vives una vida larga y feliz no es la cantidad de dinero que acumulas ni el renombre que recibes. Un barómetro mucho más importante de salud y bienestar a largo plazo es la fortaleza de las relaciones con tu familia, amigos y parejas.

Estos son unos de los hallazgos del estudio de Harvard sobre el desarrollo en adultos (Harvard Study of Adult Development), un proyecto de investigación que desde 1938 ha seguido y examinado de cerca la vida de más de 700 hombres, y en algunos casos de sus parejas.. El actual director del estudio, Robert Waldinger, resumió algunos de los hallazgos más impactantes de este largo proyecto en una conferencia TED reciente que fue vista más de siete millones de veces.

Estudios preliminares

El estudio comenzó en Boston en la década de los treinta con dos grupos de hombres muy distintos.

En un caso, un equipo de científicos decidió seguir de cerca a estudiantes de Harvard a través de su edad adulta para ver qué factores desempeñaban un papel importante en su éxito y crecimiento. “Pensaban que en aquel entonces se hacía demasiado énfasis en la patología y que sería muy conveniente estudiar a personas a las que les iba bien en su desarrollo de adulto joven”, explicó el Dr. Waldinger. El estudio reclutó a 268 estudiantes de Harvard de segundo año y los siguió de cerca; con frecuencia les hacían entrevistas y exámenes médicos. En los últimos años, el estudio también ha incorporado tomografías, exámenes sanguíneos y entrevistas con las parejas del sujeto y con sus hijos ya adultos.

Más o menos al mismo tiempo que comenzó el estudio, un profesor de leyes de Harvard llamado Sheldon Glueck empezó a estudiar a jóvenes de los barrios más pobres de Boston, incluyendo a 456 que se las arreglaron para no ser delincuentes a pesar de venir de hogares con problemas. Finalmente, los dos grupos formaron parte del mismo estudio.

A lo largo de las décadas, los hombres tuvieron todo tipo de profesiones: abogados, doctores, hombres de negocios y —en el caso de un estudiante de Harvard llamado John F. Kennedy— un presidente de los Estados Unidos. Algunos se hicieron alcohólicos, tuvieron carreras profesionales decepcionantes o sufrieron de enfermedades mentales. Los que siguen vivos ya tienen noventa años.

En estos años, el estudio ha aportado varios descubrimientos interesantes. Mostró que para envejecer bien, en el sentido físico, lo más importante que podías hacer era no fumar. Descubrió que al envejecer los liberales tenían una vida sexual más activa y duradera que los conservadores. Encontró, también, que el alcohol es la principal causa de divorcio entre los hombres del estudio, y que el abuso del alcohol, generalmente, antecede la depresión (y no al revés).

El estudio ha tenido varios directores. El Dr. Waldinger, que asumió el mando en 2003, es el cuarto. Extendió el estudio para concentrarse no solo en los hombres, sino también en sus esposas e hijos. Los científicos comenzaron a grabar a las parejas en sus casas, a estudiar su interacción y a entrevistarlos por separado sobre cada aspecto de sus vidas, incluso las rencillas del día a día.

El foco en las relaciones interpersonales

A medida que los científicos analizaban los factores que influían sobre la salud y el bienestar, encontraron que las relaciones con los amigos, principalmente con la pareja, eran fundamentales. La gente que tenía las relaciones más estrechas estaba protegida contra enfermedades crónicas y mentales, así como pérdida de la memoria, aunque esas relaciones tuvieran varios altibajos.

“Esas relaciones buenas no tienen que ser fáciles todo el tiempo”, afirmó el Dr. Waldinger. “Algunas de nuestras parejas que están en los ochenta pueden estar peleando todo el día. Pero siempre que sintieran que en verdad podían confiar en el otro cuando las cosas se ponían difíciles, esas discusiones no causaban estragos en su memoria”.

El Dr. Waldinger encontró patrones similares en relaciones fuera del hogar. La gente que se esforzaba por sustituir a sus viejos compañeros de trabajo por amigos nuevos después de que se jubilaban estaban más sanos y felices que los que invertían menos esfuerzo en mantener sus círculos sociales una vez que dejaban de trabajar.

