Jesuitas en las fronteras

La fe que inspira la ciencia. El Observatorio Vaticano

 

En la vasta extensión del cosmos, donde colisionan cuestiones de existencia y significado, existe una intersección única de fe y ciencia. Una convergencia encarnada por los astrónomos jesuitas.

 

En el observatorio del Vaticano, varios jesuitas se adentran a diario en las profundidades del universo. Sus viajes están marcados por su doble identidad de científicos y hombres de fe. Durante siglos, los jesuitas han tenido una presencia importante en el campo de la astronomía.

 

Varios jesuitas incluso han dado su nombre a cráteres lunares y asteroides en reconocimiento a su contribución.

 

Comentario al evangelio: «Sin mí no podéis hacer nada»

He querido muy intencionadamente centrar el comentario del evangelio de este domingo en esta frase de Jesús que nos suena, de entrada, a exageración: ¡hombre, nada de nada! ¡no hay para tanto!… Siempre digo que las frases aparentemente más extrañas o radicales del evangelio son las que tenemos que meditar con más detenimiento, y ésta es una de ellas. Otras traducciones dicen: “separados de mí, nada podéis hacer”.

 

El contexto de la frase es la alegoría de los sarmientos y la vid. Fuera del tronco de la vid, los sarmientos no dan fruto. O, dicho de otro modo, son inútiles, no sirven para nada; por eso, como dice el evangelio, “los tiran fuera y se secan, luego los recogen y los echan al fuego y arden”.  Ésta es la cuestión de fondo que plantea este evangelio: dar fruto. No se trata sólo de hacer, sino de que nuestro hacer dé fruto. Evangélicamente, se trata no de resultados o de éxito, sino de fecundidad. De un hacer que sea evangélicamente fecundo.

 

Entendida así, la palabra de Jesús es tan clara como tajante: separados de Él podremos hacer, obviamente, muchas cosas; pero la cuestión es que esas cosas den o sean frutos de evangelio. Podemos ser activos, e incluso hiperactivos, y podemos quedarnos muy satisfechos, y muy engañados, con eso. Pero todo, y lo mucho que hacemos, ¿da fruto? ¿es evangélicamente fecundo? Separados de Jesús, centrados en nosotros mismos, buscándonos a nosotros mismos (nuestra imagen, nuestro éxito, nuestro prestigio o nuestra satisfacción…) difícilmente daremos frutos de evangelio. A partir de aquí surgen muchas preguntas que es bueno que nos hagamos en un examen sincero. Por ejemplo…

 

Todo aquello que hago, y quizá con mucho esfuerzo y con la mejor intención, ¿construye fraternidad? ¿genera comunidad? Si mi centro es Cristo, y mi afectividad está centrada en Cristo y estoy “vacío” de mí mismo, seguramente sí… pero si soy yo mi centro, y mis carencias afectivas son mi motor y me busco a mí mismo, más que fraternidad crearé dependencias, malos rollos, rivalidades…

 

¿Me pregunto sinceramente cuál es el objetivo último de todo lo que hago? ¿es, de verdad, construir Reino, contribuir a un mundo más humano? ¿Y en función de ese objetivo replanteo los cómos y los modos de lo que hago, de tal modo que sean los de Jesús y no los míos? Unidos a Jesús actuamos desde la paciencia, la misericordia, el cariño prioritario por los pobres y los que sufren… y eso sí que da frutos y no mis impaciencias, mis juicios, mis favoritismos…

 

Unidos a Jesús no nos importan los éxitos ni nos hunden los fracasos: buscamos con limpieza el servicio. Un servicio que nos hace “dichosos”, que nos da el fruto evangélico de esa alegría interior que nada ni nadie nos puede quitar.

 

(Juan 15, 1-8) Domingo 5º de Pascua – Ciclo B

 

Darío Mollá, SJ

@centroarrupevalencia

Símbolos religiosos e instrumentalización política. Una reflexión bíblica (fragm.)

En tiempos recientes, con una frecuencia cada vez mayor, los símbolos religiosos irrumpen en la arena política. A menudo, Dios es invocado de manera inapropiada, llamado como testimonio de una facción política o como una etiqueta para promover un partido. El tema es sin duda de actualidad, pero la problemática tiene raíces antiguas. Por eso mismo, las propias Escrituras judeocristianas contienen anticuerpos contra cualquier instrumentalización de lo divino.

 

Si, por un lado, el Señor es el Dios de un pueblo particular, Israel; por otro lado, el texto sagrado es consciente de que él es «Santo» (cfr. Ex 15,11; Is 6,3; Os 11,9), está «separado», es decir, es «distinto» del mundo. El Señor dice a través del profeta: «los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos –oráculo del Señor» (Is 55,8). Ese Dios tan cercano a su pueblo, hasta el punto de intervenir para liberarlo de la esclavitud de Egipto y llevarlo a la Tierra Prometida, es también Otro en relación con Israel. Un signo elocuente de esto es el Tetragrámaton, el Nombre de Dios que no se puede pronunciar.

