Pedro Trigo es teólogo jesuita español, naturalizado venezolano y uno de los coordinadores del Centro Gumilla. En la entrevista que compartimos a continuación, habla sobre el modo de ser cristiano y lo que esto exige para marcar la diferencia en el mundo actual.
¿Qué es la urgencia de lo esencial?
Es importante, primero, observar que, para los cristianos, lo esencial no es lo estático, aquello que es siempre igual a sí mismo. Para los cristianos, a diferencia de los griegos, lo que tiene más realidad no es la sustancia, sino el actuar. Dios dice que es el acto puro. El Dios cristiano es relación, o sea, para nosotros la relación es lo que tiene más realidad. La relación hace la diferencia, para que el padre sea padre, el hijo sea hijo y se mantenga la unidad. Entonces, para nosotros, lo esencial siempre tiene que tener ese elemento dinámico y relacional. Por eso lo esencial no puede ser dicho de una vez y para siempre, tiene que ser dicho nuevamente, en cada situación, porque si no es dicho en la situación, es una ortodoxia que resulta insignificante.
‘¿Qué está diciendo ese señor? ¿Una cosa arcaica que no tiene nada que ver con lo que estamos viviendo?’. Es muy arriesgado decir lo que es lo esencial en cada situación. Yo parto de la novedad del [Concilio] Vaticano II y estamos en los 50 años de su realización. Para mí, lo más esencial que necesita ser dicho es que, en relación con el Cristianismo, en el cual nací, la institución eclesiástica decía que era necesario salvarse del mundo, que el mundo moderno estaba perdido, y que había que hacer una institucionalización paralela, sindicatos cristianos, por ejemplo, había un cine para cristianos, un bar para cristianos. El primer concilio pleno latinoamericano, además de decir esto, dijo también, por ejemplo, que una mujer que va dar a luz tiene que ser atendida siempre y solamente por una partera que sea cristiana. Esto es totalmente increíble, ¿no?
Al respeto, ¿qué dijo el Concilio? Dijo que si yo, para encontrar Dios me aparto del mundo, me cruzo con la dirección de Dios que va hacia o entra en el mundo. Si lo fundamental del Dios cristiano es la encarnación, ¿cómo voy a salir del mundo? Estoy haciendo lo contrario que hace Dios. Entonces, ¿qué es lo más fundamental de todo? Encarnarme en la situación que tengo que vivir. Podríamos decir ‘no, como Jesús era hijo de Dios, él tuvo que ser un ser humano, pero, si usted es un ser humano, ¿no tiene que encarnar?’ Sí, porque en la encarnación de Jesús se hizo no sólo un ser humano, sino también nuestro hermano. Entonces, ¿qué se me pide? Que no sea uno entre tantos de una especie, de una cultura, de una clase social, de un país, sino que sea un hermano de todos.
Jesús encarnó a partir de abajo, nació pobre, vivió pobre y murió como había nacido. (…)
Para los cristianos, los pobres son el único lugar de universalidad real. Esto es lo más elemental de todo, pero lo que parece es que lo más elemental es lo menos practicado. No es esto lo que se acostumbra escuchar en las misas, ni en las disertaciones de teólogos. Lo que se acostumbra definir por algo más específico -yo soy jesuita y me defino como jesuita, o soy cristiano y me defino como cristiano, o soy empresario y me defino como empresario, o soy de este partido y me defino como de este partido. O soy yo y me defino por mí y todo lo demás viene después, lo que importa soy yo, y las personas con quien quiero relacionarme, mientras quiero relacionarme.
En todos esos casos, no ocurre la encarnación como la entiende el Cristianismo, como la practicó Jesús. Quiere decir que yo, si me identifico como la institución eclesiástica, no soy cristiano. Jesús no fue de la institución eclesiástica. Entonces, ¿qué significa esto? Que tengo que identificarme como un ser humano y que ser cristiano es una especificación de ser un ser humano. Si no es una especificación del ser humano, o incluso un medio para ser más humano, entonces esa encarnación ya no será solidaria.
Para Trigo, la encarnación cristiana solidaria tiene que hacerse a partir de abajo, porque solamente desde abajo se puede llegar a todos. «Los pobres son elúnico lugar de universalidad real”.
Esta época en que vivimos podría ser la primera época mundial de la historia, pero no lo es, porque aunque su ámbito sea mundial y todos podamos ver a todos, aunque todos podamos ver lo que pasa en cualquier lugar del mundo, en tiempo real, sin embargo, no todos somos sujetos, sólo algunos pocos. ¿Cuál es la prueba más clara de esto? Que las mercaderías son llevadas a todos los lugares libremente, que los capitales no tienen ninguna frontera, que los gerentes, los grandes empresarios o los grandes financistas no tienen ninguna frontera, pero, para la gente de abajo las fronteras son absolutamente drásticas. Cada vez más, están colocando muros y, si las cosas no cambian sustancialmente, dentro de poco tiempo, veremos al asesinato masivo de cientos de miles de personas, porque ya no hay otro modo de contener esto. Si no las reconozco como personas, si no ayudo a desarrollar los lugares de origen, en vez de empobrecerlos, no hay remedio.