“Una y otra vez en estos 75 años”, sostuvo el Dr. Waldinger, “nuestro estudio ha demostrado que la gente a la que le va mejor es aquella que se apoya en las relaciones con su familia, amigos y con la comunidad”.

El Dr. Waldinger admitió que la investigación mostró una correlación y no necesariamente una causa. Otra posibilidad es que es más fácil que la gente que desde un inicio es más saludable y feliz mantenga y cree relaciones, mientras que los más enfermos poco a poco se aíslan socialmente o terminan en relaciones malas.

Pero dijo que al seguir a los sujetos durante muchas décadas y al comparar el estado de su salud y relaciones desde el inicio, estaba bastante seguro de que los lazos sociales fuertes son la causa de salud y bienestar a largo plazo.

¿Entonces qué acciones en específico recomienda?

“Las posibilidades son infinitas”, explicó. “Algo tan sencillo como remplazar el tiempo que pasamos ante una pantalla con tiempo de convivencia, o revivir una relación aburrida con una actividad en común, como ir a caminar o salir juntos. Ponte en contacto con aquel familiar con el que casi no hablas, porque esas disputas familiares que son tan comunes suelen afectar más a los que están resentidos”.

Fuente: The New York Times

¿Qué puede aportar la Iglesia a la Valoración de la Democracia?

Algunos puntos desde la Doctrina Social de la Iglesia que pueden sumar al debate sobre el desencanto que vive hoy la población respecto de la democracia representativa, sus resultados y las instituciones que la encarnan.

Por Gustavo Monzón SJ

Uno de los principales tópicos de discusión actual en los campos de la filosofía y la ciencia política es la constatación de la crisis de la democracia representativa. Existe enormidad de bibliotecas que exploran las causas de la crisis, buscando, al mismo tiempo, soluciones desde diversas corrientes y tradiciones políticas; todas ellas concuerdan en que la ruptura en la valoración de la representatividad se debe a un incumplimiento de las expectativas que la ciudadanía tenía con respecto a su funcionamiento.

En ese sentido, la experiencia latinoamericana nos puede servir de ejemplo. Luego de las restauraciones democráticas de los ochenta –impactadas, de paso, por una serie de dificultades económicas-, en los noventa se desarrollaron diversas políticas que, haciendo énfasis en la estabilidad económica y los equilibrios fiscales, dejaron de lado una serie de demandas sociales de sectores que quedaron desfasados de esta modernización que se prometía. Esto dejó un primer desencanto en la restauración democrática de finales de siglo, posibilitando la llegada de gobiernos autodenominados progresistas que, tomando estas demandas insatisfechas, construyeron su agenda política sobre las mismas. Si bien al inicio tuvieron relativo éxito en su cumplimiento -mediante la transferencia de recursos y el reconocimiento de los derechos incumplidos-, no fueron capaces de generar un encantamiento democrático. El uso indiscriminado de los recursos públicos, las acusaciones de corrupción, las prácticas autoritarias y de corte populistas, el bajo desarrollo institucional y el aumento de la brecha social y de la inseguridad pública fueron los resultados visibles de estos experimentos. Pese a la frustración, no existió por parte de la ciudadanía un deseo de volver hacia atrás, con soluciones autoritarias o económicamente irresponsables ya que creció en la conciencia ciudadana la necesidad de una auténtica y efectiva democracia, basada una elevada probidad ética, buenas prácticas institucionales y el respeto de los derechos y obligaciones de todos los participantes del contrato social.

Ante el peligro de confundir la democracia con relativismo e indiferencia de valores y un individualismo mal entendido, nuestra tradición nos recuerda que una auténtica democracia no es respeto formal de reglas, sino la “aceptación convencida de los valores (…) la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre y la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida política” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 407).

De esta manera, hoy se nos presenta como desafío al interior de nuestras sociedades la necesidad de reconstruir confianzas, teniendo en cuenta que la verdadera justicia se da, al decir de John Rawls, en una “sociedad bien ordenada”. Para que ocurra, son necesarias dos cosas: la primera, una república fuerte en donde se dé la división de poderes, el respeto de las leyes y el control de gobernantes a gobernados. La segunda, una visión de desarrollo que sea mayor al mero crecimiento económico y que resguarde la libertad de los ciudadanos asegurando su capacidad de agencia y participación.