 

Esta prohibición protege la alteridad de Dios, porque no es posible aprehender el misterio del Señor llamándolo por su nombre. Esta trascendencia, y al mismo tiempo inmanencia, divina es recordada por el profeta Isaías: «¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel!» (Is 12,6). El Dios Santo se hace presente en la historia de una comunidad particular, Israel, que él eligió entre todas las naciones de la tierra (cfr. Dt 14,2).

 

El arca de la alianza o del pacto es un signo de esta presencia concreta de Dios en medio de su pueblo, en una dinámica que prefigura la encarnación del Emmanuel, el Dios con nosotros (cfr. Is 7,14; Mt 1,23). ¿Cuál es la relación de Israel con el Dios que camina junto a ellos? ¿Podrán respetar su alteridad, o intentarán convertir a este Dios en un ídolo? ¿Qué sucede cuando el Señor de los ejércitos es llevado de manera inapropiada al campo de batalla?

 

En la historia bíblica, el poder confiado a los soberanos les otorga grandes responsabilidades, ya que sus acciones pueden conducir a muchos hacia la muerte o hacia la vida. ¿Qué sucede cuando aquel que está al frente del pueblo instrumentaliza a Dios para su propio beneficio? En este sentido, el caso de Jeroboam, rey de Israel, resulta emblemático.

 

Vincenzo Anselmo

@laciviltacattolica

 

Revista MANRESA 379: Diálogo entre la Teología y la Espiritualidad

¿Qué diálogo es posible y necesario establecer entre la Teología que se presenta como una ciencia y por lo tanto, se apoya en fundamentos lógico-racionales, y la Espiritualidad sostenida ampliamente por la afectividad y la experiencia concreta de la fe en una realidad eclesial, cultural e histórica determinada?

Siempre la fe se vive de un modo concreto. En este caso, el elemento de concreción, viene determinado no solamente por la realidad sociocultural y eclesial que vivimos, sino por una manera específica de entender la espiritualidad: nuestra clave hermenéutica es la espiritualidad ignaciana. Una reflexión teológica sin espiritualidad fácilmente se convierte en una ideología religiosa. Y una espiritualidad sin teología, con frecuencia, se ve arrastrada a espiritualismos intimistas y desencarnados. En los grandes maestros de la espiritualidad, teología y espiritualidad aparecen sólida y profundamente unidas, como en nuestro caso es Ignacio de Loyola.

Hace tiempo que la revista MANRESA quería dedicar un número a la relación entre Teología y Espiritualidad Ignaciana en concreto. En el año 2018, dentro de la colección Manresa se publicaba Dogmática ignaciana “Buscar y hallar la voluntad divina” [Ej 1], editado por Gabino Uribarri Bilbao, lo cual, supuso un avance decisivo y cualitativamente importante en esta dirección. Desde ese momento, todos los que trabajamos en Manresa empezamos a pensar en hacer una aportación, quizá más modesta, pero con una clara vocación de ser a la vez práctica y fecunda para todos aquellos que se dedican al ámbito de los Ejercicios Espirituales y de la espiritualidad nacida de Ignacio de Loyola. La praxis, el dar y acompañar Ejercicios ha sido nuestro punto de partida, pero hemos dado un paso más: relacionar propuestas, dinámicas, contemplaciones, “modo y orden”, etc., que encontramos en los Ejercicios Espirituales con cuestiones, conceptos o temas relevantes de la Teología.

Comenzamos con un artículo de Josep Giménez Meliá, miembro del Consejo de Redacción de la revista que desde la consideración de las Tres Maneras de Humildad [164-168], hace una reelaboración del significado de la palabra humildad para el creyente actual. María Dolores López Guzmán, con su artículo, traza el rostro de Jesucristo que se puede descubrir en la espiritualidad ignaciana. Continua María José Schultz, exegeta y profesora de la facultad de Teología de Deusto, que se estrena en nuestra revista, dando pistas para el uso y la contemplación de la Escritura en los Ejercicios espirituales. Eduard López Hortelano desarrolla el tema de la gracia en los Ejercicios desde una comprensión de la gracia y la libertad como una unidad dialéctica.

Continúan dos artículos que relacionan la Teología Moral con propuestas de los Ejercicios: José Ramón Busto se centra en la relación entre la Primera Semana y la concepción del pecado que subyace; y Julio Martínez establece un diálogo entre Moral y espiritualidad ignaciana en torno a los conceptos de libertad y autoridad. Rogelio García Mateo buceará en las “raíces paulinas” en Ignacio de Loyola y Francisco Javier, dos de los fundadores de la Compañía de Jesús.