La falta de consideración de que todos somos seres humanos, de que todos somos hermanos, está llevándonos a ver que ya es imposible vivir así. O esto cambia, o se vuelve cada vez más inviable. Esto que podría parecer algo muy elemental no lo es.
La fraternidad es una magnitud absolutamente trascendente. Los seres humanos, en los mejores momentos, por ejemplo, en el momento de los estoicos, llegaron a decir: ‘yo soy un cosmopolita’, o sea, no soy un ciudadano de Atenas o de Tebas, sino del cosmos y de todo el mundo. Esto fue una cosa maravillosa y totalmente inasimilable para el orden establecido. Lo mismo hicieron Kant y otros [filósofos] y volvieron a hablar de cosmopolitismo, diciendo que, de alguna manera, la paz tenía que ver con esto y sobre cómo nos definimos como seres humanos.
Encarnarse como hermano en este mundo es ser cristiano. Ser cristiano no es algo fundamentalmente religioso, no es hacer prácticas religiosas, no. Es, como hijo de Dios, vivir como hermano de todos a partir de abajo. Esto es lo esencial.
¿Cómo vivir hoy la espiritualidad ante la intolerancia religiosa?
Mi percepción es que, si nosotros no tenemos más densidad humana que las corporaciones mundiales, tenemos que resignarnos a lo que ellas nos dicen. La propuesta es que tenemos que fortificar al sujeto, de tal manera que me pueda afectar lo que hacen, pero no me influencian en absoluto, porque mi vida nace de mí.
¿Cómo se hace esto en forma cristiana? No se hace ensimismándonos. Cristianamente, esto sólo se hace a través de las relaciones, poniéndome en las manos de Dios, sabiendo que el amor es el origen de la vida y, por lo tanto, nada puede separarme de la vida, porque nada puede separarme del amor. Podrán, en todo caso, matar, pero no van a separarme del amor.
¿En qué se manifiesta esa confianza de fondo? En lo que me dedico a ser, fraternidad a partir de los de abajo. Cuando actúo densamente, en ambas dimensiones, libero mi libertad y esa libertad liberada se aplica en la capacidad de hacer fraternida
¿Cuál es la prueba de que hay confraternidad a partir de abajo y que incluyo a mis enemigos? La señal de que es la verdadera fraternidad, como humanos, es que inmediatamente desde abajo incluyo a mis enemigos. Por ejemplo, en Venezuela, ¿qué dije todos estos años? Si uno es antichavista, no es cristiano si uno no pide, con toda sinceridad, con toda el alma a Dios, cada día, que Chávez acierte. Si uno es chavista, no es cristiano si uno no pide, con toda sinceridad, que los no chavistas acierten. Esto es un test y no significa que me haga bien o mal, no tiene que ver con sentir, tiene que ver con querer, con lo que sale de lo más profundo de mí. Yo quiero su bien, aunque usted me considere su enemigo.
Esta perspectiva es la única que puede salvarnos, porque esas diferencias se hacen absolutas y no puede ser. En el caso de Chávez, por poco marxista que fuese, tendría que reconocer que la política es una superestructura. Y una superestructura no puede definir mi vida, esto sería totalmente irracional. Hay cosas mucho más profundas que ésta, no puedo definirme por eso. Para poder pensar, tengo que tomar decisiones más profundas, si no, como me identifico con esto, no puedo pensar. En todo caso, puedo pensar ideológicamente como una declaración de principios, pero no como una realidad actuante en mi vida. La espiritualidad es vivida a través de las relaciones, poniéndonos en las manos de Dios, sabiendo que el amor es el origen de la vida.
Sobre la historia de la evangelización en América Latina, ¿cuál es su herencia hoy?
América Latina nace con una contradicción constituida. La contradicción es que yo te bautizo y tú eres mi hermano, pero saliendo del templo yo soy el señor y tú eres el siervo. Los mejores momentos de la historia de América Latina son los que quisieron superar esta contradicción, de manera que pensemos la fraternidad por sobre la opresión.
Escribí un largo artículo con la lectura de la historia de América Latina, que dice que los momentos que decimos que son buenos son aquellos en los que triunfó la fraternidad sobre la opresión del hombre por el hombre. Los mejores evangelizadores se pusieron a favor de los indígenas y en contra de los que habían llegado. Y los indígenas captaron esa contradicción.
Fuente: CPAL Social