Ante este desafío, como Iglesia podemos aportar al debate público con nuestra comprensión de la sociedad. Propongo hacer especial énfasis en dos cosas. En primer lugar, velar por la existencia de un pluralismo moral, que nos obliga a dialogar de manera pública y a no influir con prácticas de lobby para evitar la aprobación de leyes contrarias a nuestra visión de mundo. En segundo lugar, siendo realmente conscientes de nuestra rica tradición en una propuesta de vida buena. En ese sentido, la Iglesia, al aportar su visión, cumple un doble cometido: por una parte, exhorta a los creyentes a trabajar por ser mejores ciudadanos, y, por la otra, propone al resto de los ciudadanos un fortalecimiento de las convicciones democráticas, sumando así al bien común. Por tanto, ante el desencanto de la democracia, la Iglesia nos recuerda que “este sistema nos asegura la participación de los ciudadanos en la posibilidad de elegir y controlar sus propios gobernantes” (Centesimus annus, 46).

Por otra parte, ante el peligro de confundir la democracia con relativismo e indiferencia de valores y un individualismo mal entendido, nuestra tradición nos recuerda que una auténtica democracia no es respeto formal de reglas, sino la “aceptación convencida de los valores (…) la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre y la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida política” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 407). Ante la destrucción del Estado de derecho por parte de los gobiernos autócratas y populistas, se nos recuerda que “el Estado de derecho tiene como soberana a la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres” (Centesimus annus, 44).

Como podemos ver, la Iglesia no posee una solución técnica ante los problemas, sino que con su mensaje de fe “orienta la mente a soluciones plenamente humanas” (Gaudium et Spes, 11). Sin embargo, dada la realidad de nuestro continente, en donde se conjuga un catolicismo fuerte con una institucionalidad débil, es nuestra responsabilidad como creyentes cooperar con nuestra reflexión y buenas prácticas a la construcción de la casa común.

Fuente: Territorio Abierto

Reformas en la Iglesia: se dan pero no Hacen Ruido

El cardenal hondureño, Óscar Rodríguez Maradiaga, coordinador del Consejo de cardenales creado por el Papa, afirmó para la revista Italiana ‘La voce e il Tempo’ que el C9 creado por el Papa Francisco para colaborar en el gobierno de la Iglesia, lleva una labor constante y efectiva: hasta ahora se han alcanzado 18 objetivos. Sin embargo, se tiene poca noticia de ello ya que no han causado un gran revuelo dentro de la Iglesia.

No es cierto que el Papa y los cardenales no son productivos: «Ya hemos hecho 18 reformas. Hay resultados, pero no se ven porque no hacen ruido». Lo afirmó Óscar Rodríguez Maradiaga, el coordinador del Consejo de los nueve cardenales (el llamado «C9») creado por Francisco para renovar la curia romana.

‘A veces —dijo Rodríguez Maradiaga— nos preguntan: “Pero, ¿qué es este Consejo de cardenales? No vemos resultados”’. Sin embargo, recordó, Papa Francisco se refirió a ellos en el discurso de la Navidad pasada a la Curia, ‘justamente para demostrar que se camina’, que ‘hay resultados, pero no se ven’, solamente porque ‘no hacen ruido’. Hasta ahora ha habido 18 reformas.

El cardenal contó cómo nació el C9 y describió el trabajo que ha desempeñado durante estos años. ‘Entre los nudos que hay que afrontar, está el número excesivo de los dicasterios’, indicó el cardenal hondureño, según quien ‘se ha procedido acordando algunos consejos en dicasterios, no para dar más importancia a algunos, sino para simplificar la burocracia y trabajar con mayor agilidad. No un centralizar, sino un agilizar’.

Según el coordinador del «C9», “cuando estén hechas las reformas” saldrá la nueva constitución sobre el gobierno de la Iglesia: ‘No será el comienzo, sino el fin de un proceso’, recordó, pero el ‘consejo continuará porque no fue constituido solo para reformar la “Pastor bonus”, sino también para ofrecer consejos cuando el Santo Padre los pida’.