El número concluye con las tres secciones fijas de la revista: Semblanzas dedicada a un “grande” de la Iglesia y de la Espiritualidad Ignaciana en los últimos tiempos: Carlo María Martini que escribe el jesuita italiano Carlo Casalone. En Ayudas para Ejercicios, David Guendulain escribe sobre el sentido y la relevancia de los sacramentos y la liturgia en los Ejercicios y Javier Cía aborda el tema de las adiciones para la oración. El número no agota el tema, es un humilde primer paso. Probablemente aparezcan, más adelante, otros números que sigan acercándose a esta cuestión desde otros aspectos y perspectivas, que hagan fecundo y rico este necesario diálogo entre Teología y Espiritualidad Ignaciana.+

@infosj

Papa Francisco entre japoneses recuerdo hiroshima

El rostro de la iglesia católica japonesa (fragm.)

La Constitución garantiza a los ciudadanos japoneses la libertad de profesar cualquier religión, pero no siempre fue así…

La evangelización de Japón tiene una fecha de inicio precisa: el 15 de agosto de 1549, día en que san Francisco Javier desembarcó en el archipiélago procedente de la península de Malaca. La primera comunidad cristiana se fundó en la isla de Kyushu, la más meridional de las cuatro grandes islas que componen el archipiélago. Después de que San Francisco Javier se marchara de Japón, llegó al archipiélago el jesuita italiano Alessandro Valignano (1539-1606).

 

A los jesuitas les siguieron los frailes franciscanos, principalmente italianos. A los extranjeros que llegaban a Japón desde el sur en aquella época, a bordo de sus barcos de color oscuro (para distinguirlos de los japoneses, que eran de bambú y generalmente de color más claro), se les llamaba Nan Ban (‘bárbaros del sur’), ya que se les consideraba gente tosca e inculta, simplemente porque no practicaban las costumbres y tradiciones del país.

 

Durante el siglo XVI, la comunidad católica creció hasta superar los 300.000 fieles y en 1588 se estableció la diócesis de Funay. La ciudad costera de Nagasaki era su principal centro. Los misioneros italianos, en su labor de evangelización, seguían las normas elaboradas por Valignano, autor del Ceremonial fundamental para los misioneros en Japón.

 

En 1582, los jesuitas japoneses organizaron un viaje a Europa para ser testigos de la apertura a la fe cristiana del pueblo del Sol Naciente. El viaje duró ocho años. La delegación, compuesta por cuatro prelados, visitó primero Venecia, luego fue a Lisboa y finalmente regresó a Italia, donde terminó su viaje en Roma. Los jesuitas japoneses fueron recibidos por el Papa Gregorio XIII y también conocieron a su sucesor, Sixto V. En 1590 regresaron a su patria.

 

El Shogunato Tokugawa pronto se dio cuenta de que los jesuitas, a través de su labor evangelizadora, influían en la dinastía imperial, relegada de hecho a una función meramente simbólica. Por ello, interpretó la presencia de los cristianos en su conjunto, y de los Nan Ban en general, como una amenaza para la estabilidad de su poder.

 

En 1587, el kampaku (líder político y militar) Hideyoshi, «Mariscal de la Corona» en Nagasaki, promulgó un edicto que ordenaba a los misioneros extranjeros abandonar el país. Sin embargo, siguieron operando en la clandestinidad. Diez años después, comenzaron las primeras persecuciones. El 5 de febrero de 1597, veintiséis cristianos (6 franciscanos, 3 jesuitas y 17 japoneses) fueron crucificados.

 

En 1614, el shogun Tokugawa Ieyasu, gobernante de Japón, prohibió el cristianismo en otro edicto y vetó a los cristianos japoneses la práctica de dicha religión. El 14 de mayo de ese año se celebró la última procesión por las calles de Nagasaki, que tocó siete de las once iglesias existentes en la ciudad; todas fueron demolidas posteriormente.

 

La política del régimen se hizo cada vez más represiva. Entre 1637 y 1638 estalló una revuelta popular en Shimabara, cerca de Nagasaki. Animada principalmente por campesinos, y dirigida por el samurái cristiano Amakusa Shiro, la revuelta fue reprimida con sangre, y siguieron varias ejecuciones sumarias de los que la apoyaban. Se calcula que unos 40.000 conversos fueron masacrados.

 

En 1641, el shogun Tokugawa Iemitsu promulgó un decreto, que más tarde se conocería como sakoku («país blindado»), por el que prohibía cualquier forma de contacto entre la población japonesa y los extranjeros. A partir de entonces, los cristianos crearon una simbología, una ritualidad e incluso una lengua propias, incomprensibles fuera de sus propias comunidades. En 1644, el último sacerdote cristiano que quedaba fue condenado a muerte.

 

La Iglesia católica en Japón cuenta hoy con 419.414 católicos sobre una población de 125 millones de habitantes (alrededor del 0,34%)

El personal misionero está formado por 459 sacerdotes diocesanos, 761 sacerdotes religiosos, 135 religiosos, 4.282 religiosas y 35 seminaristas mayores, en un territorio con tres provincias eclesiásticas, en las que se agrupan las 15 diócesis

Aunque pequeña en número, gestiona numerosas instituciones educativas (828 según datos del Anuario Pontificio 2023) y de beneficencia (653)

 

@religiondigital

 

 

J.M. Rodríguez Olaizola SJ. Carta abierta a los ‘haters’ católicos

Normalmente paso. Normalmente evito contestar en público a la variedad de chorradas que de vez en cuando ves publicadas. Normalmente evito entrar al trapo de la provocación de aquellos que de católicos solo tienen el nombre, porque son lo menos universal que te puedes imaginar.

Pero hay ocasiones en que el silencio no basta. Es verdad que a veces callar es lo más sensato. Porque hay gente que solo quiere ruido. Y bronca, para poder continuar discutiendo hasta la extenuación, para poder seguir vertiendo bilis, para poder eternizarse en sus reproches y obsesiones. Pero cuando callas demasiado, termina pareciendo que otorgas, y terminas haciendo que gente que quizás tiene buena intención -pero no mucho acierto-, se sume al coro de los petardos, convencidos de que insultando son fieles y que repitiendo eslóganes defienden la verdad.

Solo puedo deciros una cosa. La Iglesia es muy amplia. En ella cabemos muchos más de los que vosotros habéis decidido que cabemos. Muchas más personas, y muchas más formas de hacer las cosas. Estáis encantados con fantasear con un pasado que idealizáis, aunque también tuvo luces y sombras, olvidando que lo que ha cambiado es la sociedad entera. Culpáis a los católicos distintos de vosotros del paso del tiempo. Sin querer ver que lo que ha cambiado es el mundo entero, y es en este mundo de hoy en el que hay que anunciar el evangelio. Culpáis a las parroquias, a las órdenes religiosas, a los obispos que os disgustan, al mismo Papa… Pero si os paraseis a pensar, veríais que hasta en vuestras propias familias las cosas ya no son como antes… y no es culpa vuestra (ni mía). Es que el mundo es diferente. Y es en este mundo de hoy (no en otro inexistente) en el que tenemos que seguir dando a conocer a Jesucristo, y su buena noticia. Con aciertos y errores, sin duda, pero sin la soberbia de quien se cree que solo su modo es válido y que además eso le autoriza para insultar y faltar constantemente a los otros.

Tenéis tres eslóganes que utilizáis, sirva o no. Os encantan las etiquetas con las que simplificáis lo complejo. Presumís con vuestras palabras de una profundidad que no demostráis con vuestra actitud. Exigís fidelidad a Cristo, mientras lo seguís crucificando en vuestras palabras y desprecios. Mentís, quizás sin ser conscientes de ello, al etiquetar, denigrar y expender certificados de ortodoxia. Cuestionáis la fe de quien ama a Cristo, porque no os habéis parado a escuchar ni medio minuto de lo que dicen. Vomitáis desprecio sin pensar en el daño que hacéis a las personas.

Ojalá, un día, abráis los ojos, el corazón y la entraña, al Resucitado, que sigue apareciendo e invitando a vivir en paz. ¡Feliz Pascua!

 

t.ly/2xMSj

 

J. Dardis SJ: Un nuevo modelo para una nueva época

 

Planificación apostólica transformativa (fragm.)

En la Iglesia, y hasta cierto punto en la sociedad en general, el término «planificación» se ha convertido en una especie de palabra de moda, pero esta palabra y su aplicación también han causado controversia y división. De ahí que surjan algunas cuestiones fundamentales, entre ellas: ¿qué sentido tiene planificar en un contexto en el que confiamos en el Espíritu Santo, que «sopla donde quiere» (Jn. 3,8)? ¿Hasta qué punto podemos dejarnos guiar por la razón humana, dados nuestros defectos y nuestra inclinación al pecado? Y si nos fijamos en cómo está el mundo ahora mismo, el llamado «entorno VUCA» [acrónimo de Volatile, Uncertain, Complex, Ambiguous (en español: volátil, incierto, complejo y ambiguo)], ¿podemos realmente ponernos a planificar?