Rodríguez Maradiaga subrayó también que ‘cuando Papa Francisco habla de “Iglesia en salida”’, dice ‘que no debemos quedarnos en nuestras curias, en nuestras canonizas, sino salir al encuentro de los que se han alejado o de los que nunca hemos encontrado, porque nadie les ha hablado de Dios’. Se trata de difundir ‘esa alegría del Evangelio’ que surge de la exhortación apostólica «Evangelii gaudium», que ‘resume el estilo sudamericano de Papa Francisco: la alegría’.

Con respecto al próximo Sínodo sobre los jóvenes, el cardenal salesiano indicó que ‘debemos prepararnos bien, escuchando también a esos chicos que no van a la Iglesia, a los marginados por la droga, debemos atraerlos hacia Dios’.

Hay que comportarse don Bosco, explicó, ‘y como nos repite Papa Francisco, teniendo en mente una Iglesia que camina con ellos, abierta al cambio, en salida para hacerse cercana a cada uno’.

Fuente: Vatican Insider

Refugiados: una Segunda Oportunidad en el “Fin del Mundo”

En dirección contraria a las tendencias mundiales de ‘cerrar las fronteras’, la provincia de San Luis, Argentina, abre sus puertas para recibir a refugiados provenientes de Siria.

Como hace más de un siglo, Argentina puede convertirse de nuevo en el sueño de una segunda vida para quien se ve obligado a abandonar su país. En el país del Papa, una provincia situada a los pies de la Cordillera de los Andes, ha decidido seguir el ejemplo de Francisco y se ha convertido en entidad «llamante” de refugiados. Ya recibió a dos, y espera acoger muchos más. El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, reveló el impacto de este gesto de solidaridad y las vicisitudes para concretarlo.

Lana tiene 26 años, Majb 30. Ella es artista plástica, él chef. Llegaron a San Luis el pasado 7 de febrero y fueron acogidos con sorprendente entusiasmo. Ahora residen en las instalaciones de la Universidad de La Punta, a 25 kilómetros al norte de la capital de la provincia. Les ofrecieron instalarse en un departamento similar al que utilizan los estudiantes.

En entrevista con el Vatican Insider, Rodríguez Saa explicó que para recibir a los refugiados la provincia que gobierna se ha convertido en entidad «llamante” o de acogida, lo cual le otorga un estatus especial reconocido por el Ministerio de Relaciones Exteriores y facilita su inserción como parte de un corredor humanitario.

“Esto ha generado mucha tranquilidad en la gente de San Luis que no ve todos esos estigmas que quieren poner sobre los refugiados, que son peligrosos, nada de esto. Todo ha sido desmentido por la realidad y se ha visto que se trata de que los refugiados son nuestros hermanos, es una acción solidaria muy hermosa”, explicó. .

Los sirio-libaneses son una comunidad numerosa en territorio argentino. Por eso no resulta casual que los refugiados hayan sido invitados inmediatamente a compartir el pan y la sal con sus lejanos «connacionales». Ella ya visitó a varios artistas locales y con ellos volvió a pintar. “Se ve que estaba bloqueada por los horrores de la guerra, recuperó la libertad espiritual. Hay que tener mucha paciencia, puede durar un año, dos o más, pero vamos a trabajar conteniéndolos para que se integren”, confió el gobernador.

Ese detalle, aparentemente pequeño, demuestra la complejidad que implica la recepción de los refugiados. No se trata sólo de permitirles entrar en el país. Se deben cumplir una serie de requisitos legales y judiciales. Una vez en su nuevo destino, resulta un desafío para la comunidad pasar del entusiasmo inicial (si es que lo hay) a la verdadera integración.

Aunque el gobernador calculó que su provincia puede acoger hasta 300 refugiados, aún no sabe cuántos llegarán. Entre otras cosas porque dentro de sus desgracias, estas personas pueden elegir entre varios destinos. Él mismo reconoció que la cifra “es insignificante” comparados con los millones de desplazados forzosos en el mundo. Pero cuenta con el efecto contagio.