 

Otra cuestión se refiere a las características particulares de la era tecnocrática, que tiene poco en cuenta la dimensión afectiva, la sabiduría y la intuición interior. A este respecto, Christina Kheng, profesora de Liderazgo Pastoral en el East Asian Pastoral Institute de Manila, comenta: «La práctica actual de la planificación estratégica gravita a menudo hacia lo que es cuantificable, estereotipado, inequívoco y controlable. A veces el proceso emprendido tiene connotaciones mecánicas, burocráticas y superficiales, carece de verdadero diálogo, reflexión crítica o pensamiento estratégico […]. En el contexto de la era digital, existe el riesgo de que estas tendencias aumenten aún más».

 

Partiendo de estas premisas, sin duda podemos afirmar que el tipo de planificación que hacemos en la Iglesia debe ser radicalmente diferente de la que se practica en los entornos corporativos, especialmente en aquellos dominados por un modelo tecnocrático. El Papa Francisco lo señaló y se mostró muy escéptico con la planificación dominada por ciertas ideologías: «Hemos caído, en estos casos, en la dictadura del funcionalismo. Es una nueva colonización ideológica que intenta convencernos de que el Evangelio es una sabiduría, es una doctrina, pero no es un anuncio, no es un kerygma».

 

Nuestro guía es el Espíritu Santo, y es ese Espíritu, dice el Papa Francisco, el que desbarata nuestros planes y los reorienta: «Hace falta el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo voltea la mesa, la tira y vuelve a empezar». Francisco afirma que para escuchar de verdad el grito de la gente de la diócesis, no basta «habitar con ideas, con planes pastorales, con soluciones preestablecidas», sino que «hay que habitar con el corazón». Por otra parte, el Papa no está en contra de la planificación per se. De hecho, como señaló Robert Mickens, en la misma ocasión Francisco se refirió a la Evangelii gaudium (EG) y al discurso que él mismo pronunció en Florencia en 2015, en la V Convención Nacional de la Iglesia Italiana, y llamó a estos dos textos «el plan para la Iglesia en Italia y el plan para esta Iglesia en Roma».

[…]

@laciviltacattolica

Para leer el artículo completo t.ly/Ie9RZ 

Jóvenes en grupo en torno a un fuego en la playa al atardecer

¿Pocos e insignificantes?

El que la Iglesia va poco a poco reduciendo sus números es algo innegable. Basta con echar un ojo a las estadísticas con las que de tanto en tanto nos bombardean para advertir que los bautizos decrecen y los funerales aumentan, mientras el abandono de la misa de los domingos en particular y los sacramentos en general parece ser algo innegable.

Todo ello nos hace ver que, en el futuro, no es que vayamos a ser menos, sino que, además, los cristianos seremos pocos. Una minoría que tendrá que hacer frente a una reorganización que exigirá no poca generosidad y dolor de los cristianos, al tener que dejar lugares e instituciones importantes para su vida de fe.

Ahora bien, creo que, a este hecho indiscutible se asocia otro que no es necesariamente cierto y que, de hecho, está en nuestras manos cambiar. Es el de pensar que por el hecho de ser pocos vayamos a ser, necesariamente insignificantes para la sociedad. Como si el cristianismo estuviera condenado a convertirse en una realidad marginal, cuando no a extinguir, que no interesa ni dice nada a las personas del siglo XXI.

Personalmente, creo que en esta percepción hay un error de base. Puesto que, conocemos a otras instituciones y grupos de personas que, pese a ser minoritarias, cuentan con un influjo, muchas veces no menor, en nuestra sociedad. Se trata de asociaciones que hacen pensar a los demás, sea por su modo de reflexionar, o por su modo de actuar. Instituciones que permean la vida de los otros, convirtiéndose en no pocas ocasiones en referentes o, al menos, punto de contraste o inspiración.

Creo que los cristianos estamos llamados precisamente a eso. A ser significativos en medio de un mundo que está tantas veces desnortado. A ofrecer una palabra de esperanza y una acción que cuestione, humanice y corresponsabilice. Todo ello, sin olvidar ni esconder nunca quién es el que nos moviliza. Y confiando en que, si ponemos nuestros pocos y pobres panes y peces en sus manos, Él sabrá como hacer para alimentar con ellos a multitudes.

 

Dani Cuesta, sj

t.ly/BGkjL

Publicación Dignitas Infinita

‘Dignitas infinita’: el Vaticano actualiza los DDHH con los ojos del papa Francisco

 

DOCUMENTO: Declaración ‘Dignitas infinita’ sobre la dignidad humana (íntegro)

 

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe publica este documento de puesta a punto la Declaración Universal de los Derechos Humanos –que precisamente cumple este año su 75 aniversario– con los ojos del papa Francisco.

El prefecto del Dicasterio vaticano, Víctor Manuel Fernández, actualiza con esta declaración la defensa de la vida, que va mucho más allá del aborto o la eutanasia. Así, ‘Dignitas infinita’ busca acabar con la dicotomía entre quienes consideran que la dignidad humana lleva solo aparejada la defensa del no nacido y de quienes olvidan esta planteando solo la defensa de los pobres.

Y, para ello, se vale del magisterio de Francisco en estos once años de pontificado, pero acompañándolo de todas las enseñanzas de Benedicto XVI, Juan Pablo II y Pablo VI sobre estas cuestiones, ya que el texto se vale de multitud de citas de los cuatro últimos pontífices. De hecho, la declaración está firmada el 2 de abril, fecha del 19º aniversario de la muerte de Karol Wojtyla.

La lista de violaciones a la dignidad humana que ‘Dignitas infinita’ recoge va desde la violencia contra la mujer, la violencia contra los migrantes, la trata de personas, la guerra, la pobreza, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia, la teoría de género, la violencia digital a los homicidios, los genocidios, el suicidio voluntario, el trabajo forzado, la prostitución, la esclavitud, la pena de muerte o las encarcelaciones arbitrarias.

VM Fernández

Card. Victor M. Fernández

Tras ‘Fiducia supplicans’

La realidad es que este documento, según se expone en la presentación, lleva cinco años cocinándose. En 2019 se inició la redacción y un primer borrador fue considerado “insatisfactorio”, por lo que se siguió trabajando. A final del pasado año, Jorge Mario Bergoglio recibió un borrador más completo tras el que pidió resaltar “el drama de la pobreza, la situación de los migrantes, las violencias contra las mujeres, la trata de personas o la guerra”.

Este es el primer gran documento de la era de Fernández al frente de Doctrina de la Fe. Desde noviembre de 2023, cuando Fernández comenzó a dirigir el Dicasterio, se han publicado varios documentos en respuesta a preguntas de obispos o cardenales sobre diversas cuestiones, las cuales abarcan desde la posibilidad de que las personas transexuales reciban el Bautismo, hasta la gestación subrogada o la prohibición de que los católicos se inscriban en la masonería.

Pero ninguno tan polémico como ‘Fiducia supplicans’, publicado el 18 de diciembre, con el que Doctrina de la Fe abría la posibilidad de bendecir a las parejas en situación irregular –como divorciados o parejas del mismo sexo–, al margen de cualquier ritualización.

En palabras del cardenal argentino, ‘Dignitas infinita’ “recuerda los principios fundamentales y los supuestos teóricos para ofrecer importantes aclaraciones que puedan evitar las frecuentes confusiones que se producen en el uso del término ‘dignidad’”, al mismo tiempo que “presenta algunas situaciones problemáticas actuales en las que no se reconoce adecuadamente la inmensa e inalienable dignidad que corresponde a todo ser humano”.

En relación a esta segunda parte, el documento llama la atención sobre trece violaciones graves de la dignidad humana hoy.

 

Las trece violaciones graves de la dignidad humana

El drama de la pobreza: “Uno de los fenómenos que más contribuye a negar la dignidad de tantos seres humanos es la pobreza extrema, ligada a la desigual distribución de la riqueza”.

La guerra: “Otra tragedia que niega la dignidad humana es la que provoca la guerra, hoy como en todos los tiempos. Con su estela de destrucción y dolor, la guerra atenta contra la dignidad humana a corto y largo plazo. Esto es aún más grave en nuestra época, en la que se ha convertido en normal que, fuera del campo de batalla, mueran tantos civiles inocentes”.

El trabajo de los migrantes: “Los migrantes están entre las primeras víctimas de las múltiples formas de pobreza”.

La trata de personas: “La Iglesia y la humanidad no deben abandonar la lucha contra fenómenos como el comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado”.

Los abusos sexuales: “La profunda dignidad inherente al ser humano en su totalidad de mente y cuerpo nos permite comprender también por qué todo abuso sexual deja profundas cicatrices en el corazón de quienes lo sufren: estos están, de hecho, heridos en su dignidad humana. De ahí el inquebrantable compromiso de la Iglesia por poner fin a cualquier tipo de abuso, empezando desde dentro”.

Las violencias contra las mujeres: “Las violencias contra las mujeres es un escándalo global, cada vez más reconocido. Aunque de palabra se reconoce la igual dignidad de la mujer, en algunos países las desigualdades entre mujeres y varones son muy graves e incluso en los países más desarrollados y democráticos la realidad social concreta atestigua que a menudo no se reconoce a la mujer la misma dignidad que al varón. Entre las formas de violencia ejercidas contera las mujeres, ¿cómo no mencionar la coacción al aborto, que afecta tanto a la madre como al hijo, tan a menudo para satisfacer el egoísmo de los varones? ¿Y cómo no mencionar también la práctica de la poligamia que – como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica – es contraria a la igual dignidad de mujeres y varones? Es este horizonte de violencia contra las mujeres, no se condenará nunca de forma suficiente el fenómeno del feminicidio. En este frente, el compromiso de toda la comunidad internacional debe ser sólido y concreto”.