La disposición de San Luis parece, más bien, una excepción. La tendencia en muchos países es justamente la contraria: cerrar las fronteras y alzar muros. Pero eso no parece preocuparle a Rodríguez Saa. «Si es impopular (la decisión de acoger refugiados) yo no tengo problema. Si es popular o impopular yo creo que estamos haciendo lo correcto. Yo no lo mido así, si es impopular, pero estoy haciendo lo correcto, perderé las elecciones pero yo quiero hacer lo correcto», afirmó.

«Cuando un líder universal como el Papa Francisco coloca este tema entre sus prioridades la gente se preocupa, lo mira y se da cuenta que es una tragedia de una magnitud nunca vista. Son millones de refugiados en condiciones infrahumanas que sufren persecuciones, hambre y guerra. Este horror, producido por el mismo hombre, por la intolerancia y la locura, genera en poblaciones enormes situaciones desesperantes y la solidaridad humana tiene que acudir a eso», apuntó.

Fuente: CPAL SJ

Gestionar los Riesgos de Desastres Naturales

Los desastres naturales son un riesgo constante y que genera creciente preocupación en todo el mundo. Muchos de estos fenómenos nacen como consecuencia de la acción del ser humano sobre la Tierra. Ahora los países afectados deben prevenir y planificar cómo reaccionar cuando se den estos eventos ¿cómo se piensa una planificación así?

Por Silvia Fontana. Especialista en gestión del riesgo de desastres. Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UCC.

Los fenómenos meteorológicos extremos son una realidad que se presentan cada vez con más frecuencia y contundencia, y sus efectos se hacen sentir. Desastres como huracanes, tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas, tormentas intensas, inundaciones, entre otros, causan importantes pérdidas y consecuencias en la vida de una población, lo cual incide en el desarrollo alcanzado por los países.

Es relevante destacar entonces que el riesgo de desastres se ha convertido en un tema de creciente preocupación mundial. Entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI aproximadamente más de 200 millones de personas se vieron afectadas, por año, por algún tipo de desastre (Marco de Acción de Hyogo, 2005).

Frente a esta realidad, a partir de 1990 comienza a instalarse en la agenda internacional lo concerniente a la reducción del riesgo de desastres. De hecho fue en esta década cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convoca a los gobiernos a promover e implementar políticas tendientes a reducir el riesgo de desastres.

En este contexto es posible preguntarse a través de qué estrategias de gobierno se puede gestionar el riesgo de desastres. Beck (2011) sostiene que existen tres posibles reacciones: negación, apatía o transformación; considerando que los riesgos se presentan en un estado de “permanente virtualidad” y que solo se pueden actualizar en la medida que se puedan anticipar.

Por ello, gestionar el riesgo de desastres es la clave para prevenir y mitigar las consecuencias frente a catástrofes socio-naturales o antrópicas. Gestionar el riesgo es un proceso que lleva a la necesidad de planificar e implementar políticas, estrategias, instrumentos y medidas orientadas a impedir, reducir, prever y controlar los efectos adversos de fenómenos peligrosos sobre la población, los bienes y servicios y el ambiente. Es decir, desarrollar políticas integradas de reducción de riesgos a través de acciones de prevención, mitigación, preparación, atención de emergencias y recuperación pos impacto.

Es así que el enfoque de gestión de riesgo de desastres supone un gran desafío para los gobiernos, los cuales se ven interpelados cotidianamente por la necesidad de dar respuestas y soluciones a las situaciones de crisis por desastres. Estos desafíos implican poner en cuestión dos conceptos claves de la gestión de gobierno: la gobernabilidad y la gobernanza.

Concretamente, la reducción del riesgo de desastres es un proceso a largo plazo, que requiere del desarrollo e implementación de mecanismos y herramientas efectivas, a través de la voluntad política, de políticas públicas coherentes y de la participación de la sociedad civil, tanto en el gobierno central como en los gobiernos subnacionales y locales. La base para gobernar el riesgo es trabajar a partir de lo que ya existe, de lo ya hecho, con una mirada articuladora y coordinada que asegure y promueva el desarrollo humano.

Fuente: Noticias UCC