El aborto: “Sobre la base del valor intangible de la vida humana, el magisterio eclesial se ha siempre pronunciado contra el aborto. Merece mencionarse aquí el compromiso generoso y valiente de santa Teresa de Calcuta en defensa de todo concebido”.

La maternidad subrogada: “La Iglesia, también, se posiciona en contra de la práctica de la maternidad subrogada, mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto. La práctica de la maternidad subrogada viola, ante todo, la dignidad del niño. La práctica de la maternidad subrogada viola, al mismo tiempo, la dignidad de la propia mujer que o se ve obligada a ello o decide libremente someterse. Con esta práctica, la mujer se desvincula del hijo que crece en ella y se convierte en un mero medio al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros. Esto se contrapone, totalmente, con la dignidad fundamental de todo ser humano y su derecho a ser reconocido siempre por sí mismo y nunca como instrumento para otra cosa”.

La eutanasia y el suicidio asistido: “Hay un caso particular de violación de la dignidad humana, más silencioso pero que está ganando mucho terreno. Tiene la peculiaridad de utilizar un concepto erróneo de la dignidad humana para volverla contra la vida misma. Esta confusión, muy común hoy en día, sale a la luz cuando se habla de eutanasia. Por ejemplo, las leyes que reconocen la posibilidad de la eutanasia o el suicidio asistido se denominan a veces ‘leyes de muerte digna’. Está muy extendida la idea de que la eutanasia o el suicidio asistido son compatibles con el respeto a la dignidad de la persona humana. Frente a este hecho, hay que reafirmar con fuerza que el sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es intrínseca e inalienablemente propia, sino que puede convertirse en una oportunidad para reforzar los lazos de pertenencia mutua y tomar mayor conciencia de lo preciosa que es cada persona para el conjunto de la humanidad. Ciertamente, la dignidad del enfermo, en condiciones críticas o terminales, exige que todos realicen los esfuerzos adecuados y necesarios para aliviar su sufrimiento mediante unos cuidados paliativos apropiados y evitando cualquier encarnizamiento terapéutico o intervención desproporcionada. Pero tal esfuerzo es totalmente distinto, diferente, incluso contrario a la decisión de eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento. La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional. En efecto, no hay condiciones en ausencia de las cuales la vida humana deje de ser digna y pueda, por tanto, suprimirse. Ayudar al suicida a quitarse la vida es, por tanto, una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo”.

El descarte de las personas con discapacidad: “Un criterio para verificar la atención real a la dignidad de cada individuo es, obviamente, la atención prestada a los más desfavorecidos. Nuestro tiempo, por desgracia, no se distingue mucho por esa atención. Para contrarrestar esta tendencia, merece especial atención y solicitud la condición de quienes se encuentran en situación de déficit físico o psíquico. La cuestión de la imperfección humana tiene también claras implicaciones desde el punto de vista sociocultural, ya que, en algunas culturas, las personas con discapacidad sufren a veces marginación, cuando no opresión, al ser tratadas como auténticos ‘descartados’. En realidad, todo ser humano, sea cual sea su condición de vulnerabilidad, recibe su dignidad por el hecho mismo de ser querido y amado por Dios”.

La teoría de género: “Hay que denunciar como contrario a la dignidad humana que en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida, a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual. Al mismo tiempo, la Iglesia destaca los decisivos elementos críticos presentes en la teoría de género. Con respecto a la teoría de género, sobre cuya consistencia científica se debate mucho en la comunidad de expertos, la Iglesia recuerda que la vida humana, en todos sus componentes, físicos y espirituales, es un don de Dios, que debe ser acogido con gratitud y puesto al servicio del bien. Querer disponer de sí mismo, como prescribe la teoría de género, sin tener en cuenta esta verdad fundamental de la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios y entre en competencia con el verdadero Dios del amor que nos revela el Evangelio. Un segundo aspecto sobre la teoría de género es que pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual. Esta diferencia constitutiva no solo es la mayor imaginable, sino también la más bella y la más poderosa: logra, en la pareja varón-mujer, la reciprocidad más admirable y es, por tanto, la fuente de ese milagro que nunca deja de asombrarnos que es la llegada de nuevos seres humanos al mundo. En este sentido, el respeto del propio cuerpo y de aquel de los otros es esencial ante la proliferación y reivindicación de nuevos derechos que avanza la teoría de género. Por lo tanto, debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres. Solo cuando cada persona humana puede reconocer y aceptar esta diferencia en reciprocidad es capaz de descubrirse plenamente a sí misma, su dignidad y su identidad”.

El cambio de sexo:La dignidad del cuerpo no puede considerarse inferior a la de la persona como tal. De ahí que toda operación de cambio de sexo, por regla general, corra el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción. Esto no significa que se excluya la posibilidad que una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolver esas anomalías. En este caso, la operación no constituiría un cambio de sexo en el sentido que aquí se entiende”.

La violencia digital:El avance de las tecnologías digitales, aunque ofrece muchas posibilidades para promover la dignidad humana, tiende cada vez más a crear un mundo en el que crecen la explotación, la exclusión y la violencia, que pueden llegar a atentar contra la dignidad de la persona humana. Basta pensar en lo fácil que es, a través de estos medios, poner en peligro la buena reputación de cualquier persona con noticias falsas y calumnias”.

 

@vidanueva

t.ly/wtKNJ

Encuentro IAJU

Educación superior jesuita – identidad, complejidad, misión

La reciente reunión de los miembros de la Junta Directiva de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU) en la Curia General de Roma, los días 25 y 26 de marzo de 2024, marcó un momento crucial en las deliberaciones en curso sobre la promoción de la identidad y misión jesuita de las instituciones jesuitas de educación superior en todo el mundo. Con representantes de todas las redes regionales, la reunión profundizó en temas cruciales que van desde la planificación estratégica hasta la promoción de los valores jesuitas en un mundo que cambia rápidamente.

La reunión comenzó con los informes de los presidentes de las asociaciones regionales, destacando colaboraciones clave, retos e iniciativas dentro de sus respectivas regiones. Desde la creciente demanda de educación jesuita en África hasta los retos financieros a los que se enfrentan algunas instituciones, cada presentación subrayó la importancia de abordar tanto los problemas regionales como los globales, manteniéndose fieles a los valores y la misión de la Compañía.

Una parte significativa de la reunión se dedicó a reflexionar seriamente sobre el borrador del documento sobre identidad y misión jesuita. Hubo consenso entre los participantes sobre la necesidad de una mayor integración de los principios ignacianos y un reconocimiento de la rica tradición de la Compañía de Jesús en la educación superior. Se destacó el modelo Ledesma-Kolvenbach como un marco potencial para encapsular la esencia de la identidad jesuita, con planes para un mayor refinamiento y reflexión en los próximos meses.

Interacciones con figuras clave

Lo más destacado del segundo día fue la interacción con el P. Arturo Sosa, Superior General de la Compañía de Jesús, que centró sus reflexiones en tres cuestiones: 1) ¿Tiene sentido el apostolado universitario de la Compañía de Jesús? 2) ¿Es posible el apostolado universitario? 3) ¿Es gobernable el complejo mundo universitario jesuita? Subrayó vital la importancia del ministerio de la educación superior, que tiene el gran potencial de ejercer un fuerte impacto en la sociedad en general.

Los participantes también tuvieron la oportunidad de interactuar con el P. José Mesa, Secretario para la Educación Pre-Secundaria y Secundaria, la Hna. Nathalie Becquart, Subsecretaria para el Sínodo de los Obispos, y el P. Sebastián Jeerakassery, Ecónomo General de la Compañía. Sus puntos de vista y reflexiones sobre el gobierno, la autonomía institucional y la aplicación de la sinodalidad en las universidades jesuitas proporcionaron valiosas perspectivas para el diálogo en curso sobre el futuro de la educación superior jesuita.

Juntos para navegar en un mundo complejo

Uno de los puntos centrales de la reunión fue el debate en torno a la Agenda Estratégica de la IAJU. Este documento servirá como marco de orientación para los esfuerzos de la asociación en los próximos años, haciendo hincapié en la colaboración, la innovación y la promoción de la identidad jesuita.

De cara a la Asamblea que la IAJU organizará el próximo año, los debates se centraron en perfeccionar el contenido y la estructura del programa para facilitar diálogo y compromisos significativos. Los asistentes reflexionaron sobre los éxitos y los retos de las pasadas asambleas, centrando la próxima en la promoción de la identidad y la misión jesuita en el contexto de cuestiones contemporáneas como la inteligencia artificial.

A medida que la reunión se acercaba a su fin, se alcanzaron varios acuerdos, entre ellos la confirmación de la Agenda Estratégica, el nombramiento de un Comité de Programa para la Asamblea de 2025 y la aprobación de la nueva página web de la IAJU. Estas decisiones reflejan el compromiso colectivo de los miembros de la Junta para avanzar en la misión y los valores de la educación superior jesuita en un panorama global en rápida evolución.

Germán Muñoz Díaz | Secretariado para la Educación Superior, Curia General

t.ly/Yc00N